redes sociales
La privacidad que ya no es nuestra
Un grupo de amigos, de ideas y prácticas comunes, me plantaron querellas por usar fotos de ellos con sus familias en memes para una campaña de bien común.
Alegaron que esas imágenes, aunque hubiesen sido tomadas de sus perfiles de Facebook, eran privadas. Ninguno consentía en su divulgación sea el fin que sea.
En estos tiempos de redes sociales en Internet, hablar de privacidad o de privado debería ser algo sencillo, pero resulta todo lo contrario.
La RAE registra el vocablo como: del participio de privar; lat. Privātus, que significa: propio, particular, prohibido al público; más el sufijo “dad”, de cualidad.
1.adj. Que se ejecuta a vista de pocos, familiar y domésticamente, sin formalidad ni ceremonia alguna.
- adj. Particular y personal de cada individuo.
- adj. Que no es de propiedad pública o estatal, sino que pertenece a particulares.
La sabiduría popular recorre en sus anales una frase que bien nos quiere adoctrinar por el buen camino, «si no quiere que se sepa, no lo digas».
Aunque los tiempos actuales hay que recontextualizar las frases populares. Ya no es tan importante hablar, con solo publicar unas fotos, memes, un video, estaremos diciendo más de una cosa sobre nosotros, sobre lo que pensamos del mundo que nos rodea.
Así lo hacemos a diario, entre otros motivos, por una necesidad de compartir saberes y hacernos significantes para resto del mundo.
Todos tenemos un significado o significamos algo para alguien. Me atrevo a decir que podría ser la base patológica de muchas enfermedades que atañen a nuestra psicología. Y es que el reconocimiento social está en la cúspide de nuestras necesidades.
Siempre que seamos individuos “normales”, entiéndase con la capacidad de las tres C: 1.de amar; 2.solucionar los problemas; y 3. adaptarnos al mundo real; seremos capaces de mover de lugar esta proridad para darle solución a la siguiente. De lo contrario, el caos reinará en nuestras vidas.
Es lógico, entonces, que a través de las redes sociales de Internet nosotros estemos diciendo a viva voz, quiénes somos, qué hacemos, cómo vivimos y pensamos; con quién compartimos nuestro periodo de tiempo en la tierra, y un poco más.
En este punto, somos los primeros que le ofrecemos nuestra privacidad al resto de los mortales.
El concepto de privacidad se ha ampliado en la medida que la tecnología se ha ido apropiando de nuestras vidas. Hay quien lo consideran similiar a intimidad; hay quienes prefieren separarlos.
En el artículo La privacidad en Internet, de Juan Francisco Arana, se recoge algo verdaderamente interesante. Allí están los sujetos que “señalan que la intimidad significa el derecho a la soledad, a los contactos o de un equipo de trabajo, y el derecho al anonimato y a la distancia con respecto a extraños”.
Otros lo definen “como el derecho que compete a toda persona a tener una esfera reservada en la cual desenvolver su vida sin que la indiscreción tenga acceso a ella”.
Y hay quienes confirman que “la esencia de la privacidad es el derecho del individuo a ejercer control de aquella información de sí mismo que desee compartir con otros, de la cantidad que de la misma facilite a otros, del momento en que desee hacerlo”.
Este último me parece el más adaptable a los tiempos actuales y al caso que nos ocupa.
Si no quieres que otro utilice las fotos que tomaste, corregiste y subiste a las redes, pues no las subas. Solo crea un contenido basado en caracteres lingüísticos y asunto un tanto resuelto.
Aunque no es tan sencillo.
Y fíjense como por momentos la custodia de la privacidad en Internet viene a tomar el mismo camino del right of privacy y aquello del pago por autoría o copyrigth. Aunque en el asunto que nos ocupa se trata de limitar su uso, no de exigirme dinero por emplearlas en un diseño determinado.
Me viene a la memoria los muchos amigos que publican poemas inéditos en Facebook, fotos todavía sin preparar del todo en Instagram, y hasta avances de sus trabajos audiovisuales en grupos de animadores de Twitter.
Todos, sin excepción, están permitiendo el plagio y, además, le están diciendo a los “otros”, esto es para ustedes. ¿O me equivoco?
Y lo que viene a ser lo mismo, un artista visual jamás publicaría el estado final de una obra de arte en las redes sociales, pues esa privacidad le pertenece a la compañía que lo representa y es quien le paga los derechos sobre su propia obra.
Pero esto es un asunto que se nos va de las manos.
Yo tenía que publicar los memes alegóricos a una fecha especial en redes sociales. Usé las fotos de mis amigos. Y la mía propia. Nunca vi una señal de que no se podían usar. Como si las veo, a cada rato, cuando hago mis búsquedas de softwares que no son free, o de música, imágenes, ect.
Si es imprescindible subir las fotos porque todos en ella quedaron perfectos, pues sigamos el ejemplo de las grandes compañías, colóquenles marcas de agua. Restrinjan su uso de las muchas maneras que existe. La ley nos ampara. Pero juguemos limpio.
En tiempos de paparazzis, la vida privada de personajes célebres y artistas famosos siempre se vio amenazada y en constante peligro. En la actualidad, ya los paparazzis no son el problema mayor. Nosotros mismos les facilitamos, en muchos casos, su trabajo.
Los que estamos acostumbrados a googlear por una foto sabemos y sufrimos las marcas de agua o sus anuncios de que las fotos pueden estar restringidas por derecho de autor. Pero, derecho autor es copyright. Y eso no defenderá nuestra privacidad. Lo único que va a defender nuestra privacidad somos nosotros mismos. Porque somos nuestro firewall en este mundo tan digitalizado.
Volvamos al pasado.
Estamos en una fiesta con nuestra relación extraoficial, hay un sujeto con cámara en mano. No existe el móvil y en Internet. El sujeto se toma selfies en grupo y solo. ¿Cómo decirle que no nos fotografíe accidentalmente? ¿Cómo no ser delatados con esas instantáneas indirectas? Primero, no hacer público algo privado. Segundo, ir a pedirle a los fotografiantes que no los ponga en el encuadre. Pero a expensas de pasar la noche velando por quién toma fotos y hacia dónde se dirige la cámara. ¿Qué es preferible?
Entonces viene la parte en que le empezamos a dar valor de uso a nuestra privacidad.
Publico la foto de nuestro momento especial, sea por la razón que sea. Empezamos a ver las reacciones de todo el mundo. Hasta ahí todo bien. Pero, ¿qué pasa si descubrimos que alguien usó esa foto para un fin positivo, hermoso, humanista? ¿Qué pasa si descubrimos que fue empleada para algo malévolo, disparatado y que va en contra de las buenas costumbres? ¿Aceptamos o rechazamos?
Las leyes cubanas se han actualizado y hasta podemos llevar a los tribunales a quien le de mal uso de nuestra información digital. Entiéndase, en todos los ámbitos del universo digital. Pero también deja bien en claro quiénes son las personas responsables:
Artículo 7.1. Se considera persona responsable, la persona natural o jurídica, de carácter público o privado que decide sobre la finalidad, contenido y uso durante el tratamiento de datos personales.
Y ya sabemos que lo que se publique en las redes sociales es de dominio público. Ojo, dominio y público. Dos vocablos bien claros en lo que definen. ¿O este delimita en algo la calidad e su uso?
También nuestra Ley de protección nos aclara: “solo pueden obtenerse datos personales con la participación individual de su titular, como expresión de respeto a su derecho a la identidad, intimidad, el honor, su imagen y voz”.
Y más adelante, precisa que se le debe notificar al dueño de la información personal, la finalidad que tendrá el uso de la misma. Y así dará o no su consentimiento.
Aquí las redes sociales en Internet juegan en un terreno todavía endeble. Porque es el lugar propicio de todos y de nadie. O viceversa.
Muchos nos hemos pasado la vida criticando al dios bíblico que colocó el árbol del fruto del bien y del mal, justo en el jardín del Edén al alcance de la mano de los primeros habitantes. Y solo les advirtió que no comiesen de él. ¿Por qué no pensó el demiurgo en no sembrar el árbol? ¿Por qué crear ese objeto tentación tan a la vista de todos?
Se crea el delito y luego, la ley que lo pune.
Alguna intención hubo. Sin dudas. Como mismo sentimos la necesidad de que el resto del universo se entere de que existimos. Y nos servimos de todo.
Somos animales gregarios. La sociedad nos viene al dedillo. Gracias a ella somos lo que somos.
Facebook, Twitter, Instagram, MySpace, y tantas otras, son poderosas herramientas de consumo y divulgación de información personal. Ojo, no privada.
Facebook, por ejemplo, lo más que hace es poner límites al alcance de tus publicaciones. Y convertir lo privado, en un ámbito de solo amigos, o público, en el sentido más abierto. Mas nunca te va a decir “no lo publiques”. Y mucho menos les va a señalar que esas publicaciones no se deben sacar de ese marco estrecho porque sería ir en contra de su objeto social.
Recuerden: solo ustedes tienen el control antes de darle «publicar». Ya después, todo será público.
Buscar una pizca de oscuridad en la belleza
Si digo su nombre completo, Silvia María Becerril Guillermo, quizás no tengas ninguna referencia que te permita saber de quién hablo. Pero si vas a las redes sociales, fundamentalmente Instagram, y buscas a @draw_my_journal, te aseguro que quedarás extasiado ante la belleza, las sombras y luces de la obra de Silvia. Ella es una joven artista visual cubana y una fabulosa ilustradora que vale la pena conocer. ¿Me acompañas en este viaje?
¿Hasta qué punto han influido en tu concepción de hacer arte el uso de las redes sociales? ¿Cuán útiles pueden resultar para un creador?
Las redes sociales brindan posibilidades que están al alcance de la imaginación de un artista. En mi caso constituyen una herramienta fundamental de inspiración, interacción y difusión de mi arte. Me considero una persona introvertida, que hasta cierto punto le cuesta establecer una relación interpersonal de la manera tradicional y, en ese sentido, la pantalla de mi móvil me facilita esa comunicación. Por otra parte, las redes permiten que se establezcan relaciones con otros ilustradores y que se gestionen ofertas de trabajo. Sin embargo, tienen en mi opinión un lado oscuro, pues muchos llegan a desanimarse si no llegan a conseguir suficiente apoyo o seguidores. Por esta razón es importante estar centrado e ir creando una propia comunidad que se identifique con nuestra obra, saber hacia dónde nos dirigimos y ser constantes.
¿Cuáles son tus principales influencias creativas?
