Centro Onelio Jorge Cardoso
La literatura como salvación
Shabely Botello ha encontrado salvación en la literatura. En la creada por otros, en la que nace de sus propias entrañas. Tomar la decisión de enfrentarse al oficio creador no fue una decisión simple: llevó tiempo, paciencia, dedicación y un enorme salto al vacío. Desde entonces, Shabely Botello construye su voz sin temer al alcance de sus palabras. Espera que, con el susurro y el grito, el mundo se transforme.
¿Hasta qué punto una información vocacional puede encauzar la vida de un joven artista?
Siempre estuve rodeada de arte, aunque no lo sabía. Desde la música hasta las artes visuales, mi infancia estuvo llena de influencias de las cuales yo no era consciente: las canciones de mi abuelo en el portal, las clases de baile a las que me llevaba mi abuela, los filmes que me mostraba mi papá, las historias que me contaba mi bisabuela o las incontables veces en las que mis padres me acercaron a la lectura. Pero, en algún punto, el arte abrazó mi vida y yo lo elegí como mi salvación. Recuerdo que solía escribir cartas a mis amigos y familiares y que, en la escuela, en las actividades de la mañana, escribía poemas y textos para las presentaciones de alguna fecha importante. Todo comenzó con el baile, luego llegó el canto y escondida, siempre, estuvo la escritura como una sombra.
Yo no sabía que podía ser escritora, sentí muchas veces que era una profesión para pocos escogidos, no por talento, sino por las oportunidades. No encontré información al respecto, nunca fue una opción para mí. Cuando crecemos, estamos todo el tiempo viendo a otros cumplir sus metas profesionales, aprendemos de nuestra familia, de otras familias, de nuestros amigos, de los maestros, de los vecinos. Sin embargo, cuando no vives en un ambiente donde existen artistas, es difícil sentir que es un camino. Hace poco tiempo descubrí que no era una meta inalcanzable y me tocó, en ese momento, enseñarle a mi familia —porque ellos tampoco sabían— que la escritura es un oficio del cual se puede vivir. Sería incorrecto decir que perdí el tiempo, aprendí mucho durante las primeras etapas de mi vida y fui capaz de acumular experiencias increíbles. Sin embargo, la preparación desde edades tempranas hace que las decisiones que vamos tomando estén dirigidas a la meta correcta para cada uno.
El covid marcó un parteaguas en tu vida, tanto desde el punto de vista profesional como humano. ¿Qué saldo te dejó esa época tan difícil para todos?
De todas las preguntas esta es la más difícil. La más amarga. En plena pandemia decidí que iba a ser escritora. Me senté un día frente a mi novio y le confesé que eso era lo que quería hacer. Por primera vez en mi vida, después de mucho tiempo escondida, encontré la escritura. La encontré inocente y penosa, me empujaron hacia ella, me obligaron. Hasta que todos enfermamos. Hasta que pasó el primer año de pandemia y sentimos en carne propia la desesperación de la enfermedad. Lo que había sido un miedo se convirtió en una realidad y para mi desgracia, la inspiración de muchos de mis textos viene de ese dolor. Toda mi familia estuvo enferma a la vez. Gracias a los que estaban fuera del hospital, mi papá desde otro país, mis tíos, mis primos, mis amigos, mis maestros, mis compañeros escritores y mi pareja, logramos salir adelante. Todos menos uno. La muerte de mi abuelo me enfermó más que el covid. No volví a ser la misma persona después de ese momento.
Escribir, ¿un don, una disciplina, o la mezcla de ambas cosas?
El talento es la magia que todos tenemos dentro. Algunos lo descubrimos a los quince años, otros a los ochenta, pero en algún punto nos damos cuenta de que existe algo que sabemos hacer de una manera diferente. Ahora, la pregunta interesante viene después de conocer este talento y es: ¿qué hago con esto? No existe grandeza sin práctica ni experiencia. Para poder escribir es necesario escribir. Así de simple y difícil como suena. El sacrificio está en tomar la decisión de continuar siendo lo que elegimos, aun cuando el futuro se vea borroso. La disciplina es clave para lograr esta voluntad y es la única vía auténtica que tenemos. Para el escritor no existe la suerte. Para el escritor existe la miopía, las horas fijando la vista, tecleando, leyendo, estudiando, escuchando y sintiendo.
