obra
La ensayística martiana: asir la luz desde su pensamiento
…y sólo quedan de la magnífica batalla sobre los lienzos esos regueros de color ardiente que parecen la sangre viva que echa por sus heridas la luz rota: ¡ya es digno del cielo quien intenta escalarlo!
“Nueva exhibición de los pintores impresionistas” (1886). José Martí.
El acercamiento a la vasta obra de José Martí supone explorar aristas tan diversas como sorprendentemente enriquecedoras. Justo cuando el primer mes del año trae a la memoria la evocación de tan magnificente figura en el aniversario 169 de su nacimiento, resulta meritorio honrar la fecha desde la trascendental y siempre necesaria referencia a su obra.
Dentro su profunda arquitectura de pensamiento, existe un amplio corpus de literatura ensayística sobre artes plásticas. Su crítica en este campo es justamente una de las zonas más fascinantes de su prosa, y va más allá de la intertextualidad en el diálogo artístico.
Conocedor del ambiente plástico-literario de su tiempo Martí alcanzó un alto grado de erudición desde muy joven, lo que le permitió armarse de una aguda destreza crítica. La base de su temprana inclinación y sensibilidad hacia el mundo del arte parte de su inscripción en la Academia de San Alejandro y la literatura ilustrada de la época fue biblia de estudio en la solidez de su intelecto.
Durante su primera estancia en España experimentó una conexión directa con las artes, lo que le valió el enriquecimiento de su apreciación pictórica y nutrió su posterior labor en la prensa periodística. Al respecto, Adelaida de Juan señala en sus investigaciones, la asiduidad de Martí a museos y talleres de artistas españoles. Desarrolló también la crítica de arte en México entre 1875 y 1876 en la Revista Universal, y hacia 1880 fue analista de pintura española para el periódico neoyorkino The Hour.
Es solo ello un esbozo de la inicial actividad ensayística del Apóstol, antecedentes de una de sus más conocidas críticas de arte y de particular significación en los predios del arte moderno. Se trata de Nueva exhibición de los pintores impresionistas, escrito en Nueva York el 2 de julio de 1886 y publicado en La Nación de Buenos Aires, el 17 de agosto del mismo año. Es la pintura impresionista el alimento de sus juicios estéticos durante varios meses de corresponsalía.
¡Cuánto acierto y habilidad existió siempre en la observadora y perspicaz mirada martiana! Reconoció la destreza en el arte y vislumbró la huella que dejarían los ingeniosos del pincel.
José Martí apostaba por la concepción estética de equilibrar la Academia con las nuevas formas de arte moderno, lo opuesto a caducidades canónicas, el desafío a los preceptos tradicionalistas, a las ataduras históricas que hacen los pintores fuertes, cansados ya de un frío ideal. Mucho de vigencia tiene aún en nuestros días lo que por entonces eran lecturas de aquellos tiempos: “Son culpables las vidas empleadas en la repetición cómoda de las verdades descubiertas”. Cada movimiento artístico, cada generación, debe alejarse de los caminos trillados y el facilismo desechando epígonos, y en conocimiento de las exigencias y el imperativo del siempre necesario nuevo arte.
Solo una visión aguda y certera como la del Apóstol fue capaz de crear un sabio juicio estético del buen arte, desde una analogía poética en la que mezclaba un marcado acento de lirismo y un audaz lenguaje visual creando una percepción sensorial ilustrada en el verbo. Su crítica armonizaba en un perfecto equilibrio de juicio y una exacta apreciación pictórica. Su prosa nunca se detuvo en facilismos ni sirvió a complacencias, pero hacía ostensible la apoteosis del crítico, rendido ante la belleza.
Tuvo la certeza de avizorar triunfos en el arte como avizoró los peligros que suponía el fenómeno antiimperialista, y esto hizo de él un hombre universal más que académico, escritor, político, pensador, filósofo, periodista o poeta.
Lezama Lima hablaba de la trascendencia martiana como esa magnitud intelectual que le adjudica la grandeza en su posteridad. Se presenta bajo el aspecto de la tradición, que se compone a su vez de un antes –que es la herencia recogida por Martí– un durante y un después, y es en ello donde reside esa trascendencia.
Las recepciones de la obra martiana sobre arte y literatura, nos acercan a los modos universales de cultura desde una mirada pluridimensional y como es característica de su obra intertextual. Se construye su legado a partir del néctar de sus ideas expuestas en sus obras, de la sabiduría de su verbo que alcanzan un significado vital en la historia.
Sus preferencias por un arte épico y vital, capaz de comprometerse, convocar y denunciar las miserias humanas y lo negativo del mundo, corresponde con los ideales que defendió y con la obra a la que dedicó su vida. Tenía un compromiso con la libertad de su patria y de América Latina, de modo que no podía exigirle menos al arte.
