CabotÃn
Roger Fariñas no necesita despertar las musas
Cambiar el traje de pelotero por el de la actuación pudiera parecer ir del dÃa a la noche. Una transición que trastoca rutinas, hábitos, conductas, la misma vida… A la vuelta de aquellos dÃas en que el terreno arenoso dejó ser su sitio preferido, Roger Fariñas Montano agradece el haberse dejado hechizar por el teatro.
“Para mi familia iba a ser pelotero de alto rendimiento. Un dÃa aparece Laudel de Jesús y me invita a participar en una obrita que estaba montando con aficionados, y ahà cambió todoâ€, recuerda y culpa a la intuición y el azar.
Prefiero, después de conocerlo y acercarme a su obra, atribuÃrselo al talento. Es por eso que al indagar sobre la trama de la obra de su vida deja escapar: “La libertad, sin dudas. Que para mà significa encontrarle sentido a mi existencia. Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo su libertadâ€.
Un leitmotiv que ha ido encontrando el acomodo necesario. Entre experiencias, lecturas, historias nacidas en la cabeza… poco a poco han llegado a ser conocidas por otras muchas personas porque galopan en y para el mundo de las tablas.
La actuación fue su primer coqueteo con el teatro. Aunque por su sangre corrÃan genes de su padre –actor y profesor de la manifestación– prefirió el estÃmulo de otros. Luego, tocó las puertas de la Escuela de Instructores de Arte Vladislav Volkov, de Sancti SpÃritus.
“Una etapa de desenfado e inocencia, en lo artÃstico y en lo personal, que me regaló muchos amigos y momentos increÃbles. Fue también la base, digamos en el aspecto académico, que luego hizo mi paso por el Instituto Superior de Arte, (ISA), menos desamparadoâ€.
Desde ese primer acercamiento, ya con consciencia de ese –uno de los grandes propósitos de su vida–, el espirituano Roger descubrió que en el mundo de las tablas también nacen familias. CabotÃn teatro ha sido hogar, cobija de amor, llantos, tristezas, trampolÃn para nuevos retos, anhelos… Allà supo que la actuación no le completaba, y hacia la dirección y escritura prefirió mover su timonel.
“Lealtad. Como mismo sucede en las familias de verdad, CabotÃn es esa casa de toda la vida a donde siempre puedo regresar, sin tener que dar explicaciones de por qué me fui a La Habana o a Madrid durante una larga temporada. Cuando me he ido lejos, detrás de mà jamás ha sonado un «portazo» concluyente ―como aquel del clásico de Ibsen―, y cuando he regresado nunca me he sentido un extrañoâ€.
Es por eso que uno de sus más recientes proyectos se cuece en ese horno teatral espirituano, integrante del Catálogo de Excelencia del Consejo Nacional de las Artes Escénicas.
“Laudel de Jesús –director del proyecto artÃstico– dirige mi obra Tragedia de una mujer estéril, con un elenco de actores jóvenes muy comprometidos: Laura MarÃn y Leobis GarcÃa. Esperemos que la pandemia permita su estreno en algún momento.
“Mientras que como director he estado montando con Agón teatro, en La Habana el monólogo El enano en la botella de Abilio Estévez, con el actor Alejandro Menéndez, un proceso que hemos tenido que aplazar también por el coronavirus, pero en el que no hemos dejado de trabajar.
“Por otra parte, es un lujo pertenecer al catálogo de Ediciones Matanzas con mi libro Morbo, una obra que escribà hace algunos años y que tuvo la suerte de ser leÃda en Argos Teatro. Tengo otros proyectos abiertos, en los que trabajo en silencio. Me siento dichoso de que, como me dijo una vez mi querido Abilio Estévez, ya la virgen página no esconda su blancuraâ€.Â
–¿Qué necesita Roger para despertar las musas?
–Haber dormido bien. Una taza de café en la mañana, preparada por mÃ, con bastante azúcar. Aunque no creo que necesite despertar las musas, porque están todo el tiempo velando, perturbando mi tranquilidad. En todo caso son ellas las que necesitan animarme: soy el punto de inflexión entre ellas y la página en blanco.
–¿Por qué la necesidad de escribir en publicaciones mediáticas como Escambray –periódico de Sancti SpÃritus– y La Jiribilla, cuando el lenguaje especializado necesita ser entendido por las grandes masas y no solo por los especialistas?
–Creo que he logrado ―o, como mÃnimo, he aspirado a― escribir crÃticas y reseñas penetrantes, siendo consecuente con mis ideas del teatro, del arte. A partir de ahÃ, lo que varÃa son las formas, las estructuras, el lenguaje y la extensión, dependiendo de exigencias editoriales muy especÃficas. Siento la necesidad de escribir, simplemente, sin encasillamientos y tratando de estar lo mejor informado posible. Escribo y lo hago con el mismo rigor de pensamiento sea para Escambray ―leÃdo por las grandes masas― o para la revista Tablas ―por los especialistas―.
