Muestra Joven
Fernando Pérez: «Ustedes tienen que crear»
Fernando Pérez es director de cine y escritor cubano licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas en la Universidad de La Habana, profesor de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños. Tiene una larga carrera como cineasta y documentalista y numerosos galardones y reconocimiento por sus producciones cinematográficas. Este hombre, con largas luces en el universo del séptimo arte, nos comparte acerca de la historia de la Muestra Joven ICAIC y su importancia para lo que hoy se conoce como el cine independiente cubano.
¿Cómo fue su entrada a la Muestra Joven ICAIC?
No recuerdo el año especifico, pero sí fue en un momento de mi vida que yo sentí después de mi larga trayectoria en el ICAIC y estar haciendo películas, que la Muestra significaba el espacio más dinámico de la realidad cinematográfica cubana y del ICAIC y recuerdo que ya Jorge Luis no iba a seguir más y me habló y dije “¡Sí! ¿Cómo no yo voy para allá?”
Nunca me había gustado ostentar un cargo o tener una responsabilidad que no fuera más allá de la de hacer mis películas y ser el director de ellas. Pero, estar al frente de la Muestra me motivó muchísimo y me planteé realmente dirigir la Muestra como dirijo mis películas. En plena responsabilidad y en plana libertad, es así como se lo planteé al presidente del ICAIC en ese momento, Omar González. Otra motivación fundamental era incorporarme al trabajo de todo un equipo que admiraba muchísimo. En primer lugar, la presencia de Marisol como directora de la Muestra, para mí eso era una posibilidad de desarrollar una línea de trabajo muy abierta.
Había también toda una historia de la Muestra por delante, no iba a empezar de cero, iba a trabajar con un equipo que tenía no solo una trayectoria sino un horizonte, una perspectiva y mucho de ellos jóvenes. Una de las cosas que me planteé cuando entré fue conservar su estructura, pero en algunos casos esbozar nuevos principios.
¿Qué cambios estructurales se impulsaron con el cambio de dirección en el evento?
La Muestra estaba generalmente encaminada por directores y cineastas de otra generación por lo tanto yo puse hincapié, por ejemplo; el comité de selección de la Muestra integrado por diversos especialistas que escogían y seleccionaban las películas estuviese compuesto solo por jóvenes. Hasta ese momento lo integraban distintas figuras, no importaba la edad.
También hice que el consejo de redacción y la dirección del tabloide Bisiesto que se editaba durante la Muestra fuera escrito y organizado solamente por jóvenes. Este era el punto más importante para mí porque traté que la revista no se convirtiera en el tabloide que únicamente recogía las incidencias de la edición, sino que se convirtiera poco a poco en ese espacio escrito que representara el pensamiento teórico de los jóvenes sobre ellos mismos y sobre el cine que estaban haciendo. Que no fuera el cine joven analizado por especialistas, críticos y ensayistas de otra generación, sino que allí estuviera reflejado el pensamiento y se desarrollara ese nuevo pensamiento de jóvenes críticos, ensayistas y pensadores del cine cubano. Incluso, nos planteamos y se logró hacer en el último año que fuera una publicación periódica, no solamente durante los días de la Muestra, sino que pasara a ser una publicación trimestral, pero eso después desapareció.
¿Qué importancia le otorga a la Muestra Joven ICAIC como parte del audiovisual cubano?
En cuanto a la Muestra, creo que ella me mejoró a mí, me sirvió para dinamizar mi pensamiento y estar dentro o mucho más cerca de ese movimiento que ya es hoy una realidad absoluta que es el “cine independiente cubano”.
La Muestra tenía una cualidad, ella reunía por una semana, o propiciaba el encuentro de cineasta jóvenes que durante todo el año estaban dispersos y fragmentados. No era la experiencia que había vivido cuando joven, que la mayoría, o casi la totalidad de los cineastas, estaban alrededor del ICAIC; era una concentración.
A partir del periodo especial se demostró que con el cine independiente el signo de “la independencia” tenía una fragmentación la cual se avizoraba. No había un núcleo alrededor del cual se reuniera o concentrara ese fenómeno que todavía no era un movimiento. La Muestra lo hacía, pero temporalmente, aunque trabajaba el año entero, pero no con actividades que hicieran que eso se convirtiera en una realidad cotidiana y no en un evento temporal.
