política cultural
Herejías del arte joven cubano
El libro Camino de herejías, de Yasel Toledo Garnache (Ediciones La Luz, 2023) fija de la manera más contundente la posición de los jóvenes artistas, escritores, investigadores y críticos de Cuba frente a los desafíos de la creación y de la historia. El texto recoge informaciones e interpretaciones valiosas para comprender la cultura cubana y para crear y gestar desde las oportunidades que ofrece la Asociación Hermanos Saíz a la juventud.
En las páginas de esta obra el lector podrá servirse de un sustancioso preámbulo o introducción titulada «La fuerza del arte y la pasión» que lo adentra en los objetivos de la organización, la génesis y los protagonistas, el sistema de soportes materiales y organizativos para la creación, el legado ético y artístico de los hermanos Luis y Sergio Saíz. La segunda, tercera y cuarta parte se encargan, respectivamente, de atesorar «Testimonios desde la pasión», «Debates y sueños» y «Maestros de juventudes», secciones que reúnen entrevistas a los presidentes anteriores de la asociación, resúmenes de congresos e inspiradores nombres y méritos. En las entrevistas van aflorando de modo entretejido y balanceado los hechos de la vida artística que distinguen la labor creativa de los entrevistados y se exponen sus anhelos y propuestas renovadoras.
Camino de herejías rescata del olvido una especie de manifiesto redactado por Jorge Luis Sánchez y nombrado nada más y nada menos que «Pensamiento AHS», el cual propone un grupo de principios sobre el arte, sus funciones y la libertad creadora, con energía y yuxtaposiciones de tono vanguardista. Tal manifiesto no es poca cosa y realmente establece una fortaleza de espíritu frente a los abismos y burocratismos, se vuelve un mapa perfecto para la mirada, el acto y la rotura de posibles laberintos. Si la cultura cubana no vive tiempos grises a pesar de los pesares, los nuevos burócratas y sus aspirantes sustitutos, es gracias a hechos emancipadores como el aludido texto del destacado cineasta y la misma obra de Yasel Toledo Garnache a la cual se refieren estas pocas palabras.
La política cultural de la revolución cubana queda mejor codificada en Camino de herejías que en la mayoría de las obras especializadas, propagandísticas, políticas o jurídicas que la abordan, sobre todo el asunto de la libertad creadora, literalmente sin límites tanto en la forma como en el contenido, en la actual situación histórica de Cuba. Ello lo logra con los hechos y declaraciones individuales y colectivos que registra. Los cubanos estamos llamados por la razón, que nace de la vida, a desplegar una gran ofensiva para el desarrollo de la economía sin sacrificar los ascensos a las cumbres artísticas; recientemente presentado y obsequiado en el IV Congreso de la Asociación Hermanos Saíz, Camino de herejías es una lucidez alcanzada, un poderoso acicate para más altas metas.
La AHS con el alma en sus creadores y Cuba
La Asociación Hermanos Saíz llegará el próximo 18 de octubre a los treinta y cinco años de vida con el propósito de ser eternamente joven, como una familia grande que se renueva de manera constante, fiel a su espíritu más allá del arte.
Somos más de tres mil seiscientos miembros a lo largo de toda Cuba: escritores, actores, dramaturgos, investigadores, músicos, promotores, artistas visuales, realizadores, periodistas…, unidos por el amor a la creación.
La AHS cuenta con una amplia plataforma de promoción, becas y premios, eventos y jornadas de programación, todo lo cual favorece su protagonismo indiscutible dentro de la sociedad cubana, pero los desafíos también se renuevan y hasta crecen. Navegamos en un mar de retos, donde también es importante conocer los inicios, la épica de una vanguardia que siempre deberá ser consecuente con su esencia.
GÉNESIS
El nacimiento oficial de la AHS ocurrió en 1986, en un encuentro nacional entre representantes del Movimiento de la Nueva Trova y las brigadas Raúl Gómez García y Hermanos Saíz. Solíamos imaginar ese intercambio como difícil, lleno de diferencias y tremendismos, porque para muchos no debía ser fácil aquella integración, que significaba perder el nombre de organizaciones con historias propias y prestigio indiscutible, como el de la Nueva Trova, reconocido a nivel internacional.
Varios participantes nos han expresado que todo fluyó bastante bien, y que verdaderamente las personas con más razones para sentirse insatisfechas eran las integrantes del referido movimiento, con lazos gremiales fuertes.
Muchos coinciden en que un elemento aglutinador fue la elección como presidente del pianista Víctor Rodríguez, quien había obtenido hacía poco uno de los premios más importantes a nivel mundial, y resaltaba además por sus ideas y criterios, como alguien capaz de representar verdaderamente a todos.
Los orígenes radican más atrás. Tal vez en aquellos hermanos poetas, Luis y Sergio Saíz Montes de Oca, que fueron asesinados el 13 de agosto de 1957, con apenas diecisiete y dieciocho años de edad. Ahí están sus versos y artículos, sus ejemplos de vida, como amantes de la literatura, del arte y de Cuba.
“La AHS cuenta con una amplia plataforma de promoción, becas y premios, eventos y jornadas de programación, todo lo cual favorece su protagonismo indiscutible dentro de la sociedad cubana, pero los desafíos también se renuevan y hasta crecen”.
Cuenta el historiador pinareño Luis Figueroa Pagés, estudioso de la obra de aquellos valerosos muchachos, que en una de las sesiones de los encuentros de Fidel con los intelectuales, en junio de 1961, el escritor Aldo Martínez Malo le mostró al líder de la Revolución una edición de los textos de Luis y Sergio, en un libro titulado Obras completas de los hermanos Saíz, del cual solo había doce ejemplares. Le regaló uno, y en público le propuso crear algo para aglutinar a los jóvenes creadores en torno al ejemplo de ellos. A Fidel le agradó la idea, y meses después surgió el Grupo Hermanos Saíz (GHS), con el impulso de la Uneac.
Durante una conversación en el Pabellón Cuba, el escritor Norberto Codina nos dijo que el 15 de mayo de 1962 La Gaceta de Cuba publicó una nota referida a ese grupo. A continuación compartimos un fragmento:
La Unión de Escritores y Artistas de Cuba se halla organizando el Grupo Hermanos Saíz, en cuyas realizaciones tiene fundadas esperanzas. Trátase de una organización colateral de la Uneac que será integrada por aquellos escritores y artistas que, por su juventud o por causas diversas que no son ajenas a la condición semi colonial de la Cuba prerrevolucionaria, no han podido todavía desarrollar una profesionalidad literaria o artística; a pesar de lo cual no creemos que deben hallarse alejados de nuestra Uneac.
Integrarán pues este grupo, en cierta forma, candidatos a miembros de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. No se trata, por lo tanto, de un organismo necesariamente juvenil, como ha sido interpretado por algunos: en él deben encontrarse cuantos, aun sin una obra suficientemente madura como para ya ser miembros de la Uneac, han dado pruebas de cierta calidad en su trabajo. Confiamos en que de este Grupo Hermanos Saíz habrán de salir los futuros grandes creadores de nuestra patria socialista.
Agrega Codina que funcionó durante algunos meses pero desapareció por inercia. Años después, en septiembre de 1971, fue retomado, pero se cambió su nombre a Brigada Hermanos Saíz. Según refiere, a solicitud de Nicolás Guillén, el poeta Sigifredo Álvarez Conesa se desempeñó como una especie de coordinador, y realizaban encuentros cada sábado: “Lo hacíamos como aficionados a la literatura, no era obligatorio ser miembro para participar, pero desde aquel momento los integrantes de la brigada eran seleccionados a partir de su obra”.
“Navegamos en un mar de retos, donde también es importante conocer los inicios, la épica de una vanguardia que siempre deberá ser consecuente con su esencia”.
Añade que al principio todos eran de Literatura, pero luego se sumaron artistas visuales como Eduardo Roca (Choco), y más tarde de otras manifestaciones. Reconoce que la Unión de Jóvenes Comunistas lideró el proceso para que la brigada fuera realmente nacional, con presencia en todas las provincias. Su primer presidente electo fue Omar González, lo cual ocurrió en un activo realizado con representantes de todos los territorios. Otros presidentes nacionales fueron el escritor Carlos Martí y el pintor Roberto Fabelo.
MOMENTOS CON FIDEL
Después de creada la Asociación Hermanos Saíz hubo dos encuentros durante varias horas con Fidel, cuyas intervenciones fueron recopiladas en el libro Fidel y la AHS, del autor Elier Ramírez Cañedo. El primero ocurrió el 12 de marzo de 1988 en el Palacio de las Convenciones.
