política


Sobran los Motivos con Santa Massiel

Para la trova no hay manuales. Esencia de la cultura musical cubana los trovadores legan la guitarra y la voz, el pensamiento en síntesis de las generaciones. Un país necesita de sus trotamundos, de esos que ensillan las ideas y unas veces con furia, otras con dulzor, entonan y desenfundan la verdad. A Santa Massiel, mujer de verso y canción ensortijados en sus cabellos la avistaba de lejos, horizonte allá de alguna pantalla, noticia su nombre, músicas en boca de otros trovadictos. Ante el hallazgo de su presencia en el programa de la más reciente edición de La Canción Política en Guantánamo, supe que dejaría de ser una experiencia ajena para hacer de ello uno de mis motivos de trovar.

Es el cuatro de agosto, nueve de la noche, centro cultural Danza Fragmentada, escenografía minimalista: una guitarra se ubica al centro del universo. El público que llega se acomoda a cielo abierto entre banquetas de madera y sorbos de café. Aunque es festival el ambiente es íntimo, todos los sentidos dialogan con la mujer que de pronto acuna las cuerdas. Y es que el discurso de Santa traza particulares sendas en el universo trovadoresco femenino. Ella arpegia una tradición a los lenguajes lírico-sonoros de sus particulares decires. Ya lo dije alguna vez en una de esas coincidencias a la distancia: las palabras de Santa Massiel son sus propias canciones ¿o viceversa? Todo el fuego en la canción que digo es aforismo que devolver/ este acto final, que devoraré.

Santa Massiel define sus esencias a partir de personalísimas interpretaciones de diversos géneros y estilos de la cancionística insular en lo fundamental, con paralelos aconteceres asidos a lo guarasonero sin que ello resulte un primer plano sonoro. La selección de su repertorio salvaguarda y actualiza una canción de trovadoresca raigal.

Los primeros acordes y convite de voz apelan a la canción y el bolero, abriendo los primeros tonos del amplio abanico por donde pasea el estilo de Santa Massiel, suerte de diálogo de afluentes que entrecruzan cantares de muchas y añejas zonas de trovasones cubanos donde lo más canónico se hibrida al lenguaje postmoderno. Los registros vocales, su impronta entre las cuerdas y trastes abanican posibilidades inagotables donde el bolero-cha, soneos, feeling asoman sin desespero aires rapeados en convivencia con reasimilaciones congueras, junto a frases músico-vocales donde la clave cubana aparece para dar paso a sonidos universales.

Massiel abraza al auditorio con inmediatez, lo alcanza sin estridencias, tan solo con la palabra que arropa el instrumento y su presencia. De vez en cuando lleva en préstamo el concierto del otro lado de la escena, el auditorio corea algún estribillo, completa alguna frase o juega rítmicamente con las melodías.

En una de esas canciones, la rapsoda dejó de ser única presencia en escena para hibridarse al tres con Alejandro Almora y Ernesto Castillo entre la caja y los bongoes. Por un lado, la base rítmica se confía en algunos temas a las cubanísimas posibilidades en la ejecución de bongoes, casi siempre en función de acompañamiento lejos de toda acrobacia sonora, elemento donde a mi juicio radica el virtuosismo de Ernesto, en el don de matizar las bases rítmicas maridándose al sentido comunicativo y los conceptos de la protagonista. Es en la caja donde el percusionista en sobria comunicación con Massiel, en determinados momentos exhibe su mayor espectáculo.

Mientras tanto, la presencia de Alejandro a manos del tres habla de una intención de validar la propuesta del formato en una de las más auténticas zonas de la musicalidad cubana, y es que el tres, de sus emporios raigales en la sonoridad de la llamada música campesina y su hegemonía en sones y trovas apegados a la tradición, demuestra su ductilidad para trascender y afianzar sus posibilidades tímbrico-armónicas ya en el acompañamiento o como instrumento solista en las más actuales formas del cancionero joven.

Los motivos del poeta signaron la presencia de Roberto Fournier, quien ya sostuviera anteriores cofradías en espacios de Santa Massiel en Ciego de Ávila. Con varios volúmenes publicados, la de Fournier es una voz necesaria entre la joven poesía cubana. Con actual residencia en Santiago de Cuba, el poeta de origen guantanamero trae consigo siempre a flor de labios algún verso punzante que uno no llega a imaginar antes de su performance.

Entre los invitados de la noche hubo especial espacio para la muy jovencita Lucía Travieso, quien honra su apellido con la traviesa inteligencia de sus primeras composiciones, las que para bien ya son razón de buenos comentarios con cierta dosis de asombro en el gremio de la canción. Lucía es una adolescente con sapiencia anticipada, sus textos contienen una madurez que preludian a una próxima grande de la trova.

Santa Massiel tuvo a bien hilar en su convite la savia de representantes de varias generaciones y geografías, lo cual señalo por los disímiles ingredientes músico-líricos en la imbricación de discursos polisémicos y en armonía a la vez con el epicentro del concierto.  Desde Las Tunas con una zona intimista de la Nueva Trova, llegó Richard Gómez, quien apela a conexiones muy espirituales en su decir que musicalmente trasiega la Isla y la América del Sur. Desde el olimpo de la canción mexicana trajo su voz Andrea Dubois, cuando ella canta, la noche y la congregación a cielo abierto le reverencian.

Otro fenómeno de relativa joven aparición en nuestra escena musical del que en próximas fechas debemos dialogar se unió a los motivos de Santa, me refiero a los integrantes de la Guasotrovancia. Pedro Zapata, Annalie López (La Azucena) y Audis Vargas, guantanameros por la isla y el mundo son de esos sucesos a los que hay que prestar oídos. Cada uno de ellos tiene un trayecto notorio, un hacer en sus carreras y juntos conforman un necesario tsunami. En la noche del 4 de agosto hicieron el ventu voz y guitarra con la anfitriona en los compases finales como ilustración de las interconexiones sonoras Oriente-Centro-Occidente que hicieron de esta una ocasión para atesorar entre los motivos memorables de actual canción trovadoresca cubana.  

En cierta oportunidad, kilómetros y vida on line mediante, expresé que la trovadora de origen y largo arraigo en el centro de la Isla apuesta en su oficio por echar al suelo las bisagras de cualquier cartografía con una delicadísima poética que, a ratos se desarma del instrumento a  la voz que en murmullo arrolla, hoy que del brazo de su guitarra cruzamos las melodías, reitero la lluvia de sus girasoles:

Mira como riego girasoles/ mira como rifo tu querer ay ay/ mira como tocan las campanas/ para ir a dormir cuando vas a pasar/ que tanta palabra me disocia/ tanto desamor para un velero/ y yo que no doy, fío ni presto/ rezo porque un día seas ola/ ayer, ayer fuimos luz para no perder/ tal vez, tal vez, nuestro tiempo dejó de ser/ mañana atardeciendo voy bajando/ pagando la colina de tus besos/ no encuentro qué me salve de este invierno/ así que mejor lo doy por hecho/ seré, seré lo que siempre te hará nacer/ tal vez, tal vez, fuimos luz para no perder/ donde te encontré ha pasado algo/ algo que hoy espanta hasta lo cierto/ algo que intenta errar mi canto/ y no es cosa fácil de lo advierto/ mira como riego girasoles(…)

Que si vienes por aquí yo me voy pállá/ si canto para ti conga nacerá.


