Silverio
El arte, para cambiar circunstancias
Viste el color de la pureza. Lleva su cabello corto resguardado bajo un pañuelo de encaje. Tiene otra manta de la misma tela cubriendo sus hombros. Aunque el verano se adelantó, lleva una camisa de mangas largas, igual que su falda. Su blanca tez hace resaltar los tatuajes de sus brazos. Llama la atención un mangle rojo en el antebrazo que comparte con la persona que escogió para compartir su vida.
Está en casa, sentada junto a sus flores favoritas, unos girasoles tan vivos que contrastan con el frasco de pierdas que tienen a su lado. Colgados en la pared azul cielo hay pinturas y dibujos, unas de muchos colores, otras a blanco y negro, unas con guitarras, otras que parece que hablan de luz en la oscuridad.
Pareciera que todo eso es Yeni Turiño, la muchacha que describen intranquila, la “hormiga loca de El Mejunjeâ€, la trovadora, y más que eso, porque no solo melodÃas y acordes habitan en ese ser, sino las artes, diversas.
Es una mujer que rÃe mientras dice lo que piensa y se nota la sinceridad cuando suelta a bocajarro los pensamientos que le vinieron de pronto.
La primera guitarra que tuvo Yeni se la compraron sus padres a los nueve años después de demostrarles que habÃa aprendido a tocar La Guantanamera. El interés por conocer y aprender del instrumento la llevaron a la casa de cultura y luego a estudiar guitarra clásica con un profesor particular de Santa Clara.
“A lo mejor no estudié todo lo que debÃa. Cuando hago una canción, el resultado no es lo que tenÃa en mi cabeza y eso pasa cuando no se estudia música. Aprender guitarra clásica me permitió ganar en cuanto a técnica, formación de acordes y otros elementos que necesito para tener más libertad a la hora de crear. Fue mi primo quien me impulsó siempre a estudiar, quien me la sugirió a pesar de que me parecÃa un poco aburridoâ€.
Graduada de Gestión sociocultural para el desarrollo, en duodécimo grado preferÃa estudiar FilosofÃa, aunque en el año que se presentó a las pruebas de ingreso no se incluyó en el programa universitario.
“Es una carrera que me ayudó muchÃsimo porque tiene un espectro tan amplio, que es también lo que querÃa hacer. A mà me cuesta estar en un solo lugar. Un error mÃo, pero necesito estar en varias cosas a la vez porque eso es lo que me alimentaâ€.
El rock fue lo primero que la atrapó: “Yo era una friki; iba todos los martes a El Mejunje a ver a Adictos, hasta que descubrà la trova, que era realmente a lo que estaba destinadaâ€.
Su primo, Yatsel RodrÃguez, fue el puente hacia el mundo de esta música de autor, el que la llevó por primera vez a peñas y luego al mayor festival de trovadores que se desarrolla en el paÃs, el Longina. Para ese entonces aún no tenÃa sus propias canciones.
“Cuando llegué al Longina y vi que no hacÃa falta que cantara las canciones de los demás trovadores porque ellos estaban ahà para defenderlas, me di cuenta que necesitaba las mÃasâ€. De allà nacerÃa su primer tema, “Espejismoâ€.
Cuando una persona emprende un nuevo rumbo tiene referentes que lo guÃan. Yeni tiene muchos. Habla de los trovadores de Santa Clara, de La Trovuntivitis, de su primo Yatsel, y se detiene en la única mujer que conocÃa implicada en el universo de este estilo musical.
“Cuando la vi con esa forma de cantar, con ese Ãmpetu; cuando vi ese respeto que se le tiene a YaÃma Orozco, supe que querÃa ser asÃ. Es mi referente musical más cercano, a pesar de que todos los trovadores que he conocido para mà son especiales, porque cada uno me ha ayudado a su manera con acordes o consejos.
La autora de “Volar†encuentra la inspiración fuera de ese espacio, que es su casa, en festivales, lugares nuevos, con nuevas experiencias; quizás porque necesita la libertad de quien sale de su entorno para crear.
