Arte de Vanguardia
Entrega la AHS sus Becas y Premios 2020 (+Fotos y tuits)
Como cada diciembre desde hace 25 años, fueron otorgadas este sábado las Becas y Premios que convoca la Asociación Hermanos Saíz para reconocer a los más destacados exponentes del arte joven cubano hasta 35 años de edad en diversas manifestaciones del arte. Su sede nacional del Pabellón Cuba, que contó con la presencia de los jóvenes intelectuales y artistas galardonados y de los miembros de los jurados que prestigiaron esta entrega, preparó esta vez un espectáculo novedoso, ambientado escenográficamente a partir del programa Una vez al año, transmitido recientemente por la televisión cubana como antesala promocional del sistema de Becas y Premios.
Un jurado presidido por el compositor y Premio Maestro de Juventudes, Juan Piñera; e integrado además por el joven director de orquesta José Antonio Méndez y por la musicóloga Mayte Ríos, entregó la Beca de Creación Musical “Conmutaciones” a Iván Fernández Real por el proyecto Música en escena. El jurado integrado por el joven compositor Jorge Aragón, la cantante Geidy Chapman y el productor musical José Manuel García, otorgó la Beca de Interpretación “Elena Burke” a Paloma Henríquez Pino Santos y Carlos Ernesto, integrantes del dúo N9eve. Por su parte, el jurado de la Beca de Creación “Ignacio Villa”, compuesto esta vez por el Premio Nacional de Música y Maestro de Juventudes Joaquín Betancourt, el compositor y productor Ernesto Cisnero y la musicóloga Gretel Garlobo, otorgó el lauro al proyecto Canchánchara presentado por Oto Fernández Babastro, de Guantánamo. También, el jurado conformado por los instrumentistas William Roblejo, Michel Herrera y el productor musical José Manuel García, otorgó por primera vez la Beca de Interpretación Instrumental “Pucho López” al proyecto Havana Electring, presentado por María Carla Llera Soler.
Dentro de las Becas de Literatura, “La Noche”, que propicia la creación de obras para niños y jóvenes, integrada como jurado por los escritores Mildre Hernández, Nelsón Simón y José Manuel Espino; galardonó a Lioneski Buquet Rodríguez de Ciego de Ávila, por el proyecto de poesía infantil La brújula en el viento. La Beca “Frónesis” de novela, valorada esta vez por los narradores Marilyn Bobes, Alberto Guerra y Julio Llanes, se otorgó al proyecto de novela Ghosting. Una historia de fantasmas, de Ezzo Hernández Hernández. El jurado de la Beca de Pensamiento “Ernesto Che Guevara” —que estimula la creación de obras en los géneros ensayo e investigación y que recibió la cifra récord de 18 proyectos— integrado por Virgilio López Lemus, Ana Vera Estrada y Yaima Martínez Alemán, distinguió al proyecto Palabras al margen de las palabras. Marginalias en la biblioteca personal del Che, de Amalia Terrero Trinquete; y otorgó menciones a Caracterización de las representaciones sociales y la fijación de estereotipos en la fraseología cubana actual, de la villaclareña Roxana Peña Olmo, y a Mujer, prensa y revolución: La construcción de la mujer en la prensa revolucionaria: 1959-1961, de un colectivo de autores.
En las Becas de Artes Visuales, el jurado integrado por los críticos de arte Llilian Llanes, José Fernández y Niurka Fanego, otorgaron la Beca de creación “Antonia Eiriz” a Joaquín Cabrera Liza por su proyecto Euritmia; y la Beca de creación “Juan Francisco Elso” al proyecto En Drawerland, de Lisandra García López.
El Premio “Ramiro Guerra” de Danza, presidido por Lilliam Chacón e integrado, además, por María del Carmen Borroto, Noel Bonilla, Daysi Villalejo y Andrés D. Abreu; destacó con un Premio Especial a Leivan García Valle, bailarín del Conjunto Folclórico Nacional, por demostrar su liderazgo creativo como uno de los jóvenes más activos dentro del arte danzario cubano de estos momentos. En Interpretación en Danza Folclórica lo merecieron Dany Hernández Savón y Jane Yissell Aveille Reynoso. En Interpretación en Danza Contemporánea, lo recibieron Dayleidis Carrazana Gonzáles y Niosvel Osmar González Rubio, y resultaron mencionados Jean Marco Monclous y Jenifer Aput Guerra.