La política para Martí: Un asunto del alma

Por Lil María Pichs Hernández, intervención en el espacio Dialogar, dialogar, de la AHS

Gracias por la invitación a este espacio. Deseo comenzar con referencias al texto de Cintio Vitier José Martí en la hora actual de Cuba, escrito en 1994, el cual me parece vital para entender fenómenos de aquel momento y el presente. El engranaje social no funciona todo lo bien que debería. La fórmula martiana “con todos y para el bien de todos” no ha llegado a todos los que tiene que llegar en nuestro país, y son, efectivamente, la educación y la cultura campos esenciales para revisarnos como país.

Es en el campo de la cultura donde Cintio ubica la solución a muchos de nuestros problemas. Y, de hecho, hace una comparación entre la Campaña de Alfabetización de 1961 y la nueva campaña de alfabetización o de culturización que haría falta entonces en 1994, según sus palabras.

Dijo Cintio entonces: “La campaña de alfabetización martiana que ahora necesitamos, en un pueblo que ya sabe leer y escribir, y que ha alcanzado niveles científicos admirables, pero que en su mayoría desconoce más su historia y por lo tanto el argumento de su propia vida, es una campaña de espiritualidad y de conciencia.  Hoy nuestro mayor problema espiritual, sin excluir los campos, está en las ciudades, y la ignorancia que hay que remediar es de otra especie, es en verdad la ignorancia de sí mismos, de la propia historia, de la propia naturaleza, de la propia alma.”

Por qué Cintio llama la atención acerca de estos elementos: historia, naturaleza y alma en la misma oración. Es algo que pudiera quedar flotando en este espacio y que pudiéramos retomar después en otro momento del debate.

Otro elemento que nos llamó la atención acerca de este artículo es la caracterización que hace de la juventud de 1994. Cintio Vitier dice en ese momento: “A 36 años del triunfo de la Revolución”–siéntanse libres de poner a más de 60 años del triunfo de la Revolución–, “comprobamos crecientes zonas de descreimiento y desencanto en los jóvenes, tanto iletrados como pertenecientes a las minorías intelectuales.  El nihilismo juvenil, filosóficamente articulado por la corriente llamada posmodernismo, es un fenómeno universal y que en nuestro país no es un fenómeno mayoritario.”

Quisiera preguntar si alguien sabe de qué está hablando Cintio Vitier cuando habla del nihilismo juvenil y del posmodernismo, unas palabras que se están poniendo bastante de moda en los últimos años.

Evidentemente, cuando se habla de nihilismo, se habla de una corriente filosófica que sostiene la imposibilidad del conocimiento y que, por lo tanto, niega la existencia y el valor de todas las cosas; negación de toda creencia o todo principio moral, religioso, político o social; ese sentimiento de que nada de lo que se haga tiene sentido. Por ejemplo, ¿por qué se va a estudiar en la Universidad si hay gente que no lo hace y gana más dinero que uno? ¿Por qué mis padres y mis abuelos trabajaron toda su vida, y de repente el haragán del barrio está mejor porque recibe remesas del exterior?

Hacerse esas preguntas y encontrar las respuestas a ellas: absolutamente nada tiene sentido, es asumir una posición nihilista.

Entonces este es un fenómeno asociado a la posmodernidad.  De la posmodernidad se comienza a hablar luego de la caída del Muro de Berlín y del supuesto fin de la guerra fría, cuando evidentemente el socialismo real, o el proyecto idealista soviético completamente queda abandonado, y el capitalismo, el polo que gana la guerra fría, Estados Unidos y su ideología capitalista e imperialista triunfan en el mundo.

Aparecen personajes que empiezan a hablar del fin de la historia.  Como la historia humana ha sido la historia de las guerras, si nos ponemos a pensar, la historia de los seres humanos es la historia del batallar constante por un objetivo; sin embargo, si pensamos nihilistamente y nada tiene sentido, y vemos que luego de la importancia que tuvo la guerra fría, de repente ganó una única manera de pensar, el capitalismo se instala en el mundo como único pensamiento racional, o sea, lo más lógico es querer trabajar para tener dinero y comprarse una casa y vivir bien, eso es lo lógico; pensar en el otro, o no pensar egoístamente, es ir en contra de la naturaleza humana.

Eso es verdad, se quedó impregnada en muchas personas, y es la verdad que triunfa luego de la guerra fría.

Esa forma de pensar lleva objetivamente a un cambio de época en el pensamiento. Entonces, como no se sabía qué nombre iba a tener esto filosóficamente -lo anterior era el modernismo, a la  primera etapa de desarrollo capitalista y toda su filosofía-, se le llamó posmodernismo. Era una cosa provisional, pero no hay nada más permanente que lo provisional. Así que por posmodernismo lo conocemos ahora y es evidentemente una corriente que entre sus características tiene, por ejemplo, la idea de que la historia ya no existe, lo único que tenemos es presente; el pasado en realidad es una ficción, es un cuento, son relatos, no tenemos que conocerlo; solo tenemos que vivir en el ahora, y ni siquiera preocuparnos por el mañana, y al final nada tiene sentido. Disfruta ahora, tírate varios selfis ahora, porque al final nada tiene sentido.

Luego, no hay dualismo ninguno, se pierde, dejan de existir el oriente y el occidente, dejan de existir blancos y negros, dejan de existir. Aunque se pueden hallar, por supuesto, todo tiene elementos positivos y negativos, aunque nos podemos identificar con algunos elementos positivos del posmodernismo, evidentemente esta dualidad que supuestamente deja de existir entre ricos y pobres, por ejemplo, desde nuestra filosofía, es algo que no se puede aceptar.

La idea de desconocer la dimensión histórica de los procesos y las causas que nos han llevado a que las cosas sean como son a nivel internacional, incluso a nivel nacional, cómo vivir en el presente sin conocer nuestro pasado, cómo pensar en qué hacer mañana y por qué hacemos las cosas, si no lo identificamos como un proyecto de vida; no digo un proyecto de nación, todo comienza desde el individuo, y desde el cómo las relaciones sociales, las relaciones familiares, nos van transformando en la cotidianidad. Cómo enajenarnos de eso y simplemente pensar que estamos aquí sin ninguna razón y que por lo tanto nada de lo que hagamos vale la pena, y que por lo tanto no tenemos nada que aportar al otro, no tenemos nada en que ayudar a las demás personas y nos encerramos en nosotros mismos.

Estas ideas son lamentablemente una de las grandes tendencias en el pensamiento. Y no quiero decir eso de que los jóvenes están perdidos, porque la frase data de la Grecia antigua. Sin dudas el artículo de Cintio tiene una visión muy integradora.

Él escribió por ejemplo sobre las relaciones entre política, el pueblo y la poesía. ¿Qué relación puede existir, cuando según algunas clasificaciones, sociedad civil es la parte de la sociedad que no toma las decisiones políticas, o sea, está separada de sus gobernantes?

Hay una sociedad civil que se encuentra completamente enajenada del proceso de construcción de su país, y que no hace nada para seguir construyendo.

Sin embargo, en la historia de Cuba hay un personaje que da respuesta a este problema de qué relación existe entre política, pueblo, poesía, cultura, de una manera muy particular y muy integradora, que es la que Cintio rescata. Por supuesto, estamos hablando de José Martí.  Y de ahí la importancia, una vez más, de recurrir al Apóstol a la hora de intentar encontrar herramientas para dar respuestas, desde nuestras propias realidades, desde nuestros propios pensamientos, nuestros intereses, los intereses de nuestra comunidad, a estos problemas a los cuales nos enfrentamos.