En la cabecera de Roger Fariñas hay autores que no pasan de moda: Virgilio Piñera, Abelardo Estorino, Abilio Estévez, Abel González Melo y Ulises RodrÃguez Febles; y a los clásicos universales Antón Chéjov, Bertolt Brecht, Henrik Ibsen, Jean-Paul Sartre y Harold Pinter. Cada uno le ha dado señales para ir construyendo su propio sello.
“En la dramaturgia hay muchos y eclécticos. Puedo sumar otros nombres, pero depende de la historia que quiero contar. En Morbo partà del cuento El retrato, del escritor Pedro de Jesús; en Tragedia de una mujer estéril parto de ese tremebundo tema lorquiano que es la esterilidad en Yerma; en Colapso hago referencias puntuales a la Divina Comedia de Dante, y escribà la pieza iluminado por el curso “Disparadores y artefactos teatralesâ€, impartido por el dramaturgo catalán Josep Maria Miró; y en VÃktor parto de la figura real del psiquiatra y filósofo austriaco VÃktor Frankl, quien sobrevivió a varios campos de concentración nazis. Como ves, no son referentes necesariamente del teatro, sino que provienen de la narrativa, de lo académico, de la filosofÃa y la psicologÃaâ€.
–¿Cómo surge y cuánto han significado las relaciones con dos de los dramaturgos y directores más importantes del paÃs, Abel González Melo y Carlos Celdrán?
–De Abel conocÃa su obra, pero nos conocimos personalmente en el verano del año 2017 cuando lo invito a Sancti SpÃritus a propósito de una presentación de su obra Chamaco, montaje del cual fui el asesor teatral. Desde entonces hemos trabajado mucho juntos, tanto en Cuba como en Madrid, y nos unen lazos consanguÃneos muy fuertes.
“A Carlos le conocà por Abel, también hemos trabajado juntos, y de ahà que la admiración y la amistad han crecido. He ganado con ellos no solo a dos maestros, sino a dos enormes seres humanos, de una gran honestidad y dignidad. ¿Dicen que mi «estilo» de teatro se parece al de ellos? Pues estupendoâ€.
–De esas escuelas, ¿qué ha utilizado Roger?
–Realmente no sé porque no lo contabilizo, pero sà sé lo que he aprendido. A valorar un teatro que se pregunta por el hombre cubano y el sentido de su existencia. Comprometerme con temas que le inquieten a la sociedad en la que vivo con un incisivo sentido crÃtico, ahondando en sus principales reclamaciones éticas y morales.
–Después de leer, hacer, escribir y haber disfrutado el teatro fuera de Cuba, ¿qué opinas del teatro espirituano y cubano?
–“Mira, es nuestro teatro y lo defiendo a ultranza, con sus defectos y sus virtudes. Vivimos en un mundo bastante agresivo, frÃvolo, en el que la desidia impera y donde los hombres estamos cada vez más condenados al aislamiento, a sobrevivir en la perplejidad. Por lo tanto, el hecho de tener los teatros abiertos y las salas llenas era ya una muestra de buena salud. Digo “era†porque en Cuba continuamos, desde hace dos años, con los teatros cerrados a causa de la pandemiaâ€.
Y en esa búsqueda constante por aprender, soñar y vivir, gracias al teatro, Roger se aventuró hacer realidad una idea que surgió en el Festival Iberoamericano de Cádiz: una nueva propuesta literaria que pronto verá la luz.
“Puntos de fuga. Una década con Argos Teatro 2010-2020 es mi homenaje a Carlos Celdrán y Argos Teatro en su vigesimoquinto aniversario, próximo a celebrarse en diciembre de este año. La publicación que saldrá bajo el sello de Ediciones Alarcos, recoge 14 textos crÃticos que en el periodo de esta última década he escrito sobre los espectáculos del grupo, donde intento una aproximación a las claves esenciales que definen su poética. Agradezco especialmente a la editorial por acoger el libro, a mi editora Yudarkis Veloz, por el cuidado en la edición; a Omar Batista por su excelente diseño de cubierta; y al maestro Rubén DarÃo Salazar por el exquisito prólogo que ha escrito para Puntos de fugaâ€.Â
Para Roger Fariñas Montano el tiempo anda de prisa. La constancia y entrega son sus máximas ante las escasas horas para hacer realidad tantas ideas. Entre lecturas y escrituras prefiere también refugiarse como espectador. Cada diálogo desde las butacas también le oxigenan.
–¿Qué no le puede faltar a una obra para que enganche a Roger?
–“Calidad. Esa palabra que nadie puede explicar, dice Peter Brook, pero que todos podemos percibirâ€.