artes visuales
Premio internacional para joven artista de Imías
El joven artista de la plástica Alexei Osorio Blet, natural de Imías y miembro de la Asociación Hermanos Saíz en Guantánamo, conquistó el primer lugar del Festival Internacional de Artes Visuales Monte Plata, desarrollado en la República Dominicana, a finales de agosto del presente año.
Desarrollado en el Centro Multiusos Santo Ángel Peguero, de Dominicana, es una iniciativa de la Fundación de Desarrollo (Fundemopla) y de Quintaesencia, considerada la actividad de mayor trascendencia en su clase; reúne a más de 34 países en diez categorías y otorga tres premios por cada una: Pintura, Instalación, Arte Digital, Video, Dibujo, Performance, Escultura, Grabado, Fotografía y Danza.
Devenida nueva oportunidad para mostrar el trabajo de los creadores cubanos al mundo, el encuentro contó con la presencia de siete artistas de la Mayor de las Antillas, además de una centenar de otras naciones, y entre las piezas en competencia sobresalió en pintura, el Equilibrista, obra de Osorio Blet trabajada en óleo sobre lienzo, jugando con colores sencillos y una gran carga de surrealismo.
El Equilibrista constituye una reflexión sobre la responsabilidad del hombre con el cuidado del medio ambiente (naturaleza y sociedad), temática recurrente en la estética del pintor guantanamero, quien a su vez apuesta por la inclusión de elementos típicos del campo cubano, así como símbolos de nuestra identidad, que singularizan la pieza en cuestión.
Alexei Osorio Blet es graduado de instructor de arte y cuenta en su haber con más de una centenar de exposiciones, entre personales y colectivas, además de atesorar lauros en salones municipales, provinciales, nacionales e internacionales, y ser beneficiado con becas de creación artística como la obtenida en 2018 en el XVII Salón territorial de Artes Plásticas Eliseo Osorio, de Baracoa, para continuar incentivando el desarrollo de su estilo como artista visual.
Homenajean artistas cubanos la obra de Reinaldo Arenas
La exposición colectiva «Mi nombre es Celestino» fue inaugurada como parte de la XXV edición del Premio Celestino de Cuento, este lunes, en la galería de la Casa del Joven Creador de la Asociación Hermanos Saíz en Holguín.
Bajo la curaduría de Lorena Velázquez Fraga, la exhibición, compuesta por 27 piezas, tuvo como objetivo celebrar los 25 años de permanencia del certamen y homenajear de forma pictórica a la novela «Celestino antes del alba», de Reinaldo Arenas.
Juan I. Siam Arias, poeta y narrador, en las palabras de presentación, rememoró la manera en que la novela llegó a sus manos y compartió su experiencia como lector: «Encontré frases terribles, de dolor auténtico y del lenguaje más natural. No contaminado», afirmó.
Los artistas cubanos, de diferentes edades y procedencias, lograron a través de técnicas diversas convertir fragmentos de la novela en imágenes, que «esmeradamente figurativas unas, distantes del academicismo otras», han sido el resultado de una profunda introspección en la obra de Arenas y una reinterpretación creativa de su universo literario.
Las interpretaciones plasmadas en las obras de arte dan testimonio de la riqueza y la complejidad de la historia de Celestino, así como de la vigencia y la relevancia de su mensaje en la sociedad actual. Cada pieza es única en su estilo y enfoque, reflejando la diversidad de perspectivas y talento presentes en la escena artística cubana de este tiempo.
Todos los caminos conducen al arte
En Holguín como cada año, la esperada Romerías de Mayo ha demando de una activa participación de creadores desde las distintas manifestaciones artísticas a nivel nacional. De los proyectos habituales al evento se encuentra Babel, iniciativa que desarrolla el Consejo Provincial de las Artes Plásticas, en conjunto con el Centro de arte.
Para esta edición, la fotografía fue la más representativa, producto al interés por dedicarle un espacio a su desarrollo y exhibición, así como el intercambio entre fotógrafos de diversas partes de la isla. A esto podríamos sumarle los festejos de los aniversarios 65 de la creación de Casa de las Américas y el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), en el cual esta manifestación tiene líneas de conexión.
Precisamente una de las exposiciones que causó impacto fue Ofrendas, de los destacados fotógrafos Roberto Chile y Julio Larramendi, expuesta en la Sala Principal en el Centro de Arte, con más de una veintena de instantáneas y tres instalaciones.
Rituales, collares, sacrificios, procesos de adivinación, deidades. Es aquí donde surge la unión de estos dos creadores, en la cual Larramendi se inclina hacia lo antropológico de los procesos, principalmente en las religiones vudú y mayombe (Palo Monte), que tipifican el Oriente de Cuba.
Como buen terruño de su ciudad natal, Santiago de Cuba, se place en retratar escenas del Festival del Caribe o Fiesta del Fuego, donde se aúna los países que integran el espacio geográfico para seguir fortaleciendo las tradiciones y costumbres que confluyen y se entrelazan. Testigo de ello fue el pasado año dedicado a México donde se mostraron las similitudes que existen sobre el culto a los muertos a través de los altares. Se puede expresar que, el artista muestra un interés en particular en la preservación de la memoria histórica y cultural sobre fenómenos que muchas veces suele ser privativos para los saberes de la sociedad, pues sus códigos en diversas ocasiones deben permanecer entre los practicantes.
