Jojazz
Compás #4: Al final del pentagrama (+Fotos)
Infinitos son los compases del jazz cubano contemporáneo que hoy cultivan nuestros jóvenes músicos, fieles siempre a su raíz. Una mezcla explosiva de excelentes exponentes del género ha participado en la octava edición del Festival Jazz Namá, desde las redes sociales.
Con una sui géneris descarga musical, concluyó el evento, que reúne a jazzistas de latitudes diversas, para la visualización, integración y reconocimiento cultural de este género musical. Encuentro que propicia cada febrero la filial santiaguera de la Asociación Hermanos Saíz.
En la cuarta y última jornada del Festival llegó al escenario virtual el prometedor pianista Carlos Javier Alcántara Díaz. Siempre explosivo en el piano e impetuoso en los arreglos, esta vez junto al bajista, también santiaguero, Wilfredo Fuentes; se presentaron como el dúo Consortes Jazz.
Más de 13 600 kilómetros nos separan hoy de esos talentosos jóvenes, distancia irrisoria cuando de Internet se trata. Ellos aseguran que: El color cubano de su música es con influencia de nuestro Santiago: la trova, el son, el changüí, el nengón; todo eso, aunque uno no quiera, está ahí, obligatoriamente lo sientes, lo palpas todo, siempre está alrededor.
Ya veterano en el Jazz Namá, el joven percusionista Yordis Baute se sumó a esta edición, defendiendo que: Me gusta el arte que sale del corazón, el que muestra la realidad interior del que la práctica, no el que se hace por conveniencia, sino el que tiene su propia voz, sin importar lo que diga o cómo se manifieste, pero que sea genuino y sincero.
El cuarteto de saxofones Confluencias Sax, ganador del primer premio en pequeño formato del Jojazz 2020, estuvo una vez más en el evento, representado por Lázaro Alejandro del Valle, baritonista de la agrupación. El también estudiante de cuarto año del Conservatorio Esteban Salas de la urbe santiaguera agradeció, en su cápsula promocional Jazz Namá Plus, la existencia de un festival de tal magnitud y esencia, en la tercera ocasión que participa.
Aunque el joven jazzista Albertico Lescay, hijo del afamado artista santiaguero de la plástica Alberto Lescay, no siguió exactamente los senderos pictóricos de su padre, de cierta manera es también un artista de la plástica. Dibuja con nuevas formas sonoras las actuales tendencias jazzísticas, imprimiéndole a ese movimiento frescura y cubanía, mezclados con elementos folclóricos propios de su natal Santiago de Cuba.
Detrás de la realización de todo lo vivido en estos días hay muchas personas sin las cuales hubiese sido imposible realizar esta edición del Jazz Namá. El coordinador del evento, el joven músico y director del grupo DNova y vicepresidente de la AHS en el territorio, Erick Pérez Martín, expresó:
El comité organizador lleva alrededor de tres meses accionando para lograr el cumplimiento de las actividades que nos propusimos inicialmente, e ineludible debemos agradecer a todos los músicos que nos acompañaron en esta travesía, a la AHS Nacional, a la Dirección Provincial de Cultura, a la productora audiovisual Lía Videos y su enlace de alcance nacional Streaming Cuba, a la Empresa de Grabaciones Musicales EGREM y su director Marcos Camping, a los trabajadores del Iris Jazz Club, a Raúl Capote, a Rubén Aja Garí y Buena Luz Producciones, y a todos los creadores que confiaron en la idea de este Festival.
Y aunque llegamos al final del pentagrama, para esta edición, estamos convencidos de que seguirán sonando los mejores compases del jazz en Cuba y el resto del mundo. Talento y ganas sobran a nuestros jóvenes músicos. Nos vemos en el 2022 ¡Hágase la música! ¡Y que todos los caminos nos conduzcan a la raíz!
Alejandro Falcón: un pianista completo
En 2017 Alejandro Falcón estuvo en Camagüey para acompañar a músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional bajo la batuta de Jorge Luis Betancourt. Aprovechamos la ocasión y gestioné en el Conservatorio José White la presentación de su libro Danzando entre puentes, con partituras para los estudiantes que desde muy temprana edad se inclinan por el estudio de la música popular cubana.
Conversar con mi antiguo compañero de estudios en el ISA acerca del proceso de creación y composición, siempre genera nuevos conocimientos hacia el arte musical y, en especial, el arte pianístico.
El piano apareció de forma tardía en la vida de Alejandro Falcón, uno de los jóvenes más importantes del ambiente musical cubano, quien desde la cuna en Matanzas, y estimulado por sus padres ingenieros, ya anunciaba un promisorio camino en el arte.
- “En mi casa se oía a Emiliano Salvador, Chucho Valdés, Bola de Nieve, Benny Moré y mucho jazz. En un inicio fui autodidacta tocando la guitarra y mirando a mi papá, David Falcón, a quien le gustaba mucho la música. Mi mamá hizo el nivel elemental de pintura. Todo eso influyó notablemente en mí”.
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¿Cómo el piano logró desplazar a la guitarra?
