Sergio y Luis Saíz
Desde la cima más alta de Cuba, otra vez el encuentro con la Historia (+ posts)
Desde el día 10 una tropa de guerrilleros artistas de toda Cuba salió para las provincias orientales, una ruta histórica que tiene muchísimas motivaciones este año, esencialmente el 4to. Congreso de la Asociación Hermanos Saíz, a efectuar el próximo mes de octubre.
Sin sacudirse el polvo del camino, como bien han aprendido del Apóstol y le gusta decir a cada rato a Rafael González Muñoz, presidente de la organización que agrupa la vanguardia joven artística cubana, estos “rebeldes” del arte se fueron al cementerio Santa Ifigenia a rendir homenaje a los mártires del Movimiento 26 de Julio, a la madre y el padre de todos los cubanos, a Martí y a Fidel.
Llevar la fiesta del arte hasta las comunidades, siempre ha sido una máxima de la AHS, y como cada año, estas actividades se incluyen como parte del programa de la Jornada 13 de agosto.
Como cada año, la AHS sube montañas para llegar al Pico Turquino, ese punto a más de nueve mil metros de altura por encima de lo conocido que atesora a nuestro Martí, un homenaje de la vanguardia artística cubana a Fidel, a Sergio y a Luis y, sin dudas, al Apóstol.
Los hermanos Saíz en buenas
El movimiento clandestino del pueblo de San Juan y Martínez había decidido conmemorar con un acto público, el 13 de agosto de 1957, el aniversario 31 del líder Fidel Castro, y esa tarde los hermanos Luis y Sergio Saíz Montes de Oca se aprestaron a cumplir la misión tras despedirse de su madre Esther, maestra de primaria a quien le dijeron: “No temas, algún día te sentirás orgullosa de nosotros”.
Ellos eran dirigentes del Movimiento 26 de Julio en la localidad pinareña y se dirigieron al otrora cine Martha, en el centro del pueblo, donde pensaban realizar una acción de propaganda. Sergio se encontraba justo frente a la taquilla cuando un soldado se le encimó e intentó registrarlo con violencia, a lo cual se negó el joven, por lo que el esbirro trató de pegarle y fue cuando Luis intentó defenderlo y exigió al agente que lo dejara, al tiempo que avanzaba, pero lo fulminó un disparo del militar.
Entonces Sergio, desde el suelo, al verlo caer, se abrió la camisa y gritó: “Asesino, has matado a mi hermano, hazlo conmigo también”. El soldado apretó el gatillo y le atravesó el pecho.
“Cuerpos que yacen dormidos/ abrazados al cemento/ de una calle y una estrella…”, había escrito Sergio en un poema, como anticipando la jornada de la heroica muerte de los dos.
Los asesinatos conmocionaron al pueblo y a toda la región. Al respecto recuerda el intelectual Abel Prieto, quien conoció en su niñez al adolescente Sergio Saíz por ser alumno de su padre: “Había caído un pesado manto de angustia y horror sobre todo Pinar del Río. Mi madre lloraba. Mi padre repetía una y otra vez que andaban desarmados (…), fue un golpe feroz, ciego, inconcebible, que luego fui comprendiendo poco a poco”.
Por encima de diferencias sociales, el pueblo de San Juan y Martínez se mostró solidario con el padre de los combatientes, Luis Saíz Delgado, juez del pueblo quien administraba la justicia desde hacía muchos años con honradez proverbial que le ganó el respeto de todos, a pesar de la difícil época en que le tocó ejercer su profesión.
Igual aliento recibió la madre, Esther Montes de Oca Domínguez, maestra de las primeras graduaciones de la república, quien al final de su vida con más de 100 años recordaba con lucidez cómo inició su primer curso trabajando en la construcción de la humilde escuelita en el campo y las clases que impartió sobre el legado de José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez, que cimentaron el sentimiento patrio de generaciones de cubanos.
La temprana vocación revolucionaria de los Saíz tiene mucho que ver con la formación y el ejemplo que recibieron desde la infancia. Luis, el hijo mayor de 18 años, formó parte del Directorio Revolucionario en La Habana, ciudad a la cual se trasladó para iniciar una carrera universitaria, interrumpida por el cierre del plantel por la dictadura, no obstante el tiempo le alcanzó para incorporarse a la lucha junto a José Antonio Echeverría y Fructuoso Rodríguez.
Al volver al pueblo natal ya era un convencido luchador clandestino y fue nombrado Coordinador Municipal del 26 de julio. Mientras, Sergio, un año menor, tenía una trayectoria similar iniciada en la segunda enseñanza y desde entonces participaba junto a su hermano en todas las actividades conspirativas y se convirtió posiblemente en el responsable de Acción y Sabotaje más joven en ese entonces en el país.