Resulta interesante escuchar las opiniones de los creadores que asistieron, incluidos todos los miembros del Consejo Nacional de aquel momento, quienes resaltan el buen ambiente y la capacidad de diálogo, a pesar de la sinceridad del intercambio. Ese día el líder expresó que una organización como esta “se justifica ahora y siempre. ¡Ahora y siempre!”
El otro encuentro fue el 18 de octubre del 2001, en el Primer Congreso de la AHS, cuando Fidel, también gran intelectual y amante de las artes, analizó el contexto internacional y del país, más allá de la cultura. Luego de ese cónclave se instauró el Pabellón Cuba, ubicado en el Vedado capitalino, como sede nacional de nuestra organización.
BECAS Y PREMIOS, DE LAS MAYORES CONQUISTAS
El sistema de becas y premios de la AHS, en coordinación con el sistema institucional de la cultura, es una de las mayores conquistas, con amplias posibilidades para el crecimiento profesional de los jóvenes escritores, artistas e investigadores. Creado en los años noventa del pasado siglo, se ha enriquecido a lo largo del tiempo y abarca todas las manifestaciones.
En Literatura hoy existen posibilidades como las becas Fronesis y La Noche, y los premios Calendario, Celestino, Reina del Mar Editores, Sed de Belleza, Mangle Rojo, Aldabón, La llave pública y Portus Patris, todos los cuales incluyen las publicaciones de las obras ganadoras.
Obtener las becas Elena Burque, Ignacio Villa, Conmutaciones y Pucho López garantiza a los músicos grabar un fonograma con una de las principales disqueras del país.
Para los artistas visuales están las becas Juan Francisco Elso y Antonia Eiriz; mientras para los realizadores audiovisuales se encuentran la Chicuelo, y otras oportunidades dentro del Taller y Concurso Antonio Lloga In Memoriam, en Santiago de Cuba; La Vuelta Abajo, en Pinar del Río; y el Almacén de la imagen, en Camagüey.
En las artes escénicas se ofrecen los premios Adolfo Llauradó (actuación), Aire Frío (dirección escénica), Ramiro Guerra (danza), y las becas Milanés (obra teatral) y La selva oscura (investigación). Para los periodistas existen opciones como el Taller y concurso Rubén Martínez Villena, con sus galardones en Prensa Escrita, Radio, Televisión y Periodismo Digital.
La beca El reino de este mundo es la más general al abarcar todas las manifestaciones artísticas, para apoyar la producción de proyectos. Es la única solamente para miembros de la organización, y se otorga cada tres meses.
Tenemos también una favorable plataforma de promoción, con un departamento nacional de Comunicación, presencia creciente en el mundo digital y medios tradicionales de prensa, además de programas radiales y televisivos gestionados completamente desde la AHS, entre los que se encuentran Paréntesis, ya con quince años de vida, el cual se transmite por el youtube de la AHS y los canales Educativo y Caribe, y En clave, nacido hace apenas unas semanas en la emisora Radio Rebelde.
Solamente entre 2019 y 2020 concretamos otras propuestas televisivas, como El potaje (de música cubana), Una vez al año (sobre las becas y premios de la AHS), Del agua que bebemos (jóvenes músicos graduados del Instituto Superior de Arte); Cortocircuito, en Guantánamo (con debates sobre fenómenos culturales); y proyectos como Tocadiscos y Bitácora AHS. A eso se suman otros programas como Luces del almacén (sobre la historia del evento de audiovisuales Almacén de la Imagen) y Arte soy, ambos en Camagüey.
En cuanto a la radio se mantienen varios, como Hecho en casa, en Pinar del Río; Por ahora, en Guantánamo; La hora de los cabezones, en Holguín, y otros en Camagüey y Cienfuegos, en este último solamente durante los meses de julio y agosto.
Como parte de becas de la Asociación han surgido otros como Sesiones vagabundas, con el impulso del músico Mauricio Figueiral, que se ha transmitido por los canales Habana, Clave y Telesur.
“Ha sido un camino cargado de retos, con fuertes intercambios y debates para hacer mejor nuestra AHS e influir lo más posible en el panorama cultural cubano, conscientes del empeño fundamental de impulsar la obra de los jóvenes”.
RUMBO AL ANIVERSARIO 35
Numerosas personas han contribuido al crecimiento de la AHS durante sus casi tres décadas y media de existencia. Es habitual que muchos integrantes de esta familia nunca quieran salir. Y así, aunque tengan cuarenta, cincuenta años siguen siendo parte de este grupo de soñadores, con la pretensión de ser siempre una vanguardia real. La mayoría de los más grandes creadores del país en algún momento han pertenecido a ella, son Miembros de Honor o Maestros de Juventudes.
Algunos han sacrificado gran parte de su obra en el compromiso de coordinar, ayudar, servir a los demás, desde las responsabilidades de jefes de secciones, miembros de ejecutivos provinciales y de la Dirección Nacional, o al frente de proyectos y grupos artísticos. Aprovechamos para mencionar a los presidentes nacionales: Víctor Rodríguez, Omar Mederos, Eloisa Carreras, Jorge Luis Sánchez, Fernando Rojas, Alpidio Alonso, Luis Morlote, Rubiel García y Rafael González Muñoz.
Ha sido un camino cargado de retos, con fuertes intercambios y debates para hacer mejor nuestra AHS e influir lo más posible en el panorama cultural cubano, conscientes del empeño fundamental de impulsar la obra de los jóvenes.
Juntos hemos vencido numerosos obstáculos. Cada decisión en la Dirección Nacional suele ser ampliamente analizada desde la diversidad de sus miembros, lo cual a veces se extiende durante horas y hasta días, con ímpetu y un deseo casi desenfrenado de lograr nuestra impronta.
Casualmente treinta y cinco años es también la edad límite para pertenecer a la Asociación, por eso enarbolamos el eslogan “quedArte Joven, ahora y siempre”, que incluye nuestro propósito de jamás envejecer como organización, cuya alma deberá estar siempre en sus creadores y el corazón puro de Cuba.
Fidel Castro, artífice de la política cultural cubana
Una revolución educa, una revolución combate la ignorancia y la incultura, porque en la ignorancia y en la incultura están los pilares sobre los que se sostiene todo el edificio de la mentira, todo el edificio de la miseria, todo el edificio de la explotación.
A Fidel no se le puede encasillar en estereotipos preconcebidos; Fidel es una malgama de virtudes humanas que le hicieron florecer como revolucionario, político, abogado, pensador, escritor e intelectual cubano de alto calibre. Para muchos es la figura más trascendental del siglo xx.
El Fidel que yo conocí fue el artista vinculado con la obra cultural trascendental que se formaba a partir del año 1959 con el triunfo de la naciente Revolución Cubana. Fundada sobre la base martiana para crear con todos y para todos, donde no se puede excluir a los artistas e intelectuales cubanos que desempeñarían un papel de transformación cultural, como portavoces de la obra magna que se forjaba.
Sería el 30 de junio de 1961, tras varios encuentros con artistas, escritores e intelectuales, donde se formaría el vínculo transformador de las perspectivas del arte en Cuba. (Palabras a los intelectuales)
El arte cubano que se fecundaba llevó a cabo una política cultural de democratización a todos los sectores de la sociedad a través de la campaña de alfabetización del ’61, la difusión masiva de música, libros, revistas, espectáculos teatrales y las unidades de cine móviles que llegaban a los lugares más recónditos de la isla para proyectar filmes.
A la par se creaban instituciones culturales como como el Instituto de Arte e Industria Cinematográfica (Icaic), referente obligado del cine latinoamericano, la Casa de las Américas, el Consejo Nacional de la Cultura, El Teatro Nacional de Cuba, el Teatro Escambray, la Unión de Escritores y Artistas (Uneac) y la Imprenta Nacional, que después pasó a ser la Editora Nacional de Cuba, permitiendo darle una institucionalidad a la cultura, donde pudieron convivir y converger artistas de disímiles manifestaciones artísticas y de ideologías políticas diferentes.
Una revolución cultural, que también era comprensiva con los artistas que tenían una manera diferente de pensar respecto al proceso revolucionario cubano.
