Cables de alta tensión


Lo significativo en la poesía es la sinceridad

Luego de leer Fosa común, del joven poeta Onel Pérez, no pude evitar el deseo de conocer más sobre el creador detrás de aquellas páginas. Ya lo había conocido en Pinar del Río y el primer brote de la amistad había quedado vivo en las redes sociales. Nacieron entonces estas preguntas, este deseo de conocer lo que había entrevisto en Onel: que lo significativo en su poesía, y en su vida, es la sinceridad. Esa sinceridad que no necesita justificación para existir y que trasciende todo ego.

Si te pidiera una definición de la poesía, ¿qué palabras escogerías?

Defino a la poesía con palabras como sangre, dolor, sacrificio y vida. La vida (o por lo menos la vida que trato de vivir cada día) es un largo e intenso poema que trato de vivir con intensidad. Y es que de allí salen mis mejores criaturas ya formadas desde la experiencia, llenas de cotidianidad y de retos. Ese material lo pulo y lo vivo primero en mi mente.

¿Existe la trascendencia en el arte?

Cuando uno lee versículos en las Escrituras como “No hay nada nuevo debajo del sol”, es muy difícil responder si existe en verdad algo trascendental en el arte. Lo trascendente en el arte debe ser algo sazonado y pensado por años, que rompa esquemas y diga algo que incluso la época rechace. Creo que ahí está el tesoro de lo trascendente. Lo significativo en la poesía me parece que es la sinceridad. He formado en mí una conciencia ética porque considero que debo respetar a los otros, a los lectores que creo en mi mente o a esos lectores que esperan por mis libros.

¿Lees a los autores cubanos que son contemporáneos con tu producción? ¿Cuáles son los desafíos actuales de la poesía que se gesta en Cuba?

Leo mucho a mis contemporáneos. Hay que hacerlo. Conversar con ellos y discrepar con sus estéticas. De ahí viene algo distinto.

Hay muchos desafíos para la poesía que se gesta en Cuba, principalmente la joven poesía. Uno de ellos es la necesidad de escapar de nuestros padres literarios, para eso es necesario matarlos en nosotros. Escapar a su influencia. Es necesario otra relectura de la realidad. Tenemos que ir al fondo de nosotros mismos y autodestruirnos. Ya no podemos leernos entre nosotros mismos. Hay que leer otras culturas, explorarlas hasta la saciedad y renunciar al ego.

La nación, su trazo, vive en tu poesía, desprende su amnios en tus versos. ¿Qué nación poética y física sueña tu literatura?

Cada día sueño que mi nación poética sea controlada por Dios, el Creador de todas las cosas. Es mi sueño total que mi escritura sea dirigida por su Espíritu. La nación física que sueño no está alejada de mi país. Acá están mis dolores, los derrumbes mentales de los que escribo.

Lo cotidiano y su desgarradura son temas perceptibles en tu libro Fosa común. ¿Hasta qué punto lo cotidiano define o limita al creador que vive en ti?

Uno de los grandes poetas alemanes diría en algún momento que un poeta es un ser cargado de realidades y que estas son al final las que te van a definir. En mi caso lo cotidiano se ha hecho todo un desafío para describir mi realidad, mi cultura, mi país. En lo cotidiano está mi sustento, en el disparo mis flechas llenas de sensibilidad para la mente de esos lectores ideales que creo. No percibo lo cotidiano como un lastre. Todo lo contrario. Ahí radica la fuerza del poeta, del pequeño David.

La literatura, ¿despierta temor o reverencia?

Cuando escribo siempre, de alguna u otra forma, van a aparecer esos temores ocultos, pero en el poeta que yo he construido a partir del trabajo pasa algo clave que me define. Cuando ya empiezo a escribir se esfuman todos esos temores. Se anulan gracias a la conciencia poética y a la responsabilidad que tengo con el mismo acto creativo.

¿Cómo transcurre tu proceso de creación?

Nada del otro mundo. Tomo apuntes. Los reviso. De ahí salen mis criaturas, del horno poético.

¿Temas que te obsesionen, a los cuáles vuelvas una y otra vez?

Hay un tema que me apasiona y es la Historia. Debe ser por el pueblo de donde soy y vivo, Baire. Un pueblo de luchas mambisas y de mucha tradición. Es algo que me persigue y se ha vuelto una obsesión sana.

¿Qué desafíos enfrenta la creación actual, tanto materiales como espirituales?

Los desafíos materiales y espirituales que persiguen al creador joven de Cuba están dirigidos hacia el hecho de buscar premios que lo impulsen no solo a ganar dinero gracias a la literatura, sino a visibilizarse en todos los medios posibles. A crearse un nombre a través del arte.

¿Cómo aprecias la influencia de las redes sociales en la creación actual?

Uno de los logros que ha traído las redes sociales es la gran diversidad de bibliotecas digitales que existen, además del modo tan fácil de acceder a estos. Libros que normalmente no los encuentras en las bibliotecas normales aparecen allí. Lo que sucede en muchas ocasiones es que dejamos que estos espacios virtuales asuman casi todo el tiempo y vamos matando en nosotros la necesidad de una verdadera renovación. Las redes son toxicas, si no las manejamos adecuadamente podemos convertirnos en escritores de pacotilla, escritores de desperdicios, porque ya vamos a dejar que esas redes nos controlen y piensen por nosotros.

Los premios: ¿hacia dónde llevan al autor?

A la promoción, a que te publiquen más y al ego.

Háblame un poco de tu libro ganador del Premio Calendario.

Cables de alta tensión es un libro raro, un artefacto lleno de tuercas y de ruidos. Son poemas construidos desde el ojo de la máquina, como un sistema que vigila todo y nos degrada.

Madre, patria/matria, José Martí, la tierra, la condena a repetir la Historia de la cual no hemos aprendido nada, estas constantes, ¿obsesionan tu poesía, permean tu creación, son apenas el reflejo de la realidad que vives y vivimos todos?

Escribir desde Cuba para mí es esencial porque de mi patria salen mis contradicciones. Martí es la otra esencia de mi poesía. Siempre trato de regresar a él como un niño para encontrar tesoros escondidos. El Diario de Campaña es uno de esos tesoros que más releo.

¿Cómo estructuras y piensas un libro?

Ni sé. Estructuro un libro en dependencia de como esté mi estado de ánimo. Nunca me he detenido a pensar en eso.

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¿Tienes algún miedo que viaje junto a tu poesía, aunque la trascienda?

No. De eso se trata. Uno debe ser consciente de lo que escribe y de lo valiente que debe ser cuando escriba. Si no, no escribo y me callo.

Más allá de la página en blanco, ¿quién es Onel Pérez?

Un ser que sueña y vive con intensidad, alguien que busca conocer todos los días a Dios. Alguien que es muy familiar y que ama a sus amigos.

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