Michel González Basnueva
«En las obras dejamos más que carne y sangre»
Michel González Basnueva acaba de obtener el Premio Calendario 2021 en la categoría de Literatura Infantil y Juvenil con su novela El canto de la ballena azul. Más allá de los matices y las luces que un premio puede otorgarle a la vida creativa de un autor, Michel escribe sus libros desde la honestidad, desde su verdad que le permite dejar en la obra más que carne y sangre.
Primero, hablemos un poco de tus procesos creativos. ¿Cómo le das vida al hijo-libro? ¿Sientes una relación de paternidad con los textos que creas?
Pienso que cada escritor considera a sus obras de ese modo. En realidad, dejamos en ellas más que carne y sangre… dejamos una parte del alma que, en ese momento creativo, se transforma de imaginario a letras. ¿Cómo nacen mis libros? Podría contestar de mil maneras, pero por respeto a mi obra seré sincero: mis novelas nacen de la nada, ellas me escogen a mí, yo soy un simple instrumento. Una notica, un comentario, lo que pueda producir un sonido, una imagen… sí, la inspiración ayuda. Ahora, de dónde y cómo nace lo que escribo, no lo sé.
En los tiempos que corren, ¿quién es el escritor?, ¿qué lugar tiene en el mundo?, ¿por qué escribir?
Soy graduado de Sociología de la Universidad “Marta Abreu” de Las Villas. Comencé mi carrera sin imaginar que dedicaría una parte de mi tiempo a escribir. Desde pequeño siempre amé la lectura y escribía, sí, las epifanías de todo niño y adolescente. Ahora, dedicarme a esto con conciencia: hace cinco años; por lo que mi formación como sociólogo ha sido, indiscutiblemente, una herramienta de caos y de creatividad. ¿Por qué caos? Porque saber cómo se articula cada factor, precepto, filosofía de cualquier tipo de sociedad te brinda herramientas para pensarla y tratar, desde la literatura, de mostrar eso que está frente a nosotros, pero no logramos, o no queremos, comprender.
¿De qué manera han influido en ti las redes sociales? ¿Piensas que el público lector del futuro estará tan intervenido por la medialidad y la hipermedia que la escritura tendrá que adaptar su lenguaje para poder comunicarse con los receptores?
No solo pienso que la escritura debe adaptarse a las redes y al llamado Big Data que, es innegable, globalizará (si no es que lo ha hecho ya) toda y cada una de nuestras prácticas. La literatura, el proceso creativo, debe saber adaptarse, sin temor, a cada cambio social. Es como la Teoría de la Selección Natural de Darwin: se adapta, lucha y sobrevive para ser entendida o perece. Esto no niega las teorías, los criterios o el estilo clásico que brindaron, y brindan aún, los cimientos de este arte; pero los escritores contemporáneos debemos avanzar, caminar con la tecnología, con las corrientes (religiosas, sexuales, filosóficas, psicológicas, sociológicas, técnicas) para hacer llegar una visión clara de lo que somos.
¿Cuáles son los temas que abordas en tu literatura dedicada para los niños y los jóvenes?
Desde mi formación como sociólogo me siento atraído por problemáticas y fenómenos sociales que no están ajenos a ningún contexto: migración, pobreza, estereotipos, marginalidad… El deconstruir un imaginario a raíz de una literatura —ficticia o no— para niños, jóvenes, adultos, permite al lector la desmitificación de tabúes y prejuicios.
Obtienes el Premio Calendario 2021 en la categoría de Literatura Infantil y Juvenil con la novela El canto de la ballena azul, ¿qué búsquedas artísticas específicas te llevaron a la creación de este texto?
La ballena azul, como se le conoció en las redes, fue un sórdido y retorcido plan creado por un exestudiante de psicología ruso que buscaba purgar de la sociedad a las personas débiles, diferentes… a aquellos que no creían encajar en los “moldes” establecidos. Esta información me llegó por amigos, cadenas de noticias, la red… Y comencé a investigar sin mirar mucho al abismo —como diría Nietzsche—, para que el abismo no mirase mucho en mí. De mi investigación conocí los retos que conformaban La ballena azul y una psicóloga me ayudó a entender cómo el individuo se despersonalizaba del yo y se convertía en eso. De la recopilación de datos, fuentes y mi imaginación nacieron Helena, Marcos y Lucas: tres adolescentes que se ven envueltos en este juego de manipulación.
¿Crees en la autocensura? ¿Las has sentido alguna vez?
Claro que existe la autocensura. Pero, ¿sabes?, no es propia del ser humano, es una enfermedad creada por la censura y el poder de establecer lo “correcto”. Esto hace que el artista, no solo el escritor, mutile lo que piensa o no quiera hacerlo público en su obra por temor a no encajar. ¿Qué si lo he sentido? No, digo lo que pienso. Y para ilustrarlo mejor te contaré algo: El canto de la ballena azul, la novela que obtuvo el Calendario 2021, fue finalista en el Premio Fundación de la Ciudad de Santa Clara; mereció ese lugar y no el premio, entre otras cosas, por la crueldad que se manejaba para con los jóvenes. Podía haberme autocensurado y prescindir de la sangre y los retos macabros, pero… ¿era eso lo qué quería contar? No, lo que quería contar ganó el Calendario 2021 sin alterar una sola palabra o frase.