Anita Mur: Mucho más que una historia de amor
Cuando comencé a leer la novela Anita Mur, del escritor cubano Frank David Frías Rondón, publicada por la Editorial Primigenios, lo primero que me vino a la mente fue “esto es una historia de amor preciosa”, y enseguida tuve una mezcla de sensaciones encontradas. Toda la novela transcurre en un balance perfecto: de emociones, estructura, técnicas, personajes, vivencias. Por un lado, el augurio de violencia y sangre, y del otro lado, el hermoso y sexy recuerdo de aquella colegiala recordada por el protagonista, en una costa habanera, con un hueco en el blúmer.
Desde ese mismo momento Frank David comienza a realizar la narración de texto nostálgico; repleto de precisas descripciones sinestésicas donde logra sumergir al lector dentro del texto, hacerlo parte de él. En Anita Mur logras oler y ver todo en 360 grados con gran nivel de detalles. Incluso puedes sentir el frío, el paso del tiempo, las emociones y la brisa invernal de un mes de febrero frente al mar, personaje recurrente durante toda la novela.
Frank David logró, mediante sus descripciones, que parece que la novela esté envuelta en un hermoso velo gris de invierno londinense (quizás uno de los velos que usualmente usaba la protagonista de la novela). Este es un efecto que le brinda esa atmósfera de misterio, belleza y nostalgia al texto. Logra dar vida a su novela hasta el punto en que el lector logra notar que Ana Isabel Fiss es una persona real envuelta en una trágica, romántica y hermosa historia de amor.
Las increíbles, precisas y originales descripciones no son el único logro del autor de la novela, pero quizás sí la base, cimiento o matriz de todo el libro. En Anita Mur todo funciona como un organismo vivo. Al igual que el argumento, todo parece hilado, entrelazado como un hermoso lienzo en cuatro dimensiones. Exacto, en cuatro dimensiones, ya que Frank David ha planteado su historia a través del tiempo de forma tan precisa que el lector no se pierde ni un instante y se encuentra ubicado en tiempo y espacio en todo momento. Resulta muy interesante uso de la retrospectiva en una complicada historia que abarca desde la época de inicios de los años 90 hasta la actualidad.
Frank David no ha necesitado recurrir a una magdalena para los saltos temporales o espaciales. Tampoco decirlo de forma explícita. Estos suceden de manera tan fluida y precisa, gracias al uso de diversas técnicas narrativas y capturas exactas del momento histórico narrado. Un ejemplo de esta afirmación es el capítulo cuando se narra la época del “período especial” cubano. El autor nunca menciona esas palabras ni los protagonistas realizan queja alguna. Sin embargo, el lector es capaz de identificar cada fase de este período a través de las escenas vividas/sufridas/disfrutadas por estos personajes. Me impresionó leer sobre este tema, en apariencia tan gastado por otros escritores, y que funcionara de maravilla y actual en estos momentos. Nada demodé. Prueba, además, que se puede escribir sobre cualquier tema con éxito, mientras se escriba bien. Este es uno de los casos.
Otro aspecto destacable en Anita Mur es la riqueza y dominio del lenguaje. La novela está plagada de un excelente uso de metáforas, símiles y analogías exquisitas y propias, con los cuales el autor, no solo economizó recursos narrativos, sino que enriqueció el texto con imágenes precisas y siempre de acorde con el momento específico de la historia.
Como bonus extra, (ya que no es la idea del autor, sino mi opinión como lector), Anita Mur puede parecer una crítica a la sociedad actual cubana, en la que se deja claro que nada ha cambiado de 1980 hasta la actualidad.
En esta novela/organismo vivo que es Anita Mur, lo que más me impresiona es su estructura y evolución. Frank David no realiza la clásica estructura cíclica. Más bien, es una espiral conformada por espirales narrativas en su interior. La novela está conformada por pequeñas narraciones que comienzan y se van enlazando con otras y viajan del presente al pasado como si tuvieran voluntad propia. Como un organismo vivo. Son anillos/historias/espirales donde cada palabra cuenta y nada sobra. Ni siquiera el hueco del blúmer de Ana Isabel, la foto entre los pilotes, ni el loco del barrio, ni siquiera el clima. Todo en Anita Mur está pensado para que funcione como un ancla, como un símbolo, como una pista para el lector. No puedes dejar de leer/oír/ver/oler/experimentar nada de lo que Frank David pone a tu disposición. Cada letra, signo de puntuación está meticulosamente pensado para el disfrute de esta hermosa historia. Una prueba de esto te la da la propia Anita al inicio cuando advierte: “recuerda esto —me dijo mientras exprimía la saya—, tiene un significado.”
¡Y vaya si tenía razón! ¡Todo lo tiene!
Anita Mur es una novela equilibrada en todo sentido. Como en toda historia de amor, hay luces y sombras, alegría y felicidad. Quizás es por eso que sus personajes se sienten tan vivos, sus escenas tan familiares y el lector logra sentirse identificado con la historia desde la primera página hasta la última. Este es un texto donde se disfruta tanto del viaje, como del arribo al destino final.
