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Leyber Gómez Caballero: «La radio y la televisión son mi vida»
Conversar con el locutor y presentador Leyber Gómez Caballero deviene un verdadero placer para un profesional de la prensa que ejerza el periodismo cultural, ya que mi interlocutor es un excelente comunicador, no solo ante los micrófonos de la radio, sino también ante las cámaras de televisión; medios donde se desenvuelve con la naturalidad y profesionalidad que lo caracterizan.
Mi entrevistado se desempeña como locutor de Radio y Televisión, y, además, es miembro activo de la Sección de Locución de la Asociación de Cine, Radio y Televisión de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Ha recibido reconocimientos por su destacada labor en esos medios masivos de comunicación. También ha incursionado, con éxito, en las artes escénicas insulares.
¿Cuáles fueron los factores motivacionales que inclinaron su vocación hacia el arte-ciencia de la locución?
Te cuento de que, no obstante haber nacido en una familia humilde, de campo, siempre mostré interés por el arte. Recuerdo haber crecido escuchando la radio las 24 horas del día. Me dormía muchas veces con el radio pegado a los oídos. Mis abuelos maternos también me inculcaron el amor hacia la lectura desde muy temprana edad, por lo que aprendí a leer e interpretar los textos de manera correcta desde muy pequeño. Creo que todo eso me fue condicionando hacia lo que sería ya de adulto.
También debo señalar de manera importante que en los primeros años de estudio formé parte de un grupo de aficionados al teatro con la seño Martica quien no era actriz profesional ni directora de teatro, pero nos encaminó en el apasionante campo de la actuación. Todo eso me fue formando y llevando por los caminos que luego configurarían mi futuro.
¿Qué función desempeñan en su desarrollo artístico-profesional la radio y la televisión como vehículos idóneos de comunicación con los oyentes y telespectadores?
La radio y la televisión son mi vida, no sé qué otra cosa podría hacer que no fuese eso. Amo estar en una cabina de radio o en un estudio de televisión, indistintamente. Comunicar, informar, entretener son mi día a día y créeme que lo disfruto a plenitud. Más aun cuando puedes interactuar con las personas por plataformas digitales y retroalimentarte día tras día. Saber que opinan de tu trabajo incluso recibir críticas y sugerencias que, en la mayoría de los casos, te ayudan a crecer profesionalmente.
¿Qué representa para usted ser parte integrante del equipo de realización del estelar espacio De tarde en casa, que sale al aire, de lunes a viernes, en horario vespertino, por el Canal Educativo, «donde siempre se aprende», y en el que comparte responsabilidades profesionales con la carismática locutora Rakel Mayedo?
Sobre ese popular espacio, ¿qué te puedo decir? De Tarde en Casa es el mayor logro que me ha sucedido profesionalmente en la vida y lo digo con toda honestidad. Es un espacio que yo veía desde mi humilde hogar en Gibara, disfrutaba mucho ver a Rakel Mayedo y a Marino Luzardo en el desempeño de sus respectivas funciones. Pero para serte sincero nunca imaginé que podría estar ahí en algún momento, como seres humanos soñamos, pero hay cosas que parecen muy difíciles de alcanzar y esa era una de ellas. Luego cuando residía ya en la capital tuve el privilegio de ser invitado al programa para promocionar mis espacios de radio y televisión en varias ocasiones. Hasta que a la salida del anterior presentador me llaman de la dirección del programa para acompañar a Rakel de manera habitual. Ese espacio ha sido un regalo, una bendición, pero también mi mayor reto. Hacer televisión grabada es muy fácil, pero asumir el reto de hacer un espacio como ese en vivo, de lunes a viernes, es bien complicado […] créeme. Además del reconocimiento popular que me ofreció la revista, la suerte de trabajar al lado de Rakel es lo mejor que me pudo suceder en la vida. y por ello estoy sumamente agradecido a su director Yeidel Hernández, quien desde el primer momento confió en mi para tan importante responsabilidad.
De las anécdotas y experiencias que, en sus pocos años de vida, ha logrado registrar en su memoria poética, ¿podría relatar alguna de ellas que le haya dejado un recuerdo indeleble en el componente espiritual del inconsciente freudiano?