Martí desmiente el aparente divorcio que existe entre poesía, literatura, arte, cultura, y eso que algunos llaman gente común, el pueblo, que es sin dudas el tejido de la vida real, que se encuentra saturado de imaginación.  La política fue para él –dice Cintio–, fue para Martí, un asunto del alma. ¡La política, un asunto del alma!

Y, por supuesto, yo quisiera preguntar a quiénes aquí les gusta la política, ven el Noticiero todos los días, ven la Mesa Redonda. Quiénes aquí piensan que su vida no tiene nada que ver con la política. Entonces aquí hay algo interesante: no nos interesa la política, pero hay algo que nos dice que nuestra vida no transcurre divorciada de la política. ¿Se entiende lo que dije?

¿Cómo entendemos la política en la actualidad?  ¿Qué es para nosotros la política?  Estamos viéndolo como el arte o la ciencia de gobernar personas, un grupo de personas que gobierna a otra, que toma las decisiones, o un grupo de personas que ha sido empoderado por un colectivo más grande de individuos para tomar decisiones por ellos, o estamos pensando que política es simplemente las personas que se dedican a la política, cobran por ser políticos en el mundo, esto es una tendencia, esto es una realidad en muchos países. Sin embargo, para Cintio la política no es solo el arte de hombres gobernando a hombres, sino el arte de gobernarse a sí mismo.

Primer elemento: una nueva visión de qué cosa es política. Y segundo, la idea de que las decisiones políticas nos afectan de alguna u otra manera, pero no nos interesan, nos lleva necesariamente a hacernos la pregunta de por qué no nos interesa la política. Y en el fondo de esa respuesta, un elemento que subyace, independientemente de las cosas que podamos estar pensando ahora mismo, es la idea de que yo no tomo parte en esas cosas, a mí nadie me pregunta, en realidad no me interesa. ¿Será que no me interesa porque nadie me pregunta? ¿Será porque no acuden a mí las personas a preguntarme porque piensan que no me interesa? Todos formamos parte de lo mismo, y tenemos un papel que jugar en nuestra comunidad, en nuestra familia, en nuestro país.

Esa idea, esa visión integradora de política, es algo que Cintio rescata de José Martí, y que creemos que vale la pena traer a discusión en un espacio como este, porque hay muchas edades acá representadas y porque sería muy interesante debatir sobre estos temas, pero sin dudas –y concluyo con esto– una de las grandes enseñanzas que nos da José Martí es que todo, absolutamente todo, es política, en la medida en que la política es un reflejo de las relaciones humanas, se convierte en un ambiente, en un espacio en el que los seres humanos interactúan, y las decisiones que toman afectan a otros, incluso afectan a elementos que supuestamente son ajenos a ellos.

Espero que les haya inquietado con algunos puntos, que les haya causado algún interés, Y muchas gracias por su atención, y espero poder expandir, extender este espacio.

(APLAUSOS)

*Transcripción de la intervención de Lil María Pichs Hernández, miembro de la dirección nacional del Movimiento Juvenil Martiano, en el espacio Dialogar, dialogar sobre José Martí en la hora actual, realizado en el Pabellón Cuba, sede nacional de la AHS, el miércoles 22 de enero de 2020.

 


El proyecto inconcluso de José Martí

El día anterior a caer en combate, Martí comienza a escribirle una extensa carta a su “queridísimo hermano” Manuel Mercado. Su inesperada muerte la dejó inconclusa. El texto es suficiente para conocer las esencias y las estrategias del proyecto revolucionario martiano. Una gran incógnita se levanta con la última palabra escrita. Por lo pronto, el texto desmitifica la romántica y especulativa idea de que el Maestro buscara la muerte en el encuentro de Dos Ríos. Como guía de un pueblo que ha lanzado a la guerra, debía ser el primero en enfrentar al enemigo, pero no desconoce los riesgos necesarios. Con orgullo escribe: “Ya puedo escribir (…) Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo– de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice y haré, es para eso”. No hay desanimo ni tristeza y, lo más importante, piensa con entusiasmo en la que hará.

El proyecto martiano ha transitado por varias etapas. Primero, unir lo que imperiosamente ha de estar unido; segundo, organizar y concientizar las fuerzas todas del país para la guerra necesaria y la creación de un nuevo modelo de república que no perpetúe “con formas nuevas o con alteraciones más aparentes que esenciales, el espíritu autoritario y la composición burocrática de la colonia, sino fundar en el ejercicio  de las capacidades legítimas del hombre, un pueblo nuevo y de sincera democracia, capaz de vencer, por el orden del trabajo real y el equilibrio de las fuerzas sociales, los peligros de la libertad repentina en una sociedad compuesta para la esclavitud”; la República Cubana sería “justa y abierta, una en el territorio, en el derecho, en el trabajo y en la concordia, levantada con todos y para el bien de todos”.

La tercera etapa es la creación del Partido Revolucionario Cubano, instrumento real y práctico preparador de la guerra, creador y unificador de revolucionarios, batallador frente a los partidos coloniales y a la peligrosa corriente anexionista. La cuarta etapa apenas se iniciaba cuando cae en combate, la guerra de independencia y la creación de la república “en medio de la guerra”. Todo lo hecho hasta Dos Ríos apenas era el preámbulo de la construcción de la Cuba pensada y soñada por Martí.

Si la lucha inicial era contra el dominio colonial español, los profundos cambios operados en los Estados Unidos convierten a esta nación en la más poderosa potencia, ante la cual, llegado el momento, la propia España rendiría sus banderas. Desde 1889, Martí advierte: “¿Por qué han de pelear sobre las repúblicas de América sus batallas con Europa, y ensayar en pueblos libres su sistema de colonización?”; “Desde la cuna soñó en estos dominios el pueblo del Norte (…) y cuando un pueblo rapaz de raíz, creado en la esperanza y certidumbre de la posesión del continente, llega a serlo, con la espuela de los celos de Europa y de su ambición de pueblo universal (…) urge ponerle cuantos frenos se puedan fraguar,  con el pudor de las ideas, el aumento rápido y hábil de los intereses opuestos, el ajuste franco y pronto de cuantos tengan la misma razón de temer, y la declaración de la verdad”.

Y he ahí la razón de Cuba; su lugar en el mundo: “En el fiel de América están las Antillas, que serían, si esclavas mero pontón de la guerra de una república imperial, contra el mundo celoso y superior que se prepara para negarle el poder”. Y sentencia: “Es un mundo lo que estamos equilibrando; no solo dos islas las que vamos a libertar” y Cuba sería la república “indispensable al equilibrio americano”.

