Editora Abril
Hasta siempre, Diana querida
A veces uno piensa que ya es suficiente, o demasiado. Pero no. Y llega esa noticia que demuestra que todavía puede ser peor.
Hay muertos que son lejanos, y aún así se nos mueren dentro. Y están los muertos cercanos, esos que nos duelen por todo el cuerpo, en las piernas, en el corazón y hasta afuera, en el paisaje que nuestros ojos miran y que esos ojos queridos miraron también.
Hoy se me ha muerto, se nos ha muerto, a mi tribu del Caimán Barbudo, a todos los colegas de la Editora Abril, un ser especial, muy íntimo, amiga, jefa, compañera de todos, alguien que duele hoy y todavía mañana seguirá doliendo.
Con agradecimiento infinito, por la vida que diste, querida Diana. Las condolencias a familiares y amigos. 2020 nos había quitado mucho. Y ahora nos quita lo mejor…
La pasiones de Claudia Damiani
Su amor inicial fue hacia las historietas, pero la pasión de esta joven, graduada de Diseño Gráfico, creció hasta abarcar también la ilustración, la poesía y la narrativa. Claudia Damiani Cavero, autora de los libros Los impares y Seres invisibles, poco a poco da pasos hacia la concreción de más anhelos.
Resulta fácil imaginarla como protagonista de sus propias historias, entre números y situaciones peculiares, las cuales suele resolver con naturalidad, enriquecida a veces por un espíritu bromista. Nacida en La Habana, en 1991, parece ser tímida, tal vez porque su mejor forma de expresión es precisamente la narrativa.
Graduada del Centro Nacional de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso y ganadora de los concursos David (2018) y Calendario (2018), dos de los más importantes para escritores jóvenes en Cuba, esta joven, de cabello rubio y espejuelos, asegura que al principio no pensaba en la literatura…, aunque cuando niña le gustaba hacer historietas y las ilustraba. “Fue en onceno grado cuando redacté mis primeros textos, incluso un intento abortado de novela de ciencia ficción. Sin embargo, esto no era más que una forma de introspección y de entretenimiento, ya que mis pasatiempos de la infancia estaban agotados. También por esa época se despertaba mi afán por la lectura y eso me influyó.
“Con estos escritos me presenté al Centro Onelio y entré, tenía 17 años. Me hacía ilusión vincularme al mundo de la literatura, pero mis intenciones eran sobre todo culturales. El Onelio fue importante porque hizo de mí una mejor lectora y me dio criterio para valorar de forma objetiva las obras de ficción. Sin embargo, me faltaba confianza y madurez para tomarme en serio el empeño de escribir, dependía demasiado de mis momentos de inspiración.
“Durante el curso escribí varias narraciones cortas, mayormente de temática surrealista y de Ciencia Ficción, con las que, de paso, me vinculé al Taller Espacio Abierto. Una de ellas, Raúl Aguiar la incluyó en Deuda Temporal. Antología de narradoras cubanas de ciencia ficción; aunque esta no sería publicada hasta el 2015 y con otra ganaría el 3er premio Juventud Técnica en el 2014. Ambas aparecerían publicadas a destiempo.
“Mientras duró mi paso por la universidad, escribí poca narrativa y me centré sobre todo en la poesía, que siento tiene un tiempo más corto de gestación y ejecución y que, hasta ahora, hago solo para mí. No fue hasta el 2014, cuando surgió el grupo Ariete, que retomé mis inquietudes literarias (un grupo de graduados del Onelio que querían seguir analizando y produciendo literatura en colectivo).
“Muchos de estos miembros eran antiguos amigos míos y yo sentía cierto remordimiento por mi desidia con la escritura. Raúl, que funcionaba como una especie de mentor, nos cedió una Peña que tenía en el patio de la UNEAC. La preparación de la peña, denominada La Mazorca, nos hizo escribir cuentos que fueran susceptibles de ser escuchados y le dio cierta cohesión temática al grupo. A mí particularmente me ayudó a superar la timidez que me provocaba leer en público. También preparamos una revista digital llamada El Mazorkazo, con cuentos de los miembros de entonces, de la cual solo se realizó un primer número que yo diseñé.