¿Cómo defines tu literatura?
Escribo desde lo más profundo y desgarrado de mi ser. Mis textos son cortos. Por lo general, uso un lenguaje directo. Desde la narrativa siempre intento dar imágenes exactas y guiar al lector hasta un punto donde debe elegir, por sus propios medios, qué es lo siguiente que debe pasar en la acción. Por otra parte, en el teatro creo desde la imagen cinematográfica. Siento gran influencia del teatro post dramático en algunos de mis textos y disfruto crear personajes que no se alejen de la realidad que vivo. Cuando creo, lo hago a través de mi entorno. Luego está la poesía, que es mi perdición. Me desbordo en ella, me transformo en ella, me vuelvo esclava de su ritmo y de su imagen. Trabajo con ideas profundas, sin filtros, con palabras que se pueden considerar duras, pero que cuando están acompañadas de versos limpios se convierten en balas disfrazadas de flores.
Los géneros breves forman parte inseparable de tu escritura, ¿qué te ofrece la brevedad que una literatura de más largo aliento no te permite?
Vivimos en un mundo apurado, desesperado, y eso se refleja en muchas de las acciones que realizamos todos los días. Sin embargo, hay sentimientos, etapas e instantes que, aun dentro de la rapidez del tiempo, se sienten como una eternidad. Eso intento mostrar con mi literatura: lo eterno que esconde un punto final, el sabor de un cuento breve que se queda dando vueltas en tu mente, no por lo largo que fue, sino por todo lo que desató en el lector a solo minutos de haberlo leído. Busco esa sensación que es tan humana que no se necesita mucho espacio para describirla, que no se necesita detalle para mostrarla.
Trabajas múltiples géneros literarios, tales como novela, cuento, poesía, crítica, periodismo cultural, teatro, literatura para jóvenes. ¿Crees que la variedad incorpora quehacer a tu vida literaria e impide la búsqueda de la perfección en un género determinado? ¿La ves como un hándicap o como una oportunidad de indagar en nuevas fronteras artísticas?
¿Podrías imaginar que dentro de ti se esconde un gran dramaturgo y no lo sabes? ¿Cómo puedes conocer qué es lo que amas, si no lo has probado nunca, si no has experimentado lo que se siente crear una obra de teatro o un poema? Identificar aquello en lo que podemos trabajar consta de darle la oportunidad a la equivocación de aparecer. Probar varios géneros es necesario. Luego de un tiempo, si decides concentrarte en uno habrá sido por tu decisión propia, pero antes debes saber qué puedes dar y qué no. Tampoco se trata de abarcar todo a la vez, es más bien un camino, un experimento: algunos te darán resultado, otros se contarán como experiencias. El hándicap sería, por el contrario, desde el inicio solo trabajar en un género, sin permitirme la posibilidad de jugar, al menos, con la riqueza de otros caminos de la literatura.
En 2022 fuiste becaria de Can Serrat en Barcelona, ¿qué experiencias aporta, para un joven artista cubano, ser reconocido en una tierra allende a la propia?
Es una oportunidad extraordinaria la de conocer otras culturas y nutrirse de ellas. En Can Serrat pude compartir con artistas muy talentosos que no solo aportaron a mi obra, sino que me mostraron sus procesos creativos y sus influencias, todo lo cual redireccionó mi punto de vista por completo. También fue impresionante el hecho de saber que pude, a través de mi escritura, mostrarme como artista cubana y entregar una parte de mí a cada persona que me acompañó en ese viaje. Es reconfortante encontrarse en un ambiente que te has ganado, con tu esfuerzo y con tu obra. Ese espacio se convierte en un impulso, en un escalón para la creación.
¿Cuáles son los principales desafíos del arte joven en Cuba?
Regresaría a una de las primeras preguntas para responder esta cuando digo que es la falta de información y de caminos a elegir. El sentir que solo existe una manera, que solo a través de ciertas vías puedes llegar al arte, es un obstáculo para los jóvenes creadores. Debemos mostrar que es posible, que no existe una sola manera y que ser autodidacta es también válido. Crear más espacios de desarrollo, hablar más de la profesión desde el punto de vista de la autogestión y no juzgar a otros por no haber conocido a tiempo estas oportunidades.
