Arte
En el ruido, el silencio (y al revés)
En 1949 George Orwell describió una sociedad en la que el estado poseía el control casi total sobre la población. No existían ni resquicios para la intimidad personal: la individualidad era abolida y lo privado era terreno de lo colectivo, incluso de lo político. Son las páginas de la novela distópica 1984: «En cada descansillo, frente a la puerta del ascensor, el cartelón del enorme rostro miraba desde el muro. Era uno de esos dibujos realizados de tal manera que los ojos le siguen a uno adondequiera que esté. “El Gran Hermano te vigila”, decían las palabras al pie».
Ese ojo omnipresente que en obra de Orwell —libro que sabemos le interesa de forma particular a Cristhian Escalona Herrera— no solo mira, sino controla y ejecuta, ha ido mutando en formas que son, en su esencia, las mismas. Hoy la utilización de la inteligencia artificial (IA) para la vigilancia y el control social se está convirtiendo, cada vez más, en un fenómeno de alcance global. Pero antes de ella, en un mundo tan interconectado que sobrepasa lo que el visionario Marshall MacLuhan definió como la «galaxia Gutenberg»—donde describía que los cambios sociales resultan el efecto que las nuevas tecnologías ejercen sobre el orden de nuestras vidas—,ya las tecnologías controlaban, con particular eficiencia, muchos aspectos de la cotidianidad. La «aldea global» de MacLuhan anunciaría la globalización y, al mismo tiempo, parece definir las bases de la actual sociedad de la información (y del «espectáculo», del minuto —no aquellos15 de Andy Warhol— de fama online).
El hombre contemporáneo es un perenne «consumidor» de lo virtual. A Cristhian Escalona le preocupan los alcances de esa virtualidad y cómo la influencia de la tecnología, la vigilancia y la centralización están presentes en nuestra vida, modificándola al punto de preguntarnos qué es la realidad. ¿Cuánto podemos alterarla y cuánto nos modifica? Él es un joven artista del siglo XXI, nacido a la par del avance de píxeles y algoritmos, de las redes sociales y las plataformas digitales, del mundo «encapsulado» en un dispositivo móvil abierto, como el aleph borgeano, al infinito de posibilidades; pero también del constante procesamiento y análisis de datos, de sistemas de identificación biométrica, de «nuevas sensibilidades» que moldean lo correcto y lo incorrecto, lo permitido y lo no permitido, de fake news, de monitoreo y vigilancia, de cámaras y drones, de lo digital como arma política. