Guerras de Independencia
José Martí, un guerrero de todos los tiempos (+ Dossier)
La imagen más habitual de José Martí, Héroe Nacional de Cuba, suele ser la de un poeta, un intelectual, acostumbrado a discursos y escribir, especialmente durante horas de la noche. Algunos hasta han intentado presentarlo como hombre incapaz de soportar las exigencias de una contienda en la manigua. Pero el Apóstol de la Independencia era un verdadero guerrero. ¡Qué nadie lo dude! Durante toda su vida libró guerras, luchas constantes en las que nunca cedió.
Muchos fueron los desafíos que enfrentó durante sus 42 años de edad, demasiadas las críticas y privaciones, lo dolores de diversos tipos, las heridas en el alma, pero siguió fiel a sus principios. Solo alguien con enorme fortaleza mental y física podría enfrentar tantos molinos, y mantener su alma poética, la pureza de sus ideas y acciones, la confianza en la verdad y el sueño de Patria.
Nos parece verlo encarcelado con apenas 16 años de edad en las Canteras de San Lázaro. Desde la madrugada, trabaja y arrastra cadenas y grilletes por un pedregoso camino, excava y desbarata piedras a golpe de pico. Aquello le provocó lesiones en los tobillos y la cintura, por el roce del grillete. Eso le afectó su caminar y le generó dolores para toda la vida. Desde muy joven sufrió de lesiones en su piel y de un sarcocele (tumor de testículo, de tipo quístico), como consecuencia del roce constante de la cadena en el Presidio, del cual fue operado al menos en cuatro ocasiones.
Padeció también sarcoidosis, detonante de otras afecciones del tracto digestivo, respiratorio y cardiovascular. Sufrió, además, laringitis aguda y en más de una ocasión los médicos le recomendaron reposo absoluto de voz, pero era mayor su voluntad, y respondía: “Cuba no puede esperar”. Ahí están también las tristezas del exilio, la lejanía, las incomprensiones de la familia, las tormentas con su esposa Carmen Zayas Bazán, la separación de su hijo amantísimo, los disparos verbales de muchos…
A pesar de todo eso y otras lesiones del alma continuó incesante a favor de una Cuba totalmente independiente. En la preparación de la Guerra de 1895, superó con inteligencia y carácter diferencias con grandes jefes militares, como Antonio Maceo.
Su aporte como principal organizador de la Guerra de 1895 es incuestionable, con una visión integradora en cuanto a estrategia y unión de las generaciones participantes. Cada uno de sus discursos previos es fuente de civismo y claridad política. La creación del Partido Revolucionario Cubano y el periódico Patria también favorecieron las posibilidades de éxito.
En esos preparativos y en la concepción de la lucha demostró también tener un pensamiento militar fruto de análisis de otras experiencias, como la resistencia aborigen a la conquista española, las guerras de independencia de Hispanoamérica, La Guerra de los Diez Años, la Guerra de Independencia de las Trece Colonias, la Guerra de Secesión en los Estados Unidos (1861-65), la Guerra Chiquita, el plan Gómez-Maceo, la guerra de independencia española contra la invasión napoleónica y la guerra franco-prusiana. Se nutrió también de conversaciones con patriotas de contiendas anteriores, como Máximo Gómez, Antonio Maceo y Flor Crombet. Era un estudioso constante.
En su corazón palpitaba el deseo de pelear con los fusiles y las balas, sentir el volcán del campo de batalla. Va sobre su caballo, resuenan los disparos…, pero él sigue de manera impetuosa. Todavía parece cabalgar, con ese coraje indefinible.
Incluso, ahora 126 años después de su desaparición física, Martí continúa siendo un guerrero muy actual. Algunos repiten frases suyas, mencionan su nombre, hasta se atreven a decir cómo actuaría hoy ante determinados hechos, pero la verdad es que nuestro Héroe Nacional jamás traicionaría su amor verdadero a Cuba, su dignidad y antimperialismo. Debemos mantenerlo muy vivo junto a nosotros, palpitante, como parte esencial del corazón de esta nación y su pueblo.
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Martí nos enseña el camino del bien
Por Doctor en Ciencias Históricas Pedro Pablo Rodríguez
¿Vieron todos en la televisión los personajes que les echaron la sangre a los bustos de Martí? Hay uno de ellos, que dice que él lo hizo porque el otro vino y le dijo que tenía una “pinchita” para ganar dinero. No sabemos cuánto.