Por su parte, Roberto Chile se inclinó hacia la fotografía conceptual, con un enfoque más artístico. En las gamas claroscuro se presentan las imágenes, acompañadas de tres instalaciones que le dan una carga significativa sobre los rituales de santería. Su mirada está enfocada en dos elementos: el hombre como practicante y su sentido de identidad religiosa y cultural y, por otro lado, la significación que tiene la religión desde la fe y devoción. Lo sagrado se vuelve arte como la adivinación con los cocos, Eyeife; estos cocos que te indican un camino. Aquí está presente la fe puesta en función de un mejor porvenir. Por lo tanto Eyeife estará acompañado de Elegguá, deidad yoruba que se encarga de los destinos a través de sus veintitrés caminos. Frente a la gran cruz latina se muestra el carácter sincrético del pueblo cubano.
Ofrenda ya tuvo su primera luz frente al público el pasado 6 de enero de este mismo año, en el Museo Casa de África en La Habana. Hoy se exhiben como parte de ese evento que le ha dado la oportunidad de seguir mostrando nuestras raíces. La cubanía se hace presente mediante la cultura religiosa que moldea nuestras costumbres. La misma que es un referente a nivel internacional para consolidar los conocimientos y saberes tradicionales, convirtiéndose en referentes dentro del patrimonio inmaterial africano y su diáspora africana.
Transitando por la ciudad holguinera, Desajustes del alma es la muestra del fotógrafo santiaguero Renato Arza Planas, expuesta en el insigne Hotel Pernik. Desajustes… alberga en sí misterios insondables que afloran en lo más recóndito de nuestro sentir. Es el instante de la transformación o el despertar de la conciencia humana. Por lo tanto, las fotografías de Arza proponen abordar sobre tópicos visto desde el universo femenino: la maternidad, la religiosidad, lo cotidiano, anhelos y frustraciones, la inocencia y la lujuria. Además, se arriesga a sobredimensionar su espectro, con la inserción de cuestiones relacionadas a la orientación de género a través de la obra Negro (2022), donde discursa sobre las contradicciones físicas y espirituales, como proceso final de la emancipación del ser.
En el juego de roles, las ambientaciones teatrales en la cual se disponen las modelos para ser captadas, forma parte de una las características más imprescindibles dentro de esta etapa en su producción. En algunas se aprecia un barroquismo que no disgusta, donde los colores permiten escudriñar sobre las pistas que te va mostrando la pieza.
Esta muestra fue inaugurada por primera vez en el Centro Provincial de las Artes Plásticas y Diseño de su provincia natal, que ha contado con la aceptación del público asiduo a estos espacios culturales. Llegar a Babel ha sido crucial para la confrontación con otros espectadores y su exhibición en otras ciudades.
La fértil imaginación de Renato Arza le ha permitido establecerse dentro de los jóvenes fotógrafos más importante de la urbe, marcando una pauta artística mediante la idealización y buena elaboración de cada una de las instantáneas. Los detalles están pensados; cada imagen es una historia diferente. Las fotografías develan las jornadas largas de análisis y rectificación para su perfecta exposición.
Y cuando parece que todo estaba por terminar, desde las puertas de la galería de la UNEAC se escuchan voces. Son gritos que indican no pisar la delgada línea invisible. Los espectadores entre sonrisas, asombros, ansiedad; otros, soberbios, burlones, casi agresivos… pocos pudieron introducirse en el interior del lugar. El resto aún sigue esperando la próxima oportunidad.
Absurdo Existencialista es la última propuesta inaugurada por el proyecto Babel del joven Reydi Zamora Rodríguez, natural de Camagüey, residente en Santiago de Cuba.
Como ente social, el creador se cuestiona ciertos sucesos que se van originando y que no tienen ninguna coherencia. Además, discute con su interlocutor interno actitudes que inciden en el desarrollo y hasta en la buena convivencia entre sus semejantes. Por estas razones, la muestra es más que una preocupación hecho arte.
Absurdo… nace desde una experiencia vivida por el artista al romper en su descuido un libro de anatomía humana. A partir de ahí, lo que podemos apreciar son obras bidimensionales que forman una serie de dibujos, al estilo Goya en su serie de grabado con hombres mutilados y el carnavalismo, aspectos que van a tipificar las escenas, que en ocasiones sufren de barroquismo. Pintados sobre papeles rasgados, Zamora parte desde sus conocimientos sobre la historia del arte para emplear referentes universales, ejemplo, el David de Miguel Ángel, descontextualizando cualquier significado primario de los mismos, incluyendo escenas religiosas como El juicio final.
Sin embargo, no se complace con exponer estas series de dibujos, para exaltar las cuestiones analizadas decide recurrir a algunas tendencias del arte contemporáneo como happening y performance. Al dialogar sobre la naturaleza humana utiliza actores para crear el ambiente dentro de la sala. Esto ha resultado un verdadero acierto en la propuesta curatorial.
Para esta apertura se emplearon dos acciones. El primero titulado Obra en proceso, la finalidad del ser, es un happening que consiste en un grupo de cuatro personas debían de bloquear el acceso al interior de la galería. Dos jóvenes a gritos y gestos corporales en estado de esquizofrenia señalaban que no podían pisar una raya. La tercera obligaba a coger tierra de un recipiente, y la cuarta persona con mucha gentileza le indicaba dónde debía de poner la tierra recogida con anterioridad. Libre albedrío es la segunda acción era una muchacha sentada, donde tenía una mesa que se disponía una botella de vino y libros de diversas ciencias. Su trabajo estaba en rasgar las hojas y luego comérselas, acompañado de un trago de vino. Lo interesante se encuentra en que los espectadores queriendo tomar vino, comieron papel.
Ahora te preguntas, ¿qué sentido tiene todo esto? En realidad, esto no es un desatino. Las personas tenían la opción de elegir si querían entrar y pasar por esta experiencia que trae consigo la obligación de hacer cosas que no tienen ningún tipo de lógica, por el mero hecho de ver lo que acontecía en el interior, y continuar la visita; o simplemente quedarse afuera y retirarse.