Iniciada la guerra de independencia, quedaba un paso importante, crear la República de Cuba. En la carta inconclusa a Manuel Mercado ya habla de ello. Después de la Mejorana, su papel en la Constituyente fundadora y reguladora de la república era fundamental y él lo sabía. Su ausencia en Jimaguayu desfiguró parte del proyecto de preparar la república en medio de la guerra. Al producirse la intervención de Estados Unidos en la contienda independentista cubana, Máximo Gómez expresaba las terribles consecuencias de la ausencia de Martí, porque él sí sabía cómo enfrentar la nueva situación. Los tiempos nuevos eran muy complejos. Se confrontaban peligros externos e internos. Uno de ellos era, según había escrito el Maestro:

“En Cuba ha habido siempre un grupo importante de hombres cautelosos, bastante soberbios para abominar la dominación española, pero bastante tímidos para no exponer su bienestar personal en combatirla. Esa clase de hombres, ayudados por lo que quieren gozar de los beneficios de la libertad sin pagarlos en su sangriento precio, favorecen vehementemente la anexión de Cuba a los Estados Unidos. Todos los tímidos, todos los irresolutos, todos los conservadores ligeros, todos los apegados a la riqueza, tienen tentaciones marcadas de apoyar esta solución, que creen poco costosa y fácil. Así alagan su conciencia de patriotas, y su miedo de serlo verdaderamente”.

El proyecto inconcluso de José Martí se convirtió en el de las generaciones del siglo XX; es el proyecto revolucionario de creación, retomando las palabras de José Antonio Saco dos años antes de nacer Martí, de “una Cuba cubana y no anglosajona”. Ha pasado el tiempo, 125 años después de la desaparición física del Apóstol, su pensamiento vivo es nutriente, sabia, para pensar y crear la Cuba futura. Brújula cuando baten aires de tormenta.  

 

 

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Martí nos enseña el camino del bien (Intervención del doctor en ciencias Pedro Pablo Rodríguez en el espacio Dialogar, dialogar)  

-La política para Martí: Un asunto del alma (Intervención de Lil María Pichs Hernández en el espacio Dialogar, dialogar)


Pensar la ciencia. Riesgos para un joven investigador y cómo manejarlos (VI)

Habilidades a desarrollar durante una investigación científica (Primera Parte)

Si has seguido las entradas anteriores de esta sección, habrás notado cómo insisto en que el recorrido por un programa de formación académica (sea de licenciatura, maestría o doctorado) es mucho, pero mucho más, que el acto de conformar un informe final o tesis. Ciertamente, este reporte escrito es el objeto concreto a evaluar por el tribunal y, sin dudas, su apropiada conformación debe ser tu prioridad. No obstante, debes tener en cuenta que este ejercicio no es otra cosa que un examen donde debes demostrar que has adquirido competencias que te permitirán operar luego en el ámbito científico. Es, por tanto, un punto de partida y no un punto de llegada.

Mi principal consejo (uno de los objetivos de estos posts) es que veas los años que pasas en tu programa como un periodo de inversión en ti mismo a largo plazo. Tu misión principal es desarrollar el más amplio rango de competencias posible. Debes tomar en consideración que un título no garantiza de ninguna forma la adquisición de un determinado trabajo. Más bien, es el requisito indispensable para aplicar al mismo. Si te fijas en la persistencia con que los Ministerios de Educación Superior de los distintos países presionan para elevar el nivel de sus claustros, entonces es fácil reconocer que hace falta mucho más que un título para obtener un puesto apetecible.

Además, una vez que te gradúes la naturaleza de tu trabajo cambiará radicalmente. Es decir, si antes de obtener tu doctorado te dedicabas a la docencia y, mayormente, a la investigación; una vez graduado se esperará de ti que performes con eficiencia en otras áreas como la dirección de proyectos científicos (donde tendrás que liderar equipos de investigadores), la tutoría de jóvenes, la política universitaria o la edición de revistas académicas. Cada una de estas tareas demanda un “saber hacer” que debes dominar de antemano. Por ese motivo, es crítico que orientes tus esfuerzos hacia la conformación de atributos y destrezas que te harán destacar con respecto a otros solicitantes.

Este es el primero de dos posts donde te ofrezco cuatro esferas de aptitud en las que debes invertir y crecer durante el período de obtención de un grado científico. Ellas son: (1) Conocimiento y habilidades intelectuales, (2) Eficacia personal, (3) Organización de la investigación y (4) Relaciones, influencia e impacto. Aquí analizaremos solo las dos primeras.

Gráfico propio creado a partir de la ilustración de Pablo Stanley (www.blush.design.com)

Es importante que ganes conciencia acerca de ellas, que reconozcas tus fortalezas y debilidades, para entonces identificar qué pasos darás para mejorar las habilidades que ya tienes y para para sobreponerte a tus flaquezas. No dejes las cosas al azar; toma tu futuro en tus manos.

Recuerda que las imágenes que acompañan el texto pertenecen a www.phdcomics.com.

Conocimiento y habilidades intelectuales

He aquí el núcleo del proceso formativo. El investigador, antes que todo, compendia datos existentes, reconoce vacíos y terrenos en disputa y aporta un nuevo conocimiento al mundo. Este primer cuadrante reconoce los requisitos de información, habilidades y creatividad necesarios para poder completar la tesis. Implica varias competencias insoslayables: analizar, sintetizar, pensamiento crítico, solución de problemas e imaginación relevante.

Suena complejo y abstracto, ya lo sé. Pero se pueden desmenuzar en adiestramientos específicos. Lo primero y más importante es el entendimiento de tu campo de estudios, es decir, debes ser capaz de responder con experticia estas tres preguntas:

  • ¿Cuáles son sus paradigmas (puntos de vista y autores relevantes)?
  • ¿Cuáles son sus principales métodos (cómo se colectan y procesan los datos)?
  • ¿Cuáles son sus avances trascendentes (discusiones más relevantes que suceden hoy)?

Mientras más entiendas de estos puntos más posibilidades tendrás de hacer un trabajo relevante. Domínalos.

Relacionado con lo anterior, debes estar capacitado para conducir búsquedas efectivas de información; o sea, necesitas saber localizar las principales fuentes, utilizar los softwares bibliográficos como EndNote (de pago) o Mendeley (gratuito), y demás facilidades de las tecnologías de hoy. Ten en cuenta que esto es un punto donde (en ocasiones) los jóvenes podríamos tener ventajas con respecto a investigadores de más edad. Aprovéchalas para encontrar nuevos nichos de datos poco explorados.

Finalmente, si has realizado lo descrito, te será fácil el reconocimiento de problemáticas de tu campo. Mantente abierto a nuevas fuentes de ideas y te encontrarás apto para la formulación de soluciones. Pronto podrás trabajar en desarrollo de conceptos teóricos. Con el dominio del trinomio paradigmas, métodos y avances, tienes el éxito a la vista en cualquier empresa en la que te embarques.

Eficacia personal

Lograr la maestría imprescindible de las habilidades intelectuales toma tiempo. No hay conjuro que las invoque de forma inmediata y solo la constancia y la planificación adecuada pueden hacerlas florecer. Claramente, la guía certera de un tutor es el mejor impulso que puedes recibir. Pero tu desarrollo no puede depender solo de ello. De ahí que alcanzar la autosuficiencia ha de ser un norte en tu ruta.

¡Ojo! No confundas autosuficiencia con arrogancia. La primera, implica la facultad de ejercer determinadas tareas con eficacia sin necesidad de orientaciones externas. Va de adentro hacia afuera. Tiene que ver contigo y tu dominio del mundo exterior. En cambio, la segunda desatiende la tarea y solo se concentra en la gente que te rodea. Va de afuera hacia adentro. No le interesa aquello que hay que hacer, sino la fanfarria hueca de pretender poder hacerlo sin ejecutarlo de veras.

