forodebate


Sueños y audacia para realizarlos

El trabajo de Crítica e Investigación 2019-2020 en la Asociación Hermanos Saíz

El Pensamos Cuba del año 2019, realizado en La Habana, fue un evento muy bien logrado en su organización y realización. Constituyó una oportunidad excepcional para el encuentro de asociados de Crítica e Investigación de varias provincias del país. [+]


AHS viva, por lo que salva (Forodebate)

Trovador y sociólogo. Vicepresidente Nacional de la AHS.

La altísima responsabilidad de ser vanguardia, de ser las venas del arte joven por donde la creación fluya con la libertad del tiempo y el espacio, son esencia y mística de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), una casa en la que sueñan y viven intelectuales y artistas menores de 35 años, con la voluntad de ser una generación del presente, activos en la conformación de esa otra cultura, la que no esclaviza, la que hace que los seres humanos no se derrumben en el letargo y la apatía en una sociedad que necesita de hombres y mujeres vivos, atentos, críticos, constructores.

La AHS, a sus 34 años, es una organización que crece, que muta con el aporte constante de nuevos miembros, que se basa en sus paradigmas para trascenderlos. No se conforma con ser refugio, quiere expandir la inquietud por un arte y una institucionalidad que no acepte lo vulgar, ni los sentidos comunes importados o autóctonos no revolucionarios.

Los límites a esos propósitos pudieran ser una amenaza, pero reconocerlos no es suficiente si es para establecer banderas de justificación; hay que luchar todos los días en contra de la sospecha y el estigma de lo que significa para algunos ser joven; derribar las barreras de la mente y el espíritu conservador, ser más serios allí donde se espera que no podamos ser serios.

Sea la AHS para fundar, un arma que defienda lo nuevo, un volcán de revolución, un nicho abierto del arte que salva, para subirle la altura a este tiempo.

34 años después

  • ¿Qué realidad nos favorece? ¿Qué realidad es adversa?
  • ¿Cómo hacer del arte una vanguardia viva?
  • ¿Por qué luchamos?* ¿Dónde luchamos? ¿Cómo luchamos?

*Una pregunta que devino antesala del testamento político de Luis y Sergio Saíz Montes de Oca; debatían consigo mismos y con su generación en uno de los contextos más hostiles de la historia de Cuba. En este tiempo pelear es crear. Tiempo que necesita de canciones, de la prosa y el verso afilado, del discurso escénico y visual que desnude lo divino y lo tremendo.

Resumen del trabajo de la AHS después de su 3er Congreso hasta hoy

La meta y también el camino, dos años después

Es la AHS una casa de jóvenes artistas e intelectuales. Hace dos años celebramos el 3er Congreso de la organización para pensarnos, para compartir ideas y establecer compromisos de trabajo entre nosotros y con las instituciones de la cultura en el país. [+]


Forodebate «Rejuvenecer la política». Un homenaje a los hermanos Saíz

La Asociación Hermanos Saíz, en homanaje a Luis y Sergio Saíz, este 13 de agosto, convoca al forodebate «Rejuvenecer la política». Como invitados contará en esta ocasión con Keyla Rosa Estévez, Directora del Centro de Estudios Sobre la Juventud; Iramís Rosique Cárdenas, investigador de la joven vanguardia; y Claudia Alejandra Damiani, escritora de la Asociación.

A continuación, los invitados realizan varias reflexiones en torno a la temática del debate virtual, usted puede dejarnos sus criterios, opiniones o preguntas.

Queda abierta la sección de comentarios para usted.


 

Senda para un tiempo

Luis Saíz

Diciembre de 1956

Hermano en el tiempo:

yo quiero tenerte de frente al sol…

Detén por un momento esa vana carrera sin meta,

y escúchame.

Yo soy como tú… ¡somos iguales!

la voz recién se me siente grave

y la hombría plena

la barba escasa y el ansia llena

de vivir,

también laten en mí…

Pero yo necesito que te detengas,

hermano en el tiempo:

la vida… ¿sabes…? es algo más que esa fiesta eterna

que la burla fácil,

que la risa franca,

que despreocupación de adolescencia;

por eso yo te pido que hagamos juntos

una excursión que sepa a realidad…

Quiero llevarte por los trillos de sol

hacerte sentir el dolor de tabaco

y la pena oculta que duerme

callada, ¡en espera!

tras la puerta sucia de cada bohío;

Quiero, hermano en el tiempo,

saberte entre dientes el dolor humilde

de tanto obrero muerto;

que veas niños llorando portales,

ancianos de mano extendida

(nieve en súplica de verano),

y que sepas la historia

de los que no tienen padres,

ni risa,

ni Reyes Magos,

ni hogar,

ni escuela,

ni saben la canción de vitrola

o el artista de éxito…

Los que no tienen la mesa servida,

ni cama tendida

tan sólo un portal que llora

perdido en la brisa…

Ansío llevarte en ese recorrido de sombras,

tan ajeno al disco, al club y la moda.

¡Ven para que hagamos este viaje con sabor a realidad!

Hermano en el tiempo

ya es hora que comprendas…

Hermano en el tiempo,

encuentra tu senda,

olvida los ritmos exóticos,

los finos perfumes
y el baile de moda.

Elévate desde la misma parte en que te unes

a la tierra más cerca de esperanza,

y dilo con fuerza de entraña viva:
¡Ya no soy ajeno en ideal!

¡Ya encontré la única senda!

 


 

En un mundo con días cada vez más cortos

Por: Iramís Rosique Cárdenas

Cuando nos enfrentamos a la cuestión de cómo los jóvenes cubanos se involucran en la política, fundamentalmente en la política revolucionaria —que es la que nos interesa por aquí—, hay algunas condiciones y fenómenos que están presentes en el panorama nacional que no pueden ignorarse. En primer término, hay que señalar lo que podría llamarse una desideologización política en grandes capas de la población, y especialmente en una franja importante de los jóvenes, sobre todo los más cercanos a la adolescencia. Los ídolos, fetiches y luces de la cultura de masas que nos asola como un tsunami alejan el interés de muchos respecto a militancias comprometidas —de uno u otro signo—, servicio público, compromiso, al tiempo que los hunden en el hedonismo más hueco. Y hablo de desideologización política y no de despolitización, en tanto este proceso y estas actitudes no dejan de representar posiciones políticas con significado para el proyecto de sociedad cubano.

El capitalismo no necesita para avanzar una masa crítica de individuos constituidos como sujetos políticos, sino que avanza precisamente sobre la negación, a las grandes multitudes, de la posibilidad de constituirse como sujetos políticos. En el socialismo es todo lo contrario: depende, para su realización, avance y supervivencia, de la constitución de una masa crítica de pueblo como sujeto de transformación revolucionaria. Nada puede ser más deletéreo para el proyecto político de la Revolución, nada puede ser más contrarrevolucionario que esta aparente apatía, que este desinterés por lo público, por lo político.

De la mano de la desideologización política, asistimos al mismo tiempo —paradójica, pero no casualmente— a un auge del pensamiento liberal. Cuando digo pensamiento liberal no me refiero a una escuela económica o politológica puntual, sino al fundamento epistémico, teórico, categorial profundo de todo el capitalismo, a la Ideología —con mayúsculas— por excelencia de la burguesía.

Ese liberalismo como lógica, como lenguaje, como forma de entender los fenómenos sociales, que reaparece como un fantasma que se creía superado, y que se refuerza con la influencia del mar capitalista que nos rodea, encuentra acomodo y espacio cada día más en nuestra sociedad, incluso en las instituciones creadas por la Revolución.

Por ejemplo, podemos percatarnos de esto en empresas encargadas de ejecutar la política cultural de la Revolución, y que en virtud de la rentabilidad o de otros criterios, propios de una forma liberal de comprender el consumo cultural, violan esta política. Nuestras universidades —por citar otro ejemplo—, empujadas por las circunstancias, por la «ausencia crónica de revoluciones socialistas en el mundo» —como han dicho unos compañeros hace unos meses—, deben adecuarse a criterios de homologación, a estructuras, a unas academias, que son en sí mismas cajas de resonancia de ideología burguesa. Y no es nada fácil permanecer inmune. Por fuera de las instituciones el escenario suele ser mucho más lamentable: el liberalismo campa a sus anchas. Esta situación ha ido convirtiendo a la cultura socialista y a la ideología socialista más radical en espacios de resistencia, en culturas de resistencia: terminamos por necesitar una trinchera dentro de nuestra propia casa.

A este panorama, que opera a contrapelo de una politización de izquierdas consecuente de grandes capas de la juventud, hay que sumar obstáculos que tienen que ver con deficiencias del propio campo revolucionario. Asistimos a un envejecimiento de las prácticas políticas tradicionales. En medio de un mundo con días cada vez más cortos —del que Cuba no puede escapar—, la idea de una juventud expectante a la espera de las convocatorias a los grandes acontecimientos ya no funciona: ese no es el momento político actual. Constantemente surgen de entre la masa juvenil iniciativas, proyectos y colectivos que desarrollan prácticas emancipadoras, que se constituyen como trincheras, como esos espacios de resistencia y de revolución, en medio de la apatía; y las instituciones revolucionarias tradicionales han sido deficientes en reconocerlos, metabolizarlos e integrarlos orgánicamente como miembros de la familia de la Revolución.

Estos colectivos emergentes existen en verdadera resistencia; porque mientras quienes operan bajo la hegemonía de la restauración del capitalismo disfrutan de los oscuros apoyos y las redes de influencia que ese campo ofrece, cada iniciativa revolucionaria extrainstitucional está sola. De hecho, casi todos los jóvenes revolucionarios que conozco se han sentido solos en algún momento, se han sentido los únicos, y todos manifiestan una tremenda y desesperada sed de conocer semejantes.

En esta hora de la Revolución nuestras organizaciones juveniles, más que «correas de transmisión» deben transformarse en espacios de confluencia y canalización de toda la creatividad y el ímpetu revolucionario joven; porque, además, cuando la Revolución no asume orgánicamente ese moméntum, siempre lo aprovecha alguien más.


 

Juventudes Cubanas: ¿Izquierdas? Políticas sociales y Derechos

Por: Keyla Rosa Estévez

La invitación a participar del panel llegó en un momento en que estudio los antecedentes relacionados a ser o no una juventud de izquierda. ¿Qué significa para los jóvenes cubanos esa etiqueta y la realidad o no en torno al tema?, por lo tanto, aprovecharé no para dar mi opinión al respecto, sino para que en el debate que se establezca permita también esclarecerme de elementos desde los propios protagonistas.

El Estado cubano reconoce en la Constitución de la República de Cuba los deberes y derechos de cada ciudadano con la eliminación de la discriminación de género, etnia, color de la piel, por zona geográfica, según sexo, grupo etario y estrato social y poblacional.

