Juan Edilberto Sosa
Ofelia: el cuerpo sobre la tierra partida (Parte IV)
(un espectáculo del Grupo de Experimentación Escénica LA CAJA NEGRA)
Rompo las cadenas
que un día sujetaron mi voluntad/
rompo el papel
donde me escriben/
El teatro como rompe olas frente a las crisis sociales, es capaz de recuperar y preservar lo humano como necesidad. Esas crisis son material recurrente para el arte y la creación teatral en específico. ¿Cómo filtrar la crisis a través del cuerpo del actor? La violencia es un tema recurrente en las búsquedas creativas del Grupo de Experimentación Escénica LA CAJA NEGRA. Nuestros espectáculos nacen en su gran mayoría, desde la crisis provocada por el poder y su ejercicio de la violencia. Nuestro teatro se caracteriza por la proyección teatral de esa violencia social. Los cuerpos sobre la escena son un espejismo que habla del dolor y la compasión. ¿Cuánto hay de esa violencia en Ofelia? ¿Cómo se verán los cuerpos violentados desde lo teatral?
Mi cabeza en el horno
es un ejercicio de sobrevivencia
lo asumo como respuesta a los hechos
no quiero empequeñecer
no quiero rodar como una pelota sobre la arena
no quiero huir.
Ofelia también es el ejercicio de cómo construir desde la ficción, la documentación y la biografía de los actores, un tratado sobre la lucha contra la desmemoria. Cada actor o actriz que se ha involucrado con la obra ha tenido que acudir a la revisitación de circunstancias e historias particulares de sus vidas donde la memoria colectiva y particular, regulan los procedimientos de la escena. Así la escena termina siendo un pretexto para dialogar sobre la procedencia del mito de Ofelia visto desde la familia contemporánea.
¿Cuántas hojas han de caer sobre el hielo?
¿cuántas normas me persiguen?
¿cuántas voces narran este ciclo?
¿cuántas Ofelias se necesitan sobre la mesa
para cortar el rumor?
Los actores deben ponerse en el lugar donde luego se pondrán los espectadores. Debe encontrar la veracidad del proceso en los elementos que ellos expondrán en la puesta. Fotografías, ropa, elementos escenográficos, música, un sinfín de materiales que aparecen después del texto y que terminan a la larga, poniendo al espectador frente a problemáticas que pueden subvertir sus criterios.
Ofelia es un mito, una invención existencialista donde todo se acerca a su fin. Ofelia tropieza ante la resistencia que ella misma origina. Su lenguaje, su forma de vida, es una mentira con la que se desplazan los actores creando y desconstruyendo el mito familiar. Ofelia se reinterpreta a sí misma, los actores se reinterpretan a sí mismo. Ellos modifican el sentido de los hechos y su permanencia en el tiempo. Esa idealización de su personalidad es una razón para su autocastigo. Ofelia es un símbolo de identificación, un ritual donde el colectivo realiza su coronación floral. Es una mujer convertida en objeto simbólico que asume la imagen de dependencia, dada por la autoridad social.
Una niña ve en los girasoles
y margaritas secas
un acto de belleza/ ella
no sabe
que las flores
han sido víctima
del poder/ ella
asume que la familia
debe parecer ese campo marchito/ella
asume
que a pesar del poder
que posee el padre
las flores deben
dominar el jardín/
Ofelia, el personaje, representa a toda la Modernidad. Ofelia, la historia particular de cada actuante, representa la memoria familiar, la memoria colectiva. Se trata de una suicida con la que la modernidad y luego nosotros, encontramos una suerte de heroína. Una especie de Juana de Arco dando lugar a la exaltación del pensamiento conciliador. Si Juana de Arco encarna históricamente el rigor y el compromiso de lucha ante la historia; Ofelia desarrolla un ejercicio de no crueldad, un rito sobre la pérdida y la paz.
En nuestra historia, Ofelia es la muerte de la palabra como pacto social. Ofelia no determina su linealidad, su contradicción es la mirada que hacen los actores desde el presente, desde el futuro de cada Ofelia. Desde ahí, nuestra falsa suicida, es una negación que desmantela a la autoridad.
En la boca del estómago
me crecen flores silvestres
allí hay libertad/ pienso/
nada que no sea libre
puede nacer en la roca/
Frente al espectador, Ofelia es un rostro de mil voces cantando en la densidad de la noche. Los actores hurgar en su árbol genealógico y encuentran su herencia trágica. Sale entonces una partitura adyacente a la construcción ficcional que posee el texto dramático. Ellos encuentran en ambas historias las voces que se oponen a la normalización del poder patriarcal. ¿Cómo te afecta tu herencia trágica? ¿Cómo luchas contra ella? ¿Por qué el espectador necesita escuchar tu historia?
El lenguaje escénico hace referencia o conexión formal con el sentido de la estética del performance (o de búsquedas semejantes) como praxis de lo real. El espectáculo a través de los binomios espacio-tempo y el actor-personaje, introduce las siguientes líneas de acción: el actor y su Ofelia familiar, el actor y la Ofelia del texto, el actor y las Ofelias de los otros actores, el actor y las distintas biografías y materiales escénicos, el actor y el público.
Los actores se desplazan entre el espacio de la memoria, las locaciones de la obra y el escenario como un espacio teatral del que se está consiente. Ofelia es una visión sobre una textualidad atravesada por la oscuridad y la violencia al que han sido sometidos los cuerpos femeninos a través de la historia. Así se busca re-simbolizar los conceptos, métodos y conductas que rigen la resistencia de los cuerpos femeninos frente al patriarcado.
Un aspecto valioso es “la mirada”. Una acción que busca observar más que simplemente ver. Los actores buscan una conexión con el espectador a través de la mirada, en la cual encuentran material emotivo para la puesta. Este es parte del concepto que se experimenta desde el primer momento en que llega el público, allí yace el espejo. Quien viene a juzgar y ser observador debe lidiar con que sobre el escenario hay alguien que lo observa y que lo descubre, pero que no lo juzga. La implicación política de esta acción está presente durante todo el espectáculo; el actor no deja de buscar el contacto visual. No deja de implicarse con el otro.
Nuestra Ofelia, la del GEE LA CAJA NEGRA, es la historia de una mujer que encontró su propósito tras renunciar a los símbolos del patriarcado. Hija de todos y madres de todos, Ofelia representa la toma del poder por las mujeres en distintos contextos a través del devenir de la historia. Tras crecer en un convento como huérfana, fue adoptada por una familia de burgueses, con los cuales aprendió el alcance del poder patriarcal. Ofelia renunció a una vida de lujos para luchar por sus sueños y su libertad. Atraviesa distintos parajes y circunstancias para conquistarlos y hacer de su voz un grito de guerra después del lamento. Su conexión con el río Avon provoca que su cuerpo entre las aguas, simbolicen la rebelión contra el poder patriarcal en la nación de Dinamarca.
