Identidad
Entrevista #5: La verdad como un estado mental
(una conversación con la actriz Lisandra Hechavarría Hurtado)
Santiago de Cuba posee un sinfín de nombres que participan con honor en la historia del teatro cubano. Nombres que trascienden la geografía y las desventajas sociales que pudieran prevalecer ante el desarrollo del arte teatral. Los actores, dramaturgos, directores y demás hombres y mujeres de la escena, hacen de esta urbe su principal motivación. Una ciudad llena de conflictos, colores, sonidos y energía caribeña, que dota a la creación artística de cierta singularidad.
Las artes escénicas en la ciudad forman parte del pentagrama cultural de los individuos que permanecemos en ella. Santiago de Cuba es una ciudad teatral. De ahí que muchos jóvenes se encuentren con el escenario y el hecho escénico desde distintas circunstancias. Al conversar con la actriz Lisandra Hechavarría Hurtado, quien es miembro del Grupo de Experimentación Escénica LA CAJA NEGRA, pude percibir misticismo en su encuentro con el teatro. Lisandra posee, a pesar de su juventud, una amplia experiencia de trabajo. Se graduó de la academia de actuación José Joaquín Tejada y de la Universidad de las Artes ISA, en su filial santiaguera. Para ella el teatro es una hermosa muestra de filantropía.
¿Por qué el teatro?
No tuve alternativa, el teatro me eligió y no a la inversa.
A los 14 años lo tenía súper claro que iba a ser músico, estudiaba en la escuela de arte José María Heredia y Heredia, en la especialidad de dirección coral. Una mañana llego un claustro de profesores actores y directores de teatro captando talentos, y yo que entonces era el doble de entusiasta que ahora, me presente.
Una vez en la academia de actuación me percaté que había llegado a un lugar perfecto. Era una sensación liberadora, al estar allí siendo juzgada y observada sobre la escen, se resolvían de un tajo todos los problemas existenciales de mi adolescencia. En fin, el teatro me puso la trampa y me convirtió en una buscadora incansable por conquistar la belleza. Así comprendí que el teatro es una de las más hermosas muestras de filantropía.
En el arte, los viajes por lo regular son o muy cortos o infinitos. En ninguno de los casos, el trayecto se hace solo ni sin referentes. ¿Quiénes han sido los maestros en tus viajes?
Bueno, tuve los mejores maestros que un estudiante de teatro en Santiago de Cuba podía tener en esos años. Nora Hamze Guilart, Rogelio Meneses, Elena Yanes, Jorge Socarras Linares, Odalis Ferrer, y en estos últimos años a Alina Narciso, directora de teatro italiana quien me ha ayudado a descubrir cuáles son mis capacidades como actriz y a fortalecerlas. Debo decir algo con respecto a mis maestros y es que agradezco la formación que me han dado desde su experiencia, pero sobre todo, agradezco cuanto han aportado a mi crecimiento personal.
Los referentes que llegan a partir de nuestros maestros son motivación para encontrar otros. Así el viaje va obteniendo nuevos significados y resoluciones. En tu caso, ¿cuáles son esos referentes artísticos?
Lo primero es la escuela de actuación inglesa. Pero también Led Zeppelin, la música de los 70 y los 80, la filosofía clásica alemana, mujeres como Frida Kahlo, Marina Abramović, Pina Bausch, Merlyn Street, Marie Curie, Nina Simone , Areta Franklin, Janis Joplin, el cine italiano de los años cincuenta, Vivaldi, Rembrandt, Vincent van Gogh, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Salvador Dalí, entre muchos otros.
Haz recorrido distintos grupos o proyectos teatrales. ¿Qué te has llevado de cada grupo?
Le debo mi formación actoral al grupo “Gestus”, en ese colectivo conocí los elementos técnicos básicos que un actor profesional necesita. Allí aprendí a dominar la importancia de observar y lo necesario que es para un artista observarse a sí mismo, así como dialogar con diversas técnicas a fin de conformar una técnica propia. Esto último fue lo que me conllevó a abandonar en un momento dado a la compañía, la necesidad de otras técnicas y conceptos sobre el teatro. Además de que después de un tiempo la creación allí se había paralazado.
Luego llegué a la compañía “A dos manos”, donde tendría una estadía bastante corta, fue como una parada en el camino. “A dos Manos” tiene en su poder uno de los grandes tesoros del teatro santiaguero: el maestro Dagoberto Gainza. Con él es muy simple hablar de teatro y guarda un caudal de conocimiento riquísimo. Dagoberto fue el mayor regalo que me llevé en mi corta travesía por este grupo. Debo admitir que mi viaje por allí también me sirvió para constatar una problemática del teatro santiaguero y es la permanente contradicción generacional. Hay una generación que concibe el teatro como un espacio inmutable y no está dispuesta a salirse de su zona de confort. A ellos les interesa el diálogo con las antiguas concepciones del teatro y no les importa correr riesgos, ni experimentar. Por otro lado, hay una generación que grita por un teatro nuevo, contemporáneo y con el cual pueden identificarse y comunicarse.
También está la experiencia con Alina Narciso y su compañía Metec Allegre, para quien el tiempo alcanza solo para trabajar. Mi historia con Alina y su compañía italiana que desde hace años viene teniendo encuentros culturales con Cuba y de la cual formo parte desde hace más de 10 años, es realmente fundamental para mí. Con ella es que comienzo a sentar las bases de lo que hoy entiendo como teatro. Con el tiempo y en mi transcurrir por Metec Alegre, mi realidad comenzó a adulterarse. Una realidad inexacta y cada vez más compleja de representar. Adquirí un discurso propio y consciente, lo cual me conllevó a una gran responsabilidad.
