homenaje
En la cima, la virtud
Es 2024 y otra vez jóvenes de la Asociación Hermanos Saíz se disponen a subir la elevación más alta de Cuba, el Pico Turquino, a 1974 metros sobre el nivel del mar. Para quien escucha esa cifra pensará en casi dos kilómetros de camino, pero representan 13, desde Bartolomé Masó en Granma.
Subir el Turquino representa cumplir con retos personales, encontrar la satisfacción de quien llega a la cima de esta Isla, conocer, mientras tanto, su naturaleza. Subir el Turquino, en grupo, es otra cosa.
Para los jóvenes de la AHS significa el homenaje a Martí debajo del busto que colocó Celia Sánchez con su padre, Manuel Sánchez, y pobladores de la zona; el tributo de generaciones de cubanos al Apóstol, por las ideas que iluminaron toda una Revolución.
También simboliza la admiración a Fidel Castro y a los hermanos Luis y Sergio Saíz, jóvenes que murieron con la edad de 17 y 18 años, respectivamente. La edad de quien cursa hoy el onceno o duodécimo grado de preuniversitario. Sí, porque, a veces, un número no nos muestra tan cerca la realidad.
A ellos, quienes tuvieron la madurez suficiente para enfrentarse a los militares de la dictadura de Fulgencio Batista y fueron miembros del Movimiento 26 de Julio, se encuentra dedicada la jornada que culmina, precisamente, el día de sus asesinatos, 13 de agosto, en San Juan y Martínez.
La primera parte de este periplo-homenaje fue en Oriente. Un recorrido por distintos sitios de la historia guió a artistas de la Asociación por la provincia de Granma.
Lugares a los que el pasado llama, para revelar matices que no cuentan los libros de historia. Dos Ríos, escenario de la caída en combate de José Martí; y la casa natal de Carlos Manuel de Céspedes y su ingenio La Demajagua, donde el 10 de octubre de 1868 proclamó la libertad de sus esclavos, fueron los destinos explorados por la novel vanguardia de creadores, quienes se acercaron a otras facetas de los héroes, a una visión más humana.
Antes de comenzar el ascenso, el grupo de entusiastas llegó a la comunidad de Bartolomé Masó para entregar lo que llevan por dentro y les da razón a sus vidas: arte. La sorpresa fue grata cuando ya la alegría y el talento los esperaba a ellos. El grupo Colorimágico, integrado por niños de la zona montañosa, tenían preparado un espectáculo desbordante de música, danza, declamación y muchas sonrisas.
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Después de dos días en Granma, comenzaban el ascenso desde el campamento Altos del Naranjo hasta el kilómetro 8. Algunos ya habían vivido la experiencia y alertaban a otros de los cuidados que se debían tener.
El primer tramo auguraba caminos complejos de transitar, grandes elevaciones que se traducirían en subidas y bajadas, contrario a lo que algunos pensaban de un camino de única subida y, luego, solo de bajada. Iban bordeando serranías. El principal impulso era llegar a la cima y no saberse solo en el proceso.
Iniciaron de madrugada, cuando aún las primeras luces del alba no llegaban a este hemisferio. El tiempo apremiaba y sería difícil para los que no contaban con una preparación física adecuada. La falta de iluminación hizo que los primeros kilómetros se anduviesen en grupos más amplios para aprovechar las linternas de los pocos que tenían.
Escribió José Martí que “subir montañas hermana hombres”, y nunca imaginó que, en la escalada hasta el Pico Turquino, rumbo a honrarlo, nacerían lazos de camaradería, de verdaderas fraternidades, entre quienes que se juntaron para esta aventura, marcada por convicciones profundas, donde el arte prevalece sobre ideas políticas o creencias religiosas.
A medida que se avanzaba, cada uno iba quedando a su paso o el de algún amigo con el que transitaba. En puntos específicos de la extensa geografía hacían una parada para descansar, beber agua y alimentarse. En esos instantes, se conocían personas a las que el tiempo no había dado oportunidad de hacer coincidir por el apretado programa de actividades.
Los senderos empinados fueron superados por los paisajes que rodeaban aquellas montañas y la naturaleza que en ellas habitaba. Para quien vive en la ciudad resulta una experiencia extraordinaria ver las primeras luces del día entre las nubes que se colaban en estas prominencias, con la banda sonora de aves. Ahí, natural, muy parecida a esas que algunos han escuchado solo en películas.
El clima del Turquino hace que crezca una flora peculiar, como la orquídea más pequeña del mundo, u otros tipos de flores, hortensias y mariposas por doquier.
Habían salido desde las 4:30 de la mañana del 7 de agosto. Un poco después del mediodía ya estaba todo el grupo en el campamento Santo Domingo, ubicado en el kilómetro 8 del ascenso. A pesar del cansancio que podían llevar algunos, esa tarde se grabaron escenas para un documental, se conversó sobre la realidad de los jóvenes artistas, las problemáticas que enfrentan y cómo desde su arte dar solución o mejorar aspectos de la vida que superan lo material.