Yo soy Ofelia
la mujer que nació sin vientre
y recorre los parques de esta ciudad
en busca de su merecido/
cada árbol
cada piedra
sirven para colorear
mi historia/ soy la madre
llena de cigarros y alcohol
la madre sobre la mesa
llena de semen y talco
la madre en el altar
donde el poder miente/
La Caja Negra de la Piña Colada
La intensidad del Piña Colada, sumado su amplio espectro, precisa del reposo de la razón para justipreciar su alcance, sus logros y sus desafíos, toda vez que en veinte años de bregar este festival se entroniza definitivamente como el suceso cultural más esperado por el pueblo avileño.
En veinte años de muchos más aciertos que de incertidumbres, la masiva comunión con el festival de música fusión dice mucho de su poder cohesionador, de su capacidad de integrar la unidad de lo diverso, de transitar desde lo más popular a lo más culto, y a su vez no sucumbir a la sociopatía colectiva que nos anula el libre albedrío y nos condena al más sutil sometimiento, al imán de todas las pestes que darse puedan: la ignorancia moderna, las letras sin sentido, los atuendos vacíos, las sonrisas a medias y los virtuales intentos.
Ejemplo de tan categórica conclusión fue la incursión en el Piña Colada del Grupo de Experimentación Escénica La Caja Negra con su propuesta Ofelia, en la Casa del Joven Creador de la Asociación Hermanos Saíz de Ciego de Ávila.
La puesta transcurre con cámaras de video en vivo, incluso desde que entra el público, en franca alusión a los celulares o a los móviles como atuendo imprescindible de apocalípticos o integrados al opio moderno, dígase realidad virtual o narcisismo colectivo.
De hecho, al finalizar la puesta se eligen algunos de los testigos del grupo físico para «virtualizar» sus opiniones en solo 30 segundos, cual podcast o reel de cualquier concurrida plataforma digital.
Ofelia es un texto y puesta en escena de Juan Edilberto Sosa Torres, donde a partir de Hamlet, un clásico de William Shakespeare, se desfragmenta y se sintetiza al mismo tiempo la historia del poder desde un personaje femenino: Ofelia.
En Cuba sobran los ejemplos de tan noble y meritorio empeño. Evoco solo dos: la Cecilia Valdés de Cirilo Villaverde y la Electra Garrigó de Virgilio Piñera, cuyo común denominador trasciende el libidinoso hecho de comer la fruta favorita, entiéndase morder la manzana del Edén.
Aquí las mujeres (las Ofelias, las Cecilias, las Electras) trasuntan Patria: tribuna, tribunales y tribulación, el precio del silencio compartido, toda vez que la fe es un mal necesario para construir una nación.
Y en ese estentóreo reclamo sobresalen los repiques de un pilón que se me antoja oráculo, santuario, voz, polifonía de una idea que flota como la Dinamarca de Shakespeare, en la cual las trincheras son de flores y el poder.
«En el reino de Dinamarca/ hay un prado con girasoles y margaritas secas.» ¿Dónde, no?, agrego yo.
Con girasoles y con margaritas secas se entretejen también las luces y las sombras del patriarcado universal en armónica unidad dialéctica, incluidos sus antecedentes históricos y su evolución en espiral.
De hecho, en Ofelia se condenan con creces peligrosos estigmas como el racismo de nuestros bisabuelos (vigentes aún a no dudarlo), la cosificación de la mujer y la burda manipulación política en su expresión sexista más sociológica.
«Como un grito de guerra después del lamento», Ofelia es también renovación y esperanza, porque todos somos Ofelia, Cecilias, Electras y Calibanes que como el siervo salvaje del Próspero de la Tempestad de Shakespeare, tenemos aún mucho que aportar al equilibrio del mundo.
Tan divergente como el pensamiento creativo, son también las inducciones y las abducciones que una obra de arte nos sugiere; razón por la cual no puedo dejar de establecer un paralelo entre la agramontina pachanga de Teatro del Viento con la santiaguera peste de La caja negra: ambos clímax son catarsis, exorcismo, y revelaciones supremas.
Tanto la peste como la pachanga son poderosos imanes, donde el poder es una excusa, donde la mayoría sucumbe como ratas tras los melodiosos acordes del flautista de Hamelin.
Al servicio de Ofelia y su río Avon, todas las cabezas incompletas mueren o nacen en sus aguas cuyo final es siempre el mar, porque «Ofelia es el río Avon/es el vientre hecho vida/ es lo diverso.»
Toda vez que la cabeza es un suceso incompleto, sin el cultivo del espíritu y de la utilidad virtuosa, resuena en la tribuna escénica como un destello de luz un axioma del Maestro José Martí:
«Ser culto es la única manera de ser libre.»
Gracias al Piña Colada por regalarnos este privilegio escénico, en el cual la música es otro protagonista de la puesta con sólo cuatro canciones en exquisita comunión con la dramaturgia de Ofelia: Soy el fuego que arde tu piel, del argentino Ricardo Camino; Hasta la raíz, de la chilena Natalia Lafourcade; Las mañanitas del mexicano Manuel Ponce; y Lo material del cubano Juan Formell.
Todo ello con voces auténticas de los propios actores, en plena cofradía coral, con interpretación en vivo, acompañados por un piano, un saxofón y la calibanesca percusión, incluidos los acordes del pilón.
Juan Edilberto Sosa: «¿Será que el hombre no puede detener su fracaso?»
Crudo, áspero y marcado por el absurdo es el acercamiento a la familia —y especialmente el matrimonio— que propone la pieza teatral El Hambre (Ediciones Matanzas, 2022), del joven dramaturgo santiaguero Juan Edilberto Sosa, otra de las novedades de las letras nacionales que será puesta a disposición de los lectores en la Feria Internacional del Libro de La Habana 2023.
El autor comenta a Cubaliteraria que en esta obra «los personajes representan al sinsentido social, la sumisión y la dependencia que se establecen desde las relaciones interhumanas; la pérdida de toda humanidad en ellos, hace que cada escena parezca una vía hacia el fracaso de la convivencia y la descendencia: todos los personajes pertenecen a un dibujo decadente del matrimonio como institución social».