A los 13 años comencé a interesarme por el piano y tanto le insistí a mis padres que logré entrar al Centro de Superación de mi provincia, donde estudié los cinco años del nivel elemental en solo dos, es decir, en octavo grado hice tres años y, en noveno, los otros dos. Allí me descubrió la profesora de piano María Julia Arango, Premio UNEAC y graduada del ISA, quien me preparó para presentarme por la convocatoria libre a la Escuela Nacional de Arte (ENA) en 1999 y aprobé en mi primera opción.
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¿Fue en la ENA donde se produjo el hechizo de la música popular?
Ya en la ENA empecé a tocar con varias agrupaciones de música popular en Matanzas. Aprendí lo que es la guitarra popular y eso me ha servido tanto, porque la armonía fue muy importante en mis inicios. Pude llevar muchos acordes de la guitarra al piano y me ha valido además para mi labor como pianista acompañante de figuras importantes como Beatriz Márquez, Miriam Ramos, Omara Portuondo, Danny Rivera y a la cantante catalana María del Mar Bonet, a la que acompañé en el Teatro del Liceo de Barcelona, como parte de giras y grabación de discos en España.
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Tu carrera se ha diversificado como acompañante, pianista solista, compositor y arreglista. ¿Me compartes tu secreto para acompañar?
Acompañar es muy difícil, un reto que a veces se menosprecia. Al acompañante le pasa igual que al arreglista, que se ve como un oficio menor y nada de eso, son los dos oficios más difíciles de la música y requieren de mucho trabajo.
El buen acompañante debe dominar el instrumento, conocer todos los colores de su instrumento. Después, saber y respetar la línea melódica del cantante. Luego, debe conocer los diferentes estilos porque el feeling no se acompaña como una balada, ni como una canción o un son. El acompañamiento lo lleva uno, soy la orquesta de ese cantante.
También depende si es a piano y voz, o cuando es una orquesta, que tienes que imbricarte con todos los instrumentistas. Esos secretos los he ido aprendido con el tiempo; es un entrenamiento de oficio.
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Es innegable que el Jojazz influyó notablemente en el músico que eres hoy…
Fui parte del Jojazz en sus inicios junto con Ariel Bringues, Reinier Elizarde, en el bajo “El Negro”, Alejandro Vargas, Ronny Barreto, Harold López Nussa; fue una generación muy bonita y de muchos músicos que estábamos en la ENA. También en la escuela formé parte de la orquesta Jazzband que dirigía Basilio Márquez.
Los maestros Luisa Punzano, Pedro Pablo Iturralde y Ana María Mena me prepararon en el piano, y el de armonía fue Fernando Rodríguez Archi, quien descubrió en mí la faceta de compositor y me dio la confianza para seguir ese camino.
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¿En qué momento de tu vida aparece la composición?
Una de las primeras fue Maní con variaciones, mi primer danzón. Lo que componía lo incorporaba a mis pruebas de piano. En 2002 gano el primer premio Jojazz en la categoría de Premio Especial. Al graduarme entro en la orquesta de primera línea de Paulito FG y su élite; logré giras internacionales y participé en festivales de música del mundo.
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La superación en tu vida ha sido una constante. ¿Cuánto te ha aportado el ISA en tu crecimiento profesional?
Al entrar en el ISA tuve que abandonar la orquesta y Orlando Valle (Maraca) me llamó para entrar a la suya, y en La nueva visión estuve cinco años. ¿Qué cómo llevaba la escuela? Me preparaba en la guagua durante la gira y por eso adelanté un año y, en solo cuatro, me gradué del ISA, en 2008. Estando con Maraca toqué con músicos de la talla de Andy Narel (toca con Chick Corea), el Gran Combo de Puerto Rico, Andy Breaker, Marcus Miller y en los mejores festivales de jazz del mundo con sede en Canadá, México y Francia.
Aprendí mucho con Maraca porque tenía que interpretar el danzón, el jazz afrocubano, el son tradicional, el bolero, el chachachá… Él me exigía que interpretara cada estilo con la esencia que llevaba y me obligó a improvisar escuchando a los grandes como Lilí Martínez, Peruchín, Antonio María Romeu, y luego a ir creando mi propia manera de hacer la música. Además, me inculcó la cubanía en mi música.
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¿Cuándo decides emprender tu proyecto en solitario?
En 2009 fundo mi cuarteto Alejandro Falcón y Cubadentro. A mí me gusta toda la música cubana. No tengo un género predilecto aunque prefiero el son, el danzón y el jazz para descargas, porque me dan la oportunidad de improvisar, de crear en el momento.
Con mi cuarteto he tratado de hacer mis composiciones y a lo largo de estos 10 años ya tenemos cuatro discos grabados con música y arreglos míos.
El primer disco fue Claroscuro (2010), que ganó el Premio Cubadisco en Opera Prima y varias menciones. El segundo, Cuba Now Danzón, de 2012, fue el disco más nominado en el Cubadisco de 2015 y su director musical fue Joaquín Betancourt. Ese CD obtuvo el Premio en Música Instrumental, en Grabación y Ópera Prima. Luego, en 2016, Mi monte espiritual obtuvo dos nominaciones al Cubadisco 2018 en Diseño y Música Instrumental. El cuarto disco, Vidas Cruzadas, lo vamos a licenciar próximamente. Este contiene la música de la actual telenovela cubana homónima.