¿Cómo transcurre tu proceso creativo?
Escribir es un desafío. Vengo de una familia numerosa, por lo tanto, estoy acostumbrada al ruido, a las habitaciones llenas. Por esta razón escribo donde esté, como esté y en cualquier dispositivo. Puedo caminar por la calle y de repente perderme del grupo porque me quedé tecleando en mi celular alguna idea. Sin embargo, para crear el hábito de escribir sí construí mi propio rincón. Una mesa y una silla cómoda, una iluminación correcta y un poco de música. Suelo dar vueltas antes de escribir y cierro los ojos para concentrarme en el pensamiento. Una vez mis manos están en el teclado, el mundo se hace una imagen borrosa y solo existen las palabras y mis dedos.
¿Existen suficientes oportunidades de inserción y profesionalización para los artistas jóvenes en nuestro país? Desde tu perspectiva, ¿cuáles otras podrían sumarse?
Existen, pero no desde una temprana edad. Creo que la creación literaria es la que menos se desarrolla en talleres, círculos sociales o escuelas. No deberíamos encerrar la oportunidad de escribir solo hasta que seamos adultos y podamos conocer sobre las carreras del ISA o el Centro de Formación Literaria “Onelio Jorge Cardoso”. Para desgracia de muchos, esta tardanza hace que se llegue a la decisión de escribir en momentos que pueden ser inadecuados. Si existen otras vías, no las conozco, y este es otro obstáculo: siento que se debe dar más promoción a estas oportunidades y de esa manera romper con el mito de que ser escritor es inalcanzable.
¿Cuáles autores son tus referentes?
En esta pregunta no puedo hablar solo de autores. Existe una influencia muy grande de la literatura latinoamericana en mí: desde la obra de Samanta Schweblin, que logra ahogarme con cada historia que cuenta, o la magia de Gabriel García Márquez, las metáforas de Dulce María Loynaz, Virgilio Piñeira y Fina García Marruz, el teatro desgarrador de Agniezka Hernandez, hasta la nostalgia de Osvaldo Doimeadiós y de la fortaleza de Taimí Diéguez Mallo. Busco mucho en la fotografía de Lisbet Goenaga, la poética de Anyel Diaz Goenaga y el lente de Jennifer Albín Betancourt, mujeres a las cuales considero amigas y también grandes fuentes de inspiración. No puedo dejar de mencionar el trabajo de la artista Erika Ivacson, el actor Arnaldo Galbán y el director de cine Fernando Muraca, a través de los cuales descubrí espacios donde el arte se transforma en espíritu. Libros como Las edades de Lulú, de Almudena Grandes, La novia de Sandro, de Camila Sosa Villada, Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, y Sacrificios humanos, de María Fernanda Ampuero.
A tu criterio, ¿qué de nuevo aporta la literatura joven cubana al panorama de la escritura canónica de nuestro país?
Estamos conociendo una generación que cada vez tiene menos filtros, que no teme mostrarse vulnerable, real y diferente. Estamos frente a autores que reciben constantemente información y se interesan por experimentar con la escritura y llevarla hasta límites desconocidos. Artistas con menos pelos en la lengua y con muchas ansias de gritar lo que se esconde en sus almas (y en las de aquellos que no se atreven). La literatura joven se está formando desde el dolor de muchos cambios y pérdidas. Cada vez se siente más la fortaleza de una generación que no le teme a sus lágrimas.
¿Quién es Shabely Botello, más allá de la página en blanco?
Creo que soy por etapas, como todos, de alguna manera. Hoy puedo describirme como una mujer con fantasmas y hojas en blanco. Un baúl lleno de recuerdos y abrazos. Una fotógrafa de lágrimas, de lágrimas de luz, a las cuales no temo.
Homenaje a Eduardo Heras León desde Santiago de Cuba
El Centro de Promoción Literaria José Soler Puig acogió este fin de semana el homenaje de escritores santiagueros al Premio Nacional de Literatura Eduardo Heras León, escritor, periodista, editor y crítico de arte cubano, fallecido el pasado 12 de abril en La Habana a la edad de 82 años.