Sus canciones las escribe para ella, el público, sus amigos. Siempre que haya una persona que quiera escucharlas, a esa persona está dedicada la canción: “A veces soy un poco egoÃsta y la escribo para mà porque lo necesito, como terapia personal. Evidentemente desde el punto en que uno decide ser artista sabe que está trabajando para mostrar algo; tiene esa necesidad.
“Hacer música siempre es un reto porque es hacer arte. No me veo como trovadora, sino como artista. Sé que en esta ciudad lo que decida hacer lo voy a lograr. Si decido montar un caballo, lo haré, si decido montarme en un cohete, lo voy a hacer aquÃ, porque he logrado cosas que nunca en mi vida pensé y han salido súper naturalesâ€.
La música también es un refugio y un camino para llegar a otras manifestaciones del arte. Y es que, definitivamente, los encierros no aportan partituras o letras, tanto que durante los dos años de pandemia le fue imposible componer algún tema musical. Sin embargo, buscó espacios en los que, con la música que tenÃa, pudiera acompañar a las personas en los momentos tan complejos que se vivieron.
Los conciertos de Telegram fueron uno de estos caminos que la enlazaron con su público a la distancia. “Fue muy bueno para los que decidimos hacerlo. Entre tanta desesperación e incertidumbre, los conciertos virtuales resultaban sanadores; eran la escapatoria -por un rato- de tanto dolor y hastÃo.
“Jesús Pérez, de Las Tunas, y yo, decidimos hacer una peña virtual, y eso nos salvó de volvernos locos, al no poder presentarnos. Me di cuenta en ese tiempo que necesito la calleâ€.
Ramón Silverio, el fundador de El Mejunje, la invitó –cuando estaba despuntando en la mayorÃa de edad– a organizar y conducir una peña en ese sitio que tanto valor guarda para el arte villaclareño. El encuentro, que ya tiene ocho años, se llama Peña de la hormiga loca, precisamente, porque eso mismo parece Yeni; incansable va de un lugar a otro, haciendo varias cosas a la vez.
“Cada vez que pasa un año más me doy cuenta de lo difÃcil que es mantener un espacio porque las circunstancias son muy complicadas. A pesar de que sea una vez al mes resulta complicado ser quien canta y, además, quien debe encargarse de la producción, el sonido…
“Cuando empecé mi relación amorosa con Yasmani, ya tenÃa su ayuda. Hacerlo sola no es una opción, porque tengo dos que organizo. En la galerÃa de arte tengo otra que se llama Peña sin nombre. Cada una tiene su dinámica; tienes que estar el mes entero trabajando en eso para mantener el público. No es simple.
“El Mejunje es una casa dentro de otra casa. Esa peña ha sido como mi laboratorio. Lo que se me ocurra lo hago ahà porque también es el lugar para soñarâ€.
Gracias a Silverio, a este refugio de todos, llegó Yeni Turiño a la actuación: “El Mejunje te lleva a hacer cosas que no te imaginasâ€. Es asà que incursionó en el arte de las tablas. Allà se llenaba de brillos para interpretar “Cabaretâ€, de Liza Minnelli, y acompañar con la música el show de transformistas.
En este tipo de espectáculo Yeni es lo más parecida a ella fuera del escenario porque, paradójicamente, cuando canta y toca su guitarra suele ser su versión más tranquila.
“Luego de eso, Silverio nos invitó a Yasmani y a mà para una nueva obra titulada El Retorno del maestro, basada en la vida y obra de Raúl Ferrer, con música de Miguel Ãngel de la Rosa, la cual heredé cuando él se fue para España. Asà que en la obra, mientras canto, también soy la niña mala. De ahà mi interpretación en el Teatro Guiñol de Santa Claraâ€.
***
“El sistema de becas y premios de la Asociación Hermanos SaÃz (AHS) son muy necesarios porque, si bien en otros paÃses más desarrollados es complicada la grabación de un disco o una canción, aquà encontramos más dificultades. Llegar a un estudio es costoso y también lo es hacerte de los equipos necesarios para grabarte tú mismo.
“La AHS ayuda a que los jóvenes creadores tengan la posibilidad de tener sus discos, sus videoclips. Si no fuera por la Asociación, evidentemente no iba a tener ninguno. Mi primera experiencia grabando uno fue con el proyecto Tocadiscos. Tengo la dicha de que lleve el nombre de una canción mÃa porque fui la primera beneficiada con ese proyectoâ€.