“Luego de ese impulso inicial, empecé a escribir lo que sería mi primer libro, Los Impares, que comenzó por dos cuentos de mi etapa en el Ariete y dos mini-cuentos más bien “abstractos” titulados “breves teorías”, uno de ellos escrito durante la adolescencia. De hecho, la forma en que surgió el proyecto del libro fue curiosa: comencé a revisar el montón de cuentos aislados que tenía y me percaté de que, a pesar de su carácter individual, tenían elementos en común: además de las breves teorías (que eran más filosóficas) yo siempre había estado hablando sobre la soledad y las relaciones humanas, con personajes cuyas vidas cotidianas se combinaban con la irrealidad.
“Decidí, entonces, hacer un libro con esta temática y matiz y escribí 10 cuentos que agregué a los cuatro que me sirvieron de punto de partida. Al principio lo único en común fueron las referencias matemáticas, pero poco a poco empecé a relacionar los cuentos, de manera que se convirtió en una cuenti-novela. Así el cuaderno quedó constituido por breves teorías (funcionan como axiomas) y sus demostraciones (historias de sus protagonistas), cada una contada desde un tiempo y un punto de vista diferente, sin seguir un orden cronológico, y de cuya unión resulta la historia individual y común de sus seis personajes.
“Envié una primera versión del libro que incluía solo algunos cuentos al Concurso de Narrativa Breve Eduardo Kovalivsker 2016 y resultó finalista. Eso me dio una especie de visto bueno. Me propuse entonces terminarlo antes del cierre del David 2017 y así lo hice. Recibió una mención y Raúl Flores Iriarte, que era parte del jurado, me hizo algunas sugerencias para mejorarlo. Con estos arreglos lo entregué al Calendario 2018 y gané.
“El proceso de edición en la Editorial Abril fue muy grato. Me entendí muy bien con Adriana, mi editora y tengo la impresión de que ella se sintió igual. Lo que me costó mucho trabajo fue pensarme la ilustración de la cubierta. Los Impares fue mi primer libro y sentía como deber ocuparme de la imagen de cubierta siendo yo diseñadora gráfica; pero no lo podía asociar a una sola imagen y también tenía que respetar y armonizar con el diseño de la colección. Al final, tuve la suerte de que la impresión quedó muy bien y los colores y detalles del dibujo son prácticamente idénticos a como concebí la ilustración original.
“Mi segundo libro, Seres invisibles, me resultó fácil de ilustrar porque desde el principio lo había concebido con imágenes interiores”, expresa quien también recibió una Mención en el David del 2017.
— ¿Cuán difícil o fácil es publicar hoy en Cuba para una escritora joven?
“No lo sé, pues hasta ahora no he tenido que lidiar directamente con la industria editorial. Mis libros han entrado a este proceso por vía de algún concurso cuyo premio incluye la publicación. También he tenido la suerte de que tres cuentos míos aparezcan en antologías, gracias a Raúl Aguiar, a quien debo mucho porque fue de los primeros en entusiasmarse con mis obras”.
— ¿Cuánto de ti hay en tus historias? ¿Cuán favorable o no es que los lectores perciban tu voz en cada relato o novela?
“Admiro la capacidad de algunos escritores de encarnar personajes que les son extremadamente distantes en todos los sentidos, pienso, por ejemplo en Marguerite Youcenar con Adriano. Sobre todo porque me encanta la novela histórica y la biografía novelada. Por supuesto yo no he cultivado estos géneros, creo que requiere de una erudición que no tengo y no sé si algún día tendré.
“Igual me agrada dar vida a personajes con puntos de vistas diferentes, casi es un juego, una forma de meterse en otra piel. Cuando desarrollo un personaje, intento definir qué cosas le interesarían y leo y busco información sobre ello para hacerlo más creíble. Intento comprender su forma de pensar. En Los Impares, narro desde seis puntos de vista diferentes y en Seres Invisibles (la novela con que gané el David 2018) el narrador es un muchacho de provincia que estudia Física y toda la historia está impregnada de referencias biológicas por causa de otro personaje co-protagónico.
“Tengo un tercer libro, con el que aún no hago nada, donde el tema principal es la astronomía. Por eso la búsqueda de información me es imprescindible, son tres libros donde se hace referencia a alguna ciencia a pesar de que no tengo formación científica. También me gusta relacionar sucesos reales con la ficción.
“Sin embargo, mis libros tienen mucho de mí, y ha sido intencional. Todos son sobre mi generación y sus sucesos y personajes pertenecen a mi realidad inmediata, a mi mundo. Esto ha sido una curiosidad para algunos y motivo de identificación para otros lectores. Quería representar personajes de la realidad cubana actual, que no se acogieran a los estereotipos preexistentes, sin dejar por ello de ser cubanos.