Estas personas no tienen realmente ni la menor idea de quién es Martí, no lo sienten, no comprenden su dimensión. Solo así se entiende un poco que hagan semejante cosa.
Entonces yo pienso: ¿y cómo es posible que en Cuba, con todo lo que hablamos de Martí y todo lo que se publica y se hace, pues haya personas que, como esas, no conozcan la obra ni las esencias de José Martí, no sientan suficiente admiración y respeto?
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La política para Martí: Un asunto del alma
Por Lil María Pichs Hernández
Gracias por la invitación a este espacio. Deseo comenzar con referencias al texto de Cintio Vitier José Martí en la hora actual de Cuba, escrito en 1994, el cual me parece vital para entender fenómenos de aquel momento y el presente. El engranaje social no funciona todo lo bien que debería. La fórmula martiana “con todos y para el bien de todos” no ha llegado a todos los que tiene que llegar en nuestro país, y son, efectivamente, la educación y la cultura campos esenciales para revisarnos como país.
Es en el campo de la cultura donde Cintio ubica la solución a muchos de nuestros problemas. Y, de hecho, hace una comparación entre la Campaña de Alfabetización de 1961 y la nueva campaña de alfabetización o de culturización que haría falta entonces en 1994, según sus palabras.
Dijo Cintio entonces: “La campaña de alfabetización martiana que ahora necesitamos, en un pueblo que ya sabe leer y escribir, y que ha alcanzado niveles científicos admirables, pero que en su mayoría desconoce más su historia y por lo tanto el argumento de su propia vida, es una campaña de espiritualidad y de conciencia. Hoy nuestro mayor problema espiritual, sin excluir los campos, está en las ciudades, y la ignorancia que hay que remediar es de otra especie, es en verdad la ignorancia de sí mismos, de la propia historia, de la propia naturaleza, de la propia alma.”
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Martí en nuestros días, ¿un diálogo con el pasado?
Según Gabriela Mistral, Martí es un clásico sin sombra de vejez. Quien accede a su obra, independientemente de su formación académica, queda seducido por ese verbo proteico, profundamente poético, y portador, a la vez, de los más altos valores humanos. La hondura de su pensamiento, la riqueza de sus reflexiones, motiva al análisis histórico, filosófico o político. Siendo un hombre de su tiempo en toda la extensión de la palabra, Martí es un hombre para todos los tiempos.
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Un Martí para ahora mismo
Por Dr.C Fabio Fernández Batista
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José Martí, un símbolo en disputa
Por Yasel Toledo Garnache
Aquiles Jorge: conversación con un rockero mambí
Aquiles Jorge Rabaud es un creador inquieto. Guitarrista concertista de formación asume diversos conceptos en su quehacer. Quienes siguen sus presentaciones en la santiaguera urbe son testigos de las presentaciones a guitarra clásica que de conciertos rockeros acompañado por algún formato para la ocasión. Gusta también de aliarse a jóvenes cantautores, artistas de la plástica, poetas, actores y hasta historiadores.
Su visión como creador comienza por su instrumento y pasea otros intereses como la promoción de la historia y la cultura del territorio, la protección medioambiental con el Bridge Proyect y la integración con varias expresiones artísticas. Como compositor atesora piezas para música incidental y varias para guitarra de concierto. Ha escrito para documentales, videos, reportajes y dos películas. Es fundador de la AHS y el Proyecto Nacional de la misma. Su obra le mereció galardón en el Festival Los Días de la Música en La Habana, Premio Caracol, y lauros por su música para teatro entre otros.
Aquiles Jorge se reta a sí mismo en cada una de sus presentaciones que son de las más asiduas en la ciudad. Contra los apremios del hoy mantiene su hacer lo mismo que mambí contemporáneo. Es de esas personas que admiro y decidí esta vez el café virtual con él.
Tienes una formación académica como guitarrista concertista. Tus estudios acontecen entre el Conservatorio Esteban Salas y en Instituciones de La Habana con prestigiosos maestros. Háblame de tus procesos en el estudio del instrumento.
Comencé el estudio de las Artes Plásticas en la Academia Hermanos Tejada y después cambié para la música por mi amor a los Beatles y Paco de Lucía. Matriculé en el Conservatorio Esteban Salas en la especialidad de guitarra. Obtuve varios premios provinciales en las ediciones del concurso Amadeo Roldán hasta que con el premio nacional obtengo la beca en la Escuela Nacional de Artes en la capital. Allí tuve la oportunidad de tener como pedagogos a Martha Cuervo, Victor Pellegrini y Aldo Rodríguez, además de las clases magistrales de destacados maestros como Leo Brouwer, Alirio Díaz, Robert Aussell, Costas Cotsiolis entre otros.
