escritoras
La literatura es cada vez más mujer
Leer a Mercedes Duque (o trabajar junto a ella) es siempre un disfrute. Y no lo digo porque sÃ, con la convención “formal†que muchas veces las periodistas usamos como un escudo fácil del oficio: en este caso, se cumple a cabalidad la afirmación. Mercedes es mucho más que una voz joven que se abre paso en la literatura iberoamericana. Me atreverÃa a decir que es una voz en busca de lo trascendente. Su literatura me estremece, a mà a la que ya pocas cosas (descreÃda soy) me estremecen ya. Â
Tu literatura está interesada en los conflictos cotidianos y en la épica propia de estos, la cual muchas veces es soslayada en la escritura. Ese “dios de las pequeñas cosasâ€, ¿cómo se manifiesta en tu obra?
Me gusta pensar que, antes que manifestarse de una única forma o a través de elementos concretos, la épica de lo cotidiano en este libro se siente. En realidad, Los dÃas breves es una mirada de los personajes al propio cuerpo. Imagino que observan sus pieles y por fin prestan atención a las cicatrices y los arañazos que, pese a estar ahÃ, son algo menor que tiende a pasar desapercibido, que se olvida, a lo que se le resta importancia. Ese moratón con el que te levantas por la mañana, por ejemplo, y no puedes recordar en qué momento te lo hiciste. En Los dÃas breves, los personajes sà recuerdan cuándo se dieron ese golpe y sà le dan importancia. Sienten el pinchacito al apretarlo, observan cómo cambia de color. A través de la mirada atenta a los dolores que los forman a sà mismos y a su entorno, lo cotidiano aparece como elemento sensible, encuentra la importancia que de verdad tiene.Â
Y ya que hablamos de Los dÃas breves (Editorial Verbum, 2023), tu opera prima, me gustarÃa pedirte que le contaras a las lectoras un poco más sobre aquello que pueden encontrar en estas páginas…
Siguiendo lo que comentaba antes, en este libro se narran once historias que pretenden conformar una mirada detallada a los conflictos ordinarios. Y, bueno, una de las emociones más ordinarias (y la que personalmente más me obsesiona) por la que pasamos todas las personas es la desilusión. Me interesaba explorar el primer encuentro de los personajes con la realidad misma, y no con lo que esperaban de esa realidad. Todas las historias de Los dÃas breves hablan de la primera ruptura de expectativas desde un prisma distinto. Una poética de la desilusión, lo llamó una profesora del Máster de Escritura Creativa al leerlo. Me gustó mucho aquello, me ayudó a darme cuenta de que todos los relatos, cada uno dentro de su tono, ritmo o gravedad, son una disección de pequeñas desilusiones.
Y, bueno, más allá de las intenciones o la temática de Los dÃas breves, creo que las lectoras se van a encontrar con historias mÃnimas muy sensibles, pero sin duda también irónicas y con atmósferas sacadas del terror. Ojalá que quien lea Los dÃas breves rÃa, sienta escalofrÃos y se emocione a partes iguales.
Si tuvieras que quedarte con uno de los relatos de Los dÃas breves, que representara a cabalidad tu narrativa, ¿cuál serÃa y por qué?
Creo que no podrÃa elegir uno solo, asà que voy a hacer trampas y hablar de dos de ellos: “Los dÃas breves†y “Mala sangre†que son, también, mis favoritos. Digo que no puedo elegir uno solo porque la combinación de ambos representa lo mejor mi escritura: por un lado, malhablada y frenética, y por el otro, más lÃrica y pausada.
Además de la cuestión rÃtmica o de tono, estos dos relatos tienen personajes muy inocentes, algo que, creo, caracteriza mi escritura actual. Me gusta ponerlos juntos porque son dos de las voces más dispares y, a la vez, viven sus conflictos de forma muy similar. El de MartÃn es tan mundano como una ruptura amorosa, mientras la protagonista de “Mala sangre†vive algo tan terrible como un viejo abusivo y la partida de una hermana. Ninguno de los dos lo puede entender, ni tampoco llegan a asumir qué les ha ocurrido.
Me gusta jugar con las voces de los personajes. Me divertà muchÃsimo construyendo el discurso atropellado y ansioso de MartÃn, y me entristecà al desarrollar la voz incrédula y oscura de la narradora de “Mala sangreâ€, pero creo que lo que más representa a mi escritura es la combinación de ambas cosas, unidas por una visión común frente al conflicto: la inocencia. La no comprensión. La tristeza, expresada en forma de rabia, que generan la decepción y el abandono.