“La Revolución tiene que comprender esa realidad, y por lo tanto debe actuar de manera que todo ese sector de los artistas y de los intelectuales que no sean genuinamente revolucionarios, encuentren que dentro de la Revolución tienen un campo para trabajar y para crear; y que su espíritu creador, aun cuando no sean escritores o artistas revolucionarios, tiene oportunidad y tiene libertad para expresarse”.
Fidel Castro Ruz. (Palabras a los intelectuales)
El arte se convirtió en una maza social emancipadora, cuestionadora, reflexiva, autocritica, democrática y de unidad. Que daría respuesta a la pregunta ¿Qué función deben cumplir el arte, la literatura, y la cultura en una nación socialista?
Fidel germinó la idea, la cultivó como quien hace renacer las mejores virtudes del arte cubano cuando expresara: La cultura cubana es “alma”, “energía”, “escudo y espada de la nación.”
Palabras que hay que interpretarlas como un ente vivo, como un corazón que late, como voz viva que no debe morir en un papel, que lleva cuestionamientos y reflexiones de invitación a comprender que lo primero que tenemos que salvar es la cultura; sin cultura no hay libertad.
Tal importancia revisten estas palabras cuando la patria amada quiere ser mancillada, ultrajada, desvalorizada y cuestionada, por sus valores políticos, sociales, culturales. En este contexto histórico y social sale a luz la verdad que deben imponer los artistas; la verdad de educar, de combatir la ignorancia, sensibilizar, visualizar los logros de la Revolución mediante las manifestaciones artísticas, de afirmar nuestra identidad, no utilizando el halago desmedido, sino la crítica formadora y correctiva de lo que se puede hacer mejor.
“Una revolución educa, una revolución combate la ignorancia y la incultura, porque en la ignorancia y en la incultura están los pilares sobre los que se sostiene todo el edificio de la mentira, todo el edificio de la miseria, todo el edificio de la explotación”. Fidel (1961)
El intelectual Miguel Barnet dijo una vez: “El artífice de la política cultural cubana, el gestor, es Fidel… Todas las opciones culturales que hoy tenemos se las debemos a Fidel.”
Debemos utilizar todas las opciones culturales presentes que soñó y llevó a la vida nuestro Comandante en Jefe, hacerlas nuestras, trasmitir el mensaje emancipador de Fidel y seguir desarrollando el arte y la cultura, para que el arte y la cultura lleguen a ser un verdadero patrimonio de todo el pueblo cubano, rompiendo todas las barreras sociales y de espacio, que permitirán construir una generación mejor.
Los artistas junto con Fidel somos los artífices de la política cultural cubana que forjará el hombre nuevo.
Cubadisco 2021: El dilema de las nominaciones
Hace algunos años que la Feria de la Música Cubana Cubadisco —cuya vigésimo tercera edición se realiza este año de manera online, del 13 al 23 de mayo— genera opiniones encontradas a partir de cómo se organizan las diversas categorías y nominaciones. El esfuerzo loable por desarrollar el certamen en el marco de las irreparables consecuencias para la cultura que ha dejado la pandemia de la Covid-19, amerita aún la observancia de un diseño cada vez más a tono con la realidad de la industria y con la demanda de un público ávido de contenidos musicales de excelencia.
Me refiero no solo a lo que se promociona en los medios o en las redes sociales, sino también a lo que se “explica” y se “justifica” del diseño del evento más importante que tiene la música cubana en el año, sobre todo, en el papel que juega el criterio especializado y la participación de los expertos de la industria y los creadores —principales protagonistas del certamen— a la hora de decidir su funcionalidad. Es verdad que no debe dejarse al azar o a lo que dicte la mayoría, la decisión final de quiénes son los nominados o premiados —para eso trabaja gran parte del año el grupo consultivo del Premio—; pero sí esclarecer qué función tiene la votación (ya sea o no por un premio de popularidad o de los medios especializados) que justamente se colocó esta vez en la plataforma Streaming Cuba y a cuyo link solo se accede a través de la telefonía móvil.
¿Todos tuvieron acceso? ¿Se comunicó eficientemente esta posibilidad que no se había tenido en años anteriores?
Las redes sociales han venido a suplir un espacio cada vez más importante de socialización de contenidos en un país que cada año incrementa su acceso a Internet. Pero, ¿cómo se redirecciona a los públicos hacia esos contenidos?, ¿es el espacio online suficiente para llamar la atención sobre un evento de relevante importancia para la cultura cubana? Si bien es un logro que un canal especializado como Clave haya engrosado su parrilla con los contenidos del certamen 14 horas de transmisiones diarias, creo que habría que redireccionar esa parrilla hacia otros canales y horarios estelares necesitados de buenos contenidos musicales (los espacios de las noches de sábados y domingos por Cubavisión, por ejemplo, donde en otros momentos se han programado). Lamentablemente, en Cuba todavía todos no tienen acceso a Canal Clave.
Conciertos para un Premio y Documentales para un Premio, preparados específicamente para resaltar la labor y resultados de Cubadisco, son materiales de excelente calidad que debieran socializarse con más regularidad y en diversos medios y soportes. También el espacio Tienes la Palabra, que ha organizado en las tardes el Ministerio de Cultura y la red de Streaming Cuba, y donde han comparecido con sus criterios varios musicólogos y especialistas, ameritaría un lugar más relevante en los medios tradicionales de comunicación.
Pero sin dudas, la parte que sigue generando más opiniones cada año en el diseño de Cubadisco, es la manera en que se organizan las nominaciones y las categorías a premiar. Debo reconocer lo difícil que resulta organizar coherentemente dos años de producciones fonográficas (la edición de 2020 no se realizó por los efectos de la pandemia) y la amplitud de categorías surgidas este año por esa particularidad. Sin embargo, aún quedan lagunas conceptuales que movilizan la opinión especializada, de los públicos y de los propios músicos participantes.
Sigue la dicotomía dentro de la Música Urbana, donde no calificamos certeramente a ciertos géneros mal vistos por la política cultural: acabemos de llamar al reggaetón por su nombre si lo vamos a nominar y a premiar. El rap, la cultura hip-hop, la escena electrónica y otros géneros también concebidos desde la urbanidad engrosan esa categoría, ¿por qué el eufemismo con un género que ha evolucionado y cuya popularidad y dinámicas de producción y promoción crecen por días?, ¿acaso sus valores musicales, ponderados por un jurado que nomina, no son suficientes para legitimarlo?
El criterio cuantitativo no debe ser el único medidor a la hora de organizar y diseñar las categorías en Cubadisco. Los criterios de selección y organicidad deben buscar el equilibrio representativo de lo que se produce musicalmente en un período, pero también de cómo se produce y cuáles son las tendencias más actuales de esa producción dentro de la industria. A mi juicio, ya es hora de que una categoría como el single, cuya práctica de producción está legitimada a nivel mundial, se nomine. Incluso, músicos cubanos de reconocida trayectoria como Leoni Torres o X Alfonso, como también la mayoría de los defensores de la escena urbana, diseñan sus lanzamientos y producciones de esta manera (el propio Leoni Torres, después de Salseando, no produjo un CD completo hasta este 2021, ¿por eso no tiene derecho a estar y competir en Cubadisco?) Algunas de las reflexiones sobre el tema ya fueron expuestas en el espacio Tienes la Palabra, donde las musicólogas Yentsy Pérez Rangel y Leannelis Cárdenas expusieron el asunto. Cubadisco tiene también la misión de orientar, de marcar pautas para la producción fonográfica en Cuba. La inserción de esta categoría obligaría a las disqueras cubanas a cambiar para bien económico y promocional sus producciones, algo que ya hacen algunas pero que solo se generaliza a la hora de hacer campañas políticas o de bien público.
En el mismo sentido, si hemos pasado casi dos años elaborando contenidos caseros o los llamados lives, potenciados incluso desde la institucionalidad para dar salida a la obra de los músicos en los llamados conciertos Estamos Contigo, por qué no se tuvo en cuenta esta categoría que ya han introducido otros certámenes como el Lucas, por ejemplo. Hay también calidad en varios de estos materiales, capaces de competir y servir a la vez de estímulo a quienes no han parado su creación incluso en los momentos más difíciles de la pandemia. De eso también trata la labor de un artista, de buscar soluciones, de ser lo suficientemente creativo a la hora de hacer llegar su obra al público.