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No pises la línea, sigue la flecha
Lo impresionante ha sido la reacción del público, siendo pocas las personas que pudieron adentrarse. En algunas ocasiones, el público retaba a los actores, se imponían a sus exigencias, pero nunca escaparon de su destino final. Es aquí donde se puede observar cómo el ser humano es capaz tomar decisiones sin analizar, los riesgos, oportunidades y consecuencias que puede traer consigo una acción determinada. A esto se refiere Zamora a que debemos de ser prudentes y sensatos frente a la toma de decisiones que pueda afectarnos física y espiritualmente.
Absurdo… ya ha transitado por varias presentaciones, en Santiago de Cuba, el Salón Fideo Ponce de León, obteniendo el Premio al Mejor Proyecto Curatorial en 2023 en Camagüey; llegando a Guantánamo, y ahora estará una temporada por Holguín, como secuela de las Romerías de Mayo. Cada puesta en escena ha sido diferente y retadora porque la exposición nunca es igual, siempre está en constante transformación, y eso la hace más atractiva.
Por supuesto, estas no fueron las únicas propuestas inauguradas para el público en general, Babel ha dejado buenas impresiones en cuanto a la selección de artistas y las exposiciones. En este caso, Santiago de Cuba tuvo una representación notable con artistas de varias generaciones y con excelentes atractivos artísticos.
Considero que esta iniciativa dentro de las Romerías se ha convertido en el punto de conexión de lo último que está aconteciendo en el arte joven en Cuba en cuanto a artes visuales, brindándoles la oportunidad de crecerse profesionalmente, a cada uno de las personas que lo integran y que participan, desde el espectador hasta los especialistas y artistas. Es la fuente de retroalimentación artística que tiene más fuerza en todo el Oriente de Cuba y se puede expresar de mayor impacto en el país.
Ideas aleatorias que no muestran cómo salvar a un muerto
Cada lugar evoluciona dependiendo de muchos factores contextuales, pero esto, es un axioma.
Lo contemporáneo designa una gran heterogeneidad de conceptos que siempre son caducos con respecto a lo actual. En el arte, la heterogeneidad de manifestaciones y tendencias están relacionadas –la mayoría– con las creaciones artísticas de la segunda mitad del siglo XX (performance, happening, body art, arte conceptual, video arte, instalación, etc.). Y cabe la pregunta, ¿de qué hablamos hoy en día cuando afirmamos que en Cuba hay arte contemporáneo?
Para que la sociedad evolucione hacia algún patrón que ya se encuentra instaurado en otra sociedad, tiene que haber valores compartidos entre los sujetos elitistas que determinen un canon a seguir por los demás, o tiene que existir un cambio de paradigma. La sociedad evoluciona dando pequeños pasos secuenciales hacia la complejidad, pero, hasta que el paradigma no se legitime como canon, no se establece una base sólida a seguir, por lo que solo hay golondrinas aisladas, y no aflora el verano.
Santiago de Cuba se ha quedado varado en el tiempo; es un barco encallado que solo enseña la proa flotante de pinturas y esculturas que rozan lo académico y tradicional en el arte. La pintura de este navío corroída por el tiempo y el salitre solo muestra que lo contemporáneo es lo pintoresco realizado por los artistas consagrados y los que se suponen que deberían ser “los conservadores” son el timón de lo más novedoso del acontecer artístico. Esta afirmación no quiere decir –por más que se adorne– que sus trabajos en mayoría estén a tono con las tendencias del arte a nivel mundial. Pero claro, cada país es una isla, cada persona es una isla y cada isla evoluciona según sus condiciones objetivas y subjetivas.
La disyuntiva del arte contemporáneo en Santiago, e intentar insertar el circuito artístico de la ciudad en lo más actual del arte requiere de múltiples factores.
No solo el artista es la figura que determina el cambio hacia la contemporaneidad. Los espacios legitimadores son de gran importancia, en este caso si Duchamp decidiera presentar un urinario, y la galería no se lo permitiera, nadie conociera a uno de los padres del arte contemporáneo. El cambio de paradigma debe incluir a las instituciones legitimadoras del arte y a sus representantes, que son «los protagonistas del mercado del arte» y deberían apostar por un equilibrio entre lo contemporáneo y lo tradicional.
Si de incentivo se trata, no podemos culpar a la pobre academia de artes visuales Joaquín Tejada[1], que nadie sabe por qué apuestan sus planes de clase, cuando de sus egresados no se oye hablar en el contexto santiaguero. Donde la cuna de las artes plásticas carga el feto del silencio, es una escuela que no suena dentro del marco cultural. Ya la justificación que se da a todo es que lo mejor se está yendo del país porque saben que su futuro está en otra isla y que ya no son dueños de la suya. Pero, y los que quedan, que se supone que no se fueron a fregar platos y que hacen arte, ¿dónde están? Dejo esta pregunta abierta para cuestionar solo eso: dónde está la motivación a ser parte de la burbuja del arte.
Cabe la pregunta por los artistas que ya tienen un legado, ¿quiénes serán nuestro relevo? Y la respuesta muy obvia sale a la luz como el grito agónico del silbato de tren antes de partir; parece no existir un relevo.
Afirmamos que hay un ínfimo relevo que intenta no ahogarse al saltar al mar del arte y encontrar que las instituciones entorpecen con políticas que deberían ser una realidad. Y cabe ver que no somos artistas, somos ajedrecistas que tenemos muchos amigos y aliados que nos ayudan a posicionar nuestra obra. Porque en este mundo de posverdad, no solo ser bueno te sirve para posicionarte, a veces –o por generalidad– te hace falta “sacrificar” más de ocho peones para lograr posicionar el objeto artístico.