Una de las compañías que ha sido una sorpresa para mí es el Grupo de Experimentación Escénica LA Caja Negra. Lo primero que me sucede al entrar a esta compañí, es que me encuentro con un grupo de inadaptados como yo. Gente inconforme e inquieta. La primera vez que me subí al escenario del GEE LA CAJA NEGRA me percaté que estaba frente a un espacio de interacción con todo tipo de propuestas culturales: sin tabúes ni etiquetas, libre creación, permisión de códigos foraneos, procesos íntimos, y en los últimos tiempos se ha vuelto una interrogante para nosotros la búsqueda de la identidad.
Otro asunto de interés en el ejercicio del GEE LA CAJA NEGRA es el trabajo del actor. El actor del GEE LA CAJA NEGRA no es el actor que se deshumaniza haciendo uso de la máscara para actuar, por el contrario, es el actor que se desprende de todo artificio mostrando su humanidad hasta volverse vulnerable. Es un teatro que explota no solo las fortalezas del actor sino también sus debilidades. De este grupo me llevaré la verdad como único precepto a la hora de hacer arte. La verdad como precepto ético y artístico, la verdad como un estado mental.
¿Cómo ha cambiado tu noción de lo que entendías como teatro y lo que hoy prácticas y asumes?
Imagínate que antes veía el teatro como una pasarela donde me subía a pavonearme sin analizar las cosas ni medir las consecuencias. Era muy chica cuando comencé y no tenía ni la madurez ni la información para comprender las cosas. Para asumir la existencia de un teatro comprometido, culto, revolucionario, educativo, crítico y necesario. Tuve que pasar incluso por dos procesos de metamorfosis, el primero con Metec Alegre, y el segundo con GEE LA CAJA NEGRA. El teatro me cambió para que yo pudiera luego comprender la responsabilidad del oficio. Así descubrí su poder y el mío, así me comprometí.
Pensar a la Zurda, en defensa de los valores de la cultura americana (Convocatoria)
La sección de Crítica e Investigación en la filial santiaguera de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) convoca a la tercera edición de Pensar a la Zurda. El objetivo del evento es impulsar el diálogo, la reflexión y la socialización del conocimiento producido por los jóvenes investigadores cubanos.
Capítulo #14: El color cubano II (+Fotografías)
Apuntes sobre la obra fotográfica de Rubén Aja Garí
IV
Los desafíos contemporáneos para un fotógrafo transitan por definir un sistema de significación que demande un lenguaje desarmador por medio de la crítica. Ante la cámara el acontecimiento es por sí mismo problemático y problematizante. En esa ruptura que producen las lógicas miradas introspectivas del fotógrafo, hay una poética de la verdad, donde no se busca eludir la realidad sino presentarla.
El paisaje de la propaganda política de la nación cubana posee distintos tipos de lecturas. Los carteles, letreros e imágenes están condicionados por el contexto y la transformación constante de los elementos intervenidos para establecer el discurso. En esa multiplicidad de significados que aparecen tras el paso del tiempo, o la errada selección de espacios y conexiones simbólicas en la imagen propagandista, Rubén ha encontrado un lenguaje que también habla de nuestra identidad y civismo.
La imagen de fondo permite que el fotógrafo construya un lenguaje urbano que contextualiza, lo que a primera vista parece evitar lo político.
¿Es Rubén Aja un artista político?
Todo arte (el verdadero), es político.
Los proyectos utópicos de los hombres se sustentan en lo político como como eje centrar de su manifestación. La foto de la niña que pasa frente a la bandera, es una excavación en fragmentos emblemáticos de la imagen de Cuba. En esa voluntad por describir la realidad circundante y cambiarla mediante el arte, la fotografía de Rubén se resiste a la sola clasificación y evaluación de sus temas. Procura de manera consciente desafiar y subvertir la realidad desde los propios elementos que la integran.
El tratamiento de los símbolos captados por Aja es menos aleatorio de lo que se pudiera ver en la obra de otros fotógrafos. Ironiza con los símbolos y permite democratizar su empleo, trasformando la historia en una mera acumulación de extravagancias.
El descontento con la realidad en la sociedad moderna suele expresarse con violencia. Digamos que el fotógrafo es más persuasivo en el anhelo de reproducir este mundo. Que encuentra belleza en todos los elementos que existen ante su ojo. Al contrario de la vida, la fotografía consiste en detalles significativos iluminados por el destello de la cámara. La mirada ultradinámica de la fotografía sobre un objeto complace al espectador creándole falsas sensaciones. Como si sólo por mirar la realidad en la forma de un objeto, la fotografía fuera de veras real, es decir, surreal. Una característica que invade la experiencia del expectante y condiciona su mirada.
En esa disyuntiva pudiera parecer más fácil crear significados a partir de arquetipos políticos o publicitarios. Pero esos significantes son dispositivos de la realidad misma de los hombres y funcionan fuera del arte para marcar líneas de comportamientos. El artista debe llegar a ellos y desenmascararlos. Hacer de un lugar común y violento una imagen poética. Un signo de la belleza aun en la miseria material del hombre.
V
La ambivalencia como acción artística que es la fotografía no ha impedido que Rubén encuentre las historias que necesita contar. Aquella que reúnen a los individuos con sus posesiones, sus miserias, angustias y sus deseos.
En medio de la catástrofe el fotógrafo pone la mira sobre el sujeto. Nos muestra cómo definir la naturaleza de las cosas. Un cuerpo camina entre las aguas y carga todo lo que le queda, y tras la imagen el riesgo del artista que llegó hasta la tormenta e hizo la foto.