Me inspira casi todo lo que me lleve a mi infancia, a las memorias y los sueños que tenía en la etapa más inocente de todo ser humano. Entre los artistas de la animación que más tomo como referente puedo destacar a Don Bluth, Tom Moore, Satoshi Kon, Tim Burton y las producciones del Estudio Ghibli. Recuerdo los primeros libros ilustrados que mis padres me leían y por los que sentía gran fascinación, los cuentos folclóricos y con referencias a sirenas y otras criaturas formaron mi identidad como creadora. Por aquel entonces también llegaba mucha mercancía a Cuba proveniente de Rusia, incluso a nivel audiovisual, por lo que las ilustraciones a acuarela de Nika Goltz u otros ilustradores soviéticos influyeron en mi estilo. Pero sin lugar a duda fueron los cuentos de Andersen y de Oscar Wilde los que claramente me llegaron al alma: esa pizca de oscuridad en la belleza o ese destello de luz en la sombra forman parte de la identidad que he logrado crear como ilustradora.
¿Cómo definirías tu estilo?
Nostálgico, narrativo y onírico. En los comienzos me enfocaba en realizar ilustraciones estéticas, en tomar muchas referencias de otros artistas o tendencias del momento, creo que con el fin de aprender nuevas técnicas digitales e ir ganando popularidad. Afortunadamente siempre existía una esencia en la mayoría de mis primeros trabajos como ilustradora que fueron imponiéndose a todo y lograron fusionarse en un estilo más propio. Formas anatómicas muy sencillas, el énfasis en la iluminación y en el uso del color son de suma importancia en la conformación de mi estilo de ilustrar. Con el tiempo he creado una paleta de colores propia que toma como referencia los contrastes y destellos sutiles de la ilustración tradicional al óleo y que se focaliza en los detalles de la iluminación presente en la naturaleza. La presencia femenina es casi una constante en mi obra.
¿Cómo transcurre tu proceso creativo?
Me siento ante la computadora o el papel con un café y música, esta última casi siempre expresa mis estados de ánimo. Intento pensar en qué quiero transmitir y voy bosquejando infinitamente hasta que llego a un resultado que, aunque para mi sea un garabato, lo visualice como una imagen. Luego pienso en el aura cromática y comienzo a dibujar sobre ello y a dar detalles directamente, pues soy un poco impaciente y caótica y me gusta ver resultados inmediatos en algunas de las partes, es un proceso que hago de manera desenfadada.
Como dibujante e ilustradora tienes una formación autodidacta, ¿sientes que existen iguales oportunidades para los creadores formados en academias que para aquellos que llegan al mundo del arte por sus propios medios de aprendizaje?
En nuestro contexto nacional creo que no, y esto precisamente está propuesto por el tipo de sociedad que tenemos. Como autodidacta me ha resultado muy complicado darme a conocer, y cuando lo he logrado, en ocasiones confunden mi formación con la del Instituto Superior de Diseño o piensan que mis méritos los tengo porque me formé en alguna academia; simplemente lo asumen. Igualmente, el acceso a medios de trabajo o exposiciones personales, incluso al mundo audiovisual o editorial es juzgado por la procedencia del artista o por sus contactos, en mi opinión, muchas veces sin valorar la calidad del trabajo. Aun así, nada de esto me detiene.
¿Por qué has encauzado tu vida creativa hacia el dibujo y la ilustración? ¿Cómo descubriste que este sería tu camino como artista?
Desde pequeña nació esa admiración por todo lo visual, inspirada por los dibujos animados y también por el hábito de la lectura, cosa que agradezco a mis padres. Ellos sin saberlo fueron de cierta manera mis primeros referentes, aunque sus profesiones nada tienen que ver con el arte (mi madre es microbióloga y mi padre ingeniero eléctrico), ambos tienen habilidades para el dibujo y muy pronto se percataron de las mías y las incentivaron. Desde que logro recordar, fui creciendo como una persona que plantea sus ideas y pensamiento a partir de las imágenes. Como suele suceder en muchos casos, las personas cercanas a mí lo veían como un simple pasatiempo, la idea de no ser práctico o no tener una formación universitaria, la presión del exterior, me hizo poco a poco tomar ese pensamiento. Estudié informática en el preuniversitario y luego comencé la carrera de arquitectura, en la que tenía espacios donde podía seguir refugiándome dentro de la creación, pero no era suficiente.
Entre el momento en que el artista descubre el llamado de la vocación y ese otro momento en el que el artista sigue sin frenos su llamado puede transcurrir un buen tiempo. ¿Sucedió así en tu caso?
Efectivamente. Luego de mi graduación como arquitecta estuve un buen tiempo desarrollando mi labor como profesora en la disciplina de diseño. Inspirar los primeros años de los estudiantes, que en mi opinión es la etapa más importante de cualquier profesión, me hizo descubrir que faltaba esa chispa en mi vida. Una serie de trabajos técnicos y de situaciones complejas a nivel personal sucedieron en los siguientes años, tiempo en el que prácticamente cualquier bosquejo que salía de mi mano era para fundamentar un trabajo, hasta llegar a un momento de reflexión, de ser impulsiva.
Volver al dibujo fue casi un acto de auto aceptación y una lección crucial sobre la importancia de ser honesto con uno mismo en el arte. Un amigo me prestó mi primera tableta digital hasta que pude comprar la mía propia y así recomenzar algo que nunca debía haber terminado. Convertir la ilustración en una carrera de tiempo completo requiere aprender a personalizar nuestro enfoque creativo.
¿Qué tipo de colaboraciones con otros artistas te interesarían en tu vida creativa?
Me encantaría tener la oportunidad de colaborar con cineastas y escritores. El mundo de la animación requiere de una etapa de diseño conceptual que se adecua a mi estilo, que es más desenfadado. También me gustaría trabajar ilustraciones para el ballet.
¿Has pensado en la ilustración de libros?
Realmente mis deseos radican en esta interrogante. Crecí en un mundo lleno de historias, leí muchísimo en mi adolescencia y aunque actualmente lo hago menos, porque el dibujo ocupa gran parte de mi tiempo, siempre me doy una escapada y al menos busco algún escrito que me motive. En muchos de mis trabajos pueden verse algunas frases que los inspiran o acompañan la ilustración, lo cual para mí es el comienzo de todo, como lo son esas imágenes que hice para el #folktaleweek2020. Ilustrar libros y crear mis propios álbumes ilustrados es mi sueño futuro, transmitir esa sensación que me hizo enamorarme de este universo artístico.
El mundo de lo fantástico y lo onírico forma parte indiscutible de tu trabajo como dibujante, ¿por qué sucede así? ¿Qué es lo que más te atrae de esa mirada a lo extracotidiano y a lo extraordinario?
Al principio de mi incursión en la ilustración digital traté en vano de ser más comercial, entonces quizás mi trabajo llegaba o gustaba más al público, pero yo quedaba rara vez satisfecha con el resultado. Las escenas cotidianas, los autorretratos son imágenes que están presentes en mi vida, pero que no me definen como persona. Como dicen mis amigos, estoy siempre en la luna. Fue asimilar este concepto y comenzar a dibujarlo lo que realmente me hizo desbloquear ese mundo de sueños. Cuando dibujo soy yo y al mismo tiempo soy quien quiera ser, me refugio en mi mundo de historias y personajes, viajo a todas partes desde mi silla de escritorio.
El mundo de Instagram ha sido una plataforma donde expones, a modo de nuevo tipo de galería, tu trabajo como dibujante. ¿Son las redes sociales nuevos espacios de exhibición del arte?
Lo son. ¿Qué mejor manera de mostrar tu trabajo que cuando puede ser accesible a todos? Aun así, desgraciadamente encontramos personas que en ocasiones quieren adueñarse de tu arte y no tienen reparo en hacerlo, por eso es importante establecer límites y con el tiempo poder crear nuestra propia plataforma independiente donde podamos hacer valer nuestro derecho de autor.
Más allá del dibujo, ¿quién es Silvia?
Silvia es una mujer soñadora que intenta vivir el presente sin descuidar sus propósitos futuros. Hija, hermana y sobre todo amiga. Ilustradora comprometida con su trabajo y en ocasiones artesana. Amante de los simples placeres cotidianos como la lectura, el café y el té, los animales, la cocina y los audiovisuales. Caminante urbana empedernida. Curiosa incansable de nuevos desafíos.
Nuevas Evas y nuevos discursos desde la poesía
Si la memoria no me falla, Barbarella D´Acevedo me escribió a través de WhatsApp para invitarme a ser parte de su nuevo proyecto: Discurso de Eva. De inmediato me explicó que se trataba de un disco de poesía, que homenajearía la obra de Carilda Oliver y que nos daría pie, a las jóvenes creadoras invitadas, para hablar de nuestros referentes y evocaciones. Luego de obtener una de las Becas de Creación El Reino de este mundo, el proyecto pasó de ser un sueño a una concreción en poquísimo tiempo. Las redes sociales y diversas plataformas como IVoox, Soundcloud y Telegram estarán, en las siguientes semanas, invadidas por los ecos de estas voces de mujer.
¿Cómo nació y se concibió el proyecto Discurso de Eva? ¿Quiénes han sido sus principales colaboradores?
Discurso de Eva surgió de manera inicial como un canal en Telegram, destinado a difundir poesía femenina, sobre todo en formato de audio, aunque también a través de libros, postales y videos. Al principio fue un proyecto solitario, motivado por la situación que estamos viviendo, con todo el tema difícil de la pandemia, cuarentenas y soledades… Sin grandes pretensiones quise compartir mis lecturas, descubrimientos, autoras favoritas, pero también lo que escribía, y me pareció que la voz permitía una intimidad que necesitaba explorar. Con el tiempo, esta experiencia se fue ramificando y quise brindar espacio a voces otras, hasta que poco a poco surgió la idea de crear un disco y darle justamente el mismo nombre. A partir de ese punto comencé a pensar en los modos de sacarlo adelante y convoqué a las poetas Yanelys Encinosa, Ismaray Pozo, Claudette Betancourt, Taimi Diéguez, Ámbar Carralero, Rosemary Argüelles y a ti. Luego lo presenté a la AHS, a la Beca de Creación El reino de este mundo, que finalmente obtuvo.
En este disco de poesía incluyes la obra de algunas de las poetas jóvenes cubanas más conocidas en la última década, y también los textos de otras poetas jóvenes que recién comienzan a abrirse paso en el camino de la literatura. Más allá de mostrar una de las aristas del discurso femenino enfocado en lo poético, ¿qué buscas revelar en este proyecto? ¿En qué se basó el criterio de selección?
Las poetas que participan en el proyecto son mis contemporáneas y forman parte de las lecturas que he ido acumulando a lo largo del tiempo y en particular durante el último año. Todas coinciden en su juventud, aunque no tengan todavía la misma trayectoria. Me pareció que este disco debía dar a conocer algunas de nuestras voces femeninas más actuales y los caminos de la poesía femenina cubana reciente, las poéticas individuales de estas escritoras, que, no obstante, a veces tienen rasgos comunes en su producción, en especial a nivel temático.