Sobre la iniciativa surgida en el seno de la filial provincial de la Asociación Hermanos Saíz en Santiago de Cuba, comentó María de Jesús Chávez Vilorio, miembro de la sección de Literatura, Crítica e Investigación.
“Teníamos que hacerle un homenaje al profe Heras porque en la actualidad muchos de los escritores santiagueros somos fruto de su magisterio”. En otro momento precisó, “no pudimos asistir a la despedida en La Habana por la lejanía, pero aquí estamos en este espacio que tiene como objetivo honrar su memoria”.
Eduardo Heras León fue fundador del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, institución que dirigió por más de 20 años y en la cual se han formado varias generaciones de escritores, entre ellos Yunier Riquenes García, uno de los coordinadores de la plataforma Claustrofobias Promociones Literarias, quien afirmó que “recordarlo desde nuestra ciudad era algo necesario, sobre todo porque cuando se habla de narradores santiagueros, hay varios formados en este Centro, de ahí que le debíamos el homenaje no solo como el maestro que fue, sino también como ser humano, ese que nos enseñó a vivir y a creer un poco más en la literatura”.
Gizeh Portuondo igual recuerda con mucho agrado sus clases en el “Onelio”, que le ayudaron a descubrir y a encauzar su vocación como escritora enfocada en la literatura como un todo. “Su obra seguirá conquistando los corazones de quienes acudan a ella”, afirmó.
Por su destacado quehacer literario, Eduardo Heras León recibió varios premios y condecoraciones, entre ellas la Distinción por la Cultura Nacional, la Orden Félix Elmuza, la Medalla Alejo Carpentier, la Réplica del Machete del Generalísimo Máximo Gómez, el Premio Maestro de Juventudes que otorga la Asociación Hermanos Saíz, y los premios nacionales de Edición en 2001 y de Literatura en 2014.
«Solo lo auténtico no se desvanece»
Nos conocimos en el Curso de Técnicas Narrativas del Centro Onelio Jorge Cardoso. Corría entonces el año 2008, si la memoria no me falla. Carlos Ettiel Gómez Abreu y yo compartíamos no solo las aulas del Onelio sino también esos oportunos encuentros entre creadores que, más allá de las clases, conectaban a espíritus y artistas afines. Los años han llovido desde aquel momento, pero Carlos Ettiel continúa siendo ese muchacho auténtico que cargaba poemas, rimas y palabras. Aún sigue confiando, como yo, en la perdurabilidad del buen arte y su necesaria (r)evolución.
¿Es necesaria una actualización de lenguajes y referentes para dialogar con el niño lector contemporáneo, o piensas que las (r)evoluciones de la literatura infantil y juvenil deben marchar por otros caminos?
Sí. Es necesaria una actualización de lenguajes y referentes para dialogar con el niño lector contemporáneo. El niño de hoy es diferente al que fuimos los autores que hacemos literatura para este tipo de público. Algunos problemas, conflictos familiares reflejados en la literatura para niños se mantienen en el tiempo, pero hay que recontextualizarlos. Además, incluir nuevos elementos ficcionales, tramas, mundos desconocidos, personajes diferentes, en aras de diversificar temas, contextos, argumentos… que son infinitos (tantos como pueda imaginarse en varios campos poco explorados); sin embargo algunos autores insisten en repetirse, manteniéndose en su zona de confort. También debe modernizarse y atenderse el lenguaje para que no aparezcan (como suele ocurrir) expresiones del registro que delatan al adulto narrando la historia o como sujeto lírico en el caso de la poesía: el niño lo descubre con facilidad, entonces se distancia; no puede subestimarse su poder de lectura, mucho más variado y rico que el de los adultos.
Aunque tu pregunta compuesta está enlazada con una “o” (disyuntiva) no escojo entre una u otra. Para mí, ambas respuestas son un SÍ. Pienso que las (r)evoluciones de la literatura infantil y juvenil deben marchar por otros caminos. Pocos autores exploran formas o temas novedosos, pero no es la generalidad. No mencionaré nombres ni cuál es el derrotero, baste decir: es aquel que no se halla transitado aún, solo es preciso imaginar.
¿Cómo transcurre tu proceso creativo?
