La Milagrosa
Oficio de teatro en una Isla milagrosa (+ fotos y video)
Obertura
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Vamos a crecer los chamacos ni yonkis ni mal estudiados
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Y con valor, saber que dar amor es condición que se vale
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Que al paso por la vida somos ambientales
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Se dan las proteínas como los minerales
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Es la evolución que yace de los cafetales…
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Halando parejo, fortificando futuro
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Pero que no me falte consuelo, mi mango maduro
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Halando parejo, fortificando futuro.
Determinando acontecimiento hace que me disponga a escribir y escoger un fragmento para el inicio en mis notas esencialmente de la canción Wacho a la cosecha del compositor cubano William Vivanco. Porque lo que asevera la letra de “crecer”, “halar parejo” y “fortificar un futuro”, son tres verbos importantes que se expresan en la composición del espectáculo que a continuación analizo. Fue una de las muestras que se presentó también en la última edición del evento Traspasos Escénicos realizado por la Facultad de Arte Teatral en el ISA durante el mes de marzo.
I
Camino a la entrada
También lo exponen el equipo de creación y realización de Oficio de Isla, una puesta en escena dirigida por Osvaldo Doimeadiós. Asistir al muelle Juan Manuel Díaz, espacio fuera de los circuitos privilegiados de la programación teatral habanera, pero propicia para representar una producción de esta magnitud, bajo el manto del Consejo Nacional de las Artes Escénicas y el Centro Promotor del Humor con la colaboración de la Oficina 500, Carnaval Habana, entre otras instituciones.
Estoy en la función y pienso en mi generación. Considero que ha crecido desconociendo hechos de la Historia de Cuba. El viaje de 1 273 maestros cubanos a la universidad de Harvard en el verano de 1900. Se trató de un momento único, pues el país –bajo ocupación estadounidense− estaba a punto de iniciar su vida como nación independiente. Fue un instante tenso y hermoso, una prueba para todos los que participaron, una suma de lecciones cuyo significado inquieto sigue estremeciendo hoy lo mismo que entonces.
Es la segunda vez que veo a Doimeadiós, reconocido actor, ejerciendo como director teatral. Aseguro que la destreza es el resultado que obtuvo en La Cita, un texto de Andrea Doimeadiós y vuelve a crear otra interesante propuesta para la escena teatral cubana.
En Oficio…, la composición espacial erigida por el director señala una teatralidad que le graba al espectáculo hechos particulares en la elaboración de su estructura dramática: I Camino desde la entrada, II Ara, III Tengo una hija en IHarvard, IV ¡Arriba con el himno!, V Travesías, VI Salida al patio lateral. Son los títulos de los cuadros y espacios que establecen el orden para el proceso de representación.
II
Ara
En Ara, que viene siendo como el segundo cuadro del espectáculo, se representa interviene coreográficamente Grettel Montero, con movimientos precisos, plenos de toda una plasticidad que revelan al espectador lo que en un principio fue nuestra Isla desde su descubrimiento, la alternancia y repetición al bailar en el pequeño espacio diseñado para representar los signos más acreditados y componer mediante la danza el despertar de una Isla que sin dudas surgen todo tipo de milagros.
III
Tengo una hija en Harvard
Tengo una hija en Harvard, texto de Arturo Sotto, conforma en su relato la historia de una joven maestra escogida para su visita a dicha universidad norteamericana. Su prometido se opone al viaje. El acontecimiento va generando un conflicto entre la idea opuesta por sus padres hasta entrar el padre Orozco como concordia en el asunto. Con diálogos bien construidos, el autor recrea el ambiente en que se enmarca la fábula en una unidad temática. Apropiados registros construyen los actores que logran el equilibrio en las actuaciones en sentido general. Se activan resortes espectaculares con la inclusión en vivo de la banda de música de Rancho Boyeros que se implican como personajes dentro del tejido del concepto de la puesta, brindándole una musicalidad efectiva.