«La familia —especifica el dramaturgo— es una construcción simbólica por donde se filtran muchos de nuestros males sociales, algunos físicamente visibles y otros, te consumen desde las ideas y las emociones. ¿Ser la mascota de alguien? ¿Dónde mueren las ideas colectivas? Como un gobierno, la familia se reduce al control espacial, sentimental y físico de unos sobre otros».
«La familia, al igual que la sociedad, no recibe la educación que necesita en su conjunto, sino la que necesita la figura principal para seguir ejerciendo su poder sobre la mayoría». Allí está parte de lo que nos dice El Hambre: «el hombre ha fracasado, no encuentra la armonía en el otro». Cuando se pierde la capacidad para la empatía, el respeto y el sentido de lo colectivo como aprendizaje y acción, el fracaso del hombre es visible donde es más vulnerable».
Ganador del Premio Literario José Jacinto Milanés 2021, auspiciado por el Comité Provincial de la Uneac en Matanzas, este libro se presentará el 14 de febrero, desde las 11:00 a.m., en la sala José Antonio Portuondo, del Palacio del Segundo Cabo. En sus declaraciones a Cubaliteraria, el autor de esta pieza teatral añadió que la misma «transita como ejercicio escritural, por una performatización de los criterios lingüísticos y dramatúrgicos. La obra es una representación de las ideas desde la propia escritura. Nos anuncia constantemente a los personajes siendo actores que saben lo que van a representar o decir. Todo forma parte del absurdo.Todo forma parte de un error que sabemos que vamos a cometer y, aun así, lo cometemos. «¿Será que el hombre no puede detener su fracaso?»
Juan Edilberto Sosa (Santiago de Cuba, 1991) ha publicado el libro de teatro para niños El puente Amarillo (Ediciones Santiago, 2016) y el de teatro para adultos Porno (Ediciones Santiago, 2021), así como los poemarios El plan B es seguir el plan A (Ediciones Santiago, 2017), El crematorio (Ediciones La Luz, 2018) y La biomecánica (Reina del Mar Editores, 2021). Entre otros reconocimientos, ha recibido el premio Reina del Mar y mención en el Calendario, así como las becas El reino de este mundo, Santa Camila de La Habana Vieja y Milanés. Es director del Grupo de Experimentación Escénica La Caja Negra y presidente de la Asociación Hermanos Saíz en Santiago de Cuba.
Psicosis (+ VIDEO)
Escenografía que se mueve al compás de la locura, una enfermedad que cobra vida y una interpretación magistral de la actriz Maibel del Río Salazar (actual premio Adolfo Llauradó en teatro para adultos). Estos fueron algunos de los regalos de la presentación de Psicosis, obra estrenada a finales de diciembre del recién concluido calendario en la Casa del Joven Creador de Santiago de Cuba.
Se trata de la obra por la que Juan Edilberto Sosa Torres ganara la Beca Milanés 2020. Texto que reescribió a partir del original de Sarah Kane Psicosis 4.48, y llega a las tablas junto al Grupo de Experimentación Escénica La Caja Negra.
Con lema “no soy Sarah Kane, pero vengo a interpretarla”, se crea el trance perfecto a los observadores preparándolos para lo que está por venir. La puesta en escena recorre los caminos de una suicida entre las voces permanentes de su padecer. Muestra la autodestrucción del cuerpo y la mente. Juega con la locura y la depresión. Así nos recuerda que, a pesar de la juventud, todos somos propensos a los problemas generados por una crítica salud mental.
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La obra suma al espectador a un universo de cambios drásticos y charlas de autocompasión. A más de una persona le sería identificativo, utiliza como referencia personajes del ámbito artístico con desenlaces fatales como: Janis Joplin, Whitney Houston o la misma Sarah Kane, la cual se suicidó años antes de estrenar su obra el 23 de junio del año 2000.
Se utiliza un coro como representación de una mente enferma, y que al mismo tiempo aboga por ayudar a su cuerpo. El personaje intenta la autopreservación. El coro ayuda a la protagonista en esa tarea, la ayuda a recordar letras de canciones y frases. Así le brinda en su psicótica soledad, la única compañía que tiene.
Uno de los momentos más dramáticos de la obra fue la aceptación de que Dios es el culpable de su sufrimiento. Dios le da vida a quién no desea vivir. Sarah tiene la necesidad de traspasar la culpa de sus males a alguien más. Profundiza ante la mira del espectador, en la situación de muchos enfermos mentales. Pone al público en un autoanálisis: ¿personas con problemas o personas enfermas?
Un escenario, un ser y varias manchas. Allí se incide en la mente de un suicida. El texto es un álbum de fotos donde se muestra temas como: la depresión, el aislamiento, la dependencia, las relaciones interpersonales, los problemas parentales y la pérdida del amor propio.
Un torbellino de palabras aparentemente sin sentido en cierto punto, daba paso a dos momentos: un trauma vivido basado en la muerte de una mujer; y los monólogos poéticos y desenfrenos que recuerdan la esquizofrenia. Todo esto mientras se proyectan imágenes de mujeres varadas a la suerte de la depresión.
La palabra cansancio, vergüenza, vivir y evolución se repiten en distintos momentos. Son símbolos acompañantes de su estado. La variabilidad de sentir del personaje y las voces del coro con ideas propias, aluden a un posible trastorno de personalidad. Se puede decir que recorrieron toda la gama psiquiátrica en un escenario e hicieron al público parte de ella, como se hace costumbre en los trabajos de este grupo teatral.
El juego con los silencios y su ruptura sorpresiva atacó la atención quieta de los espectadores. En platea no se sabe qué esperar en medio de los cambios de ambiente según los delirios y los cambios de humor del personaje.
La escenografía a cargo de Carlos Javier Alvares y Esteban Miguel Deulofeu es excelente. Aun cuando el espacio escénico utilizado no permitió un despliegue total de la puesta, tampoco significó resistencia por el convivio logrado.
“Psicodélica” es palabra de este comunicador para referirse a esta creación. El trabajo musical del coro a cargo de la actriz Lisandra Hecheverría Hurtado, lo demuestra. Suaves sonidos que cambiaban a toscos y accidentados ruidos. Sonidos reproducidos, de los planetas de nuestra galaxia creaban la situación perfecta para colocar al espectador en un estado de atención permanente.
Clara Betsy Ávila y su proyecto AfroMelenas, desparramó su talento como nunca antes. Ella, quien también es la productora ejecutiva del grupo, vistió el cuerpo de la protagonista con prendas que justificaba todo su ser. Sarah muestra su actitud primero de inconformidad con su propio existir y se siente incómoda con su ropa y, segundo, disfruta lo que le queda. Sarah termina aceptando su final con un vestir provocativo y liberal.