Esto no significa que no existan personas que no desgarren su piel por intentar salvar el arte de los jóvenes y que para ello no “embarran de su sangre” a quien los rodea. Porque su punto no es solo complacer su idea filántropa de que la juventud puede hacer mejor arte, sino también “embarrar” a otros espíritus errantes de esa “sangre” cargada de la otredad para poder rescatar lo que está casi muerto.
En cuanto a los salones, contamos por suerte con dos[2] que intentan incluir las pocas golondrinas que se encuentran a grito desde el invierno pidiendo el verano de la contemporaneidad. Pero… es cuestionable cuando del incentivo económico se trata, donde cabe la pregunta: ¿Cuál es la suma que te incentiva a ser parte en correspondencia con lo que te cuesta la inversión de una obra de arte o de una exposición? Pero no solo es una cuestión de economía. ¿Cuál es el incentivo de un artista a ser parte de lo que llaman –las políticas culturales de las instituciones en Santiago– “contemporáneo” cuando se mira desde el ojo de una aguja por el conservadurismo?
Solo somos una ciudad que en el marco artístico navega a lo que quisiera ser, pero se ahoga en el intento, al luchar constantemente contra burocracias.
Apostemos por estos salones que dentro sus concepciones tratan de “romper” los paradigmas tradicionales del arte santiaguero, y a través de la palabra “contemporáneo” nuclear a los artistas más inquietos del acontecer artístico. Pero debemos saber que los muertos no reviven, que hace falta no solo un cambio de paradigma para crear una vida nueva llamada “arte contemporáneo”. Porque de paradigmas no solo se hacen en el arte, también se hace de la cotidianidad que experimenta el sujeto como parte de sus experiencias. Y hasta que no se permita hablar de la cotidianidad tanto interior como exterior con una visión crítica y haya que pintar todo con el color de lo “correcto”, el arte seguirá siendo eso, un barco hundido con esmalte caído que intenta salir a flote.
Este texto no constituye una visión de cómo salvar el arte en Santiago de Cuba. Ni intenta aunar todos los males que este tiene, porque mil palabras no alcanzan parta pintar una casa, y porque las palabras, no pintan. Solo es la salpicadura de ideas que hablan sobre un muerto, “lo contemporáneo”, o peor, sobre un no nacido, porque para morir, primero hay que ser. Este texto es solo eso: un texto que cada sujeto es libre de interpretar y decidir si se queda con el cielo con la nube. El fin siempre es y será apostar por una renovación artística.
Notas:
[1] Academia de las Artes Plásticas de la provincia de Santiago de Cuba
[2] La provincia de Santiago de Cuba cuenta con dos salones de arte contemporáneo el Salón de Artes Visuales Experimentación (SAVE) desarrollado por el Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño y el Salón de Arte Contemporáneo René Valdés Cedeño realizado por la Fundación Caguayo.
«Mujer y una ciudad de arena», no a la violencia desde la plástica
La expo Mujer y una ciudad de arena, que exhibe la filial tunera de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), es un grito desde la plástica por la No Violencia hacia la mujer, desde la mirada de varias creadoras del territorio.
Yamila Coma, Gitzy López, Liset Gutiérrez, Saimy K. Torres, Niurka Casanova y otras artistas visuales, a través de expresiones como la pintura y la fotografía, comparten con los espectadores obras que hablan, desde sus cosmovisiones, sobre la violencia doméstica, física, económica, psicológica… En algunos casos, símbolos como una navaja, una jaula o un billete se utilizan para complementar mensajes. En otros, se habla desde el color y las formas.
Liset Gutiérrez, con varias piezas relacionadas con el universo femenino, comentó a 26: «En mis series abordo la maternidad, la gestación y otros tópicos. Por medio de la fotografía artística expongo determinados procesos o problemáticas. Trato de no usar la totalidad del cuerpo humano para hacer referencia a las féminas, sino determinados recursos que den una visión general de la protagonista y lo que quiero transmitir, partiendo -por ejemplo- de solo una parte de la anatomía. En general, no solo me refiero a la mujer cuando es violentada, sino también cuando se empodera y busca nuevos caminos».
Por su parte, Saimy K. Torres expresó: «Las obras que aquí muestro forman parte de mi expo Binum acies, que en latín significa ‘filo doble’. Quise reflejar la concepción errónea de mirar a la mujer como un objeto, como alguien que espera que el hombre decida algo».
Ella considera que, «aunque hay mucha gente tratando de comunicar estas problemáticas, aún nos falta lograr mucho a nivel institucional y de pensamiento. Qué bonito sería, por ejemplo, que también los varones vislumbraran el asunto, que se sumaran a esta batalla por la igualdad, no por la supremacía de algún sexo o género».
Niurka Casanova, otra de las autoras, destacó: «Mis dibujos, en la técnica de la plumilla, aluden a la libertad de expresión con relación a la figura femenina. También recreo el tema de la flora y rejuego con las líneas para que no queden solo atrapadas en el concepto, sino que comuniquen desde un tratamiento más surrealista. Aunque existen varias personas que se acercan a estas temáticas, aún -a nivel social- debemos superar muchos tabúes y estereotipos».
Varios son los desafíos que tenemos para lograr cada día una mayor equidad social. El arte, con la belleza y poder inherentes, es una excelente plataforma para conminar a la reflexión, el autoexamen y la proliferación de buenas prácticas en torno a la perspectiva de género.
Artes visuales tuneras: ¿Cerrando ciclos?