Existen dos discos que he grabado como artista invitado. Uno es Lecuona Jojazz (2013), junto a otros tres pianistas Rolando Luna, Alejandro Meroño y Jorge Luis Pacheco. El otro CD, Alejandro Falcón y la Charanga Rubalcaba (2017) es un homenaje al maestro Guillermo Rubalcaba.
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Has participado como jurado del Jojazz, ¿cómo ves las nuevas generaciones?
Cuba es un país bendecido por su gente, en el sentido de que aquí históricamente se fomentó una cultura criolla, muy nuestra. Aquí han surgido más de 15 o 20 géneros de la música popular del mundo. Somos una potencia musical y creo que siempre van a salir buenos músicos, lo tenemos en las venas de disímiles lugares de África, España, Francia, China…, tenemos un poco de todo y eso es lo que nos hace auténticos.
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¿Qué piensas de la enseñanza de la música en Cuba actualmente?
La enseñanza cubana se está quedando un poco atrás en muchas cosas, por ejemplo, se menosprecia el oficio del arreglista, se ha perdido el oficio del acompañante, y eso no se enseña en las escuelas, solo con pequeños talleres. Es el momento de cambiar cosas, de hacer una facultad o una escuela de música cubana. Sin embargo, en los Jojazz siempre aparecen nuevos talentos y eso me da mucha alegría.
En el futuro se debe fomentar más la enseñanza y el apoyo para la música cubana, porque al final, como dice nuestro maestro Joaquín Betancourt, la música cubana es uno de nuestros símbolos patrios, y uno se da cuenta cuando sale de Cuba.
Cuando tocamos en el exterior van a vernos los músicos extranjeros más importantes del mundo. Muchos vienen a Cuba a tocar y a aprender con nosotros, como el bajista Rubén Rodríguez, que ha grabado con Mark Antony y DLG. La música cubana es uno de nuestros mayores pilares y nuestra misión es tratar de defenderla y tenerla siempre viva.
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Como joven creador, ¿te ha aportado ser miembro de la Asociación Hermanos Saíz?
Le agradezco a Rubiel García, a Rafael González y a todo su equipo que me iniciaron allí con 33 años. Mi caso es curioso, porque en 2010 obtengo el premio en el concurso de composición de la Uneac Harold Gramatges, lo que me facilitó la entrada a esa organización. Pero no fue hasta cinco años después que entro a la AHS, una organización que está apoyando mucho a los jazzistas, con peñas y conciertos en La Pérgola todos los veranos.
Cada vez que la necesitamos está allí. Esperamos que se mantenga con ese ímpetu de apoyar el arte hecho por jóvenes.
En busca de un sonido propio (+Fotos, tuit y video)
El joven Adrián Osvaldo Estévez Rodríguez es uno de los artistas que en estos días de pandemia se refugia en su arte, entre melodías y composiciones. Dio los primeros pasos en la música en su Camagüey natal, exactamente en la Escuela Vocacional de Arte Luis Casas Romero, donde comenzó la especialidad de piano en el año 2002. Luego pasó al conservatorio José White en ese territorio, y más tarde al Instituto Superior de Arte (ISA) en La Habana, donde descubrió que su pasión más grande es la composición.
Tiene 29 años de edad. Sus comidas preferidas son las pastas, es fanático al club de fútbol Barcelona, y está repleto de sueños, con la posibilidad de grabar su primer disco con el proyecto personal Jazz Trío, gracias a la beca de creación Ignacio Villa, que entrega cada año la Asociación Hermanos Saíz.
Entre los resultados más sobresalientes de Estévez Rodríguez, quien en estos tiempos de coronavirus, suele compartir parte de su obra en Instagram, se incluyen la Mención en Interpretación en el festival JoJazz (2011), y el segundo lugar en la categoría de composición en la edición del 2017.
Participante en fonogramas de diversos artistas como Gastón Joya y Michel Herrera, este joven amante de los retos desde su infancia sintió una atracción especial hacia el piano.
“Aunque no tenía ningún músico cerca, en casa se dieron cuenta de mis aptitudes musicales especialmente mi abuela, quien me incentivó a entrar a la escuela de arte. ´Piano´, fue lo que dije inmediatamente cuando me preguntaron qué prefería. Al estudiarlo comprendí la necesidad del esfuerzo y dedicación para dominar ese instrumento”, manifiesta quien también obtuvo Mención en el concurso Musicalia (2015).
—Llama la atención que después de varios años estudiando Piano, cambiaste para Composición…
—Cuando ingresé en la Universidad de las Artes, ya sentía algo muy fuerte por el jazz, que aprendía de forma autodidacta desde hacía algunos años. El estudio de la improvisación me fue desarrollando la creatividad. Tenía la necesidad de explorarla y llevarla a otro nivel, por eso me decidí al cambio. Gracias también a los talleres de composición del maestro Juan Piñera, en los cuales comprendí que ese es el camino que verdaderamente quiero.
