Luisa Martínez Casado
Luisa Martínez Casado: Una memoria recobrada
“Al decirme ¿qué es usted?
¡Soy cubana! He respondido.
En Venezuela y Colombia,
En México y Puerto Rico,
En la América Central
Y en el gran Santo Domingo
Vi por el arte apreciado
Nuestro pabellón querido.”
Versos de Luisa Martínez Casado a Bonifacio Byrne.
A Manolo (Manuel Martínez Casado), gracias.
Luisa Martínez Casado fue proclamada en su momento la más grande actriz del siglo XIX en el mundo hispánico y comparada con sus contemporáneas Eleonora Duse y Sarah Bernhardt. Durante su vida llegó a recibir un total de 47 medallas de oro siendo laureada hasta la saciedad, y elogiada tanto por la crítica cubana como por la extranjera, sin embargo, su nombre permanece hoy casi olvidado.
Fue ella una de las fundadoras de un linaje de actores, que ostenta estos apellidos y llega hasta nuestros días. A este han pertenecido dramaturgos, escritores, actores de teatro y radio, aunque de todos fue tal vez ella la más singular. En una época en que las mujeres todavía no gozaban de grandes derechos se erigió fundadora de una compañía que llevó su nombre y representó infinitud de obras de autores clásicos y contemporáneos a ella.
La niña Luisa Martínez Casado Muñoz nació el 28 de agosto de 1860, siendo hija de Guadalupe Muñoz y Luis Martínez Casado. Tendría en total cinco hermanos, Guadalupe, Socorro y Angélica; luego nacerían los menores Luis, y Manuel. Ve la luz por primera vez en Cienfuegos, la Perla del Sur, en la calle Arguelles, esquina a Cristina, precisamente frente al Teatro de la Avellaneda, que fuera erigido por su padre, en honor a la dramaturga camagüeyana Gertrudis Gómez de Avellaneda. Precisamente su progenitor, el jefe de familia de la estirpe de los Martínez Casado, fue un hombre de teatro, por tal motivo la pequeña Luisa se involucró con el arte escénico desde edad temprana. En 1866 con tan solo seis años, realizó su primera presentación en un teatro provisional en el Cobre, Santiago de Cuba, con la obra La vaquera de la Finojosa.
En 1868 la familia decidió trasladarse a la capital. Pasan a habitar una casona en los altos de Consulado y Ánimas. Luis Martínez Casado se ganó entonces la vida desempeñando diversas labores como periodista, traductor, y gerente de Albisu, y también como autor. Es precisamente en La Habana durante 1869 que su hija logró atraer la mirada del público habanero en su papel de cantinera en El gorrión, pieza que fuera escrita por el mismo.
En esta obra Luis Martínez Casado logró convertir en un éxito de la escena el suceso relacionado con “la muerte del gorrión” ave, que se había convertido en símbolo del colonizador español, así como la bijirita lo era de los mambises. Luisa que interpretaba el personaje de La cantinera, con su mismo nombre y edad, cuida en la obra un gorrión que le han regalado. Su primo, un laborante cienfueguero, por el contrario, tortura al ave hasta la muerte, pero pronto es descubierto. La prensa de la época refería que la niña, frente al pabellón hispano adornado como ameritaba la ocasión colocaba el embalsamado cadáver del gorrión al tiempo que declamaba:
Luisita: En esta hermosa Cuba
Hija de España,
Por un gorrión que caiga
Mil se levantan;
Y son aves que dicen
Lo que es muy cierto,
Que no hay quien tenga fuerzas
Para vencerlas!
(Cuadro Final)
Su padre, con dotes de empresario teatral, aprovechó el éxito alcanzado y presentó —también con su hija figurando como parte del elenco— cinco meses después, el 14 de octubre de 1869, en el Tacón, Las Glorias de Tunas una obra en un acto y tres cuadros que refería la triunfal defensa de Tunas por parte de los colonizadores, así como las violaciones llevadas a efecto por los mambises en el asalto de esa ciudad. Fue precisamente en la temporada de 1869, que Luisa recibió su primera aprobación por parte de la prensa por su actuación en Andrés el Saboyano de Tamayo y Baus (1829-1898) “esa actriz en embrión tiene las más felices disposiciones para el teatro y si encuentra una buena dirección figurará con honor algún día en la escena.”[2].