“No es del todo posible escribir un libro sin que haya algo del autor, pero también es admirable intentar trascender esa subjetividad”.
— ¿Cómo enfrentas el proceso creativo, es un acto serio que te exiges como autora, o lúdico y espontáneo?
“Tiene parte de los dos, las ideas me vienen de manera espontánea y las apunto, pero es solo eso, una idea; a lo sumo un esquema por capítulos de lo que debe suceder, todo muy elemental. Para escribir un libro, se requiere disciplina, hay que tomarlo seriamente e imponerse metas, obligarse a escribir. Esta disciplina me faltaba a los 17 años cuando pasé el Onelio. Entonces, yo solo respondía al instante de la inspiración, cuando me entraban unos deseos incontenibles de escribir; pero así solo lograba narraciones cortas y aisladas y poemas sin muchas pretensiones.
“Para concebir un libro hay que primero proyectarlo y comprometerse con su ejecución. No obstante, disfruto mucho del proceso de escritura, que llega a sorprenderme y resulta un entretenimiento muy productivo. Tiene algo de místico, pues el resultado siempre trasciende la proyección inicial”.
— ¿Qué referentes tienes en la literatura, cubanos y extranjeros? ¿Por qué?
“Hay libros y autores que me han impactado, en lo cual influye el momento de mi vida en que los leí. Empiezo hablando de Baudelaire, a quien conocí por las clases de español del preuniversitario y cuya obra me fascinó. Al igual que Poe y la poesía de Rubén Martínez Villena.
“En el ámbito nacional, creo que el referente indiscutible es Carpentier, a quien admiro profundamente como novelista. También hay libros impresionantes, como El ojo Dyndimenio, de Daniel Chavarría, (a quien no sé si mencionar como autor cubano o extranjero); La hora fantasma de cada cual y La estrella bocarriba, ambas de Raúl Aguiar; Papyrus, de Osdany Morales, y Ánima fatua, de Ana Lidia Vega Serova.
“Dentro de la literatura extranjera, Julio Cortázar me ha influenciado particularmente (tanto por Rayuela como por sus cuentos), siendo igualmente una de mis primeras lecturas juveniles. Guardo también especial admiración por Robert Graves y su Hércules y yo, En nombre de la rosa, de Umberto Ecco; Memorias de Adriano, de Marguerite Youcenar; Tinísima, de Elena Poniatowska, y El Evangelio según Jesucristo, de Saramago. También por los cuentos y novelas de ciencia ficción de Margaret Atwood, Kafka en la orilla, de Haruki Murakami, e Itzam Na, de Arturo Arias.
¿Qué significó para ti pasar el curso de técnicas narrativas en el centro Onelio
“Fue imprescindible para mi desarrollo como escritora y como persona, no solo porque, como ya he dicho, hizo de mí una lectora más consciente y crítica, sino porque me puso en contacto con el mundo de la literatura. Pienso que a los 17 años todavía nos estamos construyendo y somos especialmente susceptibles a ser influenciados, por ello me es difícil hoy concebirme a mí misma y mi devenir posterior, sin ese paso por el Onelio.
—“Algunos consideran que la literatura cubana no vive un buen momento. Comparan a los autores actuales con los de otras generaciones. ¿Qué piensas?
“No es justo comparar algo inicial con lo que ha sido o ya es y el tiempo lo ha limpiado, haciendo trascender solo lo imprescindible. Toda generación trae hojarasca y obras maestras, negarlo es poco dialéctico. Y tampoco es malo ser hojarasca, que al final es parte del hacer de cada época.
“Más allá de esta realidad, no se conoce cabalmente ni se ha analizado con rigor la literatura cubana de la actualidad, por lo cual esa afirmación me parece más bien un prejuicio.
—Si pudieras promover autores jóvenes o libros específicos de la literatura cubana más reciente, ¿cuáles serían?
“Confieso que no he leído suficiente literatura contemporánea, sea cubana o extranjera; por lo que no conozco la obra de muchos de mis coetáneos y correría el riesgo de dar una opinión sesgada. También hay muchos con quienes tengo una relación de amistad, por lo cual podría caer en nepotismos… Así que, a riesgo de parecer cobarde, prefiero no mencionar a nadie”.