Es difícil —repito— lograr uniformidad dentro de la gran variedad de producciones recibidas. Defiendo incluso la inclusión de categorías que este año muestran ciertas zonas pobladas de la producción, como el caso de Antología/Versiones o Nuevos Cantautores (aunque esta última todavía es muy discordante con su hermana mayor, la tradicional Ópera Prima), pero incluso, la existencia de estas u otras categorías no debió imposibilitar la participación de obras que muy bien funcionaban en otras, amén de que creciera el volumen categorial. Por ejemplo, ¿que imposibilita que un excelente disco como A romper el coco, ubicado en la categoría Tradición Sonera del área de música Patrimonial, concurse igualmente en Antología/Versiones?, ¿acaso no es también un disco de versiones? Lo mismo pudo suceder con A Journey through Cuban Music, de Aimée Nuviola, disco de versiones pero también de música bailable (categoría en la que ganó un Grammy Latino); o con ¡Ay! Mamá Inés. Llegó la Valdés, cuya excelente intérprete pudo también participar en Cancionística; o con un disco experimental de electrónica y música house como Deja la bobería de Dj Reitt & Shanara, conformado por versiones a temas antológicos de la música popular cubana, que pudo a su vez estar también en Antología/Versiones.
Sirvan estos ejemplos como botón de muestra del problema, pero existen otros muchos dentro de los nominados de este año. ¿Por qué las cuotas? Si hay diez buenos discos en cada categoría, debieran estar nominados como corresponde, como sí ocurrió en las categorías Audiovisuales, en algunas de las cuales hay seis, siete y hasta ocho concursantes. Más importante resultaría analizar precisamente las áreas de silencios que todavía existen y que no llenan ni convocan categorías en importantes géneros de la música cubana desatendidos o no promocionados por las disqueras, algo que ha señalado por estos días el crítico Oni Acosta.
La diferenciación etaria está bien para llamar la atención sobre cierta superproducción cualitativa en determinados géneros, pero ha sido una práctica de los últimos Cubadisco el separar competitivamente a los jóvenes de los consagrados, sobre todo en la música popular bailable o el jazz, y esto no me parece estratégicamente correcto. Este año, dada la cada vez más creciente participación de los jóvenes, surge Nuevos Cantautores y ninguno de los nominados en esa categoría participa en otras donde debieron estar: Nueva Trova, Canción Contemporánea o Cancionística, por solo mencionar algunas de las probables. Cubadisco premia la mejor producción de un año, ningún consagrado va a dejar de serlo por “perder” en buena lid con un joven; sin embargo, para un joven músico es muy importante saber que compitió con los mejores exponentes de su género.
Por último, quiero hacer referencia a un debate bizantino que ha avivado por estos días el maestro Joaquín Betancourt, Premio Nacional de Música, en sus perfiles en redes sociales, y que tiene que ver con el reconocimiento de los arreglistas, repertoristas y productores musicales.
En la última edición fue reconocida con el Premio al Productor Élsida González, productora ejecutiva del disco que a la postre se alzó con el Gran Premio, Saxofones live sessions; anteriormente, en 2018, debemos suponer que Jorge Aragón, productor del disco Libre de pecado. Beatriz Márquez canta a Adolfo Guzmán ganador del Gran Premio y de varias categorías, quien recibió a la par el reconocimiento con la intérprete en la gala de premiados, fuera el Productor de ese año. Debo suponer que este año igualmente se dé el premio que quizá resulte del Gran Premio Cubadisco 2021. Pero, ¿por qué no se nomina igualmente esta importante especialidad en una categoría? Digo más, ¿por qué no se estimula debidamente la notoria labor de estos especialistas, igualmente músicos, sin los cuales la producción fonográfica no existiría?, ¿por qué, aunque no resulten premiados en Cubadisco, no se reconoce su labor en otras tantas producciones que desarrollan en el año y que son nominadas o premiadas en otros certámenes? (sirva de ejemplo puntual este año, el caso de Roniel Alfonso, premiado en el Grammy Latino 2019 con el disco A Journey thruogh Cuban Music de Aimée Nuviola; o el de los cubanos nominados al Grammy Latino 2020).
Estas y otras reflexiones siguen moviendo el análisis de Cubadisco 2021 y es bueno que así sea, la polémica demuestra que la música cubana sigue estando viva y que constituye la piedra angular de las manifestaciones artísticas de la cultura cubana.
Sobre una investigación necesaria opina Graziella Pogolotti
A riesgo de incurrir en la peligrosa desmemoria, el recuento del proceso de la cultura cubana en la etapa revolucionaria sigue siendo asignatura pendiente, opina hoy la intelectual Graziella Pogolotti.
Centro Provincial de las Artes Plásticas de Holguín: 30 años en la memoria visual
Desde el 2 de marzo de 1991, enclavado en una de las más céntricas esquinas de la ciudad cubana de los parques, el Centro Provincial de Artes Plásticas se yergue, imponente, exhibiendo las más valiosas aportaciones de los creadores visuales holguineros y del país.
Experimentados artistas junto a noveles creadores han llevado el resultado de sus musas a las distintas salas del centro en estos 30 años, y no menos notable ha sido la gestión de los profesionales que en ellas han dado vida a proyectos, y han movilizado la plástica en el territorio desde la promoción y gestión cultural, así como desde la investigación.
Y como no se puede entender a la galería únicamente como el espacio arquitectónico donde se muestran las obras de arte sino por su interacción con la comunidad, Yuricel Moreno, directora del Centro de Arte, comenta:
“Aunque el centro se fundó en 1991 tuvo una fase de preparación que comenzó en 1988. Desde su surgimiento se propuso entre, sus principales líneas de acción, promover el desarrollo de un movimiento de artistas visuales que era muy fuerte porque venía recogiéndose el resultado de un proceso continuo de formación artística que comenzó en Holguín con la fundación de la academia de artes plásticas El Alba, en 1961.
“Ello se enriqueció en la medida que los graduados de esa escuela fueron entrando a la ENA, transitando al ISA y regresando. Además, los 80 fueron una década muy efervescente en el ámbito cultural en la que se fundaron muchas instituciones, donde se instituyeron eventos muy importantes como el Premio de la Ciudad, en los que las artes plásticas estaban aparejadas con la poesía.
“Era un momento de competencia armónica entre los propios artistas, de ver qué estaba haciendo el otro, de presentarse en esos espacios, de mostrar lo que estaban haciendo, sobre todo la experimentación en técnicas y soportes.”
¿En qué circunstancias surge el Centro?
Los 90 fueron una época en que los jóvenes egresados del ISA regresaron a la ciudad, entre ellos Ronald Guillén, Magalys Reyes, Néstor Arena.
Ese movimiento con tantas inquietudes se vio favorecido con la inauguración de una institución como esta que ayudó a impulsar sus carreras, ayudó a los artistas que tenían una trayectoria, Cosme Proenza, Ramiro Ricardo, Eduardo Leyva, Jorge Hidalgo.”
¿Cómo influyó esta institución en el ambiente cultural de la provincia?
“El Centro contribuyó a organizar proyectos muy bien pensados con un respaldo teórico, conceptual muy a tono con lo que pasaba en el orden nacional e internacional en ese momento y que, por supuesto, ayudó a visibilizar y eso fue posible porque los especialistas que tuvo la institución en ese momento
“Ramiro Ricardo fue el primer director, artista y docente con un sentido muy elevado de la creación, del papel del artista, cómo debe prepararse y de la gestión cultural.
“Luego le sucedieron personas que mantuvieron su rigor y dieron continuidad a este modo de hacer y gestionar las artes visuales. Por ejemplo, Tatiana Zúñiga estuvo por más tiempo y junto a ella trabajaron jóvenes egresados de Historia del Arte y Filología que confluyeron aquí con los que venían del ISA y generaron proyectos.
“Esos jóvenes con todas sus inquietudes veían en este espacio la posibilidad de concretarlas, y eso llevó a que el Centro fuera muy reconocido sobre todo a lo largo de los 90, pese a todas las dificultades materiales de la etapa se logró posicionar la plástica holguinera en un lugar de prestigio a nivel nacional.
“El nombre de Gabinete del doctor Caligary, como lo llamamos sencillamente Caligary, como lo conoce la mayoría, se lo puso Magalys Reyes porque tenían un boletín y allí se reunían, en la azotea de la institución.
“La institución siempre se nutrió de propuestas nacionales. Hay que recordar que, desde la segunda edición de Babel, el centro comenzó a coauspiciarla y a ser organizadores generales, o sea, una idea que nació de la academia, del ingenio de Ramón Legón, fue acompañada rápidamente por el Centro y también por la AHS, de la cual Legón era jefe de la sección de Artes Plásticas.