Lamentablemente, la arrogancia es una cualidad demasiado común en el mundo académico. Estoy convencido de que ya conoces a muchos y eso indica que es un peligro real que afecta el ámbito donde te mueves. La vacuna radica en concentrarse en la tarea y descubrir satisfacción en su ejecución con desenvolvimiento. Te prometo que la realización de ejercicios complejos de tu campo con la soltura adecuada no pasará desapercibida por tus pares y superiores.

En otro sentido, debes trabajar en aprender los protocolos de relaciones interpersonales. ¿Qué es esto? Pues como ya hemos visto, en la vida académica los roles profesionales se hallan quirúrgicamente estratificados y es tarea tuya reconocer tales estamentos y comportarte siguiendo sus protocolos. Algunas consecuencias son obvias y no merecen mayor detenimiento. Por ejemplo, no debes dirigirte de igual manera a un compañero doctorando (tu par) que a tu tutor (tu superior).

Pero hay otras instancias un poco más difusas con las que te relacionarás y que debes reconocer. Ello implica aprender a escribir e-mails profesionales a editores de publicaciones, directivos de redes profesionales y organizadores de eventos. El registro en el que establezcas tu comunicación puede ser determinante a la hora de la aceptación o rechazo de tus propuestas. Nadie tolera a los “equivocados”. Has de perseguir la balanza precisa entre la humildad y el orgullo. Lamentablemente, la comunicación adecuada, precisa y respetuosa, es como todas las cosas verdaderamente valiosas de la vida: solo la notamos cuando nos falta.

Aquí te mando un consejo práctico. Para ensayar las formalidades académicas te recomiendo el canal de YouTube de Shady Attia, profesor de la Universidad de Liège, Bélgica, quien ofrece numerosos tips que allanarán tu camino. Además, te aconsejo consultar dos libros, el primero es de Danny Rubin, Wait, How Do I Write This Email? Game-Changing Templates for Networking and the Job Research (2016), que podrás descargar en este link (https://b-ok.lat/book/3680411/f9d521); el segundo es de Heike Hering, How to Write Technical Reports. Understandable Structure, Good Design, Convincing Presentation (2019, Berlín, Springer) que encontrarás aquí (https://b-ok.lat/book/3653174/b3bc4c).

Ambos ejemplares tienen la ventaja de ser utilizados fuera del espacio universitario también, por lo que sus enseñanzas te serán muy útiles. En otro post futuro te comentaré algunos textos que, en mi opinión, son esenciales para que tu día a día como investigador joven sea un poco más sencillo. Estate atento.

Por último, es importante que trabajes en la autogestión de tu carrera. Este punto se refiere a la alineación de tu actividad como científico (aquel que hace ciencia) con el resto de tus objetivos de vida. ¿Tienes claras tus aspiraciones profesionales? ¿Estas se complementan con tus anhelos personales? Recuerda que comenzamos dejando claro que alcanzar el título no debe nunca ser una meta. Por tanto, ¿Cuál es tu propósito? ¿Qué logro te haría verdaderamente feliz? ¿Estás dispuesto a hacer lo que se necesite para alcanzarlo?

Si lograr identificar tus dificultades mayúsculas, también podrás diseñar estrategias para solventarlas. No hay atajos en la carrera de un científico. Disecciona tus problemas y ponte metas pequeñas, así notarás avances y te mantendrás motivado. Puede ser el estudio exhaustivo de un determinado autor o la pericia exquisita de un método puntual. Da igual. Encontrarás en tu camino numerosas ocasiones donde evaluarás tu desarrollo. Así, podrás reconocer y espantar el olor mordiente de la desidia, el principal enemigo de todas las empresas significativas.

Ten claro en la mente tu destino último y no pierdas de vista a tus héroes. La autogestión, es el tercer pilar el trípode de la eficacia personal. Junto con la autosuficiencia y las relaciones personales, serán un empujón definitivo en tu carrera. Trabaja en ellas a conciencia.

Para trabajar en áreas de adiestramiento profesional, normalmente, las universidades cuentan con escuelas doctorales. Igualmente, los colectivos de desarrollo científico, tanto los programas de doctorado, de maestría o las carreras, diseñan seminarios con el fin de apoyar la formación de los jóvenes investigadores. Además, en una entrada anterior, te comenté que tu tutor te ayudaría a trabajar en estos bloques de destrezas.

Pero si nada de esto sucediera, si tuvieras la terrible mala suerte de embarcarte en una investigación dentro de una institución con un pobre manejo del potencial científico; o si tu tutor le diera tres pepinos lo que haces o dejas de hacer; siendo aprehensivo respecto a tus zonas de desarrollo podrás asociar tú mismo las acciones naturales del proceso de investigación con tu propio programa de adiestramiento profesional.

Por ello te recomiendo que, antes de acometer cualquier ejercicio (entrevista, lectura, experimento, búsqueda de archivo, observación participante, etc.), te preguntes ¿cómo me puede hacer crecer? ¿qué aspecto en específico puedo desarrollar y de qué manera podría medirlo? Las áreas que enumeramos más arriba son los cuadrantes de tu brújula. Oblígate a pensar en ellas hasta que la costumbre te indique de forma natural en cuál eres mejor y en cuál debes trabajar más. Cuida que tu camino las recorra todas en equilibrio, así evitarás perderte en el berenjenal de la vida del joven investigador. Invierte en ti mismo.


Declaración de la Dirección Nacional de la Asociación Hermanos Saíz

La Habana, 24 de noviembre de 2020

En los últimos días la contrarrevolución, mediante el autodenominado Movimiento San Isidro, ha estado haciendo exigencias al gobierno cubano. Personas honestas han manifestado en redes sociales su preocupación por las consecuencias que pudiera tener una “huelga de hambre” para la salud de los ciudadanos implicados. La vida humana, convertida otra vez en objeto de manipulación política, juega en el contexto actual a favor de la campaña permanente de hostilidad y descrédito contra la Revolución Cubana.

Lo que aparentemente comenzó como un gesto de solidaridad con un presunto rapero, sancionado por desacato y agresión a un policía, mutó hacia posiciones de fuerza que exigen al Estado la eliminación de una de las medidas económicas implementadas como consecuencia de la compleja situación económica que vive el país.

La narrativa que construyen los adversarios de nuestro proyecto político subraya los aparentes obstáculos que enfrentan el pensamiento, la divergencia y el uso efectivo de los derechos políticos en Cuba. En los últimos años sobran ejemplos, en medio de circunstancias muy hostiles, de los esfuerzos del gobierno cubano por construir un proyecto inclusivo, que respete la diversidad y genere espacios para todos. Aun cuando la profundización de nuestra democracia socialista sea un empeño permanente, la manipulación, la violencia, el chantaje y la imposición de agendas contrarias a la voluntad soberana de existir como Nación, no son ni serán los caminos que conduzcan al diálogo.

A los jóvenes creadores nos importan todas las vidas, incluidas las de quienes se autodefinen como enemigos políticos de la Revolución. Las instituciones, acusadas ahora de irreflexivas, demagogas y excluyentes, han puesto, junto a nuestro pueblo, el rostro y los hombros en un esfuerzo gigantesco por preservar la vida de millones de ciudadanos del impacto de la Covid-19, sin distinción alguna. Desconocer la ética y el humanismo con que el Estado Cubano ha obrado, como pretende esta maniobra contrarrevolucionaria, destierra toda objetividad.

