Songo La Maya
La AHS por la ruta del Café en Songo La Maya
Cuando surgió el proyecto itinerante Caminar con los Héroes en Songo La Maya, los jóvenes asociados que lo componían no tenían una dimensión tan amplia de la historia de ese territorio rico en acciones militares, culturales, políticas y económicas.
Con la aproximación a las comunidades rurales del territorio se fueron ampliando ante sus ojos otras dimensiones de la cultura histórica y económica que compone la identidad del territorio, otrora Término Municipal Alto Songo. Más del 50% del territorio es zona de producción de café de primera calidad, con una antigüedad de sus cafetales de más de doscientos años. No es posible desandar su geografía sin atravesar vastas zonas de producción de café, entre las montañas bien tupidas, frescas y aromáticas durante día y noche.
Desandar sus caminos centenarios permite llegar de una comunidad a otra, escuchando las historias añejas relacionadas con los colonos franceses que la poblaron con sus esclavos, de sus descendientes mulatos, bien instruidos y diestros en el uso del machete que no solo poblaron a fuerza de trabajo agrimensor todas las laderas de las montañas con el añorado grano, la canela, la pimienta y los cítricos, sino que fueron los émulos de los hermanos Maceo en las cargas al machete en medio de esos mismos caminos y plantaciones.
ellos cargaron sus mercancías recién obtenidas, en el tiempo de la guerra a sus heridos y muertos; por ellos sufrieron y disfrutaron sus reveses y victorias. Aquí se cantó y se amó a la mujer. Aquí se le brindó una taza de café al combatiente y al extranjero, a su paso. Aún hoy se disfruta esa costumbre como acto de vida en las montañas.
Al paso de los jóvenes por la montaña se van desempolvando los nombres de los cafetales famosos de la zona: San Regis, propiedad de Doña Mariana Soria, fue atacado por los mambises, pero aún se conservan varios elementos de su construcción de cierta belleza natural; Santa Rosa, que nadie sabe cómo puede lucir en buen estado luego de la guerra, y más cuando el resto de los que le circundan perecieron; La Campana, donde acampó Gómez; La Lucerna, en la cual estuvieron Martí y Gómez; Santa María, por donde pasó Maceo y Gómez, y anteriormente estuvo Céspedes; La Luz, el favorito de José Maceo, quien siempre pasaba a descansar y reponerse y se convirtió en el lugar donde reposaron sus restos fúnebres la noche fatídica del 5 de julio.
Según cuentan, en determinadas noches desciende una luz desde los farallones de la montaña hasta donde está ubicada la casa, aunque hay otros que comentan que es el espíritu de la mujer que la habitaba buscando las pertenencias que dejó enterradas cuando tuvieron que irse por la guerra.
Varias historias se han entretejido al paso de las generaciones, como aquellas que afirman que es el espíritu del gran guerrero que fue José Maceo, aunque lo cierto es que desde sus laderas se obtiene una preciosa vista hacia la Gran Piedra y el valle de TI Arriba.
San Ceferino de El Socorro fue una de las más viejas. Dicen que los franceses fueron los que enseñaron a sus dueños a sembrar el café a los cuatro vientos, y sus límites llegaban hasta El Caney, Santa Ana, Santa María del Loreto, Lepuart.
En medio del cafetal el barracón de Ma Lucila, la esclava más imponente que había por toda la comunidad, hasta el amo le pedía consejos. Fue la que mandó a hacer el trillo que llegaba hasta un pozo de aguas naturales. Hoy se mantiene el mismo trillo y el pozo. En las noches muy tranquilas se oye su voz en susurro como dando consejos.
Mientras se marcha por muchos de los caminos de colina se pueden palpar en los restos de antiguas construcciones el empleo de la piedra en los secaderos, el horno de cal. Asombra que en muchos tramos podían transitar dos carruajes en sentido contrario, con una solvencia increíble. Ante los desniveles del terreno se construían puentes de piedra y madera que aún hoy son utilizados por muchos campesinos de la zona.
Durante las diez jornadas de nuestro camino por entre montañas, es frecuente escuchar estas anécdotas, donde la historia se confunde con la ficción, donde cada recodo tiene su propia leyenda, parte de una cultura cafetalera que contagia y hace crecer. De alguna manera, estas historias se van metiendo en los poros y luego no es posible hacer arte o promover la cultura sin recurrir a esos elementos de la cultura local. Al final de cada jornada, en cada comunidad, entre los agasajos que brindan estos hombres y mujeres, está el café recién colado, aromático, de un tinte asombroso que tiñe la taza y repone las fuerzas perdidas por el esfuerzo del camino. Esa noche se duerme menos y mejor por el intercambio cultural y por el café.