El jurado del Premio Llauradó, el más popular y esperado de la tarde, galardonó a los jóvenes más sobresalientes durante el año en las Artes Escénicas. Esta vez estuvo presidido por el crítico de cine y director de la Cinemateca de Cuba, Luciano Castillo, y conformado por la crítica e investigadora teatral Vivian Martínez Tabares, el dramaturgo Roberto Viñas, la crítico de televisión Francisca de Armas, y Yamina Gisbert del CNAE.
En Teatro para niños se premió por mejor actuación femenina a Lucelsy Fernández Oliva, de Teatro de Las Estaciones, por la obra Soñar con los ojos abiertos; y se otorgó mención a su compañera de escena Arlettis González Cazorla; y a Daily Morffi Quintero, Esther Valladares Fernández y Jessica Capote Cordero por la puesta en escena de la obra Un reino medio(ocre), del Grupo Teatro Guiñol Cañabrava de Cienfuegos.
En Teatro para adultos se premió, en actuación femenina, a Grisell de las Nieves Monzón Rodríguez, de Trébol Teatro, por su personaje en la obra Hembra, y se mencionó a sus compañeras de escena Claudia Álvarez Rosendo y Aydana Hernández Febles.
Asimismo, en actuación masculina se distinguió a Raudelis Torres Maceira de Teatro El Portazo, por su papel en la obra Todos los hombres son iguales. Recibieron mención su compañero de escena Adrián Bonilla Chia y David Reys de Teatro D´Dos, por su personaje en la obra Antígona.
En Televisión se premió en interpretación femenina, en igualdad de condiciones, a Keny Cobo, por su papel de sordomuda en la telenovela Entrega; y a Juraisy López Angulo por su personaje Ana Luisa en la serie Lucha contra bandidos. La otra guerra. En actuación masculina se premió, también en igualdad de condiciones, a Rolando Rodríguez Alfonso por su personaje Yeyo, de la serie Lucha contra bandidos. La otra guerra; y a Víctor Alfredo Cruz por la interpretación en el telefilme Pasos Firmes. También recibieron mención Omar González Rolando y Rodrigo Gil.
Finalmente, se decidió entregar este año el Premio Especial Llauradó a Ray Cruz, por su sólida carrera actoral y su probado talento para transitar de un medio a otro con eficacia, a pesar de su juventud, en un extenso y certero itinerario.
El jurado presidido por el director teatral Raúl Martín e integrado por los dramaturgos y directores Yerandy Fleites y Carlos Sarmiento, otorgó la Beca “Milanés” al proyecto de puesta en escena Psicosis, de Juan Edilberto Sosa, director de La Caja Negra de Santiago de Cuba.
La Beca de Guion Audiovisual “Chicuelo”, cuyo jurado estuvo integrado esta vez por el Premio Nacional de Cine Fernando Pérez y los realizadores Magda González Grau y Carlos Gómez; fue otorgada al proyecto de guion de largometraje La levedad de ella, de Rosa María Rodríguez Pupo; y al proyecto de guion de corto de ficción Sosiego, presentado por la directora espirituana María Fernanda Martínez.
Más de 120 proyectos se presentaron este año a concurso, a pesar de las condiciones impuestas por la pandemia del coronavirus, lo que demuestra el interés de los jóvenes artistas e intelectuales cubanos por acceder a un estímulo y promoción que los conecta eficientemente con el sistema institucional de la Cultura.
En la velada a la que asistieron, además del presidente nacional de la AHS, Rafael González, el ministro de Cultura Alpidio Alonso, y el primer secretario de la UJC, Diosvany Acosta; se reconoció el apoyo y acompañamiento durante todo este 2020 de la Televisión Cubana y se pudo disfrutar de una selección de ese arte de vanguardia representativo de la Asociación Hermanos Saíz con un merecido y cuidado espectáculo que hizo gala de derroche escenográfico, música y danza en vivo y una frescura cercana a la esencia del arte joven cubano.