—Has participado en proyectos musicales de varios artistas. ¿Cuánto consideras que te aporta tener esas experiencias diferentes?
—Interactuar con otros intérpretes es fundamental. Aprendo mucho de ellos. El jazz exige una alta dosis de comunicación. Es difícil que una improvisación suene fluida sin la química y energía entre los músicos, por eso uno debe escuchar y comprender lo que está haciendo el otro. A la vez esos aprendizajes mee sirven para los proyectos personales.
—¿Cómo concibes el disco que grabarás gracias a la beca Ignacio Villa?
—Siempre he admirado las potencialidades del trío, a pesar de ser reducido resulta muy interesante y rico en posibilidades tímbricas. Defenderé ese formato principalmente, aunque utilizaré también otros instrumentos aparte del bajo, drums y piano. Toda la música será de mi autoría. Quiero lograr una identidad sonora, tanto en las composiciones como en la interpretación e improvisación características del jazz.
—¿Referentes en la música, cubanos y extranjeros?
—Cuba es fuente de grandes músicos. Son muchos los que me inspiran y enseñan con sus obras, incluidos Ernesto Lecuona, Emiliano Salvador, Chucho Valdés, Gonzalo Rubalcaba, Rolando Luna, David Virelles…
Como todo jazzista intento aprender también de Charlie Parker, Jonh Coltrane, Bud Powell, Keith Jarret, Bill Evans, Miles Davis, Chick Corea, Herbie Hancock y Brad Mheldau.
—¿Qué sientes en el escenario? ¿Cuánto influyen en ti o no las reacciones del público?
—Cuando estoy en el escenario siempre busco la conexión ciento por ciento con la música. Eso es lo mejor que podemos regalarle al público y a nosotros mismos, aunque reconozco que siempre me interesa provocar reacciones positivas, emociones y, si es posible, aplausos.
—¿Tu mayor desafío profesional hasta el momento…?
—Preparar este disco ya es mi principal reto, porque defenderé mi propia música, reflejo de lo que soy y quiero ser.
—¿Cómo es tu proceso creativo, algo lúdico y espontáneo o tiene mucho de disciplina?
—Un poco de ambos. A veces las ideas me rebotan en la cabeza hasta que decido darles forma. En otras ocasiones, parte de la misma improvisación, y en algunos casos fluye espontáneamente. Siempre trato de ser fiel a lo que me gusta y a mis aspiraciones personales.
—En tu opinión, ¿cómo deben ser los jóvenes creadores la Cuba de hoy?
—Lo más importante es tratar de ser originales, cada cual con sus influencias, pero siempre intentando una voz propia, una creación real. Es vital también nutrirse de tendencias pasadas y actuales, tanto de Cuba como a nivel mundial.
—¿Qué importancia le concedes a la AHS como aglutinadora, impulsora de proyectos y defensora de los jóvenes creadores?
— A veces el arte de los jóvenes no recibe la importancia o la atención que necesita, por eso es tan fundamental el apoyo de la Asociación, como defensora, guía y sustento. A nosotros nos corresponde realizar los proyectos con la calidad y entrega que merece.
—¿Principales sueños en la música?
—Quiero tener un sonido propio, componer mucha y buena música, capaz de transmitir sensaciones y trascender.
El Viaje, Zule Guerra
*Tomado de Cubarte
Por segunda ocasión llega a este espacio Zule Guerra, vocalista y jazzista cubana que nos presenta este año su última producción fonográfica y primer CD de estudio: El Viaje, perteneciente a la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales, Egrem. Consecuente con su incursión dentro del llamado Nu jazz, es este un fonograma que se perfila como un fuerte contrincante dentro del género en el próximo Cubadisco 2020.
El talento de Zule Guerra como cantante y vocalista ha sido reconocido con un premio JoJazz de Interpretación en 2013, Gran Premio y Premio de la Popularidad en el Festival Slavianski Bazar 2014 y un Premio de Oro en el Festival de las Artes Baltic Stage, Letonia, 2015. Ya sabe lo que es ganar un Premio Cubadisco en Ópera prima fonográfica y audiovisual con Blues de Habana (Egrem, 2016), además de ser nominada en el 2018 con su EP independiente Sesiones de Vitrola. Su participación ese último año en el Festival Artes de Cuba, organizado por el Centro John F. Kennedy para las Artes Escénicas de Washington, fue de las más ovacionadas por el público y la crítica especializada.
A la exquisitez musical e interpretativa de este disco, debe añadirse la autoría de todos los temas a cargo de la propia Zule. El Viaje nos propone eso: el andar por la vida de una artista que devuelve sus vivencias en trascendentes imágenes musicales, que coquetea con una amplia variedad de estilos, desde el palo monte a la canción afrocubana (excepcional sentido del tempo en «Canción para que Luis se duerma», que recuerda por momentos el «Drume negrita» de Bola de Nieve), pasando por el latin jazz y las obvias influencias de la música cubana. Vuelve a poner de manifiesto sus dotes interpretativas, su amplio rango vocal y el poderío técnico y expresivo de su voz; sobre todo, el dominio del ska que tan certeramente utiliza en temas como «Criolla en blues» o «Sweet and big orange hope».