Las políticas sociales diseñadas e implementadas en el país tienen entre sus propósitos preservar la equidad social sobre la base de la universalidad y gratuidad en los servicios sociales básicos. Estas políticas constituyen el principal instrumento de referencia de un sistema de acciones dirigidas a la juventud. En la actualidad, la política de juventud continúa insertada dentro de las políticas sociales dirigidas a toda la población, pero es aún insuficiente el alcance de mayor integralidad entre las acciones que se desarrollan. No obstante, dicha política tiene un amplio alcance, pues involucra políticas económicas, sociales, programas, estrategias, proyectos y acciones específicas en áreas diversas: educación, empleo, salud, cultura, arte, ciencia y tecnología, política, entre otras.

A pesar de ello, nuestros jóvenes tienen inquietudes y preocupaciones como son la incapacidad de los ingresos económicos para satisfacer sus necesidades, incluidas aquellas que son propias de la edad. La garantía de empleo, la posibilidad de tener un espacio propio para vivir, las desigualdades sociales y las opciones para el uso del tiempo libre y la recreación, también presentan índices notables como problemas de los jóvenes; en particular para algunos grupos.

Cómo se activan para participar de estos procesos y qué posibilidad tienen de hacerlo, o si saben o quieren participar de procesos constructivos, son de las ideas que pretendo que muevan el debate.

Cierro con la idea de quienes ejercemos una u otra profesión no tenemos verdades absolutas sobre estos temas tan subjetivos y polémicos, por eso prefiero el debate abierto, donde no existe de antemano verdades establecidas; que cada uno de los participantes tengan la capacidad de escuchar y respetar los criterios de todos.


La política de no meterse en política

Por: Claudia Alejandra Damiani

Cuando me propusieron participar en un forodebate cuyo tema es la juventud y la política, como miembro de la sección de lLteratura de la AHS, me pregunté ¿por qué yo?, ¿qué tiene que ver mi quehacer diario con la política?, ¿y si no tributo a ella, qué de relevante podría decir? Después me di cuenta que este pensamiento es parte del problema.

Creo que no es errado generalizar mi reacción y decir que muchas veces entendemos lo político como algo ajeno: la política es solo política para sí misma, y de ella se ocupan solo los profesionales de esta esfera, los cargos públicos o quienes la abordan desde una posición de militancia. Son estas nociones reduccionistas, las mismas que hablan de ciencias “duras” (como la ciencia verdadera), y ciencias “blandas” (a donde se relega todo lo que atañe solo al ser humano) o que cuestionan la relación entre las ciencias (duras) y la filosofía. Como si todas esas actividades no tuvieran en lo humano, su esencia: ¿a quién atañe estudiar y entender los fenómenos de la naturaleza o las relaciones entre entidades abstractas?, ¿para quién es la tecnología?… puede parecer que estoy desvariando, pero la relación entre política y filosofía no es casual, ni la relación entre estas y cualquier otra actividad humana. El origen de ambas palabras proviene de la antigüedad griega, donde política era todo lo que tenía que ver con la vida en sociedad y esta definición es medular y vigente. La política permea toda actividad social y el ser humano y su producción es impensable al margen de lo social: sin la sociedad no existe lo humano. Entonces, hay que entender que todo lo que hacemos, tiene, por fuerza, un significado y una dimensión política.

Sin embargo, es una postura bastante generalizada en la juventud, definirse a sí misma como “apolítica” o declarar que “no se mete en política”. Esto tiene sus causas (geopolíticas e ideológicas, de hecho): los jóvenes de hoy hemos heredado un mundo aparentemente unipolar, donde existe un bando ganador a las polarizadas luchas del siglo XX, cuyo paradigma fue, sin duda, el progreso social, como fue el progreso industrial, el del siglo XIX.

Que tras las pugnas del siglo XX, el orden socio-económico más antiguo sea el que haya prevalecido, representa una derrota para esas aspiraciones y esa sensación, se traduce en una desideologización y despolitización de la sociedad (tendencia que, por cierto, ya venía ocurriendo, es deliberada, y tuvo un papel importante en la concreción de esa derrota). No obstante, esto es solo apariencia, porque ni el mundo de la actualidad es unipolar, ni el paradigma de luchas sociales del siglo XX ha sido derrotado…

Nos encontramos ante una realidad más heterogénea, diversa y atomizada, y por eso mismo, confusa. La posición apolítica no existe, o más bien es una posición conservadora, declararse “apolítico” es declararse conforme al orden hegemónico imperante en el mundo o, al menos, declararse incapacitado de confrontarlo. Es consentir que se destruyan los ecosistemas y el medio ambiente en general, que se margine a determinados grupos, que existan desigualdades sociales y de género, que las desigualdades de desarrollo entre países no puedan superarse, que mueran personas por causa de las guerras imperialistas, que no podamos ajustar nuestra realidad inmediata a nuestros paradigmas de cómo debe ser esa realidad.

Toda insatisfacción o reclamo individual, responde a una carencia dentro de las dinámicas sociales y, por tanto, es política. El ser humano, como ser social, no puede dar soluciones individuales a problemas colectivos, porque estamos inmersos en una sociedad y a ella nos debemos.

No existe una sola lucha que sea apolítica, como no existe actividad humana a la que se le pueda aplicar, con justeza, tal adjetivo. Lo que ha de ponerse cuidado en entender bien las causas de la enfermedad social y no limitarse a aliviar solo los síntomas, no conformarse con la epidermis del problema.

Para ello es necesario que la juventud se desperece, deje de renegar de lo político (como si de lo político fuera posible escapar) y comprenda que las soluciones individuales, no son soluciones; que toda lucha emancipadora es una lucha política y que toda emancipación es igualmente importante para erradicar las injusticias de este mundo que hemos heredado y que dependerá de nosotros dejar en herencia; que todas nuestras acciones individuales (desde los temas por los que sentimos interés, la forma en que escogemos pasar nuestro tiempo libre hasta los debates virtuales en los que participamos) tienen una dimensión política. La importancia histórica de la juventud como protagonista de los cambios sociales es innegable y, en Cuba, mucho más. Por tanto, es tarea nuestra transformar la realidad para que sea mejor y más justa.


Forodebate Nuevas formas de promoción del arte (Jornada de la Canción Política)

Por Yasel Toledo Garnache

Como parte de la edición 44 de la Jornada de la Canción Política, que por primera vez tiene como escenario principal las redes sociales, convocamos al forodebate “Nuevas formas de promover el arte”, el cual tendrá como invitados al periodista santiaguero Reinaldo Cedeño, y a los escritores Elaine Vilar Madruga, ganadora del Premio Calendario de la Asociación Hermanos Saíz (2020), y a Yunier Riquenes, quien además es uno de los líderes del proyecto Claustrofobias Promociones Literarias, con una labor reconocida en el panorama digital.

¿Cuánto más se puede aprovechar las redes sociales y otras plataformas hipermediales para la promoción del arte, la literatura y la cultura en general? ¿Cómo se podrían lograr mayores alianzas entre los medios tradicionales y los creadores o sus organizaciones, a fin de llegar a mayor cantidad de personas? ¿Cuánto más podrían hacer los escritores y artistas favor de su propia promoción? ¿Cómo los podrían apoyar más las instituciones? ¿Qué es lo nuevo en verdad? ¿Cuán importante es lo comercial en este contexto? ¿Se necesitan solo mayor conectividad y modernización de las tecnologías o también cambios en el pensamiento y los modos de hacer? ¿Por qué solemos asociar lo nuevo en promoción solo a las redes? ¿Cuánto más y diferente podemos hacer también en los espacios físicos?

Estas son apenas algunas de las interrogantes que pudieran motivar el intercambio.

Ya nos puedes dejar tus preguntas y opiniones en la parte de los comentarios.

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Una generación se define —también, aunque no exclusivamente— por los modos de comunicar

Por: Elaine Vilar Madruga

Vivimos en la aldea global, en una cápsula que nos (in)comunica, una cápsula con miles de posibilidades que obligan a que la recepción del arte se vivencie con mayor inmediatez y celeridad. Las relaciones de producción se han desplazado, han mutado. Hacer arte incluye no solo al que lo produce sino también al que lo recibe y lo comercializa. Existen ventajas en la cápsula global, y muchas desventajas también (que no se cubra el sol con un dedo de ignorancia). Como país, como artistas, los cubanos hemos llegado con cierto retraso a este conocimiento que, en materia productiva, significa que vamos a la saga en relación con una estructura continental. Salvar nuestros valores como nación artística, proteger nuestro patrimonio no nos exime de entender las nuevas formas en que el arte se produce, se comunica, se comercializa. Es hora de desterrar de nuestro vocabulario la idea de comercialización como producto banal, producto clase B, seudoarte.

Las nuevas maneras de promover nuestro trabajo creativo abarcan el conocimiento de las plataformas y redes sociales. Las limitaciones de conectividad en nuestro país son frenos, sin dudas, para conseguir una adecuada promoción artística. El rol del creador como autopromotor y muchas veces, incluso, autoproductor de su obra no debe ser obviado. Se necesita una mayor conectividad, no solo en las redes que circunvalan el mundo digital, sino entre nuestras propias redes de contactos creativos, entre el autor y las instituciones que lo respaldan, entre las instituciones y la idea de nuevos tipos de producción.

Son retos y necesidades que ya no pueden posponerse ni obviarse: una generación, una promoción de artistas se define —también, aunque no exclusivamente— por los modos en que llegan a comunicar su producto. La presencia de nuestro trabajo en las redes sociales y el mundo virtual sigue siendo una deuda pendiente, aunque el esfuerzo de algunos —tanto creadores como instituciones— comienza a saldar, no sin cierta morosidad, ese agujero de sentido, ese agujero de presencia, que no solo visibiliza productos individuales sino productos generacionales, y el arte presente y futuro de nuestro país.

Se hace necesario que las redes sociales, el mundo de la media y sus infinitas posibilidades se encuentren al acceso de los artistas cubanos; esto conllevará, también, a la disponibilidad y la democratización de la cultura para aquellos receptores que, dentro y fuera de nuestra isla, quieren conocer más del arte que se hace en casa.

Pensar en la medialidad y la hipermedia, en nuevas formas de producción y gestión de obras, en el arte digital en todos sus registros, en la presencia online de los creadores, en la potenciación de los mejores valores de nuestra cultura joven a través de registros novedosos, son cartas de triunfo que aún, y por desgracia, no acabamos de jugar a nuestro favor.

Vivimos ya en un mundo otro, un mundo online que existía mucho antes de la aparición de la pandemia, un mundo al que en ocasiones pretendimos dar la espalda y que ahora, más que nunca, nos muestra sombras y luces. ¿Qué es necesario?: entender que en este claroscuro de posibilidades, el esfuerzo individual puede ser un excelente detonante; es preciso igual que nuestras instituciones comprendan que no pueden quedarse a la saga, necesitan incorporarse a este movimiento global, modernizarse en sus estructuras de producción y pensamiento.

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¿Nuevas formas de promoción del arte?