Desde la Asociación Hermanos Saíz, seguiremos auspiciando el quehacer de los jóvenes creadores, generando espacios inclusivos y propositivos, siempre desde el compromiso con el proyecto de Nación que construimos, que es el compromiso con todo un pueblo y su soberanía.

 

Dirección Nacional AHS


The Politician: otro divertimento de Ryan Murphy para hablar de cosas muy serias

Ryan Murphy ha creado una marca. Su nombre tiene un precio y Netflix lo ha determinado. Un contrato de exclusividad —firmado en 2018—, con la compañía de streaming por 300 millones de dólares, ha atado a uno de los reyes Midas de la ficción norteamericana durante cinco años, en una de las jugadas maestras dentro de la industria del entretenimiento.

Posters de The Politician/ Tomado de internet
Posters de The Politician/ Tomado de internet

Como una estratagema política, muy al estilo de la primera serie que creó el cotizado artista para su nuevo empleador, esta transacción se inscribe dentro de la batalla por captar públicos y ganancias entre las cadenas generalistas (FOX, CBS, ABC o HBO) y las plataformas de pago (Disney+, Netflix, HBO o Amazon Prime Video).

De esta ambiciosa relación ya se cuentan las series Hollywood, Ratched y los filmes The Boys in the Band y The Prom junto a una extensa lista de proyectos que generan gran expectativa entre sus críticos y seguidores. No obstante, queda el mérito a The Politician de ser la primera apuesta del grupo creativo que lidera Murphy en su “era netflixiana”.

Payton Hobart, un adolescente millonario y privilegiado, con una crisis de identidad y delirios de grandeza, se arma de toda la maquinaria histórica y el discurso político norteamericano en su testaruda meta por convertirse en Presidente de los Estados Unidos de América. Su primer objetivo: presidir a los estudiantes de su elitista instituto, y ahí arranca la primera temporada.

Pasados los dramas de la highschool, la segunda temporada nos muestra a un Payton que juega las cartas de la brecha generacional para obtener un asiento en el senado de Nueva York enfrentándose, nada más y nada menos, que a la prestigiosa e inderrotable líder de la mayoría. 

Un divertimento para hablar de cosas muy serias. Una revisitación al entramado político estadounidense mediante el código de los seriales juveniles donde nada queda afuera: manipulación, fraude, fake news, sexo, escándalos, dinero, dobleces morales, corrupción, intentos de magnicidio y más, mucho más.

Póster de la segunda temporada de The Politician/ Tomado de internet
Póster de la segunda temporada de The Politician/ Tomado de internet

 

En busca de lo auténtico, los personajes se debaten entre las exigencias que impone el contemporáneo vicio de validar nuestro éxito con el aplauso o los likes de los otros y el desafío de encontrarse a sí mismos en un mundo que regurgita las máscaras que no han acompañado por siglos. Una suerte de paralelismo con la búsqueda que siempre ha emprendido Ryan Murphy, la de encontrar la verdadera esenciade las cosas, recreándose en lo caricaturesco y la parodia. 

Ryan Murphy es uno de los guionistas y productores más codiciados en el la industria del entretenimiento/ Tomado de internet
Ryan Murphy es uno de los guionistas y productores más codiciados en el la industria del entretenimiento/ Tomado de internet

Aquí se analiza no solo a la clase política, sino que en una especie deejercicio de índole sociológico los guionistas apuestan por escudriñar en las motivaciones y capacidad de reacción de los votantes frente a un ámbito de representación política que no fomenta la capacidad crítica del electorado o de la gente, de modo general. 

A través de la aparente ligereza del argumento y de los diálogos, vamos transitando por un mundo de ficción que engarza con las tramas de decenas de películas y series con temática similar, y lo que es aún más inquietante, con la realidad que se proyecta en las noticias de la TV, la radio o Internet. Quizás lo más desconcertante sea percatarnos que el absurdo no lo es tanto y se convierte en norma, en abrumadora certeza. 

En un arriesgado rejuego entre la frivolidad y un discurso social con no pocas implicaciones, esta sátira se va transformando en una exposición crítica —para algunos velada, para otros mordaz—, sobre el ambiente social y político de los EE.UU. en los últimos años. Será inevitable no reconocer el paralelismo que se establece entre las campañas que emprende el protagonista con los resortes de las lides políticas en Estados Unidos, o la representación que tenemos de ello.

The Politician es una exposición crítica sobre el ambiente social y político de los EE.UU. en los últimos años/ Tomado de internet
The Politician es una exposición crítica sobre el ambiente social y político de los EE.UU. en los últimos años/ Tomado de internet

Primero las elecciones de un instituto y luego las de un distrito neoyorquino, contadas en un entorno distendido y satírico, funcionan por varios capítulos pero por momentos se torna irregular un relato que quiere decir muchas cosas en una apoteosis de gags y referencias que pueden “desconectar” al seguidor menos fiel o a quienes aspiran a ver algo cercano a House of Cards o El ala oeste de la Casa Blanca.

The Politician aspira a ubicarnos en un punto intermedio entre el excéntrico Murphy de Glee y American Horror Story y el más “serio” realizador (como le exigía la crítica especializada) de American Crime Story o Feud. Sin embargo, nos devuelve una y otra vez a la cosmogonía de Glee. Vuelven las constantes referencias culturales, el reflejo de las otredades, la música, la denuncia social, las ambigüedades morales y sexuales, la búsqueda y defensa la identidad, el miedo y sus extensiones, entre otros temas y estéticas recurrentes del autor.

Y en esa estética que regresa también veremos una cuidada puesta en escena, profusión de colores, vestuario y maquillajes exquisitos, primeros planos, grandes angulares que amplían la profundidad de campo, excelente iluminación, así como otras firmas de Murphy, Brad Falchuck e Ian Brennan, como la presencia de mujeres complejas y empoderadas; el “rescate” de icónicas actrices (aquí veremos a Jessica Langey Bette Midler) o una tejida banda sonora. 

Un punto aparte para el reparto de la serie (ya está demostrada la eficacia de Murphy en la dirección de actores) donde coinciden consagrados y noveles como Gwyneth Paltrow, Judith Light, Bob Balaban, Zoey Deutch, Lucy Boyntony David Corenswet. Aconsejo no perder de vista la carrera del joven Ben Platt, si no se malogra en el camino puede llegar a ser uno de los actores más completos del futuro, algo quede seguro vieron los creadores más allá de su ascendente carrera en Broadway.

Para los fanáticos de este tándem creativo, su equipo creativo, no creo que sea esta una obra rotunda, pero si lo que Netflix quería con su millonario contrato de exclusividad era una serie con la marca artística y las obsesiones intelectuales de Ryan Murphy, aquí la tiene.

En el reparto de la serie donde coinciden consagrados y noveles actores y actrices/ Tomado de internet
En el reparto de la serie donde coinciden consagrados y noveles actores y actrices/ Tomado de internet

 

Ficha:

Creadores: Ryan Murphy, Brad Falchuk e IanBrennan

Dirección: Brad Falchuk, Tamra Davis y otros

Reparto: Ben Platt, Judith Light, Bette Midler, Zoey Deutch, Lucy Boynton, Laura Dreyfuss, Jessica Lange y otros.

Género: Melodrama, comedia

País: EstadosUnidos

Plataforma: Netflix

No. de temporadas: 2

Capítulos: 15 episodios

Duración: De 28 a 62 min.

