Merlyn Cruz Acosta


«El arte es el lenguaje de los sensibles»

Las memorias de la infancia son un mapa ineludible para cualquier ser humano. En las mías, Merlyn Cruz Acosta es más que la silueta desdibujada de una niña que jugaba en el patio de la Escuela Elemental de Música “Alejandro García Caturlaâ€. Con los años, esa silueta y ese recuerdo adquirieron nuevos contornos. Cuando la vi actuar por primera vez, descubrí no solo la calidez de su voz sino también el histrionismo de su paso por la escena. Esta joven mezzosoprano tiene mucho que contarnos porque su lenguaje es el arte.  

¿Cuál fue el primer paso que te encaminó en busca de tu carrera?, ¿qué puso en movimiento la pasión por tu oficio?

La primera vez que fui a la ópera llegué en el segundo acto de “La bohèmeâ€, de Puccini. La soprano Maite Milian estaba interpretando personaje y yo adoré su intensidad e histrionismo. Cuando terminó la última nota de la ópera lo supe: era aquello lo que quería hacer en mi vida.

cortesía de la entrevistada

Uno de los más reconocidos artistas de nuestra generación afirmó que la creación es un lenguaje y un fenómeno holísticos, ¿sientes que sucede así con tu propia obra?

En lo personal soy bastante espiritual y creo en mundos fantásticos y sobrenaturales: por ende, pienso que cuando uno hace arte —y en especial te hablo del canto— se conecta con un mundo más elevado, se entra en una especie de trance holístico. El arte es una de las cosas que, según mi apreciación, nos hizo ser cúspide en la evolución. Es el lenguaje de los sensibles.

¿Qué es indispensable en la formación de un cantante lírico?

La sensibilidad, la constancia y el estudio… No nos podemos olvidar de la técnica, por eso diría que también es importante la resistencia física y sobre todo la respiración y el apoyo costodiafragmático. Todo eso acompañado por la guía de un buen maestro de canto.

¿Cómo transcurre tu proceso creativo?

Lo primero es enamorarme de la pieza, conocer bien al compositor y a su época; ya luego —y esta es la parte que más disfruto— pongo la pieza en voz y pruebo las diversas formas en que puedo interpretarla y darle diferentes matices.

cortesía de la entrevistada

En materia de arte, ¿cuáles son tus principales búsquedas? ¿De qué manera encaminas tu formación artística e intelectual por diversas sendas de pensamiento?

Trato siempre de interpretar personajes u obras que me gusten y que ericen todas las fibras de mi cuerpo. Adoro a los personajes controversiales. En cuanto a la formación intelectual y artística, eso se lo agradezco al Instituto Superior de Arte (ISA), que me dió una apertura a nuevas formas de pensamiento en cuanto al arte y la manera de asumirlo. También busco otras fuentes no tan artísticas para ver cómo los que no son creadores ven el arte desde diversas aristas de la sociedad: esto enriquece mi campo visual e interpretativo y, de paso, me muestra cómo va la sociedad y cómo hacer el canto lírico de una forma que sea más asequible a todos.

La voz como instrumento, ¿qué retos particulares entraña?

Nunca se deja de aprender formas nuevas en la voz. Según mi apreciación, la voz es el instrumento más difícil, ya que se encuentra dentro de nosotros mismos y depende mucho de factores totalmente internos. Si alguno de estos falla, en ese momento se afecta el proceso creativo. En cuanto a educación creo que hasta el fin de mi carrera tendré siempre en consideración la opinión de mi maestro. Un maestro nunca deja de ser la guía de un cantante, así este sea profesional o tenga una exitosa carrera. Un cantante siempre vive en constante aprendizaje.

¿Cómo enfrentas la escena, la teatralidad acompañada por la música? ¿Cómo unes ambos registros para crear un arte que defienda tanto la calidad del sonido como la calidad histriónica del intérprete?

Es de las cosas más difíciles de conseguir. Son muchas las responsabilidades que recaen sobre el cantante, pues es la cara de todo un proceso que se gesta durante meses desde toda una  parafernalia estética (dígase vestuario, maquillaje, dirección artística y demás) hasta el propio rostro de la orquesta. Uno se convierte en orquesta y en cantante. Esto es un reto que exige muchísimo y que en ocasiones paraliza y asusta, pero cuando se estudia, se ensaya y se tiene seguridad en uno mismo, el personaje y el intérprete pasan a ser la misma piel.

cortesía de la entrevistada

¿Cuáles son tus personajes favoritos y las piezas que prefieres interpretar?

Adoro a los personajes negativos y los más dramáticos. Entre mis preferidos está Azucena de “El trovador†y Ulrica de “Un baile de máscarasâ€, ambas obras de Verdi, y mi preferido de todos es la Carmen de Bizet. Sí, Carmen es mi gran pasión. Adoro el repertorio francés, en especial Massenet y Hahn, también me gusta mucho el Barroco: es cómodo y sano para el cantante. En este periodo, mis preferidos son Händel y Vivaldi.