Por: Yunier Riquenes

La mejor manera de promover el arte es aquella que pueda ser más efectiva. La que permita la mejor cercanía a los públicos, la que permita desarrollo y crecimiento de la obra y los artistas. ¿En qué soporte? No importa el soporte. Lo que importa es el resultado, la creatividad que se ponga a disposición para seducir al espectador, al lector, al oyente. Pero no podemos ignorar que en el siglo XXI la pantalla domina el cerebro del hombre, la pantalla cambió los modos de comportarse e interactuar con sus semejantes. ¿Entonces cómo llega la información a los receptores?

Los desconectados siguen escuchando la radio tradicional, leyendo el periódico y los libros impresos, leyendo los programas de mano y las palabras del catálogo. Sin embargo, otros prefieren leer la prensa en el teléfono, ver la televisión, una película o una serie, disfrutar de la obra de un artista. Ambos públicos son importantes, el desconectado y el conectado. ¿Qué necesita el arte para promoverse bien? Respuesta sencilla y difícil de ejecutar: una buena estrategia de comunicación que incluya diagnóstico, estudio de público, propuesta novedosa y atractiva. Y la diferencia radicará en lo que vamos a promover y a quién, en qué momento. Hay que saber la narrativa que va a usarse para conectar bien.

¿Qué elementos lleva la promoción de nuestro evento, libro, concierto, exposición, puesta en escena? Cada uno de ellos tendrá su forma particular. Lo importante es ejecutar una estrategia coherente. Si hablamos del universo digital, hasta hace muy poco aceptado en nuestro país, podría compartir algunas interrogantes que Naskicet Domínguez, coordinador de Claustrofobias, diseñador y amante de la comunicación comparte.

Él se pregunta si nuestras publicaciones tienen sus perfiles bien caracterizados, cómo se brinda un seguimiento noticioso a un evento, cómo se invita a participar en una actividad, cómo se diseñan las carteleras impresas y digitales, cuáles son las diferencias entre cada una de las redes sociales, y entre las redes y el portal oficial del artista, la organización o la institución; cuál es el lenguaje que se usa en cada una de ellas, cómo se mide el alcance de la publicación, y la necesidad de que la promoción efectiva genere posibles ingresos.

La promoción, por supuesto, requiere recursos humanos y materiales, hay que comprender que la comunicación en cualquier parte del mundo se paga, y que no hay fórmulas fijas.

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VITRINA Y EXÉGESIS

Por: Reinaldo Cedeño Pineda

Siempre he dicho que no vamos a la cultura, que vivimos dentro de ella. Así le respondí quienes me preguntaron : ¿y ahora que hacen los que trabajan en la cultura? La cultura no es un teatro, un trazo de pincel, un pentagrama; no es un festival ni un concurso: es más. La cultura es un espíritu. La cultura, es ante todo, el creador. Bajo ese pensamiento he cobijado mi trabajo de casi treinta años en el periodismo cultural.

Las circunstancias de los últimos meses, sometidos a esta pandemia y al aislamiento social, ha demostrado  que el arte y los artistas ―como esencia que son de la sociedad―, no quedan de brazos cruzados. No pueden hacerlo. La poesía trasciende el verso y se instala en el quehacer cotidiano, en la esperanza. Para muchos, ha sido un descanso fecundo que les ha permitido rememorar, recuperar, proyectar y reencontrar caminos. 

La internet, las redes sociales, las plataformas digitales han demostrado ser vías de comunicación excelentes para visibilizar obras, soportes para hacer pan común el acto creativo. No hay que olvidar que al fin y al cabo, la posibilidad de comunicarnos con diferentes lenguajes y la existencia misma de esas redes, son parte de esa heredad cultural creada por el hombre.

Hace ya un tiempo se pueden recorrer virtualmente en el mundo museos, galerías, bibliotecas…  pero estos tiempos de confinamiento han convertido esa opción en vía expedita, en autopista. Ha sido refugio y ha sido vitrina. Ha sido un redescubrimiento.

Habrá que ver, eso sí, con qué aspectos nos quedaremos como ganancia para “tiempos normales”, cuáles son los momentos claramente coyunturales y cuanto nos hemos podido exceder en el afán de no perder ningún espacio.

Soy partidario de los abrazos cercanos, nada pueden sustituirlos; pero también, soy un asiduo del mundo virtual. El equilibrio, el difícil equilibrio. Una exégesis cuidadosa se impone, para que no haya extravíos, para valorar cada cosa en su justa valía. Al modo martiano: el arte como la sal, preserva a las naciones.


Espacio Dialogar, dialogar: Forodebate El 26 de Julio y la mística de la Revolución cubana

Por: Yasel Toledo Garnache

Como parte del espacio Dialogar, dialogar, que habitualmente realizamos en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba, convocamos al forodebate El 26 de Julio y la mística de la Revolución cubana, el cual se realizará este viernes a partir de las 10:00 am.

¿Qué significa verdaderamente evocar aquel hecho y a sus protagonistas? ¿Cómo el simbolismo del 26, esa fuerza y coraje, sigue acompañando a nuestro pueblo en momentos muy complejos? ¿Cuánto conocemos a esos jóvenes que dispararon, soñaron y muchos hasta murieron? ¿Cómo aquellos hechos aportaron y están presentes en el universo simbólico y el alma de la nación? ¿Cómo esa mística iniciada mucho antes se ha enriquecido con sucesos del presente?… son algunas de las preguntas que pudieran motivar el intercambio.

En esta ocasión nos acompañan como invitados la Doctora en Ciencias Filosóficas Yuleidys González Estrada, quien se desempeña como profesora en la Universidad de Granma; la investigadora santiaguera Sahay Fajardo Videaux, y el sociólogo habanero Alejandro Gumá Ruíz, todos miembros de la sección de Crítica e investigación de la AHS.

Ya podemos dejar nuestras opiniones e interrogantes en la parte de los comentarios.

Emancipación, memoria y reconfiguración en la mística de la Revolución Cubana

Por: Yuleidys González Estrada

Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario, que su memoria se extinguiría para siempre, ¡tanta era la afrenta! Pero vive, no ha muerto, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo es fiel a su recuerdo; hay cubanos que han caído defendiendo sus doctrinas, hay jóvenes que en magnífico desagravio vinieron a morir junto a su tumba, a darle su sangre y su vida para que él siga viviendo en el alma de la patria. ¡Cuba, qué sería de ti si hubieras dejado morir a tu Apóstol!

Fidel Castro Ruz

A esto, expresado con belleza inexplicable por Fidel, me refiero cuando hablo de la mística de la Revolución Cubana. Sí, hablo de esa espiritualidad omnipresente que camina con nuestro pueblo haciendo que –religiosos y ateos– sientan cercano y vivo el legado de nuestra ancestralidad rebelde. No creo que nuestra mística tenga explicación desde las doctrinas teológicas tradicionales ni en las interpretaciones filosóficas encartonadas. Somos lo real maravilloso y –como dice Buena Fe– nacimos en el Caribe mágico.

En una ocasión conversaba con un amigo cubano radicado en Costa Rica sobre nuestra identidad como pueblo y le preguntaba ¿Qué nos hace diferentes? ¿Qué lazos nos unen tan fuerte a esta gota de esmeralda ceñida por los mares?[1] La esencia emancipatoria de nuestra identidad, me contestó con esa naturalidad que dan las certezas. Y es cierto, pero esa identidad emancipatoria está nutrida por un universo simbólico que el pueblo cubano resguarda en ese espacio terrenal y cósmico llamado MEMORIA.

Fue esa memoria la savia que nutrió a aquellos jóvenes que en 1956 decidieron tomar el cielo por asalto de la mano de Martí, ese Misterio que nos acompaña, casi sin saber que ellos mismos inspirarían a otros más tarde. Es esa memoria la que me hace llorar de emoción cuando canto el Himno nacido en las entrañas de esta ciudad fecunda de Patria en la que vivo. Es también la que me motiva a escribir este texto que nace desde mi profundo sentipensar-actuar de revolucionaria cubana.

Sin ánimos de dar una conferencia de historia, quiero retomar la idea de la mística de la Revolución Cubana como ese universo simbólico condicionado por la emancipación y la memoria. En ese sentido, los hechos del 26 de julio son trascendentales pues devolvieron la esperanza a muchos cubanos y les dotaron de una multiplicidad de símbolos que todavía son expresión de nuestra rebeldía y resistencia: el nombre del movimiento, la bandera bicolor, el programa de la revolución, la Marcha del 26 de Julio y la figura renovada de un Martí que ahora se nos mostraba estratega militar y espíritu de la nación.

La lucha llevó a la victoria y ella a la necesidad de construir códigos para expresar la realidad nueva que la revolución requería. Los símbolos no fueron construidos solo desde el arte, si bien este los visibilizó, los recreó y los hizo accesibles para todas y todos. Vinieron de una cosmovisión que defendía la igualdad de todas. Expresión de esa cosmovisión fue –por solo citar un ejemplo– la sustitución del uso de los términos señor o señora por los de compañeros/as. Un cambio tan elemental como ese significó una transformación radical, a la cual no prestamos suficiente atención, porque pasábamos de mirar a las otras como entes externos, a asumirles como colegas de viaje en la tremenda aventura que protagonizábamos.

En esa misma lógica de transformación simbólica vinieron los Comités de Defensa de la Revolución, la Federación de Mujeres Cubanas y otras organizaciones. Con ellas se impulsó una nueva forma de relacionamiento social; una nueva manera de empoderamiento y construcción colectiva. No puedo dejar de mencionar grandes frases como: “¡Patria o muerte!”, “¡Venceremos!”, o esa legendaria que contiene todo el llanto y la rabia de Fidel: “Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla”.

Pero la memoria tiene sus plazos y la mística, nuestra mística, se reconfigura. Por eso, sería un error pensar que solo está compuesta por los hechos y las frases del pasado. Insisto en que se nutre del día a día, de nuestra creación individual y colectiva. Hoy el grito de ¡Patria o muerte! se ha convertido en ¡Fuerza Cuba!, ¡Viviremos y Venceremos!; la bandera de la estrella solitaria es también una marca-país que exhibimos con orgullo en nuestros perfiles de facebook y ya no vamos a la plaza el 26 de julio a escuchar a Fidel sino a Santa Ifigenia; ese lugar donde un grano de maíz guarda sus restos con una inscripción que solo reza FIDEL, porque no hacen falta, aún, más palabras. Dependerá de nuestra labor con las nuevas generaciones que nunca haga falta añadirlas.

Esas pequeñas-grandes cosas integran, a mi juicio, la mística de nuestra Revolución. Sin embargo, tenemos el enorme desafío de reconocerlas, investigarlas, visibilizarlas, hacerlas carne y sangre de sus más jóvenes protagonistas. ¿«Qué hacer» vuelve a ser la pregunta del momento? Solo si viniera en el sentido leninista. Es decir, solo si apareciera cargada de alternativas. En eso la vanguardia artística joven de este país tiene mucho que aportar, sobre todo si entendemos que nuestra condición de vanguardia nos la hemos ganado a pensamiento; a pensamiento crítico y comprometido con la justicia social y con el fuego creador que transforma vidas.