“Babel abrió la posibilidad de establecer ese puente que nos permite traer las propuestas más experimentales y osadas de lo que pasa en las artes visuales en Cuba, los maestros, y ponerlos a dialogar con los artistas del territorio, por ejemplo, la primera antología de Cosme fue en unas Romerías, y eso perfiló un modo de actuar en los proyectos curatoriales, de relacionarse con otras provincias, y hasta hoy se tratado de mantener.”
¿Qué otros roles tiene el Centro?
“La institución además tiene la responsabilidad metodológica de asesorar las demás galerías de la provincia. Aunque es un sistema que tiene muchas fisuras, pudo sortear dificultades para llevar salones provinciales por ejemplo a Moa, Mayarí u otros lugares en los que hoy se hace difícil sostener el trabajo especializado, pero es una de las misiones que conservamos.”
¿Cómo está compuesto el capital humano que trabaja hoy aquí?
“El capital humano es más estable en estos tiempos en los que hemos logrado armonía entre especialistas de mucha experiencia como Martín Garrido y personas más jóvenes, de ellos he visto como algunos que entraron con otras experiencias laborales, han crecido justamente con el trabajo que nos hemos propuesto hacer aquí. Son personas muy jóvenes que como aquellos de los 90 llegaron, gente muy apasionada.”
En el centro expone lo mismo el estudiante de la academia que el gran maestro, ¿por qué?
“Para algunos puede ser equivocado pero nosotros hemos tratado de verlo de una manera en que siempre salga ganando la obra, mas allá de las firmas, porque puedes encontrar un artista de mucha trayectoria y experiencia, sin embargo, su obra quedó en una etapa y eso sucede en todas las épocas, y no tiene cosas novedosas que decir; pero puedes encontrarte un artista muy joven pero con una capacidad creativa que te habla de valores y cuestiones filosóficas, estéticas, que te sitúan en otro nivel con su obra, por eso no desestimamos nunca la creación de los estudiantes, así como los recién graduados junto a los experimentados.
“En todo caso lo que tratamos de buscar es que la obra que estamos mostrando tenga valores que aportar, así es como hemos intentado de equilibrar la balanza, sin dejar de reconocer la existencia de una jerarquía y que esta se mantenga como un medidor.
“Por eso, al cierre de cada año, desde 2017, terminamos con una muestra antológica de un artista, de esos de los que llamamos consagrados, por lo general, porque ya tienen un reconocimiento, porque son resultados de una vida de esfuerzos, y testimonio de otras etapas de la historia del arte holguinero que hoy son poco conocidas, o valoradas. El objetivo es volver a poner en contacto con el público el trabajo de estos creadores. Lo cual puede ser una revelación para un segmento del público.”
¿Cuál es el legado del centro en estos 30 años?
“Una de las huellas más importantes que está legando este sitio es preocuparse por dejar constancia y recopilar esa memoria de las artes visuales desde el Centro de Información, que es atípico, ahí podemos encontrar la mayoría de las exposiciones, proyectos que se han gestado no solo desde esta institución, sino en la mayoría de las que se han relacionado con la promoción de las artes plásticas en la provincia.
“Archivos de artistas, recortes de prensa, catálogos, lo que se ha recopilado no solo con la voluntad institucional, sino también con la ayuda de muchos colaboradores que tenemos encabezados por Martín.
“Haber logrado que este espacio tenga más de tres mil títulos, ejemplares, es un aporte fundamental.
“En esa misma línea está la pequeña pero significativa colección de obras de arte, el acervo con el que contamos, conformado por las donaciones que los artistas han hecho, que legitiman a la institución con ese gesto.
“Una institución como esta es importante no solo para visibilizar la obra de los artistas, sino también para atesorar y sopesar lo que tenemos en el presente.”
¿Qué momento vive el Centro?
“Desde 2015 amplió sus funciones, cuando asumimos las respectivas al Consejo de las Artes Plásticas, porque todo su capital humano pasó a la Empresa de Servicios al Arte. Eso significa que acogimos al Registro del Creador, así como al Consejo Asesor para el Desarrollo de la Escultura Monumental y Ambiental (CODEMA), y somos rectores de la política cultural sobre la manifestación en el territorio lo cual nos permite incidir en los diferentes procesos que se gestan en la provincia.”
¿Cuáles son las principales líneas de trabajo que se han pautado?
“Si piensas que la institución ha de funcionar solo para los artistas, y los estudiantes, es una visión limitada.
“Consideramos que el diálogo con los creadores es fundamental y el Centro lo ha mantenido, con altibajos en estos 30 años, pero es ahí hacia donde van nuestros principales esfuerzos, a retroalimentarnos de sus preocupaciones, necesidades, y definir así cómo orientar nuestro trabajo.
“Las instituciones tenemos muchas limitaciones. Una deuda de estos años es ayudar a que los artistas logren la visibilidad de otros tiempos, fuera de nuestro circuito galérico. Más allá de nuestra provincia o la capital.
“También es necesario potenciar el trabajo que acerca al público a través de convenios, visitas dirigidas, proyectos. Hay otras acciones de reanimación cultural que unen la plástica a otras manifestaciones y abren las posibilidades.
“Además, las redes sociales son muy importantes, aunque no hemos llegado a Twitter o Instagram, ha sido fundamental mantener las que tenemos porque estamos en contacto con públicos y otro espacio de promoción, así como con artistas y especialistas que apoyan nuestra labor.
“Estamos tratando de sistematizar este espacio ahora por el aniversario proyectamos todo un año de acciones presenciales y virtuales. Estamos rescatando materiales audiovisuales sobre la plástica holguinera, nos lanzamos a la aventura de grabar pequeñas cápsulas, entrevistas, a un grupo importante de creadores y promotores que han formado parte de la historia de la institución, se realizarán homenajes a proyectos trascendentes, exposiciones virtuales.
“Nos estamos insertando en la plataforma Ciudad Nuestra como una manera de socializar nuestra colección de arte, que comenzamos a digitalizar.”
Mucho queda por ver en este centro que sueña con su renovación y modernizar no solo su apariencia sino su modo de mostrar a las audiencias lo más raigal y genuino de la plástica holguinera.
Alpidio Alonso: la obra cultural de la Revolución Cubana es innegable
El ministro de Cultura de Cuba, Alpidio Alonso Grau, dijo este jueves en el espacio televisivo Mesa Redonda que la obra cultural de la Revolución es innegable y que no se puede aspirar a entender qué cosa es la Revolución Cubana sin saber qué ha sido su política cultural y educacional.
Al comparar “lo que era este país, de más de un millón y medio de analfabetos y semianalfabetos, con el país de hombres y mujeres preparados de hoy, de más de un millón de universitarios, sembrado de instituciones culturales desde una punta a la otra, de bibliotecas, de museos, de librerías, de salas de teatro y de cine, de escuelas, de universidades”, aseguró el titular que se tienen razones para celebrar.
En ese sentido, Alonso Grau habló de la campaña de acciones que prevé el ministerio durante este año para festejar “por todo lo alto” los 60 años del discurso pronunciado por Fidel Castro en junio de 1961, conocido como Palabras a los Intelectuales.
De acuerdo con el también poeta y editor, este es un discurso fundador, del que se dice nace simbólicamente la política cultural de la Revolución, “ahí están las ideas fundamentales, los principios de todo lo que se ha hecho”.
Según destacó, se quiere que la conmemoración sea una fiesta, “porque tenemos que sentirnos orgullosos de la política cultural que tenemos, que no es perfecta, mucho menos cuando tiene que hacerse en las condiciones que se ha tenido que hacer, que han sido de trinchera”.
Con respecto a los ataques de los que ha sido víctima la cultura cubana y sus instituciones en estos últimos tiempos, el ministro declaró que estos chocan contra ese espíritu de participación, contra el trabajo de los escritores y artistas, del movimiento artístico cubano revolucionario, contra la verdad y la obra cultural de la Revolución.
Se ha estado ignorando lo que ha significado el trabajo de las instituciones culturales, lo que significan la UNEAC y la AHS como canales y espacios para el debate con las instituciones sobre los temas inherentes a la política cultural, manifestó.
Se quiere invisibilizar esa obra, se ha ignorado la complejidada del arte que nosotros auspiciamos y por eso atacan las instituciones, porque sin ellas sería imposible hacer todo lo que hacemos, el nivel de cobertura y de respuesta que se da a las expectativas culturales de la población, lo que significan para mantener una dinámica cultural como la que tenemos, continuó el ministro.
