danza cubana
Decir Ramiro Guerra, es hablar de danza cubana
El pasado 29 de junio estaría cumpliendo nuestro Ramiro Guerra 98 años. Su andar por la danza señaló el inicio de muchos pretextos, deseos, necesidades y polémicas. Para el arte joven hoy también resulta una obligatoria referencia, por lo que se considera importante destacar su legado en la danza de todos los tiempos. Ramiro Guerra es la danza cubana.
Precursor y fundador, coreógrafo, maestro de la Danza Moderna y Contemporánea Cubana. Aunque su formación inicial estuvo desde el ballet clásico, supo girar sus intereses a la danza moderna, estimulado por el acercamiento a su maestra Nina Verchinina.
Se propuso trabajar desde una zona en la danza que por los años 50 en Cuba no era muy referenciada. Esto le obligó a formar un público, una estética, una técnica y una conciencia para la danza cubana. Para ello supo explorar en el material de nuestro folclor, que le aportó hacia el centro de una identidad cubana, de una técnica con la base de esa danza y de una creación, focalizada principalmente, en nuestra identidad.
Fue esta una de las primeras alertas culturales que nos dejó este maestro: indagar en nuestra energía simbólica y en nuestra herencia africana, en los múltiples procesos que le otorgaron un sentido y conciencia de las costumbres cubanas. Este fue su centro.
Entre su creación en el Conjunto Nacional de Danza Moderna, hoy Danza Contemporánea de Cuba, se destacan obras como Suite Yoruba (1960), Orfeo Antillano (1964), Medea y Los Negreros (1968), entre otras bien significativas y de mayor complejidad en su exigencia como coreógrafo.
También ubicó una zona de pensamiento en la danza, en libros como Apreciación de la danza (1968), Teatralización de la danza y otros ensayos (1988), Una metodología para la enseñanza de la danza (1989), Calibán danzante (1998), Coordenadas danzarias (2000), Eros baila. Danza y sexualidad (2001).
Su vida nos deja preguntas, alertas, focos de análisis, bases de exploración. Ramiro es un camino de inquietud y experimentación que no debemos perder en el andar de este arte visual. Su legado se activa cada vez que se descorren hoy cortinas, cuando pensamos en el cuerpo, cuando decimos coreógrafo o maestro. Él supo ubicar y continuar un pensamiento.
Su vida es un libro de consultas universales. Es una guía de irreverencia y de fuerza. El principio y la base de nuestra teoría y creación de la danza.
El arte joven debe tener cada vez más dominio de nuestro pasado cultural porque, justo ahí, es donde encontramos la luz de nuestro presente. Miremos en el pasado, pinchemos, preguntemos y activemos todo un sentido que ha estado latente. Hablemos de Ramiro y eternamente estaremos hablando de danza cubana.
Nuestra Alicia
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Un dueto nacido desde la médula
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