En los últimos meses del ya pasado 2023 las artes visuales tuneras estuvieron en el centro de las noticias culturales: exposiciones, salones, reapertura de galerías, proyectos colectivos que empiezan a materializarse y hasta críticas en las redes sociales. Muchas miradas apuntaron hacia allí, miradas que por tiempo se tornaban esquivas. Un repaso por esas muestras, gran parte de ellas todavía abiertas al público, permiten visualizar un camino, que no exento de tropiezos, parece al fin encontrarse.
El mes de octubre traía la esperada reapertura de la galería Fayad Jamís del Fondo Cubano de Bienes Culturales, luego de dos años de cerrada al público; para ello se reservó una expo que suscitó varios análisis y opiniones de artistas y especialistas. Aquí Estamos fue el nombre elegido, como para reafirmar que los artistas tuneros están haciendo arte en medio de un panorama galerístico que se vislumbraba desalentador. Unos días antes el Salón UNEAC, quizás sin saberlo, nos daba una pequeña muestra de lo que sería.
Más de una veintena de artistas de diferentes generaciones se reunieron en la citada galería. Conceptos vanguardistas afianzados en el paisaje artístico tunero, desde Jesús Vega Faura, Yamila Coma, Alexis Roselló o Rogelio Ricard,o acompañados de una generación pujante que revierte códigos y hace de la posmodernidad su bandera. Luis Antonio González, Liset Gutiérrez o Jarol Rodríguez demuestran el talento y empuje de los más jóvenes que apuestan por la experimentación sin abandonar las técnicas tradicionales. Diversidad de estilos y lenguajes en grabados, esculturas y fotografías coexisten en la Fayad Jamís. Sinergia que se siente a ratos forzada y en la que se respira cierto ahogo por la cantidad de obras en un espacio que les quedó pequeño. Solo gracias a la curaduría y disposición oportuna de tantas piezas se logró atraer y dialogar con los visitantes, que felizmente no han sido pocos. Y ese es otro de los méritos de la exposición, la capacidad de convocatoria y promoción que tuvo al incentivar a los críticos a emitir análisis en torno a la muestra.
Noviembre nos sorprendía con la grata noticia de que se retomaría el Salón de Pequeño Formato José Antonio Díaz Peláez, en el Centro de Desarrollo para las Artes Visuales. Tras varios años de ausencia llegó nuevamente para revitalizar esta manifestación en una provincia en la que, más allá de un epíteto, el arte escultórico echó raíces.
Mucho se extraña la escultura en la mayoría de las exposiciones y amén de conceptos reiterativos e inacabados, el Salón demostró que al convocar y motivar a los artistas, unido al aprovechamiento de recursos no convencionales, se pueden lograr trabajos dignos y provocadores. Paralelo se realizaron otras iniciativas como conversatorios y espacios teóricos que, sin tener el alcance de antaño, dio indicios de un interés por reanudar las inolvidables Bienales de Escultura.
Por su parte la expo colectiva Año Cero sorprendió con su lenguaje provocativo, arrollador. Las instalaciones artísticas, propias del arte contemporáneo conceptual, proponen la intervención de espacios mediante la utilización de diversos materiales, medios físicos visuales o sonoros. Sin dudas el espectador tunero estaba ávido de disfrutar este tipo de propuestas.
En la galería del Consejo de las Artes Plásticas encontramos siete artistas, siete voces, a veces gritos que invitan al diálogo más que a la contemplación. Llega como parte del proyecto Zona Creativa, que bajo la guía del artista Leonardo Fuentes Caballín pretende incentivar la creación al apostar por espacios y recursos alternativos.
Por último se nos presenta Selfie como ese espejo donde nos autodescubrimos y revelamos nuestra esencia. Veintisiete autorretratos de varios creadores que desde sus particulares estilos dibujaron más que al artista al ser humano que son. Pinturas, fotografías y dibujos componen la exhibición tan atrevida como sugerente y que dio espacio a varias voces que llevaban tiempo fuera de las galerías, en la que se recogen nombres como Yamila Coma, Alexander Lecusay, Damayanty Mena, Gustavo Polanco.
Aunque cada obra posee el encanto de atrapar el gesto del artista desde su propia mirada e introspección, vale resaltar el trabajo de dos mujeres cuyos lenguajes van ganando fuerza en el circuito galerístico. Daimí Silva con la belleza y pureza de sus trazos nos revela la mujer-artista desde una visión hedónica en la que se sabe libre y talentosa, gustosa de su condición. Y Liset Gutiérrez, quien prefiere desdibujar el rostro, presentarlo como un todo en el que cada mujer puede pintarse y encontrarse a sí misma. Su obra se alza como denuncia por tantas veces que a las mujeres les ha tocado esconderse, callar. Todavía está a tiempo de visitar esta exposición en la sede de la Fundación Nicolás Guillén y disfrutar de una muestra original y convincente.
Me gustaría pensar que más que cerrar, los últimos meses del año abrieron ciclos creativos, de dinamización, en los que finalmente los artistas y públicos se encontraron, se generaron debates profundos y analíticos sobre los procesos creativos, donde las instituciones cumplieron su objeto social y convocaron a sus artistas, convirtiéndose las galerías en ese espacio vital que necesita hace mucho el arte tunero.
Artes visuales: Entre ciertas manzanas de discordia
En ese complejo laberinto de significados, cosmovisiones, estilos y técnicas que distinguen a las artes visuales y que, a su vez, reflejan en gran medida elementos de la realidad, opinar puede volverse terreno escabroso si los receptores no entienden que la crítica, siempre que sea bien intencionada y se realice desde la ética y los argumentos, puede aportar cambios transformadores para una persona, gremio, institución o sociedad en general.