Disco acústico este, donde la improvisación llega en acordes más claros, sobre todo de la mano de la guitarra y el drums. En ese sentido, se deben destacar los arreglos de Jesús Pupo y la producción musical de Ernán López-Nussa. Elenco acompañante de lujo con el propio Pupo en el piano, Héctor Quintana en la guitarra, Samuel Burgos al bajo, Denis Boffil en la percusión, Marcos Morales en la batería , Emir Santa Cruz en el saxofón y Alejandro Delgado en el fliscorno. Con Yoana Grass en la producción general, completan el equipo de realización Alfonso Peña en la grabación y mezcla; Siavash Mozaffari en la masterización; Arien Chang y René Rodríguez en las fotos; y Marla Cruz en el diseño gráfico.
Para la promoción de este disco en las plataformas digitales, hace unos días se lanzó el EPK que acompaña su presentación. En él su autora explica las interioridades y motivaciones de este viaje:
Recuerde: si va a viajar, que sea con buena música.
JazzNamá, un espacio para complacer
La ciudad de Santiago de Cuba es una de las urbes de gran relevancia cultural de Cuba. Su historia ligada a muchos procesos de la identidad nacional la hace sitio de visita permanente para muchas personas que desean conocer una parte importante del legado patrimonial de la nación cubana. Uno de los elementos distintivos de esta ciudad es la música como elemento fundamental de la idiosincrasia de los hombres y mujeres que viven en esta región del oriente cubano.
El jazz es una de los géneros musicales que ha calado hondo en el alma cultural de la urbe. Son muchos los eventos donde el jazz tiene un papel preponderante. El primero de su tipo y el que abrió la puerta para que muchos disfrutaran de este género fue el Encuentro Amigo del Jazz, protagonizado por la sede del Comité Provincial de la UNEAC y que fue el evento que permitió que el Jazz Plaza llegara a Santiago de Cuba. Pero es el JazzNamá, cita organizada por la Asociación Hermanos Saíz, el que aglutina a la mayor cantidad de jóvenes exponentes de este género después del Jojazz en el territorio nacional.
Festival Jazz Namá en Santiago de Cuba
Como cada año regresa a los escenarios santiagueros el Festival Jazz Namá, propuesta de lujo para los amantes de este género.
Publicada por Asociación Hermanos Saíz en Viernes, 21 de febrero de 2020
El JazzNamá es un espacio cultural que en esta edición estará dedicado a los 60 años del Conservatorio Esteban Salas, lugar de formación de los grandes jazzista santiagueros. Al cuarteto de Saxofones Magic Sax, uno de los grupos musicales de mayor relevancia en la ciudad y que han trascendido al plano nacional para convertirse en una de las grandes agrupaciones de jazz de Cuba, así como a los 505 años de la fundación de la ciudad, a celebrarse el próximo 25 de julio.
Entre conciertos, paneles teóricos e intervenciones comunitarias, el JazzNamá inundará varios espacios del 21 al 24 de febrero, lo que convertirá a la ciudad de Santiago de Cuba por estos días en el epicentro de la promoción de un género musical hecho por los jóvenes cubanos. Muchas son las sorpresas que depara esta edición pero destacar la participación de los más recientes ganadores santiagueros del Concurso de Jóvenes Jazzista Jojazz y un concierto de la Jazz Band del Conservatorio, la única dirigida por un estudiante de las tres existentes en el país.
Otro valor añadido de este evento es su preponderancia para la conformación del expediente que pretende incluir a Santiago de Cuba en el listado de las ciudades creativas del mundo, en el apartado de Ciudad Musical. Por eso es loable el empeño que ha puesto la filial de la Asociación Hermanos Saíz en la Ciudad Héroe, para mantener y siempre promover las jóvenes promesas del jazz en el oriente cubano. Posibilitando de esta forma una plataforma alternativa de intercambio con el público interesado y de educación musical para las futuras generaciones.
Esta edición del 2020 se prevé ser mejor que las anteriores porque el clima del Festival Internacional Jazz Plaza todavía se respira en la urbe y las personas buscan nuevas sonoridades para contentar sus noches con los conciertos que muchos jóvenes y artistas consagrados pretenden brindar en el contexto de este festival que nació para quedarse eternamente en el alma musical de Santiago de Cuba.
Capítulo # 1: Ciudad musical
¿Es Santiago de Cuba una ciudad para el jazz?
La respuesta es concreta: SÍ.
Santiago es una ciudad multicultural donde la buena música y el buen arte es percibido y recibido de formas muy sui géneris. En estos días en que está de moda el término de Ciudad Creativa, y donde los santiagueros nos hemos propuestos ver a la ciudad bajo los resortes de este concepto, distinguir a nuestra urbe como una ciudad musical es una mirada válida y consecuente con las acciones diarias que se acometen para promover, divulgar y crear desde la perspectiva de la música, que provoca la expresión genuina/corporal del santiaguero.