Precisamente su desempeño como actriz desde tan joven le trajo algunos problemas. El 6 de enero de 1870, con 10 años, protagonizó un terrible accidente respecto al cual hemos encontrado dos versiones. Unos dicen que al subir al telar del Albisu[3] durante unos ensayos cayó a la escena. Mientras otros afirman que se encontraba jugando con sus hermanas y hermanos en el piso más alto del teatro “el gallinero” cuando perdió el equilibrio y cayó al foso. Lo que si es cierto que el accidente le provocó “una ligera desviación de la columna vertebral, la pérdida del oído derecho y una tendencia al estrabismo.”[4]
Recuperada no obstante en breve tiempo, Luisa continuó su desarrollo como actriz. En esa década trabajó en los teatros más importantes del país junto a actores de la talla de Torrecilla, Ceferino Guerra, Pildaín, Julio G. Segarra, Ana Suárez Peraza, Eloisa Agüero. Sus interpretaciones más destacadas de esos años fueron: “La oración de la tarde, Laura, melodrama que se decía escrito especialmente para ella por Enrique Zumel, El olmo y la vid, Locura y Santidad de Echegaray[5], su máxima creación, El pilluelo de París, Como el pez en el agua, y Los siete dolores de María o Historia de nuestro señor Jesucristo con su pasión y muerte.”[6]
Luisa se presentó en México durante 1876. Por su interpretación en María Rosa o El crimen de la carreta de Ángel Guimerá donde asumió el rol protagónico de María Rosa, el periódico correspondiente al 9 de abril de 1876: “Eco del comercio” de Mérida, Yucatán, publicó un artículo que luego reprodujo el día 15 “La sombra de O´Haran” del cual tomó líneas a su vez “El diario de la marina “correspondiente al 29 del mismo mes. Estos textos nos permiten conocer las opiniones de la prensa con respecto a la actriz de 16 años:
“(…) La señora Luisa Martínez Casado estuvo inimitable.”[7]
A su regreso a la Isla, Luisa no escapó al influjo del bufo y el 24 de julio de 1877 con 17 años, incursionó en este, como la mulata Dorotea de Los negros catedráticos de Pancho Fernández, personaje que la actriz Florinda Camps inmortalizara nueve años atrás.
En ese mismo año continuó trabajando en nuestra Isla y estrenó en el Albisu en el aniversario de la muerte del autor de Don Quijote la obra Cervantes (1877) de Triay, encargo que ella misma le hiciera al dramaturgo para rememorar al célebre autor español.
En febrero de 1878 dio pruebas de su solidaridad femenina y su apoyo al arte dramático, al enviar una carta a “todas las actrices españolas radicadas en Cuba” con el fin de convocar una función para recaudar fondos con que obsequiar a su colega italiana Jacinta Pezzana de Gualtieri[8]. Aunque parezca pequeño el gesto notamos ya en este, la autonomía de la joven y cierta determinación e independencia inusuales en la época.
A partir de 1878 decidió superarse, y sin conformarse con el éxito alcanzado en nuestro país, resolvió continuar sus estudios en España, donde pasó una década por esa razón.
Ya para el septiembre de ese año es admitida en el Real Conservatorio de Madrid. Su primera profesora fue Doña Concepción Sanpelayo. Asistió también a clases del segundo curso con la autorización de D. Florencio Romea, que estaba a cargo de las clases de su cuñada Matilde Diez, quien se encontraba entonces en Barcelona. Cuando Matilde Diez regresó encontró en Luisa una alumna aventajada. Gracias a su recomendación realizó los estudios de cuatro años de declamación en solo siete meses. El 30 de mayo de 1879 efectuó la Martínez Casado los exámenes que correspondían a toda la carrera en el Real Conservatorio. Obtuvo “notable” para el primer año y “sobresaliente” en el resto. Por esas calificaciones recibió el “concurre” que le permitía ser aspirante al primer premio del conservatorio madrileño, el cual obtuvo por unanimidad e los tres géneros: tragedia, comedia y drama.
Debutó en el elenco del teatro llamado Español, aspiración máxima de todo comediante, con la obra que José Echegaray escribiera para ella Mar sin orillas. Llegó a ser considerada por la crítica española durante esos años la primera actriz del mundo hispánico. Su voz era de timbre dulce, extenso, se oía perfectamente desde todos los rincones del teatro, y se llegó a afirmar cuando solo contaba con 21 años que su vida artística era quizás la más brillante que registra la historia del teatro español del siglo XIX. Madrid y otras provincias la aplaudieron por cinco años consecutivos. Entre 1881 y 1887 se discutían su interpretación los teatros El Español, Alambra, Apolo, Jovellanos.