Y cuando me leo más claro que oscuro
Del clarín escuchad el sonido
Somos los primeros
Somos los primeros.
IV
Arriba con el himno
En un cuarto bloque del espectáculo, bajo el título de Arriba con el himno, del autor Ignacio Sarachaga, vemos cómo se enriquece con escenas del teatro vernáculo, acto que le añade al compuesto heterogéneo del espectáculo un matiz especial
Que nadie sienta miedo ya estamos llegando
Hay un itinerario (pá cumplir la meta)
Consejito sano (pá cruzar el río)
Y lo aprende quien lo entienda (nos vamos pal surco)
Quien roba caballo paga con castigo
Y si viene, viene, viene un dominó
Ya estamos jugando, jugando…
Otra vez entrecruzo en un acto de libertad otras frases de la canción de Vivanco y sin miedo a originar un trabajo que ya dejó mucho que decir.
V
Travesías
Su director va cerrando la dramaturgia con Travesías, una instalación y performance que es un concepto del propio director Osvaldo Doimeadiós y con la realización plástica de Guillermo Ramírez y Patricia Díaz Martínez, hasta llevarnos a la salida del patio lateral.
Estos son los seis momentos que dividen la obra, conforman la estructura de este relato con tonos de humor, pero sin llegar a ser una comedia pura. Todo está bien pensado en Oficio de Isla, con cuidadoso diseño de vestuario creado por Oscar Bringas que le aporta a la obra pureza y neutralidad visual que supongo ha querido mostrarnos.
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Vivimos en una Isla, es preciso levantarse cada mañana ver el sol, el horizonte como amenaza el lugar de promisión para saber lo que es…
Es este un montaje que, sin dudas, dialoga con un presente. Las instantáneas que se exponen a la salida fueron tomadas hace casi 120 años. En la cosecha de Doimeadiós del presente relata lo que fuimos, somos o aspiramos ser, y estas fotos vienen a recordarnos de dónde venimos y de qué estamos hechos los cubanos en un acto artístico de altos quilates estéticos y de una sensibilidad sorprendente.
Con Oficio sobre el teatro en una Isla milagrosa, director, actores y todos los que en el espectáculo intervienen, desde sus particularidades conceptuales, hacen del espacio una convergencia perfecta con los cientos de espectadores que asisten allí a ver verdadero arte, un acto puro de teatralidad.
Tres mujeres: entre lo real y lo maravilloso
El día 8 de marzo se considera como un día festivo y conmemorativo; sin embargo, hubo acontecimientos históricos que condujeron a que ese día se convirtiera en el Día Internacional de la Mujer. Fue en la Segunda Conferencia de Mujeres Socialistas (Copenhague, 1910) en donde se constataba que las mujeres estaban ocupando un vigoroso lugar en las luchas de la clase obrera, al punto de “convertirse en una fuerza social que no puede ser ignorada en el proceso de la lucha por la igualdad de género”, y donde se votó por este día anual de lucha por la emancipación de la mujer.
Allí se dejó la fecha de realización a cada país. En Cuba, este día ha servido para homenajear y recordar a grandes mujeres que han marcado la historia de la nación. Pero nunca se recuerda a las mujeres que han sido portadoras de las tradiciones y los imaginarios sociales que sostienen culturalmente el archipiélago cubano.
La primera de esas mujeres es Antoñica Izquierdo, famosa espiritista que nació en Pinar del Río en 1899 y que se decía que curaba con agua. Según cuenta la tradición, cuando uno de sus hijos estaba muy enfermo y no había modo de curarlo por la precariedad en la que vivía, la Virgen María se le apareció y le enseñó cómo podía curar con agua.
