Grettel montes de Oca
«Todo acto creativo es transformador» (+ GalerÃa de imágenes)
Si alguien cree en el azar, podrÃa entonces afirmar sin margen de dudas que Grettel Montes de Oca y yo nos conocimos gracias a una sumatoria de factores disueltos en el aire, perdidos en la posibilidad remota. En aquel momento, en aquel primer instante de contacto, Grettel era para mà una muchacha amable e interesada en la defensa de los animales, una persona que me brindó ayuda en un caso de necesidad. El diálogo nos llevó hacia otras fuentes de sentido y entonces descubrà que el alma de esta protectora de animales se encuentra también ocupada por su pasión hacia el arte, hacia la música y, fundamentalmente, hacia la danza; carrera a la cual le ha dedicado parte indispensable de su vida. Para mà fue un hallazgo el hecho de cruzar la encrucijada donde el camino de la bailarina se entronca con el de la protectora.
¿Cómo transcurre tu proceso creativo? ¿De qué manera te apropias de una idea, una imagen, un sentimiento, y lo transformas o lo haces parte de tu identidad, para más adelante transmutar esto en un concepto escénico que utiliza al cuerpo como su principal herramienta?
El proceso creativo empieza y transcurre siempre de manera diferente. Depende del tipo de proceso en que me encuentre en ese momento; quiero decir, si es algo que estoy creando yo sola desde una idea propia, o si es una obra de danza o de teatro, o un trabajo multidisciplinario. Por supuesto, parto de la idea del creador y la respeto, aunque me construya mi manera personal de enlazarlo, combinarlo y, finalmente, armarlo.
Todo parte siempre de una idea primaria, un comando, un texto, una pauta inicial, una música, una imagen, un tema, un sentimiento o emoción.
A partir de ahà comienza el proceso, que se basa esencialmente en la improvisación, y donde se va organizando todo por frases de movimientos o pautas que se fijan.
A veces se trata de una improvisación dentro de una estructura organizada, o no. En fin, hay mil formas de organizar el proceso según el caso.
Como bailarina, ¿sientes que la danza, el acto creativo que se vale del idioma del cuerpo en movimiento, es un proceso biológico o intelectual, o acaso una mezcla de ambos conceptos? ¿Cómo te sucede a ti? ¿Tiene el cuerpo memoria?
Es más bien una mezcla de ambos conceptos, de lo biológico y lo intelectual y, por supuesto, también lo espiritual.
Todo lo que tenemos es nuestro cuerpo, es lo único verdaderamente nuestro, y en él está la esencia de todo.
Y sÃ, definitivamente, el cuerpo tiene memoria.
Háblame de tu relación con el mundo de la música…
Mi papá es músico y por eso es que siempre tuve muy buena formación y apreciación musical. Pensé incluso estudiar piano ya que tengo oÃdo; la verdad es que me hubiera encantado ser pianista. Por un lado recibà la influencia musical de mi padre; mientras, mi madre deseaba que yo fuera bailarina: una conjugación que resultó muy efectiva porque tenÃa las condiciones técnicas para ser esto último, pero sin abandonar nunca mi vÃnculo con lo musical. Lo cierto es que desde pequeña escuché a los clásicos, rock and roll, lo que puede llamarse música bien hecha, bien pensada. Esto influyó mucho en mi formación como bailarina. Incluso desde pequeña estudié gimnasia, natación, incluso hasta pintura; fue solo luego que empecé en la carrera de Ballet Clásico, ya con nueve años de edad, en la Escuela de L y 19.
Luego transité hacia la ENA en Danza y allà tuve siete años de formación. Disfruté de la experiencia de trabajar en lo coreográfico prácticamente desde principios de mis estudios; hice cuatro o cinco obras donde la música era un factor fundamental. En la ENA me relacioné mucho con los músicos por nuestra cercanÃa gracias a las asignaturas de escolaridad que compartÃamos, asà pues, la conexión fue instantánea. Más adelante me relacioné también con pintores, fundamentalmente los de la generaciones de los 80 y los 90, una generación marcada por el éxodo, casi todos ellos se fueron de Cuba.
Acabada de graduar fui fundadora de Danza Combinatoria y, poco después, formé parte de Danza Abierta, compañÃa en la cual la música tenÃa una relevancia verdaderamente destacada. En mi vida personal, la música me abrió las puertas a un montón de relaciones espirituales. Creo que siempre ha estado presente en mi vida. Si no hubiera sido bailarina, hubiera sido músico.
¿Cómo empleas el mundo de las vivencias y lo autorreferencial en tu ejercicio creativo?
La danza, el movimiento, siempre que se hagan de manera sincera y genuina se transforman fácilmente en un acto muy personal. Significa que a través de nuestro cuerpo en movimiento comunicamos. Con el tiempo, con los años, somos mucho más verdaderos.
¿Sientes que la danza puede transformar, asà sea por breves instantes, la realidad que nos circunda y nos define?
Todo acto creativo es transformador y nos define como individuos.