 

[1] Fragmento del poema Elogio de un poeta a su isla antillana del poeta guantanamero Ernesto Víctor Matute.

CUBANÍA Y CULTURA DE LA LIBERTAD

Por Sahay Fajardo Videaux

Dialogar sobre la mística de la Revolución implica como mínimo acercarse a la espiritualidad, detrás de un fenómeno cuya naturaleza tempestuosa y trasformadora elige y coloca sus protagonista, y en ocasiones a los hechos, en pedestales aparentemente inalcanzables. Así los hombres construyen y destruyen sus altares a través de la Historia y de acuerdo a su tiempo. En el ejercicio de nuestra doble función de resultado y elemento constructor, nos corresponde interrogar al pasado, intentar establecer de manera lógica y coherente la relación entre lo ocurrido y lo evitado, para encontrar las constantes que nos hacen lo que somos.

Desde esta perspectiva, me acerco a la dimensión de los hechos acontecidos el 26 de julio de 1953 y sus consecuencias. ¿Por qué una acción que constituyó, en su momento, un fracaso, es hoy uno de los símbolos más importantes de nuestra Historia? La respuesta más simple y directa es porque triunfó la Revolución de 1959.  Lo digo de esta forma con toda intención, pues sin ignorar el papel de los individuos, me interesa dialogar sobre este fenómeno como el resultado de una cultura popular de la resistencia.  

Ambos hechos fueron posibles en virtud de una profunda conciencia de la Cubanía. En ellos se articulan, de manera orgánica, criterios y valores enraizados en nuestro modo de ser, tales como la vocación por la soberanía y la búsqueda por la justicia social. De este modo, es posible explicar las razones personales y morales que impidieron al teniente Sarría asesinar o permitir   el asesinato del joven Fidel, o el asesinato de “las Ideas”, como lo llamara el propio Sarria.  Explicar las casas abiertas para esconder jóvenes, la ayuda que recibieron de los campesinos, de los médicos y enfermeras del Hospital Saturnino Lora, las madres en las calles reclamando por sus hijos, la movilización  de la sociedad civil para proteger la integridad de estos jóvenes  por encima de las implicaciones políticas, de enfrentarse a una dictadura sangrienta.  Explicar, por encima de las razones objetivas y concretas de  este momento  histórico, tantas manifestaciones  de solidaridad y sacrificios, articuladas de manera espontánea, para salvaguardar lo que la inteligencia popular  asumió como el futuro de la Patria: los Jóvenes del Centenario.  

Se manifestaba así la cultura cubana “como cultura de la libertad y de la independencia, en virtud de los valores consagrados como lineamientos de la conducta, como recuerdo factual y hasta como leyenda, en un combate sin descanso contra constantes asedios dirigidos siempre a hacer desaparecer la Cubanía.”[1]   

[1] Joel james: Alcance de la Cubanía, Editorial Oriente, Santiago de cuba, 2001.

 

FERNANDO MARTÍNEZ HEREDIA: CLAVES PARA LA REBELDÍA

(Fragmentos)

Mensaje de Fernando Martínez Heredia a los jóvenes durante la clausura del Coloquio: “Con arreglo a esta opinión trabajaremos. A 50 años de la revista Pensamiento Crítico”

21 de febrero, 2017

“Desde que era muy pequeño leía todo lo que hallaba, y de muchacho la revista Bohemia fue mi escuela política. Pero ni soñaba en que vendría una gran revolución, que me formó y me cambió una y otra vez, y que por ella llegaría a ser el director de una revista cubana prestigiosa. Pero nunca esperé homenajes, ni cuando éramos centro de tareas hermosas ni cuando pasamos al olvido. A eso me ayudaron José Martí y la Revolución. Ahora, aunque en estos últimos años los que hicimos la revista nos hemos tenido que ir acostumbrando, me emociona mucho recibir este agasajo. Pero me sobrepongo y contemplo y admiro su sentido profundo. No somos los protagonistas los que un día hicimos Pensamiento Crítico, los jóvenes revolucionarios cubanos comunistas de entonces. Son los jóvenes cubanos revolucionarios, los comunistas de hoy, los que al calor del homenaje, el rescate y el debate pasan la escuela política del presente y hacen la vela de armas que requiere el futuro de luchas en las que se empeñarán y vencerán. Ustedes son los protagonistas.”

SOCIALISMO

«Hay muchos más dilemas y problemas. Cómo combinar cambios y permanencias, relaciones sociales e ideologías que vienen del capitalismo —y que son muy capaces de rehacer capitalismo o generarlo— con transformaciones que están destinadas a formar personas diferentes, nuevas, y a producir una sociedad y una cultura nuevas. Cómo aprovechar, estimular o modificar las motivaciones y actitudes de los individuos —sin lo cual no habrá socialismo—, cuando el poder socialista resulta tan abarcador en la economía, la política, la formación y reproducción ideológica y la vida cotidiana de las personas, y tiende a desalentar o impedir las iniciativas de las personas en la medida en que se burocratiza. Cómo lograr que prevalezca el proyecto sobre el poder —el mayor desafío interno a los regímenes de transición socialista—, cuando, además de los ámbitos que he referido, el poder es responsable de la defensa del país frente al imperialismo y los enemigos internos, y de las relaciones con los países, las empresas y las instituciones internacionales del capitalismo. Cómo lograr que prevalezca el internacionalismo sobre la razón de Estado.

» El socialismo no surge de la evolución progresiva del capitalismo. Este ha sido creador de premisas económicas, de individualización, ideales, sistemas políticos e ideológicos democráticos, que han permitido postular el comunismo y el socialismo. Pero de su evolución sólo surge más capitalismo. El socialismo es una opción, y sólo existirá a partir de la voluntad y de la acción que sean capaces de crear nuevas realidades. Es el ejercicio de comportamientos públicos y no públicos de masas organizadas y conscientes que toman el camino de su liberación total.

(…)

» La práctica revolucionaria de los individuos de las clases explotadas y dominadas, ahora en el poder, y de sus organizaciones, debe ser idónea para trastornar profundamente las funciones y resultados sociales que hasta aquí ha tenido la actividad humana en la historia. En este proceso debe predominar la tendencia a que cada vez más personas conozcan y dirijan efectivamente los procesos sociales, y sea real y eficaz la participación política de la población. Sin esas condiciones, el proceso perdería su naturaleza, y sería imposible que culmine en socialismo y comunismo.

(…)

» La transición socialista es un proceso de violentaciones sucesivas de las condiciones de la economía, la política, la ideología, lo más radical que le sea posible a la acción consciente y organizada, si ella es capaz de volverse cada vez más masiva y profunda. No se trata de una utopía para mañana mismo, sino de una larguísima transición. Su objetivo final debe servir de guía y de juez de la procedencia de cada táctica y cada política, dado que estas son las que especifican, concretan, sujetan a normas, modos y etapas las situaciones que afectan y mueven a los individuos, las instituciones y sus relaciones. Por tanto, no basta con tener eficiencia o utilidad para ser procedente: es obligatorio sujetarse a principios y a una ética nueva, socialista.

(…)

» El mayor potencial adverso a su dominación es la enorme cultura acumulada de experiencias de contiendas sociales y políticas —y de avances obtenidos por la Humanidad—, cultura de resistencias y rebeldías que fomenta identidades, ideas y conciencia, y deja planteadas inconformidades y exigencias formidables y urgentes. Todo eso favorece la opción de sentir, necesitar, pensar y luchar por avances y creaciones nuevas.» (en Autocríticas, un diálogo al interior de la tradición socialista, volumen de Ruth Cuadernos de Pensamiento Crítico, Ciencias Sociales/Ruth Casa Editorial, La Habana, 2009.)

LOS DILEMAS DE JULIO ANTONIO MELLA

«Mella tuvo que ser muy rebelde para lograr ser revolucionario, y para seguir siéndolo durante su breve vida. Muy poco conocido en su actuación y sus ideas, su grandeza, sin embargo, ha sido reconocida por todos y ha conmovido a muchos. Mella ha sido ejemplo, herencia yacente, símbolo de revolución, el líder más puro, el sacrificio, el pensamiento más alto. Debemos estudiar la naturaleza, el soporte, el alcance y la eficacia de esas emociones que sí comunican, motivan y suman voluntades. Mella está en la vocación subversiva y en los antiguos gritos que hicimos nuestros los jóvenes un tercio de siglo después, con las adiciones necesarias; está en los miles de internacionalistas que han sabido trabajar, luchar y morir en cualquier parte del mundo, tuvieran o no en el bolsillo el carné de Mella, Camilo y el Che. Que Julio Antonio Mella continúe activo, formando parte del combate en esta hora decisiva de Cuba, depende de nosotros. Si me permiten imaginar a Mella diciéndonos sólo una frase hoy aquí, quizás sería: “Sean siempre comunistas, pero sin dejar de ser manicatos”». (En el artículo «Los dilemas de Julio Antonio Mella»)

«No permitan que llegue a haber dos Cubas en la cultura»

Palabras de agradecimiento pronunciadas el martes 18 de octubre de 2011, durante el acto de entrega del premio Maestro de Juventudes, máxima distinción que otorga la Asociación Hermanos Saíz

«La cultura es, por su naturaleza, sus fuerzas acumuladas y sus logros, lo que está más cerca de ponerse a la altura de las revoluciones sucesivas, las tareas diferentes y superiores a lo que parece posible y la ambición desmesurada, tres rasgos que son esenciales para que exista el socialismo.

(…)

» Que los alumnos de todos nosotros —de los maestros de hoy—, puestos a la tarea de realizar y cumplir, no nos hagan caso en nada que hayamos dicho que pueda estorbarles para cumplir los ideales que estamos compartiendo hoy. Que sientan siempre con su propio corazón, y piensen siempre con cabeza propia. Solo así serán capaces de hacer a Cuba cada vez más libre, más justa y más próspera.»


Forodebate: Tocar la cultura en tiempos de pandemia

La Asociación Hermanos Saíz los invita a participar en el forodebate Tocar la cultura en tiempos de pandemia el próximo 16 de junio a las 10:00 A.M, que tendrá como invitados al escritor, periodista y crítico Pedro de la Hoz, vicepresidente de la UNEAC; al periodista y jefe de la sección cultural de Juventud Rebelde José Luis Estrada; a Yanetsy León González, reportera del periódico Adelante, de Camagüey, coordinadora del Coloquio Nacional sobre Periodismo Cultural en Cuba y Máster en Cultura Latinoamericana; y a Gloria Kreiman, periodista cultural, coordinadora de Comunicación Digital de Gobierno de Córdoba en agencia de publicidad JPG Grupo de Comunicación y miembro de la comisión directiva del Cineclub Municipal Hugo del Carril.