Más de una decena de festivales y eventos adornan la sonoridad de la cartelera cultural de la provincia; entre ellos destacan algunos del sistema institucional de la cultura como el Matamoros Son, los festivales de la Trova Pepe Sánchez y el Internacional de Coros Electo Silva In Memoriam, además del Jazz Plaza; este último genera una conexión entre las dos ciudades más importantes del país, donde la música se muestra como un elemento unificador desde lo cultural aunque se revierte en intercambio y simbiosis de los valores más característicos de la nación. La UNEAC provincial también sostiene jornadas legítimas de señalar: El Festival de Boleros y El Amigos del Jazz, ambas jornadas con un marcado arraigo por parte de los ciudadanos. A todo esto, hay que sumarle la evidente y auténtica perspicacia de la Asociación Hermanos Saíz como parte de ese sistema y su labor en pos del desarrollo de los jóvenes baluartes de la creación artística.
La AHS responde a una diversidad que hoy, en Santiago de Cuba, solo puede encontrarse en sus filas y en los proyectos que se generan desde allí. Los festivales y eventos responden a una estrategia para visibilizar aquellos nichos de la creación donde sus exponentes tengan mayores resultados con su obra. Ese arcoíris se matiza con los festivales: Rockevolution, Festival de Música Electrónica Playarte, Festival de Hip Hop Palabras y el Encuentro de Jóvenes Intérpretes del Jazz JazzNamá. Espacios que son necesarios en materia de política cultural, aportándole calidad y diversidad a la programación cultural de la provincia, la cual se resume en una cartelera enorme que necesita de elementos como los aportados por la asociación para dinamitar sus espacios y revolucionarlos.
En una ciudad donde todas las semanas hay un evento importante, que genera plazas múltiples para el diálogo y la superación, la AHS emerge como un punto de resistencia cultural, no solo a la chatarra que algunos pretenden nombrar como arte y que cada vez gana más sitio en los círculos sociales más vulnerables, sino también a esa propia programación cultural a la que responde y con la que entra en constante incompatibilidad.
Lo antes dicho parece una contradicción, y en esencia admito que lo es, pero nuestras instituciones aun no actúan con toda la coherencia política, cívica y estética necesaria. Llevan años inmovilizadas desde su quehacer y son (hoy) víctimas de sus propias incapacidades. Las grandes citas que emanan de su funcionamiento son sostenidas por un impulso otro, que responde a una integración momentánea (efectista e inorgánica) y que no desprende saberes visibles a ese funcionamiento.
Se hacen visibles notables incongruencias: una planificación que no organiza el proceso, la no jerarquización, la programación de artistas que contradicen el objeto social de quien lo programa, así como divulgación de acciones culturales sin una proyección desde la comunicación especializadas, entre otras que harían extensa esta lista. En medio de todas estas contradicciones, la AHS entra, participa, se compromete, pelea y se responsabiliza con ideas y acciones concretas. Un ejemplo auténtico es el ya mencionado Encuentro de Jóvenes Intérpretes del Jazz: JazzNamá.
Esta cita entre artistas del género se piensa como plataforma para la superación, viéndola como creación pura por parte de los noveles cultores del género, así como plataforma para el diálogo generacional. El encuentro que siempre es en febrero, en esta ocasión se celebra entre los días 21 y 25, busca el reconocimiento a aquellas entidades y personalidades que permiten un desarrollo teórico-práctico del género.
En esta edición se reconocerán al Conservatorio Esteban Salas, escuela que ha formado durante 60 años un sinfín de generaciones y con la cual la AHS en la provincia sostiene acciones sistemáticas conjuntas en pos del desarrollo de los jóvenes músicos en formación; y también la dedicatoria llega al cuarteto de saxofones Magic Sax Quartert, agrupación santiaguera de referencia ineludible para nuestros jóvenes músicos y que han contribuido a la formación de muchas generaciones, algunos de ellos hoy participantes del evento.
Para esta ocasión se escucharán sonoridades provenientes de varios proyectos creados dentro de la propia enseñanza, los cuales intercambiarán con distintas agrupaciones del país. Destacan el cuarteto de viento Confluencias, galardonado en la más reciente edición del JoJazz. Asimismo se prevé que el encuentro se extienda por varios centros culturales del territorio, dígase el Iris Jazz Club, la sala de conciertos Dolores, el Museo de la Música, el patio de la Casa del Joven Creador y el Conservatorio Esteban Salas.
JazzNamá 2020, contará con un apartado dedicado a la teorización entorno al género nacido en New Orleans y llegado a Cuba a inicios del siglo pasado. De esta forma, el evento prevé la presentación de libros, ponencias, conversatorios con protagonistas, entre ellos se destaca la del musicólogo y periodista Joaquín Borges Triana. Contará también con un panel dedicado a la promoción y producción musical del género y las posibilidades que ofrece la AHS como un camino útil para transitar.
Cuando aun se escuchan los ecos de la pasada edición del Jazz Plaza, Santiago de Cuba abrirá sus puertas a un festival que está llamado a fomentar el gusto musical, además de servir de laboratorio para la experimentación en un género caracterizado por la improvisación del ritmo y la libertad creativa de sus exponentes.
Con estas premisas pudiéramos volver a la esencia de la pregunta inicial.
¿Por qué la cuna del son es un espacio real para el jazz?
