Padre nuestro
Que estás en el cielo
A mi madre
Sentada en el malecón habanero junto a una botella sin etiqueta que jugaba a ser vino. Con la ropa sudada, una mezcla rara de perfume y H-Hupmann sin filtro. Agotada, como si hubiera recorrido millas. En el tÃmpano grabados gritos de mujer.
“Padre Nuestro†es una obra escrita y dirigida por Agnieska Hernández DÃas. Inspirada en la novela “Karakter†de Ferdinand Bordewijk. Yo no sé dónde queda Amsterdam, pero el verbo primigenio llegó de allÃ. Se sentó en el Brecht y nos enfrió las entrañas. Son 13 horas y 10 minutos los que nos separan (o convulsos segundos en la sala Tito Junco).
En el escenario prima el color rojo. Telas de punto tupido encierran o cubren a los bailarines que se viven una y otra vez, que se cuentan al espectador. A través de soliloquios sensibles y egoÃstas, cada personaje sufre un poco. El sufrimiento los engarza en una cadena de abuso y normalización de él mismo. Una hija bastarda agita un pomo de pastillas. Se busca madre, se busca padre, se busca un nido. Se escurre entre las piernas del cuerpo danzario y mira al público erizado como pidiendo ayuda. En su cara veo otras muchas. MarÃa Mercedes, Joan SaldÃvar. Los niños que dormÃan sin una luz en el cuarto y se sabÃan deudores de su propia vida.
Este desamparo es ignorado por una progenitora que se mantiene en duelo por sus libertades perdidas. Sus oportunidades interrumpidas. Por los dedos que después de sostener el falo no verÃan las teclas del piano nunca más. ¿ExistirÃa un mejor momento para concebir?
â€Padre nuestro, perdóname porque he pecado, de pensamiento, palabra, obra y omisión.â€
Alrededor de las dinámicas ya mencionadas orbita una fauna despiadada que mantiene la tensión en escena. Se muestran indistintamente historias y estadÃsticas. Mezclando asà la realidad con la representación. Sobrecargando al espectador hasta las lágrimas. Exponiendo las crudas realidades que nos pasan desapercibidas.
“Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpaâ€.
Denunciando la violencia de género y el feminicidio. Mi madre llama durante la función y ya no sé si contestarle. La actuación carnal y desinhibida, sensible y no por eso débil. La niña que se sostiene las trenzas como manos añoradas hasta las últimas consecuencias.
El elenco está integrado por jóvenes actores. Una vanguardia retada a interpretar esta obra. Sus nombres, Amelia Fernández, Pedro Rojas, Lulú Piñera, Alejandra de Jesús RodrÃguez, Daniela Sánchez, Lissette de León y Laura Mesa, los abandonan para dejar espacio a los arquetipos designados. La música, este importantÃsimo recurso expresivo, queda en las manos de Leyssy O’Farrill Nicholas, Roberto Reicinio y Daniela Valdés.
Padre Nuestro se erige como una carta de denuncia que sin ambiciones de revolución agita los ánimos. Sin decretar consignas consigue incitar al rezo de las consignas propias y el rechazo de los mantas que invisibilizan al género femenino. La solución de los conflictos dramatúrgicos es justa y no por ello genérica. El desenlace no resta el valor emotivo que alcanza la obra de La Franja Teatral. La sala se vacÃa lentamente, como si nos pesara el alma. Sin distinciones, sin exigirnos la gran referencia para comprender el mensaje o empatizar con los cuerpos que se desnudan en palabras, silencios y ocasionales gritos.
Al abandonar el teatro porto una ira desarmada. Me siento en el parquecito y enciendo un cigarro.
“Por eso ruego a Santa MarÃa siempre virgen, a los ángeles, a los santos, y a ustedes hermanos.â€
La obra Padre nuestro queda por este medio contraindicada para aquellos que tengan la sensibilidad como un cayo, los que tienen problemas cardÃacos y por receta médica no deben salir del teatro con el corazón hecho un puño; los malos palos y los conspiranoicos del cérvix. Para la población restante, resultará una experiencia de catarsis y un momento sano de meditación.
Ser el arte
Leyssy O´Farrill Nicholas es una joven artista multidisciplinaria. Su talento la ha hecho recorrer no pocos escenarios y probarse en creaciones tan diversas como el arte visual, la fotografÃa, la música, la actuación, por solo mencionar algunas. Conocà de ella gracias a “Padre Nuestroâ€, obra escrita y dirigida por Agnieska Hernández: en ella, el cuerpo femenino es puesto bajo la lupa de las violencias cotidianas (tantas veces invisibilizadas bajo la manta de dÃa a dÃa). En este espectáculo, Leyssy O´Farrill Nicholas nos permite entrever su disciplina y rigor artÃsticos.