Creo que de todas maneras la Muestra se convirtió en el espacio de referencia para los jóvenes. Recuerdo que cuando me veo obligado a dejarla por discrepancia con la política de programación alrededor de un documental, que no era un buen documental pero que era interesante discutirlo y no había por qué negar su exhibición, decidí no refrendar como presidente del evento. Esa política de exclusión creo que de alguna manera propició que la Muestra pasara a ser dirigida por jóvenes, y recuerdo que antes de irme o de recesar en ese cargo se los dije a algunos de ellos, “ustedes tienen que crear y ser ustedes mismos quienes dirijan la Muestra para que puedan tener esa personalidad jurídica, esa responsabilidad real”, para que pasara a ser un evento dirigido por jóvenes. Creo que eso propició que se continuara el evento, pero en una etapa totalmente nueva, donde l fue dirigida totalmente por jóvenes.
Dirigir este espacio fue una experiencia bien bonita. Nunca dejé de colaborar con ellos. Nunca dejé de ver lo que se exhibía en el evento que era el termómetro del cine independiente cubano, de ver por qué curso o qué cauce se mueve hoy en día. Trato de hacerlo también, y eso me va a mantener muy ligado, y por el cine joven independiente cubano que es el audiovisual de hoy.
¿Considera que la Muestra Joven ICAIC es un festival o como una muestra?
Recuerdo que discutíamos mucho en el equipo porque el criterio de que había que ser muy selectivo con lo que se exhibiera y ese era el camino, afirmaban. Pero siempre preferí defender, y todavía pienso, que el camino de una posible Muestra es que ella fuera una muestra inclusiva y no exclusiva.
El evento era un muestrario de lo que pudiera ser una obra insipiente en el caso de algunos jóvenes y en otros, aunque no alcanzara el ciento por ciento (si es que se puede medir por porcentaje la dimensión o la calidad artística de una obra), que tuvieran por lo menos la posibilidad de juzgar, de discutir, de evaluar, de probar un lenguaje insipiente incluso individualmente. Que los jóvenes que estaban comenzando a hacer cine pudieran ver el resultado de su trabajo en pantalla grande y que se discutiera era una línea muy inclusiva. Incluso en uno de los catálogos de la Muestra hay una reflexión que escribí sobre eso, por qué una Muestra exclusiva y no una muestra inclusiva.
No tenía que aspirar a ser un festival de Cannes –no se trataba de eso–, no solo por la alfombra roja, sino porque no era una selectividad lo que iba a demostrar su posterior importancia y proyección, sino la confrontación de un fenómeno que estaba creciendo que era el cine independiente cubano. ¡Claro que no se admitía todo! Esto no era un saco roto sin fondo donde se admitía todo. Pero bueno, que los criterios selectivos fueran lo más amplio posibles, que a lo mejor había un corto o un documental que tenía valores fotográficos o valores de puesta en escena que no estaban totalmente logrados, pero allí se avizoraba algo. No ser tan exclusivos o exigentes en ese sentido.
Entre luces y sombras
Sección de audiovisuales de la AHS en Santiago de Cuba
A Frank Lahera O`Calaghan, presidente de la sección de audiovisuales de la AHS en Santiago de Cuba uno lo ve siempre con cámara en mano. Esa eterna amiga que deja instantáneas de lo hermoso a través del lente no lo abandona, como la guitarra a un trovador. De los momentos difíciles salen las grandes soluciones dijo un gran pensador y al parecer los jóvenes creadores utilizaron muy bien esta frase para repensar la Asociación desde diversas miradas. Frank no siente miedo de decir verdades del funcionamiento de su sección, resultados y debilidades.
“Teníamos varios objetivos trazados, entre ellos lograr comunicar la creación santiaguera en festivales nacionales y extranjeros; incentivar la creación individual de los asociados para potenciar el intercambio con colegas de otros lugares y espacios, lo que posibilita nuevas formas de animar, despertar otras inquietudes artísticas. Esto se venía trabajando desde el año anterior con la creación de un Festival Nacional de Videoarte, que se logró gracias al apoyo del Festival FAENZA de Colombia y sirvió de enriquecimiento creativo y espiritual a los realizadores de la ciudad.
