público
“Las raíces de un árbol no proyectan sombras”, una oportunidad para dialogar
La exposición “Las raíces de un árbol no proyectan sombras” del Proyecto Fractura perteneciente a la Asociación Hermanos Saíz está presente en el espacio de la Galería Oriente de Santiago de Cuba, una iniciativa que propone una mirada interpretativa a la realidad actual desde múltiples expresiones visuales.
Capítulo #11: Juegos de afectos (Parte II)
- Aproximaciones a la obra de Yanoski Suarez
El cuerpo humano es una recreación de nuestras conductas. En él validamos (en mayor grado desde lo inconsciente), nuestros juicios hacia el colectivo. Nuestra intransigencia personal se vierte en el cuerpo como un manual de identidad que busca nombre. Gran parte de esa construcción corpórea transita por el encuentro del individuo con su ser. Un proceso cuyo acabado termina por transformar la imagen externa.
Un cuerpo entrenado para dialogar con el otro es un arma ante la comunidad. Todos los vínculos que se originan de ese entrenamiento conducen a la re-significación de los elementos que rigen la vida en sociedad. El cuerpo no solo es expresión en su sentido más reduccionista, también es ilusión/memoria/y contacto.
III
Las historias escenificadas por AD Livintum son propuestas que yacen en lo consensual, lo interactivo y en la noción del cuerpo como espacio de debate. La corporeidad en ellas es entendida como la reproducción metafórica de la naturaleza. Un criterio que se superpone al intento de presentar los sucesos escénicos sin ilusión, como hechos reales que pueden convertirse en arte. De ahí (tal vez provenga) su praxis performática y su necesidad de escenificar acciones en el dominio público.
Para Yanoski, nutrirse de las múltiples identidades de la ciudad en sus espacios reales, hace del cuerpo un sujeto político. En ese ritual de la existencia rutinaria donde la ciudadanía se mueve mediante una coreografía invisible, su lógica política desarrolla su investigación.
Los gestos de la vida diaria son un camino para el aprendizaje. Su relación sensorial con el expectante se funda en el cuerpo como texto y escenario. Su disposición a entenderse con las libertades colectivas desde su resistencia política es creíble.
El carácter propulsor de sus acciones escénicas dentro de la sociedad santiaguera, es un argumento tácito en la renovación artística que demanda la ciudad. ¿Disyunción? Quien fuera neutralizado (al principio) por interpretaciones desenfocadas y luego naturalizado por la institución, se desplaza como un equilibrista sin miedo al filo cortante de su oficio. Su hábitat no es el bailoteo vulgar ni la escenificación complaciente. Su hábitat es la conexión sensorial y cognitiva con el individuo.
En Retrospectiva para un impulso, pieza de 2008, Suárez nos muestra el cuerpo como eje de poder. Un cuerpo condenado a encontrar el juicio para saberse vivo. Cada movimiento desvela sus rutinas corporales. Un impulso puede ser luz ante la ceguera que produce el entorno.
El bailarín aparece con los ojos vendados, sin que eso sea obstáculo para la representación. La obra tal vez sea la historia del hombre, una donde el movimiento significa evolución. Ese tratado escénico y cívico es el mismo que el artista ha llevado a otros espacios más alternativos y rutinarios.
Algunos de estos elementos son más perceptibles en el video-danza Cotidiano 7`07, de 2009. En él los binomios “arte/contexto”, “política/individuo”, y “escenario/comunidad”, encuentran resoluciones orgánicas ante su labor. El artista busca el contacto con el entorno a través del cuerpo. Su entrenamiento le permite fluir entre la marcha pública del colectivo. Observa y es observado. Se involucra en un escenario que le es natural y con el cual necesita entablar un dialogo físico y sensorial. La ciudad se convierte en una plataforma diversa para interactuar/interpretar/simbolizar. Allí se produce una redefinición del concepto de comunidad al visualizarse desde la inclusión, a los grupos marginados por su propio entorno. Entonces el arte se convierte en experiencia/memoria/y crítica del contexto.