¿Qué tienen en común todas las voces femeninas que aparecen en este disco? ¿Crees en la unidad de lo generacional o en la pluralidad?
Si algo tienen en común las poetas que aparecen en el disco Discurso de Eva es la fuerza en el decir, esa voz que se impone y reclama ser escuchada, que se hace presente y dice: “estoy aquí, ahora, y me defino como co-creadora de un mundo que hago nacer también desde la palabra”. En ocasiones existen leitmotiv comunes en unas y otras, pero todas alcanzan a expresarlos desde su individualidad y esto es muy especial…
El disco es, desde la propia elección del título, un homenaje a la poesía hecha por mujeres. No puedo evitar que la referencia al poema de Carilda Oliver Labra se filtre en mi pregunta: ¿homenaje singular también a Carilda y a esta pieza poemática? ¿Por qué?
Carilda es esencial y el homenaje a ella era inevitable en tanto me ha acompañado siempre. Quizá con más reconocimiento popular que por parte de la crítica, lo cierto es que sus versos y anécdotas forman parte ya del imaginario colectivo de esta isla. Tal vez sea hasta ahora una de las pocas poetas capaces de decir sin sonrojarse frases como: “hazme otra vez una llave turca”, y exhibir las diversas caras de lo femenino sin temor, sin arrepentimientos, de mostrarse como “ángel embaucado” o “pajarito y puta”, Eva en soledad que ama e insulta y acaba por prometer manzanas, para sentirse menos muerta. Si ella hubiera estado viva, yo habría tenido que pedirle que formara parte del disco, porque su voz sigue siendo totalmente fresca y actual. Es así, que por una parte juego con la lógica de que las mujeres son quienes tienen la palabra en este disco y por otra me es vital el homenaje a Carilda y su poema.
Este proyecto obtuvo la Beca El reino de este mundo en una de sus más recientes ediciones. Sin un apoyo semejante, ¿sería posible llevar a vías de concreción esta idea? ¿Cuán importante fue el acompañamiento de la AHS en el proceso de maduración, parto y materialización del disco?
La Beca de Creación El reino de este mundo es, desde mi punto de vista, un voto de confianza total de la AHS a este proyecto, además de un aval muy lindo. Sin semejante apoyo nos habría sido muy difícil concretar la grabación en los estudios PM Records. Desde el principio, para poder articular el proyecto con todos los requisitos, desde la AHS me brindaron la ayuda oportuna, orientaciones y consejos cada vez que tenía una duda, así que este acompañamiento fue importante para conseguir finalmente la materialización del disco.
No se puede obviar que en el disco aparecen también las obras de poetas de diversas generaciones y regiones geográficas. ¿Cómo ocurrió dicha selección?
A un creador lo conforman sus propias vivencias, pero también los gustos y las lecturas. Este disco tenía entre sus objetivos visibilizar a poetas cubanas contemporáneas, y a la par rendir tributo a la poesía femenina antecedente en Cuba y en el mundo: por eso pedí a cada una de las participantes que diera voz además a los versos de sus autoras referenciales. Así la selección partió de las individualidades de las convocadas y contribuye a complementar, asimismo, sus discursos creativos. De tal manera, logramos tener como “invitadas” en el disco a Dulce María Loynaz, Anne Carson, Juana de Ibarbourou, Olécia Nikoláeva, Nara Mansur, Lina de Feria, Gabriela Mistral, Idea Vilariño y Carilda Oliver.
Al poner en voz de las poetas jóvenes algunos de los textos más canónicos de autoras de generaciones anteriores (algunas tan cercanas a nosotras como Nara Mansur o Lina de Feria), ¿sientes que al cuerpo de la textualidad femenina lo unen ejes más o menos visibles?
Desde lo común, o sea, desde lo femenino, que a mi ver condiciona un modo de decir bien directo, existen muchas textualidades, y esto tiene que ver con ese punto de vista individual que aporta cada poética y hace que Carilda e Idea, por ejemplo, hablaran del amor, e incluso abordaran el erotismo y el deseo, al cantarle a “un hombre” siempre en fuga, pero cada una de manera bien diferente y con su marca de agua. Por otra parte, en un balance casi numérico, es muy interesante notar cómo, además de las ocho poetas jóvenes, confluyen en el disco otras voces ya esenciales en la poesía cubana como Dulce María, Carilda, y otras incluso más cercanas a nosotras como es el caso de Lina de Feria y Nara Mansur. Esto fue algo que me resultó muy emotivo, poder tenerlas a ellas, como parte de este nuevo Discurso de Eva.
En un proyecto de este tipo, ¿cuán importante es el influjo creacional colectivo y sus sinergias?
Es esencial. Si bien yo convoqué a las poetas, no elegí los textos con que cada una se presenta en el disco. Asimismo la selección de una autora referencial fue algo que nació a partir de la individualidad de las participantes, y esto es algo que tiene la propia magia de lo impredecible, que una se sorprende al verlo como producto acabado al que, eso sí, se le trata de dar un orden para que fluya de una manera orgánica. Discurso de Eva es creación colectiva a partir de una pauta y llega al mundo de la manera en que lo hace a razón de quienes lo integran; con otras autoras habría ido por otros caminos. Disfruto mucho que quienes colaboran conmigo tengan además total libertad creativa y creo que eso enriquece cualquier proceso.
Si tuvieras que definir, para el lector o el oyente de poesía, un disco como este, ¿qué le dirías? ¿Cómo invitarlos a esta experiencia poética?
La invitación la haría con los versos que cierran este disco, otra vez Carilda y su Discurso de Eva:
Vuelve, vuelve
Atraviésame a rayos
(…)
Pondremos el tocadiscos para siempre
Ven con tu nuca de infiel,
con tu pedrada.
Júrame que no estoy muerta.
Te prometo, amor mío, la manzana.
¿Qué nuevos proyectos creativos alumbran tu quehacer?
Por lo pronto ya estamos con el lanzamiento virtual del disco en distintas plataformas como IVoox, Soundcloud, Telegram, que se apoya en las redes sociales: Instagram, Twitter. Incluso va a contar con una suerte de antología digital, que los interesados van a poder descargar más adelante. Todo esto hasta que podamos realizar presentaciones en vivo. Por otra parte, sigo como siempre escribiendo. Quién sabe si el futuro depare otro disco de poesía…
Línea de Kármán
La exposición colectiva online Línea de Kármán, inaugurada recientemente en Telegram, reúne la obra de catorce jóvenes artistas visuales estudiantes del Instituto Superior de Arte (ISA), y deviene sugestivo muestrario de lenguajes, géneros y miradas de la creación joven en Cuba.
“Los senderos del arte se abren paso. Escrutan la sabiduría, declarada en basamento conceptual desde su propia denominación. El impulso creador, en pos de la necesidad de expresión y diálogo con el espectador, atisbado desde las diferentes plataformas digitales”, escribe en las palabras del catálogo María de Lourdes Santana Arcos, y añade que aquí “se entretejen líneas, blindadas por cierta visión de historia en la que el artista no puede sobreexistir al margen del entorno”, por lo que la muestra, “resulta, sin dudas, una propuesta fertilizada por la vivencia personal desde una dimensión colectiva y una complementación de lenguajes, donde dibujo, grabado, instalación, calado, fotografía, performance, y videoarte, devienen en traza del límite entre una atmósfera subjetiva y el espacio público-exterior”, añade.
De esta manera encontramos –en esta exposición que toma el título del límite entre la atmósfera y el espacio exterior, a efectos de aviación y astronáutica, conocido como la línea de Kármán– el trabajo de Daniela Águila, Daniel Antón, Jany Batista, Roxana Bello, Rosa Cabrera, María Fernanda Chacón, Liz Maily González, Yasiely González, Liz Melisa Jiménez, Jhonatan Mario González, Osmany Reyes, Juan José Ricardo, María de Lourdes Santana y Aldo Soler.
Liz Maily González, en “Creación de un vínculo. Homenaje a Margaret Mead” (dibujo sobre imagen impresa) aborda “un proceso de sanación, la creación de un ambiente favorable y un pacto ante el dolor”, que “permitió el mejoramiento para el hombre y nuestro paso para convertirnos en seres verdaderamente humanos” (la sanación de un hueso fracturado resulta evidencia del cuidado y la evolución humana, como mostraron los estudios de esta antropóloga estadounidense). Mientras que Juan José Ricardo Peña, en “Ser libre para ser culto” (grafito y acuarela sobre la pared, intervención a manera de cenefas sobre la pared de una casa), “refleja varios cuestionamientos sobre el valor que le damos al arte y como este valor es característica en determinado espacio social. Hago uso del kitsch, el cual es un fenómeno con el que vivo a diario para establecer con el espectador un diálogo desde lo auto-referencial”.
En “La línea de la vida o composición # 1 en honor al silencio”, performance de tres minutos de duración (pieza de hierro fundido perteneciente a un piano familiar Jhon L. Stowers de 1952 de 11 libras), María de Lourdes Santana “representa el medio idóneo para llevar a cabo una propuesta donde el dolor deviene en traza, y la traza en representación de un gesto efímero”.
En otra de las obras que integra Línea de Kármán, la videoinstalación “Bisar (acto 1)”, Aldo Soler representa “dos videos que inician a la vez, perfectamente sincronizados. Con el paso del tiempo, ambos videos en bucle van perdiendo sincronización, hasta tal punto de que sea muy marcada y los audios se escuchen desincronizados, haciendo inentendibles su contenido. La pieza termina cuando estos videos pasan por todo el ciclo y se vuelven a sincronizar”, explica.
Mientras que María Fernanda Chacón, en “Cabos sueltos” (instalación papel y calado con láser) “profundiza en la idea del paso del tiempo y el deterioro, aludiendo a la representación de patrones de alicatado, como emblema de la arquitectura cubana. Son fragmentos de un pasado próximo, trozos de la memoria colectiva cubana, símbolo del pasado republicano del país”.
Interesantes –como el resto de las piezas y la muestra en sí– resulta la instalación “Paisaje emocional”, a partir de fragmentos de losas, tierra fertilizada y plantas medicinales, de Yasiely González, y “La mañana después”, serigrafía sobre cartulina de la serie “Aisladas” de Daniela Águila. Sin dudas una oportunidad que no debemos desaprovechar para interactuar desde las plataformas digitales con una atractiva muestra del presente (y futuro) de las artes visuales cubanas.