Estreno: 27 de septiembre de 2019


Vean Watchmen, pero…

Ya lo sabemos. En un mundo de extremos, vacilaciones metafísicas y relativismo cultural no es de extrañar que, cada vez más, las personas desconozcan cualquier análisis o proyección de la realidad que no se corresponda con su visión del mundo. De otro modo no podría explicarse cómo el fenómeno serial de la pasada temporada televisiva en Estados Unidos fue perdiendo poco a poco miles de espectadores mientras cosechaba los aplausos de la crítica y la prensa especializada.

Y es que, en cuanto al firmamento audiovisual, a muchos nos gustan los remakes, las adaptaciones, la intertextualidad o las menciones, solo y solo si, no se meten con los miembros de nuestros particulares panteones de culto. Ese era un riesgo que conocían los creadores de la serie Watchmen (HBO), coronada con 11 estatuillas en la primera ceremonia virtual de los premios Emmy, en sus 72 años de existencia.

La metáfora del enmascaramiento alude a varios aspectos de la realidad social y política actual.

El polémico productor y guionista de cine y televisión Damon Lindelof (The Leftlovers y Lost) tomó como punto de partida para el ambicioso proyecto del canal HBO una serie de cómics homónima creada por el guionista Alan Moore, el dibujante Dave Gibbons y el entintador John Higgins; publicada durante los años 1986 y 1987 por DC Comics.

Watchmen, la novela gráfica (también adaptada al cine en 2009 por Zack Snyder) es un material de culto que describe a la humanidad en el preludio de una Tercera Guerra Mundial mientras un grupo de superhéroes de ambigua moralidad propician el triunfo en Vietnam de los Estados Unidos para luego ser proscritos. No obstante, la serie televisiva utiliza el universo del comic para crear un contenido completamente nuevo, y es ahí donde despunta, al cimentar su propio camino de fabulaciones y aportes al discurso social, político y artístico de nuestra época.  

El supremacismo racial es uno de los temas abordados en la miniserie.

Algunos argumentan que no es necesario leerse la historieta para ver la adaptación libre de Lindelof, pero algo de información hace falta, pues la carga referencial es muy alta y, sin dudas, dificultaría disfrutar completamente de una serie en la que la complejidad discursiva se va armando entre las consecuencias de los hechos narrados en la historia original y las licencias que se toman los guionistas, siempre en función de un argumento renovador para criticar la sociedad y el poder emulando lo que se propusieron, en su momento, Moore y Gibbons.

Esta “profana” revisitación asienta su relato varias décadas después de los eventos de la novela gráfica con la aparente superación de los traumas causados por el conflicto de Vietnam (que ahora es un estado más de la unión americana), el caso Watergate (Nixon nunca renunció), la Guerra Fría o el cataclismo nuclear. Asume como desencadenante de la acción las tensiones raciales en Tulsa, una ciudad sureña donde en 1921 hubo una masacre de personas negras en manos de supremacistas blancos (hecho real), para luego trasladarnos a un 2019 alternativo en el que un progresista Robert Redford (sí, el mismo) gobierna en la Casa Blanca.  

La reconocida actriz Regina King protagoniza Watchmen.

Durante la llamada Noche Blanca, un grupo supremacista llamado La Séptima Kaballería, ―versión moderna del Ku Klux Klan―, ataca coordinadamente a la policía de Tulsa, mientras los agentes deben cubrir su rostro con una banda de color amarillo para evitar ser reconocidos. Tras el asesinato de un oficial se suscita una trama detectivesca, aparente sostén del guion, en la que asume el protagónico una policía retirada y justiciera encapuchada, Angela Abar (interpretada por la oscarizada Regina King), pivote para durante nueve capítulos adentrarnos en el fundamento de la serie: la brecha racial y la situación política actual de los Estados Unidos.

Es de reconocer que los realizadores sostienen con audacia los enigmas de la trama ante la expectativa de una audiencia acostumbrada al desarrollo narrativo clásico, a través de un ejercicio de implicaciones semánticas significativas, apoyado en un empaque visual y sonoro tan atrevido, en ocasiones, como el mismo argumento de la serie.

Entre metáforas más o menos evidentes los creadores se acercan, entre otros temas, a los vínculos entre poder, raza y violencia, la brutalidad policial, la paranoia antiterrorista luego del 11 de septiembre de 2001, las fake news, la pandemia silente de las drogas, la doble moral, el miedo como arma de manipulación, la homofobia, los traumas intergeneracionales, la memoria histórica, el control armamentístico, la identidad y el anonimato en internet.

Se analiza, asimismo, el legado y sus secuelas en el devenir social y personal.   Y es que Watchmen es un vuelco al pasado, una lección sobre cómo las acciones de nuestros antepasados hilvana la experiencia colectiva del presente para bien o para mal.

Las relaciones entre raza, poder y violencia centran la atención de la miniserie.

Ciertamente los giros dramatúrgicos pueden ser rocambolescos, pero no desentonan en un entramado argumental que, al igual que el original, apuesta por la densidad temática, la estructura compleja y varias líneas temporales. Si ambas obras coinciden en algo es en el propósito de deconstruir la figura del superhéroe mientras se nos presenta una distopía apabullante.

Simula este ser un ejercicio caótico, pero sociológicamente bien nutrido para situarnos frente a disyuntivas morales muy de nuestro tiempo. En ese sentido diría que es una serie para el público estadounidense. Y, además, imagino que sin proponérselo funge como una suerte de punto de compensación ideológica luego del evidente tufillo antirruso de la muy aclamada Chernóbil (2019), también de HBO.   

La crítica audiovisual estadounidense, celosa guardiana de su herencia cultural, que aguijonea sin miramientos cualquier intento magro de acercarse a sus íconos, ―que tantas veces hemos visto encartonados e insustanciales―, se ha rendido ante esta miniserie. Le agradecen abrir nuevamente el debate sobre grandes cuestiones de la identidad americana, siendo arriesgada y entretenida a la vez. Otros, en cambio, le cuestionan su énfasis sociopolítico y destacan, en parte, el fascinante conjunto de personajes que reescriben los guionistas.

Las relaciones entre raza, poder y violencia centran la atención de la miniserie.

Sus detractores, que sobre todo se cuentan entre el gran público, no les perdonan a Lindelof y su tropa la transformación de algunos de los personajes y símbolos del comic ochentero hacia posiciones aún más controversiales.  Algunos de los comentarios en redes y webs de votaciones apuntan a cierta saturación con la temática del conflicto racial que, junto al supremacismo blanco, se han convertido en tendencia en el cine y la televisión actuales. Otros señalan que esta revisión transige ante la llamada woke culture.

Yo por mi parte la recomiendo. Vean Watchmen, pero no acudan a ella con el infantil propósito de compararla, ni con el argumento ni la estética del legendario comic, ―hay cosas que no se comparan―, ni mucho menos en la búsqueda de una historia de superhéroes a la medida de las producciones de Marvel. Watchmen es lo que es.     

Ficha:

Año: 2019

País: Estados Unidos

Director: Damon Lindelof (Creador), Steph Green, Nicole Kassell, Andrij Parekh

Basado en: Watchmen, de Alan Moore y Dave Gibbons

Reparto: Regina King, Jeremy Irons, Yahya Abdul-Mateen II, Don Johnson, Tim Blake Nelson, Louis Gossett Jr., Adelaide Clemens.

Género: Serie de TV. Drama. Thriller. Fantástico. Ciencia ficción. Distopía.