Definir el estilo de un autor es siempre una labor difÃcil. No obstante, aventuraré a decir que en tu estilo se funde la carga psicológica de la novela española pero cargada de una esencia surreal, absurda, mágica y de terror en ocasiones, que yo asocio con la producción de las actuales escritoras latinoamericanas. ¿Sientes o eres consciente de esa mezcla? ¿Cómo definirÃas tu escritura?
La verdad es que las escritoras latinoamericanas actuales me obsesionan. Admiro y envidio la capacidad para narrar de manera tan descarnada a la vez que absolutamente hermosa y precisa. He llegado a esta literatura hace muy, muy poco dentro de mi “carrera como lectoraâ€, pero gracias a ellas he aprendido a jugar con ese lado visceral de la escritura que tenÃa en mà y del que, hasta entonces, no sabÃa las reglas (o la ausencia de ellas). Asà que sÃ, Los dÃas breves y mi escritura en general le debemos infinitas cosas a Mariana EnrÃquez, a MarÃa Fernanda Ampuero, a Lina Meruane y a ti, Elaine, entre otras.
Si soy sincera, no he reflexionado tanto sobre la influencia de la novela española, tan cargada de esa psicologÃa y auto análisis, pero tienes toda la razón. ¿Cómo no? Al fin y al cabo, he crecido con esa literatura, que también admiro y disfruto muchÃsimo, y me ha dado las primeras pautas para expresarme. Y más allá de la literatura española que, digamos, “se estudiaâ€, hay autoras españolas actuales que me han dado auténticas claves para aprender a narrar psicologÃas. Pienso, por ejemplo, en Yo, mentira de Silvia Hidalgo, o en Las herederas, de Aixa de la Cruz, dos novelas geniales en las que vivimos mil cosas en los recovecos de las mentes de sus protagonistas.
Respondiendo a la segunda pregunta, cómo definirÃa mi propia escritura, creo que es precisamente todo esto: un mosaico de lecturas, de pieles y vÃsceras, y de mirar adentro. Pero, en realidad, opino que definir el estilo propio es demasiado complicado y que, al final, las distintas pinceladas sobre ello que dan las lectoras acaban por conformar una idea con más aristas. O, con suerte, al menos más amable. Hace poco, una amiga, después de leer el libro, me dijo que soy el lobo feroz de lo cotidiano. Qué bonito escuchar que eres eso, ¿no?
La toma de conciencia es siempre un elemento vivo, que respira, en el diseño de tus personajes. Llegados a un punto de la trama, estos entienden, y ese entender los zarandea, los mueve de lugar. ¿Qué importancia les confieres a los personajes dentro del tejido de la historia?
Para mÃ, los personajes son el tejido de la historia. Opino que cuando narramos conflictos cotidianos, la visión y la vivencia propia de cada personaje es la esencia de la historia. Se dice que en literatura no hay nuevos temas, que las escritoras llevamos hablando sobre lo mismo desde el inicio de la narración per se. En mi opinión, lo que hace única a una historia es la voz particular del personaje y cómo vive ese evento que ya tantas veces antes hemos contado. En Los dÃas breves, como he dicho, se habla de desilusiones. ¿Cuántas veces antes se ha tratado este tema? Personalmente, como lectora y escritora no busco la novedad de la trama, ni una narrativa absolutamente rompedora o experimental, sino que busco una mirada que sepa hablar desde la particularidad de sà misma.
¿Cómo das piel y cuerpo a tu proceso de conformación de escritura? ¿Qué recursos te son más valiosos a la hora de crear?
Una de las citas que introducen a Los dÃas breves es de Sandra Cisneros, en la que habla de su propio libro, La casa en Mango Street. Ahà explica cómo los relatos que hay en él son un intento de ordenar fragmentos de las historias propias y de otras personas para conformar una sola y coherente. Después añade que «Las emociones, no obstante, no pueden inventarse ni pedirse prestadas. Todas las emociones que sienten mis personajes, buenas o malas, me pertenecen». Creo que mi proceso de escritura comienza de esta forma. Al menos, asà ha sido en Los dÃas breves y lo está siendo en la novela en la que me encuentro inmersa ahora mismo. En mi escritura hago uso de elementos autobiográficos, o sacados de las biografÃas de otras personas, pero no son más que eso: eventos concretos que una organiza de distintas formas para conseguir narrar una emoción. Ninguno de mis personajes soy yo, ni es mi madre, o mi mejor amiga, o mi ex pareja. Los hechos en sà mismos, o en quién me he inspirado para crear este rasgo de carácter o el otro, no son lo más importante para mà a la hora de crear. La piel que en realidad recubre a mi escritura, y los huesos que la vertebran, es la observación de las emociones que se me han atragantado en la garganta.
