María de Antoms


Vicios del tiempo y de María

La dificultad de escribir un cuento solo la conocen aquellos que han intentado vivir de ellos. Muchos imaginan, de forma errónea, que el nivel de dificultad crece directamente proporcional a la extensión del relato. Eso es porque desconocen lo difícil que es escribir un minicuento.

Un buen minicuento.

Eso, para no hablar del reto que consiste en publicar un libro solo con textos de menos de una cuartilla de extensión.

Un ejemplo es Vicios del tiempo, Editorial Sanlope 2008, de la escritora María de Antoms. Este es un libro de esos que se leen de una sentada, pero que seguimos repitiéndolo a lo largo de los días debido a las temáticas/vicios que vemos y vivimos durante nuestro transitar por esta tierra.

Cada cuento está construido sobre un mensaje; algunos, sobre varios y diversos mensajes. María explota esta cualidad del minicuento, por lo que este no termina con el punto final de ellos, sino que continúa desarrollándose en la mente del lector. Esta cualidad muy “hemingweyana†(se le podría llamar de este modo) de crear historias con una inmensa y profunda corriente subterránea de sentido en la gran mayoría de los textos. Los otros, podrían verse como un gran divertimento. El punto dulce, la nota que balancea este menú/concierto.

La autora nos presenta cuentos de diversas temáticas-vicios que han rodeado al ser humano a través de los tiempos y en los que podemos vernos identificados, ya sea de forma directa o indirecta. Ella nos presenta cuentos cargados de una ternura e inocencia como Paradoja, que al mismo tiempo tiene una gran carga emotiva y significado para todos los cubanos.

La filosofía, el sexo y el humor (con énfasis en el sexo), como parte de los principales vicios de la humanidad, no le faltan a esta selección de veinticinco relatos. La idiosincrasia del cubano se ve reflejada entre estos cuentos cortos que María de Antoms nos regala. La autora nos hace reír, pensar, recordar, y a lo mejor llorar: y eso es bueno y difícil de conseguir.

Textos cortos, sencillos, pero nada simples, sino todo lo contrario. Quizás sea poco el paginado, con cuentos desde una línea, un párrafo y hasta de una cuartilla de longitud, pero es grande su extensión. Tan grande como los vicios del tiempo en que vivimos.