Como manifestaciones que se expresan a través de imágenes que percibimos, siempre entrará en juego la subjetividad. Pero, partiendo del respeto que debe sentirse por los artistas, capaces de hacer algo que nosotros no, hablemos de algunos derroteros por tener en cuenta para que el resultado sea mejor.
Desde hace meses he apreciado un renacer de la opinión especializada en torno a las artes plásticas en esta ciudad. Eso ha traído consigo una inyección en la creación y, como expresó la crítica de arte Iris Cruz en la peña La Última Palabra (de la Asociación Hermanos Saíz, AHS), “los artistas se preocupan más por presentar una obra mejor elaborada. Eso lo hemos visto en las últimas exposiciones”.
Sin embargo, no basta con que una pieza sea digna cualitativamente hablando, también son importantes los parámetros para su presentación y socialización. ¿Cuántas veces hemos observado propuestas meritorias en áreas poco favorecidas desde su ubicación e iluminación? Eso atenta contra los productos artísticos, pues pudieran pasar inadvertidos (y lo hacen), y -como es sabido- es el espectador quien -a través de su interpretación- culmina el proceso.
Es cierto que Las Tunas no posee suficientes galerías con condiciones técnicas necesarias, dígase espacio apropiado, buena iluminación, elementos de marquetería… La más completa es la “Fayad Jamís”, en la calle Francisco Varona, número 194, esquina Ángel Guardia, reabierta en octubre pasado, luego de dos años cerrada por restauración. Pero otras, como la galería taller de escultura Rita Longa, única de su tipo en Cuba, que atesora una colección en pequeño formato de prestigiosos artistas cubanos, no dispone de luces, el local destinado a las exposiciones es reducido y ya amerita de mejoras constructivas que permitan al público disfrutar de más de un centenar de piezas de alto valor.
Exposiciones exhibidas actualmente en instituciones como el Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), la AHS, la Casa de la Décima, el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales y la Fundación Nicolás Guillén demuestran que la creación aquí sigue viva, solo hay que motivarla más y mejor desde el apoyo, la promoción, la sumatoria de talentos y otras cuestiones, que competen en gran medida a instituciones y autoridades culturales.
Debería repensarse lo provechoso que sería rescatar ciertos concursos que estimulaban a la creación artística y devenían garantes de calidad y sana competencia. Además, porque estaban respaldados por un premio en metálico. Esto caracterizaba, por ejemplo, al Salón Uneac, pero -luego- se perdió.
Hablamos de una provincia con tradición en el cultivo de las artes visuales, cuna de grandes maestros de la manifestación, donde existió un movimiento que nos permitió ostentar el epíteto de Capital de la Escultura Cubana; donde tristemente perdimos una Academia Profesional de Artes Plásticas, más una larga lista de razones dignas de valorarse.
Por eso, y por respeto al público, debemos cuidar cada parte del proceso entre el nacimiento de una obra y su visualización. Salvo que haya una intencionalidad o se trate de una cita itinerante, no debería exhibirse en una institución algún cuadro o escultura recientemente compartida en otra entidad. Es imprescindible la limpieza en las curadurías, para que la presentación final de los productos artísticos se realice sobre la base del equilibrio y la calidad.
Me refiero a cuidar que las creaciones no se apilen unas con otras, que haya variedad sin perder el leitmotiv del conjunto, que sean ubicadas en sitios idóneos para su visualización…, o sea, pensar el montaje.
Un modelo bien logrado, desde su concepción hasta su presentación, es Aquí estamos, que acoge la galería Fayad Jamís. Allí se tuvo en cuenta el necesario intercambio previo con los creadores, el impecable diseño del cartel, la correcta ubicación de las piezas, la variedad en nombres y estilos, la simbiosis entre experiencia y juventud, además de todos los parámetros que garantizaron una agradable velada durante la inauguración.
Los autores, buscando alternativas ante la escasez de materiales, insuficientes mecanismos de comercialización y otros escollos, muestran una efervescencia que debemos alentar, pero no mecánicamente, sino desde el sentimiento real y las alianzas. Ese es el camino. Así lo demuestran las últimas exposiciones, pero también la calidad de varias obras y la reaparición de expresiones como la instalación, un tanto desaparecida aquí en los últimos tiempos. Como dijo el cineasta francés Robert Bresson: “No hay arte sin transformación”.
Entre la cuna, la cura y el sepulcro, un aquelarre
La exposición colectiva Cuna, cura y sepulcro, de la comunidad de ilustradores cubanas El Aquelarre, abierta al público en la Sala Pequeña del Centro Provincial de Arte de Holguín, como parte de la XXIX edición de la Fiesta de la Cultura Iberoamericana, reúne piezas de 30 artistas que se han propuesto ofrecer su mirada sobre la dupla mujer-naturaleza.
Sus creaciones exponen la visión de lo natural como potencia femenina creadora. “Las ilustradoras muestran en sus obras el trabajo con la dualidad: cómo la vida y la muerte son un ente indisoluble; cómo el peligro puede ser parte de la belleza y cómo la naturaleza, concebida como fuerza creadora, contiene a ambos para convertirse en un todo regente del universo”, comenta Lorena Susel Velázquez Fraga en las palabras del catálogo de la muestra.
El título de la novena exposición del proyecto, propuesto por la artista Elís Milián, se basa en lo siguiente: “La tierra da la vida y a la vez la reclama a la hora de la muerte, tiene todo lo que se necesita para sobrevivir y sanar, pero a la vez puede ser oscura y llena de peligros”.
