Rubén Ricardo Ferrero
La fotografía y el camino de la felicidad
La fotografía de Rubén Ricardo Ferrero (Hardy) ha tocado un punto muy preciso, diría que entrañable, en mi memoria emotiva como espectadora. La primera vez que hallé una de sus imágenes —gracias al influjo en ocasiones maravilloso de las redes sociales—, sentí que era Keats quien decía por mí: “La belleza es verdad…”. Este joven artista, aún desconocido, tiene mucho por ofrecer: más que rostros y cuerpos bellos, su fotografía bebe de los caudales de la tradición visual y los moderniza, los dota de nueva vida y de movimiento.
¿Cuándo y cómo nace tu interés por la fotografía?
En el año 2009 había desistido en mis estudios en la Universidad de Oriente y estaba cursando Ciencias de la Computación, pero no me encontraba enamorado de mi profesión: pensaba en el futuro y en la idea de si quería que eso fuese toda mi vida, y no encontraba satisfacción en el pensamiento… Retorné a mi ciudad natal y empecé a estudiar Estudios Socioculturales en la Universidad de Holguín, más por la satisfacción que quería brindarle a mi madre que por la propia; pero al mismo tiempo comencé a editarle fotos de 15 a una fotógrafa que vivía en la esquina de mi casa.
Así sucedió invariablemente hasta culminar la universidad en 2015, y fue entonces cuando comencé un estudio pequeño junto a Yunier, un profesor de la universidad. Me mantuve desarrollando este trabajo comercial hasta el 2017. Aquel fue un momento de decisión para mí: o continuaba la Maestría que había comenzado en la universidad después de haber pasado el servicio social, o proseguía mi camino por la senda de la fotografía. Realmente no me sentía pleno como profesor universitario, aunque confieso que me gusta mucho la docencia.
Decidí comenzar en la fotografía oficialmente en febrero de 2018. Es cierto que fue un interés que creció lentamente: me gustaba mucho aprender cosas nuevas de fotografía, ya tenía de base la edición y, sintiéndome fuerte en ese aspecto, empecé a preguntarme por qué no hacía yo mis propias fotos, algo más personal, que me llenara, un poco más alejado del trabajo comercial. Así comencé a subir fotos a Facebook que fueran más cercanas a mí y, sin darme cuenta, desarrollé una estética que me fue identificando. Ya para ese entonces la fotografía se había convertido en mi forma de existir.
¿Cómo concilias y concibes tu lenguaje estético y la visualidad de tu obra?
Es una de las preguntas más difíciles de responder. En mi caso, no se trata de que un día pensara en cómo definir mi lenguaje visual, sino que se asistió a un cúmulo de experiencias, robaba ideas o detalles de cada foto que veía y que me impactaba, colores, también formas, texturas, iluminación, y poco a poco fui creando lo mío, hasta conseguir que las personas fueran capaces de reconocer mi estilo.
En un área tan popular como la fotografía, definir una visualidad personal es algo bastante complicado.
Parto del punto más importante: es preciso que a uno mismo le guste lo que se hace y, a partir de eso, ser muy sincero, autocrítico, detallista e inconforme.
¿Eres un fotógrafo que deja madurar la idea o prefieres concreciones casi inmediatas?
Bueno, aquí hay sentimientos encontrados: siempre quisiera tener una idea concreta y con todos los elementos que la componen, pero es complicado en nuestro país el acceso y la disponibilidad de los recursos fotográficos. En sentido general siempre tengo más o menos claro lo que deseo hacer, pero la palabra final la tiene el momento en que aprietas el obturador, miras la foto en la cámara y te dices: “aquí falta algo”.
¿De qué manera piensas tu proceso creativo?
Una vez que ya tengo preparado el set de iluminación, pruebo diferentes opciones de una misma idea. Varío ciertos elementos hasta encontrarme satisfecho con lo que veo en cámara.
¿Cuáles son tus principales referentes visuales?
Tengo tantos que no sabría identificar solo algunos… puede ser cualquier autor. Si veo algo que me impacte se me queda como un referente.