“Además, teníamos la intención de generar diálogo con otros creadores, por ejemplo, queríamos proyectar una retrospectiva de la edición anterior del Almacén de la Imagen, eso sumado a conferencias. Logramos traer, lo que fue un experimento, una retrospectiva de la Muestra Joven del ICAIC en noviembre de 2019 durante cuatro días. Después se pensó que la Muestra podía presentarse en diferentes partes del país, pero esa idea surgió aquí en Santiago. Buscamos la manera de traer realizadores nacionales e internacionales para que impartieran conferencias. Nos había confirmado su presencia Jorge Molina con un taller intensivo de guion durante cuatro días; Alejandro Alonso, ganador en el Festival de Cine de Lima, Perú, nos iba a dar un curso de fotografía, pero llegó la COVID-19 y se pospuso todo.
“Esto surgió gracias a la relación que tenemos con la Muestra Joven de que importantes creadores vengan a Santiago a ofrecer sus conocimientos. También queríamos traer a realizadores de Camagüey, Granma, con muy buen trabajo en lo audiovisual.”
–¿Cómo logras establecer un vínculo con la Muestra Internacional de Videoarte FAENZA?
Somos como una especie de subsede de esa muestra. Surgió en Bogotá, Colombia, y al ser participante le hablé de la posibilidad de insertarnos y ellos aceptaron, vinieron al Festival del Caribe y decidieron hacer algo fijo. Por la pandemia queríamos hacer este encuentro ahora en octubre, pero lo pospusimos para abril de 2021.
Queremos incluir un salón de artes visuales en Bogotá y que Santiago de Cuba funja como puente, con el fin de dar a conocer el trabajo de los jóvenes artistas. Si lo logramos hacer, trataremos de hacer una muestra itinerante que pase también por Camagüey y La Habana.
–¿Qué soluciones encontró la sección de audiovisuales para continuar creando en medio de la COVID-19?
Trabajamos en las redes sociales. Ahí realizamos ciclos de cine experimental, videoarte, a través de secciones llamadas Ventana Cine, Ventana Perfomance. Presentaron materiales Yuri Seoane, Carlos Gil Calderón, Yunior Frómeta y yo. Cuando se flexibilizaron las medidas hicimos una jornada de cine santiaguero La Mirada Inquieta, realizada en el Cine Cuba como sede principal.
Fueron cuatro días con encuentros teóricos, cine más convencional, documental, animación, y luego se insertó el cine experimental. El objetivo principal con esta jornada fue crear más adelante un festival de cine en Santiago de Cuba, con una buena organización, sin favoritismos, potenciando la creatividad, la experimentación y el buen arte.
–¿Cómo valoras la producción audiovisual de los jóvenes miembros de la AHS en este territorio?
“Te puedo decir que la producción es bastante pobre. Ahora, quizás de 20 asociados están produciendo cuando más tres. Al parecer están en la AHS por estar y ya lo hemos hablado en el ejecutivo. Estamos buscando que se activen, que se inquieten por su realidad y hagan arte. Hacia esa dirección va nuestro trabajo.”
Con luces y sombras la sección de audiovisuales de la AHS en Santiago de Cuba necesita encontrar caminos para la creación. No por gusto se potencia los concursos y becas de la Asociación, con el objetivo de visibilizar el quehacer artístico de los jóvenes creadores. Definir quiénes desean ser parte de esta organización y hacer que su conducta se corresponda como artistas, es uno de los objetivos de esta sección. Frank Lahera no se muerde la lengua y nos traza un camino. Hay que buscar esos puentes y no esperar a que alguien los haga.
Lisandra Duran: «A veces siento como si las imágenes me hablaran» (+Videos)
Apenas se graduó con Título de Oro en la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas en 2013, y ya esta joven comenzaba debutaba en el escenario del audiovisual cubano, con propuestas documentales de gran madurez estética y conceptual. La frescura propia de su edad y un sentido de la elegancia aprehendido entre pasarlas; oxigenan, sin embargo, su obra.