Escribo generalmente por las mañanas. La historia o poema da vueltas en mi cabeza durante el día, puedo soñarlo en la noche y en las primeras horas lo paso al papel. También suele llegar la inspiración a otra hora. En ese caso no espero a la mañana, debo sentarme de inmediato para no olvidarlo, pues es un crimen desperdiciar ideas. El ritmo biológico está más arriba y el cerebro más fresco entre las siete y las diez de la mañana. Para cada género no es igual el proceso creativo. La poesía demanda alta inspiración, dominio de elementos formales, más libertad espiritual. La narrativa, mayor concentración y dominio de toda la trama ya contada, características y lenguaje propio de personajes; conocimiento claro de las escenas, resúmenes, indicios, catálisis, conflictos e informantes en cada capítulo, a fin de sugerir sin regalar; que no haya efecto sin causa, que todo lleve a dos o más lecturas en la corriente subterránea de sentido, que se resuelva solo lo justo, sin excesos ni insuficiencias en ninguno de los ingredientes anteriores. Intento de manera primordial cumplir con la ley del interés (mostrando solo la punta de iceberg).
Algunos critican las técnicas aprendidas en el curso Onelio. Es cierto que deben emplearse de manera natural sin evidenciarlas burdamente; pero en mi criterio, su dominio y uso consiente deriva en resultados maravillosos: son imprescindibles para que el texto no sea mero relato y cobre verdadero valor estético literario.
La poesía clásica rimada, en sus diversas variaciones estróficas, forma parte de tu quehacer literario, ¿de qué manera la tradición puede resultar atractiva al lector de hoy?
La tradición puede y resulta muy atractiva al lector de hoy, en especial la infantil. Estas formas estróficas con métrica y rima son atrayentes para el niño. Las he estudiado para hacer nuevos experimentos que, siguiendo el canon, rompan algunos elementos de su escritura, pero mantengan una parte considerable de la estrofa, a fin de que la innovación sea aceptada por el pequeño lector y los autores; denotándose la intención escritural, la inventiva consciente que debe contribuir a algo nuevo y superior, ser acertada, y no parecer desliz impensado o imposición forzosa. Para rescatar la tradición hay que innovar. Esto debería hacerse también en la literatura para adultos. Unos pocos lo han hecho ya con la décima y el soneto; nadie, con otras estrofas.
¿Cuán importante es para ti la arquitectura de un libro en tanto materia estética?
Es fundamental. Cada poema, sección o capítulo debe estar muy bien ubicado y concebido en una dramaturgia general. Por ejemplo: poema pórtico, de inicio de secciones, los otros relacionados en sinergia de contenido, poesía final. (Aunque hay textos aparentemente alocados que son válidos si su diseño es funcional). La calidad de ilustraciones, su ubicación, así como la cubierta son de relevancia suprema, si no son estéticas que te echan a perder el libro.
¿Eres de aquellos autores que juzgas a un libro por su cubierta?
No juzgo a un libro por su cubierta, me baso en el autor, tema y nota de contraportada.
Por otra parte, me gusta que mis libros tengan cubierta atractiva, porque los escritores hacen como yo, van a leer detrás los elementos de interés sobre el volumen; pero el público en general no hace esto. Solo mira la cubierta: el rostro del libro, la carta de presentación. Cuando la cubierta es mala, el lector no compra el libro, ni siquiera lo pide para hojearlo.
En las relaciones del mundo editorial (con agentes, editores, ilustradores, etc.), ¿cuál consideras la más importante por sus repercusiones en la vida del autor?
No sé qué decir. Soy mi propio agente. Los ilustradores son una caja de sorpresas. Los hay muy buenos y los que dibujan muñecos horribles considerados artísticos o interpretan mal el texto que ilustran. Con los editores siempre trabajo por correo electrónico. (Algunos me hacen revisar de más, pues no le encuentran ningún error a mi obra, cuando en realidad siempre hay detalles que pulir). De estas relaciones, creo que la más importante en mi vida de autor se debe a los editores.
¿Por qué crees que el mercado internacional luce, al menos en apariencia, tan reacio en abrir sus puertas a nuevos escritores, fundamentalmente cubanos?