Como dije al inicio, Anita Mur es una historia de amor. Pero no el amor de las novelas rosa de antaño. El amor entre Abel y Ana Isabel Fiss es real. No está edulcorado. Frank David narra todo lo que sucede o puede suceder en una relación verdadera. O sea, el amor perfecto, ese que acepta y reconoce las imperfecciones de cada uno. El amor de las parejas que se apoyan, que se aman, gustan, desean y no juzga: el amor incondicional y eterno. Anita Mur también está repleto de momentos felices, acción, sexo, escenas de gran erotismo, alegría, bromas y felicidad.
El libro entero parece una fotografía de esta hermosa historia. Quizás por eso el uso de la foto de Anita que conserva el protagonista y reaparece a cada rato a modo de leitmotiv y te hacen pensar en que Anita Mur es ahora, y así será siempre un texto tal y como dice la propia protagonista: “…limpia y con brillo destacando entre tanta mierda. Dura igual que los pilotes de este río”.
AHS: Al personal de Salud en Cuba
Amigos, artistas. Los invitamos a expresar nuestra gratitud y orgullo por todo el personal de la salud y voluntarios que trabajan en la zona de mayor riesgo de contagio en esta pandemia. Pueden dejar en cada sede de la AHS del país alguna obra propia, un lienzo, un CD, un libro… y los ejecutivos de la AHS en cada provincia al igual que la Dirección Nacional harán llegar ese arte a los hospitales, junto a este mensaje. También queremos ser útiles así ¿Se suman?
Capítulo #13: La carne de Reynaldo
(notas sobre el libro Carne Roja de Reynaldo Zaldívar)
I
El poeta conoce el peregrinaje de su labor. Así aprende la historia de cada una sus sombras y establece el encuentro sensorial con los elementos externos que completan su biografía.
El poeta ante lo sórdido (del mundo humano) es un ente transformador. Tiene el poder de convertir en paisaje simbólico la experiencia colectiva. No es un simple expectante del entorno, su necesidad radica en la búsqueda del conocimiento y la verdad cósmica. La verdad humana es solo un indicio equívoco de la verdad que busca el poeta.
¿Dónde termina el trayecto del poeta?
¿Cómo es la carne de un individuo que se expone a ese trayecto?
Ediciones La Luz en 2019, publicó el cuaderno de poesía Carne roja de Reynaldo Zaldívar. El libro es una de las apuestas que todos los años esta editorial hace en función de promover a los escritores jóvenes, cuya obra merece un llamado de atención en el panorama literario cubano. Vale resaltar el diseño de Roberto Ráez y Armando Ochoa, así como la edición a cargo de Luis Yuseff.
Seleccionar este libro para su publicación fue un acierto de Ediciones La Luz y todo su equipo de trabajo. Se trata de un poemario donde su autor se desplaza entre dos puntos esenciales: el cómo y el ser. Hay una singular complejidad en cada traslado realizado por el individuo, que a la ves es un poeta/un hombre/una vaca/ o un árbol. En estas páginas acudimos a un concierto nostálgico donde la convicción y la percepción de sujeto-objeto, nos convierte en espectadores de una verdad creadora.
Zaldívar ha construido aquí (francamente) un material simbólico invaluable. Cada palabra es el reflejo del subconsciente, imágenes extraídas de la memoria que rechazan lo superfluo. Cada palabra seleccionada para este libro, atraviesa todos los registros culturales que definen a su autor. La autoconciencia poética moldea las formas divergentes de su yo, y subvierte el hábitat natural de los objetos circundantes. ¿A qué se debe semejante autoridad?
La poesía como resultado final de la conexión individuo/mundo posee contenidos intangibles en cada suceso o experiencia concreta. Esos contenidos a la vez, arrastran consecuencias profundas para el cómo y el ser. Ambas unidades de conflictos pueden llegar a ser deshumanizantes, pero también ahí, se encuentran aquellas nociones de mayor validez estética del poeta.
II
Reynaldo Zaldívar nos propone en Carne roja, una estructura externa donde hay cuatro unidades de conflicto: Vaca /Yo, el animal /Acéfalas / y Tiempos de bestias. En estos cuadros el poeta presenta distintos síntomas de su investigación. En Vaca, cuadro inicial integrado por cinco poemas, nos adelanta sus estrategias del discurso para todo el libro. Su lenguaje se sostiene a partir de la experiencia habitual. Algunos elementos poseen una representación de testimonio, dotando al texto de un tejido viviente.
Llevo dentro una ciudad perversa.
Yo quería llevar dentro una ciudad perversa.
(P. 11)
En Planes, poema que abre el libro, el poeta acude a la identificación de una realidad que se renueva y que existe como discurso. Una realidad que proyecta sentidos como la ciudad.
Llevo dentro una ciudad perversa
Y el tatuaje de una vaca.
(P. 11)
En este poema inicia el tejido urbano que luego muta a elementos rurales, o que forman parte de un pueblo que no es ni urbano ni rural en una comprensión más demográfica o sociológica. Entonces aparece la ciudad, sus habitantes, sus deseos, y el abordaje de lo posible como negación social.