La obra será el centro de las actividades de la Jornada Villanueva por el día del Teatro Cubano en Santiago de Cuba. Este fin de semana se inició la primera temporada del año del Grupo de Experimentación Escénica La Caja Negra en el Cabildo Teatral Santiago, la cual se extenderá hasta el mes de febrero.
Esplendoroso 2022 para “La Caja Negra”
Esplendoroso es el calificativo que sugiere el resultado del año transcurrido para el Grupo de Experimentación Escénica La Caja Negra, asentado en esta ciudad, período que cerró con tres importantísimos reconocimientos en el currículo de ese joven colectivo teatral.
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Además de los estrenos y las giras en el extranjero, materializados en el período y que son fruto de una labor sistemática que la convierte en una de las agrupaciones de su tipo más activas en esta urbe, 2022 concluyó así para sus integrantes:
La Asociación Hermanos Saíz, en reconocimiento “a los más destacados exponentes de la vanguardia joven cubana en diversas manifestaciones artísticas” y mediante el jurado “integrado por Vivian Martínez Tabares, Roberto Viña Martínez y Yamina Gispert” otorgó el Premio Aire Frío, al joven director de La Caja Negra, Juan Edilberto Sosa Torres, “por la puesta en escena de Ofelia” y en el caso de la categoría Actuación femenina en Teatro para adultos, “entregó dos premios en igualdad de condiciones a Maibel del Río Salazar y a Lisandra Hechavarría, por sus intervenciones en la obra Ofelia”.
Y como colofón de 2022, y fiel a su característica impetuosa pero bien pensada, La Caja Negra estrenó los días 21, 22 y 23 de diciembre, en la Casa del Joven Creador, en calle 13 casi esquina a Manduley, la obra “Psicosis”, con texto y puesta en escena de Juan Edilberto, a partir del original de Sarah Kane Psicosis 4.48; escenografía de Carlos Javier Alvarez Bravo y Esteban Miguel Deulofeu; vestuario, Clara Betsy Avila; diseño gráfico, Alejo, y diseño escénico, Yordy Amiot.
Maibel se encarga del monólogo, respaldada por voces y música del colectivo. Y como adelanto, decir que “Psicosis” estará 20, 21 y 22 de enero en el Cabildo Teatral, en la calle Enramadas, en saludo al Día del Teatro Cubano.
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Ofelia de Cuba
El teatro en Santiago de Cuba es una realidad que se presenta llena de excusas. Bien lo saben los actores del Grupo de Experimentación Escénica La Caja Negra cuando se visten de su personaje en Ofelia, una puesta en escena que viene de la mano y dirección de Juan Edilberto Sosa.
Ofelia es un texto imperfecto, simbólico, que busca una excusa para la crítica para la inconformidad. El teatro de Ofelia es una necesidad creativa que invita al diálogo entre el espectador y el actor.
Una obra que se presenta a sí misma como una crítica a los actos de la sociedad patriarcal. Su lenguaje poético y anacrónico heredado del texto de Müller invitan a la reflexión del papel de la mujer que es sometido y opacado en el contexto socio-históricos en el que se cuentan las historias.
El diálogo se construye con palabras connotativas; cada frase guarda una significación propia pero no aislada del resto. Son frases que narran la historia de cada personaje o presentan la forma de pensar y la frustración de cada uno de ellos; es una escritura que se complementa y le da una perfecta armonía y coherencia a la obra. El tema del drama se podría resumir en dos frases: ‘’Son mis senos más hermosos que mis ideas’’, ‘’Cada país es un poco como Dinamarca, donde hay frustración hay una Dinamarca’’.
Es simple, se pone en duda el valor que se le ha dado a la mujer en la sociedad; la crítica escapa a los espacios familiares para darle relevancia a la problemática social que acaba desencadenando la rebeldía de sus personajes.
En Ofelia no hay margen para la distracción. Cada elemento cobra relevancia en un acto que desorienta al público con elementos anacrónicos. La misma Ofelia nos remite a Dinamarca, pero el espacio temporal se presenta impreciso con cada historia que se cuenta. El dramatismo de sus personajes transita en el tiempo. Las voces de los actores se mezclan en una polifonía con la música que se escucha: no es una mera distracción o un espacio vacío, es un factor determinante que encuadra su propia significación.
El texto es un monólogo donde el actor y el espectador son los únicos que participan en una charla caótica. Los actores son elementos que se aíslan entre sí. Las faltas de comunicación entre ellos se combinan en un todo armónico que construye la obra.
Las historias se escapan al mito de Ofelia. No es una historia contemporánea la que se narra, es un reclamo, una excusa para la crítica social, no hay espacios. Dinamarca no se presenta como un país en sí mismo, es un sentimiento, es agonía, es frustración. Los espacios temporales desaparecen para darle paso a los actos atemporales que narran la obra.
Ofelia no es una mujer en su mejor expresión; el personaje rompe con su atadura carnal para convertirse en el concepto mismo de mujer, la mujer que sufre, la que despierta inconforme, la mujer que no tiene palabra.
No es cualquier mujer, es la mujer que no se ve, es la mujer que vive en un espacio marcado por lo incurable.
Dinamarca se presenta como la sociedad que marca la frustración de sus personajes. El texto deja abierto a la interpretación del público el escenario físico donde se presentan las historias: ¿es Dinamarca un país donde el poder es una excusa, es cualquier país o es el país que avanza y que duele? Puede ser esta tierra o cualquiera, donde exista la inconformidad se verá una Dinamarca con una Ofelia dueña de su propia obra.
La puesta en escena termina con un lenguaje lleno de reclamos, lo que empieza como una excusa termina en rebeldía; es una necesidad creativa, una necesidad de diálogo con ese público pasivo que absorbe lo que se le presenta, es una necesidad para la crítica, para expresar la inconformidad, es una necesidad política, es una exigencia al cambio a la construcción de una nueva Dinamarca para todas las Ofelia.
La obra está recomendada para la revisión de la realidad. Es un texto interesante que puede servir de reflexión de la vida social donde actúa una Ofelia, en cada casa, en cada esquina, en cada espacio.
Pórtico para un diálogo entre un personaje esquíleo y el oráculo
Pórtico
I
Edípicamente, ciego ante una realidad que se me escapaba por oculta en un paralelismo cronotópico, apedreando mi rostro en hybris causal prematura: así yacía. Tiresias, ciego por mandamiento, arrimose a mi lado y supo darme ojos nacidos de lo gnóstico. Esta evocación se me ocurre ahora, cuando los avatares de las prácticas preprofesionales reorganizan y reinstalan disposiciones. Lanzado a quince días de realidades –las únicas cosas necesarias– en las lejanías costasureñas, donde el divino malecón sí rebosa en mar, llegué al Centro de Promoción Literaria Florentino Morales. Sería allí la simulación del teatro de la post graduación, la prueba calderoniana de Basilio, en lontananza del Segismundo cautivo de la cilíndrica torre.