¡Esperamos sus preguntas y opiniones!

 


Sobra farandulismo y falta análisis

Por Pedro de la Hoz*

Una crisis sanitaria como la que estamos viviendo es también, ya se sabe, una crisis económica, social y cultural. La vida cultural en Cuba y el mundo se ha alterado. ¿Alternativas? Han surgido. Si no puedes ir a un concierto, lo recibes en casa. Si no puedes ir a un museo, lo visitas desde casa. Si no puedes ir a un teatro, el teatro lo tienes en casa. Unas opciones son libres de pago, otras no. Unas cuantas plataformas digitales cobran. Unos cuantos servicios de streaming se hallan fuera del alcance si no cuentas con una tarjeta de crédito.

Por otra parte, muchos artistas se han sentido estimulados a crear y compartir lo que tienen. Aplausos. Aunque sucede que no todo lo que crean y comparten por sí mismo vale. Sin ir muy lejos, entre nosotros he escuchado canciones loables y execrables, a poetas y poetacos. No bastan buenas intenciones. La creación y la difusión de la creación exigen rigor. El periodismo cultural en Cuba también exige rigor y no siempre ha sabido cribar entre lo esencial y lo accesorio, entre el grano y la paja. Sobra farandulerismo y falta análisis.

*Escritor, crítico de arte y periodista, Vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba

Premio Nacional de Periodismo Cultural José Martí

Poseedor de la Distinción Por la Cultura Nacional y fundador del suplemento Huella

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¿Por dónde andamos?

Por José Luis Estrada Betancourt*

El mundo cambió, ya no es el mismo. La COVID-19 nos ha obligado a reinventarnos, a buscar alterativas. También a que no seamos tan arrogantes, enfermos de poder, tan explotadores sin piedad del planeta. Por estos días nos vemos más solidarios, más dispuestos a cooperar, a propiciar la unión.

Los efectos de la pandemia y sus repercusiones sanitarias, humanas y económicas, ha sido enormes. Y no obstante, desde el inicio de la pandemia, no ha habido un día en que no haya habido un concierto, una pintura, una representación teatral, un libro que nos invita a leer… Pero a veces pareciera que buena parte del periodismo cultural que se realiza bajo estas complejas circunstancias, no se ha enterado de por dónde andamos. Sigue aferrada, por ejemplo, a las notas informativas que poco aportan, que se quedan en el lead, como si no existieran otros géneros. Las entrevistas son apenas frases entrecomilladas que no permiten llegar al protagonista, descubrirlo, saber cómo piensa, cómo vive, cómo crea; sentir su respiración.

Este es un momento que se hubiera prestado perfectamente para darle un buen impulso el periodismo hipermedia, para explotar al máximo sus posibilidades, para establecer nuevas rutinas productivas. Para internar parecernos más a esos intelectuales y artistas, a sus procesos creativos, que constituyen nuestra razón de ser.

Que poco a poco la sociedad cubana se haya ido informatizando ha posibilitado que nuestros creadores no se hayan dejado dominar por la inactividad, por la angustia. Hace unos días, Ulises Rodríguez Febles, el destacado dramaturgo, investigador y guionista matancero, nos llamaba la atención: «si revisamos la labor de los músicos cubanos en tiempo de pandemia, encontraremos en las páginas digitales la creación inquieta de quienes no cesan en la reclusión, sino que se han reactivado ante la pausa. (…) Creo que si algo positivo ha tenido la etapa pandémica, es el espacio de reflexión, la activación creativa, la lucha psicológica y estética de nuestros artistas, utilizando los códigos y lenguajes del audiovisual, algunos con mayor eficacia que otros; pero siempre en lucha contra el silencio y la inercia». Al periodismo cultural cubano le toca jerarquizar y acompañar mucho más esos y otros tantos procesos que han ayudado a salvarnos.

 

*Periodista, crítico de arte, editor. Jefe de la Redacción Cultural del Periódico Juventud Rebelde

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Memoria de nuestro tiempo

Por Yanetsy León González*

Parecía que tendríamos un año sin desdichas, a pesar del signo de año bisiesto. En marzo varios jóvenes recibíamos las buenas energías del segundo Taller de Periodismo Cultural Rubén Martínez Villena. Estábamos en La Habana, entusiasmados con el programa del evento, cuando se diagnosticó el primer caso positivo a la COVID-19 en Cuba.

Generar contenidos desde la casa no ha sido un reto difícil, gracias a la creatividad y a la astucia de los artistas, actores de una zona de la cultura que sigue siendo la mayor privilegiada por el periodismo cultural. Claro, la vida online ha condicionado la jerarquía de la agenda mediática, y por ende, la desventaja para quienes no asoman como quisieran en el ecosistema digital. Eso agudiza el problema contemporáneo de valer según la hiperconectividad.

Pero más allá del hecho artístico, la pandemia ha subvertido en nuestras narices asuntos que no hemos abordado lo suficiente como la fragilidad como individuos en las sociedades telemáticas. Si antes señalábamos como desarraigo afectivo la búsqueda por la web del contacto humano, ahora esa relación adquiere otros matices.

Un planteamiento reiterado en las ediciones del Coloquio Nacional sobre Periodismo Cultural ha sido el ejercicio de la crítica. En pleno aislamiento social pudiera enfocarse en la programación televisiva y en las llamadas ofertas de las redes sociales. He ahí otro terreno por aprovechar pues circulan imágenes falsas y superficiales que refuerzan la llamada era del vacío.

La urgencia de ahondar en los procesos de significación de la realidad sigue siendo un cometido del periodista cultural, reafirma la importancia de la formación y de la investigación. En ese sentido, me alienta mucho este espacio de discusión impulsado por la Asociación Hermanos Saíz y la Unión de Periodistas de Cuba para no perder las coordenadas de la brújula profesional.

Olvidé contar que de La Habana regresé a mi casa muerta de miedo el sábado 14 de marzo, Día de la Prensa Cubana. Recuerdo como ayer el lunes inmediato cuando la directora de mi periódico nos citó para las precisiones de la nueva etapa. Hoy se cumplen tres meses que no veo la redacción del Adelante, pero no he dejado de salir en el impreso ni de alimentar su versión digital porque desde entonces teletrabajo. El periodismo sigue siendo para mí una clave de felicidad y un puente para ser memoria cultural de nuestro tiempo.

*Periodista en el periódico Adelante, de Camagüey. Coordinadora del Coloquio Nacional sobre Periodismo Cultural. Máster en Cultura Latinoamericana.


Dificultad y aprendizaje

Las particularidades en la cultura y su comunicación durante la pandemia de Coronavirus en Córdoba, Argentina.

Por Gloria Kreiman*

La pandemia de Coronavirus ha afectado todos los aspectos de nuestras vidas en casi todos los lugares del mundo, incluyendo inevitablemente a la cultura, su producción, su consumo y su comunicación.

Córdoba, la segunda ciudad más grande de Argentina, no es una excepción en esto y sus expresiones culturales (que son muchas, variadas y muy valiosas) se han visto profundamente perjudicadas de diferentes maneras: desde el 19 de marzo estamos en aislamiento social obligatorio, con algunas actividades ya flexibilizadas, pero todavía con nuestros cines, teatros, museos y espacios artísticos cerrados.

Trabajo vinculada a la comunicación de la cultura en tres espacios diferentes de mi ciudad y quiero compartir algunas de las experiencias que se han despertado a partir de esta nueva realidad.

Mi principal ocupación es la coordinación de la comunicación digital del Gobierno de la Provincia de Córdoba, desde una agencia de publicidad. La pandemia, por supuesto, ha atravesado la estructura estatal en todos sus niveles, incluyendo a la cultura que en cualquier contexto es importante y trascendental pero en este lo es aún más: es uno de los sectores más perjudicados y a la vez más necesarios para mitigar, con entretenimiento y contenidos de calidad, los efectos psicológicos y emocionales del encierro y la incertidumbre.

Con este foco, el área de Cultura del Gobierno de Córdoba creó una serie de propuestas virtuales alternativas para ver desde casa durante el aislamiento: recitales, obras de teatro, lecturas, conferencias y charlas, recorridos de museos. Esto plantea dos grandes desafíos para nuestro trabajo de comunicación:

Por un lado, la virtualidad no resulta tan atractiva como disfrutar de estas cosas en persona, por lo que estamos multiplicando los esfuerzos por comunicarlas a través de contenidos creativos, impactantes, atractivos, claros, precisos y bien dirigidos a cada público.

Por otro lado, una cuestión práctica: estamos, por primera vez, trabajando a distancia, cada uno desde su casa. Somos un equipo grande de diseñadores gráficos, editores audiovisuales, programadores, productores, redactores, creativos, analistas políticos, analistas digitales, planificadores de medios y pautas, directores de arte, coordinadoras.

Discutir, definir, coordinar, producir contenidos, chequearlos, aprobarlos, sin compartir el espacio físico, comunicándonos virtualmente, nos obliga a tener más paciencia, más flexibilidad horaria, más atención, más y más activos grupos de WhatsApp. Pero también nos ha llevado a reforzar nuestra solidaridad laboral y personal, nuestra empatía y nuestra predisposición al buen humor.

En segundo lugar, trabajo en el Cineclub Municipal Hugo del Carril. Fui responsable de Comunicación y Relaciones Institucionales durante varios años y hoy soy miembro de su comisión directiva.

Abierto en el año 2001, el Cineclub ofrece desde ese entonces programación de cine de calidad y alternativa a la comercial, cursos y talleres y una biblioteca/videoteca muy completa.

Funciona de manera mixta: es un espacio perteneciente a la municipalidad de la ciudad de Córdoba, pero es sostenido casi en su totalidad de manera independiente, por el trabajo de su Asociación de Amigos.

Al estar sin actividades, no hay recaudación alguna; por lo que está en peligro el sostenimiento del espacio, los sueldos de los trabajadores, el mantenimiento de los equipos y el edificio.

Para tratar de evitar que el espacio se cierre, pusimos en marcha la modalidad virtual de los cursos y talleres y lanzamos un bono anticipado con el cual la gente compra un “paquete” de entradas de cine, descuentos para los cursos y acceso a la biblioteca/videoteca, y puede usarlo a partir del momento que quiera, cuando reabra el Cineclub.

Por supuesto que para todo esto, la comunicación es fundamental y un gran desafío considerando el contexto: las redes sociales son el principal soporte de difusión (por su bajo costo y porque resultan efectivas), hay mucho público en las redes ya que la gente está en general con más tiempo libre y en sus casas; pero a la vez hay más invisibilidad, porque la virtualidad obligada hace que haya más publicaciones.