Artistas laureados en ediciones anteriores, junto a otros de notable trayectoria durante este último año, conformaron una arriesgada y exitosa selección que puso destino final a todo un año de ardua y fructífera creación desde el confinamiento, cuyo tren del arte llegó a su estación central del Pabellón Cuba.
Capítulo #11: Juegos de afectos (Parte I)
- Aproximaciones a la obra de Yanoski Suárez
I
Un cuerpo sobre un escenario puede transformarse en instrumento crítico de la actividad humana. En ese acto conciliador con la existencia, que supone ser todo hecho artístico, el cuerpo adquiere la capacidad de sentirse vivo y de irradiar ese sentir al público. Aquello que Stanislavski imprimió bajo el nombre de organicidad, toma relevancia cuando el cuerpo (desde lo escénico) genera en el espectador: credibilidad absoluta ante la acción.
La danza, el teatro y el performance poseen caminos comunes en sus tratados conceptuales contemporáneos. Los binomios acción-público/ presencia-escena/ y organicidad-percepción, sostienen el discurso de cada trabajo. Tras el carácter efímero de las obras, el discurso sobrevive gracias a la relación con el espectador. Un convivio que obedece a la máxima de estar creíble frente al ojo que observa y siente.
En Santiago de Cuba, la danza y el teatro han tenido vías mutuas para la retroalimentación. Ambas expresiones institucionalizadas y protegidas desde la política cultural cubana, han alcanzado niveles artísticos memorables, los cuales hoy son referencia directa para los nuevos creadores. La sabia popular, el Caribe diverso y la inventiva e identidad del santiaguero, son líneas de investigación perceptibles que han matizado los grandes espectáculos de la urbe.
Se puede afirmar que tanto el teatro como la danza santiaguera han sido reflejo e imagen de la singularidad identitaria de la Cuba oriental. En ese contexto los creadores han pautado la relación con su público. Por más de 30 años, nuestra escena se ha comportado regularmente folclórica, relacionera y tradicional. Hoy zonas de crisis estéticas. Hoy zonas para la inverosímil práctica de representar a un individuo inexistente. ¿Zonas intransitables? ¿Zonas para repensar el lenguaje? ¿Zonas perdidas?
Por otro lado, el performance y las investigaciones estéticas que difieren con lo entendido como tradición, no gozan del mismo privilegio. Estas han sobrevivido desde la espontaneidad creativa, desde espacios no institucionales y desde una proyección underground dentro de la propia institución, una vez que se ha aceptado respaldar y reconocer su valía (en casos muy específicos).
La marginalización de estas propuestas responde a las carencias que yacen en las zonas protegidas de la creación artística actual. Sin embargo, dicha proyección hacia ese hacer, está sentenciada a variar. Los resortes comunicativos que rigen el mundo contemporáneo imponen la revitalización de nuestro sistema comunicativo desde el arte. La crisis del coronavirus ha dinamitado todos los espacios y amenaza con un nuevo orden comunicacional. Ni siquiera nuestros cuerpos volverán a expresarse igual ante sucesos cotidianos. El cuerpo es un recipiente para la memoria y su lenguaje se nutre de la experiencia. ¿Cuerpo adverso?
Nuestras expresiones artísticas debe convenir con el individuo actual su próximo protocolo sinérgico. Esta mutación podría favorecer a proyectos y creadores cuyos presupuestos y búsquedas conceptuales rompen la barrera del arte (solo) como museo.
II
El coreógrafo, bailarín y artista performer Yanoski Suárez Rodríguez (Santiago de Cuba, 1980) es experiencia incuestionable de un creador primero neutralizado, luego naturalizado y después equilibrista del contexto. Director de la Compañía Danzaria AD Livintum, emerge como una singularidad necesaria en el rejuego discursivo que se aproxima. Es conocido en todo el país por su producción de unipersonales donde fusiona técnicas y estilos que devienen en imágenes eclécticas/camaleónicas desde una concepción postmoderna.