Lisandra Duran Gutiérrez comenzó su carrera como radialista para adentrarse también en el mundo televisivo, vocación que actualmente ejerce dentro del colectivo del Noticiero Cultural de la Televisión Cubana, pero que ha tenido momentos de gran esplendor como reportera, conductora y directora de programas en el canal Telecubanacán en Villa Clara.
“Cuando estaba estudiando la carrera supe que había elegido bien, porque me seguía gustando mucho el periodismo; pero no tenía claro en qué medio quería desempeñarme. Aunque en mi etapa estudiantil realicé en conjunto con algunos compañeros, una serie de cortos que fueron llevados además al lenguaje radial, los cuales abordaron temas como la moda, y el humor en Cuba.
“Al graduarme me ubicaron en la FM Estereocentro en Santa Clara, un medio donde crecí mucho. Recién graduada trabajé como presentadora para una serie de documentales sobre deportes extremos. Me involucré mucho en el proceso postproducción, lo cual me acercó al mundo de la imagen. ¡Y también enfrenté el miedo a las cámaras!, pues durante mi etapa de estudiante me veía a mí misma como una joven introvertida.
“Después de esta experiencia tuve la oportunidad de dirigir un documental sobre el concierto de los Rolling Stone en Cuba, y más tarde presenté otro proyecto a la AHS que obtuvo la Beca El Reino de Este Mundo.”
Estos productos audiovisuales recibieron lauros en eventos importantes de la UNEAC y de la Asociación Hermanos Saíz. ¿Cómo llegas a esos escenarios y qué significan en tu formación como realizadora?
Debido a mi inexperiencia como productora, el documental de los Rolling lo tuve engavetado casi un año. Hasta que en noviembre de 2016 una amiga que trabaja en la UNEAC en Villa Clara me comentó acerca del Festival Santamariare, en la ciudad de Caibarién. A los pocos días me llamó Jorge Gómez, presidente de la sección de audiovisuales de la UNEAC, para comunicarme que había obtenido el premio en Dirección de Programas en la categoría de documentales. Me sorprendí mucho.
Esa experiencia me permitió el intercambio con otros realizadores del país, además me motivó para poner el documental a consideración de la Muestra Joven del ICAIC y el Festival Internacional de Gibara. Para mi sorpresa resultó seleccionado para una exhibición paralela en estos festivales y, además, recibí la invitación de la AHS para presentarlo en Sancti Spíritus, Guantánamo y Baracoa.
Fue una experiencia enriquecedora. Me permitió mostrar mi obra en un espacio de lujo y para un público diverso, pero con gran representación de especialistas y productores del audiovisual. También participé del evento «Voces Cruzadas» en Sancti Spíritus. Pero guardo con mucho cariño una exhibición que tuvo lugar en las ciudades de Guantánamo y en Baracoa. Fue lindo ver la acogida que tuvo entre los seguidores de este género musical, además del intercambio con un público conocedor y ávido de estos temas. ¡Hasta me regalaron un pulóver de los Rolling!
Por aquella época también me entrevistaron para el programa Lente Joven, pero solo se trasmitió en su versión online; y no fue hasta el año 2019 que el Canal Clave lo estrenó en la televisión nacional. De cualquier modo, fue el documental con que me di a conocer como realizadora, y lo agradezco mucho, me dio mucho placer.
Cuéntanos, por favor, acerca de la experiencia de rodaje del corto «Los Rolling en Cuba».
Llegamos a las dos de la tarde a la Ciudad Deportiva dos camarógrafos, un sonidista y yo, con el objetivo de entrevistar la mayor cantidad de personas posibles. Esto no fue difícil pues la gente estaba eufórica con el concierto y recogimos criterios muy diversos, de jóvenes y ancianos, extranjeros y nacionales, figuras públicas como el Guille Vilar – una autoridad–… como medio centenar de entrevistas representativas del público que estuvo allí aquella tarde noche. Para el día siguiente teníamos coordinadas las entrevistas a Frank Delgado y a Juanito Camacho; y como ellos son los especialistas, los escogí como hilo conductor del reportaje. Muchas personas lloraban emocionadas.