Tocadiscos ha significado mucho para la joven cantautora. A partir de entonces comenzó en el mundo audiovisual. Su primera vez en un estudio de grabación fue gracias a este proyecto, en el Guaycán de Pepe Ordaz. Ahà aprendió, con el asombro de una niña, las mañas que hay detrás de la filmación.
“Fue una experiencia lindÃsima de la que han surgido otros proyectos. Agradezco muchÃsimo todo lo que se hace en la Asociación.
“Creo que son necesarias las becas y premios. Ojalá duren mucho tiempo por el bien de los jóvenes artistas cubanos.
“En la AHS de Villa Clara aprendà lo necesario que es el arte en tiempos difÃciles. Yo misma me he cuestionado si sea prudente llegar a comunidades que han sufrido desastres naturales, como el paso de un ciclón, a cantarles a personas que han perdido mucho. Asà fue en Isabela de Sagua, a donde no fui, pero tengo amigos que me contaron que cuando la brigada artÃstica llegó, los pobladores dijeron que no necesitaban artistas, sino personal para trabajar porque habÃa muchas casas destruidas.
“Los artistas fueron por su cuenta, no porque alguien los mandó. Llevaron martillos, herramientas… Durante el dÃa se doblaban el lomo junto a los demás y, durante la noche, actuaban. Mientras pasaron los dÃas los miembros de la brigada se convirtieron en parte de la comunidad.
“A veces nosotros vamos para las lomas. Allá la situación está muy dura, ya sea en El Escambray o en Oriente. Hemos ido como parte de las cruzadas. Son de las cosas que he aprendido con la AHS, de la realidad en distintas geografÃas del paÃs y cuán necesario resulta el arte para cambiar circunstancias o, al menos, la espiritualidad de las personasâ€.
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No importa es una obra teatral humanista. Repleta de cubanÃa y cubanidad. Nos remite a los ancestros que sedimentaron la cultura cubana: Félix Valera, José de la Luz y Caballero, José MartÃ, y tantos otros. En ella están, también, los que la erigieron después, sudor a sudor, lágrima a lágrima.
La compañÃa teatral Mejunje, de Villa Clara, la presentó este fin de semana en Ciego de Ãvila.
Es alegre y profunda. Es tÃmida y, a la vez, temeraria. No dice palabras soeces, pero termina declarando alguna porque le es totalmente necesario. Si no, no fuera hija de esta tierra, en este instante.
Rompe con esa muletilla contestataria que ya estaba apuntalando, casi a la fuerza, la creación teatral cubana de los últimos veinte años. Pero, al mismo tiempo, no vacila en dejar su contesta a las cosas que siguen desvariadas por esta isla y hasta se va más allá al volverse libertina, lúdica, febril y delirante. Como todo lo cubano que se respete.
Está tan actualizada, que pareciera uno estar en la calle y no en el patio de la casa del Joven Creador, sede de la AHS avileña, donde fue presentada.
Ese es uno de los tantos méritos de la puesta en escena de manos de Adrián Hernández. El contenido se va por encima de la misma forma. Y más que un desmérito, me parece genial. Además de que viene con el sello del Maestro de juventudes Ramón Silverio Gómez, bien picante y con tinta fresca.
El principal atractivo de la puesta, a mi juicio, es su sinceridad. Luego, se le quiere por honesta. Y terminamos abrazando sus testimonios tan lúcidos y su objetividad social. Cumple, al dedillo, con esa función social propia del teatro: ser reflejo de la realidad. De ahà la cubanÃa; de ahà la cubanidad. Es revolucionaria siendo disidente. Es disidente siendo revolucionaria.
Nunca deja de decir las cosas, como por ejemplo, respetar al prójimo aunque piense diferente, que harán evolucionar al decisor más inteligente. Y lo dice de manera filosa, como si las palabras fueran imágenes de vidrio que laceran el alma y la carne. Por lo que nos hiere a todos.
¿Quién no ha irrespetado a alguien que piensa o vive diferente a nosotros mismos?