Su presencia dentro de lo institucional no le ha quitado autonomía. Su necesidad por explotar espacios opuestos/colectivos lo guiaron hacia la utilización y redefinición de la experiencia como sistema ordenador de sus conflictos.
Con el pasar de los años, Yanoski Suárez se convirtió en un artista escénico (híbrido conceptual) capaz de mezclar diversas disciplinas. ¿Experimental? Su sentido escénico concreta un punto y aparte para la creación danzaria en la provincia. Su impronta matiza el devenir escénico en la isla, como una chispa incendiaria y continua. Un librepensador/un bailaconsciente.
Perseguido por los prejuicios, las incomprensiones y también –¿por qué no– la propia mística que proyecta su figura, hoy es un imagen de resistencia personal/profesional. Es un luchador. Su investigación intenta romper los mecanismos represivos de la mente y el cuerpo. Entiende la vida como un baile perpetuo donde la autonomía del movimiento es también la del pensar. Solo te mueves si estas vivo. La vida es (irremediablemente) movimiento.
Yanoski posee una de las obras más distintivas de la última década en la ciudad. Su ejercicio se caracteriza por altos niveles de teatralidad, por convertir el marco escénico en espacios no convencionales, por entretejer la danza y el performance, así como la utilización de signos referentes a la sensualidad y la sexualidad.
Entre sus obras resaltan Retrospectiva para un impulso (2008), Cotidiano (2009), Léa (2009), Cubo (2011), Geysha (2011), Anónima (2015) y Zona cero (2016).
En sus espectáculos abordas los grandes temas de la contemporaneidad. La guerra, la emigración, la violencia de género, las relaciones interhumanas, y la aceptación social (la transexulaidad/la transfobia).
Su hacer es un juego de afectos donde el cuerpo dicta la relación con el público. Estos temas han movilizado a un espectador cada vez menos incisivo en su reciprocidad emotiva con el arte de vanguardia. El mito caribeño de “la tierra festiva”/ “la tierra caliente”, tal vez eclipse la impronta y la necesidad de vincular al público con manifestaciones culturales menos infértiles. La elección de esos contenidos estériles es una contradicción filosófica de nuestra sociedad, una infección que solo el verdadero arte puede condensar y resignificar.
Yanoski Suárez introduce en las grandes celebraciones (donde se suministra la identidad de la ciudad) su arte/su ética del cuerpo. Ha utilizado las plataformas institucionales para bregar en los espacios públicos y festivos. Propone el intercambio con un individuo que hace presencia a través de la discusión de sus conflictos. ¿Transición re-alfabetizadora? Un devenir que empieza por el jolgorio y termina con la participación política. Así el individuo busca y reafirma su postura durante el recorrido endógeno que le permite la obra.
Almas Nuevas y el Caribe que nos une
Del 3 al 9 de julio vuelve el Festival del Caribe. En esta ocasión se presenta como una Edición Homenaje, una iniciativa que sentará las bases de la celebración en 2021. El estado de excepción provocado por la COVID 19 ha impedido que la Fiesta del Fuego, como también se le conoce, dinamite las arterias de Santiago de Cuba. Entonces, ¿cómo pensar y dialogar con los pueblos del Caribe? ¿Será posible no dejar morir el espíritu del festival?
La Casa del Caribe, institución rectora de la magna cita, ha diseñado una serie de acciones en pos de mantener vivo el evento. Diseño enriquecido (como cada año) por los principales organismos y proyectos culturales de la provincia. El empleo de los nuevos medios y las plataformas digitales fue el camino seleccionado por su comité organizador para concretar el encuentro.
Como ya es costumbre, la Asociación Hermanos Saíz en Santiago de Cuba se convierte en espacio de diálogo e intercambio del festival desde el quehacer orgánico de sus miembros. El programa paralelo, Almas Nuevas, se reafirma como el espacio más fértil/radical/e innovador entre los jóvenes que aspiran a un Caribe amplio y diverso.
- ¿Qué es lo caribeño? ¿Cómo dialoga el arte contemporáneo con los códigos culturales de la región? ¿Es el Caribe un espacio de búsqueda creativa para el arte de vanguardia? ¿Por qué salvar nuestra identidad es salvar nuestros pueblos?