Prosigue en Cuba III Jornada Habana Titiritera (+Audio)
La III Jornada Habana Titiritera: figuras entre adoquines, que organiza Teatro La Proa, continúa hasta el domingo 8 en las redes sociales, debido a la situación epidemiológica que vive el país.
Dedicada a los programas televisivos donde intervienen títeres y marionetas, la presente edición recuerda espacios y figuras que hicieron historia en la pequeña pantalla, comentó Edwin Masa, director de La Proa.
L”a jornada contempla espectáculos titiriteros para toda la familia y series creadas durante la pandemia por diferentes agrupaciones”, expresó.
Según explicó el titiritero, la programación se proyecta desde la página de Facebook y el Canal de YouTube del conjunto teatral y en los perfiles del Consejo Nacional de las Artes Escénicas.
“Acompañan a los grupos cubanos exponentes de Suiza y México en calidad de invitados, y cada día la programación termina con una entrevista realizada a destacadas personalidades de la televisión para niños en Cuba”, agregó.
Masa explicó que se entregará por tercera ocasión el Premio Timonel, concedido por La Proa y el Centro de Teatro de La Habana para reconocer la labor de artistas y colectivos titiriteros.
Como novedad, el certamen respalda la realización de un concurso de participación a cargo de la Editorial Tablas Alarcos junto a la muestra fotográfica “Alegría que compartí”, la cual reseñará las jornadas a través de la página digital Habana Titiritera.
Esta tercera edición de Habana Titiritera: figuras entre adoquines, cuenta con el auspicio del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, el Centro de Teatro de La Habana y la Asociación Hermanos Saíz.
Ernos Naveda: «Hablo desde los instintos más sórdidos»
Conocí la obra de Ernos Naveda gracias al narrador, poeta y dramaturgo Roberto Viñas. Luego supe que otros muchos elementos en común —personas, intereses y espacios simbólicos— nos unían. Desde nuestro encuentro inicial y para nada fortuito, la relación de trabajo con Ernos me ha puesto en contacto no solo con los lenguajes visuales de su obra, sino también con su voluntad y talento creativo. Esta entrevista es una invitación a conocerle.
¿Cuáles son tus principales búsquedas e inquietudes creativas?
Mis amigos se ríen cuando digo que estoy en mi período esponja. Absorbo todo lo que la realidad me brinda, me condiciona. Absorbo, y cuando las inquietudes me exprimen, voy soltando en chorros dispersos lo que la creación demande. Es difícil para mí, en mi corta experiencia como creador, poder definir o conceptualizar mi trabajo. Tanteo mucho, eso sí, y creo que ya voy decantando lo que me interesa y lo que no, aunque a pasos lentos.
Antes de comenzar a estudiar Artes Visuales, fui actor de teatro callejero. Me encaramaba en zancos de casi dos metros de altura. Envuelto en unos trajes de colores y a esa distancia del suelo podía observar la realidad de una manera distinta. En esa perspectiva eduqué a mis ojos a mirar donde los otros no se detienen. Si hubiese tenido una cámara en ese entonces habría captado instantáneas que podían mostrar las ciudades vistas desde otras ópticas, desde otros enfoques. Hubiese sido valioso mostrarle a la gente lo diferente que se ven sus espacios desde esa altura. Quizás sirviera para modificar algo en sus vidas, para inyectar dosis de esperanza en sus realidades. Desde esa altura descubrí la idea de que se puede transformar la realidad si se mira desde otro ángulo, quizás más alto.
¿Cómo definirías el lenguaje de tu creación?
Ahora mismo me interesa lo íntimo, lo humano, como las pequeñas cosas de Serrat. He desarrollado buena parte de mi obra creativa desde el confinamiento, y eso inevitablemente coarta la manera de ver el mundo y traducirlo desde las imágenes, desde las palabras. Pero no soy absoluto, me permito no serlo. Tal vez mañana, cuando volvamos al mundo fuera de nuestras casas, fuera de nuestro aislamiento social, me interese lo abierto, los grandes espacios, las multitudes, etc. Pero ahora estoy aquí, hablando desde las esencias más íntimas de los humanos, sacando a la luz del flash sus diferencias y sus pequeños universos independientes. Y eso me fascina.
¿Qué discursos visuales te interesa proponer con tu obra?
Yo nací casi con el siglo y la concepción sintetizada, la agilidad que se le da a las palabras, la interdisciplinaridad, lo intertextual, la cita, la exposición de los referentes en la creación, sin máscaras, son cosas que vienen en un chip generacional. Me gusta proyectar imágenes o sensaciones sobre el espectador de manera descarnada, fuerte, de golpe frente a él. Prefiero que mis mensajes sean así, digamos, agresivos, violentos, carnales. He estudiado la obra de Robert Mapplethorpe y de Patti Smith, me siento muy identificado con sus visiones, con sus discursos.
Hablo desde la carne, desde los instintos más sórdidos, desde ese lado en que el recato no importa, donde uno abre a la verdad y la sensualidad de los cuerpos, las relaciones, etc. No me gusta abordar la belleza desde los cánones más establecidos de ella, por eso trato de reinventarla, de mostrar una belleza que diste de aquella ya expuesta y comercializada. No puedo evitarlo, no puedo luchar contra mi tiempo.
El arte visual en el XXI tiene grandes retos para los artistas porque hay mucha competencia. Este es el siglo de las imágenes, gracias al auge de las tecnologías, de las cuatro o cinco cámaras en los teléfonos, de las marcas, de los megapíxeles, de los espacios, del Facebook, del Instagram, de Pinterest. Es como un gran tobogán donde se encuentra mucha calidad visual. La gente lo hace todo el tiempo. Para los artistas es muy difícil establecer sus discursos, por eso trato de llamar la atención desde esos presupuestos estéticos que te mencionaba. Hay que hacerse notar, alzar los brazos y gritar en medio de ese tobogán de imágenes. Es muy divertido.
¿Cómo transcurre tu proceso creativo?
En una euforia permanente, en una convulsión de cosas, en una agitación y un desvelo delicioso. Siempre estoy en algo, y ese algo se llena de caos. Si pinto, lo embarro todo. Si hago unas fotos, todo en la casa se vuelve un set, todo se mueve de su sitio, y luego se recompone de una manera distinta. Me gusta que todo se mueva, que todo gire. No soporto la quietud. Y eso hace un cortocircuito en la obra. Hay imágenes que trasmiten cierta quietud, en los cuerpos y los objetos, digamos. Cuando las edito o reviso, me digo, es increíble que mientras esto nacía, todo a su alrededor estaba en completo caos y movimiento. Tal vez si creara desde la calma, el resultado sería todo lo contrario.
Estás en estrecho contacto con la escena gracias a tu relación con el grupo Teatro Rumbo. ¿En cuánto influye el teatro en tu concepción de una idea visual que buscas concretar en otro lenguaje artístico que no sea el de las tablas?
Comencé en el teatro desde niño. Fui integrante de las compañías de teatro infantil. En la adolescencia me integré a un grupo de teatro callejero y allí pude viajar a festivales donde tuve la dicha de ver por dónde iban los tiros del teatro en Cuba. Un día se me dio la oportunidad de trabajar como actor en un proyecto de teatro de sala que dirigía Irán Capote. Era una puesta con un texto de Abel Gonzáles Melo y trabajé junto a actores con mucha experiencia. Allí conocí a Irán.
Poder trabajar con ambas experiencias, la del teatro callejero y la del teatro de sala, me fue abriendo el horizonte escénico. Ya no solo me limitaba a imágenes callejeras, ahora tenía la experiencia de la síntesis del espacio, de los tiempos, de las acciones. Es desde el teatro donde descubro el mundo de la imagen, la composición, la luz, etc.
Una vez que comienzo a trabajar la performance y la fotografía, esa influencia del teatro, de la escenificación de la imagen que sugiere cierta tensión dramática, de la existencia de una síntesis visual para captar una historia, no se quedó a un lado. Estaba ahí, en mi obra. Y la dejé estar.
Posiblemente yo sea el espectador más fiel de Teatro Rumbo en estos últimos 10 años. He estado muy cerca de sus procesos. Sé cómo se gestan, cómo se producen, cómo se vive el teatro desde adentro. Es un mundo muy fascinante. Por eso no me cuesta trabajar con ellos, usarlos como modelos, sugerir elementos para la escenografía, diseñar imágenes en sus puestas. Digamos que, de alguna manera, nuestros trabajos están complementándose todo el tiempo.
¿Piensas que toda obra de arte es, per se, esencialmente teatral?
Sí, lo creo. El teatro está en todo, en la manera en que se estructuran las demás manifestaciones, incluso a la hora de montar una exposición pictórica en una galería, en la manera en que diseñamos una ficción o cuando buscamos cierta reacción en el espectador-lector-consumidor-oyente-receptor, en todo está en teatro. Creo que se puede aprender mucho desde el teatro.
Desde que la pandemia forma parte de nuestras vidas como artistas, ¿cuánto han cambiado, evolucionado o se han modificado tus hábitos creativos, tus jornadas de trabajo y tus maneras de concebir un proyecto?
El aislamiento social ha hecho que cambie todo, nuestras rutinas, nuestros ritmos, nuestros horarios. Hemos tenido mucho tiempo para pensar, para reestructurarnos, redirigirnos. Y también para crear. En mi caso particular, he cambiado todo. El hecho de trabajar desde casa ha variado mi espacio de privacidad a tal punto que mi hogar se ha convertido en un taller. Cada rincón tiene ese espíritu. Y puedo crear a cualquier hora. Por otro lado, está la finalidad de esos trabajos: antes uno pensaba en una galería, en un performance público, etc. Ahora solo se trabaja para exponer desde las redes sociales de Internet. A eso ya le he cogido el punto.
Hemos tenido la oportunidad de colaborar contigo gracias a los proyectos de videopoemas online “Dramatis Personae” y “Encrucijada: diálogo y creación”. ¿Sientes que tus videos dialogan con tu realidad como creador y a la par con la realidad de los artistas que participan en su realización?
Trato de establecer ese puente creativo. Me dejo arrastrar por sus voces, por sus palabras, y busco los resortes que producen en mi creación. Intento poner la escena para su universo. Es un reto y una oportunidad que agradeceré siempre.
¿Qué sinergias se han cruzado en tus proyectos?
Estoy conociendo mucha gente inteligente e interesante. Eso es lo mejor cuando uno siempre espera nutrirse de otras experiencias, de otros discursos creativos, de otras maneras de ver y representar el mundo desde el arte. Si he leído buena literatura en estos últimos tiempos, si he visto buenas películas o he revisado catálogos de artistas y fotógrafos que no conocía, se debe ante todo a eso, a las voces que voy conociendo, a las pistas que me dejan sobre otros autores, otras historias, etc. Es muy gratificante.