Otro de sus espectáculos que demandan una participación en busca de las verdades del cuerpo es Cubo, 2011. La obra interviene el espacio: una calle/un parque/una plaza, en busca de las miserias de los hombres representadas en sus desechos. Cubo es una obra-mundo. Lo grotesco de sus imágenes yace en el desperdicio de nuestras necesidades. El artista habla de natalidad infantil y luego intenta un baño con nuestras inmundicias para limpiar (o ensuciar más) su cuerpo. En medio de todo, un cubo con agua limpia parece suficiente. Los transeúntes/expectantes se detienen sin reconocer sus propias basuras, luego el artista decide ingerir los desechos alimenticios: huesos/cascarones de huevo/arroz/cárnicos podridos. No para de bailar. La música se presta para el combate donde el artista nos hiere/nos somete. Sus imágenes hablan de nuestra fecha de caducidad. Luego purifica su cuerpo con un baño de agua limpia y abandona el lugar.
Al mapear las prácticas escénicas de AD Livintum, denotan a la vista algunos conceptos definitorios de su estética: el cuerpo como síntesis simbólica y el performance como práctica de lo real. En Geysha, espectáculo de 2011, Yanoski se reencuentra con el escenario convencional para mostrarnos al cuerpo como paradigma simbólico. Por su corporalidad transitan nociones historiográficas/sociales/políticas/teatrales/filosóficas/sexuales. El bailarín posee el hábito de jugar con los afectos. Su alto grado de convivialidad permite representar las verdades del cuerpo que yacen reprimidas. La des-presentación de su figura le proporciona al bailarín una nueva definición: una imagen que se disuelve tras la relación con el espectador.
IV
Tras el confinamiento provocado por la COVID 19, el arte –y en especial los espectáculos escénicos– dependen en gran medida de la poiesis social humana. Las zonas privadas y los interiores parecen aventajar el espacio público. El impacto de la pandemia convida al artista a la inmersión de sus propuestas. La necesidad de entrar en el espacio para contactar al espectador encuentra otros prefijos. En esa encrucijada Yanoski Suárez parece estar adelantado. Su condición de isla satélite que apuesta por lo experimental y la descolonización genética, lo premian con cualidades proclives para transformar cualquier espacio según el contexto.
Hay que resaltar que la praxis de Yanoski también se sustenta en lo colaborativo de cada uno de sus proyectos: organismos extra-sistémicos de profundidad erótica. Siempre ha encontrado en el trabajo de otros las resoluciones necesarias para el acabado de sus propuestas. No es casual que artistas visuales, performance, actores, bailarines, DJ, raperos, cineastas, participen de la sobreestimulación de cada puesta o intervención pública de AD Livintum. Tras ese ejercicio diario de moverse consciente, su obra irrumpe fundamental en la formación de un ciudadano honesto.
Ante un contexto escénico cargado del sinsentido y la banalización de los símbolos tradicionales/populares, el espectador tiene el derecho de encontrar en la contemporaneidad sus libertades. Los marcos operativos y perceptuales de la escena santiaguera divergen de estas búsquedas interdisciplinarias. El lenguaje se ha ampliado y ha modificado el poder expresivo. Muchos artistas temen a que otro artista desordene la percepción, que aborde la realidad sin importar la existencia concreta de sus causas. Pero el arte es acción, es riesgo y controversia.
El contexto como formador de discursos proporciona un sinfín de argumentos y prioridades al artista. El individuo participa de las distintas operaciones de pensamiento para dominar su propia imagen. Yanoski Suárez busca la convivencia/el diálogo en un espacio ideal para el encuentro y el intercambio. Su conducta permite la vibración energética de su exposición. Su hacer admite la articulación política de la memoria. ¿Ruptura? El arte suele ser inofensivo e inútil cuando busca el encuentro con el arte. Sustituir el exhibicionismo y el entretenimiento a las masas por obras que procuran provocar/protestar, permite crear conciencia sobre problemas inmediatos del ser. El artista es el único sapiens (de anatomía moderna) condenado a la búsqueda de la felicidad.
Un mapa para elefantes solitarios
La Cartografía puede ser una ciencia, un tratado de Geografía náutica o una técnica para trazar mapas de reinos actuales o perdidos en el tiempo. En el mapamundi no existe Elefantolandia; ni los elefantes han dejado de andar en manada. Pero la metáfora es imbatible y la imaginación señorea cuando hablamos de nosotros, los seres humanos que vivimos hinc et nunc. Decía Ortega y Gasset, el filósofo español, que “yo soy yo y mis circunstancias”. ¿Es que, acaso, puedo ser otro? Para reflexionar sobre la existencia humana han ocupado, nuevamente, un espacio en la escena un grupo de jóvenes artistas santiagueros.