Antoñica hizo lo mismo que le dijo la Virgen y, milagrosamente, su hijo se sanó. Tiempo después, La Madre de Dios le comunicó que hiciera lo mismo con las demás personas y con la frase «Perro maldito, vete al infierno» libraba a las personas que buscaba su caridad de la enfermedad que padecían. La vida de ella se refleja en la película Los días del agua, del año 1971 del realizador Manuel Octavio Gómez. Como era una figura apolítica le decía a sus seguidores que se abstuviera de participar en cualquier acto político, por eso los decisores de la época la internaron en Mazorra alegando que estaba loca y que sus prácticas no eran más que actos de brujería. En dicho lugar murió en el año 1945. Hoy día, en Viñales, en uno de sus mogotes, se pueden encontrar sus seguidores conocidos como los «Acuáticos».
Otra mujer de igual fama y caridad fue la habanera Leocadia Pérez Herrera, nacida el 9 de diciembre de 1893 en el poblado de Güines. Como era una espiritista que practicaba el llamado “espiritismo cruzado” cuando caía en trance pasaba un ser llamado Hermano José, que según se cuenta, realizaba milagros. Las investigaciones contrarias a lo que cuenta la tradición oral aseguran que Leocadia solo consultaba con perfume, flores y agua, y lograba conectarse con el Hermano José que muchos llamaban Tá José.
Uno de los mitos que acompañan esta leyenda es el retrato del Hermano José; se dice que el espíritu esclavo se le apareció a un pintor ciego y este, guiado por el ente, captó cada trazo de su rostro. Dicho cuadro precedía las consultas espiritistas.
Muchos fueron los hombres y mujeres de fama que Leocadia acogía en su casa, entre los que destacaban artistas y políticos. También fue muy venerada por personas de bajos recursos a la que ayudaba sin recibir retribuciones.
Leocadia Pérez Herrera murió el 3 de junio de 1963 y fue enterrada junto al lienzo del Hermano José, en un féretro de bronce. En la barriada de la Víbora se le construyó un templo, en su honor, en la calle Santa Beatriz No. 52.
En la actualidad, Leocadia Perez Herrera y el Hermano José son venerados por muchas personas, quienes les hacen ofrendas en su tumba que se encuentra en el Cementerio de Colón en La Habana, al tiempo que tocan las argollas piden deseos y colocan los ramos de flores. Se dice que es la segunda tumba más visitada en dicho cementerio, después de la de La Milagrosa. Cada 19 de marzo, día de San José, el lugar se llena de personas que van a escuchar también el violín que le ofrecen, donde es posible escuchar temas como El Ave María y La Bella Cubana.
La última de estas mujeres fue Aurelia Crespo (Ochún Miguá), una santera que nació el 9 de junio de 1909 en Corral Falto, un poblado de Matanzas. La trascendencia de Aurelia radica que fue la primera santera en instaurar la tradición del Violín para Ochún.
Según cuanta la historia, la Venus Lucumí se le apareció en un sueño y le pidió para su celebración una música diferente a los tamboreros que tan comúnmente se escucha en las fiestas a los Orishas (Wemileres). Es así que se le ocurre darle el Violín para Ochún, hecho que ocurrió el 12 de septiembre de 1941 en la calle San Rafael, esquina San Diego del barrio de Pueblo Nuevo de la ciudad de los puentes.
Aurelia Crespo murió el 29 de septiembre de 1977 y es reconocida en el mundo de la santería por este hecho. Parte de los objetos que rituales que utilizaba para la adoración de su Ángel de la Guarda se encuentran en el Castillo de San Severiano y San Carlos de Matanzas, donde las personas pueden conocer sobre la vida y obra de estas mujeres y las tradiciones de matriz africana en esa urbe del occidente del archipiélago cubano.
Como Antoñica, Leocadia y Aurelia a lo largo de la historia han existido diferentes mujeres con estos dones como Titina en las Tunas, Juana Pérez de Camagüey y La Milagrosa de Contramaestre. Por eso sirvan estas palabras para homenajear a todas las mujeres que son portadoras de la cultura popular tradicional cubana, en el día especial de las féminas.