Por eso, enfatizó, se va a celebrar todo el año el aniversario de Palabras… junto a los 60 años de la UNEAC y los 35 de la organización de los jóvenes y artistas.
Sin la cultura sería inconcebible el proyecto socialista nuestro, por eso es que la están atacando, se quiere fracturar la unidad entre nuestros escritores y artistas y las instituciones nuestras, se quiere fracturar la unidad entre la vanguardia artística y la vanguardia política que se gestó durante todos estos años, se quiere fracturar nuestra identidad, resaltó.
Alpidio Alonso dijo que se sabe bien lo que significa la voz de nuestros intelectuales, «la onda expansiva que genera una opinión de un intelectual y por eso están tratando de atacar la cultura».
Pero contamos con la vergüenza de nuestra gente, con el patriotismo demostrado por nuestros escritores y artistas, por el compromiso que se ha visto en este último año de trabajo que ha sido extraordinario, destacó.
«Tienes la palabra» para dialogar en la construcción cultural del presente y el futuro de la Nación
En junio de 2021 se cumplen 60 años de los tres encuentros sostenidos por el Comandante en Jefe Fidel Castro y otros dirigentes del gobierno revolucionario, con artistas y escritores en la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí. Ese intercambio marcaría el inicio de una larga, continuada y ascendente relación entre las vanguardias política y artística en nuestro país.
Palabras a los intelectuales, como se conocería el discurso con que el líder revolucionario concluyó aquellos encuentros, se constituiría en la plataforma que establece los principios esenciales de la Política Cultural de la Revolución Cubana. La participación de la vanguardia artística y la democratización de la Cultura constituyen pilares esenciales de esta política, inaugurada a pocas semanas de la declaración del carácter socialista de la Revolución.
El Ministerio de Cultura y los creadores cubanos, han organizado un programa conmemorativo para celebrar los sesenta años de aquel acontecimiento. La participación de escritores, artistas y promotores culturales, el diálogo honesto y la crítica responsable, son los atributos principales del razonamiento que se quiere promover en torno a los desafíos actuales de la política cultural cubana. Este intercambio al que convocamos hoy, se extenderá durante los próximos meses y dará continuidad a las acciones que desarrolla el Ministerio de Cultura con el fin de perfeccionar su sistema institucional y articular el Programa Nacional de Desarrollo Cultural hasta el año 2030.
Este abarcador programa será acompañado de una atractiva plataforma comunicacional. Las instituciones más representativas de nuestro amplio y diverso movimiento cultural enriquecerán este esfuerzo con acciones que movilicen al diálogo en diferentes sectores del país, incluidos la educación, la ciencia y los medios de comunicación. La UNEAC y la AHS también se suman al Ministerio de Cultura, mediante programas de actividades que festejan, de manera simultánea, sus 60 y 35 respectivos aniversarios.
El @CubaCultura a través de @AlpidioAlonsoG , su Ministro, en estos momentos presenta la campaña #TienesLaPalabra la celebración de los 60 años de Palabras de los Intelectuales. Ademas de los 60 de la @UNEAC_online y los 35 de la @ahsjovenescuba pic.twitter.com/JRS3MzeCSo
— Cubarte (@CubarteES) February 10, 2021
Como parte de este programa, se promoverán espacios de intercambio, textos y audiovisuales que, desde una perspectiva histórica, dialogarán sobre los problemas actuales de la cultura cubana. Las redes sociales constituirán escenario fundamental de este intercambio constructivo, que concederá especial protagonismo a los jóvenes. Las nuevas generaciones de creadores, como aquellos de hace 60 años, tienen la palabra hoy para intercambiar sobre los desafíos de la cultura y abrir un nuevo ciclo de reflexiones colectivas que se pregunte, una vez más, de dónde venimos y hacia dónde vamos, en medio de las numerosas presiones e intentos desestabilizadores que asedian a la Nación.
Los jóvenes escritores, artistas y promotores culturales cubanos, con limpia voluntad creativa e irrenunciable compromiso y confianza en sus instituciones, sumarán su palabra a la de todas las generaciones que hoy se dan la mano en el concierto de la cultura cubana, por la transformación revolucionaria de la patria.
“Tienes la palabra” es el mensaje principal de esta conmemoración, que nos invita a volver a la frase final de las Palabras a los Intelectuales y a la plenitud de su espíritu para dialogar con disposición en la construcción cultural del presente y el futuro de la Nación.
Librerías: espacios esenciales en las nuevas realidades sociales contemporáneas
“…sólo el júbilo que me produce entrar en una gran librería es comparable al frío que se siente al entrar en un gran arsenal”.
José Martí.
(Diario La Nación El 13 de enero de 1886)
“Las librerías son antros donde se pasean unos tipos raros que ojean lo que no compran, que hojean lo que sólo pueden mirar…”
César Hildebrandt
(Periodista limeño)
Quien se decida a realizar una exhaustiva búsqueda bibliográfica, acerca de temas relacionados con las instituciones culturales en nuestro país, podrá percatarse de siguiente detalle: sobre las librerías resultan, aún, escasos los trabajos que atiendan suficientemente su quehacer y papel, en torno a procesos articuladores como el servicio y la gestión cultural o su participación en la producción de conocimientos e intercambios de información y significaciones de la sociedad.
La necesidad de indagar en estas y otras zonas de profundas connotaciones para estas instituciones, cuya actividad se relaciona con las formas tradicionales del consumo de libros, radica en el largo tiempo que han estado presentes en los itinerarios y prácticas culturales[1] de muchos cubanos. Ocupan un lugar crucial en la memoria colectiva, fundamentalmente, por el interés de los servicios que prestan y de sus usos, servicios que dejaron de ser una práctica de consumo cultural[2] elitista mediado por signos de status, con peso en las competencias económicas o culturales.
Lo antes descrito les ha permitido ganarse cierta distinción y destaque en los distintos momentos histórico-culturales de nuestra sociedad, a partir de interconexiones establecidas en el tejido social, que les imprimen características —quizás las más conocidas— como las de ser soportes estructuradores de barrios y actividades culturales y lugar de afinidades cultivadas de diversas maneras: El lugar “donde a la memoria y la emoción se suma el encuentro, según postulados de la sicogeografía[3]”.
El periodista, narrador, crítico y editor cubano Imeldo Álvarez García, da cuentas en su artículo «Libros, libreros y librerías”, de la impronta emotiva que estos lugares tienen al plantear “que valdría la pena compilar los criterios y anécdotas de los más importantes escritores, artistas e intelectuales sobre las librerías [donde] Saldría un libro colmado de experiencias incalculables en la memoria de cualquier densidad cultural”. Aunque valdría la pena recoger también las vivencias de otros grupos sociales, pues la permanencia y diversificación de las librerías por todo el territorio nacional[4] patentiza una de las maneras en que se han defendido, nuestros derechos culturales, en tanto, hacer usos de sus servicios,[5] ejemplifica la democratización y acceso a los productos culturales (específicamente los productos editoriales).
II
Urge recuperar y organizar la mayor cantidad de información posible sobre las librerías porque en Cuba, “donde se libra actualmente la más auténtica revolución cultural de estos tiempos, la librería tiene un significado distinto”[6], al estar sometidas, entre otras mediaciones, a las cambiantes condiciones de la realidad social contemporánea, caracterizada por la diversificación (y nuevos hábitos) de consumo de bienes y servicios culturales que coadyuvan, de una manera u otra, a debilitar su viabilidad.
La diversificación de este tipo de consumo, ya ocupa el centro de disímiles procesos de reproducción social, lo que significa para las librerías, a escala local, según la opinión del pedagogo vazco, experto en politica y gestión cultural, Iñaki López Aguileta, “una dura competencia en el sector del ocio y la cultura, teniendo en cuenta la existencia de muchas ofertas públicas y privadas, en el hogar y fuera de él”[7].
Pese a las amenazas que se derivan de estos contextos, las librerías siguen desempeñando, desde su objeto social, el papel primordial de asegurar la bibliodiversidad y el fomento de la lectura de los niños, jóvenes y adultos, razones que convocan e invitan a reflexionar acerca de su lugar como espacio público que ha de ser promovido y defendido por todos los actores de la sociedad, los que deben (debemos) reconocer los roles y funciones de estas instituciones, para hacer ciertos las distintas proyecciones y asumir la pertinencia de valorizar la oportunidad que representan para el desarrollo cultural.