El jueves 24 de septiembre (2020) en el Cabildo Teatral Santiago, en el inusual pero obligado horario de las 6:00 P.M., el Grupo de Experimentación Escénica LA CAJA NEGRA estrenó Cartografía para elefantes sin manada, de Laura Liz Gil Echenique, con diseño escenográfico y bajo la dirección artística y general de Juan Edilberto Sosa. En el elenco artístico estuvieron Erasmo Griñán, Maibel del Rio y Lisandra Hechavarría, quien alternó con Yanisleidys Laborí. LA CAJA NEGRA, fundada en junio de 2016 como un proyecto de la AHS, ha sido desde entonces un foco de atención permanente para el público y los artistas de la ciudad. Han estrenado, entre otros, El Deseo (otro panfleto escénico); Bonsái; Y los peces salieron a combatir contra los hombres, y Leviatán.
Sobre heridas y nostalgias, aciertos y errores en la búsqueda de la felicidad, memorias, recuerdos y añoranzas trata esta obra. Su tono es altamente lírico, lleno de metáforas contemporáneas, tan hermosas como complejas, tan sociales como existenciales. Y es que no puede ser de otro modo. El mundo ha cambiado y el lenguaje poético y el escénico han de cambiar con él. La subjetividad está presente a todo lo largo de la puesta en escena. El espacio se convierte en una categoría dramatúrgica y existencial. No puede olvidarse la importancia que concedía al espacio el director, profesor y dramaturgo, Rogelio Meneses Benítez, quien consideraba que el espacio determina la dramaturgia. Aquí soledad, incomunicación y actitud de búsqueda de la felicidad, van de la mano.
La acción se desarrolla por confesiones monodramáticas y puede ser vista como circular. Aun cuando ellos se van de sus espacios, todo puede volver a comenzar en otros o por otros protagonistas. Los personajes pueden ser Maibel, Lisandra y Erasmo pero en otros espacios, o ser otros en los mismos espacios que ya han habitado Maibel, Lisandra y Erasmo.
El elenco cuenta con algunas de las figuras más relevantes de la escena santiaguera. Maibel del Rio mostró su talento y versatilidad en dos piezas tan diferentes como Menudos pedazos y La estrella negra. Lisandra Hechavarría deslumbró desde su aparición como una simpática anciana revolucionaria; cederista, federada y miliciana, pero adicta al ron, en ¿Y llegarán los camiones? hasta el trabajo con Alina Narciso como directora a partir de los textos de la poeta Teresa Melo, escritos en La sombra protectora.
Hay un tercer actor en la puesta en escena. Es graduado de la Academia pero no es un actor académico. El público lo ha visto en espectáculos y presentaciones no convencionales. En Pasaporte (Calibán Teatro) hizo un camarero cubano en EE.UU., en una difícil e intensa pareja con Dalia Leyva, quien siempre se muestra excepcional para elevar el nivel emotivo del público. La labor de Erasmo Griñán resulta válida, nuevamente, como balance actoral y dramatúrgico de esta puesta en escena. Posee carisma, presencia, buena voz y correcta dicción e irrada, además, una energía contagiosa. Posee respeto y fe. La fama habrá de llegarle con el tiempo.
Juan Edilberto Sosa es uno de los creadores santiagueros que ha decidido hacer un camino en el arte de la ciudad. Ha resultado polémico por novedoso y, en consecuencia, atractivo para la juventud y la bohemia de la ciudad. Pero su labor se profundiza por día y sus instrumentos como director se amplían, lo que permite una mejor y más rápida conexión con todo tipo de público. Logra belleza en la transposición de la imagen literaria a la escénica, así como en la creación de la metáfora teatral en sí misma. El espectador percibe dos palabras/clave en el discurso narrativo. De ambas tenemos en común elefantes y seres humanos: memoria y manada, que suponen o se contradicen con otras visibilizadas en el discurso escénico.
El tema de Cartografía… es de una importancia poco menos que vital para todos los seres humanos. Pero tales disquisiciones transitan por una situación de fondo en las que navegan nuestras angustias más íntimas dado que tendemos a intelectualizarlas, esto es, navegan por el sentido profundo de la cubanía y su relación con el mundo; y de nosotros, con la realidad en la que vivimos. Siempre recuerdo a Martí, todo el que lleva luz, se queda solo.