Eres una mujer del mundo del arte. Artista visual, realizadora audiovisual, músico, teatrista, fotógrafa. ¿Se elige el arte o el arte te elige a ti?
Pienso que el arte no se elige, ni él te elige. Simplemente, se nace artista… se es el arte.
¿Por qué apostar por la creación en tiempos tan difÃciles como los que atraviesa Cuba y el mundo? ¿Por qué el teatro?
Comencé en el arte a los cuatro años, ahora tengo treinta y dos; o sea, toda mi vida he estado imbricada en este mundo. El teatro es una manera otra de expresión y como artista y ente social voy de eso, de expresarme todo el tiempo.
A la hora de subir a escena, ¿cómo preparas tu proceso?, ¿qué llevas contigo?
Concentración, una fuerte presencia del aquà y el ahora; el compromiso y sentido de pertenencia que tienes con la obra y el proyecto en el que estás. Creo que la disciplina y el estudio individual es lo único que te salva.
Al ser una artista multidisciplinaria, ¿tienes una idea del arte como fenómeno que suma a todos estos procesos, o ves cada manifestación como un mundo aparte, con sus leyes y paradigmas?
Todo es lo mismo, solo varÃa el lenguaje. No se puede establecer separaciones arbitrarias entre las manifestaciones creativas, aunque (en mi caso particular) unas te permiten expresarte más que otras; quiero decir, unas son menos abstractas que otras. Cada una tiene sus leyes, pero cuando confluyen, dialogan, se brindan bondades y según una entra en el contexto de la otra se aportan, se enriquecen y evolucionan.
¿Cuáles son tus principales referentes?
En la música: Orlando Sánchez, Herbie Hancock, Yoko Ono, Grace Jones, Michael Brecker, 2Pac, Wu-Tang Clan, B. B. King, Aretha Franklin, J. Hendrix, Erykah Badu, Lauryn Hill, Led Zeppelin, J. S. Bach, Ludwig van Beethoven, Erik Satie, Claude Debussy, entre otros. En el teatro: Grotowski, Artaud, Fernando Arrabal, Teatro Noh, Teatro Butoh, Jodorowsky. En las artes visuales: Vasili Kandinski, Joan Miró, Caravaggio, Edvard Much, Jean-Michel Basquiat, Antonia Eiriz, Belkis Ayón, Paul Klee, Marc Chagall, Gustav Klimt, Alfredo Sosabravo, Olazábal, Miguel Ãngel, Kazimir Malévich, Yayoi Kusama. En el cine: Kim Ki-duk, Orson Welles, Emir Kusturica, Andrzej Wajda, Maciej Cuske, Chen Kaige, Aki Kaurismäki, Akira Kurosawa, Yasujiro Ozu, Kenji Mizoguchi. Otras muchas voces han sido importantes para mÃ.
Háblame de tu trabajo con La Franja Teatral y especialmente sobre el espectáculo “Padre Nuestroâ€, escrito y dirigido por Agnieska Hernández.
Con La Franja vengo trabajando desde el 2016: antes hacÃa asesorÃa musical, en escena entro con la puesta anterior, “Los Pájaros Negros de 2020â€. La obra de Agnieska Hernández se caracteriza por ser crÃtica, oportuna, necesaria, por lo que “Padre Nuestro†no está exenta de todos estos valores.
¿Qué puede esperar el público de esta puesta en escena?
No me gusta hablar por los demás, no podrÃa decirte qué va a esperar el público. No obstante, sà sé que “Padre Nuestro†invita a reflexionar; es una de esas tantas obras que nos quita el cartelito de ser los perfectos, intachables y mejores del mundo…
¿Crees que “Padre Nuestro†es un espectáculo necesario para la realidad global que enfrentan las mujeres hoy dÃa?
Realmente esta realidad no es de hoy dÃa, siempre ha existido. La única diferencia es que “ahora†(desde 1969) hay Internet y esa es una herramienta que permite visibilizar. Siempre va a ser necesaria este tipo de denuncia, y el aporte de “Padre Nuestro†consiste precisamente en ser una voz que se suma a otras tantas voces en el mundo.
¿Cuáles son las búsquedas del cuerpo afrodescendiente en escena y sus luchas en la Cuba contemporánea, incluso en el mundo del arte?