La imagen muestra al hombre bajo circunstancias que lo superan. El mar es una figura de poder, que en esta ocasión profana el reino de un hombre derrotado. Una similitud pudiéramos encontrar en la siguiente imagen, donde la bandera de la nación ondea rota en su hasta frente al poderoso mar.
El fotógrafo hace un paralelismo entre el poder del mar y toda una nación. Son muchos los significados que pudiéramos encontrar en una fotografía tan contundente como esta. Aquí lo casual, lo probable y lo posible entran en el juego. Las dos fotos terminan por mostrarnos una síntesis de la investigación del fotógrafo: el hombre, el símbolo y las circunstancias dadas de ambos. Todo esto referenciado en el contexto social y cultural cubano.
Algunos pudieran hablar del carácter social de la obra de Rubén Aja Garí, un componente siempre perceptible en su búsqueda. La narrativa de sus fotos tiene como eje esencial a la gente. El artista se empeña en no transitar por una visión pop, vulgar o kitsch. Se concentra en fragmentos, desechos y rarezas de la cotidianeidad, sin excluir nada. Esta naturalización de los propósitos prácticos y simbólicos de la existencia humana, pone en valor la pluralidad de situaciones captadas por su lente.
VI
Otra área de exploración de Aja ha sido la naturaleza como imagen no subvertida por el accionar del hombre. Estas imágenes captadas en el mundo natural, poseen otros riegos que resaltan al interés casual de un amateur. Todas las fotografías de Rubén nacen de sus temas nominales, y configuran un corpus identitario que no renuncia a su coherencia estilística. Algo que podemos apreciar en su serie Verdades esenciales.
La búsqueda de la belleza desde la selección sublime del sujeto/objeto muestran como resultado las imágenes anteriores. Su predilección por los pequeños instantes y la búsqueda de la perfección del mundo componen un territorio que se muestra a través de atributos muy singulares: flores, pájaros.
Hay en estas fotografías una intención por capturar lo incapturable. Por mostrarle al ojo humano aquello que no podrían ver sin la cámara de por medio. Aquello que no es perceptible a simple vista por condiciones biológicas. Un zunzún captado en pleno vuelo y mostrado en una imagen fija es una resolución imposible para la vista humana.
Rubén se desplaza entre distintos márgenes de la realidad inmediata para recordarnos todo lo que nos rodea. Todo lo que nos hace seres complejos y dichosos.
VII
Las relaciones que ofrecen las imágenes entre sí permite la interpretación de la realidad a través de ellas. De hecho, la importancia de las imágenes radica en que son un medio para incorporar acontecimientos a nuestra experiencia. Saberes que son suministrados a quien observa la foto, tras su vivencia. Ese material que llega a nuestro cerebro (personas, cosas y acontecimientos) que por lo general penetran inadvertidamente, a través de la gestus de fotógrafo concluye en acción emotiva y referencial.
La fotografía de Rubén Aja Garí con el pasar del tiempo ha adquirido un sentido crítico más profundo. Uno que requiere otros niveles de percepción ante las búsquedas complejas con que aborda la realidad.
Tras la percepción mermada de la vida contemporánea, Aja busca una transfusión para desdoblarse en nuevas experiencias creativas y motivacionales. Su versión de nuestra existencia es una búsqueda constante de la movilidad. Su obra es una práctica a prueba de crisis en un conflicto mediado por la luz.
Capítulo # 14: El color cubano I (+ Fotografías)
Apuntes sobre la obra fotográfica de Rubén Aja Garí
I
Un fotógrafo es un poeta. Uno que traduce en imágenes las variedades posibles de la existencia. Su límite está en su ojo tras el lente. Captar la realidad y redescubrirla desde la particular perspectiva del ser fotógrafo, es un acto poético. Gran parte de la historia de los hombres está construida desde la documentación fotográfica de distintos sucesos. De ahí la responsabilidad adicional del ser fotógrafo, su habilidad no es solo la de manejar un artefacto que registra el tiempo mediante la luz. Su responsabilidad es la documentación poética del mundo tanto en la construcción humana como en la creación total de la naturaleza.
La fotografía (hace mucho) dejó de ser un acto pasivo en esa documentación, dejó de captar solo el exterior del sujeto/objeto para además captar el mundo interior de los hombres. Las ideas empezaron a encontrar otra manera de ser expresadas. Algo que la pintura ya había incorporado con anterioridad y que a la vez, la hacía parecer más necesaria. La fotografía entonces, se convierte en un dispositivo artístico (más) cuya fuerza discursiva supera el concepto de los hechos documentados. Introduce en su semiología la crítica de la comprensibilidad del mundo y el activismo, como herramientas a las luchas sociales e individuales del hombre.
La fotografía como investigación artística busca la significancia e insignificancia del ser. Esta exploración va desde la conceptual hasta lo popular. El fotógrafo nos dice: esto hay que mirarlo, esto es poesía. Así construye un ojo colectivo, una ética de la imagen y una visión disruptiva. El impacto emocional tras la contemplación de una obra fotográfica deviene en experiencia estética del individuo.
II
Uno de esos poetas de la imagen fija, el cual he tenido la oportunidad de conocer es Rubén Aja Garí (Santiago de Cuba, 1979). Rubén entiende la fotografía desde la responsabilidad poética de un creador. Su obra posee un carácter vivencial, un registro de su presencia en determinados sucesos. Hay fotógrafos que van tras la imagen, pero en el caso de Rubén, la imagen anda con él todo el tiempo. Él juega con la luz, interpreta y luego aparece la foto. Nos dice que esa imagen trasciende al propio suceso (del que ha sido partícipe). Nos habla de la multiplicidad de la vida y sus distintos estados. Nos descubre.