Supongo que por eso trabajo siempre con narradores en primera persona: este tipo de voz me da la posibilidad de crear nuevas formas de ver esas emocionalidades. De hecho, creo que si utilizara otro tipo de narrador, probablemente habrÃa acabado haciendo un juicio personal sobre las decisiones y vidas de los personajes, lo cual no es mi intención (y, además serÃa aburrido). SÃ, mis personajes siempre hablan desde mÃ. Al fin y al cabo, soy yo quien los crea, pero son ellos y sus voces propias quienes me permiten entender los distintos ángulos de aquellas emociones atragantadas. Y ahora que lo pienso, lo único que me permite empezar y acabar un relato es poner a esa voz a jugar: me siento frente al ordenador, le hago preguntas al personaje y lo dejo charlar de cualquier cosa hasta encontrar qué quiere decir.
Al margen de todo el proceso creativo personal e interno que una pueda tener, considero que los recursos más valiosos para la creación son la lectura y el compartir los textos con otras personas. Las ideas que vienen de fuera, ya se esté de acuerdo con ellas o no, siempre ayudan a complementar y trabajar las propias.
El gusto, el disfrute, la comunión entre lectores y escritores es un elemento muy presente en el actual panorama español literario. ¿Qué ventajas ofrece este hecho a las narradoras y qué inquietudes?
Hasta lo pronto solo me he encontrado con ventajas respecto a encuentros en los que personas dedicadas e interesadas en la literatura comparten textos y lecturas. Como he comentado antes, pienso que uno de los recursos más divertidos y beneficiosos para la escritura es mostrar las propias historias y leer las de otras.
He participado en muchos talleres y clubes de lectura, y creo que son unos espacios únicos para aprender, disfrutar, y también, por qué no, beberse alguna cerveza. Puede ser que las inquietudes surjan por la exposición de una misma, pero en mis vivencias he podido comprobar que esa idea del taller/club en el que básicamente se destroza y se humilla a la persona creadora es, hoy dÃa, un mito. Supongo que sÃ, que en algún momento fue tal, y que es probable que todavÃa existan espacios de esas caracterÃsticas, pero creo que están desfasados. Por supuesto que no se aprende si no se comentan los errores, por supuesto que los debates en torno a preguntas complejas generan ideas aún más interesantes, pero no es necesario machacar a la artista o la escritora para que aprenda, ni es necesario hacer preguntar incómodas o hirientes. En mi experiencia, la dinámica de competitividad y envidias que tanto ha caracterizado a la literatura está desapareciendo. Esta competitividad corresponde de un mundo masculinizado y, por suerte, la literatura es cada vez más mujer, en el sentido más amplio de la palabra. De esa comunión entre lectoras, escritoras y otras ramas de la producción artÃstica nacen las obras y conversaciones más interesantes.
Desde abril del 2023 escribes para la revista literaria La Elocuente. Compártenos un poco de tu experiencia.
Di con La Elocuente gracias al Máster de Escritura Creativa que cursé en la Complutense. Por allà pasaron las fundadoras de la revista (Paula MartÃnez Camino, Pilar Asuero Salazar y Ana Olleto Vitoria), pero no tuve la suerte de conocerlas en persona en aquel momento. Comencé a seguirlas en redes sociales, pero no fue hasta un año más tarde que Paula estuvo en la Fundación Antonio Gala junto con Jonathan Arribas, un muy buen amigo que hice durante el Máster. Él nos puso en contacto. Yo habÃa escrito una carta abierta a Pedro Lemebel en el que hablaba sobre salud mental y sueños, y la compartà con ellas. No solo la publicaron, sino que me dieron la oportunidad de tener mi propio espacio mensual en su revista.