Me han hecho críticas, como, por ejemplo, algunos realizadores que trabajan más la experimentación consideran que es un reportaje ampliado; pero considero que lo más importante fue captar la energía del momento, ¿cómo lo ve mi generación?, pero sobre todo, llevar el concierto a las personas que no pudieron disfrutarlo.
Obtienes la Beca de creación El Reino de este Mundo con un proyecto diferente, sustentado en un solo testimoniante y con una estética de lo conceptual ¿Por qué este giro en tu obra?
Evidentemente la formación académica a uno lo marca. Y aunque es algo que a mí me parece muy bien, en algún modo quise asumir el reto de hacer un producto artístico en el que no fuera tan evidente que es un periodista quien está detrás de las cámaras.
Hacía tiempo que tenía en mente realizar un documental sobre el racismo, pero no tenía claro cómo abordarlo, por la complejidad del tema. Había pedido al cantautor Yuri Giralt Barrios sus canciones para la banda sonora del documental que estaba soñando. Pero un día, conversando con él, tuve claro que lo necesitaba como protagonista, porque tiene una obra muy seria al respecto. Se identifica, por supuesto, con la lucha antirracial, porque él mismo y su familia son de raza negra. Además, Yuri Giralt es una persona que constantemente le sale al paso a las actitudes racista que se manifiestan en la sociedad, consciente o inconscientemente. Narrar esta historia de vida, desde su punto de vista, fue muy interesante.
“Cimarrón”, que más tarde obtuvo mención en Concurso Rubén Martínez Villena de Periodismo Cultural, desborda poética y espiritualidad…
Es que cada documental y cada audiovisual, a modo general, tiene su tempo; y yo tenía que hacer un documental que tuviera que ver con su protagonista. Yuri es una persona muy práctica, pero a la vez con un pensamiento profundo, con toda una filosofía de vida y de comportamiento. Todo esto lo expresó en ese conjunto de canciones sobre la temática racial, que, a mi modo de ver, tienen mucho temple, mucha energía. Me esforcé por conjugar la estética, con la música y con el discurso del entrevistado. Por ejemplo, utilizo colores sobrios, planos de detalle.
Hoy día ambos documentales se han transmitido varias veces por el Canal Clave de la TV Cubana.
¿Por qué te interesa el tratamiento de nuestro panorama cultural y, específicamente, temas como la moda, el rock and roll y el racismo, que responden al interés de un público minoritario?
Siempre me ha gustado abordar el mundo cultural porque es muy polisémico, además de que me permite abordar las realidades de mi país de formas muy diversas.
Por otro lado pienso que si voy a emplear recursos y tiempo en la realización de un producto complejo como es el documental, pues lo mejor es abordar temas que tienen menos cobertura en el diarismo de nuestros medios. Además, porque existen hoy día muchos prejuicios, por ejemplo, alrededor de los roqueros, del antirracismo, y del mundo de la moda; y siento que puedo darles la oportunidad a estas personas de hacerse escuchar.
En el mundo del audiovisual te desempeñas, además, como reportera de diferentes medios, conductora y locutora de programas, y guionista de tus propios documentales. En entrevistas anteriores has manifestado que tu trabajo como modelo tributa al resto de tus vocaciones. ¿Te gustaría comentarnos sobre todas estas vocaciones que confluyen en ti?
Lidiar con diseñadores, con fotógrafos y con la industria de la moda en general contribuye al desarrollo del gusto estético, sin lugar a dudas. Que es necesario lo mismo para diseñar ropa, el interior de una casa o un audiovisual. ¡Es crear un ambiente armónico! A esto se suma, por ejemplo, que desde que era estudiante, cuando me hacían fotos a mí o a otra modelo, ponía atención al lenguaje técnico que se utilizaba, el uso de la luz, los encuadres y locaciones.
Todo esto es algo que tú puedes estudiar, pero que con el tiempo lo llevas innato, como una segunda piel. Uno tiene los conocimientos técnicos, pero a veces siento como si las imágenes me hablaran. En un momento determinado me piden cierta música, ciertos planos, determinado tiempo al aire (risas).