De mis estudios en Santiago destaco la influencia de mis profesores Fernando López Bello, Francisco Rosa y Pedro Rodríguez en especial, quien me estimuló al virtuosismo técnico, típico en los adolescentes. El maestro Pedro me mostró la obra de Tárrega, Albéniz, Falla, Villalobos, en adelanto a mi nivel en ese momento.
Hay en ti una vocación pedagógica que se encauza en tu experiencia docente en la Escuela de Música Laureano Fuentes, y también en cada clase didáctica o taller que haces de cada una de tus interpretaciones. ¿De dónde te llega esta necesidad de trasmisión del conocimiento?
Al tener la oportunidad de acceder a tan buenos maestros se impregnó en mí el don de la pedagogía. Años más tarde descubrí la obra de José Martí, más allá de las tímidas clases escolares. En apariencias no tiene relación con la pedagogía de la música, pero el pensamiento de los genios es aplicable a todos los oficios y profesiones en la vida.
Me percaté que mediante explicaciones y el ofrecimiento de sencillos datos de autores y piezas en mis presentaciones despertaba la curiosidad de la audiencia, quienes manifiestan interés por los temas después de cada concierto. Esto conlleva una duplicidad en el estudio pero proporciona mucha felicidad en mi carrera; también genera polémica ante detractores, los menos, al brindar información que no aparece a simple vista. Los conocimientos los adquiero tras arduas investigaciones o por fuentes orales a través de historiadores, pedagogos y músicos.
¿Qué fueron el grupo Calibán y Teatro Danza del Caribe en tu trayectoria profesional?
Las Artes Escénicas fueron el escalón para alcanzar el desarrollo artístico que va más allá de ser músico. Significaron la oportunidad de componer música para teatro, danza y ballet. Nunca lo había hecho, pero la guía de Norah Hamze y Eduardo Rivero me enfocaron de tal manera que todo fluyó como si hubiese tenido estudios de composición, cuando solo lo hago de forma intuitiva, sin reglas ni conocimientos técnicos que a veces no te permiten desarrollar el arte al estar sometido a cánones estrictos.
En otros casos se convierte en falta de originalidad al perder la autenticidad y ser parte de una especie de mimetismo sonoro, como el que sucede en la actualidad, que no se puede identificar quién toca, canta o pinta, porque todo es muy parecido o igual.
Hay en tu obra una especie de duelo entre tus facetas como concertista y músicas de otros géneros o corrientes alternativas como el rock y la fusión. ¿Cómo haces para que convivan en el diario quehacer diferentes intereses y ser pródigo en tus creaciones?
Creo que la escucha de géneros tan diversos, que van desde la música clásica, folclórica, flamenco y música exótica de todo el mundo creó un universo sonoro muy ecléctico dentro de mí que a veces es incomprendido por algunos que no están abiertos a nuevas formas de expresión y preguntan: “¿pero eso qué es, clásico, concertante, rock?” Yo les respondo: “Mi música”.
La improvisación es gran parte de mi obra, la que más disfruto. El hecho de desarrollar un tema, lo hacía Bach, Mozart, Beethoven, Liszt, todos los grandes y son ellos a quienes yo miro. Voy al original siempre, la base, los primeros. Muchas veces me ha sucedido que al decir “voy a improvisar” en TV, Salas de Conciertos, Actos, ¡se horrorizan! Entonces invento un título al momento para que no se asusten cuando en realidad estoy improvisando. La obra es efímera, no existe y es irrepetible. Eso es lo que más me gusta.
Escucho toda la música del mundo que cae en mis manos y después de tantos años uno desarrolla cierto nivel técnico que te permite el salto de un género a otro, lo que implica cambios en la técnica del instrumento o el propio instrumento en sí, como es el caso de la guitarra eléctrica, el bajo, la guitarra de doce cuerdas, guitarra Folk y la clásica, la mandolina entre otros.
La guitarra eléctrica por ejemplo tiene muchas formas de ejecutarse en dependencia del género que toques. El Blues requiere técnica primitiva. El sonido debe ser muy orgánico y la forma de agarre de la púa también, incluso provocando la suciedad de la interpretación porque al hacerlo surten efectos sonoros con ambas manos que son característicos del género. Recuerda que surgió de personas sufridas, explotadas, sin ninguna preparación y esto es lo que le da el verdadero toque o “Groove” al Blues. Si lo tocas limpio y bonito no saldrá, no tendrá sabor.