Has colaborado como director de arte en varios audiovisuales. ¿Estas experiencias han ayudado a construir y cimentar tu mirada artística sobre lo real y simbólico?
Lo simbólico lo entiendo desde la síntesis, desde la traducción de discursos mediante elementos que los resuman. Trabajar como director de arte en audiovisuales tiene una buena carga de eso. Hay que reducir en pocas cosas físicas y a nivel visual lo que el discurso literario de ese guion expone. Es arte puro.
¿Qué tal resulta tu experiencia al dialogar con un equipo creativo? ¿Buscas complacer o te aferras a una postura creativa inamovible? ¿Crees en el diálogo, en las múltiples influencias y confluencias?
Lo consenso todo. Busco un punto intermedio donde se complazca sin que pierda el sello personal, sin que pierda tu huella, tu marca. Cuando uno trabaja en equipo es porque los integrantes de ese equipo se han acercado por ciertos criterios estéticos en común. Por eso vale, ante todo, detectar esos intereses y trabajar en base a ellos.
¿Hasta qué punto tu identidad como cubano ha marcado tus horizontes creativos, los ha condicionado o reducido?
La cubanidad es algo que se impone aunque uno piense que sus referentes artísticos o sus motivaciones son de otra parte. Nuestras vivencias aquí hacen que todo pase por el filtro de la cotidianidad, de lo que somos históricamente. Y ese elemento cotidiano estará siempre. El receptor también lo configura así desde sus múltiples lecturas, incluido el receptor extranjero que pensará tu obra desde tu proceder. Nacer, vivir y trabajar desde Cuba ha de marcarnos para siempre.
¿Crees en la autocensura? ¿Te ha afectado alguna vez?
Al principio me autocensuraba mucho. Es un fenómeno terrible porque uno piensa demasiado en si esto me sale bien o no. Puede que hasta se abrume leyendo teorías y comparando su trabajo con fulano y mengano, sin percatarse que el tiempo avanza y uno lo pierde al dejarse llevar por ese miedo. Hasta que me di cuenta de que, aunque todo está dicho, uno también tiene su voz y a alguien le está haciendo falta escuchar lo que tienes para decirle.
Más allá de la creación, ¿quién es Ernos Naveda?
Una playa.
«La literatura es un ritual de sanación»
A Isabel Cristina López Hamze la he llamado siempre Isabelita, desde aquellos tiempos en que ambas coincidimos en el ISA: ella, ya maestra; yo todavía alumna. Lo primero que se descubre en Isabelita es su sonrisa. Es amable. Es buena persona. Y nada de eso es postura, ni cartulina, ni confeti. Tardé años en descubrir a Isabel Cristina en su rol de escritora. La conocía, claro que sí, como una joven mente teatrológica, como investigadora y, ya lo he dicho, como profesora. Sus publicaciones en Facebook me hicieron seguir cada vez más sus letras y, luego de leer su primera obra, Estática milagrosa, le pedí esta entrevista, en un afán por descubrir más que su sonrisa amable o su pensamiento teatral. Este es el viaje de Isabelita a través del ritual de sanación de la escritura.
¿Cómo ocurre el tránsito entre Isabel Cristina, teatróloga, e Isabel Cristina, escritora? ¿En qué difieren, si acaso difieren, tus procesos de creatividad y pensamiento cuando debes enfrentarte al oficio crítico y luego al oficio creativo?
Siempre quise ser escritora. Aún guardo libretas de la escuela de cuando tenía 10 años que son un documento surrealista. En una página hay una clase de matemática o de español y en la otra hay dibujos rarísimos y descripciones de mis compañeritos del aula, un párrafo sobre las telenovelas, las cucarachas alemanas o cualquier otro tema cotidiano. Después, cuando estaba en la secundaria, ya no solo escribía en las libretas de la escuela, escribía sobre la gente, y luego mi mamá y mi papá me imprimían la hojita y yo se la entregaba a la persona que me había inspirado. Recuerdo cuando le llevamos la hojita impresa al primer violín de la Orquesta Sinfónica de Oriente. De aquello hace más de veinte años, pero todavía me acuerdo de la cara que puso Marco Tulio Niño Wong cuando salió de la Sala Dolores y se leyó mi poema que, visto desde ahora, era una especie de crítica impresionista de su brillante ejecución musical. Yo escribía mucho y además leía mis cuentos y mis poemas a la gente. No tuve pena, en mi infancia y adolescencia, de mostrar las cosas que escribía. Esa pena llegó después, con la Teatrología.
Siempre me gustó escribir sobre la realidad, pero no tanto como para ser periodista. La otra opción que valoré fue Filología, pero uno de mis mejores amigos me dijo que esa carrera era para eruditos y yo nunca he sido tan buena con las letras así que no opté por ella. Mi amigo estudió Derecho y se hizo Doctor en Ciencias a los 27 años; yo estudié Teatrología, la mejor carrera del mundo.
En el ISA leí los clásicos de la literatura y el teatro, aprendí sobre los genios de las artes visuales, sobre los talentos musicales más grandes. El fuerte vínculo con la teoría, la investigación y el conocimiento del arte y la literatura que me proporcionó la carrera inhibieron mis ganas de crear. Yo creo que cuando niña era una escritora en potencia y luego me convertí en teatróloga. Claro que los teatrólogos también crean, pero desde otra perspectiva. Desde que entré al ISA hasta el 2016 escribí decenas de reseñas críticas, artículos, ensayos y dos tesis: una de licenciatura y otra de maestría, pero no escribí nada que no estuviera asociado a mi trabajo como crítica e investigadora teatral. Mis ganas de ser escritora se despertaron gracias a que un día mi primo Abraham Hamze, que también es teatrólogo, me abrió una cuenta de Facebook.
Actualmente sigo escribiendo críticas, ensayos teatrales y una tercera tesis, esta vez de doctorado. Para esas labores intelectuales debo usar un lenguaje académico y cuando escribo sobre las cosas de la vida, entonces uso un lenguaje coloquial. Sentarme a escribir sobre teatro es estresante, casi tortuoso, sentarme a escribir un cuento o una crónica es muy relajante y divertido. Sin embargo, creo que ambos ejercicios de escritura se complementan. Muchas de mis reflexiones sobre el teatro están permeadas por esa mirada a lo cotidiano, a lo que parece insignificante, pero tiene gran relevancia para algunos. Así mismo, los textos que escribo sobre otros temas tienen una aparente liviandad, porque así los concibo desde el lenguaje y los abordajes, pero en realidad están calzados por una invisible densidad que vive en mi parte teatrológica.
¿Qué te aporta tu conocimiento del teatro a tu concepción de la escritura?
Ya te dije que para mí la Teatrología es la mejor carrera del mundo. Siempre digo que soy teatróloga, en todos los espacios, aunque la gente no entienda bien qué significa. Ese es uno de los encantos de mi carrera. Tuve la suerte de tener profesores excepcionales. También tuve la suerte de ser una estudiante aplicada y tener compañeros aplicados con los que compartir lecturas y puntos de vista. Me leí casi todos los libros que mandaron en el ISA y no solo los de teatro, sino también los de filosofía, historia, literatura, estética, psicología… Mi concepción de la escritura y mi concepción de la vida están atravesadas por el teatro. Más bien por la manera de entender la escena.
En el teatro hay muchos planos de significación: plano gestual, objetual, espacio-temporal, lingüístico, verbal, representacional, ficcional, intertextual, simbólico, metafórico… Todos esos niveles de sentido también pueden coexistir en otras esferas de la vida. Haber aprendido a descifrar los códigos del teatro y transpolar esa experiencia a otros escenarios de la vida me ha permitido ver lo que otros no pueden ver a simple vista. Ese es un talento que tenemos los teatristas. Mi trabajo como crítico también me ha enseñado a ponerme en el lugar del creador, a atender con igual interés las más disímiles estéticas. Esos son aprendizajes válidos para la escritura, para la creación y también para ser una mejor persona.
Si tuvieras que definir tu estilo en pocas palabras, ¿cuáles eligirías?
No creo que tenga ningún estilo aún, pues llevo muy pocos años escribiendo de manera sistemática. Lo que más la gente conoce son las crónicas que escribo para las redes sociales, pero escribo otras cosas que no muestro. Hasta ahora solo he estado como los pitcher, “calentando el brazo”, como me dijo un día Francisco López Sacha cuando le conté que yo quería escribir novelas. “¡Oh, pá eso hay que calentar bastante el brazo!”
Me gustaría tener un estilo que para mi papá era el mejor: “Todos los estilos y ningún estilo, he ahí el estilo.”
Las redes sociales han servido, al menos para ti, como un cimiento de posibilidades no solo comunicativas, de asociación y conexión, sino también creativas. ¿Cambia el lenguaje de la creación cuando lo concibes para ser pensado y comunicado desde la inmediatez de la red, o apuestas por un lenguaje universal que se adapte a las particularidades de cada proceso receptor?
Gracias al Facebook yo volví a interesarme por la creación. Al principio era un juego divertido, una forma de expresarme diametralmente opuesta a la crítica teatral. Con el tiempo, ese juego se fue poniendo serio, pues la gente me escribía cuando dejaba de publicar, me llamaban a la casa, me exigían de alguna manera que escribiera algo nuevo. Con los años se ha convertido en una especie de experimento. He descubierto qué cosas les gustan a la gente de Facebook. Por ejemplo, un texto cotidiano sobre mi perrita o sobre el pan de la bodega gusta más que un poema escrito por mí. Gustan las historias personales, los temas como las cosas de niños, los viejitos, las muertes, los nacimientos, los cumpleaños, la política… Y también gusta una manera determinada de narrar.
Yo escribo textos muy diferentes a los que publico en Facebook. Textos más abstractos, o más densos, con otro estilo y cuando he publicado alguno, a pesar de tener ya a mucha gente que me sigue, no les ha parecido bueno. Me gusta tensar esa cuerda y de vez en cuando subir algo rarísimo que descontrola a la gente. Eso forma parte del experimento.
Escribir para la inmediatez de las redes es una estrategia de lenguaje, un estudio de los gustos y de los deseos de la gente. Es muy interesante ver dónde se unen los gustos, las experiencias, las tristezas y las alegrías de un público tan diverso como el de mi perfil de Facebook. Tengo amigos de todo tipo: peluqueras, funcionarios, periodistas, artistas, músicos, viceministros, campeones panamericanos, estudiantes, maestros, premios nacionales, raperos, caricaturistas, torneros, disidentes, evangélicos, campesinos, héroes. Tengo amigos en China, Japón, Dinamarca, Estados Unidos, en casi todos los países de América. Es increíble, pero en un punto toda esa gente diferente se conecta. Es muy lindo cuando uno escribe algo sin grandes pretensiones y ves a personas de muchos lados identificadas con tu historia. También me gusta descubrir que hay temas que mueven a determinadas personas o grupos y otros que no causan ese efecto. Ambas reacciones de los lectores son parte de mi experimento, que es una manera de buscar ese lenguaje universal, una manera de “calentar el brazo” para cuando pueda escribir novelas, que es mi sueño.