Antes de su regreso a Cuba, José Zorrilla[9] la vio interpretar la Doña Inés de su Don Juan Tenorio. Al terminar la pieza se dice que subió a escena y le dijo: “Hija mía, déjame besar esa frente donde ha besado Dios”.
En 1888 Luisa Martínez Casado firmó contrato con Leopoldo Burón[10], actor, director, y empresario teatral, para presentarse en La Habana y México. El teatro El Español le había ofrecido un contrato en blanco para la próxima temporada, sin embargo, ella prefirió regresar a América. Ya con 28 años emprende su regreso a Cuba, aunque brevemente, pues seguiría hacia la capital mexicana.
Luego de esta estancia en La Habana, Luisita acompañada de Burón, así como de sus hermanas —también actrices de la compañía—, Socorro y Guadalupe y su sobrino, quien debutaría como tenor, se dirige a México donde tuvieron una elogiada temporada.
En México el público le quitó los caballos a la calesa para arrastrar el carruaje a través de la ciudad hasta el hotel. El 8 de mayo de 1888 se presentó en el teatro Arbeu de Ciudad México. Tras cinco abonos consecutivos lograron cubrir gastos en la primera temporada de la capital mexicana antes de su gira por las provincias. Recibió obsequios de gran valor de la esposa del presidente Porfirio Díaz[11], entre ellos un joyero de plata y más de treinta joyas. Al aparecer en escena recibió la ovación del público puesto de pie por más de quince minutos al tiempo que una corneta tocaba diana. Emocionada Luisa expresó: “¡Este triunfo sería completo si mi padre lo hubiera presenciado!”[12] Además Juan de Dios Peza le regaló un monólogo en esta oportunidad. [13]
Luisa y sus acompañantes viajaron por los diversos estados mexicanos regresando a la capital en 1889. Se presentaron entonces en el teatro El Nacional. Luisa Martínez Casado fue “quien verdaderamente hizo y sostuvo el éxito del teatro de la calle San Felipe Neri.” En esta oportunidad el público volvió a rendir tributo a la actriz. Se cuenta que fue obsequiada con nada menos que 1400 ramilletes de flores y 70 859 rosas. La prensa le regaló una corona de oro con 32 cintas donde aparecían los nombres de cuantos colaboraron con el regalo. Además, recibió joyas, poemas, papeles de colores con versos y nuevos obsequios del presidente Díaz, quien la declaró huésped en su palacio.
Pese a todo eran tiempos difíciles, pues aún sin proponérselo, La Martínez Casado entró en conflicto con los españoles que habitaban en México. Antes de la función de beneficio antes descrita se repartieron volantes que tildaban a Luisa de “mambisa cubana” porque había sido impresa una estrella en el programa destinado a su beneficio, lo cual fue interpretado como un símbolo mambí. Se invitaba en los volantes a los españoles a no asistir al homenaje. Luisa calló al respecto. Burón (administrador de la compañía y español) protestó irritado en su condición hispana. Le recriminó al impresor haber puesto una estrella solitaria en el programa. El empresario por su parte intentó aludir el tema explicando que se trataba de una estrella “teatral”. [14]
En 1890 continuó trabajando con Burón, quien tenía entonces un repertorio mediocre con una técnica dramática que dejaba mucho que desear y donde solo brillaba el desempeño de Luisa. En esa temporada logró gran éxito en su beneficio con La locura de amor (1855), un drama en cinco actos escrito en prosa por Manuel Tamayo y Baus. La obra ambientada en la Castilla del siglo XVI asumía un estudio sobre los celos a partir del personaje de Juana la loca[15], y mostraba la influencia del dramaturgo alemán Friedrich Schiller. Burón logró gracias a la colaboración de la actriz salvar la temporada.
Luisa Martínez Casado había conocido al también actor y marqués Isaac Puga, quien trabajara con ella en la compañía de su padre en España. Él la sigue a Cuba a donde regresan en el S/S Reina María Cristina proveniente de Santander y Le Havre. Se casaría a la edad de 30 años, en La Habana, el 1 de enero de 1891, con el que ya para 1894 sería uno de los empresarios de su futura compañía —siendo el otro su sobrino Luis Martínez Casado—. De esta unión nacerían cuatro hijos, el primero, Isaac, moriría de meningitis, luego en 1894 nacerían los gemelos César y Victoria, en el barco S/S Reina María Cristina, y posteriormente Gloria, en Camagüey.