Otro caso es el Hard Rock y Heavy Metal. El primero es un poco más desarrollado pero todavía conserva la esencia de la escala petatónica, lo primitivo y la escala. El Heavy Metal requiere de virtuosismo total en la ejecución y el dominio de más escalas, la articulación del fraseo y el uso de nuevas técnicas como el Tapping o Hammer, que requiere de ambas manos como si fuese un piano la guitarra, además de la forma de percutir las cuerdas en el diapasón de la guitarra.
El flamenco aunque se interpreta con la guitarra acústica muy parecida a la clásica, no es lo mismo, la posición de la mano derecha, el dedo pulgar, el limado de las uñas, la articulación del fraseo si improvisas y las guitarra no es igual a la clásica. Se usan, maderas y diseños diferentes y eso contribuye a que suene realmente flamenco. Entre otros géneros me gusta la música hindú que también hay que tocarla con técnica muy particular, tirando los dedos de la mano derecha como si fuese un citar, además de las escalas que te dan la sonoridad requerida. La Guitarra clásica es muy sofisticada desde el correcto limado de uñas, la técnica, el respeto a los diferentes períodos, estilos, a la partitura y la intención del autor.
En una ciudad tan caribeña y defensora de la “tradición”, ¿cuándo afloró en ti el interés por la creación rockera y la música alternativa?
(Risas) Es complicado porque debo caer en la “otrora ilegalidad” para responderte, pero lo haré porque son otros los tiempos y es parte de mi vida, además, los detractores TODOS están fuera del país. Los que me llevaban a la dirección de la escuela y me condenaron. ¡Ya pasó, Gracias a Dios! Mira, la primera vez que escuché una guitarra eléctrica, “me electrizó”, nunca mejor dicho. No sabía qué era ni cómo se llamaba aquello. Era un niño. Lo que sí tenía claro es que no quería ser como los músicos que veía en la TV. No eran un paradigma para mí y esto me trajo muchos problemas.
Vivía pegado a la radio extrajera todas las noches en los años 70’ y al programa “Perspectiva” de Radio Progreso escrito y conducido por Jorge Gómez. Ahí comprendí de qué se trataba todo, cómo aportaron no solo a la música sino al Arte Eterno, la Cultura Universal y a cambiar la sociedad y el modo de pensar siempre de forma positiva. Muy lejos a lo que muchos pensaban, no estaba reñido mi amor patrio con mi gusto estético. Luego quedó demostrado hasta hoy. Me quedé en Cuba. Ese ha sido mi mayor “Acto de Rebeldía”. Gracias a Dios ya nadie me cuestiona por mi estilo de rockero, motorista hippie con calaveras (Risas). Lo que agradezco mucho.
Cuéntame de los proyectos musicales conque a lo largo de tu carrera has dado vida a estas musicalidades otras.
De Proyectos tendré que simplificar pues son muchos. El más querido por mí se remonta al año 2006 cuyo estreno acaeció al año siguiente con el auspicio de la Alianza Francesa, Las Artes Escénicas y las Artes Plásticas. Fue la primera vez que se hizo un concierto audiovisual de esa manera, que resultó de la combinación de las pinturas animadas por computados, de los pintores impresionistas en proyección en grandes pantallas en sincronía con mi música en vivo. Cámaras ocultas detrás del escenario, efectos especiales sobre pantallas alternativas hicieron de este espectáculo algo muy novedoso para la época. Se llamó “AQUÍ…LES PEINTRES IMPRESSIONISTES”.
Otros importantes han sido “The Bridge Project” con prestigiosos músicos norteamericanos y cubanos por la hermandad entre nuestros pueblos y el medio ambiente. Mi Banda Fantasy con músicos de Canadá está en pleno desarrollo. Antes de fin de año debe ver la luz nuestro CD.
“Conciertos Martianos de Luz” es otro proyecto único en Cuba, pues se realizó por todo el país con la exhibición de objetos de alto valor histórico junto con mi concierto, donde yo intercambiaba con el público y les ilustraba acerca de la historia de Cuba. Tuve el privilegio de tener una Gira Nacional con éste.
¿Crees que tu pluralidad musical ha limitado la visión que tienen otros músicos de academia acerca del alcance o “seriedad” de tu trabajo como concertista?