Ellos visitaron en unión de sus progenitores los Estados Unidos, escribían literatura política, eran estudiosos de la obra de José Martí, de la historia universal y la filosofía, conocían las ideas de Carlos Marx, al que Sergio le dedicó un poema, en el que decía: “… el mudo escalpelo de tu doctrina, / hace temblar en vibraciones / el duro templo de la explotación…”
Ambos fueron alumnos destacados en la escuela primaria José de la Luz y Caballero, en la que se distinguieron por su vocación ética para oponerse a la injusticia y a su vez iniciaron una temprana inclinación a la poesía, la música, el teatro, escribieron artículos, cuentos y ensayos en los que sobresalieron por una insaciable sed de conocimientos sobre las tendencias políticas y procesos históricos de la época.
En la papelería de los hermanos se encuentran análisis y denuncias sobre la discriminación racial en Cuba, el papel de la enseñanza en la formación de valores revolucionarios y sobre la necesidad de hacer una Revolución social, que asombra por la profundidad de las ideas escritas por estos casi adolescentes combatientes clandestinos.
Poco antes de caer asesinados habían escrito el texto ¿Por qué Luchamos?, considerado el testamento político de ambos, en el que afirmaron: «(…) No tenemos más que nuestras vidas, avaladas con la honradez de su pensamiento justo y una obra inmensa que realizar y como ofrenda de devoción y desprendimiento las hemos depositado en los brazos de la Revolución Cubana -justa, grande, renovadora, honrada, socialista-, sin más esperanzas que ver cumplidos estos sueños».
El legado y ejemplo de estos revolucionarios se encuentra en buenas manos en la organización que agrupa a la joven vanguardia intelectual cubana, la Asociación Hermanos Saíz, fundada en octubre de 1986 y que continúa la obra que dejaron inconclusa aquellos extraordinarios seres humanos.
Los hermanos Saíz no murieron aquel 13 de agosto
«La Asociación nuestra yo la venero»
Nuestra. Así siente la Asociación Hermanos Saíz quien hace un buen tiempo sobrepasó los 35 años de edad, pero mantiene vivos los recuerdos de aquellos momentos fundacionales de los que fue protagonista. Luis Alberto Figueroa Pagés, o simplemente el profesor Figueroa, confiesa haber vivido desde el año 1974 alrededor de lo que fuera la Brigada Hermanos Saíz, una de las semillas de las que germinó, en 1986, la actual organización de los jóvenes escritores y artistas cubanos.
Poeta, escritor, historiador, pintor, profesor universitario… Figueroa siempre ha estado cerca de las nuevas generaciones de creadores y a ellos ha dedicado el estudio profundo de la vida y obra de los Hermanos Saíz Montes de Oca, los artistas mártires en cuyo espíritu se inspira la AHS.
Como parte de las celebraciones por el aniversario 35 de la organización, el artista y pedagogo pinareño recibió el Premio Maestro de Juventudes, galardón que recompensa toda una vida consagrada —desde la creación y la enseñanza— al desarrollo cultural de su tierra.
“Es un reconocimiento muy bienvenido por mi parte, no lo esperaba ya en este momento, pero me ha llegado en un lugar y en una historia muy consecuente y yo lo acepto extraordinariamente bien. Es algo que me hace sentir, al fin, al nivel de lo que realmente yo le he dedicado tanto tiempo, porque la Asociación nuestra yo la venero, siempre la he querido; fui fundador de su raíz, la Brigada Hermanos Saíz. Para mí es un agradecimiento muy grande a mi persona, a mi trabajo y es también una significación extraordinaria. He sabido que ese galardón solamente lo ostentan otras tres personalidades de la cultura pinareña, tres personalidades que yo también he amado mucho tiempo: Nersys Felipe, Pedro Pablo Oliva y Esther, esa gran madre de Sergio y Luis Saíz Montes de Oca. Ahora soy yo el cuarto en la lista, para mí eso es algo extraordinario”.
Recientemente le escuché decir que usted se considera ante todo un pedagogo de la cultura. ¿Por qué?
“Imagínate, en el año 1966 me vinculo al movimiento cultural al salir de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, específicamente al movimiento de talleres literarios que habían conformado figuras importantísimas de la cultura pinareña como lo eran Aldo Martínez Malo, José Alberto Lezcano, entre otros. Ya en el año 1971 yo empecé a dar clases, pues me había preparado como Instructor de Arte en la especialidad de Historia del Arte, son ya cincuenta años desde entonces. Siempre he vivido absorto de la docencia, cuando no es en un taller literario es en un cineclub, cuando no es en una actividad comunitaria en una zona rural, es en un centro de trabajo o en las aulas de nuestra universidad que tiene el nombre de Sergio y Luis Saíz Montes de Oca”.
¿Qué circunstancias le acercaron a la obra y el pensamiento de los Hermanos Saíz?