A raíz de su casamiento ocurrió un cambio en la trayectoria de Luisa, quien regresó a España y permaneció allí poco tiempo. En 1891 la actriz abandonó de forma definitiva a Burón —quien entonces decayó totalmente—. Creó entonces la compañía que llevaría su nombre: Luisa Martínez Casado. Con esta regresó a Cuba, desde donde emprendió una gran gira, que duraría casi 20 años, por los países latinoamericanos: Cuba, México, Puerto Rico, Colombia, Santo Domingo, Panamá, Costa Rica y Venezuela la vieron actuar.
Con su compañía, la Martínez Casado, en 18 años de trabajo, consiguió ganar más de tres millones de pesos, a pesar de contar con una nómina de 42 personas incluidos, actores, familiares y sirvientes, así como con una carga de 43 toneladas que trasladaban a través de 65 teatros en distintos lugares del mundo. Solía fletar un barco completo para transportar la carga correspondiente a 200 obras en repertorio.
Luisa era la favorita de esos años —no solo en Cuba— y goza de gran reputación e influjo. En Venezuela logró la amnistía y el retorno del general Tomás García de la Rosa, que permanecía exiliado en Curazao y a quien había prometido abogar por su causa. Según historiadores la primera vez que abordó al presidente Cipriano Castro[16], recibió una enojada negativa. No obstante Luisa realizó una petición pública en una función que era presenciada por él y logró así ayudar a Tomás García, que regresó a Caracas y le pudo dar las gracias a la actriz personalmente antes de que esta abandonara la ciudad.
El 12 de enero de 1892, con 32 años, apareció de manera breve en el Terry[17] de Cienfuegos y continuó con destino a México. En esa fecha se hallaba convencida de que en Cuba no contaba con público ni interés oficial suficiente para sostener su amplia compañía. Esta partida de la Martínez Casado agudizó la crisis de nuestra escena que se iniciara años atrás, también por causa de la guerra.
El 15 de septiembre de 1894, El Cuarto Poder publica “Un adiós a Luisa” por su actuación en el Coliseo Gálvez con las obras Locura de amor, de la cual hemos hablado antes, y La dama de las camelias de Alejandro Dumas (hijo):
“Luisa en La dama de las camelias y en Locura de amor, brilló por un momento nomás, que así nos pareció el tiempo que la vimos en la escena, y así radiosa, la contemplamos, como los espectadores galileos al que se transfiguraba en el Tabor.”[18]
En la temporada correspondiente a 1897, la Martínez Casado, llegada de Yucatán, consiguió incontables aplausos en Payret y Tacón con su repertorio habitual. En Payret asumió el rol masculino de Don Juan Tenorio (1844) de José Zorrilla[19], ya que era costumbre en las actrices de la época probar en escena también sus facultades en la interpretación de papeles de esta naturaleza. Ya en este momento su nombre alcanza repercusión continental y se la considera una de las más cotizadas actrices de lengua española.
También durante 1898 Luisa presenta en Tacón el segundo acto de Divorciémonos y La seña Francisca de Miguel Echegaray, con lo que dio pruebas de su versatilidad como intérprete. Lamentablemente en siete meses de temporada solo alcanzó 55 representaciones debido a la beligerancia en que estaba envuelta la Isla[20] y su repercusión en el ánimo del público cuya economía se encontraba además afectada por el conflicto.
Cabe decir que Luisa, a pesar de presentarse en exitosos escenario del mundo en estos años de trayectoria, nunca dejó de lado a su provincia natal, Cienfuegos, donde hizo varias temporadas.
