Maribel Feliú
Animal de otra raza: Eros con nosotros
«Que llueva la carne palpitante. Jadea, carne. Llora. ¡Reza!». De este modo, con este mantra o urgencia, terminan los once cuentos que propone Maribel Feliú en esta especie de autoantologÃa eminentemente erótica. Y aunque este ensalmo puede llamar por sà solo la atención, y servirÃa acaso como mÃnimo botón de muestra, serÃa demasiado breve e imperfecto: la poiesis erótica de Maribel Feliú es más que una mera y desenfrenada invitación al aquelarre. La narrativa de Maribel parte de un secreto y hondo conocimiento del goce, descrito sÃ, ficcionado también, pero vivido desde una personalÃsima experiencia. Y por ello no teme aventurarse, casi con saña, en temas como la zoofilia o la pedofilia con pulso firme. Un pulso que además maneja con poder la palabra, sin excesivo temor por lo que pudiera parecer procaz. Maribel ha conocido las aguas del cuerpo, del Ãntimo y propio, y sabe que nada hay más puro y hermoso que beber de ellas sin atavismos.
He dicho poiesis erótica, términos que difÃcilmente serÃan complementarios, pero en la obra de Feliú son un arma más filosa aún que cualquier situación, por escabrosa que pareciera. La insinuación de una imagen poética, sombras que adelantan el filo de lo no revelado, de una sustancia que palpita y fluye secretamente hasta derramarse, acompaña buena parte de su obra potenciando sus efectos de seducción. También el juego está presente, circulando aparte de sus cuentos. Juega con lo simbólico sexual, que puede venir desde el tÃtulo de una canción, hasta la trama misma donde lo que se cuenta es codificado a través de esos sÃmbolos en una trasmigración, nuevamente, poética.
Animal de otra raza es, si se quiere pues, un libro peligroso. Peligroso para los pacatos y temerosos, pues ciertamente el animal descrito aquà es fiero y dulce, y habita en cada uno de nosotros. Su liberación está signada por el más puro y natural goce vital. Una raza auténtica de quienes hacen de él una victoria continua y que, de seguro, no quedarán impávidos ante la lectura de este itinerario del placer, peligroso y torturante a veces, pero descritos con una precisa dosis de sensible voluptuosidad.