¿Cómo entroniza un género foráneo en una ciudad tan tradicional?
¿Por qué tantos jóvenes en formación apuestan por este género?
Hay que entender a Santiago de Cuba como una ciudad que está experimentando cambios gigantescos en toda índole. Una ciudad que se desmarca y dentro de la propia inmovilidad que en algunos sectores se aferran para sostenerla, la ciudad fluye y se busca así misma. Es Santiago un espacio para la trova, el rock, el hip hop y el jazz. Es Santiago un espacio para hacer converger lo tradicional y la vanguardia, en esa búsqueda encontrar los modos institucionales es de una importancia capital incluso para esa tradicionalidad que nos identifica en cada sector.
Debemos estar prestos para dialogar con todo lo que culturalmente nos permita crecer. La apuesta de los más jóvenes por este género forma parte de esa resistencia cultural de las nuevas generaciones a códigos gastados, y al mismo tiempo la participación junto a los referentes directos del jazz en la isla, en la programación ya referida.
¿Qué pasaría si esta programación fuera totalmente eficiente?
Esta pregunta es solo para generar un punto de análisis en otro comentario. El potencial institucional y humano (a pesar del éxodo) es suficiente para convertir a Santiago en una Ciudad Creativa, como urbe cuyo patrimonio musical es incomparable. Ajustar esos recursos a través de un diseño afín con el contexto permitiría visualizarla, compartirla y renovarla desde una impronta universal, necesaria como ciudad de futuro y presente.
Descargue el Programa del Encuentro de Jóvenes Intérpretes del Jazz JazzNamá
Jojazz de la loma
El Conservatorio Esteban Salas celebra con creces una amplia jornada por sus 60 años de existencia. Dicho así parece el encabezado de un hecho noticioso más, de esos que pasan a la vuelta de otro titular cualquiera. Pero no, considero lo que voy a referir en los próximos teclasos como un eslabón de hechos socio-musicales de raíz histórico cultural.
Hace apenas pocos meses comenté en otra de mis colaboraciones la conquista del jazz en el universo estudiantil musical en santiagueras tierras. Ciertamente el nivel medio de música en la oriental urbe–acorde a situaciones contextuales entonces enunciadas– atestigua una especie de “jazzmanía” o “jazzplaga” que fructifica en el interés de las sucesivas promociones de estudiantes y en su inserción en el circuito de promoción y eventos del género en la ciudad y el país. De varias de estas participaciones aflora un importante resultado de galardones que si bien no es el único certificado que avala la calidad de la creación artística, sí constituye incentivo para el creador y una plataforma de visualización.
Digo todo esto porque la más reciente edición del Jojazz una vez más entregó lauros al talento de jóvenes jazzistas en formación, estudiantes de la referida institución de la enseñanza musical cubana. Lo cual se suma a los motivos de celebración que durante todo el año festeja el claustro de profesores, trabajadores y estudiantes del plantel. Y que de forma ineludible brinda continuidad a la saga del “Esteban Salas” en dicho certamen. David Virelles abrió los caminos que tiempo después seguirían Influencia, Okán Jazz y recién, la actual promoción.
En el caso del Cuarteto de Saxofones, con el liderazgo de Alejandro Cera Pérez, en la modalidad de pequeño formato obtuvo el Primer Premio y el galardón colateral que otorga la AHS. A propósito de un encuentro con la prensa el joven manifestó que “para la selección de nuestro repertorio pensamos en arreglos de compositores cubanos como Orlando Cuba Jazz, un arreglista muy conocido en el país, el santiaguero Ernesto Burgos y el saxofonista Paquito de Rivera. Todas las piezas tienen como denominador común la raíz cubana, la apelación a elementos de la rumba y otros componentes de nuestra música”.
La formación ya se había insertado en el evento en la pasada celebración, oportunidad en la que resulta reconocida con una mención en la categoría de interpretación. Al decir de sus integrantes este logro lo vieron como el peldaño a mayores propósitos.
Entre sus principales referentes toman el trabajo de la agrupación profesional Magic Sax Quartet, en la que algunos de sus miembros comparten la dualidad como profesores de la enseñanza artística.
Ahora los jóvenes se proponen continuar el trabajo musical y les resultan atractivas las oportunidades que brindan los premios y becas por la AHS. En este particular ya tienen la posibilidad de una realización audiovisual la cual aspiran a presentar al Cubadisco del venidero año. Además, Alejandro se propone presentarse a próximas ediciones del Jojazz por composición.
Por su parte, José Marcos Antonio Prades, también alumno de tercer año de saxo y además pianista acompañante, le regaló al Conservatorio la satisfacción de crear por vez primera la Jazz Band del centro. Dicho formato resultó galardonado con una mención en interpretación. Este lauro es notorio para quienes en su mayoría cursan el primer y segundo año de alguna de las especialidades en música.
A propósito Marcos Antonio dialogó:
“Nos inspiramos en el trabajo de reconocidas jazz band como la de Joaquín Betancourt y quisimos hacer algo así en el Conservatorio. Desde que estudié en la Vocacional de Arte sentí atracción por lo jazzístico pues soy estudiante de saxo, pero la verdadera pasión llegó cursando el nivel medio, pues ya se tiene mayor nivel de información y conocimiento para la recepción de algo como el jazz. En lo adelante nos proponemos enriquecer el repertorio y esperamos colaborar y recibir el apoyo de la AHS y la UNEAC en nuestro crecimiento artístico”.