Musicalmente hablando, ¿qué entraña un reto para ti?

La música contemporánea es el gran reto, ya que me cuesta a veces lograr entenderla del todo; creo que es de las más complejas. También considero un súper que cantar a Wagner es difícil y demanda mucho del cantante.  

¿Hasta dónde el pensamiento y el espíritu de un artista condicionan al fruto de su creación?

En mi opinión, muchísimo. El arte es la forma que tiene el espíritu (el alma) para comunicarse con el mundo exterior. Un pensamiento o una experiencia —ya sea positivo o negativo— cambian por completo la forma de hacer del creador. Un pensamiento puede condicionar el resultado de un proceso, sea para bien o para mal.

¿Consideras que existen artistas que no necesitan una formación académica o consideras que este es, cuando menos, un paso fundamental para un creador?

Si te hablo desde mi experiencia personal te diría que no sería nada sin mi formación académica, y la influencia del estudio y de los diversos maestros que tuve. Mi vida es un antes y un después gracias al conocimiento académico pero, por supuesto, esa es solo mi experiencia: hay artistas tremendamente admirables que no tuvieron formación académica y son excelentes en lo que hacen, y también hay otros que, al escucharlos, te das cuenta que si hubieran pasado por un proceso académico pudieran hacer más de lo que hacen.

cortesía de la entrevistada

En tu experiencia, ¿cómo transcurren las dinámicas formativas de tu cuerpo actoral y las de tu voz?

Cuando tengo a asumir un personaje, primero me aprendo la música lo mejor y más completamente que se puede, para luego incorporar el movimiento y la emoción. La música tiene que ser algo seguro para que, cuando la emoción y el movimiento aparezcan, se trate solo de expresar.

No solo has actuado y cantado en obras del repertorio clásico sino también en piezas modernas, que abarcan incluso las dinámicas del teatro musical a la usanza Broadway. ¿Qué te aportan estos diversos modos de entender la escena dentro de un espectáculo?

Me aportan flexibilidad y frescura interpretativa, también recursos nuevos y otra visión del escenario. Hacen a mi voz más dúctil a otras formas de emisión sonora.

cortesía de la entrevistada

¿Piensas que es preciso actualizar escénicamente las obras clásicas para que sean de más fácil acceso al espectador contemporáneo? ¿De qué manera propondrías esta actualización de referentes?

Sí, creo que de vez en cuando hay que hacer puestas antiguas con una visión más moderna, juvenil y fresca. Esto ayudaría mucho al acercamiento de los más jóvenes al género; además, enriquece la historia. Mi propuesta sería hacer obras de pequeño formatos en escenarios poco convencionales y con vestuarios modernos; también se podrían llevar obras del repertorio internacional a nuestro idioma o adaptarlas a nuestra idiosincrasia, es preciso escapar de la idea de la cantante o el cantante lírico estático o en pose.

¿Cuánto valoras la posibilidad de intercambio del arte joven cubano con el arte de otras regiones geográficas?

Es fundamental. Así, el joven cubano se nutre del hacer de otras culturas y a la vez se enriquece la nuestra, ya que la cultura cubana en su inicio fue un amasijo de muchas influencias. De esa forma, también nuestra manera de hacer llega a otras latitudes.

cortesía de la entrevistada

¿Cuáles son tus principales referentes musicales?

Tengo muchos cantantes que son referencias y que admiro por diferentes motivos. Entre mis preferidas en el arte lírico están Cecilia Bartoli, Jessye Norman, Ana Caterina Antonacci, Patricia Petibon, Dolora Zajick y Joyce DiDonato. ¿Cantantes masculinos?: Jonas Kaufmann, Plácido Domingo y Dimitri Hvorostovsky.

Eres una mujer joven, mulata, hermosa, ¿piensas que tu físico te condiciona o te restringe a interpretar determinados roles, o es solo una circunstancia más que la calidad de la voz debe (y puede) traspasar?

Hoy día se intenta la inclusión de todas las razas en todo tipo de manifestaciones del arte, pero a veces determinadas cuestiones físicas frenan algunos procesos; por ejemplo, el peso o la altura. En mi caso, lo que en ocasiones me limita es mi tipo de voz ya que en escena se presentan pocas cosas para las mezzosopranos. Al ser una voz tan escasa, se priorizan más las obras escritas para sopranos.

¿De qué manera defines qué es un sueño creativo y cuál sería el tuyo?

Lo defino como mi mayor realización, mi meta, lo que me completa y me eleva. Es lo que me hace sentir diferente y real, es mi expresión más sublime. Mi mayor sueño es llegar a ser reconocida como una gloria en el arte lírico del mundo y de mi país, poder ser ejemplo positivo a seguir para las nuevas generaciones.