Durante estos días muchos creadores daremos respuestas a cada una de estas interrogantes. Repensaremos las distintas formas de expresar “lo caribeño” desde áreas investigativas, creativas y multidisciplinarias, que son transversales a las nociones antropológicas, estéticas, sociales y políticas que representan la región.
El público tendrá acceso al programa de la AHS a través de las plataformas institucionales de la filial en Santiago de Cuba (la página de Facebook y el canal de YouTube).
Entre las acciones más significativas destacan:
Ventana Performance
Días 3, 4, 5, 6 y 7/Hora 10:00 a.m.
Invitados: Yuri Seone/Frank Lahera/Edgar Brielo/Carlos Gil Calderón
Foro Online El Cuerpo político: Identidad, arte y renovación en la imagen del Caribe
Día 5/Hora 3:00 p.m.
Invitados: Colectivo Muestra Internacional de Videoarte FAENZA (Colombia)
Concierto Online del grupo Yerba Buena
Día 9/Hora 5:00 p.m.
El Festival del Caribe es un suceso que trasciende a Santiago de Cuba y sus habitantes. Aun cuando se gesta desde las instituciones de la ciudad, su proyección responde a una condición de país. Cuba es el Caribe. Los esfuerzos por mantener espacios tan vitales como estos muestran la voluntad de mantener el diálogo con los pueblos de nuestra zona geográfica. Un diálogo regido por la cultura y el arte. Un terreno que nos hace diferentes pero que nos une. Un terreno donde los hombres aprenden a respetar sus diferencias porque en ellas yacen sus verdades y fortalezas.
Los jóvenes creadores debemos estar prestos para formar parte de ese diálogo. Todo cuanto sucede en el mundo del arte y la cultura es territorio para la AHS, es territorio para la vanguardia. Es el Caribe una región fértil para convertir nuestros sueños en una obra humanamente posible.
La cuarta pared y un click: teatro para quedarse en casa
Quinientos años antes de Cristo, en la antigua Grecia, faltaba la cuarta pared, faltó en la antigüedad, en el renacimiento, en la modernidad, y también en la posmodernidad. Su ausencia siempre ha sido el puente de acceso al lenguaje fundamental del teatro, no hay intermediación posible, desde siempre el espectador ha tenido la posibilidad de ser individuo y colectivo frente a la obra. En cualquier lugar sobre la grada, la no existencia de la cuarta pared permite acceder al complejo universo simbólico que proporciona el teatro en todas sus variantes.
La tecnología por su parte ha venido a modificarlo todo en el siglo XXI, los amantes del teatro se resisten al cambio, es natural. Hay en el teatro un sentido de exclusividad, cada puesta es única aunque el libreto sea el mismo; lo que cuenta es la experiencia de estar en el momento de la representación, se vive la atmósfera, se apropia uno del ambiente que despide el montaje, son sus códigos. Para los conocedores de este arte hay una resistencia a encasillar la obra en frames pixelados que restringen la visualidad a un cuadro unas pocas pulgadas para su disfrute.
La casualidad como categoría tiene una naturaleza binaria, para concretarse tiene que existir la posibilidad, deben existir condiciones que hagan posible un hecho. La reclusión obligatoria que vive el mundo hoy reduce al máximo la posibilidad de acceder al teatro, aun cuando las condiciones de posibilidad están dadas, hay teatros, hay obras, actores, directores; sin embargo, es inseguro, perjudicial para la vida asistir a un teatro, a una obra: el Sars Cov-2 es una realidad.
Aunque no es una casualidad y si el resultado de un devenir histórico, la tecnología permite acceder al teatro, a los textos, a los actores aún en sus espacios más íntimos, entonces los frames pixelados desafían a la ortodoxia que pauta el consumo del arte teatral y dan paso al goce estético.
Juan Edilberto Sosa, joven dramaturgo santiaguero, presume con orgullo su colección de teatro en formato audiovisual, se le nota una vividez poco común en los ojos cuando habla de ella, asegura que probablemente sea una de las más grandes que hay en Cuba. Él conoce a casi todos los que tienen teatro en formato audiovisual en el país y ha logrado acopiar un número impresionante de piezas, tanto cubanas y extranjeras –todo eso lo supe en una conversación informal, café por medio hace unas semanas, no soy un fan del café–, pero esta historia ameritaba el consumo social.