Este reconocimiento puede catalogarse de estratégico porque, hoy día, sobre las librerías se ciñen no pocos pronósticos oscuros, que guardan relación por una parte —y terreno de agudas polémicas— con el empuje de las tecnologías de la información y las comunicaciones (Tics) consideradas, muchas veces, colaterales a todo el ciclo productivo del libro[8]. y que afecta indiscutiblemente a los actores involucrados en ese proceso, entre ellos el lector y el libro respectivamente.
Por otra parte relacionados con comportamientos culturales,[9] tanto en el ámbito social y educativo, que indican que la práctica de lectura está quedando por debajo de otras prácticas como escuchar música, ver la televisión, escuchar la radio y ver películas en el hogar gracias al amplio inventario de equipos electrónicos para ello. En otros términos: desplazamientos hacia otras zonas «más atractivas” que dan motivos, a veces extremistas, para decir que las librerías “se están vaciando aceleradamente».
Si bien en ambos sentidos existen verdades (relativas), resulta oportuno señalar que estas son las nuevas configuraciones donde las librerías se están (de)construyendo; asimilando e integrando otras interrelaciones y dinámicas para ampliar sus servicios, que no debe ser exclusivamente la venta de libros. Configuraciones donde las Tics pueden ser, efectivamente, excelentes aliadas ante las oportunidades que ellas proporcionan[10].
III
Datos obtenidos de las encuestas sobre el consumo y prácticas culturales en América Latina[11], apuntan a que la asistencia y/o visitas a librerías están exhibiendo cifras alentadoras lo que corrobora que estos espacios constituyen un incentivo para satisfacer intereses diversos. Cuba no es la excepción.
En los estudios que se desarrollan sobre el consumo de libros (producto cultural líder de la industria editorial), las visitas a librerías poseen una importancia particular, en tanto contribuyen a diagnosticar el sistema de prácticas relacionadas con el mismo. Preguntas diseñadas sobre la asistencia o visitas a librerías se realizan con el propósito de diagnosticar la utilización (uso) de esos espacios, ambos a disposición de las personas durante todo el año, a lo cual se debe agregar que visitarlas y ser socio de alguna es una práctica fácil de realizar y se pondera sobre la base de la importancia, utilidad y promoción de la lectura.
La información de y sobre las librerías, extraídas de estudios que indagan en otros fenómenos culturales vinculados con las mismas, sugiere y aporta un material nada desdeñable para el diseño y puesta en práctica de los resultados concretos de las políticas del libro en estos espacios culturales, esfuerzos institucionales a los que se incorporan investigadores de instituciones culturales y académicas, así como los propios agentes de la industria cultural del libro, preocupados, desde visiones interdisciplinares y la conveniente combinación de recursos metodológicos, en conocer las razones por la que determinados grupos sociales asisten a las librerías y a cuáles asisten.
En perspectiva las valoraciones anteriores contribuyen a bosquejar los actuales derroteros de las librerías, que deben trabajar por superar la representación tradicional como el lugar donde se venden libros, creencias, muchas veces compartidas, entre la población y el personal que labora en ellas[12] y apostar por una orientación hacia:
-
el servicio caracterizado por la creatividad; la utilización eficientemente de la información aportada por los estudios de la demanda; el sustento en diagnósticos socioculturales y programas de actividades flexibles; por la articulación de la actividad atendiendo a los principales factores que influyen en la conducta del consumidor como: los culturales, sociales y personales.[13] Asirse a la convicción de que presentar un servicio de buena factura contribuirá al aumento de hábitos, necesidades, demandas y expectativas culturales en la población (potencial comunidad de usuarios).
IV
A modo de conclusión, repensar las librerías como espacio público de la cultura, dedicado a la comercialización, posee intereses específicos que no deben dejarse pasar por alto, dígase, las relaciones que se establecen entre el binomio economía―cultura, pues están en el terreno del sector cultural cuyas actividades económicas se vinculan a la producción cultural a partir de ofertas que intentan satisfacer un tipo de necesidad específica: la cultural.
Desde estas relaciones se visualiza la importante función de las librerías de ser una organización económica proveedora de servicios de distribución, función que las coloca en calidad de sociedad humana que tiene en mente los intereses de ese tipo de organización, situación que, en ocasiones, convierte las ventas al público en obsesión para los libreros, sin tiempo para reparar en la responsabilidad de lo que representa el producto cultural editorial, de manera general, de otro tipo de producto.
La gestión comercial con enfoque cultural, un tipo de gestión venida a bien dentro del modelo de actualización social y económico cubano, está llamada a solventar las deficiencias generadas por esas posturas y reordenar los procesos en aras de elaborar engranajes más orgánicos. Gestión que está llamada a defender, “la única riqueza renovable (la cultural) y por tanto inagotable que tenemos [la cual] no puede ser sometida a las leyes de la oferta y la demanda”[14].
Así los procedimientos de trabajo a elegir ―o los elegidos―, tendrán inevitablemente que ser consecuentes con la creciente importancia del binomio antes señalado y tener la voluntad por comprender, acompañar y dominar mejor el lenguaje del mercado cultural (armónico y coherente con nuestra política cultural); realidad que exige entrenamientos más sólidos de los libreros y otros gestores para trabajar con recursos científicos de la actividad cultural más complejos, expeditos para estimular el deseo y la necesidad de llegarnos a esos “grandes arsenales” y sentir que tienen definitivamente un protagonismo mayor en nuestra vida cotidiana.
Notas y referencias bibliográficas
[1] Prácticas culturales (PC): se define como conductas y formas de proceder de las personas que expresan cierta relación con los objetos culturales. La acción directa y conscientemente practicada por los individuos, por ejemplo, escribir, asistir a funciones de teatro o visitar galería, bibliotecas y librerías, etc.
[2] El consumo cultural es un concepto estratégico para interpretar hoy día los asuntos culturales. El teórico de la cultura Néstor García Canclini, lo define como “el conjunto de procesos de apropiación y usos de productos en los que el valor simbólico prevalece sobre los valores de uso y de cambio, o donde al menos estos últimos se configuran subordinados a la dimensión simbólicas”. La idea del consumo cultural suele tener un ámbito de aplicación más amplio en el que caben las actividades relacionadas con los servicios culturales.
[3] La cursiva pertenece al escritor, poeta y ensayista español Manuel Rivas, que desde esta disciplina de la psicología, que estudia, entre otros aspectos, los efectos psíquicos que un determinado contexto produce en los individuos o entender los efectos y las formas del ambiente geográfico en el comportamiento y emociones de las personas, aseveró que sin las librerías y las bibliotecas no existiría la ciudad.
[4] Más de 310 librerías en funcionamiento según el Instituto Cubano del Libro.
[5] La respuesta de los usos, a decir del investigador granmense Máximo Gómez Castell, se objetiva en las producciones de sentido, en la actitud creativa de los individuos.
[6] Más información consultar el artículo de Imeldo Álvarez García “Libros, libreros y librerías”. Disponible en http://www.cubaliteraria.cu/artbaul.php?idarticulo=23
[7] Iñaqui López Aguileta (2002). La promoción del libro a escala local. Ponencia presentada en el XVIII Congreso Nacional de Libreros. Orense, Bilbao, Portugal. 1-4 de mayo.
[8] En el esquema del ciclo productivo del libro en Cuba las librerías se destacan como uno de los eslabones esenciales en la distribución. Ellas responden como estructuras comerciales al Instituto Cubano del Libro (ICL) y administrativamente a los Centros Provinciales del Libro y la Literatura.
[9] Entiéndase por comportamiento cultural el comportamiento exhibido por los seres humanos, o sea, la manera de proceder que tienen las personas en relación con su entorno o mundo de estímulos.
[10] El diseño y puesta en práctica de proyectos como los cibercafés, áreas de lecturas en la red o áreas para descargar libros digitales (gratuitamente) de las bibliotecas virtuales son algunos de los ejemplos que ilustran el resultado de estas alianzas.
[11] Refiérase, entre otras, a los datos recuperados de los informes del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina, el Caribe, España y Portugal (CERLALC) al cual pertenece Cuba, los informes iberoamericanos del libro y a la segunda Encuesta Nacional sobre Prácticas de Consumo Cultural realizada por el Instituto Cubano de Investigaciones Culturales Juan Marinello (ICICJM) en coordinación con el Centro de Estudios de Población y Desarrollo (CEPDE) de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).