II
–Pues bien, lo que yo quiero son reseñas. No les enseñen a estos muchachos y muchachas otra cosa que reseñas. ¡Aténgase a las reseñas, caballero!
La escena transcurría en el rectangular espacio que ocupa el Centro, conglomerado de montaña de cajas colmadas de nuevas publicaciones, gavetas, archivos, burós, estantes, un ventilador y una reja alta y ancha por puerta. Espacio temporal del dominio promotor del quehacer literario de la marítima ciudad. Y el índice, enhiesto, del que me hablaba, ponía los énfasis en sus advertencias, remarcando cada frase, sellando mi destino con la coma vocativa.
III
El primer libro a mis manos llegado, vino de las de una compatriota de mundos posibles (graduada de Letras). Se titulaba este La biomecánica, poemario de un santiaguero, José Edilberto Sosa Torres. Inter nos, admito que intitulada obra se anunciaba ya libro non grato de mi recepción, premonición de largas, largas tardes de lectura, venciendo el hastío, fiel a un principio inclaudicable de avanzar, de leer más allá de todo prejuicio. Y pues, debía de cumplir la tarea liberadoramente asignada.
IV
–¡Atengase a las reseñas, caballero! –volvió la voz, templada.
Pero quiso el fatum trágico que referido poemario llegara a ser más que título, más que «no juzgues a un libro por su portada». E hízose la empresa, la única cosa necesaria. Recuerdo haber escrito:
En el poemario, resulta evidente el sostenido nexo entre poesía y engranaje, forma y contenido. Los numerados «principios» indican una ordenación tal manual teórico, por suerte salvado de la densidad académica. Su autor logra hacer imagen y pulso todo enunciado técnico. Los cuales, construidos en el lenguaje del nacimiento, construyen en una escritura tajante y sobria que esconde más de lo que dice, que hace sentir más de lo que presenta. La biomecánica simula el texto del génesis de la creación poética contemporánea –¿por qué no?– y de un sujeto creador recolocado en el espacio. ¿Poética del cuerpo-poeta? ¿Corporeidad de la composición?
V
De pensares mayéuticos para resolver los qué escribir, me di una vuelta por los lares digitales de Facebook, tecleé el nombre del santiaguero y localizado, le escribí. Tal impulso, con afanes interrogatorios, como los personajes de las tragedias griegas, sobre La biomecánica. El tiempo hacía su senda y el momento del contacto desdibujábase por lejano y poco prometedor. Cuando, por no sé qué interferencia estelar, un mensaje notificó un sí y un número privado.
Parco, contestome que recientemente había llegado de una gira con su grupo teatral, y que le enviara, previamente mencionadas, las interrogaciones. Tres días después, desde la madrugada del lunes, reposan las respuestas oraculares en mi gaveta. Tan lacónicas como pocas las preguntas, pero cuasi desambiguaciones, helas aquí, al dorso del recetario.
EL DIÁLOGO
PERSONAJE DE UNA TRAGEDIA ESQUÍLEA. Leo La biomecánica y lo primero que me resulta llamativo es la desambiguación que puede hacerse de su título: vida y forma, artilugio. Esto me hace pensar también en la conjunción de lo vital encerrado y funcionando por mecanismo que lo rigen y ordenan. ¿Por qué La biomecánica, como título y obra?
ORÁCULO. Cuando escribo poesía no pienso en las estructuras externas de los poemas ni del posible libro. Tampoco soy un obrero literario, no me siento a escribir poemas todos los días. Cuando escribo poemas, solo escribo. Me dejo llevar por mi estado emotivo, las malditas circunstancias y como esté el bio-ritmo en ese instante. No escribo para ser escritor. Escribo y ya, es una necesidad.
Lo otro es que soy un animal teatral, todo el arte lo veo a través de la teatralidad y del performance, eso lo hago de manera orgánica, no lo prefabrico, sencillamente soy así. Luego, como si fuera poco, están los referentes, otro aspecto del que uno no se escapa.
PERSONAJE DE UNA TRAGEDIA ESQUÍLEA. El poemario está construido desde una visión germinativa, ordenadora y secuencial, refiriendo el hecho creativo y al poeta como elementos de esa vida, y se va hilando a la vez una poética de la creación, una metapoesía ¿Qué nos puede decir al respecto?
ORÁCULO. Sí, creo que al final el libro terminó siendo un manifiesto creador. En el texto se exponen distintos discursos que buscan explicar-se desde la palabra, pero también desde las vivencias del poeta. Aprendí mucho escribiendo el libro. He terminado otros y me he sentido vacío, como si no fuera a escribir nada más; pero al terminar La biomecánica sentí alivio y deseos de crear. Entendí con este texto que todo nace de una voluntad creadora, incluso lo casual. Incluso la inmovilidad.
La metapoesía en el texto es el “¿Qué hago?” y “¿Por qué lo hago?” No el “¿Cómo lo hago?”; no pienso nunca en el resultado. Creo que La biomecánica es un poema muy extenso divido en principios; cuando vuelvo al libro, me gusta leerlo así: como un solo aliento ordenado que fluye como “las aguas”.
PERSONAJE DE UNA TRAGEDIA ESQUÍLEA. La estructuración externa en principios que simulan un texto científico, la recurrencia a una escritura además constructiva en el estilo, cambiante, que recuerda la experimentación de la vanguardia literaria del siglo XX, la variedad gráfica, uso de imágenes, entre otros aspectos ¿Por qué apostar por esto?
ORÁCULO. Intento primero expresarme, y luego construir estructuras simbólicas como elementos que llegan al texto por otras necesidades. En ocasiones nace todo solo, como estilo, en otras el texto me lo exige de alguna manera. Yo construyo ideas para ser descodificadas como si buscara satisfacerme como lector. Busco auto-comunicarme con esas ideas, con esas voluntades. Hay que escuchar el texto, qué necesita y qué no. Yo apuesto por la voluntad creadora de la idea que se va construyendo.
Con el tiempo he aprendido a escucharme y a subvertir el texto con elementos aparentemente anacrónicos. Sencillamente no me gustan las películas que, sin verlas, sé todo lo que va a suceder. Quiero que el poema rete al lector tanto como me reta a mí escribirlo. Quiero que ese diálogo construya otras realidades, emociones y experiencias. Un poema no es una caja de compota, pero podría serlo.