Tus fotografías tienen una amplia carga simbólica, ¿por qué? ¿De qué manera sintetizas, en tu composición y en los lenguajes físicos que pertenecen al cuerpo de tus modelos, un concepto artístico?
En un principio me atraía mucho la idea de no hacer retratos convencionales: buscar expresiones genuinas, mucho color, iluminación dramática, estaba empeñado en salir de lo convencional en la fotografía de mi provincia. La forma de sintetizar y de componer proviene de la plástica renacentista.
Como me comentabas antes, fue en febrero de 2018 cuando comenzaste en el mundo de la fotografía. Este hecho, si se ve bajo la lupa del tiempo transcurrido, te ubica en un momento genésico y definitorio de tu estética, ¿cuáles son los caminos visuales que más te atraen?
Es bueno que te defina una estética visual, pero de nada sirve si no tienes un mensaje que transmitir, una idea que ofrecer. Igual, cuando lo hagas, tienes que reinventarte y seguir ofreciendo nuevas ideas, nuevos patrones. En mi fotografía no estoy del todo definido, al menos no al ciento por ciento. De momento, las luces suaves me seducen.
¿Hasta qué punto sientes que la iluminación es esencial para desarrollar tu lenguaje como artista? ¿Qué consideras básico o indispensable en este proceso?
Con el tiempo fui cambiando la idea inicial de que, para dramatizar, era necesaria una iluminación complicada (con ángulos y distancias específicas). Luego te das cuenta que sí, que es necesaria, pero no definitoria, se puede dramatizar de muchas formas. Lo que considero básico es tenerle ganas. Es cierto que las grandes marcas hacen la diferencia, pero sin ganas de llevarlo a cabo es imposible que salga algo bueno.
¿Eres un artista que divorcia la idea de una imagen comercial de una imagen artística, o piensas que ambos registros pueden coincidir en un mismo objeto arte?
¡Excelente pregunta! Siempre estuve convencido de que se podían llevar a cabo ambas ideas, lo artístico y lo comercial, pero realmente me percaté que no es tan así. Influyen varios factores, varias cadencias de tiempo y diferentes objetivos: mientras la parte comercial juzga factores de inmediatez, de cantidades y de patrones establecidos, lo artístico juzga la intención, las expresiones, busca más una comunicación entre tú y la obra. Siempre intento hacer arte en mi fotografía comercial, pero no siempre se puede.
¿Cómo valoras la promoción del joven talento visual en nuestro país?
Siempre hablo de mi campo, de la fotografía en específico. Actualmente marcha mucho mejor, me he dado cuenta que ya hay varios nombres en la fotografía, se comienza a ver una generación joven, con otro concepto, con otra idea, con su estética particular, nada que ver con lo que se hacía en el principio de la década pasada.
¿Existen suficientes oportunidades para el talento joven, más allá de lo puramente promocional? ¿Cuáles otras oportunidades se necesitarían concebir?
Carecemos de acciones que premien los trabajos de los artistas jóvenes. Costear una exposición, con todo lo que conlleva, no es muy barato que digamos. Se debe llevar a lo físico lo que se ha quedado como digital; no hay mejor evaluación para una obra que el hecho de verla a 10 centímetros de distancia en el plano terrenal.
¿Sientes que el camino y los lenguajes visuales de un artista han de ser una dinámica en constante movimiento?
Sí, totalmente. El mundo actual devora la visualidad, te exige reinventarte cada par de años como máximo. Es divertido exigirse a uno mismo y buscar variar en diferentes estilos.
¿Cuáles son tus principales sueños y expectativas? ¿Adónde deseas te conduzca tu camino como fotógrafo?
Sueño ser reconocido por mi trabajo, que las personas, con ver una foto mía, digan: “esto es de Hardy…”
¿Mis expectativas?, seguir siendo inconforme, humilde y tratar de hacer la próxima foto tan interesante como la anterior (aunque es difícil lograrlo siempre).
Adonde deseo que me conduzca mi camino en la fotografía es hacia la felicidad. Amo mi trabajo y la calidad de este hace que se convierta en la razón de mi existencia. Los que me conocen dicen que sería buen psicólogo, pero la verdad es que, si no fuera fotógrafo, sentiría que me falta algo.