De ahà las “burlas†al único de los cuatro amigos que decidió no irse y hacer realidad sus sueños de escritor. Y es feliz, además, ante la sorpresa e incredulidad de los que sà se fueron. Logró las pequeñas y comunes cosas.
Y con esa ferocidad, la obra hace revolucionar el pensamiento y nos deja en claro que el principal beneficiario de toda obra humana debe ser siempre el mismo Ser Humano. Nada ni nadie más. Y no le podemos legar las cenizas de nuestros sueños, el espacio vacÃo o la incompetencia familiar.
Pero también nos dice que debemos parcializarnos y defender lo que amamos. Porque ser parcial es como la única forma de identificarnos con lo que nos resulta afÃn, lo que se asemeja a lo que soñamos. A lo que queremos soñar, además.
Es curioso, la casi totalidad del público no rebasaba los 30 años. Lo asimilaron todo con voracidad. Golosos. Incluso, hasta dijeron, “es verdadâ€, “asà mismoâ€, y se rieron cómplices tras el bocadillo escurridizo como si tuvieron tiempo de haber vivido lo que uno, después de los 40, ya ha vivido.
Se dan cuenta de todo. De lo bueno y de lo malo. De la alegrÃa y el dolor. Sufren y gozan. Son parte de la vida. Están vivos y por ellos, también, trabajamos, porque siguen siendo la esperanza del mundo.
El discurso primigenio de No importa… pareciera ser la Amistad a toda costa. Y de costa a costa. Con emigración y todo. Sin olvidos. En deudas siempre con la otredad. Porque el ser humano vive para recordar. O recuerda para vivir, en fin, que la emigración también puede truncar lo bello. O hacerlo más bello y hasta sempiterno.
Lo cierto es que la obra recorre tantos caminos que a uno le parece que no se quedará algo por decir. Que verá todas las carnes arder en el fuego. Y todas las heridas sangrar hasta la misma muerte.
Y a eso fuimos, nosotros, los de este lado del escenario. A atestiguar las heridas de cuatro jóvenes, tres emigrantes, ante nuestros ojos como en un gran filme.
No los curamos. Ellos tampoco a nosotros. Allà no estaban los verdugos. Solo éramos un grupo grande, heterogéneo, intergeneracional, mirándolo todo como si en cada ejercicio escénico estuviese la solución a los problemas.
Cada uno habrá exorcizado sus fantasmas.
La literatura que sustenta el drama es el libro ¿Quién le pone el cascabel al látigo?, beca de la AHS “El reino de este mundoâ€, del joven Rodolfo Romero Reyes. Un autor productivo, enrolado en más de un proyecto creativo.
La puesta en escena tiene lo mÃnimamente necesario para no entorpecer el libre fluir del contenido. Cuatro maletas de madera pintadas de cuatro colores distintos. En su interior guardan algunos elementos que cobrarán vida en la medida que el drama se desarrolla. Elementos que luego asumirán una función decorativa, pero nunca pasiva.
Ahà estarán, colgados ante la vista de todos. Como guardianes. Como trofeos.
Como mismo, en nuestras muñecas, la tirilla de papel que nos pusieron antes de entrar y con una frase grabada. La mÃa decÃa: Aquà nada cambia. Lo que no deja de ser polémica porque, en verdad, aquà todo ha cambiado en los últimos diez años. Y nadie puede decir que la inamovilidad ha sido inamovible.
Será que esta frase ha sido puesta para crear discursos entre el papel y el espectador. Para ser asimilada o rebatida. Para crear una falsa expectativa entre todos porque se vuelve inútil con respecto a la obra en sÃ. Pero no, con respecto a nosotros mismos.
Algo se mueve dentro de cada uno de nosotros cuando vamos a la escena teatral.
Los actores hacen gala de una variada expresión corporal y matizan cada bocadillo como si fuera lo último que dirán a su paso por esta vida. Aunque a veces parecieran ahogarse, vÃctimas de la pasión, o de una mala ejecución.
Ninguno intenta sobresalir del resto de las actuaciones. Pero el que nace para brillar… Están en una misma lÃnea o estilo interpretativo. Son creÃbles porque hablan como cada uno de nosotros. Y sudan, improvisan, se dan cuenta de cada pifia en escena y le buscan pronta solución a lo que está a su alcance.