Tengo muchas de mis inicios en la radio allá en mi Gibara natal. Esas primeras equivocaciones al aire y en espacios en vivo y directo, que te marcan en su momento, pero que luego quedan en el recuerdo, como enseñanzas que jamás se olvidan. Otras relacionadas con el público que te sigue y que poco a poco se van convirtiendo en personas muy cercanas a tu entorno y casi en tu familia. Anécdotas podría contarte muchas […], realmente.
¿Cuáles son sus planes inmediatos en el campo de la palabra hablada, percibido por muchos colegas suyos como fuente nutricia de ética, humanismo y espiritualidad?
Ahora mismo, gracias a Dios, tengo mucho trabajo, continúo como Comunicador de la sede nacional de la Asociación «Hermanos Saiz», en el Pabellón Cuba, formo parte también de Producciones Quisicuaba, una productora audiovisual de la institución religiosa Cabildo Quisicuaba y sigo con mis proyectos de radio y televisión.
Hace muy poco también comencé en un espacio emblemático que retoma, después de algunos años la televisión cubana, el programa Lo Bueno No Pasa, con la realizadora Mireya Llorca, que me tiene muy ilusionado realmente, y que espero sea del agrado del público televidente. A inicios de año me estrené como modelo del más reciente video musical de Rebeca Martínez y tuve la dicha de participar en la obra de teatro La Fiesta de Imandra, de la Compañía «Rita Montaner», que celebró los 20 años de carrera artística del director Gabriel Cruz Ugarte. Y algunas sorpresas que habrá que esperar a que se vayan concretando para poder darlas a conocer.
¿Algo que desee agregar para que no se le quede nada en el tintero?
Agradecerte por la entrevista que he disfrutado mucho y reconocer el apoyo incondicional de los amigos, familia y colegas que han sido fundamentales en mi crecimiento humano y profesional. No voy a mencionar nombres para que no se me olvide nadie, pero ellos saben quiénes son. Esta es una profesión bien difícil que exige mucho de nosotros y sin la ayuda de la gente que tenemos cerca sería imposible. Y no puedo despedirme sin mencionar a dos pilares importantísimos en mi formación como profesional de la palabra hablada en este país: la emisora Radio Gibara y el telecentro Gibara visión allí comencé y a los que les debo mucho, sin las enseñanzas que de ellos obtuve en su momento, sería imposible estar hoy aquí. Y por último a ese público maravilloso que me sigue y me apoya en los buenos y malos momentos, gracias, ¡muchas gracias!
Ernesto Valdés Barceló ¡Maestro de Juventudes!
Un reclamo de muchos rompió uno de los pocos silencios de la última asamblea provincial de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), aquí: «¿Hasta cuándo no contaremos con un Maestro de Juventudes?», preguntó una asociada, y detrás muchas otras voces apoyaron la interrogante.
Pasados unos meses, la buena nueva saldó una deuda —para muchos—, una injusticia —para otros— y consecuencia del fatalismo geográfico —para los más pesimistas—. Sancti Spíritus ya tiene su primer Maestro de Juventudes, la máxima distinción que otorga la organización que aúna a la más joven vanguardia artística.
«Me tomó por sorpresa y no solo porque partió de la AHS, a la que respeto muchísimo porque cuenta con jóvenes valiosísimos —refiere aún con el asombro en el rostro, Ernesto Valdés Barceló, locutor desde hace seis décadas en Radio Sancti Spíritus. Lo digo porque tengo conocimiento de que lo han recibido personas de mucho prestigio en nuestro país y yo solo he dedicado mi vida a la profesión y sí he formado a muchas generaciones».
Habla y resulta inevitable no sentir que el tiempo no ha mellado el amor, la entrega y la responsabilidad en su encuentro con el micrófono. Siempre es una sorpresa entre quienes lo descubren de frente. Ya suman 79 abriles, y en su voz apenas hay un asomo de las huellas de los años.
«La locución es una profesión que hay que querer como una familia. No es querer ser popular o ganar dinero, sino que precisa ser parte intrínseca tuya».