“La primera de todas fue haberme vinculado a ese movimiento cultural y empezar a trabajar en la dirección de cultura como asesor literario. Desde finales de los años 60 ya venía floreciendo una idea entre Lezcano, Aldo, Luis González, yo, los Martínez Malo… de crear aquellos homenajes a los Hermanos Saíz que comenzamos en San Juan y Martínez. Recuerdo que en el año 1970 hicimos el primero, en medio de la “zafra de los diez millones”, entonces éramos un grupo pequeño de gente, ya en el 71 fue un evento extraordinario y en el 72 se convirtió en un evento de carácter nacional. Allí se nos apareció incluso un grupo de muchachos de otros países. Luego hay un impulso que me da un amigo, Reinaldo López Medina, que era muy amante de la historia.
“Él me ayudó a conformar el primer libro de la vida de los Hermanos Saíz, que lo hicimos un colectivo de autores que trabajamos mucho consultando manuscritos, estudiando… Por ahí arrancó todo, de ahí ha seguido todo: buscando, investigando, leyendo, escribiendo, promoviendo porque realmente Luis y Sergio Saíz Montes de Oca no eran conocidos en todo el país”.
A propósito, ¿considera que actualmente la obra y el pensamiento de los Hermanos Saíz son suficientemente estudiados y divulgados en el país?
“No, no lo creo. El esfuerzo que hemos hecho es inmenso, no hablo solo del mío sino del de mucha gente, sobre todo en Pinar del Río, que sí cuenta ya con un sedimento cultural alrededor de Sergio y Luis Saíz Montes de Oca. Creo que no se ha estudiado mucho su pensamiento, se conoce más el hecho martirológico de Luis y Sergio que su propio pensamiento. Hoy en día creo que sí es algo valioso que la propia Asociación Hermanos Saíz está involucrándose más en la historia de estos dos jóvenes y creo que los van a reconocer mucho más y se van a identificar mucho más con la personalidad de estos dos jóvenes”.
Como resultado de su estudio de la vida y obra de los Hermanos Saíz, publicó hace algunos años el texto Cuerpos que yacen dormidos y, recientemente, fue presentado en La Habana Juventudes. ¿Este nuevo título es una continuidad del anterior?
“Hay parte de Cuerpos que yacen dormidos. Todos los documentos políticos, escritos por Luis y Sergio Saíz Montes de Oca están compilados en ese ejemplar. Le hemos agregado algunos otros documentos, más pequeños, menos significativos pero importantes en el orden político de estos hermanos. Y le agregamos algo que es interesantísimo y que a mí me ha costado mucho trabajo, que es buscar dentro de todos los libros que todavía están vigentes en la biblioteca nuestra de la Universidad de Pinar del Río y en la propia Casa Museo de Luis y Sergio, aquellos textos que ellos manosearon, que ellos acotaron, que ellos escribieron. Hay notas ahí interesantísimas, de una literatura muy de vanguardia de la época de ellos y creo que el libro va a ser muy significativo para la Asociación porque es un puente que se está tendiendo con la obra de estos dos jóvenes. El prólogo es de Abel Prieto Jiménez y sale publicado por la editorial Sed de belleza”.
¿En qué otros proyectos se ha enrolado en los últimos tiempos como estudioso de la obra de los Hermanos Saíz?
“Estoy encaprichado en varias cosas: estoy ampliando el libro de Cuerpos que yacen dormidos, agregándole algunos documentos y resultados de las nuevas investigaciones que hemos hecho; estoy terminando un libro que le quiero llamar Las primeras iniciales, sobre la fundación de la Brigada Hermanos Saíz en todo el país y en especial en nuestra provincia, esa fue la base para la fundación de la Asociación tiempo después; y hay un proyecto que todavía estamos estudiando: hacer la película de los Hermanos Saíz Montes de Oca, son dos personalidades que no deben escapársele al cine cubano.
Usted que ha visto la Asociación Hermanos Saíz fundarse, crecer, llegar al 35 aniversario, ¿cuáles cree que sean ahora los desafíos de la organización?
Creo que el primer desafío que tiene la organización es ser realmente una base para el desarrollo cultural de nuestro país, necesitamos mucho que los jóvenes participen en el desarrollo cultural, que cambien, que transformen el ambiente social en el que nos estamos moviendo, que participen en la vida social y política de nuestro país y la Asociación puede contribuir muchísimo con eso, partiendo incluso de los fundamentos que nos ha dado Fidel al decir que la cultura es escudo y espada de nuestro país. Creo que esa vanguardia de los jóvenes —que se está luciendo últimamente— tiene que ayudar, participar, contribuir, estar metida en el hoyo más profundo de los problemas que estamos teniendo en Cuba. El más grande desafío es ese: la participación social de la fuerza creativa de la organización.