¿Cómo transcurre tu proceso creativo? ¿Cuánto tiempo le dedicas a la escritura?
Escribo mucho en el celular, quizás porque no tengo tanto tiempo para sentarme delante de una computadora. Antes escribía en las guaguas, en las paradas, caminando. Escribía a mano en las reuniones y en las clases cuando los estudiantes se demoraban demasiado en hacer la tarea. Ahora, desde que nació mi segundo hijo, escribo mucho en la mente, pues paso casi todo el tiempo con él. Cuando duerme en mis brazos durante el día escribo en el celular, con una sola mano. Rezo para que se quede dormido en el lado izquierdo y poder escribir con la derecha, sino, me toca escribir en la mente. Muchas veces voy escribiendo por pedacitos en el teléfono de mi hijo grande, en el de mi esposo, en el de mi madre, en un tablet, en lo que esté cargado en ese momento. En las noches, cuando el bebé duerme, unifico todos los picotillos que escribí durante el día y los paso a la computadora. Después edito y a veces desecho lo que quedó.
Como mi mente va más rápido que mis manos, siempre tengo una lista grande de temas para escribir. Escribo de las cosas que me pasan, por eso hay temas que nunca se tachan de la lista y se van quedando eternamente ahí. Yo hablo de lo que quiero escribir. Una vez un amigo me dijo que eso era muy malo, que cuando uno habla de lo que quiere escribir nunca lo escribe. Quizás me ha pasado con algún que otro texto que se quedó en la oralidad, pero casi todas las ideas llegan a ser escritas.
Generalmente Jorge Ricardo, mi compañero de vida, y yo trabajamos juntos. Como él es fotógrafo siempre hacemos foto y texto. A veces hacemos el texto primero y él crea la imagen en función de la escritura, pero muchas veces la foto viene primero y escribo para complementar la imagen. Es muy divertido trabajar de esa manera.
Escribo todos los días de mi vida. Hago textos para Facebook, escribo cuentos para completar un libro que ya va por su séptima versión, escribo crónicas sobre maternidad, escribo parte de mi tesis de doctorado, escribo cartas a mis amigos, escribo para mis estudiantes del ISA, escribo informes de tutoría y oponencia, escribo guiones para un programa de televisión.
Con Estática milagrosa. Listas para vencer y no para ser vencida apuestas por una estructura externa que bebe, sin lugar a dudas, de la relación de tus textos con las redes, ¿hasta qué punto te preocupa lo novedoso en tu escritura?, ¿has pensado la medialidad propia de un libro físico en relación o comparación con la medialidad propia del mundo del Facebook, espacio natural en el que fue concebido el libro?
Lo novedoso no es algo que yo busque de forma arbitraria. Para mí es más importante lo genuino que lo novedoso. Creo que en el caso de las listas hay cierta novedad en la estructura, pero no tanto, ya que otras personas han escrito listas antes que yo. Cuando escribí la primera lista no pensé en si era novedoso o no, fue algo espontáneo. Un día quería subir un montón de fotos a mi perfil y como la conexión estaba tan lenta hice una lista con la descripción de las fotos. Así surgió la idea de las listas en casa de mi amiga, la actriz y dramaturga Eileen López Portilla. No fue algo muy pensado. Luego vino un análisis clave: las listas son dinámicas, se leen rápido, su estructura es buena para las redes. Pero ya te digo, ese análisis vino después.
Si comparo el Facebook y una publicación impresa, puedo decirte que no es común que un mismo contenido coexista en ambos universos. El mundo de las redes es tildado de banal, de tonto, de vanidoso y un libro es un libro. Internet aguanta todo lo que le pongan, aguanta más que el papel. A pesar del impacto inmenso que hoy en día puede tener un contenido en las redes sociales, no se acerca al que puede tener un libro impreso en el ámbito profesional de la literatura. A pesar del alcance de lo virtual, creo que la gente nunca va a dejar de creer en los libros. A mí nadie me dijo que era escritora hasta que Ediciones La Luz editó mi primer libro. Es muy simpático porque las listas fue lo primero que escribí y después de eso he transitado por varios estilos, he madurado, he aprendido a lidiar mejor con las palabras. Pero lo que me legitima como escritora es ese libro, no importa cuánto escribí antes o cuánto escribo ahora para las redes, cuántos comentarios, compartidos o likes, hace falta un libro para que la gente diga: “¡Oh, es escritora!”
Quisiera que me comentaras un poco cómo nació la idea de convertir tus listas de Facebook en un libro. ¿Qué tal el trabajo editorial con Ediciones La Luz?
Cuando escribía las listas nunca pensé que serían un libro, aunque mucha gente me decía que las reuniera para publicar. La persona que me dijo: “manda tus listas a La Luz” fue mi amigo, el dramaturgo, narrador y poeta Roberto Viña, que ya había publicado con ellos y quedó encantado con el trabajo de la editorial. A mí me gustan mucho los libros de La Luz. Tengo en mi casa una pequeña colección de libros editados por ellos y en dos ocasiones he presentado publicaciones de amigos. Que mi primer libro sea editado por Ediciones La Luz es un sueño. Para mí fue una sorpresa que la propuesta fuera aceptada para el plan editorial y una sorpresa aún más grande que saliera tan rápido. Tú sabes que los libros pueden pasan años en los planes editoriales y otros años más en la imprenta. Tuve la suerte de ser bien aconsejada por mi amigo Bobby y también el impulso de mi mamá que me dijo: “manda, niña, manda, que no pierdes nada”.
El trabajo con la editora Liset Prego fue muy bueno. Primero, ella se conectó con el libro desde el punto de vista emocional y eso fue maravilloso. Creo que se hizo un cuidadoso trabajo de edición y de diseño. Fue un proceso muy profesional, muy colaborativo y no sé hasta qué punto sea así, pero yo sentía que Luis Yuseff, el director de la editorial, estaba muy al tanto de todo, de cada detalle. Eso es algo admirable.
Después de que el libro salió yo comencé a descubrir la mujer extraordinaria que es Liset Prego, todos los puntos que tenemos en común y me siento muy privilegiada de que ella haya sido la editora.
La maternidad, Cuba, la familia, el amor, la crítica social, la ilusión por el futuro, incluso cuando todo parezca desmoronarse alrededor, son algunos de los leitmotivs que he encontrado en tu opera prima. ¿Crees que este libro habla, precisamente, de la esperanza? ¿Ves o entiendes a la literatura como un camino que ha de conducir hacia la felicidad? ¿O hacia dónde, si no?
Tal vez el libro hable de la esperanza, no sé. No me planteé que hablara de nada específicamente. Esas listas son una especie de registro de los paisajes a mi alrededor, que a mí me gusta verlos como paisajes esperanzadores a pesar de los derrumbes. Me encantaría que muchos lo vieran como un libro sobre la esperanza.
La literatura es para mí un ritual de sanación. Escribir es analgésico para mí. Cuando extraño mucho a mi papá escribo sobre él y me siento más cerca, más feliz con su otra presencia. Cuando me molestan cosas del pasado, escribo cambiando los sucesos y con esa nueva versión fabulada me siento más contenta. Cuando algo me hiere o me mortifica, solo tengo que sentarme y escribir sobre eso. Inmediatamente pasa a otro plano de la realidad donde todo o casi todo está sublimado, desacralizado, burlado, trasgredido, entonces ya no duele, sino que causa sentimientos encontrados y, en esa contradicción, está el progreso. En el equilibrio entre lo triste y lo alegre, lo serio y lo ligero, lo profundo y lo llano, lo vivo y lo muerto, lo hermoso y lo feo está, para mí, la felicidad a la que la literatura puede conducirte a veces.
Si tuvieras que anunciarle a un potencial lector los temas de Estática Milagrosa, si tuvieras que adelantarle un poco de la esencia del libro, ¿qué le dirías?
Le diría que es un libro de cosas pequeñas. Un libro para leer en un viaje en guagua. Un libro apto para todas las edades. Un libro que cabe en un bolsillo de atrás del pantalón, que se puede doblar como una libreta de la secundaria. Un libro de aprendizaje. Un libro que trata sobre la vida de una muchacha cubana que se parece a la vida de otras personas en el mundo, porque es un libro de cosas pequeñas y esas cosillas tristes o alegres son las que conectan a la gente. Es un libro de listas, que puede retratarte en alguno de sus puntos.
¿Has pensado escribir teatro o poesía?
Teatro nunca. Poesía sí. Pero me han convencido varios amigos poetas de que siga haciendo crónicas o intentos de narrativa. En mi experiencia creo que hacer poesía es muy complejo, aunque es muy fácil hacer una mala poesía.
Provienes de una familia de artistas. Tu padre fue un gran y querido poeta. ¿Hasta qué punto sientes que esa herencia genética, ese legado, está presente en tu trabajo creativo?
Mis abuelas cantaban y declamaban, se sabían muchas historias. Una fue maestra Normalista y la otra estudió en un colegio de señoritas. Así que sus cuentos y sus experiencias eran muy diferentes. Una era católica y la otra espiritista. Una vivió en Carretera del Morro y la otra en Pinarito de Cambute. Una pintaba paisajes al óleo y la otra era una artista de la cocina. Mis abuelas murieron hace muchos años, pero ellas influyen de forma determinante en mi personalidad creativa.
Por otro lado, mi mamá no es una artista, pero es una mujer muy culta, ha leído mucho, lo mismo clásicos de la literatura que obras contemporáneas. Ella está muy al tanto de todo lo que pasa en el mundo, sabe de un golpe de estado en algún país, de los más recientes descubrimientos arqueológicos, de las investigaciones de la NASA, del último disco de Bad Bunny. Ella es mi brújula, mi Internet con corazón y mi más ferviente crítica. Y mi papá era mi socio, mi hermano, mi amigo, mi amor más grande. Mi papá era un tipo muy genial, muy creativo, muy inventor, muy simpático. En todo lo que escribo está su marca, no me refiero a su impronta poética, sino a su condición de papá, a su personalidad. Estática Milagrosa, mi primer libro, está dedicado a él y los otros que aún no he escrito también están dedicados él.
En tu opinión, ¿cuáles son las principales necesidades de los artistas jóvenes en la Cuba de hoy? ¿Y los principales desafíos creativos y sociales de estas mismas voces?