La Elocuente se define como un espacio «creativo, rebelde y joven», y asà es. Las fundadoras de la revista han creado un lugar ideal para compartir los textos de escritoras con mayor o menor carrera (y esto es una de sus mejores cualidades, el elitismo no tiene cabida), que escriben en los márgenes del canon literario y que tienen voces y opiniones descaradas y divertidas. Combinan la publicación de relatos y poesÃa con el ensayo y la crÃtica literaria, tienen su propio podcast y club de lectura. Son un clarÃsimo ejemplo de lo que comentábamos antes: La Elocuente crea una comunidad de escritoras y lectoras donde se cuestiona lo establecido y se pone el tabú sobre la mesa. La verdad es que estoy muy feliz de formar parte de ella.
Acabas de ser seleccionada para la Residencia ArtÃstica Can Serrat por un proyecto literario del género novela. ¿Sientes que la novela es la consagración definitiva de una escritora?
No dirÃa tanto como la consagración definitiva. Es verdad que, al comenzar a escribir, sobre todo si se pasa por talleres y educación universitaria en escritura, se trabaja principalmente con el relato. Supongo que es asà por el formato mismo de la educación: no serÃa viable si todas las alumnas escribieran a la vez una novela, no darÃa tiempo ni lugar a trabajar los distintos aspectos formales, temáticos, etcétera, de la escritura. Asà que suele ocurrir que la primera producción literaria de una persona sea una antologÃa de relatos.
Pero para mà esto no quiere decir que la novela sea el género más complejo, ni mayor, de la literatura. Simplemente distinto. A veces pienso en los relatos como pelÃculas y las novelas como series: los primeros tienen la atención de la lectora o espectadora durante un periodo de tiempo reducido y dejan una marca punzante, mientras que los segundos son carreras de fondo, historias que se construyen poco a poco y dejan una huella quizás más extensa, pero no por ello más profunda. En España, a diferencia de América Latina, la novela tiene mucha más presencia e importancia, pero personalmente tengo un enorme respeto por las relatistas.
Cada género tiene sus dificultades e interés propios. Hay historias que exigen la extensión y desarrollo de una novela, mientras que hay otras que en menos páginas y más silencios, consiguen calar muy hondo. Es tan complicado y valioso dejar una marca punzante como una huella extensa.
Todas las escritoras tenemos un por qué, un disparador, un motivo, detrás del hecho de aventurarnos a escribir. ¿Cuál fue tu motor de arranque?
Creo que, como tantas otras personas, comencé con los diarios y la poesÃa sentimental. También leÃa mucho, con ganas y atención. No sé en qué momento me senté a escribir por primera vez, supongo que de muy niña y en la escuela, o de adolescente por algún desamor. Sà recuerdo que poco a poco fui dejando más espacio para la escritura, hasta que un dÃa me apunté a los talleres de Casa Tomada (una librerÃa maravillosa en Sevilla) y pude darle forma y técnica a lo que antes eran emociones que me llenaban y que solo sabÃa vomitar.
Creo que desear dedicarse a la producción artÃstica de cualquier tipo se lleva dentro desde una edad muy temprana. Creo que la artista tiene algunas cualidades concretas como son la atención al detalle, la introspección y la sensibilidad. Pero me parece que también es esencial el aprendizaje.
Puede ser que mi motor de arranque fuera momento vital en el que me encontraba sin empleo y sin perspectivas de encontrar ninguno, pero con una necesidad absoluta de hacer algo. Siempre habÃa disfrutado de la lectura y la escritura, asà que decidà darle una oportunidad. La escritura es un oficio que exige de mucho tiempo y dedicación, y en aquellos dÃas yo tenÃa todo el espacio del mundo para darle. Me apunté a un taller inicial de escritura creativa en Casa Tomada, que impartÃa MarÃa José Barrios, socia fundadora de la librerÃa y una de las personas que más me han enseñado sobre escritura. Es muy probable que en aquel momento se activara ese disparador que nombras. Los talleres no despertaron en mà el deseo en sà de escribir, esa ansia ya estaba despierta, y fue por ella que comencé a asistir. Pero al adquirir las herramientas necesarias para relatar lo que llevaba dentro, cada vez sentÃa más y más necesidad de hacerlo, y me producÃa más emoción y divertimento. Cuando comencé aquellos cursos, el motor estaba ahÃ, pero necesitaba de alguien que me ayudase a encenderlo.
Más allá de la página en blanco, ¿quién es Mercedes Duque?