PERSONAJE DE UNA TRAGEDIA ESQUÍLEA. ¿Esta experimentación le llega por su faceta teatral? ¿Detrás del poemario queda el Edilberto que dirige el Grupo de Experimentación Escénica La Caja Negra?
ORÁCULO. No quiero ser muchos personajes, me gusta la coherencia. Soy la misma persona que hace teatro y escribe poemas. La manera en que dirijo mis obras, es tan similar a cómo encaro los procesos literarios, que más de uno se asombraría. Aunque en ocasiones el ser poeta invade al teatral, siento que hay un término medio donde se complementan. Creo que el arte es siempre experimental si es real y honesto. Lo demás es celulitis.
PERSONAJE DE UNA TRAGEDIA ESQUÍLEA. He visto en redes los performances que hace a partir de los versos de La biomecánica. ¿Se ideó el poemario pensando en una posterior representación valiéndose de determinadas cualidades experimentales pre-hechas? ¿Es solo el performance un complemento o responde intencionadamente a otro grado de significación o lectura de la obra?
ORÁCULO. Esos performances nacen posterior al poema, no lo escribí para eso. Solo intento darle otras lecturas y otras formas de conexión al texto con el lector/espectador. Para mí el texto debe trascender al papel. Debe ir adonde es necesario, por eso hablo de escuchar lo que necesita el poema. Esto lo hago incluso con otros autores como Virgilio o Lezama. Me gusta escuchar las múltiples historias debajo de una palabra. Si buscan información sobre el trabajo del GEE LA CAJA NEGRA, verán todos los video-artes y video-poemas que hemos realizado. Me gusta ir tras la poesía, y el performance es eso, otra lectura poética sobre la realidad.
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«En Rostros está la magia»
El escritor es un artista que expresa en sus obras literarias lo que el pintor hace en su lienzo, lo que el fotógrafo capta con sus ojos mecánicos, lo que el actor expresa con su cuerpo.
Tal vez nuestra cercanía disfraza lo trascendental de su obra ante mis ojos. La reciente publicación de su primer libro “Rostros” desató en mí esa sed periodística de indagar, descubrir y compartir. Una genuina joven santiaguera, mujer de avanzada, y no sólo en la literatura, es Lisbeth Lima Hechavarría.
De bióloga a escritora en Santiago de Cuba
En mi vida siempre primero fue el arte. Ni siquiera la literatura, sino el arte en toda su expresión. De niña quería ser bailarina, bailar me apasiona, me relaja, incluso me ayuda a encontrar la inspiración. Luego la música me cautivó por completo y comencé a tomar clases de canto. Formé parte durante un tiempo del prestigioso coro Orfeon Santiago bajo la dirección del maestro Electo Silva.
Ya en la secundaria la literatura fue ganando terreno, pero no me aparté nunca de la música ni las demás manifestaciones del arte, incluso en noveno grado intenté entrar en la Academia de Teatro Joaquín Tejada. Recuerdo que convencí a mi madre después de mucho diálogo, que casi siempre terminaban en un clásico “te dije que no”, y me llevó a hacer las pruebas, pero no fui seleccionada.
Aquello no amilanó mis ganas de ser artista, sino todo lo contrario, aunque nunca me aparté de los estudios, por ello seguí cursando el pre universitario, comencé entonces las clases de guitarra en la Lauro Fuentes y junto a mi amigo Yohan Bulgar Munder, hoy arreglista musical, compositor y bajista del grupo D’Nova, pasé a formar parte de un grupo musical de aficionados con el que nos presentábamos los fines de semana en las actividades de la ciudad y algunos jueves o viernes en la Casa de la trova. Fue una etapa linda que disfruté muchísimo.
A los 17 años escribí quince páginas de una historia (hoy proyecto de novela) para entrar al Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, convocatoria que conocí gracias al maestro Reynaldo García Blanco en su taller de los sábados: Aula de poesía. Nunca antes había ni siquiera tecleado en una computadora mis creaciones, y en una de las salas del Palacio de Computación preparé aquellas cuartillas de Reencontrándome para la Onelio. Ya por aquel entonces había terminado de escribir Alexa, a los catorce años, mi primera obra. La emoción que sentí cuando supe que había quedado seleccionada, fue inmensa. Comenzaba a sentirme parte de algo dentro del mundo literario.
La Biología fue algo con poco tiempo de análisis. Digamos tal vez un año antes de las pruebas de ingreso a la universidad. Quizá unos meses más, pero poco en comparación a mi vocación por el arte. No obstante, sentía que de todas las opciones que ofrecían los estudios en el nivel superior, las ciencias me apasionaban, a pesar de las matemáticas. Las letras también, pero no les auguraba un futuro próspero en Cuba a las ramas sociales y humanísticas, proyectaba menos lúcida esa opción a pesar de mi amor por la literatura, además de que siempre me ha gustado ponerme retos y superarme constantemente así que hacer bifurcar mis vocaciones sería sólo el comienzo de ello.
Hoy felizmente soy Licenciada en Biología por la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas de la Universidad de Oriente en Santiago de Cuba. Trabajé biodiversidad los primeros tres años de la carrera, luego comencé a especializar en Antropología Física y es la línea investigativa que trabajo y en la que realizo la maestría y proyecto el doctorado.
Lo que sí puedo asegurar es que ambas profesiones me apasionan inmensamente y me creo capaz de poder llevarlas a la par. Tal vez un día me toque decidir, pero por el momento espero seguir siendo can de varios trillos.
La Asociación Hermanos Saíz y sus oportunidades
A la AHS entré en abril de 2016. Una vez terminada la Onelio (2014) y avanzado un poco la creación literaria, quien por aquella época fuera el Jefe de Sección de Literatura: el amigo y colega Rodolfo Tamayo Castellanos, me habló del crecimiento y me creyó con potencialidades para integrar las filas de la organización. Desde entonces puedo admitir que he sido estimulada como creadora en numerosas ocasiones con la invitación a eventos dentro y fuera de la provincia, a peñas literarias, he formado parte del programa de la Feria Internacional del libro y de programas colaterales de otras importantes actividades en la ciudad.
Como parte de los objetivos implementados para la promoción de los asociados he contado con capsulas promocionales y siempre con la bienvenida para la realización e integración a novedosos y entusiastas proyectos. Tal es así que hoy cuento, entre otros, con el proyecto de espacio literario El Escriba, peña y página web que ayuda a la promoción y comprensión de los géneros literarios en Cuba, así como de sus principales exponentes, a través de entrevistas y debates temáticos.