Hace unos años participé en Santa Clara en el Magdalena sin Fronteras, un evento organizado por Roxana Pineda, una de las artistas que más admiro. Allí conocí a muchas mujeres increíbles. Conocí a Julia Varley, actriz del Odin Teatret, una mujer extraordinaria con una sabiduría y una belleza admirables. De ella aprendí la importancia de hablar en primera persona. Creo que después de ese Magdalena no he vuelto a hablar en nombre de otros. Hablo de mi experiencia, de mi pequeñísimo entorno familiar y profesional. Las necesidades de los jóvenes artistas son muy disímiles, como disímiles son las realidades de la Cuba de hoy. Algunos demandan más conexión a Internet, otros un piano de cola, otros piden libertad de expresión, otros la posibilidad de presentar su obra en espacios de primera línea. Las necesidades pueden variar, incluso pueden ser materiales, estéticas o espirituales. Pero yo considero que todas, si provienen de un artista joven de la Cuba de hoy, deben considerarse como necesidades legítimas.
Mi necesidad parte, esencialmente, de defender lo bello, lo inspirador, lo enaltecedor. Son valientes los que denuncian los horrores, los que alzan su voz nombrando las injusticias, pero también hay valentía en defender la belleza, porque ya lo feo, lo injusto y el horror andan sueltos por el mundo. Son también valientes los que pintan a la luna asomándose, tímida y hermosa, detrás de un árbol mientras estallan las bombas en el Medio Oriente. Son también valientes los que siembran árboles mientras las ballenas blancas son atravesadas por el arpón. Creo que, como el resto de las necesidades posibles, la mía también es legítima, sin embargo, he sufrido en varias ocasiones de una extraña especie de censura, porque no suelo mostrar las cosas malas, lo criticable. O tal vez mi manera de cuestionar la realidad es otra, menos directa, menos ácida, más esperanzadora.
Esa es mi necesidad: defender la vida, la belleza, la armonía de nuestras almas con el alma de la naturaleza. Y mi desafío creativo es que no se banalice lo lindo, lo bueno, lo suave, lo alegre. Mi desafío es que no se desvalorice mi visión porque me guste sacar el lado más positivo a las cosas. Mi desafío es que la gente siga viendo la estrellita tintineante en medio de la noche más oscura, que no se pierdan las ganas de bailar, de cantar, de amar, de jugar, de ser feliz, aunque el mundo esté lleno de injusticias. Para eso escribo y para eso vivo.
¿Existe un diálogo profundo, de intercambio y creación, entre los creadores de una misma generación, y entre los jóvenes y los veteranos?
Los creadores de una misma generación, aunque tengan intereses artísticos diferentes, comparten modos de producción, referentes, modos de vida. El contexto provoca una empatía inevitable, aunque no siempre conduce a un diálogo profundo. En el mejor de los casos las alianzas creativas entre los artistas de una misma generación dan lugar a movimientos, procesos y experiencias colectivas que marcan el ritmo de los tiempos. Así ha sucedido y así ha quedado en la Historia. Sin embargo, tal vez no han sido visibilizados de igual forma los vínculos entre artistas de diferentes generaciones. Muchas veces oigo hablar de los jóvenes y de los viejos, como dos extremos irreconciliables. Te puedo contar que una de las personas con las que más me conecto, que ha leído todo lo que escribo es mi amiga Ivette Vian, que ya pasa de los setenta. Ella es mi estrella. Creo en los aprendizajes mutuos que brotan del diálogo intergeneracional, en el deseo de unos y otros de encontrarse, en la voluntad de superar el estéril dilema entre lo viejo y lo nuevo. Del intercambio profundo entre generaciones solo puede salir un arte joven. Como cuando vemos en el teatro a un maestro como Carlos Díaz montando textos de Rogelio Orizondo o Agnieska Hernández. O a Fernando Pérez dirigiendo una película coral en la que intervienen seis directores noveles.
Coméntame un poco de tu libro de crónicas y fotos en coautoría con Jorge Ricardo, titulado A Baracoa me voy…, el cual se encuentra en proceso de edición en México por la Editorial Rosa Luxemburgo.
Ese libro, al igual que el documental “El lenguaje de la montaña” estrenado en 2019, es el resultado del viaje más maravilloso que hemos hecho. Jorge Ricardo y yo nos fuimos juntos a Guantánamo a participar en la 28 edición de la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa con el objetivo de hacer un documental. Convivimos 34 días con los artistas y los pobladores de las comunidades intrincadas de la serranía. Dormimos en casas de campaña, nos bañamos en los ríos, nos dimos unos sustos de muerte sobre el camión, vimos más de ochenta funciones, nos asombramos ante las bellezas naturales de una Cuba hasta entonces desconocida. Hicimos muchos amigos actores, campesinos y pescadores. Jorge y yo nos hicimos muy amigos viviendo en condiciones extremas de campaña, nos enamoramos y regresamos a La Habana con muchos planes: un documental, una exposición fotográfica, un libro y un hijo. Todos los planes fueron cumplidos. El libro A Baracoa me voy… tiene esa energía. Es un cuaderno de viaje con más de cien fotografías que relata el descubrimiento de paisajes y gentes increíbles. Cuando los textos parecen demasiado inverosímiles, las fotos son la hermosa evidencia de que lo que vivimos es real. Fue una suerte tremenda que la Fundación Rosa Luxemburgo publicara nuestro libro. Cuando la pandemia lo permita se podrá presentar y podremos llevarle algunos ejemplares a los cruzados en Guantánamo y eso nos hará muy felices, porque está dedicado a ellos.
Más allá de la página en blanco, ¿quién es Isabel Cristina?
Soy una muchacha feliz con una familia maravillosa. La familia que siempre soñé construir y para la que mis padres me prepararon toda la vida. Este año cumplo los 33 y dicen que esa es la edad de cambiar el mundo. Yo sé que no voy a lograrlo porque no tengo habilidades sobrehumanas, pero seguiré intentando sacar el lado alegre de las cosas, seguiré llevando una semilla en la cuenca de la mano y confiando plenamente en la promesa de la germinación.
¡Ya echó a andar la maquinaria del Radio Festival Online Ultrasonido! (+Videos)
En un mano a mano perfectamente sincronizado entre el Sistema Provincial de la Radio en Las Tunas y la filial provincial de la Asociación Hermanos Saíz, echó a andar hoy la maquinaria de la cuarta edición del Radio Festival Online Ultrasonido, evento que hasta el próximo 9 de abril propone mostrar los más actuales valores del medio radial antes sus audiencias.
Ana Irma Pérez Perelló, directora de la AHS en Las Tunas, dijo en exclusiva para el Portal del Arte Joven Cubano que Ultrasonido propicia que las juventudes se acerquen al medio radial tradicional con esa mirada renovadora y de retroalimentación que provoca el intercambio a través de talleres, paneles, y la presentación de las obras en concurso, que en esta ocasión son más de 120.
“¿Cómo participan los jóvenes artistas tuneros en la concepción de programas humorísticos e infantiles?, ¿cómo retroalimentar más esa relación y así sumar más radialistas a nuestra filial de la AHS? Son algunos de los objetivos que esta convocatoria del festival pone en su punto de mira”, subrayó Pérez Perelló.
Por primera vez desde la virtualidad, Ultrasonido 2021 orienta su brújula hacia la actuación en la radio, al género testimonio y a los programas humorísticos, además de que celebra los aniversarios 35 de la AHS y el 60 de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), como homenaje a lo más representativo de la vanguardia artística cubana.
Ya repercute en las redes sociales la transmisión en vivo de su apertura y no hay dudas, ¡es este el evento más importante del sistema radial en el territorio!, y es que combina como ningún otro el quehacer más novel del arte tunero desde la mirada un medio de comunicación que se reinventa al propio tiempo de sus públicos.
Bajo el slogan “La radio: información constante y compañía cercana, esenciales en tiempos de coronavirus”, el Radio Festival trae entre las novedades del programa el Primer Coloquio Virtual “Un viaje por las ondas Hertzianas”, un debate que promete destacar los aportes de diversas generaciones de profesionales desde el contexto periodístico, artístico, o de la realización.
Las jornadas previas convocaron a la sapiencia y el compromiso del jurado encargado de evaluar los materiales en concurso, los que en caso de ser teóricos deberán mostrar la historia, evolución y actualidad de la radio en la localidad, Cuba y el mundo.
Aliuska Barrios Leyva, directora del Sistema de la Radio en Las Tunas, ha reconocido en reiteradas ocasiones que el Radio Festival Online Ultrasonido llegó para enriquecer el panorama competitivo de la creación radial cubana con un enfoque renovador y necesario, a su vez que reconoce la excelencia artística de las obras presentadas y el quehacer de los jóvenes y experimentados artistas.
Un nuevo modelo mediático que involucra a las diferentes ramas creativas se concibe hoy desde las redacciones y cabinas de la radio en Las Tunas, se reanima la presencia de un medio que lejos de quedarse en la tradicionalidad busca enchufes de energía renovada en el quehacer de la vanguardia artística joven del territorio y tiene como resultado una maquinaria estelar, que complace a las audiencias.
«La literatura es un túnel a través de distintos mundos»
En tiempo relativamente breve, Raúl Piad se ha abierto paso en el mundo de la literatura de fantasía y ciencia ficción. Su nombre ya no es desconocido, sino que forma parte de lo más destacado de la reciente hornada de autores del género. Raúl Piad escribe sobre lo humano en todas sus dimensiones, explora los límites de la posibilidad. A propósito de su reciente Premio Calendario en la categoría de Ciencia Ficción versa esta entrevista.
¿Cómo definirías tu estilo? ¿Sientes que un autor perfila su estilo a lo largo de toda su vida como una búsqueda consciente, o prefieres pensar en un estilo plural y cambiante, siempre móvil?
Creo que aún no me atrevo a afirmar que poseo este u otro estilo. Tal vez de aquí a quince o veinte años… Es un ejercicio difícil, casi de autodescubrimiento, ese de definir el estilo propio. No obstante, muchos colegas escritores y lectores entusiastas me han hecho ver que suelo emplear un lenguaje directo, que se aparta de barroquismos literarios, cinematográfico en ocasiones. Me preocupa mucho la limpieza y claridad del texto, también que el trabajo final pueda ser disfrutado por la mayor cantidad de lectores posibles. Pero, como decía antes, todavía estoy probando, a veces me atrevo con una prosa más cargada, imbricada de lirismo, y pienso que en ese aspecto está dada esa “dicotomía estilística”. Para algunos autores, la búsqueda de una forma que los identifique es casi una obsesión, y cuando la encuentran, se apegan a ella hasta las últimas consecuencias. En cambio, para otros, constituye un reto no acomodarse nunca a una forma, y convierten cada libro en un experimento.