El cuerpo negro en escena… Cuba es un paÃs racista, muy racista, es algo con lo que tenemos que convivir, cohabitar todo el tiempo, dirÃa que desde hace eones, ya que el racismo ni es una cosa de Cuba ni es un problema solo de color. En mi caso, mi búsqueda y lucha no es desde el ser negra, sino desde el SER…
No obstante, como negra nunca he tenido problemas u obstáculos para dentro del arte hacer todo lo que he querido y transitar por mirÃada de escenarios. Siempre se han impuesto mis múltiples talentos, mi disciplina y sobre todo mi calidad humana; me he ganado el respeto siempre de mis compañeros de estudio y trabajo, por tanto, digámoslo vulgarmente, han tenido que comerme con papas. (Risas).
La escena es un lugar de privilegio para transmitir mensajes: ¿qué buscas comunicar al otro?
Mi objetivo es ofrecer a los espectadores una mirada crÃtica desde todas las manifestaciones que utilizo como herramienta de comunicación, no solo para sensibilizarlos, sino como una forma de comprometerlos con la búsqueda de soluciones a los problemas sociales, a partir de la reivindicación del sujeto y su papel activo en la vivencia, construcción y preservación de su propia cultura.
Más allá del arte, ¿quién es Leyssy?
Leyssy es Leyssy.
El teatro es el sitio donde se dicen las grandes verdades
Ver —más que ver, sentir— a Lulú Piñera en escena es un ritual, una comunión que se establece entre el cuerpo del espectador y el cuerpo de la actriz. Escapar de esa comunión no es simple. Te quedas enganchado a ella, esperas que el ritual nunca termine, esperas poderla acompañar una vez que el ritual haya finalizado. Literalmente, esta joven actriz cubana deja la piel en las tablas (el corazón, las risas y el llanto también).
En tiempos tan difÃciles como ha resultado ser el presente, ¿por qué apostar por el teatro?
Creo que particularmente en estos tiempos es cuando más necesario es el arte. Si nos dejamos sumir en las dificultades de la cotidianidad y en la incertidumbre de lo que será nuestro futuro, se nos muere la creatividad y se nos muere la inspiración. En los tiempos que corren el arte nos salva de la apatÃa, del atraso, de la intolerancia y del consumismo excesivo de la tecnologÃa. Creo, además, que el arte siempre va a contribuir a mejorar la salud social de las naciones del mundo.
Me gusta mucho decir que el teatro es el sitio donde se dicen las grandes verdades y las más insospechadas, y con esto hago alusión a todos los ámbitos de la vida. Los conflictos humanos, el caos social, la situación polÃtica, los discursos generacionales, la familia, la esperanza, todo cuanto forma parte de nuestra vida como individuos va a encontrar voz en el teatro. Y ese diálogo/enfrentamiento directo del público con el fenómeno teatral es lo que lo hace aún más especial: saber que lo que se está viendo/viviendo es único e irrepetible.
A la hora de subir a escena, ¿cómo preparas tu proceso?, ¿qué llevas contigo de tu experiencia como ser humano y cómo transmutas esa materia en arte?
Para mà es vital estar en silencio. Todo cuanto acontece conmigo en el escenario pasa antes por un filtro mental y emocional en absoluto silencio.
En todos los personajes que interpretamos indiscutiblemente habrá una parte de nosotros mismos y, sin dudas, algunas experiencias personales contribuyen al entendimiento de las circunstancias de los personajes y a lograr verosimilitud en el escenario. Cuando esto no ocurre, cuando, por ejemplo, sentimos que la historia que vamos a contar no es cercana a nuestras experiencias de vida, pues, al menos yo, suelo asirme de las herramientas que brinda la técnica de la actuación.Â
¿De qué manera el teatro moldea o no a la persona que eres?
La moldea absolutamente y me atrevo a decir que esto ocurre desde que uno es muy joven. No sólo por el enriquecimiento cultural e intelectual que proporciona el estudio de una obra teatral, sus autores, el trabajo con los directores, etc., sino también por la conciencia que uno desarrolla sobre varios aspectos de la propia vida.
¿Cuáles son tus principales referentes en el mundo de la actuación y la dirección?
En primer lugar, Berta MartÃnez. Yo pasé toda mi niñez trabajando en sus obras. Te aseguro que de ella aprendà que el teatro es un lugar sagrado, no es un espacio más de la cotidianidad y necesita respeto, disciplina, silencio y un compromiso enorme.
Luego, con los años, fui descubriendo las carreras de varios artistas que hoy en dÃa admiro mucho. Del ámbito nacional respeto todo el trabajo que hicieron Vicente y Raquel Revuelta y Adolfo Llauradó. Admiro mucho el teatro de Carlos Celdrán y un referente internacional muy especial para mà es Eugenio Barba.