No es mi intención hacer una síntesis curricular de un hombre que se mueve en tantos caminos del arte y la cultura dentro y fuera de su ciudad. Quiero hablar de su obra fotográfica, que a mi entender es su búsqueda más genuina.
Durante la última década (2010-2020), (a mi criterio) es Rubén Aja Garí, el fotógrafo santiaguero más importante. No se trata esto de una competencia entre Aja y los demás creadores de la urbe, ni siquiera de desmeritar los procesos creativos, publicitarios, expositivos y simbólicos de otros grandes maestros del lente. Tampoco es un acercamiento para anular la nueva camada de fotógrafos de la ciudad, para algunos de los cuales ya he dedicado tiempo de estudio por la impronta de su obra. Escojo a Rubén y me permito no mencionar otros nombres, porque veo en su obra la síntesis de sus maestros (directos o no) y la síntesis de sus alumnos (directos o no).
La obra de Rubén Aja Garí se caracteriza por la comprensión inter y transcultural de corte secular de los procesos que lo circundan. La irrealidad de sus imágenes nos hace pensar en los vínculos entre lo humano y lo divino, lo caótico y lo ordenado. Su criterio simbólico está en la imagen sin transgredir, sin introducirles nuevos elementos anacrónicos para crear nuevos significantes. La experiencia estética tras el intercambio con alguna de sus obras, transita por códigos vinculados a la identidad del ser santiaguero y el ser cubano.
En su serie Color cubano, podemos apreciar como el fotógrafo juega con lo múltiple y el azar para acceder a otra noción de sentido. La contraposición de figuras, que por concepto no deberían estar emparentadas, son enfocadas y mostradas como una sola imagen. Una lectura humana y a la vez imperceptible en medio de la cotidianidad. Pero no debemos subestimar el alcance de nuestro cerebro, esas imágenes compuestas subyacen en nosotros. Solo se necesita un ojo entrenado y una cámara para devolvérnoslas cargada de significados. Los artistas suele convertir en arte, imágenes construidas por quienes no son artistas.
Un ejemplo dentro de la obra de Rubén, es cuando pone su lente en Martí. En la imagen el apóstol parece hablarnos, trae una paloma en su brazo mientras la cúpula dorada del capitolio aparece detrás.
Ambos símbolos son contrapuestos en el espacio para hablarnos de un tercer elemento: Cuba. Rubén es un martiano de convicción, un mambí del lente, y Cuba (con todas sus extremidades) es el mayor tema de su obra.
Pudiéramos agregar otros temas en la investigación fotográfica de Rubén tales como: la religiosidad, el uso y abuso de la propaganda política, la naturaleza, la documentación de las grandes celebraciones culturales y los símbolos patrios. Pero todos estos temas son transversalizados por su búsqueda constante en definir a Cuba.
En esta fotografía, la imagen de Cristo crucificado se combina con la bandera de la estrella solitaria, que ondea en un segundo plano. No es casual que busque inspiración en elementos que son trascendentales para la cosmovisión de la identidad cubana.
Busca en la religiosidad las esencias del ser cubano. No solo Cristo, la Virgen de la Caridad del Cobre ha estado componiendo su sistema de imágenes. Su relación con el Santuario del Cobre le ha permitido hacer imágenes inéditas de la madre espiritual de los cubanos.
III
Otro hecho que colorea su fotografía es su participación en la Fiesta del Fuego, cita vital en el rescate del patrimonio inmaterial del Caribe. En este encuentro organizado por la Casa del Caribe, y en el cual Rubén tuvo el privilegio de diseñar el cartel oficial en el año 2012, cuando se le dedicó al caribe colombiano, el fotógrafo ha encontrado un carácter antropológico en su imagen.
La herencia de nuestra identidad vista en los elementos de algunos líderes religiosos. Instrumentos que llevan implícito el recorrido de nuestra sangre. Una silla donde debe sentarse el más sabio de la tribu. Allí debe colocarse nuestro ojo civilizado y globalizado.
¿Por qué la imagen de los elementos divinos de un hombre debe ser admirada? ¿Qué debería decirnos/mostrarnos esa imagen?
El lugar donde se consulta el espíritu, del hombre que aparentemente no tiene nada que ver con ese modelo de vida, es seleccionado. El fotógrafo no quiere que olvidemos que la fe es una construcción humana, pues solo se llega a ella, a través de objetos físicos.
Los desplazamientos en esta última imagen son muy profundos. Se trata de una reflexión que trasciende al devenir de la muerte y la resonancia de nuestra estadía en la vida. El sabio observa al fuego y parece un pasado eterno que nunca abandonará el lugar. La silla vacía no es solo la ausencia del sabio, sino de todo lo que un hombre como él representa para su comunidad y para la memoria colectiva. El fuego no se apaga pero el anciano ya no está.
En esta imagen el instrumento vuelve a estar solo. No tiene a quién lo utiliza pero sí las marcas de quienes han sido sus dueños. ¿Geografía de la memoria? En ese transcribir de la realidad muy particular de Aja, hay que adicionarle su esfuerzo lúcido y a la vez intuitivo por definir las unidades en juego.
El instrumento en soledad pero que al mismo tiempo representa una imagen colectiva incita a una relación adquisitiva con el mundo que nutre la percepción estética y favorece el distanciamiento emocional. Rubén preserva abierto los registros que por lo general (a la vista de la cotidianeidad) el tiempo reemplaza constantemente. El tambor en ninguno de los casos representa la música como significado afín, sino lo múltiple, el azar, el juego ideal, la memoria y el devenir. Es la puesta en valor de la presencia como un fenómeno (absolutamente) plural.