Estos aspectos vinculan al siguiente poema: Generación. Un texto que reitera a la “vaca” como símbolo y nos dice que en lo adelante será parte de la semiótica del libro. Algo que justifica desde el título del cuaderno: Carne roja.
¿Qué sería de esta generación
sin las vacas que pueblan sus campos?
(P. 12)
El poema pregunta para hablar de la tentación. El poema pregunta para generar dudas. ¿Por qué introducir la duda? ¿Por qué las vacas? ¿De qué color será la carne de Reynaldo? Las anteriores preguntas nos conlleva a establecer la relación del poeta con los textos siguientes: Intercambio, El mejor poema y Vaca.
Las posesiones son materia de significados diferentes para el poeta según su peregrinaje. El poeta busca el amor y reconocer el contexto a través de la poesía. Mira a sus semejantes como hombres condenados que no saben definir sus circunstancias. La resignación para el poeta es una vaca gigante que pasta a orillas de una ciudad perversa.
A veces quiero ser una vaca,
tener el olor de una vaca,
las tetas de una vaca.
(P. 15)
La metáfora poética de la vaca posee el milagro del equilibrio de las tenciones producidas por la realidad de Reynaldo Zaldívar. Por momentos la idealización de la Vaca como símbolo de liberación y de veneración, y al mismo tiempo un animal social-sagrado (un político-un poeta).
Ser una vaca sagrada
como un político sagrado
u otro animal semejante:
dígase, por ejemplo, un poeta.
(P. 15)
Zaldívar siente no encontrarse con el cuerpo de un poeta. Su inscripción en la naturaleza sagrada del poeta-Dios lo pone en el territorio del poder ser y el deber ser.
La búsqueda de la interpretación del otro sobre su estatus es una de las corrientes investigativas de la segunda parte del libro: Yo, el animal. Este segmento es conflictivo. Varias líneas de acción nacen aquí: el poeta y el padre, el poeta y la tierra, el poeta y la memoria, el poeta y el cuerpo, el poeta y el camino.
Pachamama es un texto don Zaldívar declara que su tierra es el papel subvertido por el poema que no alcanza para comprar arroz. Declara la necedad del padre sobre su labor o condena. Su padre lo identifica como fracaso familiar. Es entonces cuando aparece el poema Árboles y declara lo que lo asfixia: la maldición del lenguaje.
Me levanto temprano. Talo árboles.
Un bosque me nace dentro del pecho.
Aquí se puede respirar la corteza y el sudor y el hacha.
(P. 20)
Sentenciado a su sueño, Reynaldo asume que su suerte es la autodestrucción poética de su vida. Su rutina no depende de las cosas que prefiere hacer sino de las que necesita hacer.
Pero si un bosque te nace dentro del pecho
no queda más que talarlo
o dejar que poco a poco los árboles te asfixien.
(P. 20)
En lo adelante, los elementos de la naturaleza como significantes de la construcción semiótica del cuaderno. Estos se entrelazan en el tejido urbano para crear un territorio crítico y conflictivo. Estos poemas son: Recuerdas, Olec, En una pared de Alcatraz, Dolor a comida, A, Nacimiento, Billy, A contrasombra, Gólgota, y Prohibido escupir sobre el puente Howah.
Los arboles como un elemento sobrenatural a fin con las emociones y vivencias del poeta, es reflejo de su mundo interior. En Olec, el cuerpo es tragado por la oscuridad. Hay un paralelismo inusual entre Olec y un poeta (Reynaldo), ambos no dejan de golpearse la cabeza.
El individuo es mostrado como espacio de auto-represión. Los animales y los arboles como elementos a fin que superan la percepción humana del hombre-ciudad. Una condición reservada para el poeta como ser de luz capaz de contagiar a los otros.
Al herrero le ha nacido un hijo.
Hay el sonido de música de cuerdas
y danzan las jóvenes
alrededor del asado.
(…)
«Démosle el pésame al herrero
Porque le ha nacido un poeta».
(P. 26)
Hay un marcado énfasis en su necesidad por mostrar al poeta como frustración familiar. Como un cuerpo que nunca podrá sanar por el don maldito de la palabra.
Está condenado a caer
por el borde caótico
de la palabra.
(P. 27)
Es evidente su postura contra las viejas costumbres destinadas al fracaso. La ausencia de poesía lo deprime. El padre defraudado/negado ante las posibilidades del hijo, es su mayor crisis. Tal vez por eso imagina la muerte del hijo.
El respeto a la vida en resistencia lo hace escupir antes de llegar y después de del puente. Nunca en el puente. El respeto a los ideales del otro (su amigo) le genera compasión y admiración.
Mi amigo nació en 1989 y está cayendo.
Lleva veintinueve años cayéndose sobre una isla.
Tal vez deje de escupir por respeto a mi amigo.
Alguien que lleva cayéndose tantos años y continúa vivo
merece que yo deje de escupir.
(P.32)
III
Acéfalas es la tercera parte del libro. Aquí la figura femenina es explorada desde su aspecto físico hasta los distintos significados que puede tener tanto cultural como en relación con su contexto (específicamente al mundo de los objetos).