La ventaja es que el Cineclub es un lugar muy querido por los cordobeses, muy valorado por los cinéfilos y uno de los espacios culturales con más trayectoria en la provincia, por lo que la respuesta de los públicos en general y la prensa cultural ha sido buena y afectuosa. Sin dudas que también en esto la comunicación ha sido fundamental: el trabajo de identidad y visibilización que realiza el Cineclub desde sus inicios muestra sus frutos.

Finalmente, hago colaboraciones periodísticas para una de las radios de la Universidad Nacional de Córdoba y para algunos medios gráficos locales. Principalmente, recomiendo y comento películas y series. En este contexto en el que no se puede ir al cine, no he tenido más opción que enfocarme en los contenidos que ofrecen las plataformas pagas (como Netflix) y, si bien tienen algunas propuestas interesantes, el contenido novedoso y de calidad es limitado, lo cual ha dificultado mi trabajo.

Pero al mismo tiempo, con el aislamiento, se han abierto nuevos canales, se han liberado algunos contenidos artísticos a los que antes era más difícil o imposible acceder y se generan eventos con alcance global. Es el caso, por ejemplo, del festival de cine online We Are One, iniciativa del festival de Tribeca y del que participaron más de 20 festivales prestigiosos de todo el mundo: Berlín, Locarno, Londres, Rotterdam, Cannes, Nueva York, San Sebastián, Toronto y Venecia, entre otros. Cosas como esta dan a los públicos y a los periodistas alternativas novedosas.

El punto en común que encuentro en cada una de estas labores en cuanto a las particularidades que implica en ellas la pandemia y el aislamiento social es que, como en cualquier crisis, hay obstáculos y problemas pero también hay aprendizajes y desafíos.

La cultura y la comunicación son siempre tareas complejas, aún más en tiempos de dificultades sanitarias, económicas y sociales. Esto es una responsabilidad que implica esfuerzos pero que también nos está dando crecimiento y alegrías profesionales y humanas.

Además, la satisfacción por el trabajo bien hecho es, en momentos como este, también mayor porque nuestra labor cobra más importancia.

Licenciada en Comunicación Social.

Diplomada en Políticas Culturales para el Desarrollo Local.

Coordinadora de Comunicación Digital de Gobierno de Córdoba en agencia de publicidad JPG Grupo de Comunicación.

Miembro de la comisión directiva del Cineclub Municipal Hugo del Carril.

Periodista cultural.


Forodebate José Martí y los desafíos del presente (Espacio Dialogar, dialogar)

Por Yasel Toledo Garnache

Como parte del espacio Dialogar, dialogar, que habitualmente realizamos en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba, convocamos al forodebate “Martí y los desafíos del presente”, para debatir en torno a quien es considerado el Héroe Nacional de Cuba, hombre de profundo humanismo, grandes sacrificios y activa labor literaria, periodística y como patriota que fundó el periódico Patria, creó el Partido Revolucionario Cubano y fue el principal organizador de la guerra de 1895.

¿Cómo permanece Martí entre los cubanos, 125 años después de su caída en combate? ¿Todos somos verdaderamente martianos? ¿Es posible que lo seamos? ¿Por qué a veces se tergiversa tanto su pensamiento? ¿Qué aspectos lo hacen un hombre también del siglo XXI? ¿Por qué podemos asegurar que la Revolución cubana es profundamente martiana? ¿Qué se hace en el país para divulgar más sus obras e historia de vida mediante el aprovechamiento, por ejemplo, de las nuevas tecnologías. ¿Cuánto más nos pueden ayudar sus ideas y ejemplo para vencer desafíos del presente?…

Estas son algunas de las preguntas que pudieran motivar el intercambio. El forodebate se realizará este lunes entre las 10: 00. am y las 12: 00. m, con la participación del doctor en ciencias Eduardo Torres Cuevas, director de la Oficina del Programa Martiano y Presidente de la Sociedad Cultural José Martí; la doctora en ciencias Marlene Vázquez Pérez, directora del Centro de Estudios Martianos, el también doctor Fabio Fernández Batista, profesor de historia de la Universidad de La Habana y miembro de la AHS, y Yusuam Palacios Ortega, presidente nacional del Movimiento Juvenil Martiano (MJM).

Todos podemos participar. Ya es posible dejar nuestras opiniones e interrogantes en la parte de los comentarios.

MARTÍ EN NUESTROS DÍAS, ¿UN DIÁLOGO CON EL PASADO?

Por Dr. C. Marlene Vázquez Pérez

Según Gabriela Mistral, Martí es un clásico sin sombra de vejez. Quien accede a su obra, independientemente de su formación académica, queda seducido por ese verbo proteico, profundamente poético, y portador, a la vez, de los más altos valores humanos. La hondura de su pensamiento, la riqueza de sus reflexiones, motiva al análisis histórico, filosófico o político. Siendo un hombre de su tiempo  en toda la extensión de la palabra, Martí es un hombre para todos los tiempos. No hay que forzar su entrada al siglo XXI, entra en él, por derecho propio, porque la mayor parte de los problemas que constató en su época siguen buscando solución todavía. En esta crisis existencial que vivimos hoy, la palabra martiana tiene enormes tareas que cumplir, y hay que leerla como quería Unamuno, “con devoción inteligente”.[1] El diálogo con su obra puede ser de gran utilidad, tanto práctica como espiritual. 

[1] Miguel de Unamuno: Carta a Joaquín García Monge, Archivo José Martí, La Habana, no. 11, enero-diciembre, 1947, p. 15.

 

MARTÍ NO ES COSA DEL PASADO

Yusuam Palacios Ortega, presidente del Movimiento Juvenil Martiano

En la hora actual de Cuba y atendiendo a los desafíos de la humanidad, frente a un modelo hegemónico capitalista que desde lo económico hasta lo cultural es absolutamente injusto e insostenible; asirnos al pensamiento martiano es vital. Martí no está desactualizado ni es cosa del pasado. Es increíble como su pensamiento alcanza una vigencia extraordinaria, aplicable a la vida contextualizada en este tiempo histórico, a nuestro quehacer cotidiano, a la batalla por la emancipación cultural del hombre.

Conocer a Martí no es homenajearlo simplemente el día de su natalicio o caída en; sino profundizar en la esencia de su pensamiento, interpretarlo con objetividad y aplicarlo en nuestra vida práctica: asumir críticamente los valores que nos transmite, sus puntos de vista, sus criterios sobre los más diversos temas. Sentirse martiano y conocer al Maestro es un reto gigantesco, porque él no admite un acercamiento superficial. No se trata de memorizar sus frases, de repetir su discurso -a veces de forma descontextualizada-, o de conocer datos acerca de su biografía.

Su pensamiento no es abstracto, adquiere cuerpo y alma en sí mismo cuando somos capaces de redescubrir a Martí y aplicarlo a nuestra cotidianidad, cuando entendemos que la martianidad es osamenta sobre la cual debemos proyectarnos y sostenernos. Por eso somos martianos, porque críticamente lo hemos asimilado, porque creemos en la palabra del Maestro, y no lo hacemos como seres conducidos, sino desde una lealtad reflexiva a su palabra y ejecutoria. Martí no es cosa del pasado.

UN MARTÍ PARA AHORA MISMO

Por Dr. C. Fabio E. Fernández Batista

José Martí constituye referencia ineludible para el pensamiento patriótico y revolucionario cubano. Hasta el presente, su ideario se manifiesta como plataforma desde la cual repensar los dilemas de la nación y el orbe. La apuesta martiana por la construcción de una sociedad garante de la dignidad plena de los seres humanos resulta una aspiración que –cual horizonte– nos conmina a avanzar.

De cara a los retos de hoy, seis aristas de la reflexión del Apóstol devienen soportes para aquellos abocados a la continua apuesta por una Cuba y un mundo mejor. Su inserción dentro del llamado pensamiento electivo, la irrefrenable búsqueda de la unidad bajo principios compartidos, la autoconciencia nuestraamericana y su beligerante oposición a la proyección hegemónica de los poderes imperiales han de acompañarnos en la lucha cotidiana.

Martí supuso la cúspide del electivismo cubano, movimiento filosófico que desde las postrimerías del siglo XVIII impulsó la conformación de un pensamiento propio en la Isla, a partir de adaptación crítica de los referentes foráneos y de la construcción de respuestas singulares a los problemas específicos de la realidad insular. Para el Maestro, solo el ejercicio intelectual nacido de nuestra universal autoctonía franquearía el acceso a los propósitos de plenitud soñados. Hoy que buscamos modelos para enrumbarnos, no debemos pasar por alto esa alerta.

En paralelo, la prédica martiana encontró otro de sus nortes en la cristalización de la unidad entre los cubanos de buena voluntad. La meta de la independencia y posterior consumación de la república plena requería el modelaje de una amplia coalición de fuerzas, capaz de articularse bajo presupuestos programáticos y de principios. Los retos de la Cuba de hoy exigen de nosotros justo lo que el héroe de Dos Ríos subrayara en el ya lejano siglo XIX. La Revolución que ha de revolucionarse será exitosa en tanto exprese la pluralidad de la nación y denote su capacidad para actuar como un proyecto unitario de pretensiones holísticas.

Dentro del legado de ese cubano de excepción al que hoy rendimos tributo destaca, igualmente, su sentido de unidad continental. Martí pensó en clave nuestraamericana, es decir, concibió un proyecto enfocado en los problemas que enfrentaba el vasto universo que discurre del Bravo a la Patagonia. Esta concepción ancló en la identificación de una historia e identidad comunes que, sin desconocer las particularidades, permitía soñar con un destino compartido. Dicho sueño común veía reforzado su sustento en la identificación de un claro antagonista que, desde su agenda de dominación, trabajaba en pos de fragmentarnos. Justo en esta hora que vivimos, los factores que nos unen siguen mostrando su vigencia, al tiempo que el enemigo esencial continúa siendo el mismo.

Como es sabido, el pensamiento del Héroe Nacional se erige como precursor del ideario antiimperialista. El diagnóstico martiano acerca de la configuración interna de las sociedades del Norte global y de la proyección hacia el Sur del capitalismo maduro de las naciones imperiales  conserva vigencia en más de un sentido. En la tarea siempre urgente de definir la lógica de funcionamiento del sistema capitalista, Martí resulta un gran aliado. Solo desde la disección analítica de nuestro enemigo podremos construir la alternativa civilizatoria que el Apóstol identificó como único camino para la consumación de la justicia.

Frente a los grandes dilemas que tocan a nuestra puerta, Martí nos acompaña. Está a nuestro lado en la lucha por un futuro de total emancipación. Nos toca pues aprender del veterano guerrero, beber de sus consejos, hacer propio su método y lanzarnos a crear, a construir, a fundar.     