Cuando me presento, tiendo a decir que estudié AntropologÃa y SociologÃa, que he sido profesora, niñera y camarera, que intento dedicarme a la literatura, que nacà en Sevilla y he vivido en Londres, Roma y Madrid, y que Roma fue sin duda mi ciudad preferida. Que tengo veinticinco, veintiséis, veintisiete años. Y claro que esas cosas son parte de mÃ, pero voy a tratar de presentarme de otra forma.
Cuando intenté dejar el café tuve tantos sudores, pesadillas y mal humor que no pude si no volver a tomarlo. Me encanta el terror porque veÃa pelÃculas con mi madre desde muy pequeña. Tengo una hermana mayor y una mejor amiga y no sé bien cuál es cuál, las dos son ambas cosas. Siempre he querido adoptar un gato naranja y llamarlo Regañá, y por fin lo tengo conmigo. Durante mi año en Roma, mi mejor amigo tenÃa siete años. No importa cuánto lea y me fascine por nuevos libros, El Principito siempre será el que más hondo me caló. Antes pesaba cerca de cien kilos, ahora hago ejercicio de forma compulsiva y vivo en una dieta permanente (de la que no he eliminado la cerveza ni el vino). Me encanta tener flores en casa, por mucha pena que me dé verlas morir. Disfruto tanto de bucear que tengo un acúfeno en cada oÃdo, ese piiiiiii constante dentro de la cabeza. Ahora buceo con tapones, aunque me da mucha vergüenza. Admiro mucho a muchas personas y creo que esa es una de mis mejores cualidades. Y seguro que hay otras cosas para contar, pero me incomoda un poco hablar de mà misma (o tal vez es solo lo que me digo).
Todas las voces arden en una misma Troya
La literatura escrita por mujeres en la Cuba de hoy tiene ese aroma a limpio, a frescor que abraza de pronto el alma y amanece… Amanece entre versos y una prosa firme, cual tacón que araña el pavimento. Bien lo saben estas troyanas, ellas arman de sorpresas sus modos de hacer y entender el arte.
«Este es el decálogo», presenta Ãmbar Carralero DÃaz, teatróloga y escritora, directora del canal de Telegram Troyanas en cuarentena, el cual forma parte de un megaproyecto transmedial titulado Troyanas en Youtube. «Una troyana siempre es una emprendedora, no porque sea necesariamente una mujer exitosa, sino porque ha comprendido que el fracaso forma parte de su aprendizaje y que el éxito es pasajero; por lo cual siempre está iniciando proyectos, empezando desde cero, aprendiendo, lanzándose al abismo».
Bien lo auguraba Luisa Campuzano en Las muchachas de La Habana no tienen temor de Dios… cuando en su estudio sobre escritoras cubanas desde el siglo XVIII hasta la actualidad de 2004, afirmaba: las autoras de las que me ocupo, comparten, por más piadosas que sean o hayan sido, la osadÃa de desafiar gobiernos, transgredir prejuicios, subvertir cánones… Y sÃ, eso, entre otras muchas temáticas gobiernan aún hoy, diecisiete años después, las escritoras de esta Isla. SerÃa absurdo pretender encasillarlas, no hay nada entre cielo y tierra que les sea extraño a las guerreras de esta Troya que hoy se transfigura, una vez más rodeada de complejas brisas.
«Una troyana nunca olvida su pasado, no por resentimiento o apego, todo lo contrario, porque sabe que la desmemoria se paga caro, porque sabe que la repetición absurda de los mismos errores convierte la existencia humana en una ruina».
Cada viernes a las ocho de la noche, una autora es coronada, mientras un ejército custodia fiel las palabras que como raÃles se afianzan en Helenas, Andrómacas, Casandras, Hécubas y asÃ, entre coqueteos referenciales a una historia indisoluble, dejan claro: «Este es mi caballo, y no hay Dios que me lo quite». El proyecto surgió en marzo del pasado año 2020, justo cuando tocaba a la puerta de nuestro paÃs esta pandemia, que, si bien nos ha robado tanto, ha obligado a crecernos en medio de las desgracias, y aquà estuvo, está y estará Ãmbar, sumando un punto más a esa lista de sentencias que resume qué es ser una troyana para cada escritora invitada. No existe geografÃa que limite a estas guerreras, el espacio no se ciñe únicamente a creadoras cubanas, más bien busca hacer confluir voces diversas con la intención de generar un dialogo que retroalimente el proceso creativo. El público y las propias escritoras agradecen la oportunidad de promoción indistinta, lo mismo para autoras consagradas que para nobeles; incluso ha sido el debut de mujeres apasionadas cuyo fin era otro dentro del mundo de las letras, dÃgase crÃtica, edición, diseño, y Troyanas en Cuarentena es la motivación para alzar su propia voz.