Cuéntame un poco del libro con el que acabas de obtener el Premio Calendario 2021 en la categoría de ciencia ficción y fantasía.
En esencia, A la sombra del mundo hogar es una novela negra de ciencia ficción, pues comparte mucho de los elementos del género definido por Raymond Chandler: un ambiente oscuro donde prima la resolución de un crimen/misterio, la moralidad de los personajes se difumina en grises, etc. El argumento comienza con el regreso de Ilona Ibarra, una persona derrotada que busca la verdad o, cuando menos, algún atisbo de ella, al planeta donde solía vivir. A partir de ese momento, y space opera al fin, allí se verá envuelta en una conjura junto a su antigua compañera de trabajo y amante, la alienígena Ladai N´Tili, que las arrastrará hasta la guarida de una especie de capo de la información: todo esto aderezado con viajes y combates espaciales e inmersión en realidades virtuales a lo cyberpunk.
Luego de no pocos años de historia del género fantástico en Cuba, en tu opinión, ¿cuáles han sido los mayores logros y desaciertos?
El género fantástico en Cuba, paradójicamente, ha sido de lo menos favorecidos, en cuanto a política editorial e interés institucional. Digo esto porque suele ser un género muy demandado por el lector (que, en última instancia, es a quien se deben autores y editoriales) y que solo en los últimos años pudo disfrutar de una nueva era de solaz… que ahora parece terminar de forma abrupta. Por una parte, es buena la persistencia de algunos concursos y premios (sobre todo en el apartado de ciencia ficción, que ha sido más favorecido que la fantasía) y el entusiasmo de las legiones de fans y creadores que organizan eventos promocionales, aunque todavía permanece la creencia de que (sobre todo en la rama literaria) no es algo que se deba tomar muy en serio, y por ende tampoco se deberían derrochar muchos recursos en su desarrollo.
¿Cuán relevantes han sido para ti las alianzas con escritores que cultivan el mismo género que tú?
Decisivas. Si bien la interacción con escritores (en toda la aceptación de la palabra) siempre es beneficiosa, acercarse a quienes comparten y han transitado ya los mil y un vericuetos de este difícil camino, constituye una satisfacción inmensa, sobre todo dentro del nunca muy extenso grupo de cultivadores del fantástico.
¿Cuáles son los temas sobre los que te interesa, en la actualidad, escribir?
Mi principal interés siempre es el ser humano, desdoblar la cubierta que mostramos al mundo y exponer lo que hay debajo. Escribo sobre lo que temo: la deshumanización, la falta de empatía, el olvido. Me gusta colocar a mis personajes en situaciones límites y luego averiguar la forma de sacarlos de allí. A veces lo logran.
¿Sientes que el público lector está más preparado para recibir obras de ciencia ficción y fantasía en estos tiempos que en décadas anteriores?
En cierta medida, sí. La proliferación de producciones audiovisuales y videojuegos ha traído consigo la aparición de una nueva hornada de lectores, aunque es válido señalar que muchos de ellos buscan algo que a veces la literatura no llega a satisfacer del todo. La realidad ha probado no ser tan diferente de lo que años atrás auguraban los mejores autores del género, así que también muchos buscan encontrar respuestas a varias de las principales problemáticas y preocupaciones que hoy nos aquejan.
¿Cuán importante es para ti la relación con el público? ¿Te interesa la retroalimentación?
Cuando un escritor expone su obra ante una cantidad significativa de ojos ajenos, la obra deja de pertenecerle. A veces se subestima el poder que posee un único lector; ese que, en la soledad de su habitación, lee el libro que hasta hace poco solo habitó en las profundidades de tu mente. En mi caso, la relación con el público es crucial: me interesa que los lectores se acerquen y me comuniquen sus impresiones, positivas o negativas, qué les gustaría leer a continuación, o si pudieron o no avanzar más allá de la primera página.
En la situación de aislamiento social que, desde hace ya un año, enfrenta todo el mundo, ¿cuán útil te ha sido la literatura en cuanto a romper la frontera física que por ahora nos limita y nos define?
La literatura siempre ha constituido para mí el escape perfecto a la realidad, a veces cruel o falta de ese color que solo habita en las páginas de los libros. Como escritor, ese escape se convierte en exorcismo, en oficio de demiurgo. Durante este tiempo, la literatura ha sido una especie de zona segura, un túnel a través de los distintos mundos, ahora separados por el aislamiento, que existen fuera de nuestro alcance.
¿Hasta qué punto las redes sociales te sirven como una herramienta promocional?
En estos tiempos, las redes sociales constituyen el primer instrumento promocional que empleo. Si a eso le añadimos el confinamiento, a veces se convierte en el único. Creo que, bien utilizados, estos medios pueden ser muy poderosos y alcanzar a más personas de las que imaginamos.
¿Qué es lo definitorio para ti dentro de tu proceso creativo?
En primera instancia, diría que la revisión de lo ya escrito, el compromiso que lleva implícito la escritura de cada párrafo. Por lo general, parto de una idea, muchas veces vaga, que después, a base de sangre y fuego, voy desarrollando como una madeja hasta llegar al final. Sin embargo, es precisamente ese aspecto, el final, lo que considero determinante porque en ocasiones me cuesta definirlo, y el desarrollo de la obra, que tan irresistible parecía, termina de forma abrupta. Un buen final es el cuño que legitima ese libro que tanto te ha costado escribir.
En ocasiones, un galardón tarda en llegar a un autor. ¿Hasta qué punto la paciencia, la persistencia, la tenacidad influyen en el éxito de un escritor?
Cuando alguien se decide a escribir, debe deshacerse de todo orgullo y armarse de paciencia, de mucha paciencia. Se ha comparado la carrera del escritor con un maratón: resistencia antes que velocidad. A algunos les cuesta más, a otros menos, pero al pedacito de talento que siempre posee quien no es capaz ya de concebir su vida sin emborronar una o dos cuartillas diarias, se le debe unir el tesón, las ganas de trabajar y la constancia. Alguien que cultive estas virtudes puede estar seguro que el galardón y el libro publicado llegarán en algún instante. Lo demás consiste en disfrutar lo que se hace, en escribir, en primera instancia, para regocijo y consumo personal.
Del lenguaje literario de tus primeras creaciones a tu estilo actual, ¿cuáles han sido los cambios más evidentes que percibes, a nivel estético, espiritual y de forma?
Es siempre difícil, aunque interesante, retroceder en el tiempo y ver cómo ha evolucionado tu propio estilo. Pienso que mi obra ha cambiado más a nivel formal antes que temático. Aún me interesa hablar sobre las mismas cosas, pero de otra forma. Sí creo que existe otra manera de abordar la página en blanco, de desarrollar una obra donde resalte la limpieza y la frescura, la naturalidad del diálogo. Todos estos factores son, al mismo tiempo, asignaturas en curso y todavía perfectibles.
Ya no eres un autor novel. En pocos años has sabido labrarte un camino dentro de la literatura, específicamente la fantástica. Si tuvieras que pensar en un horizonte de posibilidades para ti, ¿cuál sería?
Las posibilidades son infinitas. Si bien, al menos de momento, la literatura fantástica llena y satisface todas mis inquietudes, pienso escribir en algún momento sobre otros temas. Tengo algunos proyectos en pausa que posiblemente retome pronto, algunos de ellos de géneros con los que solo comienzo a familiarizarme. Uno de ellos, o al menos el que más satisfacción me ha aportado, es una novela de literatura infantil que debe tener por título Hoja seca, y está protagonizada por un perrito vagabundo que vive lo peor y lo mejor de las calles cubanas. Curiosamente, escribir literatura realista es uno de los mayores retos a los que me he enfrentado nunca.
¿Existe la autocensura? ¿La has sentido?
Creo que sí. Puede estar dada por muchos factores: la personalidad, la geografía, el género literario, los choques con las políticas editoriales… Muchos escritores la sienten en un momento u otro de su carrera, sobre todo en sus inicios. Recuerdo que asistía a un taller literario en la universidad donde, tal vez por ser el único que escribía fantasía, se hacía algo difícil ser tomado en serio. Esto provocó que comenzase a llevar cuentos realistas, que no me gustaba escribir, pero bueno, era la única forma de ser… ¿uno más? Por suerte, y con el tiempo, eso cambió, pero el fantasma de la autocensura todavía ronda, y de vez en cuando necesita ser exorcizado.
Más allá de la página en blanco, ¿quién es Raúl Piad?
Raúl Piad es un joven de hábitos simples, que piensa que le gusta la rutina… hasta que se descubre cada día haciendo algo distinto. Un lector empedernido que no puede vivir sin café, amante de los videojuegos, el cómic y las siestas largas. Animalista convencido y orgulloso dueño de un cocker spaniel medio loco. Alguien que, a veces, necesita refrenar su cerebro para que no se desboque más allá de los límites recomendables; que tiene que obligarse a escribir, pero cuando lo hace disfruta como nadie el hecho de enlazar una letra con otra.
Piña Colada, otra vez, desde las redes sociales
Desde que en marzo de 2020 la pandemia por Covid-19 hizo presencia en Cuba, los eventos culturales de carácter nacional e internacional se vieron interrumpidos.
Las inicitivas del Ministerio de Cultura y los gestores de los certámenes los mantienen vivios desde las redes sociales, como es el caso del Festival de Música Fusión Piña Colada, que este año organiza un programa por partida doble desde la virtualidad.
La XVIII edición llegará a través de plataformas virtuales, para rendir homanje al 4 de abril, a la juventud cubana, y al 35 aniversario de la Asociación Hermanos Saíz (AHS).
Dos intensas temporadas de música cubana y de contenidos habituales y novedosos alista el comité organizador para este año, según información de Arnaldo Rodríguez, gestor del certamen.
Del 2 al 4 de abril, tendrá lugar la jornada Piña Colada Spring, que combinará propuestas a través de las redes sociales, la radio y la televisión cubanas, con transmisiones de la memoria visual del evento.
Conciertos, documentales, entrevistas y encuentros teóricos vividos en ediciones anteriores, desde la sede habitual Ciego de Ávila, llegarán a estos espacios, como ya se hizo en agosto del pasado año con la edición del Piña Colada Flashback, como alternativa para no detener a una de las cita culturales de la música más importantes de Cuba.
Arnaldo Rodríguez, aseguró a los principales medios de prensa del país, que en el segundo semestre del año se pretende realizar una segunda temporada, que colme los espacios en las redes sociales, pero también permita hacer conciertos presenciales de pequeño formato, en teatros o centros pequeños sin multitud de público, en dependencia de la situación epidemiológica del país.