Bailan y hacen coreografÃa más como diversión que por aparentar ser bailarines. Beben el Habana Club 7 años con todo el sentido de la responsabilidad en escena, y terminan por no comerse un mantecado que luce apetitoso.
Un simple dulce que asume sobre su esencia, el peso de un concepto que es más grande que el más grande de todos nosotros.
Asà vemos lucirse a la carismática Leisy DomÃnguez haciendo gala de un histrionismo contagioso, con una fuerza expresiva demoledora y un nivel de actuación tan alto que, por momentos, ha de robarse la atención de todos y hasta consigue arrancar expresiones públicas que van más allá de toda conmiseración.
Uno llega a creerse lo de la enfermedad.
Uno llega a creerse cada una de aquellas historias.
Uno llega a olvidarse de que está ante una obra de teatro y sufre la condición humana.
Uno llega a creerse lo que pareciera decirnos desde el mismo afiche que acompaña a la obra: Cuba es una isla que no importa, y poblada por seres a los que ya no les importa cosa alguna, ni la familia, el amor o la amistad, el respeto, el valor de la amistad, el amor, el decoro… en fin.
La desilusión y el cansancio habrÃan ganado la batalla. Pero de sobra sabemos que no es asÃ. El Ser Humano está hecho de sueños. Y no pierde las esperanzas de un mejor mañana aunque solo sea para soñarlo.
Porque sà importa el Ser Humano y sus historias de vida. Sà importa el destino de una amistad. El destino de todos nosotros.
La diversidad sale a escena en “El Mejunje de Silverioâ€
Mayo, el de las flores que se abren espléndidamente en su variedad de colores con su ternura materna, los dÃas soleados y las tardes húmedas que invitan al romance. El mes de los campesinos que se preocupan más por cultivar la tierra que su propia persona y conviven con el (falso) estigma de lo feo. Â
Pero este mayo de 2021 trascendió en el Centro Cultural El Mejunje de Santa Clara con un especial sabor a teatro aderezando su habitual arcoÃris de la diversidad. Y es que bajo el lema “En El Mejunje Juntos y Revueltosâ€, se dieron cita profesionales y aficionados de las tablas quienes llevaron un mensaje de inclusión y pluralidad a todos los que, distanciamiento mediante, se acercaron al centro. También fueron socializados contenidos y mensajes sobre este tema en la red de redes.
Porque asà de hermoso, bucólico, cándido y florido, mayo es también el mes en que miles de personas de toda Cuba se pronuncian por la aceptación total de todos y cada uno de nosotros, sin que interfiera en esto, por ejemplo, la forma en que nos expresamos sexualmente.
“Tolerar es consentir lo que no me queda más remedio, la batalla es la aceptaciónâ€, afirma Ramón Silverio, quien desde aquà capitanea diversos proyectos en favor de la comunidad LGBTIQ, especialmente por el 17 de mayo, DÃa Internacional contra la Homofobia y la Transfobia (IDAHOT).
Solo que este año la fecha primaveral llegó otra vez aparejada de condiciones epidemiológicas precisas, pero también de una especial circunstancia, ya que hace apenas unos dÃas fue presentada la comisión encargada de elaborar el proyecto de un nuevo “Código de las Familias†para el paÃs.
En este contexto tienen lugar durante todo el mes y más allá de los lÃmites de calendarios, las Jornadas Cubanas Contra La Homofobia y La Transfobia a lo largo y ancho de Cuba, y en el caso de Villa Clara ha tenido como sede principal la Sala Margarita Casallas de “El Mejunje de Silverioâ€.
Allà se presentaron obras de teatro de pequeño formato y documentales para público reducido, siempre en horas de la tarde. En el caso del teatro, entre otras fueron programadas las producciones: No importa, El vendedor, Si puedes tú con Dios hablar, Después del baile y Una quÃmica parodia, esta última generó gran expectativa.
“La quÃmica Parodia es el mismo texto, pero la primera noche lo interpreta una mujer quien expresa problemáticas de género, y la segunda noche le da vida al mismo unipersonal una mujer trans, por lo que la puesta toma otros maticesâ€, explica Silverio.