«Una troyana se sabe empoderada, pero no por ser mujer o ser de Troya, o porque la palabra “empoderamiento†esté de moda, sino porque tiene consciencia plena de su lugar en el mundo y de todo lo que puede hacer, porque se tiene a sà misma y ahà radica su mayor poder».
Pasarse por el canal en Telegram siempre resultará una aventura. Es como saberse de pronto inundada de encanto. Voces de disÃmiles latitudes vienen y abrazan tus miedos, tus ganas, tu llanto porque «una troyana siempre ama, siempre arde, siempre tiene el corazón grande, hinchado, lleno de cenizas, de luces, de arena, de mar». Y como mismo la pasión las caracteriza, también se impone ese factor que las hace irresistibles cada viernes: “la inteligenciaâ€, que pÃcaras saben manejar a su antojo, tal fieles brujas ante el dominio de la palabra, capaces de generar las más ansiadas polémicas, porque, ¿qué serÃa del arte si no fuese capaz de concebir esa búsqueda constante, esas ganas indómitas de revolucionar todo cuanto pueda ser removido de su sitio?
«Una troyana piensa y se preocupa por su entorno, sabe de polÃtica, de religión, de ciencia, si quiere marchar, marcha, y si quiere permanecer callada, calla, pero siempre sabe discernir, aunque elija el silencio o la rebelión».
El espacio cuenta ya con una veintena de escritoras que han dejado su huella a lo largo de estos diecinueve meses. Todo un deleite ha sido escuchar los textos de la propia Ãmbar, quien los compartiera en el inicio del proyecto, de poetas como: Nara Mansur Cao, La Habana-Buenos Aires, Rosamary Argüelles GarcÃa (Santi SpÃritus), Giselle LucÃa Navarro (La Habana), la argentina Ana Arzoumanian, la dramaturga santiaguera Margarita Borges Hernández, Yudarkis Veloz Sarduy (Camagüey), Sheyla Valladares Quevedo (Unión de Reyes), entre muchas otras cuya nominación bien puede resumirse en este punto del decálogo de Ãmbar: «una troyana usa tenis para correr, tacones en las recepciones y chancletas para limpiar. Adora la buena música, la gran literatura, el cine de autor, pero… cuando ponen música bailable, se “despelotaâ€Â». Porque eso somos todas, mujeres del hoy, del ayer, del siempre, con las mismas luchas que librar, con los mismos prejuicios y tabúes que abolir.
«Una troyana es intensa, muy intensa, por eso lucha por un decreto ley que apruebe una enmienda en la poética, en la que Aristóteles reconozca a las mujeres, a los niños y a los esclavos (aunque sea un documento de la antigüedad) como parte de la sociedad». No obstante, en este bregar de las palabras, ante el peso de la empuñadura del arma más letal: la pluma, aunque aún no compita entre las artillerÃas pesadas, «una troyana acepta y estima también a los que no piensan como ella, aunque no compartan sus gustos ni su forma de vivir». Esa es una de las firmes premisas que corroboramos el sexto dÃa de la semana.
El afán por conocer y conocerse las define, siempre dispuestas al intercambio, ese placer por descubrir la otredad es superior y no hay por qué contener la excitación que las baña.
«Una troyana es atea, “gracias a Diosâ€. Cree en el destino, las ciencias, la AstrologÃa, la NumerologÃa, la Biodecodificación, la Medicina Alternativa, respeta el politeÃsmo y el sincretismo, pro sin afanes que terminen limitando su libertad, su relación con el “otro†y su costumbre de estar abierta a nuevas experiencias y saberes».
Si no has tenido la dicha aun de pasarte por el canal, esta no es una recomendación, más bien es una cita, donde por puras ganas te adelanto que «su color es rojo aseptil. Su tamaño, infinito. Talla, única. Su virtud, la resistencia. Su mineral, el carbón. Su estado, en llamas. Su vicio, Troya. Su signo, trágico. Su enigma, el caballo de Troya. Su destino, tú».
Para mÃ, ser una troyana es abrir los ojos cada dÃa convencida de que solo hay una dirección posible, y es hacia adelante. Sin importar las peripecias del camino la meta es seguir andando con nuestras ganas al hombro. ¿Y para ti? Â