Háblame un poco de tu trabajo con La Franja Teatral y especialmente sobre el espectáculo “Padre Nuestroâ€, que acaba de terminar temporada de presentaciones.
La primera vez que coincidà con la escritura de Agnieska fue hace casi 10 años con un fragmento del texto Anestesia que preparamos juntas para el Festival de Teatro de Camagüey. Sólo puedo decirte que desde ese momento hasta la actualidad me he sometido a un proceso de desdramatización total (risas), término para mà confuso y contradictorio en los inicios, pero que ha quedado demostrado ser absolutamente eficaz a la hora de traducir escénicamente el tipo de dramaturgia que Agnieska siempre nos propone.
Para ser sincera, desde la primera lectura de Padre Nuestro, supimos que era un monstruo que nos venÃa para arriba. Sobre todo, por el contenido del texto y sus mensajes, y la implicación emocional que requerÃa de los actores para todos sus personajes. Fue un proceso de montaje corto, pero Agnieska siempre tuvo muy definido cómo serÃan los cimientos y las columnas del edificio. Eso fue muy importante. Luego, con los ensayos y en el propio calor de las funciones, hemos continuado edificándolo.
¿Qué puede esperar el público de esta puesta en escena?
Los hombres que se aguanten y las mujeres que alcen su voz, las que aún no lo han hecho.
¿Sientes que “Padre Nuestro†es un espectáculo necesario para la realidad global que enfrentan las mujeres desde siempre?
Lamentablemente, sÃ. Y digo que es lamentable porque desde hace muchos años el cuerpo y el universo de la mujer debió haber sido respetado.
La escena es un lugar de privilegios para transmitir mensajes: ¿cuáles son los tuyos?, ¿qué buscas comunicar al otro que te observa y vivencia a través de tu cuerpo?
A decir verdad, lo que más me motiva es compartir la vida. Los dolores de mi personaje pueden ser los mismos de muchos espectadores, sus motivaciones pueden ser parecidas y también sus miedos. En la vida de mi personaje puede estar la vida de cualquier persona, por eso es tan importante para mà vivir cada función a plenitud. Nadie sabe con cuántos sentimientos se puede identificar un espectador ni cuánto verse reflejado puede ayudarlo a mejorar sus dÃas.
Con La Franja Teatral ya has trabajado en dos espectáculos: “Los pájaros negros del 2020†y “Padre Nuestroâ€. ¿Sientes que existen puntos de conexión entre ambas obras, tanto en el trabajo escénico como en la materia textual? ¿En qué han diferido los procesos de trabajo?
Absolutamente. Existen muchos puntos de conexión, comenzando por la propia dramaturgia que, a su vez, nos define el tipo de actuación. En ambos espectáculos encontramos una dramaturgia fragmentada y la denuncia como uno de los resortes recurrentes. Sus personajes, tanto en “Los pájaros…†como en “Padre Nuestro†fugan al actor/actriz (y viceversa) frente a los ojos del espectador. El uso de la música en vivo es otro aspecto vital que podemos encontrar en estas piezas y, en ambas, no ha cesado la búsqueda de la belleza que no es otra cosa que la búsqueda de la verdad de sus historias.
Los procesos han diferido, es obvio, a la hora de traducir en la escena la trama de cada espectáculo. En “Los pájaros negros del 2020†por ejemplo, el tap dance no era sólo un recurso expresivo de los personajes Shirley Temple y Bill Robinson, sino se convirtió en prácticamente un personaje más cuando fue asumido como resistencia y esto implicó, además de varios meses de entrenamiento, que el cuerpo de los actores en la escena tuvieran otra disposición, otra movilidad, otra expresividad, totalmente distinta a la de “Padre Nuestroâ€. Â
No solo el teatro, también la televisión ha tocado a tus puertas. En tu expresión como actriz, en tu propio cuerpo, ¿sientes que hay un cambio de lenguaje y de modos de hacer entre un medio y otro?
El lenguaje varÃa ciertamente y la manera de hacerse es diferente. En términos de actuación, el trabajo en la televisión es un gran ejercicio de repetición. Sin embargo, a mi entender, y con el permiso de los expertos en esta cuestión, no creo que comparado con el teatro sean dos tipos de actuación diferentes, creo que está asociado más bien con regular el nivel de expresividad de ambos medios.
Del teatro, ¿qué es lo que te fascina? ¿Qué cambiarÃas?
Me fascina el olor del teatro y el hecho de que el corazón se me quiere salir antes de empezar la función. CambiarÃa lo poco remunerado que es para las horas y horas y horas de trabajo y sacrificio que demanda.
Más allá del arte, ¿quién es Lulú?
Lo más tranquilo que te puedas encontrar en tu vida.