Se Inaugura Muestra Joven en Camagüey
Como parte de las actividades colaterales que se realizan en la provincia por el XXX Salón de la Ciudad, evento que reúne lo mejor de las artes plásticas camagüeyanas, se inauguró en la Galería Miras de la filial principeña de la Asociación Hermanos Saíz la exposición colectiva Muestra Joven.
«El camino fácil sería traicionarme»
Nos conocimos mientras cursábamos estudios en el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Por aquellos días siempre me llamó la atención la huella fotográfica que se palpaba en sus cuentos. Cerrabas los ojos y parecía que estabas viendo una película. Tiempo después supe que estudiaba Dirección de cine.
José Luis Aparicio Ferrera nació en 1994, en Santa Clara. Ha ganado en tres ocasiones la Beca de Guion que convoca la Asociación Hermanos Saíz. Integró el Jurado Mezcal del 33 Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG) y el jurado del Premio Sara Gómez del 40 Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano. Es miembro de la Junta Directiva de la Muestra Joven ICAIC. Sus trabajos han sido seleccionados y exhibidos en festivales de varios países.
Este joven realizador, a pesar de su corta edad, tiene mucho que expresar, y su discurso se va consolidando poco a poco en cada una de sus obras. Entre sus principales fortalezas podrían estar la persistencia, la búsqueda constante y dedicación, armas necesarias para emprender un camino en el complejo universo cinematográfico.
Desde joven tienes una marcada inclinación por el séptimo arte. ¿De dónde proviene esta pasión?
No sabría explicarlo. Mi primera pasión fueron los libros, sobre todo las novelas de aventuras, fantasía y ciencia-ficción. Devoré cuanto título pude de la editorial Gente Nueva, nada más que me enseñaron a leer. Luego, cuando tenía ocho o nueve años comencé a escribir poemas y cuentos policiacos. En ese entonces soñaba con una vida de escritor.
El cine se convirtió en algo serio durante mi adolescencia. Desde niño no me despegaba del televisor, veía todo tipo de series y películas, omnívoramente. El descubrimiento de directores como Woody Allen, Stanley Kubrick o David Lynch me hizo más consciente de las posibilidades expresivas del medio. Después llegaron las cámaras de video caseras, comenzó el rejuego con la técnica, el componente artesanal… El cine se transformó en una obsesión, casi enfermiza, que persiste hasta el día de hoy.
Eres graduado en Dirección de Cine, Radio y Televisión de la Facultad Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA) de la Universidad de las Artes (ISA). Cuéntanos sobre esta etapa. ¿Cómo es el proceso de formación de los jóvenes realizadores en Cuba?
La verdadera formación de los cineastas, en Cuba y en el resto del mundo, es fundamentalmente autodidacta. Las mejores escuelas de cine te proporcionan ciertas nociones técnicas o teóricas que complementan tu desarrollo, pero la pelea real es la de uno mismo con la tradición, y se realiza en privado, en el bullicio de una beca o en la soledad de una sala de cine.
Hay que ver películas, todas las que se puedan, constantemente… y hay que leer, y filmar, y consumir todo el arte posible. Solo así hay esperanzas.
La FAMCA es una facultad muy limitada económicamente, pero esto no debería ser excusa para justificar sus principales problemas. En el último año y medio, por ejemplo, hemos presenciado una vuelta de la censura y el fundamentalismo político, por encima de la libertad de creación de sus alumnos.
Lo anterior, junto al eterno problema de los planes de estudio, rígidos y obsoletos, y a la escasez de profesores verdaderamente capacitados, conforma un panorama difícil. Sin embargo, conservo muy buenos recuerdos de esa etapa. Los debo, en su mayoría, a profesores como Joel del Río, Gustavo Arcos, Mario Masvidal, Jorge Molina, Alán González y Marta Díaz… A ellos y a otros pocos les estaré siempre muy agradecido.
¿Qué propuesta estética ofreces desde tus materiales audiovisuales?