Según se expone en el programa redactado por Alexis Castañeda, promotor del centro, estas obras integran el repertorio de la CompañÃa Mejunje, “y excepto Después del baile, todas las demás han sido concebidas durante la etapa de confinamiento impuesta por la Covid-19.â€
SobrecogÃa al público el estreno de los audiovisuales: “No te dejes vencer†y “Zona Rosaâ€. El primero –explica el programa– realizado sobre el texto homónimo del poeta Frank Abel Dopico y en la voz de Ramón Silverio.
Zona Rosa por su parte recoge las múltiples presentaciones de este espectáculo de transformistas por diferentes municipios y asentamientos de la provincia, su vinculación con el público y la reacción del mismo ante tan inusitada presentación.
Dos hermosas entregas que logran esa unidad dramática entre texto, imagen y sonido, elevando el alma hasta dimensiones infinitas. O calando tan hondo en nuestra humanidad, que hace resucitar un ser bondadoso y genuino en nosotros mismos. Todo esto sin exagerar la lágrima, desde un ejercicio, por supuesto, dolido y triste, pero consciente.
Cada uno en su poética, No te dejes vencer, con una metáfora de amor bondadoso, de espacio vital compartido, suerte de testamento del poeta querido (Dopico), validado en la voz del Maestro de Juventudes (Silverio), con la música de un trovador tan popular como Roly BerrÃos, y los planos habituales (locaciones) de la Casa (El Mejunje); pareciera un himno ineludible, “No te rindasâ€, o …¿alguien se atreverÃa a transgredir una orden asÃ, con semejantes credenciales?
Zona Rosa, más vivencial, nos convoca, por supuesto, a la no discriminación de personas homosexuales y transexuales, a entender además el transformismo como una forma de expresión artÃstica no exclusiva de homosexuales. Pero más que esto, convida a asumir la vida, a ser valientes, tomar decisiones y encontrar el mejor modo de hacer convivir nuestras diferencias con las del resto, desde una aptitud abierta y, ¿por qué no?, desde la estética y la libertad mental que provee el arte.
Pero otro dato curioso de la jornada santaclareña “Juntos y Revueltos†es que en general, tanto los materiales audiovisuales como las puestas teatrales, abordaron el tema de las diferencias y la discriminación por diversos motivos. Es decir, en ningún modo estuvieron circunscritos a la temática de identidad sexual y de género, sino que el espectro fue amplio y asà lo corroboró en exclusiva para el Portal del Arte Joven Cubano el propio Ramón Silverio:
“Hemos podido hacer muchas cosas por la diversidad. Juntos y Revueltos comenzó con No importa que trata temas de la amistad. Si puedes tú con Dios hablar, por ejemplo, es una mirada hacia los ancianos.â€
También, el actor William RodrÃguez Alemán, quien encarnó a un campesino sabedor de historias en el El Vendedor, dice que esta puesta, diseñada especialmente para el público infantil, tributa a su modo, al pronunciamiento por la aceptación de la diversidad de esta jornada.
“Es la diversidad de culturas y de categorÃas sociales, porque yo me imagino que la guataca y el machete son de cierto rango cada uno, y en ese noviazgo se manifiestan las diferencias. Por otro lado, son pocas las obras de teatro que hoy dÃa abordan el tema de la vida del campesino, que al fin y al cabo son las raÃces de nuestro paÃs, quizás porque ingenuamente les parece poco atractivo a los directores y no es asÃ, o no tiene que resultar asÃ, para el público receptor.â€
Entonces, y a propósito de estas exposiciones puede traerse a colación las palabras de Manuel Vázquez, subdirector del Cenesex: “Las Jornadas entran en sintonÃa con la misión del Cenesex, que por más de 30 años ha generado procesos de erosión de estereotipos que funcionan como obstáculos para la garantÃa de los derechos relacionados con las sexualidadesâ€, dijo en conferencia de prensa (Cubadebate).