Ser miembro de Asociación que integra a la joven vanguardia artística en el país es y siempre será un honor para mí pese a cualquier contratiempo. Sentirnos parte de algo que mueve los sentimientos de una nación, como lo es el arte, siempre valdrá la pena, y por ello hoy, en mis funciones desempeñadas como Jefa de la Sección de Literatura y actual Vicepresidenta de la filial santiaguera, siento que puedo retribuir un poco de todo ese apoyo que he recibido e impulsar la carrera artística de muchos otros desde el apeo al funcionamiento orgánico de la institución.
Madre, esposa, hermana, hija, escritora, editora, antropóloga, vicepresidenta… ¿Cómo te la ingenias para llevar todo a la par?
Me las apaño. No sé cómo, la verdad, pero lo consigo. Sobre todo, con mucha disposición, mucha fuerza de voluntad, mucho amor por lo que hago. Decirte que lo llevo fácil sería a todas luces una gran falacia, me cuesta, me cuesta mucho, pero siempre pienso en que nada se logra sino con sistematicidad y entrega. «Constancia es resultado», me dice siempre un buen amigo.
Ser madre desde hace un año y medio me ha impuesto retos adicionales con los que he tenido, como toda mamá trabajadora, que aprender a lidiar. Todos sabemos lo que impone la responsabilidad de una casa, la familia, quien también demanda atención, sobre todo en los tiempos que corren, tan convulsos, tan sufribles… pero siento que el trabajo es mi vía de escape; que yo no lo llamaría trabajo, un poco por los significados de impostura que se le han asignado a ese término, pues lo que hago me genera un inmenso placer, me siento dichosa al poder desempeñarme en lo que me gusta, poder vivir de las profesiones para las cuales estudié. Puedo decir sin miedo a equivocarme que ese privilegio no todos lo conocen.
En esto de ingeniármelas para repartirme las funciones, pues también creo que juega un papel importante el que me he acostumbrado a trabajar bajo presión. Ya no sé hacerlo de otro modo. Dicen que todos tenemos mañas, una especie de rutina, a veces hasta morbo a la hora de escribir, de crear, en mi caso ya es ese: el trabajar bajo presión. Escribo en las notas del móvil mientras balanceo al niño a las doce de la noche, mientras remuevo el sofrito de los frijoles, me ejercito mientras le invento historias al niño y aun cuando no estoy frente al papel en blanco igual estoy creando. Busco en cada cosa que hago retazos de historias.
Rostros y las publicaciones anteriores…
Siempre me será infinitamente grato volver a las páginas de mi primer libro publicado y redescubrirme en ellas. Los cuentos compilados en ese volumen llevan mucho de mí, la mayoría tienen más de seis años. Significan inicio, crecimiento y por qué no, también escuela. Rostros tiene la magia, diría yo, de hacer que nos miremos desde adentro. A fin de cuentas, sus personajes no son más que el reflejo de nosotros mismos en situaciones cercanas, situaciones que escuchamos en boca de uno, de otro, que nos llegan y nos conciernen a veces más de lo que creemos o queremos admitir. Erotismo, sexo, amor, desamor, es el convite entre esas páginas, donde pongo fin a una etapa creativa inicial de mi carrera como escritora y doy paso, feliz ante lo concebido, a una nueva fase escritural.
Respecto a mis otras publicaciones: desde mediados del pasado año 2020 hasta la fecha no han sido pocas todas las publicaciones que he logrado obtener. Ya sobrepasan las veinte y cinco, entre cuentos, poesía, artículos, reseñas y entrevistas en disímiles revistas de México, España, Colombia, Ecuador, EE.UU etc. Ha sido una etapa muy fructífera. También he logrado publicar en revistas cubanas como Claustrofobias, Isliada, El Caimán Barbudo y La Jiribilla, y eso me ha hecho muy feliz.
Hablemos de tu peña literaria El Escriba
Una mañana de julio del pasado año el presidente de la filial santiaguera de la Asociación Hermanos Saíz, Juan Edilberto Sosa, me contactó para ayudar a idear algunos proyectos con el fin de retomar en la etapa postcovid la vida orgánica de la organización y levantar de nuevo la programación en la sección de literatura. Así surgió la Peña Literaria “El Escriba”, espacio concebido para la apreciación y promoción de escritores y sus obras, siempre debatiendo sobre un género o subgénero literario distinto a través del intercambio con los principales exponentes jóvenes del país, la cual tuvo su primera edición en agosto y se mantiene mensualmente siempre los primeros viernes de cada mes a las cinco de la tarde.
Desde el mes de enero del presente año, ante la agravante situación epidemiológica en la provincia y luego en todo el país, nos ha tocado reinventarnos la programación de la Asociación desde las redes, y como siempre digo: debemos aprender a sacar de todo, incluso de lo malo lo mejor, por ello siento que esta etapa nos ha hecho crecernos.
El Escriba no se ha quedado atrás, ya este mes de marzo será la octava edición del espacio y la tercera realizada de forma online, lo cual ha sido una experiencia enriquecedora que me ha permitido llegar a un público más amplio y diverso con el cual la interacción a través de las redes ha sido fortuita y retroalimenta la peña de un modo muy dinámico a través de entrevistas por video llamadas y streaming subidos directamente a la página de Facebook de la peña, y luego compartido y reseñado en todos los demás espacios de la AHS de Santiago de Cuba.
Hasta el momento escritores de la talla de Rodolfo Tamayo castellanos, Juan Edilberto Sosa Torres, Yunier Riquenes García, Yansy Sánchez, Reynier Rodríguez, María de Jesús Chávez Vilorio, Abel Guelmes Roblejo y ahora en marzo, dedicado al Día internacional de la mujer, la joven y multilaureada escritora habanera Barbarella D’ Acevedo será la próxima invitada. Realmente me siento muy feliz con los resultados del proyecto y agradezco a la Asociación Hermanos Saíz por la oportunidad de llevarlo a cabo bajo su producción y asesoría en materia de comunicación.
Proyecciones futuras
Trabajo en dos proyectos de libros, que como ya mencionaba al inicio de la entrevista, no tienen mucho que ver con este libro inicial Rostros, es el caso de un compendio de cuentos que posiblemente lleve el título de su primera obra: Cifras, sobre historias de vida y muerte en varias partes del mundo durante tantos meses de pandemia. El otro en proceso creativo es un proyecto de cuentos que hacen alusión a enfermedades mentales raras el cual tentativamente puede llamarse Nece(si)dades, nombre del segundo relato.