En Cuna… confluyen estilos y se aprecia la diversidad de texturas y paletas de colores, así como de maneras de aproximarse a la dupla mujer-naturaleza (desde lo fantasioso a lo mágico-mítico, con la figura femenina como centro del relato). “Esto posibilita al espectador no solo acercarse al mensaje de cada obra, sino también al mundo interior de cada una de las ilustradoras; donde cada una asume el rol de la madre Naturaleza y se da rienda suelta a sí misma para dar a luz a una creación evocadora que alcanzará su mayor esplendor cuando se posen en ellas los ojos de quien se acerque a observarla”, subraya Lorena.
Nombremos a las artistas integrantes de El Aquelarre, cuyas obras pueden ser apreciadas en la exposición, con curaduría de Roxana La O Sánchez y dirección de Yuricel Moreno: Aleida Pentón, Alessandra Nápoles, Amanda Prieto, Ana Isabel García, Ana Roxana Díaz, Angélica María Slovasevich, Annaliét Escalona, Bertha Andrianis Pérez, Chabeli Farro, Chelsy Escalona, Claudia Moya, Elena Estévez, Elizabeth Fajardo, Elís Milián, Gabriela Chang, Graciela Romero, Irina Gil, Kenia Herrera, Keyla Y. Casas, Lauren Olivera, Leonor García, Linette Cuza, Lorena Velázquez, Marian Domínguez, Mei Lai Contreras, Melissa Benítez, Patricia Rigali, Melissa López, Yanet Prieto y Yulia Rodríguez.
Este proyecto tuvo su génesis en septiembre del 2020, cuando Karla Ruiz se unió a doce ilustradoras para llevar a cabo un reto de dibujo conocido como telephone challenge. Tardaron cinco meses en completarlo y una vez logrado, decidieron mantener el contacto creando un grupo de WhatsApp, para propiciar que, además, se unieran más artistas. Su nombre está vinculado a la estética asociada a un aquelarre: el mito, la brujería, la existencia de una hermandad exclusiva entre mujeres motiva sus búsquedas. Estas ilustradoras comenzaron a “intercambiar por chat sobre nuestro trabajo, nuestra vida diaria y de lo que significa ser una mujer de este ámbito en Cuba. Con la llegada de más integrantes al grupo, surgió esta iniciativa, que siento que es un paso total hacia un futuro donde la mujer cubana hace suyos los canales de expresión”, asegura Ana Roxana Díaz Olano.
El Aquelarre tiene cerca de cien miembros en todo el país. “Cada muchacha posee su sello particular tanto en temática como en estilo. Algunas de las que iniciaron el proyecto ya no están dentro, pero el espíritu de intercambio y camaradería permanece, envolviendo a cada recién llegada con un aroma característico de poción en caldero”, añade Lorena Susel.
Los 80 de Lauro
Lauro Hechavarría es uno de los artistas visuales más reconocidos en Holguín. Pintor, escultor y pedagogo de larga trayectoria, pertenece a una generación –la misma de creadores como Cosme Proenza, Jorge Hidalgo y Armando Gómez en el plano holguinero; y de compañeros de estudios como Tomás Sánchez, Roberto Fabelo, Zaida del Río y Alberto Lescay– que llevó la carrera artística a la par de los procesos de transformación social del país.
“Sinceramente yo nunca sentí la tensión entre tres polos, porque al Lauro creador y profesor siempre lo acompañó el activista político. Sucedió con naturalidad. Mientras estudiaba en La Habana nos dijeron que teníamos un compromiso con la enseñanza artística por dos años y ya voy por 51”, aseguró en una entrevista a Claudia Patricia Hernández en el periódico ¡ahora!
Esas más de cinco décadas dedicadas a la docencia –en las que impartió Escultura, Dibujo Anatómico y Técnicas de representación, entre otras disciplinas, en la Academia Profesional de Artes Plásticas El Alba, de Holguín– fueron homenajeadas en la exposición colectiva 80 lauros, abierta al público en la sala Electa Arenal del Centro Provincial de Arte, a propósito de la celebración de las ocho décadas de vida, el pasado 8 de julio, del multifacético artista y profesor.
Confluye en el mismo espacio galérico la obra de artistas de diferentes generaciones y búsquedas expresivas, desde contemporáneos suyos como Hidalgo y Rolando Salvador Pavón, hasta alumnos y creadores en cuyo trabajo, de una forma u otra, ha influido Lauro, como Eduardo Leyva Cabrera, Luis Ramón Silva, Argelio J. Cobiella Rodríguez, Roger García, Onelio Escalona, Dagoberto Driggs Dumois, Ronald Guillén Campos, César Sánchez, Daikel Hechavarría Reynaldo (su hijo) y Yeniset Hernández. No hay una intensión ex profeso de que las piezas semejen o remeden al maestro, pues las influencias, más allá de técnicas, expresiones y corrientes, en la mayoría de los mejores casos suelen ser como ese rasguño, a veces imperceptibles, en la piedra, que permanece aunque no se note en la superficie.
Escultor por excelencia, Lauro cree que esta debe enfocarse en la forma, el volumen y el espacio. “Me gusta que cada pieza guarde un significado y para ello nada mejor que la Historia. Debo confesar que se trata de una relación espontánea que parte de mi convicción patriótica”.
El pasado año realizó una placa, que se colocó en la Casa del Joven Creador de la AHS en Holguín, a propósito del aniversario 35 de la organización en la provincia. Esta es una pieza escultórica muy significativa, contó, pues en “ella partí de un hecho básico: Sergio y Luis Saíz Montes de Oca eran hermanos de sangre y de pensamiento y dieron su vida a la patria; que mejor fondo para sus rostros que las listas de la bandera y en la base de las estrellas un fragmento de su testamento político. Cinco piezas que se ensamblan con tornillos cuya técnica predominante es el cemento directo”. Aunque cada material tiene un lenguaje propio, trabajó con el cemento, pues es “en estos tiempos la técnica más sencilla y rápida a la que apelamos”.