—¿Qué piensas sobre el reflejo y “análisis” de la literatura cubana actual en los medios de comunicación?
“Hace mucha falta una labor crítica y una promoción más eficaz de los libros. Las pocas reseñas son apologéticas y no muy ilustrativas y los canales de difusión llegan a un público muy limitado. Los concursos son importantes y se les da promoción a los resultados; también se presenta el libro; pero todo queda ahí y no trasciende al marco de la gente vinculada al mundo de la literatura o al autor.
“Muchas veces los únicos que leen literatura cubana actual y conocen a los autores, son los propios escritores o aspirantes a serlo, como una especie de estudio de campo, para saber lo premiado. Esta ausencia de promoción a los libros y de actividad crítica, provoca invisibilidad y la falsa apariencia de que no se está haciendo nada bueno, o no se hace nada en absoluto”.
—¿Cómo conjugas el tiempo de redacción literaria con el que dedicas a la familia y las responsabilidades profesionales como profesora?
“Me repito muchas veces que hay tiempo para hacerlo todo. No siempre me convenzo. Me propongo metas a corto plazo y las voy cumpliendo. Esto es válido tanto para mis hobbies como para el trabajo. Creo que la clave está en encontrar placer en todo. Me agrada trabajar como diseñadora e ilustradora, pues cada proyecto representa un reto a la creatividad; y ser profesora, me permite mantenerme en contacto con el mundo académico y con la gente joven. Pero escribir me es ineludible y mi familia es más un apoyo que una responsabilidad.
—¿Cómo te defines como escritora y persona?
“Pienso que en estos tiempos se da demasiada importancia a las apariencias, yo intento sobre todo Ser. Esto implica mantenerme consecuente conmigo misma y con mi manera de pensar, sin dejar de tratar de acercarme lo más posible a los paradigmas. Todo ser humano debe tratar de ser la mejor versión posible de sí. Escribir es una de las formas en que Soy y justifica mi existencia. Me considero una persona inconforme (para bien y para mal) con grandes ansias de comprenderlo todo y de tener siempre algo por descubrir. No hay mayor placer que aprender y crear”.
—¿Cariño especial hacia algún libro o premio?
No sabría decidirme. Los Impares fue un libro importante porque fue el primer libro completo que escribí, resultó mención en el David y premio en el Calendario, que para mí son los concursos más importantes de la actualidad para quienes empezamos en el mundo de la literatura (El David por su historia y El Calendario por la calidad y dedicación que la AHS le imprime). Escribirlo me era algo inevitable, un nexo entre mi adolescencia y mi madurez, en todo sentido, pues incluye cuentos e ideas que guardaba desde hacía mucho tiempo y posee una naturaleza ambigua, entre la narración breve y la novela. Fue como una deuda pendiente que conseguí saldar”.
“Sin embargo Seres Invisibles fue un acto más deliberado de escritura, de alguna forma sentí que yo siempre había querido escribir una novela. La concepción inicial del libro fue menos accidental y la investigación previa fue más rigurosa. Me di el placer de relacionar hechos acontecidos en la realidad y de mezclarlos con la ficción, de investigar y hablar sobre la fauna y la naturaleza cubanas y de crear muchos de sus escenarios a partir de mis propias experiencias.
“Además ganar el David tenía una connotación especial para mí, varios escritores a quienes admiro han empezado con este premio, como Raúl Aguiar, Heras León, Osdany Morales, Senel Paz, Ana Lidia Vega Serova y Mylene Fernánez Pintado. Si Los Impares fue un nexo, Seres invisibles constituyó la concreción de mis inquietudes literarias”.
—¿Cuáles son tus principales sueños en el mundo creativo?
“Siempre tendré la aspiración de escribir una novela histórica. Aunque, por ahora, me conformo con seguir escribiendo y disfrutando lo que hago. Lo más importante sin dudas sería que mis libros lleguen a otras personas, que sean leídos y disfrutados. ¡Esto es pretencioso!, pero debo reconocer que es una sensación placentera escuchar palabras de entusiasmo por un libro nuestro. Con Los Impares me ha sucedido, aunque muchas veces no trascienda a mi círculo de conocidos y en la mayor parte de los casos no sé ni cómo reaccionar; incluso una vez me sucedió con un cuento (Memorias) que apareció publicado en la revista Juventud Técnica, un desconocido me buscó y me escribió por SMS, agradeciendo tras leerlo”.
*Publicado originalmente en Cubadebate
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