Definitivamente sí, porque ellos están en una especie de burbuja y no amplían su horizonte. En el mundo es más reconocido quien muestra creatividad y originalidad. ¿Te imaginas?, hoy no hubiese muchos artistas por las mentes estrechas de otros.
Hay un concierto que considero muy importante incluso en la dinámica artística de la ciudad, el programa de rock sinfónico junto a la Orquesta Sinfónica de Oriente en junio de 2019.
Sí. Ese marcó mi quehacer porque era mi Proyecto con toda la música original, pero ya en 2003 yo había ofrecido el primer concierto de Rock Sinfónico con la Orquesta Sinfónica de Oriente, en Sala Dolores, tocando la guitarra clásica y la eléctrica con la obra de The Beatles.
Recuerdo que se agotaron las capacidades y hubo que sacar los taburetes de ensayos y colocarlos en los pasillos de la Sala, también se agotaron los talonarios de tickets y tuvieron que dejar pasar a las personas libremente. Nunca lo olvidaré. He sido privilegiado.
¿Cómo se traduce la vocación Martiana-Maceísta en tu creación?
Esto acontece a partir de la necesidad de crear obras musicales instrumentales originales que describan hechos históricos, que en ocasiones lo hacían los trovadores. Es de vital importancia porque tengo que ser creíble ante un auditorio al que le cuentas una historia que debe reflejarse en la música y yo no sé cantar, no tengo ese don, entonces la es guitarra la protagonista junto con las anécdotas.
Hay un hecho que distingue tu carrera y que trasciende la ejecución musical, y es tu permanente labor como promotor de los valores de la cultura cubana y esencias de la Patria. Repasemos algunas etapas.
Como te expresé antes, no está reñido mi gusto estético y la imagen con mi amor patrio. Tal vez esté avalado por mi sangre mambisa y la participación de mis antepasados en todas las Gestas históricas en Cuba. Desde las Tres Guerras de Independencia hasta la Juventud del Centenario. Fuimos Mambises, Rebeldes y Clandestinos, orgullo para mí.
La Peña Mambisa, en la sede del antiguo ayuntamiento, fue el más alto honor que me ha hecho la ciudad al seleccionarme para que este emblemático edificio fuese la sede de mi actividad artística.
Ronel González Sánchez: La historia como necesidad vital
Quizás, como hubiera reseñado Carlos Manuel de Céspedes el trayecto hasta San Lorenzo en su diario de campaña, el escritor holguinero Ronel González Sánchez (Cacocum, 1971) registra su recorrido hasta el histórico sitio, el último lugar sobre la tierra que estuvo el Padre de la Patria.
“Salimos el 22 de agosto de 2018 alrededor de las diez de la mañana en el ómnibus 1231 de montaña desde Contramaestre. Hasta San Lorenzo hay 48 kilómetros, pero el trayecto es arduo a través de un zigzagueante camino en mal estado que varias veces atraviesa el río Contramaestre… Recuerdo el viaje como una experiencia estremecedora. Llegamos poco después de la una de la tarde. Por una escalinata de piedras, ladrillos y mármol fuimos hasta la cima desde donde cayó Carlos Manuel por un barranco…”, escribe Ronel, autor de varios libros publicados por los sellos de la AHS, entre ellos los títulos Temida polisemia. Estudio de la obra literaria de Delfín Prats, por Áncoras, en Isla de la Juventud, en 2016, y la antropología de décimas humorísticas Érase un elefante bocarriba, por Ediciones La Luz, en Holguín, en 2018.
Recuerda que llevaba una bandera y tomaron prestada la de La Demajagua, que ondeaba en una de las dos astas de la cima. Luego, junto al barranco, completamente cubierto de maleza, con la enseña sobre los hombros, leyó uno de esos poemas dedicados a Céspedes, le rindió tributo.
¿Por qué –podríamos preguntarnos– revisitar los lugares de la historia de nuestra Patria es para Ronel González Sánchez un acto continuo de fe y sensibilidad concretado en versos de alto calibre? Quizás sea porque el poeta tiene su propio grito, como el del 10 de octubre en La Demajagua, y prefiere la métrica que amplifica la historia como necesidad espiritual y humana.