Una mujer desnuda
y una fuete de lotos,
qué gran vanidad.
(P. 35)
Algunos aspectos son comunes a los poemas que siguen en esta tercera parte: Palabras de apertura, Matrioska, Independentistas, Aprieto los puños y recuerdo tu nombre, Era negra y escribía novelas, Descabezados y Para leer en las noches de trova. La figura femenina es madre, pasado, fracaso, dignidad y tiempo mejor. La mujer que conversa con otra figura femenina como si fuera un dios, es una mujer que ha parido un poeta. Un hombre que en algún momento será padre a pesar de su oficio.
El poeta no quiere cometer los mismos errores de sus padres y busca en el bosque y en la tala del bosque su propósito.
IV
El último segmento del libro se titulado Tiempos de bestias es un resumen filosófico de las tres partes anteriores, donde aún es posible seguir imágenes de la realidad humana del poeta.
Ser algo más que la cuerda
tensa entre los dedos del cazador.
(P. 47)
Reynaldo ahora asume al ser sin importar el cómo. Sabe que puede representar algo más. Sabe que ser poeta representa algo más.
La cabeza se reafirma como símbolo en esta parte del libro. Aunque es un dispositivo cuya fuerza proviene de la parte número tres: Acéfalas.
Levantar la cabeza
y verbal cazador apuntándote.
(P. 48)
Todas sus angustias recaen en la figura del cazador. Al que prefiere mirar de frente con la cabeza erguida para convertirlo en presa. En esa dualidad también yace su condición de poeta y su carga. Está en ambos las dos: es cazador y presa y presa/el poeta en ambos polos, es bosque y ciudad, así comprende la tragedia de la vida.
La moda es lo que sigue
cuando en la cabeza no queda nada más.
(P. 51)
Por último, Zaldívar nos dice que las libertades son reducidas tras la formación intelectual del individuo. Ha sido un animal y sabe lo que es imaginar el mundo desde el pasto verde de la colina. La vaca no tiene sueños prohibidos, eso es humano, igual que las carencias de la ciudad.
Por eso he decidido dejar de ser un animal:
por respeto a mi cabeza.
(P. 51)
Martí en nuestros días, ¿un diálogo con el pasado?
Según Gabriela Mistral, Martí es un clásico sin sombra de vejez. Quien accede a su obra, independientemente de su formación académica, queda seducido por ese verbo proteico, profundamente poético, y portador, a la vez, de los más altos valores humanos. La hondura de su pensamiento, la riqueza de sus reflexiones, motiva al análisis histórico, filosófico o político. Siendo un hombre de su tiempo en toda la extensión de la palabra, Martí es un hombre para todos los tiempos. No hay que forzar su entrada al siglo XXI, entra en él, por derecho propio, porque la mayor parte de los problemas que constató en su época siguen buscando solución todavía. En esta crisis existencial que vivimos hoy, la palabra martiana tiene enormes tareas que cumplir, y hay que leerla como quería Unamuno, “con devoción inteligente”.[1] El diálogo con su obra puede ser de gran utilidad, tanto práctica como espiritual.
[1] Miguel de Unamuno: Carta a Joaquín García Monge, Archivo José Martí, La Habana, no. 11, enero-diciembre, 1947, p. 15.
Quémese después de leerse (+Obras y fotos de la expo)
-
-
Palabras del catálogo de la exposición fotográfica Re-evaluación, de la artista Aneli Pupo, Beca de Creación “José Vázquez Pubillones”, inaugurada en el Centro de Desarrollo de la Ciudad de Guantánamo, el 18 de octubre, como parte de las actividades por la Jornada de la Cultura Cubana.
La prensa –y en este caso la prensa escrita, el tradicional periódico– resulta una construcción simbólica y legitimadora, un espacio articulador de sentido (social y político). “Lo que no salga en el periódico no existe” (lo que nos lleva a pensar en grandes vacíos). Pero las rápidas transformaciones de las comunicaciones y la tecnología de la información han precipitado la crisis del llamado periodismo tradicional, sobre todo la prensa plana, abriendo las posibilidades a la multiplicidad de discursos, una avalancha mediática, que, veracidad aparte, no espera por la llegada del papel oloroso aún a tinta (y va llenando ahora mismo estos vacíos).
Aneli Pupo enfoca literalmente sus inquietudes como artista y ciudadana –como ser social que no esconde la mirada tras la cámara, sino que busca en las posibilidades del arte conceptual, en instalaciones previamente elaboradas, para pertrecharse de ellas, interrogarlas– respecto a la prensa, sus dinámicas y su papel, en Re-evaluación (una de las series suyas que más me interesa, por alguna que otra razón obvia, desde que vi “Deshecho”, 2017).