También de manera inicial la provincia tuvo representación en el evento en el apartado de composición. Enmanuel Zamora Despaigne, alumno de tercer curso de piano básico protagonizó la página. Entre 14 composiciones de alta calidad tuvo el reconocimiento del comité organizador a las dos obras en competencia, En las nubes y Con los pies en la tierra, las que a su decir elaboró como un collage de cubanía.
Los integrantes de los formatos que participaron en esta edición se sienten motivados e influidos por la más reciente historia de otras formaciones e intérpretes que le han antecedido en el plantel musical, meritorios también de lauros. Reconocen que el cultivo del jazz sienta ya una tradición dentro de las más recientes promociones de jóvenes en la academia musical santiaguera. Esperan insertar su música en el circuito para la promoción del jazz en Santiago de Cuba en espacios como La jutía conga en la UNEAC, el Iris Jazz Club, así como en la red de eventos asociados en el territorio y más allá de sus demarcaciones.
Las noticias se suceden unas a las otras, la historia se compone de hechos que trascienden. Los jóvenes casi siempre tienen el don de protagonizarla.
Las Jojazz de la creación musical en Holguín
La noticia, el pasado 24 de noviembre, conmovió el arte joven en Holguín y reafirmó a la provincia como una plaza fuerte en el movimiento sonoro de la isla y la formación de jóvenes músicos. Los integrantes de la Jazz Band del Conservatorio José María Ochoa obtuvieron el Gran Premio Jojazz 2019 y el Primer Premio en la categoría de interpretación de Gran Formato, lauros añorados por muchos artistas jóvenes, pues los visibiliza, de alguna manera, en el ámbito instrumentista e interpretativo.
Para los profesores de la Academia este era un lauro esperado, pues desde hace ocho años los estudiantes que han concursado en el Jojazz obtienen reconocimientos en este certamen, fundamentalmente, en las categorías de composición y pequeño formato.
“Sin embargo, para estos muchachos que fueron a defender un género foráneo de los años 50, constituye un reto, un goce y punto de partida para próximos certámenes y proyectos profesionales”, comentó el joven músico Edel Almeida, director asistente de la Jazz Band.
Es necesario, en este punto, resaltar las cualidades que le merecieron estos premios: la integridad musical del conjunto, el cuidado de los arreglos y la sonoridad inigualable en los temas interpretados, como Danzón Almendra y Unity Jam. Además, el jurado, integrado por prestigiosos especialistas, destacó que este proyecto rescata una formación musical típica de los años 50 y que ha tenido en Cuba importantes exponentes como la banda de Benny Moré, cuyo centenario celebramos este año, y la Jazz Band del maestro Joaquín Betancourt, Premio Nacional de Música 2019.
Para Edel, miembro de la AHS y quien también se desarrolla como profesor de la Escuela Profesional de Música de Holguín, es un orgullo haber aprendido con estos bisoños artistas que tiene a cargo para su formación, pues “en la música hay una imagen y una sonoridad que no se puede perder y eso constituye un reto en estos tiempos”.
“El jazz cubano –añade– ha tomado dimensiones diferentes, es algo único dentro de la armonía típica de la isla, es muy cubano, pese a sus raíces norteamericanas; y a través de estos certámenes ha alcanzado connotaciones de altura, formando un movimiento de jóvenes jazzistas que han transformado este concepto musical.”
Al llegar a la ciudad de Holguín con los lauros del Jojazz en las manos, la Dirección Provincial de Cultura de conjunto con la escuela que los forma, los reconoció de manera especial por tan importante mérito. De igual manera, agasajaron la labor de Jorge Luis González Nodarse, primer trompeta de la agrupación, quien recibió un premio adicional en el concurso por su desempeño, entregado por el proyecto artístico Fábrica de Arte Cubano. También a los pianistas Carlos Vega Pérez y Christopher Jonathan Leyva Ortiz, que merecieron el Premio en la categoría de Composición.
Desde su fundación en 1997, el Concurso de Jóvenes Jazzistas ha aportado al reconocimiento nacional e internacional de este género musical nacido en Estados Unidos a finales del siglo XIX, con alrededor de 200 jóvenes premiados, hoy valiosos exponentes de la música cubana por su calidad técnica y el virtuosismo interpretativo en escena.
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Entre el 15 y el 18 de noviembre, las ciudades de La Habana y Santiago de Cuba volverán a ser escenario del Concurso Internacional de Jóvenes Jazzistas, Jojazz 2018. [+]
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Regresará este noviembre el Concurso Internacional de Jóvenes Jazzistas. Convocado por el Centro Nacional de Música Popular y el Instituto Cubano de la Música, la 20ma. edición del JoJazz se celebrará en La Habana del 16 al 19. El certámen premiará, como de costumbre, en dos categoría: Composición e Interpretación, las cuales a su vez, se dividen en diversas modalidades.