N.º de temporadas: 1

N.º de episodios: 9

Medio de difusión: HBO

Fecha de lanzamiento: 20 de octubre de 2019.         


El andar de Aristóteles por los caminos pandémicos

*Tomado de Cubahora

La enseñanza, ese espacio que llenaran los alumnos de Aristóteles que, en una caminata constante, iban de la oscuridad a la luz, círculo cuya eficacia depende de ese movimiento indetenible, enemigo de la petrificación del dogma. Sí, en el griego antiguo, la técnica, algo que hoy asociamos casi exclusivamente a las ciencias duras, era referente al arte, ya que de este salió la verdadera sabiduría. El conocimiento era amor a la belleza. Todo hombre debía ser hermoso y bueno. Sin una cultura así, no habríamos llegado hasta el presente como civilización occidental, ni existiese todo un universo detrás de nosotros como salvaguardia de los altos valores. Cuba, en el centro del huracán desatado por el golpe de la Covid-19 en un Occidente carcomido, es ejemplo en la enseñanza de aquellos dorados lineamientos antiguos.

Nuestras escuelas de las artes sirven de referencia  en el presente, cuando todos estamos en las casas y debemos echar manos a lo creativo, para guardarnos las vidas. Allí están los magros recursos dedicados a que lleguen las teleclases o que estén disponibles en plataformas masivas como you tube. También, la sociedad civil del arte, básicamente la Asociación Hermanos Saíz, ha diseñado estrategias para que los creadores, a la vez que exponen su obra e interactúan con el público, ejerzan una función pedagógica sobre las masas mediante las redes sociales. Los mecanismos de promoción de los talentos son, en estos minutos, más que vitales. No se cuenta con todo el internet, ni con los mejores soportes técnicos, pero el talento está allí, esperando a que lo nombren, para aparecer como un mago en medio de la tragedia y el vacío.

Cuba no puede renunciar a las esencias culturales, a los legados, pues como nación que se halla en el epicentro de la batalla por lo simbólico, sabemos que recibirá los más fuertes ataques del proyecto hegemónico post pandemia que se gesta. No habrá un mundo más justo cuando esto acabe, sino uno donde los recursos para el desarrollo serán más caros e incluso inaccesibles para casi todo el planeta. El reparto tendrá que ver con el vínculo hacia una élite que hoy maneja las líneas de lo políticamente correcto y que, incluso, plantea el derrumbe de los Estados, para erigir un nuevo orden. Quienes vivimos en pequeños terrenos, sin muchos recursos naturales, y dependemos de la soberanía para seguir existiendo, tenemos que defender lo simbólico y lo nacional.

La defensa de lo cultural se inicia en la preservación del peso de lo que somos universalmente y que el nuevo poder hegemónico quiere avasallar: un país fundado sobre el Estado de Derecho y la democracia republicana, de raíz occidental, con una visión humanista. Detrás de tal andamiaje se hallan nuestras obras literarias y artísticas, los discursos que acompañan el devenir cotidiano, las construcciones políticas y los círculos sociales. Abandonar la enseñanza del arte, entonces, incluiría dejarles a los enemigos el campo de batalla del símbolo, para que lo siembren de la cizaña que ya crece allende el globo: el dogma falaz de que unos seres “merecen” vivir más que otros. Así, no es extraño que se predique en medio de la pandemia la medida del contagio del rebaño, que induciría supuestamente a una inmunidad natural luego de la muerte de un determinado número de personas más débiles. De ese mundo, especie de nuevo nazismo eugenésico, debemos huir como nación que se basa, precisamente, en todos y para el bien de todos.

Vayamos a uno de los símbolos más esenciales de la cultura cubana, la novela Paradiso de José Lezama Lima. Allí hay valores que, a la vez que se enraízan en ese pasado luminoso occidental, nos revelan la esencialidad de lo cubano mediante unos fundamentos que hoy se quieren atacar desde el afuera: la familia, lo identitario, lo criollo. Y en tales bases suelen surgir nuestros mejores momentos como país, cuando nos unimos por encima de las diferencias para proteger a ese hermano, hijo, amigo, pues su sonido espiritual es tan cubano como el nuestro. La enseñanza de José Cemí, a lo largo de las páginas, más que aprehender una técnica para la poesía, avanza en el terreno denso y vital de la cultura cubana, siendo él, al cabo, un maestro de sí mismo. Porque Cuba extrae ese poder de su propia savia, de los cemíes del pasado.

Tales virtudes, presentes a lo largo de la cultura, nos defienden como vacuna de lo que vendrá: un universo donde las plataformas informativas ya no son siquiera propiedad de Estados, sino que, privatizadas, responden a una élite, especie de gobierno profundo, que necesita que el orden financiero, aunque vulnere los derechos naturales de la mayoría, continúe dando los dividendos de siempre. Ya lo vemos en You Tube, donde todo video que incrimine con fuerza a la élite es borrado y a su autor se le penaliza. O en Facebook, con fuertes vínculos con quienes manejan el Big Data en los resultados de procesos eleccionarios, donde el fraude se basa en el conocimiento cultural, esto es de las costumbres, gustos, tendencias, comportamientos y se traza así la ingeniería social. Si Cuba abandona el cetro que ha detentado como nación occidental que se defiende y que conserva unos valores, no habrá enseñanza del arte que nos rescate luego.

Lo que veremos, ya lo avizoró José Ortega y Gasset, es una deshumanización de la creatividad, una distancia total entre el legado brillante y el presente obtuso y medieval. La ingeniería social transhumanista se propone disolver el derecho natural, sustituirlo por una arbitraria clasificación que privilegie determinados cánones de la cultura de cara al servilismo y la pasividad ante la injusta rebatiña de recursos.

En una reciente entrevista ante el diario El Mercurio de Ecuador, el periodista e investigador Daniel Estulin recordó sus tesis vertidas en el libro La trastienda de Trump, donde precisamente habla del Estado profundo detrás de las apariencias, ya que no se trata de una guerra entre naciones ni partidos, sino entre dos modelos del mismo capital. La caída del financismo en las garras de su propia estrategia, la baja en la producción mundial resultante del auge especulativo y por ende la carencia de recursos y empleos para todos, nos trae la estrategia de las élites de matarnos a una parte, la mayoría, antes  de que nos sublevemos. Del otro lado, los poderes industriales sufragan al viejo capitalismo productivo, representado en Trump y la ultraderecha conservadora y nacionalista en alza. De tal enfrentamiento entre élites, el resto del planeta es ente pasivo y víctima. Estamos en la crisis sistémica de un capital basado en la propiedad y el monopolio y no en la socialización de las riquezas y el trabajo. Pero en todo ello la cultura nos puede salvar o hundir, todo depende de cuáles cantos escuchemos: ¿los de la escuela de las artes de Grecia o los de las sirenas que quisieron ahogar a Ulises?

Para seguir siendo hombres y no convertirnos en transhumanos ni sucumbir a un mundo financiero dominado por la robótica y la ingeniería social, para que la técnica sea de nuevo arte y no mero instrumental de dominio; Cuba deberá sufragar como hasta ahora el corazón de su soberanía: la cultura y su enseñanza. No habrá quizás un cambio planetario, pues no somos nosotros quienes conspiramos en clave de hegemonía, pero cuando miren hacia acá quizás vean otras luces, las del andar de Aristóteles, en un legado que no podremos ocultar pues será parte y esencia, vida de lo que somos.