Jazz Vilá: «Unidos somos más teatro» (+Fotos y videos)
En el reciente mes de septiembre se estrenó la primera serie de teatro digital en Cuba, bajo la realización de Jazz Vilá y su compañía. Vestuario o Maquillaje (VOM) apuesta por la comedia de situaciones en el camerino del teatro Pandora que, por cuestiones medioambientales, ha sufrido daños en su estructura, pero su staff quiere seguir haciendo su trabajo allí.
Los protagonistas son Yurima Zanja Dulce, la vestuarista, y Lázaro Lorenzo Palomilla, maquillador y peluquero, personajes interpretados por Malu Tarrau y Roberto Espinosa, respectivamente. Se suman al elenco otros actores de Jazz Vilá Proyect como Michel Pentón, Cinthia Paredes, Marlon Pijuán, entre otros. Cada capítulo cuenta con invitados especiales de la talla de Luis Silva, Haila María Mompié, Heidy González, Amada Morado, Miriam Learra, el estilista Dorian, entre otros que le dan colorido a VOM.
Pero este fue solo el pretexto para acercarnos a Jazz Vilá y conversar sobre algunos elementos referentes al mundo del teatro.
—¿Cómo surge la idea de Vestuario o Maquillaje?
—Es un proyecto que nace de la visión de Jazz Vilá Proyect por tratar de expandir la experiencia teatral, de llevar esta vida de los escenarios al mundo virtual del que tanto la compañía se ha beneficiado, como parte de sus campañas de promoción. Me parecía que las redes sociales merecían, más allá del simple hecho de ayudarnos a promover el teatro, un producto que defendiera el teatro desde ese lenguaje que tienen las redes. Un lenguaje que es la mezcla entre ese formato audiovisual tradicional y, al mismo tiempo, esa cercanía que también tiene el teatro, en este caso porque el público puede comentar y puede, democráticamente, por decirlo de algún modo, expresar su opinión de lo que está viendo, si le gusta o no. Así surge Vestuario o Maquillaje, como una necesidad de llevar el teatro a un nuevo escenario, a una nueva plataforma.
—¿Cuáles son los referentes para hacer VOM?
—A nivel real hay una serie que yo hice en Instagram, en España, que se llama Dulces de barrio, que me sirvió mucho como base en el sentido de la dinámica de lo momentáneo, de lo rápido que es. A partir de ahí, realmente todos los referentes son culturales que tienen que ver con el cine, son referentes también personales, de un homenaje que yo quería hacerle a esa vida que hay detrás del teatro y que normalmente solo viven los artistas o los técnicos. Es esa magia de lo que ocurre en un camerino donde se encuentran los actores, los técnicos, donde conversan, todo eso que es behind scenes, el detrás de las escenas, y que es algo tan rico y al mismo tiempo de tanto enredo. Todos esos referentes están, tanto nacionales como internacionales, y los podemos ver desde el punto de vista del vestuario, lo sonoro, o lo visual en la dirección de arte. Quería hacer un homenaje al teatro, tanto cubano como universal, también a elementos, a figuras que conforman parte de nuestro imaginario contemporáneo como pueden ser, y te pongo ejemplos claros, el personaje de Tifón, que es la asistente de dirección del teatro, amante y conocedora del medio, nos recuerda mucho en su vestimenta a la princesa Leia, como queriendo decir que esa muchacha que ama tanto el teatro viene de una galaxia muy lejana. Tenemos también, por ejemplo, a nivel de la dirección de arte, los cuadros de estas grandes artistas que están enmarcados en ese teatro que no te dejan entender si es realmente un teatro de Cuba o no, porque hay una foto de Rosita Fornés, que es cubana, una de Bette Davis, de Sarita Montiel, de María Félix, hay un referente a todos esos elementos que son tan universales.
—Serie, teatro, internet, son conceptos que por separado pudieran parecer contradictorios, pero entonces por qué VOM funciona.