Memoria y contramemoria
Apuntes sobre el libro Arte arcaico, del poeta cubano Alex Pausides
Según Wallace Stevens, entre las características del arte moderno sobresalen la intransigencia —por la naturaleza misma de las cosas y con respecto a los límites—, la plausibilidad, o sea, que tiene razones para todo, aun la falta de razón se convierte en razón; y que es fanático; por ello mismo incapaz, por momentos, para el compromiso.
No veo en el arte arcaico lo contrario, sino la brecha iniciática para llegar al presente o al futuro, al arte moderno. Este es precisamente el propósito fundamental del libro Arte arcaico (ed. Letras Cubanas, 2017), del poeta Alex Pausides: revelar un arte arcaico que muestra los derroteros de su lírica y crecimiento personal, cual fragmentos de noches, infancias y resquicios imperturbables de su memoria.
Para ello acude, en primer lugar, a la noche (su elogio en la antesala es indicio de su presencia inexorable a lo largo del poemario). Asidos a la larga tradición que tiene la relación noche-espíritu en la lírica cubana y universal, las miradas oblicuas de sus sujetos líricos envuelven en este espacio/tiempo los instantes más significativos de un pasado que si bien pudo ser feliz, por momentos escapa de esa felicidad con el discurso de la contramemoria y los juegos con el desorden formal y el sarcasmo.
El libro se inicia con una primera parte (“Noche feraz”) en la que la mirada impertérrita hacia el pasado ostenta, además, la nostalgia, la lejanía. En el poema homónimo no existe escamoteo ni desorden ni contradiscurso: la noche cubre todo y llega a ser identidad en los versos finales, cuando simula penetrar el cuerpo y mutilarle incluso hasta el silencio: “Ahora la madrugada parece un tren que atraviesa el poema por la espalda/ lo sangra con la grieta que le abre/ que da grima verle la palabra y el doloroso diptongo/ doliéndole de ternura y de pájaros” (Pausides, 2017, p. 16).
A este poema inaugural le siguen otros como “Roma de bolsillo” y “Formas de cruzar” donde lo lírico se quebranta a partir de experiencias significativas en todo ser humano (vida, muerte, dolor, amistad), marcadas por sinestesias o diversos recursos expresivos como la personificación:
ROMA DE BOLSILLO
[…]
El poema es tan largo
se me instala con fusiles en la sorpresa de la mano
y huele a tanta vida
que no quisiera abandonarlo
pero eso sí
a pesar de la amenaza que deja al penetrarme
les digo: cada vez que abran un libro…
[…]
(Pausides, 2017: 20)
FORMAS DE CRUZAR
[…]
Si llamas siempre a alguna puerta
y brindas un sol joven al invierno
te irás contento o tal vez nunca se cierre y no te vayas
el aire tarda en derrumbarla.
Si llamas y preguntas azul por la salud de alguien
sentirás la pregunta riéndose.
Y allí donde estaba la puerta
un rectángulo de silencio
que echa a andar sin detenerse. (Ibídem, p. 24)
A partir de la segunda parte, “Dones”, se va gestando en el poemario un posicionamiento contracultural, una transformación discursiva que confronta y desautoriza paradigmas del canon tradicional o cultura dominante, desde el stablishment de cada región o locación. Tal posicionamiento, incluso desde el tíulo (“Bucólica”, “Utópica”), abre, mediante sus contenidos, oquedades complejamente significativas en la memoria, el pasado, la infancia. Emerge, así, lo que hemos denominado en otros libros poética de la contramemoria.[1]
BUCÓLICA
[…]
Cómo pensar en la ri
sa
des
truida
en la pirámide del canto desolado en Hiroshima
en la víscera
colgad a
a
los
bambúes de luz
sobre un pan de pólvoras
locas
terebrantes danzantes hilarantes
crúor que se derrama
inútil
trágico.
[…]
(Pausides, 2017, pp. 36-37)
La contramemoria, en su afán por señalar oquedades complejamente significativas en la memoria como la duda, el deseo —causantes, además, del cuestionamiento de la tradición: ojo sibilante de lo que debe silenciado—, propone una dinámica discursiva desde la estructura anafórica cómo+infinitvos referentes a actitudes idenficatorias humanas (pensar, leer, escuchar, creer), a través de cuya negación advertimos ironía, sarcasmo, crítica:
BUCÓLICA
[…]
Cómo pensar en la leche que decapita las gargantas
en el niño que no despertará.
Cómo leer poemas humanos
o escuchar al sordo enorme de bonn en la
tormenta.
Cómo creer en la mañana vestida de payaso
vendiendo una sonrisa con el pregón del viento
empujando a la calle un tranvía de saludos
escondiendo en su vientre diez locomotoras de
sollozos.
(Un sinsonte venía a cosechar su canto
y recogió una queja de ojeras escarlatas).
[…]
(Ibídem, p. 37)
En el poema “Poeta en la isla”, el sujeto lírico refuta, desde la negación, la memoria a partir de la contraposición ayer-hoy. Recuperando la tradición lírica de la relación sujeto-isla y la proyección de lo identitario nacional, se acude a la participación del yo en el Otro (tú, los otros, etc.) desde la negación discursiva; y a partir de las tres últimas estrofas el sujeto lírico anuncia esperanza, vida, “fuete jubiloso”, hasta convertir la memoria individual en parte de lo nacional, también personalizado: “Ateje lleno de pájaros/ bandera mía” (Ibídem, p. 42):
POETA EN LA ISLA
[…]
Mi voz mi guamo no te acabes.