¿Es mesurable la calidad de los libros que hoy se escriben en Cuba? ¿De qué manera contribuyen, a una cosa o a otra, el sistema de premios de nuestro país y los jurados que lo integran?
En Cuba existe una cantera literaria exquisita. No mencionaré nombres que admiro, idolatro y me sirven, y servirán, de guía. Estas personas hacen una literatura increíble, ajenas al género o temática que sea, y estas obras, rebosantes de calidad, forman y transforman indiscutiblemente lo que somos: ese lector que llevamos dentro. El sistema de premios, como lo son los talleres literarios de la AHS y UNEAC, es un trampolín que brinda visibilidad y reconocimiento a escritores que, por su corta edad, inexperiencia o invisibilidad del gremio, no consiguen ser publicados o leídos por editoriales nacionales. El jurado que conforma los premios, como los profesores que integran sus talleres, hacen una labor titánica, pedagógica, maternal —¿por qué no?— que ayuda y encamina a quien una vez soñó con escribir.
La posibilidad de que el escritor establezca contacto con otras realidades más allá del contexto geográfico que habita ha sido, desde siempre, un motivo presente en los debates culturales. ¿Las limitantes que condicionan la realidad del escritor joven cubano —al menos a la mayoría de estos— son también limitantes para la creación?, ¿es posible gestar otras estrategias que faciliten el acercamiento de la obra a lectores de otros países?
Como dije antes: la literatura, el arte en general, no debe enclaustrarse, politizarse o reconcentrarse en un mismo contexto, realidad, país, cultura, etnia… No debemos mirar solo lo que alcanzan nuestros ojos, hay más mundo ahí afuera, con fibra rica y virgen que espera ser contada, que espera por un narrador que se atreva a decir “yo voy a hablar de esto y si tengo que estudiar idiomas, modos de vestir, religiones, costumbres, lo haré, porque quiero que los míos, aquí, conozcan esa brecha por dónde me colé yo y descubrí nuevos mundos”.
¿Te obsesiona la perfección? ¿Crees que es posible lograr la obra perfecta? ¿Hay alguno de tus libros que pase ese proceso de “puesta en dudas” que todos los escritores vivimos?
Soy bastante perfeccionista, aunque a la hora de escribir me dejo llevar y fluyo… Te imaginarás la cantidad de hojarasca que se escapa por estos dedos en ese flujo creativo. Entonces me sirvo de amigos y profesores que me ayudan a limpiar, a pulir… Como dice Liliana Herker: “Corregir —y en este caso se refiere al trabajo, una y otra vez, sobre una obra— no es otra cosa que ir encontrando a Moisés dentro del bloque de mármol”. Una obra nunca se termina, somos nosotros los que decidimos abandonarla a su suerte después de revisiones, transformaciones y crítica.
¿Los escritores somos criaturas en busca constante de un nuevo estímulo o meta? En ese sentido, ¿eres de aquellos autores que para de dialogar con sus libros previos para concentrarse en los proyectos presentes y futuros, o prefieres a menudo revisitar lo ya escrito?
Todos los seres humanos buscamos eso: un nuevo estímulo, una nueva meta. Aquellos que se limitan a la simplicidad de los días y la rutina también tienen eso: esa es su meta, ese es su estímulo. Ahora, el escritor es una criatura extrañísima, los conozco de todo tipo y es imposible clasificarlos en su búsqueda espiritual. Yo soy diferente en cada obra que escribo: me transformo, crezco o no (pues recaigo en errores del pasado); pero siempre soy otro. Cuando echo la vista atrás, pues me gusta ver mi evolución o involución, aprendo, aprendo de todo lo que observo.
Si tuvieras que recomendar el libro de un autor joven cubano para que fuera leído en estos tiempos de restricciones sociales y de movilidad, ¿cuál sería? ¿Y qué libro tuyo recomendarías con este mismo propósito?
Todas las ovejas van al cielo, obra simpática, tierna, emotiva, de la escritora y amiga santaclareña Leidy González Amador. Es una narración fresca, graciosísima y esperanzadora para cualquier público que se aventure con dos ovejas transportadas, por error, desde Jerusalén.
¿Cuál de mis libros recomendaría? Pues: ¿Alguien vive en este asteroide?, novela que será publicada este año por Reina del Mar Editores, la cual ganó su premio de narrativa. Es mi primera novela que, si bien ha sido examinada muchas veces, la sigo amando. Si a los lectores les gusta El principito tanto como a mí, puede que se hayan preguntado también cómo es que la zorra no decidió acompañar a su amigo y… ¿qué tal si ahora emprende un viaje en su búsqueda?
Más allá de la página en blanco, ¿quién es Michel González Basnueva?
Un muchacho un poco raro: que trata a su perro como si fuese otro de sus hermanos; cuida celosamente sus libros, hace yoga, intenta reinventarse y defender lo que piensa a costa de todo… No sé. Soy un muchacho un poco raro, sí, pero feliz, sinceramente feliz.