El 30 de noviembre de 1902 la Revista El Fígaro en su no. 46, año XVIII, publica una carta de la señora Luisa Martínez Casado en la cual esta muestra su preocupación porque Cuba fuera la primera nación de América en tener su cátedra de declamación y en propiciar la dramaturgia nacional. Esto se pone a discusión en la misma publicación que presenta en fecha sucesiva varias cartas de apoyo de figuras ligadas al teatro o la vida política de la República. Solo una, escrita por Enrique José Varona, se opone por dos cuestiones: una de ellas de orden económico aludía a que la República naciente no podía permitirse en ese momento subvencionar un teatro nacional cuando existían otras necesidades. La segunda de sus razones, más discutible, comentaba que difícilmente en Cuba pudiera llegarse a un grado de originalidad que inundara la literatura y el teatro. Quién sabe si de no salir mal este intento Luisa habría sido la fundadora de una escuela cubana de artes escénicas. Pese al fracaso de su tentativa, Luisa continuó sus labores como mujer de teatro. A pesar de contar ya con 48 años siguió actuando
En 1910 apoyó la fundación de la Sociedad para el Fomento del Teatro, que sería constituida con el objetivo de estimular a los autores cubanos para dedicar su atención a la producción teatral. Quedó instaurada en La Habana por iniciativa de José Antonio Ramos, Bernardo G. Barros y Max Henríquez Ureña, quienes obtuvieron la cooperación de un grupo de intelectuales de prestigio, entre los cuales se contaban Alfredo Zayas, Luis Alejandro Baralt y Peoli, Jesús Castellanos, entre otros. Los propósitos de la institución incluían el de llevar a escena las afamadas piezas teatrales de autores cubanos de épocas pasadas. Por otra parte, pretendía favorecer el desarrollo del arte dramático en Cuba, al brindar facilidades para estrenar sus producciones a aquellos que escribían para el teatro. Con respecto al ámbito internacional la sociedad se proponía dar a conocer en nuestro país las mejores obras dramáticas del periodo, traduciéndolas cuando fuere necesario.
El 13 de julio de 1911, tras la muerte de quien fuera su esposo por más de dos decenios, a sus 51 años, Luisa Martínez Casado se retira de la escena en la ciudad de Cárdenas, con la pieza Locura de amor de Manuel Tamayo y Baus, bajo la dirección de su hermano Manuel Martínez Casado.
En su urbe natal fallecería 15 años después de su retiro, el 28 de septiembre de 1925. Fue enterrada en la necrópolis Tomás Acea.[21]
Aniceto Valdivia, escritor y periodista que firmaba sus trabajos con el pseudónimo Conde Kostia, le dedicó el epitafio de: “Artista y Santa”. Su muerte se nos presenta envuelta casi en un halo de leyenda. Dicen que la otrora fuera dueña de muchos bienes, pidió ser enterrada cubierta con un simple saco, e hizo dejación de todo aquello que acumulara en su estancia en la tierra. Asimismo cuentan que donó las tierras que comprara en Trinidad a quienes durante años las habitaran sin poseer propiedades.
Así moría la ilustre actriz a las que tantos cantaran y celebraran. A ella le habían sido dedicados incontables versos, entre ellos los de su amigo, el poeta mexicano Juan de Dios Peza[22]:
“Dios te dio un talismán, bella Luisa,
Con el que puedes con visible encanto
Poner en cada rostro una sonrisa
O nublar las miradas con el llanto.
Te da el arte sus lauros y sus palmas,
Con tu genio conquistas las coronas,
Con tu virtud conquistas a las almas
La que sueñe al mirarte esa conquista,
Y anhele aplausos y renombre y fama,
Que te imite en la escena como artista
Y en el hogar te imite como dama.”
Notas:
[1] Este trabajo forma parte de una investigación mucho más extensa sobre la vida y obra de Luisa Martínez Casado.
[2] Gaceta de la Habana, 59-60-61, 63- 65, septiembre, 1896.
[3] El Albisu o Lersundi se encontraba situado cerca del Tacón, frente a la actual Manzana de Mella (antes Manzana de Gómez), al final de la calle Obispo y a un costado del Centro Asturiano. Leal, Rine. La selva oscura. Editorial Arte y Literatura. Ciudad de la Habana, 1975.Tomo II. p 78
[4] Eduardo Martínez Dalmau: Luisa Martínez Casado, 1948. También Pablo L. Rousseau y pablo Díaz de Villegas: Memoria descriptiva, histórica y biográfica de Cienfuegos p 449, y prensa de la época. Leal, Rine. La selva oscura. Editorial Arte y Literatura. Ciudad de la Habana, 1975.Tomo II. p 75.
[5] José Echegaray y Eizaguirre (1832-1916), dramaturgo y político español nacido en Madrid. Empezó a escribir sus obras en 1874 y produjo más de sesenta dramas en prosa y verso. La mayoría de sus primeras obras están teñidas de melancolía romántica. En las posteriores se deja sentir la influencia de Henrik Ibsen. En 1904 Echegaray compartió el Premio Nobel de Literatura con el poeta provenzal Frédéric Mistral. Entre sus obras destacan Locura o Santidad (1876), El gran galeoto (1881; 1908) y El hijo de Don Juan (1892).