Piezas suyas también están presentes en 80 lauros, desde caricaturas donde explora la sátira política y diferentes problemáticas sociales, hasta, en similar línea, una selección de carteles creados para conmemorar diferentes fechas, sobre todo las celebraciones del 1ro de mayo. “Citadinas” (acrílico/playwood) y “El baño” (esmalte sintético/lienzo) se incluyen en la muestra con curaduría de Bertha Beltrán Ordóñez y dirección general de Yuricel Moreno Zaldívar.
Miembro de la Uneac, obras suyas están emplazadas en espacios públicos, como los monumentos a Simón Bolívar, Bernardo O´Higgins y Augusto César Sandino, en la Avenida de los Libertadores, y a Jesús Menéndez, en el Bosque de los Héroes, en Holguín. Sobre su trabajo escultórico y la necesidad de potenciar la expresión en la provincia, comentó: “Iniciamos con fuerza, hicimos el Bosque de los Héroes, la Plaza Calixto García, los monumentos a Lucía y a Jesús Menéndez, pero ahí nos quedamos. El próximo proyecto era el homenaje a los 14 generales holguineros que nunca se hizo y corremos el riesgo de perder también el de la Reconcentración de Weyler conformado por siete esculturas monumentales y ya preocupa que de los siete creadores involucrados quedamos cinco. Un proyecto en tercera dimensión y de gran elegancia que debe realizarse, sobre todo, por la historia de la ciudad”. Este interés por la historia nacional, con sus grandes figuras y también con sus héroes cotidianos, recorre la obra de un artista que celebra, entre colegas y alumnos, sus 80 lauros.
Premian a jóvenes artistas en el 30 Salón Provincial de Holguín
La entrega del Premio del XXX Salón Provincial al joven artista visual Cristhian Escalona Herrera y el colateral de la AHS a Roger David Remón Fuentes marcó las jornadas de este certamen que se realizó del 13 al 17 de septiembre con un amplio programa y la finalidad de visibilizar propuestas estéticas e intereses artísticos diversos, propiciando, asimismo, espacios para la promoción, difusión y estímulo a la creación artística.
El grabado “Condición”, de la serie “Paralelismos”, fue la pieza que le hizo merecedor de tan importante reconocimiento. Al respecto comentó Cristhian: “Mi obra es fruto de elementos conceptuales, más contemporáneos. Esta pieza, xilografía sobre lienzo, fue creada a partir de la escena de una película, para exponer en el Festival Internacional de Cine de Gibara. Para un artista joven es fundamental la promoción y llegar a las personas”.
Auspiciado por el Centro Provincial de Artes Plásticas (CPAP) de Holguín, el Salón Provincial rememoró los 30 años de permanencia en el contexto cultural holguinero, mostrando, a su vez, los retos y perspectivas del evento en el ámbito artístico-visual contemporáneo no solo local. Para el desarrollo de este evento se desplegó una campaña de promoción sustentado en un diseño visual atractivo, con imagen del artista y diseñador Javier Erid Díaz Zaldívar y spot audiovisual del joven realizador Gerardo Perdomo.
Entre las propuestas de estas jornadas sobresale la muestra en concurso con el título “Calendario 30. ¿Te acuerdas de…?” que incluyó, también, un hecho instalativo a partir de la utilización de artículos de uso cotidiano enmarcados en la década de los 80, como leitmotiv para la contextualización en la etapa fundacional del certamen y apelando a la memoria nostálgica y afectiva que subsiste en el imaginario popular de muchos cubanos.
Bajo estas premisas, se incluyeron en el programa, además de esta gran muestra en concurso, tres exposiciones colaterales: Del espanto a la ternura, de Welis Peña, Muda desesperación, de Anibal de la Torre, y Piensa fuera del marco, de Julio César Cisneros. Y se realizaron espacios teóricos en la sede del CPAP y en la Academia El Alba, con presentaciones de libros, paneles, conversatorios y conferencias, a cargo de especialistas y artistas del panorama artístico-visual contemporáneo cubano; además actividades de extensión en municipios, centros de enseñanza, comunidades y espacios públicos.
Como parte de estos encuentros teóricos sesionó el panel “Contexto cultural holguinero en la década de los 80”, con Isabel García Granados, Jorge Hidalgo y José Rojas Bez; los conversatorios “Gestión comercial de las artes visuales cubanas en la contemporaneidad”, con Abram Bravo Guerra, artista visual y vicepresidente de la Fundación Caguayo, en Santiago de Cuba; y “Relevancia de los Salones Provinciales como medio de visibilidad e inserción artística regional para artistas emergentes”, con Ronald Guillén, Magalys Reyes, Leticia Leyva, Dayamí Pupo, Gretell Arrete y Alejandro Lescay. Se presentó, además, Memoria de los 80. Una década cultural, libro publicado por Ediciones Holguín que recopila testimonios sobre ese fructífero período cultural. Asimismo la entrega de la Distinción Electa Arenal al artista naif mayaricero Julio Breff y al holguinero Roy González, fue otro de los momentos importantes del Salón.
Surgido en 1984, el Salón Provincial de Artes Visuales de Holguín se reafirma, con frecuencia bienal desde 2009, como uno de los principales espacios de las artes visuales en este territorio, por la tradición que enarbolan sus 30 ediciones y ser escenario legitimador donde confluyen reconocidos artistas con noveles creadores. Junto al Salón de la Ciudad, cada enero, constituye un enclave necesario para pensar cómo se desarrollan los caminos que recorre y hacia qué sitios enfoca su mirada el arte en la provincia.