Huracán ordéname el latir.
Como brizna en el mundo soy.
y por el pecho del hombre y a degüello
va mi corazón cantando la dicha de las islas. (p. 43)
La contramemoria se agrupa, incluso, en el vaciamiento de las grandes cosas, de la riqueza, fuera siempre de lo grandilocuente, de lo perecedero: “Mi infancia está sin catedrales sin pianos./ Pero mi infancia está colmada de gente alegre […] donde están mis raíces/ de donde están saliendo los frutos dulces…” (p. 56). Aparece signada por una pobreza irradiante que a ratos se vuelca hacia el dolor y el sufrimiento en una tierra “cansada de sufrir/ [que] se echa a andar por todos los caminos” (Ídem).
Y por último, en textos como “Cotidianas”, la contramemoria se torna tránsito de lo común a lo extraordinario, de lo individual a lo colectivo, de la tristeza a la alegría, de la vida a la muerte, de la noche al día y viceversa:
[…]
Pero he aquí que te estremece un sobresalto y dices
y qué si estamos peleados a vida con las cosas
únicamente a muerte con la muerte y hay que amar
y sales a caminar por el pueblo calletriste a ver
qué de nuevo sucede en el parque en el planeta.
Un día saltas de tu cama al mundo
y en medio del salto ves el mundo y cantas.
[…]
(Ibídem, p. 65)
El libro Arte arcaico es un gran paisaje donde la memoria resulta exaltada y superada. El pretérito reaparece constantemente no solo como punto de partida, sino como apoyo para superarlo. Ese ejercicio contradiscursivo apela al extrañamiento, a la creación lexical, a la nominalización constante; también al sarcasmo, a la oblicuidad de la vivencia desde la imago potens que reclamaba Lezama. Se trata, entonces, de un arte verdadero, aun cuando diste de ser intransigente, plausible, fanático, tal cual veía Stevens el arte moderno. Supremo y difícil arte arcaico de re-construir las ruinas de la infancia. Supremo y difícil arte arcaico de colmar los pozos de la memoria, tránsito de lo que han sido el poeta y su permanente mirada sobre el ser.
Nota:
[1] La poética de la contramemoria constituye un ejercicio constante (no privativo en las poetas), una forma de construir imaginarios, contenidos, para denunciar herencias mancas y revertir los moldes de una tradición (ya sea personal o colectiva) impugnando la memoria. Aquí no hay producción de verdades otras, ni desautorización de la tradición o del pretérito; sino un choteo, un acto burlesco, una risotada contra la inmanencia e inalterabilidad del pasado. Para profundizar, véase: Hilando y deshilando la resistencia (pactos no catastróficos entre identidad femenina y poesía), ed. Casa de las Américas, La Habana, p. 145).
Datos de la autora:
Yanetsy Pino Reina
(Sancti Spíritus, 1977). Escritora, profesora universitaria, editora e investigadora. Licenciada en Letras y Doctora en Ciencias Literarias. Entre sus libros más conocidos tanto dentro como fuera de Cuba, está Hilando y deshilando la resistencia (pactos no catastróficos entre identidad femenina y poesía), editorial Casa de las Américas, La Habana, 2018, Premio Casa de las Américas 2018 en Estudios sobre la Mujer. Es miembro de la Uneac y de Honor de la AHS.
Compás #3: Santiago: cuna de la música (+Galería y programa)
Santiago de Cuba atesora un patrimonio musical extraordinario, y no se trata de una exaltación a ultranza, hay muchos argumentos tangibles para demostrarlo. El espíritu alegre del santiaguero brota al compás de la buena música.
Esta ciudad es indudablemente manantial de la cultura afrocubana, desde donde bebe el jazz que cultivan hoy nuestros músicos, presentes en la octava edición del Festival Jazz Namá. Evento que desde el pasado día 25 y hasta este 28 de febrero reúne a exponentes del género dentro y fuera de Cuba.
Las tres jornadas que han transcurrido del Festival demuestran que en esta edición, el evento trae al escenario virtual una combinación explosiva de artistas consagrados y jóvenes músicos. Del patio, con sus “santiaguerías”, se presentaron los prometedores artistas José Ernesto González, Giselle Lage Giln e Iván Sánchez Guardiola, excelentes exponentes del género.
Desde el principio apoyó la idea y obsequió a los organizadores del evento el tema challenge del Festival, Alias “Proyecto VT”, José Ernesto González Ulloa, de origen santiaguero radicado en La Habana; es graduado de nivel superior de viola y violín, y domina también el piano. Con la experiencia de haber tomado cursos de improvisación de jazz y de música electrónica, son estos los géneros de su preferencia, además de los ritmos cubanos.
Limpieza y serenidad en sus interpretaciones describen a Giselle Lage Gil, joven cantante, compositora y pianista santiaguera, quien “adereza con su voz una ciudad; en el piano conquista el silencio y nos devuelve sus melodías como un regalo, como una sublime confesión de que la belleza aún existe”. Así nos la describe el periodista Jorge Albear Brito.
El Iris Jazz Club fue el escenario propicio para que la figura femenina del evento capturara para la eternidad su música en una cápsula promocional Jazz Namá Plus y nos deleitara, después de tanto tiempo de confinamiento, de su dulce voz y su intensidad al piano, como una caricia necesaria. Sorprendió al cierre del concierto, con una canción musicalizada por ella y compuesta por su madre (Sara Gil), sobre el amor en tiempos de distanciamiento social.
Abrazando su saxofón me asegura que vive por ella… y es que la música es la protagonista de las mayores y mejores emociones de su vida, guía sus días y ocupa todo su tiempo y talento.