Lo descubrió desde el primer día que puso un pie, en octubre de 1962, en el equipo de ondas cortas que se encontraba en el mismo local de Radio Nacional, luego Radio Sancti Spíritus.
Bastaron dos años entre aquellos aparatos, capaces de trasladar hasta diferentes puntos de la ciudad del Yayabo la señal, para enrolarse en el colectivo de artistas, no como un ajeno sino como un seducido. De tanto ver y preguntar también, lo primero en domar fueron las grandes máquinas de cinta.
«Pero hubo necesidad de cambiar al personal de las transmisiones y en la reunión se percatan de que Valdés se quedaba sin trabajo. Entonces, alguien comentó que tenía buena voz y mencionan que podía incursionar en la locución».
Sin tiempo que perder, Arsenio Madrigal, entonces director de la emisora, anunció su estreno. El bautismo de fuego sería la última hora de transmisión del día, bien cerca de la medianoche.
«Me entró un miedo terrible. Se trataba de dar la hora y presentar música. Cada cierto tiempo le preguntaba al operador de sonidos cómo lo hacía y así pasó ese primer tiempo».
Junto a él, además de los oídos de casi toda una ciudad, estaban los de sus compañeros de trabajo. Al otro día, la propuesta resultó comenzar desde las seis de la tarde, lo que significó una mayor complejidad.
Inconforme como es hasta la médula, Ernesto Valdés Barceló, luego de aquellos sustos tomó una decisión: no sería locutor y con algún que otro argumento entró a la oficina del Director.
«Arsenio era muy tenaz y cuando me escuchó solo me respondió: no se te vuelva a ocurrir volver a decir eso. “Tú vas a ser locutor por mis pantalones”. Después de eso no pude negarme. Entendí entonces que ese sería mi trabajo, pero sabía que estudiar y aprender mucho eran mis únicas posibilidades para subsistir.
«En aquel momento no se conocía de técnicas de locución. Sin aquel colectivo realmente no hubiera podido llegar hasta hoy».
Y la nostalgia le aflora en la fuerte voz que luego se hizo familiar en más de un acto importante de la entonces provincia de Las Villas, luego en Sancti Spíritus, y en tantos programas radiales, que enumerar cada uno resulta un desacato a la concisión periodística.
Por eso hablar con Ernesto es escudriñar en las raíces de la radio en Sancti Spíritus. Entre tantas anécdotas, todavía se estremece tal y como lo vivió cuando se convirtió en 1972 en Locutor A, la máxima calificación entonces. Pero a la euforia la acompañan otros añadidos: fue el primero en la provincia de Las Villas y de los pocos en el país.
Lector empedernido. En el tablet, que no lo abandona desde que Radio Sancti Spíritus recibió una inyección de tecnología, guarda libros que le roban las pocas horas de descanso. Además de ponerle voz a programas dramatizados e informativos se divide como profesor de quienes apuestan por conquistar el éter.
«En el año 2005 me llamaron para formar parte del tribunal de evaluación de la región central del país. Y desde el primer día supe que había que tener en cuenta el sentido de la humanidad. Y es que en ese ejercicio de tanta responsabilidad no podemos olvidar que quienes evaluamos un día también estuvimos del otro lado».
Tanta entrega y pasión por el medio radial recibió el mejor de los agasajos en el 2007. Fue reconocido el 22 de agosto de ese año con el Premio Nacional de Radio. Con anterioridad ya contaba con la condición Artista de Mérito, además de otros muchos que engordan su currículo como la Réplica del Machete del Mayor General Serafín Sánchez Valdivia, la Medalla de la Alfabetización y el Premio Caracol en Locución.
«Cuando me llegó la edad de la jubilación no me quería ir, pero me obligaron algunas necesidades familiares. Estuve cinco años separado de la radio y la extrañé».
—¿Por qué nunca conquistó horizontes fuera de Sancti Spíritus?
—Siempre quise dedicarle mis esfuerzos a esta, mi provincia. Aquí está mi familia, he cosechado muchos amigos, mi vida toda.
Y un día, sin esperarlo, recibió un mensaje. Necesitaban que se incorporara a trabajar en la revista informativa Como lo oyes, de Radio Sancti Spíritus.