No creo que el mercado internacional esté reacio a abrir sus puertas a nuevos escritores cubanos. La primera barrera es nuestra. Tenemos que escribir mejor. Gestionar más; ya que apenas tenemos agentes aquí, establecer lazos con extranjeros y aprender de su experiencia, no temer a este mundo del mercado que tiene sus complejidades. Para quien vive en un pueblo aislado, sin la tecnología, relaciones ni recursos de las capitales de provincia o La Habana, este reto es mayor, pero no hay puerta que no pueda abrirse si la empujamos fuerte.
Entonces, ¿existe una verdadera apertura editorial del talento nacional a otras oportunidades más allá de nuestro contexto geográfico?
Hay una discreta apertura editorial del talento nacional a otras oportunidades más allá de nuestro contexto geográfico a partir del lento desarrollo de Internet en nuestro país, el temor y la falta de gestión, iniciativa o esfuerzo de los autores por explorar estos terrenos. Algunos se han decidido. Falta mucho camino por andar.
¿Está el niño listo para leer sobre todo tipo de temas, para conocer todo tipo de personajes, o piensas que el escritor debe ejercer algún juicio, de tipo estético pero también de cualquier otra índole, a la hora de abordar determinadas realidades?
El niño está listo para leer sobre todo tipo de temas, para conocer todo tipo de personajes. El escritor debe presentarlo con tacto, mesura, buen gusto estético, pero sin miedo a ningún tipo de argumento complicado. Esto lo tienen claro autores como Luis Cabrera, Mildre Hernández, Eldys Baratute, entre otros.
¿Existe la autocensura?
Sí existe la autocensura, porque muchos piensan en qué dirán los lectores sobre la trama de su texto cuando abordan un asunto difícil. En algún momento he vacilado, pues hay temas duros, cuyas interpretaciones negativas pudieran acarrear problemas al autor. Esto ocurre mucho con el humor, la crítica social, la ironía, los temas de sexo, etc. Desde hace tiempo intento no autocensurarme. Que sean otros los que me digan que está “muy fuerte”.
¿Qué lugar ocupa, dentro de tu producción, la literatura escrita para adultos? Tengo la impresión de que no es el área más conocida de tu trabajo…
Sesenta por ciento para niños; cuarenta, para adultos. Escribo bastante para adultos, aunque es menos conocida esta producción. (Siempre unos géneros encuentran mayor salida que otros, tampoco ayuda vivir en un pueblo lejos de los centros de poder). Tengo varios libros de décima, poesía, cuento, minicuento y novela para adultos en editoriales como Montecallado, El mar y la montaña, Letras Cubanas. Entre ellos los premios Francisco Riverón, Juan Francisco Manzano y Regino Boti.
El humor es una herramienta de transformación de la realidad. ¿Cómo lo empleas dentro de tu literatura?
Considero muy importante el humor. Ayuda a mantener el interés en el texto, le da realce estético (aunque algunos crean lo contrario), mueve el pensamiento, transforma la realidad. Por eso tiene un lugar distinguido en mi literatura. Tengo varios libros de décima humorística y en casi todas mis noveletas hay una fuerte dosis de humor; a veces sutil, irónico, alejado de los gags y chistes poco originales o discriminatorios. No considero que sea “menor” una décima cómica cuando el humor maneja los resortes esenciales para un elevado nivel estético de este difícil género que, como bien se dice, es muy serio aunque trate de provocar sonrisas.
¿Cuál sería tu lector ideal?
Cualquiera que se acerque a mis libros con el único propósito de disfrutar. Sin interés de aprender nada ni analizar los atributos de lo escrito. Solo por divertirse, emocionarse, encontrar deleite para su espíritu.
En los tiempos actuales, ante las (in)certidumbres que enfrentamos como creadores en un panorama nacional e internacional cada vez más cambiante, ¿a qué puede el artista aferrarse?, ¿qué es lo sólido?, ¿qué no se desvanece?
El artista puede aferrarse a los clásicos, a su intuición, a la musa que lo impulsa por senderos de espíritu y emoción, reflejando lo cercano y a la vez lo universal, los símbolos y valores, lo efímero y pueril. Lo sólido es lo sincero, el escritor no puede engañar, construir, aprovechar tendencias, sino soltar el alma. Solo lo auténtico, original y franco no se desvanece.