Cuando tu cuerpo se enfrenta a una nueva creación coreográfica o a cualquier otra forma de ejercicio creativo, ¿a qué recursos acudes?, ¿cuáles son los principales ejes o resortes que ponen en marcha tu memoria emotiva y que dinamitan tu relación con la escena y con el cuerpo de otros bailarines?
A pesar de la técnica y formación académica —y, por supuesto, los años de carrera como bailarina de danza contemporánea porque todavÃa estoy activa— me gusta salir mucho de mi zona de confort y buscar más allá, buscar otras maneras de decir con el cuerpo.
¿Cuán importante es para un artista tener conexión, tanto espiritual como fÃsica, con otros creadores? ¿Cómo se traduce esto en el lenguaje de la escena?
La conexión y la interacción con otros creadores de cualquier manifestación son maneras de enriquecer grandemente el universo de cualquier artista. Cada experiencia enseña y abre el mundo creativo hacia otros caminos desconocidos, que pueden ser la puerta para nuevas creaciones. Es un ciclo infinito y lleno de posibilidades inimaginables.
Con Danza Abierta iniciaste una experiencia creativa y un modo nuevo de entender lo corporal como espectacularidad espiritual y escénica. De tu paso por Danza Abierta, ¿cuál fue tu saldo más perdurable?
Danza Abierta fue mi escuela. Era un laboratorio constante e imparable donde la investigación resultaba fundamental. Con la dirección y guÃa de su fundadora, Marianela Boán, logramos un grupo sólido y unido, y un trabajo esencial en la historia de la Danza en Cuba. Inolvidable. Fue, en fin, mi vida.
Para muchos, la imagen de la Grettel bailarina y la imagen de la Grettel protectora de animales forman parte de un mismo registro. ¿Es tu rol como protectora otra arista creativa? En ese rol, ¿cuáles son tus principales sueños? ¿Sientes que los artistas podemos colaborar con esta causa?
SÃ, estoy de acuerdo contigo: Grettel protectora de animales es otra arista creativa y forma parte de un mismo registro.
Mi sueño siempre ha sido el mismo que comparte todo el movimiento animalista: una Ley de Protección Animal en Cuba. Que los animales como parte de este, nuestro único Universo, sean respetados. Merecen ser tratados como seres sintientes y sensibles, de una manera ética y humanitaria.
Los artistas son seres sensibles en sÃ, y esa cualidad es la base del amor y la compasión. Por eso pienso que pueden —y deben— apoyar y ayudar de cualquier manera posible a la Defensa, Amor y Justicia por y hacia cualquier forma de Vida.
Coméntame un poco de tu experiencia en el teatro, especÃficamente de tu relación con Osvaldo Doimeadiós en su más reciente montaje.
En Oficio de Isla me fue fácil entender lo que Doimeadiós querÃa, a pesar que mi personaje no existÃa en la obra de teatro de Arturo Soto. A partir de los ensayos, de insertarme dentro del proceso con los actores y músicos, mi personaje logró construirse fluidamente y fue saliendo de manera muy orgánica.
La experiencia en esta reciente obra ha sido muy hermosa. Lo primero y más importante fue trabajar con un equipo de personas lindas. Hemos creado bajo la dirección de Osvaldo Doimeadiós, con su delicadeza y amor hacia lo que convierte a un grupo en grande, con muy bonita energÃa y respeto entre todos. La experiencia es siempre bienvenida y estoy agradecida de ser parte de Oficio de Isla. Doy gracias también a Arturo Soto por poner su pensamiento en mÃ.
Muchas veces se ha afirmado que la carrera de un bailarÃn tiende a ser corta, finita, marcada por el paso del tiempo, ¿sucede asà o el cuerpo transmuta su conocimiento hacia otras experiencias creativas?
Bueno, sÃ, el cuerpo con los años empieza a tener lÃmites, pero la creación, la danza y el movimiento no los tienen.
Has trabajando con algunos de nuestros más importantes coreógrafos nacionales y no pocos internacionales. ¿Sientes que tu identidad, tu memoria, tu cuerpo se ajustan mejor a determinados tipos de obras, o eres una bailarina abierta a la posibilidad de descubrir nuevas artistas, a experimentar con registros y formas de hacer?
Estoy abierta totalmente a todo tipo de experiencias y maneras de hacer danza. Precisamente, mi carrera con Marianela Boán estaba basada en su concepto de “danza contaminadaâ€, donde todo cabÃa y era posible. Ya no hay nada verdaderamente puro.
En tu experiencia, ¿qué recursos pueden servirle al bailarÃn en su formación, tanto intelectual como fÃsica?
El bailarÃn tiene control de su cuerpo y eso es indispensable para todo en la vida. Además posee una fuerza fÃsica y espiritual que también controla. La danza es como una meditación de otro tipo. Sana interna y externamente. Cura el cuerpo y el alma.
¿Entiendes la creación como una continuidad, como un reciclaje de influencias y referencias?Â
Dijo Isadora Duncan: “Danzar es sentir, sentir es sufrir, sufrir es amar; usted ama, sufre y siente. ¡Usted danza!
“El arte no es necesario en absoluto. Todo lo necesario para hacer de este mundo un mejor lugar para vivir es el amor.â€