—Funciona porque precisamente estamos hablando, y esa es la particularidad que tiene este producto, de un género que está incipiente, naciendo. Este es el primer referente de este tipo de producto en Cuba, me atrevo a decirlo así, porque no estamos hablando de teatro grabado para las redes o para la televisión, como era lo que se hacía antes, o por ejemplo, lo que fue Farándula Like, una obra que ya existía del teatro que se adaptó a las redes sociales, como mismo se hacen adaptaciones de las obras a la televisión. No estamos hablando de eso, sino de un producto que desde el teatro está pensado para ser consumido a través de las redes sociales. Tanto es así, que cuando me preguntan si va a llegar a la televisión, yo digo: habrá que ver, se podrá poner especificando antes que tiene una salvedad, está hecho con una dinámica, un formato visual que es para ser disfrutado en las redes, y eso está latente también en la duración, pues son capítulos de tres a cuatro minutos para que la gente los disfrute rápido y los pase. No es una serie tradicional con una duración tradicional. En este caso no; estamos hablando de cápsulas que conforman una serie propiamente dicha en la que usted puede ver historias autoconclusivas de lo que ocurre a través de una línea general, eso sí, pensadas para el teatro. Otra de las particularidades es que el producto está escrito específicamente para las redes, para que se disfrute de esa magia del teatro a través de internet. Ahí está, digamos, la esencia de ese trinomio.
—¿Crees que estamos asistiendo al nacimiento de un nuevo tipo de teatro en Cuba?
—Yo no sé si estamos asistiendo al nacimiento de un nuevo teatro en Cuba como tal. Yo sé que estamos asistiendo nuevamente, modestia aparte, a las ganas de Jazz Vilá por hacer que el teatro cubano sea de vanguardia, que pueda aprovechar las oportunidades y además las crisis para dar un paso adelante. Este tipo de teatro también se está haciendo ya en otros países, no nos podemos quedar atrás. Si es algo que realmente se va a quedar como una constante que otros grupos vayan a repetir, eso no lo sé, eso depende de la visión que se tenga en otros grupos y de los deseos que tengan de poder llevar adelante un proyecto así. Ciertamente en este caso hay una serie de requerimientos técnicos que hacen que esto sea un poquitito más dificultoso, porque hace falta cámara, una serie de recursos para que este tipo de teatro pueda ser. No sé si se quedará en Cuba como una variante, pero por lo menos Jazz Vilá Proyect va a seguir apostando por este tipo de teatro, a la par que va seguir alimentando el teatro tradicional en los escenarios, pero vamos a continuar viendo esta serie de VOM y muchísimo más específicamente hecho para las redes sociales desde la compañía.
Hay que sumar, además, que el canal Jazz Vila Proyect Plus, que se inauguró con la serie, nos va servir como escaparate, sobre todo internacional, para que aquellas personas que están fuera de Cuba, o las que están fuera de La Habana, puedan disfrutar también a través de las redes sociales de parte de nuestro trabajo, que hemos estado realizando durante seis años. La gente va a poder ver obras como Farándula o Rascacielos en Youtube, va a poder ver los making of de cómo se han hecho estas obras, o sea, va a ver todo un contenido audiovisual que disfrutarán y los acercará más al trabajo que hace la compañía.
—En tus creaciones hay algunos resortes que se repiten, la sexualidad, el arte pop, el minimalismo, la interacción artista-público. ¿Por qué?
—Bueno porque son mi manera de hacer tangible las ideas que tengo sobre mis inquietudes. La sexualidad es algo que está dentro del ser humano, desgraciadamente después de tantos años de moralidad sobre el cuerpo, sobre el género, pues evidentemente pienso que es un tema que está y permea todo lo que tiene que ver con el ser humano. Es algo que nos ayuda a entendernos más.
El arte pop resulta fundamental porque es el arte de nuestra era, estamos viviendo en una era moderna contemporánea y estamos viviendo el pos-posmodernismo, precisamente a partir de los años 2000 todo el fenómeno milenials. Eso tiene que estar latente en la poética de lo que estamos haciendo y, además, para mí es fundamental que esté, porque si no estaría yo demodé. Por eso es ese contacto con los jóvenes. No es que yo no quiera montar Bernarda Alba, pero tengo que encontrar entonces una manera totalmente contemporánea y moderna de hacerlo, porque si no la gente no se siente identificada y al final yo creo que ahí está el error. A veces en Cuba en ese sentido, estamos tan enquistados en que el clásico hay que hacerlo de manera clásica y olvidamos que lo clásico es aquello que, pese a cualquier época en la que se desarrolle, sigue vigente. Por eso es tan vigente Romeo y Julieta en la Inglaterra de Shakespeare como alguna historia de Romeo y Julieta en La Habana del siglo XXI, en pleno año 2020.