[6] Leal, Rine. La selva oscura. Editorial Arte y Literatura. Ciudad de la Habana, 1975.Tomo II. p 75.
[7] “Eco del comercio” de Mérida, Yucatán, 9 de abril de 1876; “La sombra de o´Haran”, 15 de abril de 1876; “El diario de la marina “, 29 de abril de 1876.
[8] Leal, Rine. La selva oscura. Editorial Arte y Literatura. Ciudad de la Habana, 1975.Tomo II. p161
[9] José Zorrilla (1817-1893), dramaturgo y poeta español que fue una de las figuras más destacadas del romanticismo español. Escritor enormemente prolífico, publicó cuarenta obras, entre 1839 y 1849. Fue elegido miembro de la Real Academia Española en 1848, con tan solo 31 años de edad y leyó su discursó de investidura en verso. Ante todo fue un autor dramático que consiguió el favor del público siguiendo los esquemas teatrales del siglo de Oro español y manteniendo la intriga durante toda la obra sólo resuelta en los últimos momentos. Entre sus principales obras dramáticas figuran El puñal del godo (1843), Don Juan Tenorio (1844), Más vale llegar a tiempo que rondar un año (1845), El rey loco (1847), La creación y el diluvio universal (1848) y Traidor, inconfeso y mártir (1849).
[10] Actor y director español. Inaugura en Payret la cuarta pared meses antes que Stanislavsky. No aparecía a saludar ante los aplausos del público en los mutis y elimina al apuntador.
[11] Porfirio Díaz (1830-1915), militar y político mexicano, presidente de la República (1876; 1877-1880; 1884-1911). Su dilatado ejercicio del poder ha dado nombre a un periodo de la historia de México conocido como porfiriato.
[12] El País 18 de agosto de 1888. En Leal, Rine. La selva oscura. Editorial Arte y Literatura. Ciudad de la Habana, 1975.Tomo II p. 214
[13] El monólogo de Juan de Dios Peza Tirar la llave, escrito con motivo del beneficio a Luisa, fue reproducido en La Habana Elegante, 8 de septiembre de 1889.
[14] De la Maza pp.16-17 y 107-108.
[15] Juana I la Loca(1479-1555),reina de Castilla (1504-1555) y de Aragón (1516-1555), apenas desempeñó el poder que tales títulos parecían suponer, dado que los verdaderos gobernantes fueron, sucesivamente, su esposo Felipe I el Hermoso, su padre Fernando II y su hijo Carlos (el futuro rey Carlos I y emperador Carlos V).
[16] Cipriano Castro (1859-1924), militar y político venezolano, presidente de la República (1899-1908). Accedió al poder después de invadir Venezuela desde la ciudad fronteriza de San José de Cúcuta (Colombia) como jefe de la llamada “Revolución Liberal Restauradora”. .
[17] Había sido inaugurado en Cienfuegos en las calles San Carlos y San Luis, el 12 de febrero de 1890. Leal, Rine. La selva oscura. Editorial Arte y Literatura. Ciudad de la Habana, 1975.Tomo II. P. 226
[18] “Un adiós a Luisa” en El Cuarto Poder, 15 de septiembre de 1894.
[19] La obra teatral española más popular. Se sigue poniendo en escena todos los años desde su estreno- especialmente la noche del 1 de noviembre en víspera de los fieles difuntos.
[20] Recordemos que cuando estaba casi por concluir el conflicto entre españoles y cubanos recrudecido en la gesta independentista de 1895 a 1898, en enero de1898, Estados Unidos, con el pretexto de proteger a los ciudadanos estadounidenses de la isla, envió a La Habana al acorazado Maine. Poco después, la noche del 15 de febrero, el navío saltó por los aires, volado probablemente por los propios estadounidenses, quienes utilizaron este hecho como pretexto para declarar la guerra al gobierno español: se inició así la Guerra Hispano-cubana –norteamericana .
[21] Después de su muerte Luisa Martínez Casado ha recibido algunos cumplidos póstumos. Por ejemplo el 23 de octubre de 1955, se crea la Academia de Arte Dramático Luisa Martínez Casado en la Sociedad Ateneo, dirigida por el teatrista cienfueguero Juan José Furrá. El 25 de julio de 1960 se funda la Academia Luisa Martínez Casado en la Universidad Popular de Cienfuegos con el profesor Luis Manuel Martínez Casado.
[22] Juan de Dios Peza (1852-1910), poeta y dramaturgo mexicano.