 

EL PROYECTO INCONCLUSO DE JOSÉ MARTÍ

Por Dr. C. Eduardo Torres-Cuevas

El día anterior a caer en combate, Martí comienza a escribirle una extensa carta a su “queridísimo hermano” Manuel Mercado. Su inesperada muerte la dejó inconclusa. El texto es suficiente para conocer las esencias y las estrategias del proyecto revolucionario martiano. Una gran incógnita se levanta con la última palabra escrita. Por lo pronto, el texto desmitifica la romántica y especulativa idea de que el Maestro buscara la muerte en el encuentro de Dos Ríos. Como guía de un pueblo que ha lanzado a la guerra, debía ser el primero en enfrentar al enemigo, pero no desconoce los riesgos necesarios. Con orgullo escribe: “Ya puedo escribir (…) Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo– de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice y haré, es para eso”. No hay desanimo ni tristeza y, lo más importante, piensa con entusiasmo en la que hará.

El proyecto martiano ha transitado por varias etapas. Primero, unir lo que imperiosamente ha de estar unido; segundo, organizar y concientizar las fuerzas todas del país para la guerra necesaria y la creación de un nuevo modelo de república que no perpetúe “con formas nuevas o con alteraciones más aparentes que esenciales, el espíritu autoritario y la composición burocrática de la colonia, sino fundar en el ejercicio  de las capacidades legítimas del hombre, un pueblo nuevo y de sincera democracia, capaz de vencer, por el orden del trabajo real y el equilibrio de las fuerzas sociales, los peligros de la libertad repentina en una sociedad compuesta para la esclavitud”; la República Cubana sería “justa y abierta, una en el territorio, en el derecho, en el trabajo y en la concordia, levantada con todos y para el bien de todos”.

La tercera etapa es la creación del Partido Revolucionario Cubano, instrumento real y práctico preparador de la guerra, creador y unificador de revolucionarios, batallador frente a los partidos coloniales y a la peligrosa corriente anexionista. La cuarta etapa apenas se iniciaba cuando cae en combate, la guerra de independencia y la creación de la república “en medio de la guerra”. Todo lo hecho hasta Dos Ríos apenas era el preámbulo de la construcción de la Cuba pensada y soñada por Martí.

Si la lucha inicial era contra el dominio colonial español, los profundos cambios operados en los Estados Unidos convierten a esta nación en la más poderosa potencia, ante la cual, llegado el momento, la propia España rendiría sus banderas. Desde 1889, Martí advierte: “¿Por qué han de pelear sobre las repúblicas de América sus batallas con Europa, y ensayar en pueblos libres su sistema de colonización?”; “Desde la cuna soñó en estos dominios el pueblo del Norte (…) y cuando un pueblo rapaz de raíz, creado en la esperanza y certidumbre de la posesión del continente, llega a serlo, con la espuela de los celos de Europa y de su ambición de pueblo universal (…) urge ponerle cuantos frenos se puedan fraguar,  con el pudor de las ideas, el aumento rápido y hábil de los intereses opuestos, el ajuste franco y pronto de cuantos tengan la misma razón de temer, y la declaración de la verdad”.

Y he ahí la razón de Cuba; su lugar en el mundo: “En el fiel de América están las Antillas, que serían, si esclavas mero pontón de la guerra de una república imperial, contra el mundo celoso y superior que se prepara para negarle el poder”. Y sentencia: “Es un mundo lo que estamos equilibrando; no solo dos islas las que vamos a libertar” y Cuba sería la república “indispensable al equilibrio americano”.

Iniciada la guerra de independencia, quedaba un paso importante, crear la República de Cuba. En la carta inconclusa a Manuel Mercado ya habla de ello. Después de la Mejorana, su papel en la Constituyente fundadora y reguladora de la república era fundamental y él lo sabía. Su ausencia en Jimaguayu desfiguró parte del proyecto de preparar la república en medio de la guerra. Al producirse la intervención de Estados Unidos en la contienda independentista cubana, Máximo Gómez expresaba las terribles consecuencias de la ausencia de Martí, porque él sí sabía cómo enfrentar la nueva situación. Los tiempos nuevos eran muy complejos. Se confrontaban peligros externos e internos. Uno de ellos era, según había escrito el Maestro:

“En Cuba ha habido siempre un grupo importante de hombres cautelosos, bastante soberbios para abominar la dominación española, pero bastante tímidos para no exponer su bienestar personal en combatirla. Esa clase de hombres, ayudados por lo que quieren gozar de los beneficios de la libertad sin pagarlos en su sangriento precio, favorecen vehementemente la anexión de Cuba a los Estados Unidos. Todos los tímidos, todos los irresolutos, todos los conservadores ligeros, todos los apegados a la riqueza, tienen tentaciones marcadas de apoyar esta solución, que creen poco costosa y fácil. Así alagan su conciencia de patriotas, y su miedo de serlo verdaderamente”.

El proyecto inconcluso de José Martí se convirtió en el de las generaciones del siglo XX; es el proyecto revolucionario de creación, retomando las palabras de José Antonio Saco dos años antes de nacer Martí, de “una Cuba cubana y no anglosajona”. Ha pasado el tiempo, 125 años después de la desaparición física del Apóstol, su pensamiento vivo es nutriente, sabia, para pensar y crear la Cuba futura. Brújula cuando baten aires de tormenta.     

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Forodebate: Problemas actuales de la cultura cubana. El desafío de la emancipación

¿Cultura es sinónimo de creación artístico-literaria? ¿Tenemos política cultural? ¿Las instituciones representan a los artistas e intelectuales? ¿Están avanzando los valores conservadores en Cuba? ¿Qué expresiones están teniendo en el campo artístico-literario? ¿Cómo hacer nuestra política cultural más útil para el avance del socialismo? ¿Qué papel debe jugar la Asociación Hermanos Saíz en este empeño?

Sobre estas preguntas y otras estaremos interactuando con la historiadora Mildred de la Torre y el trovador y uno de los vicepresidentes de la AHS Rey Montalvo Vasallo. La cita es el 6 de mayo desde las 10:00 a.m. en el Portal del Arte Joven Cubano, sitio web de la Asociación Hermanos Saíz.

Cultura v/s cultura

Por Rey Montalvo Vasallo

También la cultura es un instrumento de dominación. El ser humano pasional, aun cuando intenta la objetividad, reacciona influenciado por sentimientos y estados de ánimo, de ahí que el lenguaje de la música, la danza, el teatro, la pintura, la literatura, sea el más efectivo transmisor de ideas y valores. El arte puede emancipar o consumir a los pueblos, es un medio para la comunicación y un modo de traducir lo cotidiano en emociones.

La cultura define y expresa imaginarios, representaciones, modos de vida y prácticas sociales. No existe una única cultura en Cuba, y ese ha sido el desafío fundamental de aquella cultura nueva, la que intentó contrastar los dogmas de la cultura establecida.

La Cuba del presente vive inmersa en el eterno combate entra culturas: una que aliena, que esclaviza (porque sin cultura tampoco hay esclavitud posible), y la otra que pretende liberar.

¿Cuál es el lugar de la cultura nueva hoy?, esa es la cuestión. ¿Está en la vanguardia, nos representa como país, la defienden las instituciones, la socializan los medios de comunicación, o está en la resistencia, en la voluntad de algunos que se imponen al burocratismo, a lo que nos dictan como imposible, a los sentidos comunes de una realidad que parece inmutable?

¿Qué cultura es dueña de lo banal, del sensacionalismo, de las postales de una sociedad consumista, vulgar, machista, homofóbica, misógina?

He preferido hablar de culturas, en plural, y quizás de problema en singular: el reto de este tiempo es transitarlo consciente de esa dicotomía entre saberes. La Asociación Hermanos Saíz (AHS), por ejemplo, será efectiva en la defensa de una cultura nueva en tanto contribuya a socializar el arte que funda y no el que reproduce la ecuación de un mercado occidental que aliena.

La tendencia a universalizar lo fácil y edulcorado va más allá de una seguridad de éxito. El mensaje de vivir despreocupados, por ejemplo, que transmiten algunos hits del momento, cuando transciende al sujeto receptor y se convierte en una representación colectiva, sustenta una élite de poder que aspira a permanecer en él, mientras el pueblo se convierte en público, apático de responsabilidades sociales y de las transformaciones que necesita su entorno.

La AHS (una organización de creadores con representantes y no jefes) existe para defender una cultura inconforme de lo obvio, de la que son voceros los artistas que erigen un universo sensitivo y extraordinario donde el público logre mirarse por dentro y saltar al mundo a descubrirle las luces y los parches.

Es imperativo que la política cultural cubana no se divorcie de la voluntad y esencia del proceso revolucionario, tiene que resignificar lo valioso en medio de la inevitable disputa entre culturas. Es imperativo que la práctica de las instituciones y organizaciones no se divorcie de la política cultural establecida, y que estas sean consecuentes entre lo que llaman vanguardia y lo que defienden como tal. 

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Las políticas nacen y se nutren de las realidades concretas

Por Mildred de la Torre Molina

  • 1- ¿Cultura es sinónimo de creación artístico-literaria?

Esta pregunta tiene múltiples respuestas, como conceptos existen sobre cultura. Recuérdese que su origen es antropológico. Lo interesante del asunto es la persistencia del criterio, a la altura de nuestros tiempos actuales, de que la cultura tiene un carácter reduccionista en tanto solo se expresa o es potestativa de la creación artística y literaria. Semejante criterio no solo resulta acultural sino también discriminatorio. Acultural porque no todo lo que se produce, en esa esfera, es creación, entendida esta en su valor universal, ni tampoco siempre expresa los valores de su tiempo y mucho menos constituye un referente único para conocer, aprehender y crear, apreciado esto último como concreción y punto de partida para la renovación constante del arte y la literatura.  Discriminatorio porque excluye a otras disciplinas, tales como la Educación y las Ciencias sociales y humanísticas y las científicas en general. Pero, sobre todo, al resto del mundo espiritual con sus creencias, hábitos, costumbres, tradiciones, lenguajes, aspiraciones, ideologías, etc. La cultura es el universo de los seres humanos en el que se asienta el pasado, el presente y el futuro. Sin ella no hay vida, no hay sentido de existencia. Apreciar la creación artística y literaria como parte de la cultura o como expresión de ella es dignificarla, siempre y cuando muestre los valores espirituales de su tiempo e incite a la gestación del futuro. En fin, la cultura es siempre trascendencia y de ella no escapa la creación artística y literaria. La banalidad, la bisutería, la vulgaridad, el mal decir, entre otras cuestiones, quedarán como lo execrable de una época determinada. Eso es acultura.

La discriminación también se aprecia en las relaciones interpersonales. No pocos artistas y escritores se opusieron al ingreso en la UNEAC de los científicos sociales que poseían obras escritas por entender que ellos poseían otras asociaciones; y lo peor, que el oficio del escritor solo es potestativo de la literatura de ficción y de la crítica literaria. Como concesión se le otorgaba a los traductores y editores. Por suerte, la dirección de la UNEAC no estuvo conforme con semejantes criterios y facilitó nuestro ingreso. Así lo demuestra la existencia de la Sección de Literatura histórico social en la Asociación de escritores y artistas.