Por ejemplo, podría desarrollarlo ahora una compañía diciendo que en medio de la pandemia hay una familia que vive en un municipio, otra familia que vive en otro, y no deja que estos jóvenes de momento se vean, por miedo a que se contaminen, y resulta que ellos a pesar de eso se aman y en la versión final terminan contagiándose. Imagínate… esa podría ser una versión de contar Romeo y Julieta. Pero si usted viste a la gente con trajes ingleses que dan tremendo calor, pone todo, la gente joven no va a ir al teatro. Esa es la realidad y no es lo que yo quiero. Desgraciadamente es la realidad de nuestro contexto, de nuestro país y de nuestra idiosincrasia, la gente directamente no va, y eso es verídico en obras que se han puesto recientemente en nuestro teatro contemporáneo. Obras buenísimas, yo las he ido a ver, y hay allí 30 personas, porque la gente no se comunica con eso, todo el mundo no tiene un lenguaje artístico para entenderlo, eso tienen que entenderlo los creadores, y yo creo que lo he tratado de entender bastante bien.
El minimalismo está porque pienso que también forma parte de la vida moderna. Mientras menos cosas yo ponga de escenografía y mientras menos adornos haya, el público se va quedar más con los actores y con la historia. Eso es una visión mía y también tiene que ver con mi propia filosofía de vida. Yo creo en el minimalismo, lo aplico en mi vida, me ayuda a concentrarme en la esencia de lo que quiero. La interacción con el público directamente para mí es esencial porque si no conecto con el público para qué lo voy a hacer. Yo soy director para entregarle una obra al público, no a mí, cuando yo quiero hacer algo para mí, actúo yo.
—Algunos temas de los abordados en tus obras pueden ser vistos desde el drama, pero eliges la comedia. ¿Por qué?
—La comedia para mí es una ventana muy importante, podemos hacer reflexionar a través de la sonrisa, a través de la alegría. Hemos creído que a través del llanto uno aprende, yo estoy posiblemente en contra de esa creencia, pienso que uno mientras más ría, se divierte más. Y cuando está en otro momento entonces reflexiona sobre el momento de la alegría, sobre la risa, sobre el momento que vivió. Al final, siempre estamos buscando esa añoranza de sentirnos bien, felices, alegres. Por tanto, eso es lo más cercano que nosotros tenemos desde los géneros artísticos, la comedia. Por ejemplo, Farándula, la obra más taquillera y con más número de funciones en décadas en el teatro cubano —estamos hablando de 170 funciones a teatro lleno, más de 50000 espectadores—, es una comedia que parte de una historia personal muy desagradable, muy triste, pero yo la conté como una comedia para que la gente la disfrutara y ahí está el resultado. A lo mejor si yo la hubiese hecho como una tragedia, hubiésemos hecho 20 funciones, a lo mejor hubiese conectado con un grupo de personas, pero no con todas. Yo te cuento, y te digo “esto es doloroso, pero de esto es de lo que tienes que aprender en la vida, porque te puede pasar pero tienes que ir adelante”. O sea, siempre hay que buscar la solución, buscar un punto de vista divertido y también aunar fuerzas con los amigos para encontrar caminos, pero siempre, siempre haciendo una comedia de calidad.
—Jazz Vilá Proyect es una de las compañías teatrales cubanas más seguidas por los jóvenes y también más mediáticas. ¿A qué piensa Jazz que se debe esto?
—Bueno, esto se debe a la visión de Jazz Vilá, yo no tengo falsa modestia, por eso puede que a algunas personas les parezca que soy un poco egocéntrico, que soy un poco, incluso, petulante o creído, pero no, eso se debe muy claramente a un estudio primeramente para entender o tratar de entender qué quiere el público. Y estamos hablando de que el público cubano tiene realmente pocas opciones de entretenimiento, en Cuba hace mucho tiempo los cines están muy vacíos, salvo cuando está el Festival. Realmente no hay muchos centros nocturnos, no hay parques de atracciones, y el público está buscando, y sobre todo los jóvenes, opciones donde divertirse. La visión que yo tenía es que el teatro se volviera uno de esos espacios de entretenimiento escogidos por el público. Los jóvenes nada más que iban a los conciertos de música moderna, urbana o a los comediantes, ¿y el teatro? El teatro es un espacio maravilloso para entretenerse, porque es que la función básica del teatro desde su nacimiento —no lo dijo Jazz Vilá, lo dijo Bertolt Brecht y los grandes autores y creadores griegos—, la hacían para divertir al público, para recrear, para al mismo tiempo ser didáctico y enseñar, pero desde el entretenimiento. Hay que enseñar, claro, pero desde el entretenimiento. Por eso mi compañía se centra en el entretenimiento. Todas las gamas de opciones que podemos hacer que siguen el entretenimiento las vamos a hacer, sea teatro tradicional, sea teatro callejero, sea digital, todos los espectáculos que podamos hacer, pero siempre desde el entretenimiento. Y ahí está la respuesta de los jóvenes, eso es importante. Y que tenga una calidad, que haya un vestuario cuidado, desde los colores, desde lo simple, desde el minimalismo, que tenga sentido a nivel sonoro, de la música que escogemos, que cuente y que conecte con los espectadores.