Aquí recontextualiza la importancia que los medios de prensa –sin discordancias, en la misma línea, portadores de idéntico matiz político– han jugado históricamente en la construcción del país (la identidad nacional no se puede observar sin las presencias y ausencias en nuestra prensa). Medios que, además, han jugado un papel visible en la “legitimación” de tendencias y artistas, que han servido de vehículo para determinados momentos o soterrado otros en cambio (Recordemos Shock of the News, en la National Gallery of Art, Washington, 2012-2013, que establecía una relación entre el “fenómeno periodístico” y artistas que entablaron una relación vibrante y multifacética con las noticias impresas al apropiarse, imitar, desactivar, conmemorar y rescribir periódicos. Y en las artes visuales cubanas encontramos también obras y discursos que abordan este tema, como Wilfredo Prieto con la reciente exposición Fake News, y el fotógrafo Héctor Herrera Acosta, con piezas a partir del periódico Granma).
Aneli lo hace a partir del propio uso de símbolos y elementos (polisémicos y reutilizables) como la flor, el micrófono, el inodoro, los huevos, entre otros, cada uno con su carga semiótica (asideros sociólogos en la conciencia ciudadana), envolviéndolos en las páginas impresas y potenciándoles el sentido, los espacios de la memoria (la prensa no como espejo de la cotidianidad, quizá vitrina, sucedáneo o estandarte de un arduo proceso de construcción social).
Si la digitalización y las redes mueven actualmente al mundo, si cada mañana revisamos la web para saber qué ha pasado, con qué noticia amanecimos hoy, entonces, ¿en qué lugar se encuentran ahora otros medios de difusión, en qué sitio sobrevive la prensa plana? Aun así Aneli asegura que el periódico –portador histórico del discurso oficial– aún posee un poder ineludible. Por otro lado, en piezas como “Información nutricional” y “Noticia refrescante”, realiza un ejercicio lingüístico/semiótico que relaciona desde lo implícito/explícito al objeto portador (huevos, latas de cerveza o refresco) con la carga de significados que el propio título añade.
Parte de su trabajo está sujeto a una perspectiva feminista, marcada por la mirada que escudriña, duda y se cuestiona (los casos de feminicidio, el patriarcado, el cuerpo). Estos objetos cotidianos resematizados por la prensa, con su propia carga de significados, de alternancias sígnicas, nos invitan a reflexionar sobre la tradición, la verdad histórica, el papel del periodismo en la sociedad, y la ideología misma; y a repensar, sentir y mirarnos como Nación.
El arte disfruta del (im)pudor y de la (im)prudencia, de esa facultad de decir más allá de la certeza. Su interpretación no cabe en el carácter relativo y volátil de las palabras. Aneli Pupo deconstruye significados, recicla conceptos, rearma miradas, repiensa nuestra prensa y sus dinámicas, que es hacerlo con la sociedad. Ella quiere saber. Yo también quiero. Nosotros queremos saber, si bien, recordando el título de un filme de los hermanos Coen, haya que quemar “después de leerse” (a 451 grados Fahrenheit o 233 Celsius, que es cuando el papel arde), aunque la memoria nacional, lo que somos, al ser incombustible, nos observe entre las llamas.
Un santiaguero en el Salón de Arte Contemporáneo Post-it
Con regocijo para los santiagueros llegó la noticia de que Alejandro Lescay Hierrezuelo ha sido seleccionado en el Salón Post-it 7. Arte Cubano Contemporáneo. Este evento tiene como principal fin otorgar protagonismo a los artistas que, con corta edad, sobresalen por su creatividad y talento. De manera que, se ha convertido en una plataforma para lo múltiple y lo heterogéneo dentro del panorama de las artes visuales contemporáneas cubanas.
Este suceso promulga una ganancia por partida doble para la ciudad. Primeramente, el satisfactorio resultado personal de quién ha sido formado en el seno de esta urbe. Alejandro Lescay, graduado de la Academia Profesional de Arte José Joaquín Tejada, ya posee numerosos reconocimientos tanto en su provincia como en la esfera cultural nacional. Con una activa labor creativa también se ha insertado en el circuito internacional del arte contemporáneo. Su participación en exposiciones como «Identity & difference. Utopia Horizons. Contemporary Cuban Art In Venice» (2019), demuestran que su trabajo transita por un camino ascendente lo cual es fruto de su incansable empeño y talento.
Por otra parte, esta novedad tributa directamente al sistema de experiencias artísticas que componen la “institución arte” en la ciudad. Los salones, desde su surgimiento en el siglo XVIII, han contribuido a enaltecer el trabajo de los artistas. La dramaturgia ejercida en tales ambientes ha sido crítica en la valorización de los creadores y su establecimiento en el mercado. Además, han asistido a una construcción diacrónica de una tradición visual propia de la cultura occidental. Hablar de los salones es intervenir en el núcleo mismo de la historia del arte.
En Cuba, la realización de estos concursos ha contribuido al desarrollo de la esfera cultural en sus diversas etapas. Poseen la función de aquilatadores del buen arte. En esta línea, el Salón Post-it desde el año 2014 se ha presentado como una iniciativa que el sistema de galerías del Fondo Cubano de Bienes Culturales, particularmente la galería Galiano, ha expandido a un nuevo horizonte dentro del conjunto de acciones para promocionar la actividad cultural en el país.