Matices de Vida, mi tercer libro, está bajo evaluación editorial en México, ojalá y sea positivo el dictamen. También estoy a la espera impaciente de que salga ya al mercado De amor y otras aberraciones bajo el sello editorial Letra Latina. Estoy terminando de editar ahora el que sería mi cuarto libro: Bestias Interiores, para el cual acaban de mandarme una propuesta editorial en Ecuador, con contrato anexado para posibles reediciones traducido al italiano, el inglés y el rumano.
Las plumas que entre sus dedos desliza, su inseparable compañera, la tinta, y entre hojas, entreteje historias fascinantes que asombran a un lector sediento, como yo. Cada día nos impresiona más, nos transporta a un mundo mágico lleno de fantasías y de tantas historias que nos enriquecen la vida.
Gracias Lisbeth, en tus obras has expresado los sueños, vivencias, ilusiones e inspiraciones de tu vida y la de otros, expresiones que perdurarán a través del tiempo y que se quedarán en los libros que pasarán de una generación a otra, aunque siempre afirmemos que En Rostro está la magia.
El Creador, un periódico para la AHS en Santiago de Cuba
Parte de la historia de la organización de los jóvenes artistas en Santiago de Cuba se recoge en las páginas de El Creador, el periódico de la AHS en Santiago que tuvo cuatro números.
El Creador se concretó en la sede de Claustrofobias Promociones Literarias en Aguilera no. 406. Su coordinador general, el periodista y doctor en comunicación, Enrique Pérez Fumero, entonces vicepresidente de la AHS, llegó con varios nombres y decidimos por este.
Un mapa para elefantes solitarios
La Cartografía puede ser una ciencia, un tratado de Geografía náutica o una técnica para trazar mapas de reinos actuales o perdidos en el tiempo. En el mapamundi no existe Elefantolandia; ni los elefantes han dejado de andar en manada. Pero la metáfora es imbatible y la imaginación señorea cuando hablamos de nosotros, los seres humanos que vivimos hinc et nunc. Decía Ortega y Gasset, el filósofo español, que “yo soy yo y mis circunstancias”. ¿Es que, acaso, puedo ser otro? Para reflexionar sobre la existencia humana han ocupado, nuevamente, un espacio en la escena un grupo de jóvenes artistas santiagueros.
El jueves 24 de septiembre (2020) en el Cabildo Teatral Santiago, en el inusual pero obligado horario de las 6:00 P.M., el Grupo de Experimentación Escénica LA CAJA NEGRA estrenó Cartografía para elefantes sin manada, de Laura Liz Gil Echenique, con diseño escenográfico y bajo la dirección artística y general de Juan Edilberto Sosa. En el elenco artístico estuvieron Erasmo Griñán, Maibel del Rio y Lisandra Hechavarría, quien alternó con Yanisleidys Laborí. LA CAJA NEGRA, fundada en junio de 2016 como un proyecto de la AHS, ha sido desde entonces un foco de atención permanente para el público y los artistas de la ciudad. Han estrenado, entre otros, El Deseo (otro panfleto escénico); Bonsái; Y los peces salieron a combatir contra los hombres, y Leviatán.
Sobre heridas y nostalgias, aciertos y errores en la búsqueda de la felicidad, memorias, recuerdos y añoranzas trata esta obra. Su tono es altamente lírico, lleno de metáforas contemporáneas, tan hermosas como complejas, tan sociales como existenciales. Y es que no puede ser de otro modo. El mundo ha cambiado y el lenguaje poético y el escénico han de cambiar con él. La subjetividad está presente a todo lo largo de la puesta en escena. El espacio se convierte en una categoría dramatúrgica y existencial. No puede olvidarse la importancia que concedía al espacio el director, profesor y dramaturgo, Rogelio Meneses Benítez, quien consideraba que el espacio determina la dramaturgia. Aquí soledad, incomunicación y actitud de búsqueda de la felicidad, van de la mano.
La acción se desarrolla por confesiones monodramáticas y puede ser vista como circular. Aun cuando ellos se van de sus espacios, todo puede volver a comenzar en otros o por otros protagonistas. Los personajes pueden ser Maibel, Lisandra y Erasmo pero en otros espacios, o ser otros en los mismos espacios que ya han habitado Maibel, Lisandra y Erasmo.
El elenco cuenta con algunas de las figuras más relevantes de la escena santiaguera. Maibel del Rio mostró su talento y versatilidad en dos piezas tan diferentes como Menudos pedazos y La estrella negra. Lisandra Hechavarría deslumbró desde su aparición como una simpática anciana revolucionaria; cederista, federada y miliciana, pero adicta al ron, en ¿Y llegarán los camiones? hasta el trabajo con Alina Narciso como directora a partir de los textos de la poeta Teresa Melo, escritos en La sombra protectora.
Hay un tercer actor en la puesta en escena. Es graduado de la Academia pero no es un actor académico. El público lo ha visto en espectáculos y presentaciones no convencionales. En Pasaporte (Calibán Teatro) hizo un camarero cubano en EE.UU., en una difícil e intensa pareja con Dalia Leyva, quien siempre se muestra excepcional para elevar el nivel emotivo del público. La labor de Erasmo Griñán resulta válida, nuevamente, como balance actoral y dramatúrgico de esta puesta en escena. Posee carisma, presencia, buena voz y correcta dicción e irrada, además, una energía contagiosa. Posee respeto y fe. La fama habrá de llegarle con el tiempo.
Juan Edilberto Sosa es uno de los creadores santiagueros que ha decidido hacer un camino en el arte de la ciudad. Ha resultado polémico por novedoso y, en consecuencia, atractivo para la juventud y la bohemia de la ciudad. Pero su labor se profundiza por día y sus instrumentos como director se amplían, lo que permite una mejor y más rápida conexión con todo tipo de público. Logra belleza en la transposición de la imagen literaria a la escénica, así como en la creación de la metáfora teatral en sí misma. El espectador percibe dos palabras/clave en el discurso narrativo. De ambas tenemos en común elefantes y seres humanos: memoria y manada, que suponen o se contradicen con otras visibilizadas en el discurso escénico.
El tema de Cartografía… es de una importancia poco menos que vital para todos los seres humanos. Pero tales disquisiciones transitan por una situación de fondo en las que navegan nuestras angustias más íntimas dado que tendemos a intelectualizarlas, esto es, navegan por el sentido profundo de la cubanía y su relación con el mundo; y de nosotros, con la realidad en la que vivimos. Siempre recuerdo a Martí, todo el que lleva luz, se queda solo.