[12] Ver “La Gestión de los Servicios Culturales desde la perspectiva socio-cultural en Santiago de Cuba. El Caso de las Librerías” de Liudska Guadarrama Álvarez.
[13] Los factores que influyen en la conducta del consumidor cultural serán determinantes en la toma de decisiones para usar o no el servicio que se presta. Según Philip Kotler, economista y especialista en mercadeo, estos son los: Factores culturales, sociales y personales.
[14] Fragmento de una exclusiva de Fornet aparecida en el artículo » Cultura cubana: Nunca respuestas fáciles a preguntas difíciles.» Publicado: en el sitio digital Cubarte el 27 de febrero de 2012.
«Seca» de Caminos Teatro: ¡Hay que verla!
Con el montaje de “Seca”, de Roberto D. M. Yeras, la agrupación Caminos Teatro vuelve a salir airoso en el panorama teatral avileño. Pero el nivel de las actuaciones todavía le dará algunos dolores de cabeza, antes de que entorne por un mejor camino.
Considero que una de las debilidades de su montaje está en que el espectador no podrá encontrar una escuela de la actuación donde apoyarse para entender de qué se trata. Y pareciera que todavía las cosas no cuajan del todo a la hora de decidirse por la actuación basada en el modo preferido de Bertolt Brecht, la experiencia y la identificación para producir asombro y educar a las masas; o en el método de Serguei Stanislavski, donde lo vívido tiene la preponderancia y se lleva a su máxima expresión el asunto de caracterizar a los personajes y situaciones.
Digo esto porque en la hora y cuarto que dura la puesta no hay algo que nos desvíe el interés para hacernos mirar el reloj. Nos quedamos en nuestra silla más que interesados en la trama que se desarrolla ante nuestros ojos.
Por lo tanto, tiempo y ritmo van de la mano, buenamente, para que la historia se vaya desenrollando de manera veloz y sin atolladeros. Nos llega a cautivar todo lo que ocurre en escena y hasta nos hace ser partícipe de cada suceso. Si algún personaje tropieza, nos reímos; si alguno hace algo que da lástima, pues nos acongojamos; y así, la puesta nos atrapa desde el mundo afectivo hasta el raciocinio.
Pero, ¿qué es lo que pasa que no nos podemos centrar en los personajes tranquilamente? Es más sencillo de lo que parece. Por lo general, cuando un grupo de teatro hace su trabajo de mesa, valora las posibles escuelas de actuación por la que ha de erguirse su trabajo escénico. Y hacia esa pauta se dirige la dirección de actores.
Con esto se consigue que los niveles de actuación estén lo más parejo posibles para no “marear” al espectador y conseguir que el mensaje de la obra llegue lo más pronto y certero posible. Además de que se perfila mejor el objetivo del montaje y se refuerzan las debilidades dramatúrgicas que pudiera tener el texto.
Claro que esto no tiene que ser una camisa de fuerza. Cada grupo trabaja a su manera y como mejor le parezca, pero en una cosa sí parecen coincidir todos, y es en la manera en que cada uno de los actores interpretan sus personajes y lo que obtiene con esto.
Si vemos el montaje que ha imaginado Juan Germán Jones (https://uneaciegodeavila.cubava.cu/artes-escenicas/juan-german-jones-pedroso/), y la preparación actoral que ha venido supervisando Jenny Ferrer (https://uneaciegodeavila.cubava.cu/jenny-ferrer-diaz/) con cada uno de los actores, enseguida se echa a ver que algunos de ellos están sobre la línea de lo conversacional. Un tanto a tono con los cánones más contemporáneos de la dramatización cubana donde se apuesta por el discurso verbal más que por el escénico o imaginario.
En este tipo de línea actoral podríamos ver a Roberto Castillo en su personaje del Nene, Jorge Luis Sardinas en El Papi, esencialmente. A pesar de ser un teatro arena, y de no exigir una grandilocuencia en el actor, sus representaciones descansan sobre algunas caracterizaciones físicas, y casi ninguna psicológica. Muy a pesar de que ambos tienen historias personales como para sacarles todo el jugo interpretativo.
Por el contrario, la Raza, interpretado por Mercedes Mesa, tiene una profundidad psicológica que lo lleva a echarle mano a recursos como la tartamudez, los tics nerviosos, las grandes gesticulaciones, y otros, que hacen que su personaje sea más disfrutable en cuanto a las posibilidades histriónicas de la actriz. Pero como que desentona, un tanto, ante una Yamara Pereira y Yanelis Velázquez en los roles como La Chula y la Jefa, indistintamente, y el resto del grupo. Y hasta pudiera crear ese ruido molesto, cual motor de una turbina de agua, a los que quieren concentrarse en la dramatización en sí.
La actuación de Mercedes, para los que gustan de la “vieja escuela”, es memorable y con una fuerte dosis de credibilidad. Porque el uso que hace de la personificación es mesurado y logra que se dibuje un personaje maltratado por la vida y las situaciones familiares inapropiadas. Por lo que su personaje cala en el espectador y se vuelve identificable.
No quiero decir con esto que la obra adolece de una dirección actoral más precisa. Todo lo contrario. Llegar a este tipo de representación y con la calidad que tiene, en apenas cinco puestas, es un mérito.
Una pieza teatral todavía no llega a “cuajar” todo lo que tiene para ser considerada un verdadero ejemplo de genialidad, con muy pocas puestas ante el público. En la medida que más personas la ven, y los críticos hagan su trabajo, pues ganará en precisión y calidad.
Con una esmerada concepción escenográfica, la puesta nos revela una especie de cárcel circular, donde los personajes interactúan y sueltan al viento los textos tan paradigmáticos y esclarecedores.
Los elementos escénicos cumplen su función al montar y desmontar el espacio de realidad en que descansa la obra. Por momentos es una cárcel, en otros, un espacio arquitectónico; también es la habitación donde ocurren los interrogatorios y la calle donde se citan el Nene y la Jefa. A veces es un ring de boxeo.
En más de tres líneas de tiempo, donde se juntan pasado y presente, las historias de los personajes se entrelazan y generan nuevos conflictos que van in crescendo hasta dar con el desenlace ¿trágico?
Y estos puntos de vista hacen que la puesta se vuelva interesantísima al colocar al concurrente en función de anotar y recordar los “bocadillos” más importantes, y a descartar aquella información que no esclarece ninguno de los subtramas.
Es casi un ejercicio intelectual donde el espectador asume el mayor protagonismo. Y eso es una cortesía. Se agradece. La acción intelectual del espectador siempre traerá consigo la mejor retroalimentación posible. Es casi el objetivo supremo de una obra de arte: la comunicación.
En este sentido, creo profundamente que la pieza se inscribe dentro de aquellas “raras avis” en el panorama teatral cubano, que no echa a mano al fenómeno “Cuba” para achacarle las culpas de todos los males que cohabitan con los cubanos. Asunto que me ha llevado a pensar en una crisis de la dramaturgia en esta isla, en los últimos diez años, porque no todo en el teatro tiene por qué ser la oscura realidad ni la espina contra el sistema político que hemos decido llevar sobre los hombros.
Recuerdo obras como las del grupo El Portazo, algunas de Teatro del viento, y otras a todo lo largo de la ínsula, que repiten el nombre CUBA como si quisieran encontrar en ello a un culpable, un redentor o una tabla de salvación, en vez de ponerle el nombre que llevan los responsables de las cosas nefastas que ocurren a diario.
Recuerdo, también, a Fernando Pérez con su multipremiada de 1996, donde es evocada Cuba, el nombre un personaje, con el doble sentido a su máxima expresión y una fuerte carga dramática.
Historia aparte, pareciera que nadie quiere ponerse el arma de la censura sobre la sien, o se la pasan de mano en mano, provocativamente, para armar cierto caos y para ello, disfrazan un discurso adverso a la política cultural de la Revolución, y a la Revolución misma, tras ese sustantivo provocativo.
¿A quién critican cuando evocan a Cuba ante los males que denuncian? ¿Quién es Cuba?
Por suerte, en esta obra, es una palabra apenas dicha. Bastante tenemos ya con nuestras cruces como para querer convertir el teatro de esta nación en calvario.
Caminos Teatro tiene, aquí, obra para seguir trabajando y reestrenar una vez que la pandemia de la COVID-19 abandone para siempre nuestro terruño. Con perfilar un poco más los hilos de la actuación se conseguirá que la pieza gane en sostenibilidad y coherencia. Así, su estructura escénica y dramática se erguirá hasta los mismos cielos.