«Acepté, pero no como conductor, pues sentía que por haberme distanciado había perdido las competencias que exige ese rol y me reincorporé como locutor».
Desde entonces, sus días son rutinas. Sale temprano desde casa. Se sumerge en el diarismo radial. Para cualquiera tenerlo cerca es una fiesta. Antes de que la tensión se le acomode en su cuerpo al ver encendida la luz de «Al aire», ameniza la jornada con sus anécdotas y consejos siempre en ristre. Demasiados saberes aún le restan por compartir.
«Fue de esa forma, como es, que aún con estos años estoy aquí».
—¿Y estarás, Valdés?
—Ojalá y sea por mucho tiempo más.
Iviana Ortiz Mayet: entre el hacer y el decir
El presente de Iviana Ortiz Mayet se comparte entre dos profesiones muy nobles, pero hay una en particular que la cautivó de una vez y para siempre. «A mí me atrapó la radio desde pequeña, tenía seis años cuando empecé a ir a la emisora y no he podido separarme nunca más».
Desde Segundo Frente, en Santiago de Cuba, esta estomatóloga apasionada de la locución nunca imaginó la popularidad que alcanzaría su voz, gracias a la trigésima edición del evento joven más antiguo de la radio cubana, el concurso Antonio Lloga in memoriam.
«Me siento tan bien en el medio que realmente estaba disfrutando lo que hago diariamente en la emisora y no había pensado que existían otros espacios como, por ejemplo, este certamen, tan importante para los jóvenes. Participo porque la Asociación Hermanos Saíz de la provincia de Santiago de Cuba llega hasta mi municipio y me propone enviar un programa para concursar en el evento».
El Lloga se convierte en un medidor del buen hacer de los bisoños radialistas de todo el país. Este año, con su amplia convocatoria desde las plataformas digitales, no fue la excepción.
En el esperado cierre de esta cita de juventudes se dio a conocer la evaluación del jurado de las obras en competencia, y para sorpresa de Iviana, en las Confidencias, de Radio 8 SF, sobresalieron sus matices.
«Confidencias es un programa hermoso desde mi punto de vista, porque tiene esa delicadeza de hilvanar poemas y canciones finamente escogidas, para que la población los pueda apreciar desde sus casas.
«Tal vez haya personas a las que no les gusta leer, pero escuchan el programa y ganan en conocimientos de ese acercamiento literario, de que es un poema de Julia de Burgos, Juan Ramón Jiménez, Teresa Melo o tal vez de Dulce María Loynaz, y es esa riqueza la que me hizo disfrutar tanto el programa a la hora de realizarlos.»
Con una vida creciendo desde los micrófonos en el arte de comunicar, Iviana recibe con mucho compromiso este reconocimiento en la especialidad de Locución Femenina y agradece a todos los que hicieron posible este resultado. «Recibí el premio con una gran sorpresa, siempre constituye un motivo de alegría, pero también de preocupación porque te impulsa a salir adelante y a seguir superándote. Esta es la meta ahora, no conformarse con lo logrado, no estancarse, no sentirnos cómodos con lo logrado. Tengo mucha satisfacción de que la AHS haya posibilitado mi participación en el encuentro, porque te dan la oportunidad, la confianza de ser parte en un certamen, que uno piensa como algo muy lejano, con una trayectoria de 30 años y que personas tan prestigiosas han obtenido premios.
«Los reconocimientos del Lloga dan la medida de que vamos transitando por el camino correcto, siempre con las miras puestas en un futuro de hombres y mujeres de radio. Invito a todo el que pueda participar a confiar en su talento, en su capacidad, y a disfrutar el viaje. Este año, a pesar de todo, la Covid-19 no nos pudo robar los sueños y se hizo de manera online, pues el Lloga sigue presente y no se detiene».
La joven Iviana Ortiz Mayet, desde Segundo Frente, en Santiago de Cuba, demuestra que sí hay amor todo es posible. Entre la locución y la estomatología divide sus jornadas, sacando las mejores experiencias de cada una y disfrutando ese punto común entre sus labores: «estar al servicio del otro».