No creo que se pueda hablar de una estética específica, única, bien definida, en los audiovisuales que he realizado hasta la fecha. Tampoco es algo que me quite el sueño. Desconfío de los artistas que encuentran una fórmula que se les da bien y la repiten obra tras obra. Tengo miedo a acomodarme, a no tomar riesgos. Muchos de los creadores que prefiero cambian constantemente, se retan y salen de sus zonas de confort. Mutar o desaparecer, como los Beatles. Ese es mi mantra. Solo me interesa conservar el misterio, la ambigüedad… El camino fácil sería traicionarme. Prefiero el fracaso.
¿Cuáles referentes artísticos han marcado tu obra?
Jorge Luis Borges, Woody Allen, David Lynch, Guillermo Cabrera Infante, Paul Thomas Anderson, Virgilio Piñera, Agnes Vardà, René Magritte, Roman Polanski, Salvador Dalí, Quentin Tarantino, los Hermanos Coen, Stanley Kubrick, Charlie Kaufman, Hayao Miyazaki, Orson Welles, Edward Hopper, Werner Herzog, Martin Scorsese, Maya Deren, David Cronenberg, Chris Marker, Monty Python, Les Luthiers… Es una lista larga que crece constantemente. No estoy seguro de que hayan marcado mi obra, pero sí mi visión del arte y la vida, mis actitudes, mi educación sentimental.
También cursaste el Taller de Técnicas Narrativas del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. ¿Qué te aportó en el proceso creativo de los guiones?
La “Onelio” fue muy importante, no solo por el contacto con profesores como Eduardo Heras León y Raúl Aguiar, sino también porque me permitió tomar el pulso a los escritores de mi generación. Eso como cineasta lo considero fundamental: escapar a la vida cultural fragmentada o sectaria que a veces sufrimos en nuestro país.
La influencia en mi trabajo como guionista es evidente, pues las técnicas narrativas no son patrimonio exclusivo de un medio u otro. A partir de mi paso por el centro, mis narraciones se hicieron más sólidas y conscientes, más complejas y a la vez más precisas en su despliegue técnico.
La FAMCA, por otro lado, carece de la especialidad de guion. La “Onelio” vino a suplir muchas lagunas en mi formación, me hizo recuperar el placer y la pasión por la lectura que experimenté en mi niñez y adolescencia.
Has obtenido diversos premios con tus cortometrajes y has participado en el 39 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano y en el 14 Festival Internacional de Cine de Gibara. ¿Qué influencia ejercen estos eventos en la carrera de un joven realizador?
Una influencia decisiva. Sería ingenuo decir lo contrario. Si no has participado en un festival o recibido algún premio, estás en desventaja a la hora de, por ejemplo, aplicar a un fondo de ayuda a la producción o solicitar una beca de cualquier tipo.
La calidad artística, por estos lares, no siempre es lo esencial para salir adelante. También es necesario algún respaldo o reconocimiento, al menos en un sentido estratégico. Hacer currículo, como solemos decir.
No obstante, la oportunidad de compartir tu trabajo, de polemizar y debatir al respecto, no puede ser tomada por sentado, más en nuestro contexto, donde escasean los festivales y las ventanas de exhibición y distribución, así como los espacios de crítica y pensamiento.
Mantener y desarrollar eventos como la Muestra Joven, con lo difícil que esto resulta en ocasiones, es una preocupación que debería ser de todos los cineastas en el país.
¿Cuáles son los principales retos que enfrenta actualmente el cine independiente en Cuba?
Es una pregunta complicada de responder, sobre todo porque atravesamos un período de cambios, de incertidumbre… Más allá de las dificultades económicas y prácticas de la producción, creo que los principales retos se enfrentan en el campo de lo estético.
El cine cubano tiene muchas deudas, no siempre se hace las preguntas adecuadas. Yo quisiera ver un cine más diverso, más preocupado por la memoria de la nación, más complejo y menos complaciente, donde coexistan las películas de entretenimiento con las de autor, el cine de género con el realismo social…
El principal reto es actualizarse, eliminar el rezago que nos separa de nuestros espectadores naturales y del resto del mundo. Desde hace décadas, salvo contadas excepciones, las películas que hacemos no se ven en ninguna parte, ni siquiera en la isla.