Y, por supuesto, ante la coyuntura de un nuevo “Código de las Familias†para nuestro paÃs, “Juntos y Revueltos†invitó a la reflexión sobre el tema con intervenciones del propio Ramón Silverio en un conversatorio realizado en la Sala Kokorioko del Centro Provincial del Libro y la Literatura
Concluye el director de “El Mejunjeâ€: “Si la pandemia nos deja, intentaremos llegar a diversas zonas y lugares buscando la aprobación de este código de familiaâ€. Ese mensaje parece alentador; pienso, veo desfilar los actores que han terminado en sus camerinos. No sé de dónde salen unos acordes que nadie más escucha:
Ãmame como soy, tómame sin temor, tócame con amor, bésame sin rencor, trátame con dulzor, mÃrame por favor…
No sé por qué siento que estos imperativos melódicos de Pablo Milanés acarician la tarde en “El Mejunje de Silverioâ€, la casa de todos.
“Trazos de ciudad†en la nueva generación de cantautores
El primer jueves de cada mes El Patio de Teresita, en el Centro Cultural El Mejunje, se convierte en el escenario de encuentro para cantarle a la urbe santaclareña, a los sueños, las fábulas amorosas de los 20 años y a la suerte de acordes que trueca en amistad y alegrÃa, el propio acto creativo.
Telefoneándole a Dios en tiempos de pandemia
“Esta obra pudo bien llamarse El amor en tiempos del Covid-19 – sostiene el promotor del Centro Cultural Mejunje Alexis Castañeda Pérez de Alejo– con respecto a la más reciente entrega de la CompañÃa Mejunje. Una obra que narra los soliloquios de una anciana, desde ese (des)enfoque hilarante conque suele acompañar temas de hondo contenido humano y social.
Y es que “Si puedes tú con Dios hablar†se concretó por obra y gracia del confinamiento que durante la terrible pandemia varios artistas han revertido en producción creativa.
Según figura en pancarta promocional, “era una idea que llevaba tiempo punzando la imaginación de Ramón Silverio, pero el recogimiento en su casa con tiempo para precisar detalles, más la cercanÃa actuante del motivo que dio pie a la historia, pues llevaron al logro.â€
Asà presentó Castañeda la puesta; y ratifican sus palabras la historia real contada por el Mejunjero Mayor, quien afirma que se inspiró en su propia vecina para concebir el personaje y en las anécdotas románticas que ella le contaba cada dÃa de confinamiento, para darle color a la trama. Â
Se trata, en esencia, de una anciana que espera la llegada de su novio Jorge, hasta que descubre que este habÃa muerto, y entonces decide entablar una comunicación telefónica con Dios.
“¿Cómo usted está, y la virgen y los demás? Salúdelos de parte mÃa, sabe. ¿Qué? No, yo le dije a usted que usted es un hombre casado y yo no rompo matrimonio. Siga usted con la virgen que ustedes hacen muy linda pareja.â€
Ella lo que pide es que la reunifique con su pretendiente preferido, ya sea trayéndolo a él de vuelta a la vida o llevándosela al cielo. Dios, en efecto, parece escuchar su súplica, pero Jorge insiste en esquivas hacia la protagonista, y en sus zalamerÃas para con otras mujeres (también imaginadas por la anciana).
“Ay Jorge, ¡tú me las vas a pagar! ¡Sà señor, porque yo me voy a casar! Yo no sé si me case con el italiano, con el millonario, con Dio´, con… ¡pero esto no se va a quedar asÃ! ¿Y sabes por qué? Porque yo todavÃa tengo mucho por vivir…â€
Encarna a esta graciosa señora la actriz Mayuli Hernández Sánchez, a quien se agradece la identificación con la soledad de una anciana, su apropiación del escenario y la identificación con el recurso escenográfico más importante, un andador; para regalarnos un personaje creÃble en un ambiente sugestivo.
El diseño escenográfico, minimalista y de gran sencillez, hace prevalecer el histrionismo, el texto locuaz y la ambientación sonora. Esta última está estructurada a partir de diversas versiones de la pieza original de Alberto DomÃnguez que da tÃtulo a la puesta, “Perfidiaâ€.
Pudiera decirse que el unipersonal “Si puedes tú con Dios hablar†es una amalgama tragicómica que nos invita a la reflexión desde la risa; pero que superpone la empatÃa y el respeto hacia quienes peinan canas. Más lejos del melodrama que rodea a la demencia fue concebida esta graciosa alegorÃa de la fantasÃa senil.
“…y mis penas, ¡mis penas sà saben nadar!â€