El camino de la Asociación por las rutas de la historia
En tiempos de tanta negación y de replanteamientos de la historia desde la neohistoria. La Asociación Hermanos Saíz se replantea también en su accionar cotidiano en función de la cultura, no ya de la cultura artística como uno de sus eslabones fundamentales, sino de la cultura toda, como expresión del paso del hombre sobre esta tierra y de la constancia de una tradición, de una identidad sólida de una comunidad determinada, en medio de otras comunidades. Por tales razones, con la apertura de las filiales provinciales hacia los municipios del país, con la creación de células de trabajo, esta institución abrió posibilidades no solo para los jóvenes creadores del interior del país, que con muchos proyectos sólidos de creación vieron en ello una oportunidad de crecimiento y desarrollo de sus inquietudes artísticas y literarias, sino que creó nuevas dimensiones de expresión de esa misma cultura y de su cultores en medio de una cultura mayor: la cultura patria.
Los nexos entre cultura e historia se pierden en el tiempo, sus conexiones son indisolubles, cuando en Cuba aún no existía patria, ni himno, ni bandera, ya la cultura desemboca en mares incontenibles de apertura hacia esa dirección; la décima antes que el himno nacional ya acrisolaba al cubano de a pie, de monte adentro para el inicio de la lucha. La prensa con sus ilustraciones proponía una sátira, una burla a los malos gobernantes y a los problemas raciales fundamentales que ya la isla en su sentido más profundo de los intelectuales de más avanzada detestaba. Sobre la base de una cultura está construida nuestra historia, los jóvenes jamás han desentendido esa dimensión.
Las células de trabajo de la Asociación Hermanos Saíz han encontrado la expresión justa de sus quehaceres artísticos en medio de la historia local, han dado la clarividencia de cómo contribuir al afianzamiento de la historia en los jóvenes y sus posibilidades de expresión creativas más genuinas. En tal dirección la filial Santiago de Cuba ha gozado de mucho privilegio y fortuna, por los proyectos de dos de sus sedes municipales: Contramaestre y Songo La Maya, con un mismo proyecto dirigido a perpetuar la memoria martiana en su ruta por parte de esta provincia; San Luis, con un proyecto dirigido a perpetuar la memoria de Félix B. Cainegt; y Palma Soriano con un proyecto cercano a la estancia de Céspedes en sus terrenos próximos al Cauto. Desgraciadamente las dos últimas sedes prácticamente ya desaparecidas y, por tanto, esos legítimos reclamos –como muchas veces– pasan al olvido.
En el caso de las dos células vigentes Contramaestre con la cercanía ya a los veinticinco años de existencia, nunca ha dejado de lado la presencia de Martí en las tierras del poblado, sus eventos han estado plagados de esa presencia como la del mambisado criollo de la localidad en las luchas por la independencia. Participar en el evento literario Orígenes supone pegar el oído a la tierra, allá en la zona de Remanganaguas, donde fueron enterradas las vísceras de nuestro poeta mayor, significa entrecerrar los ojos para mitigar la luz, la demasiada luz sobre las palmas y otras paredes naturales para escuchar a Arnoldo Fernández con su devoción martiana hablar sobre el héroe y su cercanía a cada palmo del lugar y sus gentes, sus cercanías al sentido de la libertad y el deber patrio, su compromiso con la creación y la literatura. Te vas de Orígenes con la sensación de estar de vuelta a nuestros sentidos primigenios de la construcción de la nación patria.
Por su parte, la célula de Songo La Maya propone, a través de un proyecto itinerante que cuenta en cuantía casi con la misma cantidad de años que el surgimiento de la célula, que ya cumple quince, la ruta martiana por un periplo de treinta kilómetros, saboreando cada palmo de tierra como el Maestro, el disfrute a plenitud de su naturaleza exuberante y descrita magistralmente en su diario de campaña como la fértil tierra de Ti Arriba, donde las naranjas caen al suelo dispersando su aroma dormido por la humedad del suelo, provocada por la lluvia. Habla del estado de la revolución en estos lugares, de los combates famosos en esos mismos lugares cuando las guerras pasadas, del ajusticiamiento de un hombre contrario a la Revolución y de su encuentro con Maceo, ya en tierras mambisas, en las cercanías de un ingenio destruido. Todo queda en la memoria de los jóvenes que deciden participar en el recorrido mochila al hombro y las manos repletas de libros para los niños, la noche en la hamaca o en la casa del campesino que cuenta la anécdota de su antepasado mambí que vio a Martí en estos caminos y le prestó ayuda, el escenario a la orilla del camino en los momentos del descanso para brindar un poco de lo ya hecho en materia de arte a los niños y a los comunitarios de manera general para que esa historia no sea solo la de Martí, sino también, con el paso de los años, la de un grupo de jóvenes que pasaban por aquí con la bandera cubana desplegada, cansados pero alegres, que compartían su arte y un pedazo de Cuba con los pobres de esta tierra para hacerlos más felices y seguir siendo cubanos.
En estos tiempos de redescubrimientos la AHS y la historia desandan los mismos caminos de la cubanidad, compartiendo la patria, el arte y el deseo de expresar lo que somos y sentimos hacia los demás.
El arte también llega a las montañas
La idea de promover el arte en las montañas no es nueva, absolutamente nueva en parte alguna del mundo; incluso, aún no se puede determinar dónde y cómo llegó a su esencia máxima: del campo hacia la ciudad o desde la ciudad hacia el campo.