Este es un proyecto que sugiere impulsar lo más actual de la creación artística cubana sin exclusión de tipologías discursivas. Tras seis entregas ha logrado legitimarse a nivel de país. Se coloca en una posición de avanzada y la experiencia demuestra que como todo evento institucional de elevada calidad, el haber sido seleccionado para la muestra final de este concurso, se convierte en carta de presentación para los noveles artistas.
No obstante, estas cualidades, que solo suman garantías para los creadores, no han sido tan bien aprovechadas por los naturales de Santiago de Cuba. En las pasadas entregas solo se ha contado con la participación del artista Juan Salazar Salas, joven promesa, tristemente abrazada por una muerte precoz, quien participara en la primera entrega del Salón en 2014. Con una obra prominente de la serie «Contracorriente S/T» (2014) colocó bien en alto al grabado santiaguero.
Esta vez, Alejandro Lescay, inconforme ante la pasividad y ávido de explorar nuevos espacios ha hecho posible que hoy su ciudad natal cuente con la representación certera en un concurso que crece constantemente. Con su obra «La espera» (2020) propugna nuevos códigos para la visualidad contemporánea cubana.
Solo queda esperar con ansias la muestra final y por supuesto los resultados del evento que ya llena de regocijo a Santiago de Cuba en el 505 aniversario de su fundación. El joven creador evidencia que la ciudad cuenta con buen arte y jóvenes artífices dispuestos a defenderlo.
Literatura avileña suma premios en Concurso Nacional
Lo hemos dicho y ejemplificado en varias ocasiones: el quehacer artístico en Ciego de Ávila no se ha detenido en medio de la pandemia por la COVID-19. Tampoco lo han hecho las buenas nuevas para el gremio literario, que ahora suma lauros para el territorio con galardones en la XII edición del concurso nacional Francisco Mir Mulet.
Ediciones Ávila publicó en su página en Facebook que los escritores Leonel Daimel García Aguilar y Félix Sánchez recibieron los premios en las categorías infanto- juvenil y narrativa, respectivamente, mientras que a Leoneski Buquet y Miguel Angel Ochoa les fueron otorgadas menciones.
La publicación explica que el texto ganador de Leonel Daimel, Carlitos vuelve a soñar, destacó en la competencia “por su originalidad, que se erige como un poderoso catalizador-estimulante de la fantasía y la imaginación. La creación de todo un mundo de papel a imagen y semejanza del mundo real, con su diversidad, su geografía y su cotidianidad de origami es un verdadero alarde mágico- imaginativo.”
El rumor del mundo, noveleta de Félix Sánchez inclinó al jurado a su veredicto, a partir del lenguaje y el estilo de la narración, que es “un homenaje al mundo libresco y de literatos desde una institución anacrónica: un correo de una ciudad en la que casi nadie escribe cartas. El protagonista, un ser entrañable y sufrido, vive a través de sus lecturas.”
Con el volumen de relatos La (a)simetría de las cosas, Leoneski Buquet, logra un “acertado manejo del lenguaje y finales impactantes”, además del libro Novias, de Miguel Angel Ochoa, ambos avalan las menciones concedida en el certamen.
Los galardones se suman a toda una trayectoria de estos autores en esas lides que incluyen, por ejemplo, el premio Pinos Nuevos en el 2018 de Leonel Daimel, el Portus Patris que le otorgó la Asociación Hermanos Saíz de Las Tunas a Leoneski Buquet en el 2019 y el Alejo Carpentier del 2018 en el apartado de cuentos que atesora Félix Sánchez en su larga carrera.
En esta edición del concurso Francisco Mir Mulet que convoca la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en la Isla de la Juventud, con el coauspicio de la Asociación Hermanos Saíz y el Centro del Libro y la Literatura, se presentaron 79 obras de escritores de todo el país.
Homenaje a Martí en el aniversario 125 de su caída en combate
*Tomado de Claustrofobias. Promociones Literarias
CONVOCATORIA
Claustrofobias Promociones Literarias, la revista cultural El Caimán Barbudo y la Asociación Hermanos Saíz invitan a poetas, escritores y lectores amantes de la obra de José Martí, a rendirle tributo desde las redes sociales al conmemorarse este 19 de mayo el aniversario 125 de su caída en combate.
Para participar puedes subir un video breve donde leas un fragmento de tu texto martiano favorito, compartir una frase, una pintura, una fotografía, o un verso que revele el significado personal de la obra martiana para ti. Menciónanos en tu publicación y usa las etiquetas #MartíMaestro, #MiMartí.
El 19 de mayo se hará una selección de los videos para conformar un audiovisual que compartiremos en nuestras páginas oficiales como homenaje al Apóstol de Cuba, ese misterio que nos acompaña.