Con más de 50 libros, en géneros como la poesía, el ensayo y la literatura infantil, siendo uno de los escritores cubanos más publicados, Ronel ha mostrado un marcado interés por los procesos independentistas cubanos y justo detrás de esas palabras existen infinidad de horas dedicadas por completo a la investigación, entre estos se encuentran los cuadernos Teoría del fulgor accesorio, La marcha de la bandera y ¿Cómo se manda un campamento?, ganador este último del Premio Nacional Beca Ciudad del Che 2019, convocado por la Uneac en Villa Clara y entregado recientemente en el Memorial Che Guevara de esa ciudad central.
El primero de estos poemarios fue publicado por Ediciones Ácana, de Camagüey, en 2016, e inicia el abordaje de este importante período de la historia patria. Acompañándose de las posibilidades de la décima, Ronel se acerca a los principales momentos y protagonistas de la gesta del 68, para acercarse a los héroes y devolvérnoslos en carne y hueso, con sus virtudes y defectos. De esta primera exploración a nuestras gestas, asegura Ronel, se desprendió el poemario La marcha de la bandera, pues la temática no se agotó y continuó trabajándola en ese libro.
El texto, bajo el sello de la Editorial Barajagua en formato digital (e-book), fue iniciativa del historiador holguinero José Abreu Cardet, Premio Nacional de Historia, para conmemorar el aniversario 150 de la gesta independentista del 10 de octubre de 1868, por lo que se inspira en este y otros sucesos históricos e importantes figuras del siglo XIX cubano.
“El autor de esas páginas se ha dedicado a investigar y a explorar la historia patria desde hace varias lustros, con intenciones de vivenciar e integrar a su trayectoria vital las heroicas secuencias que ahora se entregan transformadas en poemas que nos impresionan por la honestidad y hondura con que fueron escritos”, asegura el escultor Julio Méndez Rivero, presidente de la Uneac en Holguín.
“La historia está entre mis principales intereses creativos desde que comencé a relacionarme con la literatura. Escribí mis primeros textos en abril de 1980, sin embargo, no tuve verdadera conciencia de la historia hasta que estudié Arte en Santiago de Cuba y me relacioné con estudiosos de esos temas.
“Digamos que soy de los que se dispuso a buscar con el alma a aquel inmenso poeta enamorado y fundador de revoluciones que dijo que por Cuba se dejaba clavar en la cruz”, rememora el también promotor cultural, humorista y guionista radial, los lejanos días en que sintió la necesidad de contar desde la perspectiva lírica parte de nuestra historia.
Las guerras por la independencia de la Isla, asegura el historiador Pedro Pablo Rodríguez, Premio Nacional de Historia, han sido hasta hoy uno los acontecimientos más interiorizados por la conciencia cubana. La historiografía ha tenido –y tiene– una alta responsabilidad en ello, pero han sido infinitos los recursos empleados por la sociedad para preservar la memoria de aquellos procesos bélicos que consolidaron la nacionalidad y la nación y que culminaron en un estado nacional.
Precisamente, para Ronel González Sánchez el recurso, el arma o el machete ante la manera de entender y acercarse a los procesos historiográficos ha sido la poesía, pues asegura que “la escritura de la historia en nuestro país quiere desbordar lo académico, la camisa de fuerza de los datos y las cifras, fríos como una granizada sobre un techo de zinc, la elaboración de rugosos e insufribles ladrillos, porque lo reclaman a voz en cuello estos tiempos que se esfuman a toda velocidad”.
Cree que la historia se enriquece con la mirada de los poetas y narradores. Además, “el historiador, junto con el escritor, o integrándolo, tiene que hacer más atractiva su obra, más placentera, más entretenida”, confiesa.
Lo palpable en la obra de este poeta de estirpe mambisa lo logra el lector al acercarse a la cotidianidad manigüera de grandes figuras de nuestra historia, como Céspedes, Antonio Maceo, Ignacio Agramonte y Amalia Simoni, el poeta Juan Clemente Zenea, Bartolomé Masó, Quintín Bandera, José Martí, Vicente García, Pedro Figueredo, Máximo Gómez, Calixto García, e incluso desde la visión del soldado español Antonio del Rosal Vázquez de Mondragón… y es que este poeta holguinero ha vivido y revivido junto a los campamentos mambises que se enarbolan bajo las frías y húmedas sombras de los campos cubanos.
Leer su poesía es “como mirarse en un espejo de la Patria” y esta le ha servido para desmantelar cualquier acorazado, porque hombres como Ronel, que viven bajo la palabra, según el poeta Moisés Mayán al reseñar uno de sus libros, son en sí mismos un ejército.