Fue una tarde en la que el grupo se unió más, de cantar alrededor de una fogata, de comer rápido para que otro pudiera utilizar la vajilla y los cubiertos. Ese día ya no era un grupo de más de 40 jóvenes, eran los hermanos del Ascenso al Turquino 2024 de la AHS.
El “de pie” del 8 de agosto fue a las 2:30 de la mañana. Había que desayunar y alistar todo para concluir los cinco kilómetros de ascenso y luego descenso. Al fin llegarían a la cima aquellos soñadores que se habían propuesto llevar su arte a lo más alto de Cuba.
La música, la poesía y la décima llegaron con los primeros rayos del sol. Se habló de la historia de la organización, de su vínculo con Fidel, de aquella noche en que murieron Luis y Sergio Saíz baleados por militares del gobierno de Batista. Yasel Toledo, periodista y escritor, presidente nacional de la AHS, contó sobre el dolor de la madre que perdía a “sus muchachos”, del padre juez, de la obra completada y la que estaba en construcción.
Solo tenían 17 y 18 años aquellos hermanos rebeldes. Para ellos fue este homenaje, la canción de Amaury, las décimas del Kíkiri y Adriana, la prosa de Gabriel, el performance de Luis Enrique y el documental de Claudio, Tito, Miguel y Zunzún.
Jóvenes artistas ascienden al Turquino por Fidel y los hermanos Saíz (+video)
Jóvenes creadores de varias provincias e integrantes de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) ascendieron al Pico Turquino, ubicado en a unos 1794 metros sobre el nivel del mar, en la Sierra Maestra.
Los jóvenes artistas llegaron hasta el monumento del Héroe Nacional José Martí, donde reafirmaron la fidelidad a las ideas del más universal de los cubanos y al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
Yasel Toledo Garnache, Presidente Nacional de la AHS, dijo que el ascenso al punto más alto de Cuba forma parte de la jornada que desarrolla la organización, en homenaje al aniversario 98 del natalicio del Líder Histórico de la Revolución Cubana y al 67 aniversario del asesinato de los jóvenes revolucionarios Luis y Sergio Saíz Montes de Oca, por la tirania batistiana.
Las actividades incluyeron visitas a lugares históricos, como Dos Ríos, La Demajagua, además de la realización de actividades comunitarias, que concluirán el próximo 13 de agosto en la casa donde vivieron los hermanos Saíz, en el municipio pinareño de San Juan y Martínez, donde se le rendirá homenaje.
La AHS agrupa de forma selectiva a escritores, investigadores y artistas menores de 35 años.
Homenaje a Eduardo Heras León desde Santiago de Cuba
El Centro de Promoción Literaria José Soler Puig acogió este fin de semana el homenaje de escritores santiagueros al Premio Nacional de Literatura Eduardo Heras León, escritor, periodista, editor y crítico de arte cubano, fallecido el pasado 12 de abril en La Habana a la edad de 82 años.
Sobre la iniciativa surgida en el seno de la filial provincial de la Asociación Hermanos Saíz en Santiago de Cuba, comentó María de Jesús Chávez Vilorio, miembro de la sección de Literatura, Crítica e Investigación.
“Teníamos que hacerle un homenaje al profe Heras porque en la actualidad muchos de los escritores santiagueros somos fruto de su magisterio”. En otro momento precisó, “no pudimos asistir a la despedida en La Habana por la lejanía, pero aquí estamos en este espacio que tiene como objetivo honrar su memoria”.
Eduardo Heras León fue fundador del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, institución que dirigió por más de 20 años y en la cual se han formado varias generaciones de escritores, entre ellos Yunier Riquenes García, uno de los coordinadores de la plataforma Claustrofobias Promociones Literarias, quien afirmó que “recordarlo desde nuestra ciudad era algo necesario, sobre todo porque cuando se habla de narradores santiagueros, hay varios formados en este Centro, de ahí que le debíamos el homenaje no solo como el maestro que fue, sino también como ser humano, ese que nos enseñó a vivir y a creer un poco más en la literatura”.
Gizeh Portuondo igual recuerda con mucho agrado sus clases en el “Onelio”, que le ayudaron a descubrir y a encauzar su vocación como escritora enfocada en la literatura como un todo. “Su obra seguirá conquistando los corazones de quienes acudan a ella”, afirmó.
Por su destacado quehacer literario, Eduardo Heras León recibió varios premios y condecoraciones, entre ellas la Distinción por la Cultura Nacional, la Orden Félix Elmuza, la Medalla Alejo Carpentier, la Réplica del Machete del Generalísimo Máximo Gómez, el Premio Maestro de Juventudes que otorga la Asociación Hermanos Saíz, y los premios nacionales de Edición en 2001 y de Literatura en 2014.