Hay otro aspecto insoslayable. Me refiero al intrusismo profesional sin respeto al conocimiento especializado. Lo mismo se habla de historia, economía, sociología, música, literatura, etc., en los medios de divulgación o en los eventos científicos sin conocimiento puntual. Ese es un problema ético en detrimento del desarrollo de los saberes culturales. No existen normas para evitarlo.

  • 2- ¿Puede hablarse de una política cultural en Cuba?

Existen las políticas culturales desde la existencia del estado-nación en Cuba hasta los días presentes. Durante la república burguesa hubo las encomiables gestiones de José María Chacón y Calvo y Raúl Roa, por solo mencionar los más relevantes promotores gubernamentales. Hay una literatura reveladora de ese particular, de la autoría de Graziella Pogolotti, Malena Balboa, Jorgelina Guzmán Moré, Danay Ramos, Ricardo Quiza, Norma Suárez, Dayana Múrguia,  y otros. Hay múltiples autores que, de forma tangencial, lo han evidenciado cuando se refieren a autores, tendencias y obras específicas. Al respecto existe una excelente literatura indicadora de los esfuerzos realizados, en ese campo específico, por el movimiento intelectual hasta 1959. Bien puede afirmarse que la institucionalización del quehacer cultural, en sus diferentes niveles de expresión, está presente en los proyectos de quienes ejercieron el noble oficio del arte y la escritura. La sociabilidad y el asociacionismo de aquellos largos y complejos años así lo ponen de manifiesto, más allá de los malignos y empobrecidos propósitos de los gobernantes de turno. La creación cultural, apreciada en su sentido más amplio, no solo debe conocerse por sus valores epistemológicos, sino también por sus aportes al desarrollo de una progresiva conciencia crítica generadora, entre otras cuestiones, del movimiento liberador actual. La pobreza no genera la emancipación, esta es obra de la cultura política. Cuba es poseedora de un extraordinario legado cultural merecedor de socializaciones masivas, docentes y académicas. Bien honrados estamos de esa realidad aunque no siempre somos capaces de transmitirla.

Resulta interesante destacar la existencia, en estos momentos, de opiniones sobre la existencia o no de políticas culturales antes de 1959. Por lo que he expresado, ahora y en otras oportunidades, defiendo su existencia señalando sus valores, limitaciones y deficiencias. Ello conforma una herencia imposible de ignorar. Por otra parte, también se cuestiona el carácter plural de nuestras políticas culturales. Creo que he dejado esclarecida mi posición al respecto. La unidad y cohesión de nuestras fuerzas políticas y gubernamentales no contradice dicha pluralidad, por el contrario, la enriquece. A continuación insisto sobre el tema.

Desde el triunfo revolucionario hasta nuestros días hay políticas culturales en Cuba. Hablo en plural porque han existido las de las instituciones tales como el CNC, el Mincult, la Casa de las Américas, el ICAIC, la Biblioteca Nacional José Martí, La UPEC, la UNEAC y la AHS, que han trazado sus respectivas políticas, y también hay diferentes etapas, divergentes y convergentes, que se corresponden con la polisemia social e ideo-política del proceso revolucionario. Esto es algo digno de análisis aunque existen estudios sustentadores de la existencia de dicha pluralidad. A la altura de este tiempo los problemas confrontados con la aplicación de la política del sector no son los heredados de la república burguesa sino los inherentes al proceso revolucionario, salvo aquellos que responden a nuestra formación ancestral. Pero creo que para entenderlos no hay que recurrir solamente a la comunidad primitiva, a la plantación esclavista ni al capitalismo deformado de la república neocolonizada por el imperialismo sino a las mentalidades generadas por el colonialismo cultural contemporáneo, entre otras muchas causas. Debemos asumir la historia para cultivarnos en conocimientos creadores y no para justificar nuestros errores. Pese a sus imperfecciones, apreciadas por momentos o etapas, la Política Cultural se corresponde con los principios emancipadores de la revolución. No pueden negarse sus logros con la educación, la creación artística y literaria, la sociabilidad, la divulgación masiva, la investigación, entre otros. Como obra humana tiene exigencias propias de su tiempo y ello implica su perfeccionamiento continuo mediante la crítica y la auto-crítica y el diálogo continuo con el pueblo que es y debe ser su principal receptor. Debates y análisis e imbricación continua con los problemas neurálgicos de la sociedad constituyen los caminos para el perfeccionamiento de las políticas del sector.

  • 3- ¿Las instituciones representan a los artistas e intelectuales?

Sé que hay un debate intenso sobre ese particular, al menos en el seno de los últimos congresos de la UNEAC y de la AHS. No quiero repetir lo conocido. Insisto solamente en la necesidad de que sea el movimiento intelectual el generador de las instituciones y no a la inversa. Surgen por la necesidad de aunar el esfuerzo de los creadores en beneficio de la sociedad y no como una acción más para garantizar la unidad de los mismos. Deben ser escenarios de discusión, análisis, confrontación de ideas y conocimientos e incubación de proyectos colectivos e individuales, de respaldo y socialización  a la obra creadora, entre otras muchas acciones. Deben nacer y crearse según los intereses de los intelectuales en correspondencia con los del país.

  • 4- ¿Están avanzando los valores conservadores en Cuba?¿Qué expresiones están teniendo en el campo artístico-literario?

Resulta interesante la pregunta sobre el conservadurismo. Me alegra que se hable de tan importante asunto porque, aunque parezca contradictorio, revela lo que hemos avanzado en la aceptación o entendimiento del carácter polisémico de nuestra realidad social. Al fin entendemos que no existen uniformidades ideo-culturales, problemática presente en las equivocadas políticas de las primeras décadas de la Revolución. Sí, hay fundamentalismo, aunque no puedo afirmar que sea una característica de la creación artística y literaria. Esta, por lo general, en Cuba, generalmente se ha caracterizado por su liberalismo e independencia de los cánones tradicionales. Ese conservadurismo devenido en quietismo social constituye un flagelo necesitado de enfrentamiento por todas las fuerzas intelectuales del país. Más bien puedo afirmar que no aprecio una ofensiva, salvo en algunas realizaciones del teatro, el cine, las artes plásticas y las ciencias sociales, capaz de desconstruir las manifestaciones homofóbicas, racistas, sexistas y de apoyo a los añejos roles familiares. Ese conservadurismo, repito, se expresa sutilmente cuando intenta detener el avance de las ideas y cuestiona la liberación de los pensamientos a tenor del supuesto respeto hacia el tradicional discurso, sea político o cultural. Es la eterna lucha de contrarios, la incesante pugna entre lo viejo que no quiere morir y lo nuevo que aspira a movilizar ideas renovadoras. Hay que andar aprisa para que ese odioso inmovilismo solo sea recuerdo y no presente y futuro.

  • 5- ¿Cómo hacer nuestra política cultural más útil para el avance del socialismo?

La penúltima pregunta está relacionada con lo anterior. Creo que nuestras políticas culturales no solo deben dirigirse hacia el desarrollo o desenvolvimiento de la creación artística y literaria sino también hacia la promoción de acciones cultas e inteligentes contra los flagelos sociales tales como la homofobia, el racismo, la misoginia, la violencia en sus múltiples manifestaciones, las contradicciones sociales, la bisutería mental, las adicciones, el machismo, en fin todo aquello que obstaculiza la renovación social y cultural. Debo insistir sobre la necesidad de que las políticas culturales se nutrieran más de los resultados de las investigaciones culturales, económicas, demográficas, sociales e históricas para propiciar acciones mejor fundamentadas contra los mencionados flagelos. Insisto, perdonen la redundancia, cuando las políticas culturales tengan en cuenta las miradas científicas se podrá convenir que comienzan a acercarse a lo que el país necesita de ellas como políticas sociales.

Otra cuestión, relacionada con lo expresado, es la imperiosa necesidad de mejorar la política de selección de los cuadros sobre la base de la formación docente y académica y del conocimiento de las especificidades del área y lugar donde desarrollen sus actividades.  Las políticas nacen y se nutren de las realidades concretas. Las exigencias no se imponen, existen y hay que darles respuestas. Por eso es importante el diálogo, el debate participativo e inteligente con todos para que todos se sientan partes indisolubles de las soluciones. No tenemos un diálogo cultural inclusivo sino elitista. ¿Hasta dónde las políticas culturales han contribuido al mejoramiento humano? Las respuestas quedan pendientes de nuevas profundizaciones. Estoy convencida que sí, pero es necesario ahondar más en nuestras deficiencias que en los logros, en lo que nos falta por hacer que en lo que hemos hecho. El asunto es fascinante y requiere de otros análisis.

  • 6- ¿Qué papel debe jugar la Asociación Hermanos Saíz en este empeño?

La AHS tiene un papel determinante en lo anteriormente apuntado. Sus espacios de debate tienen prestigio por sus contenidos cultos e inteligentes. He podido apreciar algo que admiro y es su independencia del resto de la institucionalidad de la cultura. Todo cuanto hace, nace de ella misma sin tutelaje externo, al menos es lo que devela su actuación. Debe mantener su autoctonía reflejando los pensamientos jóvenes frescos y continuadores de lo mejor de la creación cultural. Ella en sí, sin padrinazgos y parientes cercanos, como parte de una sociedad requerida aún de reformulaciones continuas.  Vigilantes siempre, sin matices represores, de todo lo que pueda detener el progreso social, la libertad creativa, y la materialización de los pensamientos nobles y justos. La AHS debe ser siempre una esperanza hecha realidad para suerte de los que no traicionamos los sueños eternos.


Comienza Forodebate Nación y socialismo

La relación entre nación y socialismo tiene en Cuba una historia rica y no exenta de contradicciones. En la cohesión entre el proyecto nacionalista, donde la tradición liberal burguesa juega un papel importante, y el carácter internacionalista del socialismo, donde los aciertos y errores emanados de la experiencia soviética tienen también su peso, se ha conformado el ideal de soberanía e independencia nacional.

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Forodebate: Holguín 300

Forodebate: Holguín 300

Holguín celebró el 4 de abril el aniversario 300 de la fundación de su pueblo. Tres siglos después los invitamos a volver la vista atrás y a reflexionar:

¿Cuánto ha aportado Holguín a la conformación del corpus cultural e histórico del país? ¿Podemos hablar de una cultura holguinera o un sentimiento de holguineridad? ¿Cuáles son los elementos que la distinguen y definen? ¿Es Holguín un núcleo cultural clave en la conformación de la cultura nacional? ¿Cómo comprender la historia y la cultura nacional a partir de la aprehensión de la identidad local?

Sobre estos y otros temas de la Ciudad Cubana de los Parques los invitamos a interactuar y a debatir con nuestros invitados el próximo 4 de mayo a las 10:00 a.m. en el Portal del Arte Joven Cubano, sitio web de la Asociación Hermanos Saíz.

Fundación del pueblo de Holguín

¿Cómo es el holguinero?

 

Las primeras veces del pueblo de Holguín

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