Un código de tiempo que viene al caso
La Fototeca de Cuba programa desde el mes de marzo la exhibición 00:00:00 de Linet Sánchez Gutiérrez. Esta joven artista ―ya probada fotógrafa― presenta dos piezas de la serie que da título a la muestra; dichas imágenes comparten la visualización de un mismo teatro. Es una obra dispuesta a redimensionarse con las actuales circunstancias, aún sin que vuelva a aparecer la palabra cuarentena en esta breve charla con la creadora.
–Mantienes un patrón identificable en algunas de tus producciones anteriores: la aproximación al tópico Memoria (función cerebral), mediante fotografías digitales a escala de grises de un interior arquitectónico sin sujetos, interior que construyes artesanalmente como un pequeño plató para registrar determinados encuadres. No solo conservas los elementos mencionados, sino que abordas una misma zona desde múltiples ángulos a través de 14 capturas muy similares, pero incuestionablemente diferentes. Esta condición es un indicio de cómo se manifiestan las variaciones en tu poética ¿Qué define a 00:00:00?
Creo que mi proceso creativo es bastante constante en cuanto a motivaciones y temáticas. Mis obras tienen mucho de cita o de reinterpretación de mis trabajos anteriores. Muchas veces cada una es consecuencia de la anterior, y no solo consecuencia, sino que nace de una especie de análisis de mi propio proceso creativo (cosa que no es intencional sino que se da de manera natural). En esta serie me interesaba evidenciar el carácter temporal que empecé a sentir como algo importante en mi trabajo y sobre todo en la manera en la que el espectador establece una relación con estos interiores vacíos. Por esta razón, como bien dices, esta serie fue realizada a partir de una sola maqueta, cosa que no pasaba en la anterior.
Esta te obliga a detenerte más en un solo espacio en el que se hace referencia directa a lo temporal, ya sea por el propio título como por el políptico que forma parte de la muestra y que funciona a modo de secuencia.
En el caso del díptico, que representa dos tomas generales del mismo espacio desde puntos opuestos, se sitúa al espectador al mismo tiempo en el escenario y en el público como una especie de alusión a la relación entre la propia obra y el espectador.
–En tu statement sobre este proyecto sostienes: “mis obras surgen del ensimismamiento, de la introspección y no de la observación de lo que nos rodea; a este estado pretenden volver en su contemplación”. Ciertamente, a tus propuestas no les es ajena la contemplación, pero los estados a los que conduce pueden ser múltiples. No obstante, confiesas una especie de objetivo. ¿De qué recursos te vales para apostar a esa finalidad?
El vacío en los espacios (esa ausencia de sujetos y muchas veces de objetos, ese cierto blanqueamiento no solo en cuanto a color) es el elemento visual más característico de mi trabajo. De él me valgo para intentar establecer una relación con el que observa más allá de su intento por decodificar las intenciones del artista. Me gustaría que mis obras pudieran servir de lugar de encuentro consigo mismo del sujeto que mira, un espacio donde poner algo, y que por supuesto, va a hablar más del que observa que de lo observado.
–Sin título #1 (2015-2016) brinda una visual fascinante desde los asientos hacia el escenario, y viceversa, el montaje de una foto frente a la otra subraya la perspectiva; mas, esta implica un baggage de clichés propios de las analogías entre la sociedad y el teatro, en la que todos pertenecemos a la vez al público y al elenco. ¿Cómo lidias con los lugares comunes asociados al referente escénico?
Toda mi obra parte de experiencias personales relacionadas a cada espacio y estas experiencias son las que me mueven a utilizarlos. El teatro es para mí un lugar cargado de mucha energía y recuerdos; y que he habitado desde los dos puntos a los que hago referencia en el díptico. No obstante, la razón de usar esta contraposición va más allá de eso, y tiene ver con lo que mencionaba anteriormente sobre la relación específica que encuentro entre el espectador y mi obra. En cuanto a esas asociaciones que mencionas sobre el individuo como una especie de actor social, no es algo relacionado a mis motivaciones en este caso.
–Explican supersticiones ancestrales que las luces permanentemente encendidas en los teatros ―incluso sin personal― son para ahuyentar fantasmas. Dicha creencia parece subvertirse con el “movimiento” de la luz seguidor en las composiciones de Sin título #2 (2015-2016). Es un artificio que soporta especulaciones más que lícitas en este ámbito, ya sean sustentadas en mitos o en sólidas teorías sobre la presencia de la ausencia. Amén de lo que sugiere, sería interesante conocer con qué sentido creaste dicha simulación.
El uso de la luz en el espacio es el elemento protagónico de la serie e intenta sugerir una presencia en el escenario. En el caso del políptico, sugerir una historia de manera muy abstracta, un sujeto que se desplaza en ese espacio vacío con la ayuda de los ligeros cambios de la luz y del foco.
Esta presencia no hace alusión a los elementos que mencionas, sino que surge de la idea del presente como algo fugaz, a todo aquello que no atrapamos y que por ende solo existe luego en nuestra memoria.
Es también otra manera de establecer una relación con el que observa, como te mencionaba antes. Una historia que comenzará realmente a transcurrir en la mente del espectador, de ahí que pusiera este código de tiempo en ceros como título de la muestra.