Músico instrumentista, compositor y arreglista es el joven Iván Ariel Sánchez Guardiola, integrante y director del grupo Influencia de Santiago de Cuba. Ha compartido escenario con reconocidas figuras del Jazz cubano… y como parte del programa online del Festival Jazz Namá, disfrutamos de su improvisación sobre el tema challenge del encuentro y un material audiovisual, donde ofrece algunas valoraciones sobre el evento.
No hay duda que la música cubana es especial, tiene un sabor y un ritmo único. La música es un componente esencial de la espiritualidad del cubano. En su sangre corre una mezcla de aborigen, español, africano, mulato. De ella heredamos una cultura mestiza que se caracteriza por el arraigo a las tradiciones artísticas, firme bastión de esa identidad que siempre cultivaremos.
¡Sé bendito, Hombre de mármol!
La historia de Cuba, entre sus muchos héroes, ha perpetuado un nombre: Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo. Justo cada mes de febrero Cronos trae a la memoria el aciago recuerdo de su muerte, aquel 27 de febrero de 1874, el día que abandonó el espacio terrenal y que comenzó a vivir para siempre en la memoria del pueblo cubano. Han transcurrido desde entonces 147 años.
Un Martí para ahora mismo
José Martí constituye referencia ineludible para el pensamiento patriótico y revolucionario cubano. Hasta el presente, su ideario se manifiesta como plataforma desde la cual repensar los dilemas de la nación y el orbe. La apuesta martiana por la construcción de una sociedad garante de la dignidad plena de los seres humanos resulta una aspiración que –cual horizonte– nos conmina a avanzar.
De cara a los retos de hoy, seis aristas de la reflexión del Apóstol devienen soportes para aquellos abocados a la continua apuesta por una Cuba y un mundo mejor. Su inserción dentro del llamado pensamiento electivo, la irrefrenable búsqueda de la unidad bajo principios compartidos, la autoconciencia nuestraamericana y su beligerante oposición a la proyección hegemónica de los poderes imperiales han de acompañarnos en la lucha cotidiana.
Martí supuso la cúspide del electivismo cubano, movimiento filosófico que desde las postrimerías del siglo XVIII impulsó la conformación de un pensamiento propio en la Isla, a partir de adaptación crítica de los referentes foráneos y de la construcción de respuestas singulares a los problemas específicos de la realidad insular. Para el Maestro, solo el ejercicio intelectual nacido de nuestra universal autoctonía franquearía el acceso a los propósitos de plenitud soñados. Hoy que buscamos modelos para enrumbarnos, no debemos pasar por alto esa alerta.
En paralelo, la prédica martiana encontró otro de sus nortes en la cristalización de la unidad entre los cubanos de buena voluntad. La meta de la independencia y posterior consumación de la república plena requería el modelaje de una amplia coalición de fuerzas, capaz de articularse bajo presupuestos programáticos y de principios. Los retos de la Cuba de hoy exigen de nosotros justo lo que el héroe de Dos Ríos subrayara en el ya lejano siglo XIX. La Revolución que ha de revolucionarse será exitosa en tanto exprese la pluralidad de la nación y denote su capacidad para actuar como un proyecto unitario de pretensiones holísticas.
Dentro del legado de ese cubano de excepción al que hoy rendimos tributo destaca, igualmente, su sentido de unidad continental. Martí pensó en clave nuestraamericana, es decir, concibió un proyecto enfocado en los problemas que enfrentaba el vasto universo que discurre del Bravo a la Patagonia. Esta concepción ancló en la identificación de una historia e identidad comunes que, sin desconocer las particularidades, permitía soñar con un destino compartido. Dicho sueño común veía reforzado su sustento en la identificación de un claro antagonista que, desde su agenda de dominación, trabajaba en pos de fragmentarnos. Justo en esta hora que vivimos, los factores que nos unen siguen mostrando su vigencia, al tiempo que el enemigo esencial continúa siendo el mismo.
Como es sabido, el pensamiento del Héroe Nacional se erige como precursor del ideario antiimperialista. El diagnóstico martiano acerca de la configuración interna de las sociedades del Norte global y de la proyección hacia el Sur del capitalismo maduro de las naciones imperiales conserva vigencia en más de un sentido. En la tarea siempre urgente de definir la lógica de funcionamiento del sistema capitalista, Martí resulta un gran aliado. Solo desde la disección analítica de nuestro enemigo podremos construir la alternativa civilizatoria que el Apóstol identificó como único camino para la consumación de la justicia.
Frente a los grandes dilemas que tocan a nuestra puerta, Martí nos acompaña. Está a nuestro lado en la lucha por un futuro de total emancipación. Nos toca pues aprender del veterano guerrero, beber de sus consejos, hacer propio su método y lanzarnos a crear, a construir, a fundar.
El hombre como pasión inútil
El hombre es una pasión inútil
Jean Paul Sarte
El poemario “Restos”, del escritor espirituano Ariel Fonseca Rivero, fue publicado por Ediciones Luminaria en el 2018. Se trata del primer poemario de este autor, quien anteriormente tenía un recorrido en ascenso como narrador de prosa infanto-juvenil y para adultos.
Como parte de la colección Verja, este cuaderno consta de 41 páginas y varios textos cortos en los que la mutilación, la pérdida y el vacío constituyen sus direcciones conceptuales fundamentales. Estructurado en tres partes: Uno, Dos y Tres, el autor consigue una búsqueda estética de lo sucio, de lo que históricamente se ha entendido como feo, lo desvalido, las asimetrías y el despoblamiento del ser a favor de la nada.