Juan sabe que tiene en ese repositorio un tesoro; lo usa siempre, no descansa, estudia, busca referentes, reconoce técnicas, estéticas; estudia, no descansa; experimenta, mientras monta alguna obra va su repositorio, busca la raíz, mezcla; estudia, no descansa, su creación es un ciclo de crecimiento en espiral.
La peña de artes escénicas en la Casa del Joven Creador, Lucy en Caja, siempre presentaba un audiovisual mientras sesionaba, era el lugar para darle un uso social a tanto buen teatro convertido en bits dentro de un disco duro.
La colección de Juan siempre estaba presta para espacios como ese, mientras existió los asistentes siempre tenían boleto seguro a la exclusividad. Desde que quedarse en casa es un imperativo he pensado en la utilidad del teatro para reflexionar, he pensado en lo disfrutable de sus textos y en su posibilidad fáctica para desterrar el tedio, lo cual no es casualidad sino una posibilidad que debe ser aprovechada en beneficio de todos, en estos momentos difíciles.
Otra vez tecnología por medio, le pedí a Juan Edilberto una selección de obras que pueden ser útiles para quienes aman el teatro entre las recomendaciones de teatro cubano sugirió Un Elefante que Ocupa Mucho Espacio del Ciervo Encantado, y que actualmente se encuentra disponible en la plataforma YouTube en la siguiente dirección https://youtu.be/eYHlggtA1ak. También de esta agrupación pueden buscar Visiones de Cubanosofía, de Nelda Castillo.
También recomendó textos de autores como la española Angélica Lidell con su obra Perro Muerto en Tintorería. Así mismo recomienda la obra de Rodrigo García, disponible en Google para quienes quieran leerla. Asimismo recomendó el teatro de autoficción de Sergio Blanco, con trabajos con referencialidad en el periodismo de investigación, los tres son, según el criterio de Juan Edilberto Sosa, autores imprescindibles del teatro contemporáneo.
Precisó que otras agrupaciones cubanas sobre las que hay que fijar la mirada son Argos Teatro, bajo la dirección de Carlos Celdrán, y su obra Vida y Muerte de Pier Paolo Passolini. También es importante la obra de Teatro Buen Día, en la que destaca Charetón de Flora Lauten. Igualmente sería bueno agregar Baroko o El pacto, de Rogelio Meneses, puesta en escena por el colectivo santiaguero Laboratorio Teatral Palenque.
Dos agrupaciones que no pueden faltar en esta lista cuando se habla de teatro cubano son Teatro de la Luna de Raúl Martín cuya pieza Delirio Habanero es de excelente factura. Y por otro lado El Público de Carlos Díaz con su obra homónima.
Al referirse a la arena internacional reconoció que es muy difícil hacer una selección justa, sin embargo apuntó que esta es una propuesta que les permitirá a las personas ir decantando y buscar obras según sus intereses. En el caso del teatro hispano son importantes agrupaciones radicadas u originales de la nación ibérica con obras muy interesantes, por ejemplo el grupo Carnicería de Teatro dirigido por Rodrigo García con su pieza Ronald el Payaso de McDonald. También la obra Extrarradio de Esteve Graset y The Application de Juan Domínguez, todas la obras mencionada hasta este momento son bien recientes.
Si alguien quiere buscar algo más clásico y más internacional les recomiendo la obra de Peter Brook, Marat, y de Estados Unidos el grupo The Living Theatre tiene Anarquía, utopía, y Capital Changes entre los años de 1993 y el 2000. De ese país norteño destaca además la obra de Reza Abdoh con The Law of Remains. Mientras que en la gran tradición polaca me gustaría recomendar La Clase Muerta de Tadeusz Kantor.
Definitivamente hay muchas buenas opciones si se quiere aprovechar el tiempo por estos días de confinamiento, buscar algunas de estas obras ayudará a reducir la distancia entre el público y los escenarios, sin cuarta pared de por medio, ahora el teatro está al alcance de un clic.