Las que mejor suerte han corrido son las independientes, para mí las más arriesgadas, las más interesantes. Es una lástima que el abandono legal, la censura y la desidia hayan coartado este desarrollo. Sin embargo, no han podido detenerlo.
Una de tus últimas creaciones es el cortometraje de ficción El secadero, ganador de los Premios a la Mejor Producción y del Público en la 18va Muestra Joven del ICAIC, que recientemente en este mes obtuvo el Premio a Mejor Ficción del Bannabáfest, Tercer Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos de Panamá. Háblanos un poco del proceso creativo de esta obra.
El Secadero es un corto de 28 minutos que transcurre en La Habana de 1993, una Habana inventada por nosotros pero que conserva algunos lazos con la realidad.
Su guion está inspirado en algunos personajes y situaciones de La máquina, un cuento del escritor cubano Jorge Enrique Lage, pero en este caso se trata de una versión extremadamente libre. Un asesino en serie decapita policías. Mario, un oficial desencantado, encuentra la cabeza de la séptima víctima. Junto a su compañero, Camacho, debe llevarla a la estación. Una distracción momentánea conduce al extravío de la cabeza, que es robada junto a sus bicicletas policiales. Ambos descenderán al underground habanero para recuperarla…
Así comienza una historia con tintes de neo-noir, pero que es realmente una comedia negra, con mucha influencia de Tarantino y los Hermanos Coen. Es mi último corto y con el que más feliz me siento hasta la fecha.
Debía representar mi tesis de graduación de la FAMCA, pero fue censurada por la nueva dirección de la facultad. Sin preverlo, terminó convertida en mi primera obra verdaderamente independiente. Se realizó gracias a una campaña de crowdfunding y con el apoyo de varias productoras no estatales. Luego de los premios en la Muestra Joven, ha tenido un recorrido internacional por festivales de Chile, Argentina, Alemania, Estados Unidos, Panamá y México. Espero que cuente con más oportunidades de exhibirse en nuestras pantallas.
Recientemente fuiste seleccionando para la III Residencia Internacional de Cine Castello Errante, dedicada a la formación de jóvenes cineastas italianos y latinoamericanos. ¿Qué te llevas de esta experiencia?
Castello Errante es una de las mejores experiencias que he tenido en mi formación profesional. Tener la oportunidad de conocer la cultura italiana, de visitar Roma y recorrer los pasillos del Centro Sperimentale di Cinematografia o los foros de Cinecittà, es algo realmente invaluable.
Más importante aún fue estrechar lazos profesionales y personales con un puñado de jóvenes cineastas de diversas procedencias, italianos y latinoamericanos. Los 35 días que compartí junto a ellos me cambiaron, me devolvieron fuerzas para seguir intentando este oficio tan difícil.
A todos ellos y al staff de la residencia les agradezco mucho, así como a la Muestra Joven, al ICAIC y a la Embajada de Cuba en Italia, que lo hicieron posible.
¿En qué proyecto te encuentras trabajando en estos momentos?
Ahora mismo estoy terminando la post-producción del largo documental Sueños al pairo, sobre la vida y obra del músico cubano Mike Porcel, un proyecto que co-dirijo junto a Fernando Fraguela.
Sigo enfrascado en la distribución de El Secadero y entro en la pre-producción de un nuevo corto, cuyo título provisional es El Tikrit, con guion del cineasta santiaguero Carlos Melián.
También estoy desarrollando dos proyectos de largometraje: La zona muda, una ficción situada en el universo ficcional de El Secadero, co-escrita junto al guionista Daniel Delgado, y Distintos modos de cavar un túnel, un documental sobre el poeta cubano Juan Carlos Flores, que concebí junto al también poeta Ramón Hondal.
Hay más ideas, más proyectos… Es el tiempo que no alcanza.
Muestra Joven: Del corte a la acción
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Lo que muestra la Muestra…
La Muestra Joven Icaic ha servido para medir los caminos del cine joven cubano y realizar así una panorámica de la cinematografía nacional. Alejado cada día más de las convencionalidades del establishment cinematográfico –tanto desde el punto de vista estético como financiero–, el cine realizado por jóvenes enfoca sus miradas a zonas arriesgadas (conceptual y estéticamente) en la cinematografía nacional.
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