El primer capítulo, Uno, a la luz de un exergo de Marcelo Morales Cintero que devela el sentido del libro, reúne 10 poemas, iniciados por un texto enteramente contemplativo: “Sentado en el parque descubro restos de una mariposa”. A partir de este momento comienza una cadena de ideas, imaginarios, acciones y sucesos existencialistas en todos los versos, entendiendo cómo el ser se relaciona consigo mismo mediante una relación constitutiva de su propio ser. Esa idea del existencialismo sartreano de que “no hay una esencia fija e inmutable sino solo un proyecto, una pura posibilidad, pues cada individuo se hace mediante sus propias decisiones y su única finalidad es la muerte”.
El segundo capítulo, Dos, atañe a la relación memoria/vacío con 10 poemas, cuya apertura se concreta con un formidable texto “No sé escribir”. En esta parte, la cotidianidad no es la vida, ni el entorno ni la realidad, sino el marco donde el ser humano se coloca ante su propio ser y se hace responsable de sus decisiones, aun de la defenestración de sí, el abandono final que tiene lugar en las emociones y experiencias reunidas en el capítulo Tres.
La ética existencialista basada en esta responsabilidad de asumir las decisiones, incluso las más crueles y desgarradoras constituye el centro conceptual del libro. Son 29 poemas cortos, sin grandes complejidades estróficas o rítmicas, rebuscamientos lingüísticos y con alta narratividad, imaginarios existencialistas y desvaríos sicóticos entre el yo, el tú y la existencia.
Se trata, en fin, de “restos” de humanidad, ni confesionales, ni memoriosos, ni denunciantes. Son más bien trazas, huellas laceradas por abandonos, ausencias, pérdidas y circunstancias capaces de mutilar incluso la sucesión de los días y el posible sosiego de la nada.
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Datos de la autora
Yanetsy Pino Reina (Sancti Spíritus, 1977). Escritora, profesora universitaria, editora e investigadora. Licenciada en Letras y Doctora en Ciencias Literarias. Entre sus libros más conocidos tanto dentro como fuera de Cuba, está Hilando y deshilando la resistencia (pactos no catastróficos entre identidad femenina y poesía), editorial Casa de las Américas, La Habana, 2018, Premio Casa de las Américas 2018 en Estudios sobre la Mujer. Es miembro de la Uneac y de Honor de la AHS.
Alpidio Alonso: la obra cultural de la Revolución Cubana es innegable
El ministro de Cultura de Cuba, Alpidio Alonso Grau, dijo este jueves en el espacio televisivo Mesa Redonda que la obra cultural de la Revolución es innegable y que no se puede aspirar a entender qué cosa es la Revolución Cubana sin saber qué ha sido su política cultural y educacional.
Al comparar “lo que era este país, de más de un millón y medio de analfabetos y semianalfabetos, con el país de hombres y mujeres preparados de hoy, de más de un millón de universitarios, sembrado de instituciones culturales desde una punta a la otra, de bibliotecas, de museos, de librerías, de salas de teatro y de cine, de escuelas, de universidades”, aseguró el titular que se tienen razones para celebrar.
En ese sentido, Alonso Grau habló de la campaña de acciones que prevé el ministerio durante este año para festejar “por todo lo alto” los 60 años del discurso pronunciado por Fidel Castro en junio de 1961, conocido como Palabras a los Intelectuales.
De acuerdo con el también poeta y editor, este es un discurso fundador, del que se dice nace simbólicamente la política cultural de la Revolución, “ahí están las ideas fundamentales, los principios de todo lo que se ha hecho”.
Según destacó, se quiere que la conmemoración sea una fiesta, “porque tenemos que sentirnos orgullosos de la política cultural que tenemos, que no es perfecta, mucho menos cuando tiene que hacerse en las condiciones que se ha tenido que hacer, que han sido de trinchera”.
Con respecto a los ataques de los que ha sido víctima la cultura cubana y sus instituciones en estos últimos tiempos, el ministro declaró que estos chocan contra ese espíritu de participación, contra el trabajo de los escritores y artistas, del movimiento artístico cubano revolucionario, contra la verdad y la obra cultural de la Revolución.
Se ha estado ignorando lo que ha significado el trabajo de las instituciones culturales, lo que significan la UNEAC y la AHS como canales y espacios para el debate con las instituciones sobre los temas inherentes a la política cultural, manifestó.
Se quiere invisibilizar esa obra, se ha ignorado la complejidada del arte que nosotros auspiciamos y por eso atacan las instituciones, porque sin ellas sería imposible hacer todo lo que hacemos, el nivel de cobertura y de respuesta que se da a las expectativas culturales de la población, lo que significan para mantener una dinámica cultural como la que tenemos, continuó el ministro.
Por eso, enfatizó, se va a celebrar todo el año el aniversario de Palabras… junto a los 60 años de la UNEAC y los 35 de la organización de los jóvenes y artistas.
Sin la cultura sería inconcebible el proyecto socialista nuestro, por eso es que la están atacando, se quiere fracturar la unidad entre nuestros escritores y artistas y las instituciones nuestras, se quiere fracturar la unidad entre la vanguardia artística y la vanguardia política que se gestó durante todos estos años, se quiere fracturar nuestra identidad, resaltó.
Alpidio Alonso dijo que se sabe bien lo que significa la voz de nuestros intelectuales, «la onda expansiva que genera una opinión de un intelectual y por eso están tratando de atacar la cultura».
Pero contamos con la vergüenza de nuestra gente, con el patriotismo demostrado por nuestros escritores y artistas, por el compromiso que se ha visto en este último año de trabajo que ha sido extraordinario, destacó.