—En varias entrevistas has hablado de la experiencia del teatro cubano fuera de fronteras. ¿Nos cuentas?
—Cuando hablamos de teatro cubano fuera de fronteras, yo pienso que es una cosa muy bonita, por ejemplo, yo he llegado a México, y había gente que había visto Farándula, que me reconocieron, increíblemente, en el aeropuerto de Cancún. Me ha pasado en Panamá, en República Dominicana nos quieren mucho. En Estados Unidos ha sido increíble. Con Farándula, por ejemplo, en Texas, aquel teatro estaba lleno de gente riéndose con una obra cubana. Entonces yo pienso que al teatro cubano hay que darle esa dosis de universalidad y entenderlo como el teatro no solamente para ir a festivales. El festival es un marco donde va gente de teatro, tenemos que tratar de llevar nuestro teatro y darle un sentido un poco más comercial para que las historias que contamos sean desde la cubanía también universales y que se puedan hacer historias que se disfruten y se entiendan. Ahora mismo está pasándonos con VOM, en todos los países del mundo los camerinos son lugares donde la gente se intercepta, se ven artistas, técnicos, hablan, hay enredos, una peluca que se pierde, un zapato que va para otro lado, eso es universal y por eso la gente lo entiende.
En Farándula, por ejemplo, en todos los lugares hay un artista que no tiene dinero para desarrollar su obra, en todos los lugares hay un amigo que tiene otros recursos que ayuda a ese artista, en todos los lugares hay personas que emigran. Estamos viendo series de Netflix que tienen actores colombianos, españoles, mexicanos; series americanas que tienen actores australianos, ingleses… Es parte de la vida la emigración y es un tema universal. Todas las temáticas que trato de tocar en mis obras son universales, que es quizá ese contacto que hemos tenido nosotros desde una compañía tan joven. La suerte de presentarnos en otros países es una cosa muy rica porque nos ha alimentado y enriquecido para seguir trabajando esa línea del teatro. Espero también que muchas más compañías cubanas, y que nuestro teatro se abra, por supuesto, a que también puedan venir extranjeros que quieren ver nuestras obras. Pero no solo nuestras obras clásicas, sino todo nuestro teatro, porque tiene que haber espacio para todo el teatro que se hace en Cuba.
—¿En qué proyectos trabaja ahora mismo Jazz Vilá?
—Ahora mismo me encuentro en Estados Unidos para rodar mi próxima película como actor, es mi primer personaje protagónico en el cine norteamericano. Una película completamente en inglés, con Peter Greene como coprotagonista, es el actor conocido por películas como La Máscara o Pulp Fiction. Para mí es un reto muy grande como actor. Desde el punto de vista de la compañía y como director pienso que VOM tendrá una segunda temporada, yo creo que es evidente a raíz del éxito, estamos hablando de una serie que tiene apenas ocho capítulos de tres a cuatro minutos y que en menos de un mes ha logrado tener más de mil suscriptores. El primer capítulo logró tener más de 3000 visualizaciones en 24 horas, eso ya te habla desde luego de un éxito y de que tiene que haber una continuidad. En la compañía estamos esperando que podamos volver a los teatros para saldar esa deuda pendiente con esa cuarta temporada de Farándula que se quedó un poco en el aire y que esperamos reanudar con nuevos invitados y siempre cosas renovadas para darle ese espíritu que merece el público. Y bueno, trabajando en dos proyectos más recientes: una nueva obra de teatro que se llama Terapia, precisamente para estrenarla en algún momento más adelante de 2021, y otra serie ya no es de teatro digital, una serie tradicional que se llama Banana Limón. Como ves, estamos con bastantes ideas desde Jazz Vilá, así que un beso fuerte y muchísimas gracias por la entrevista. Recuerden siempre que unidos somos más teatro.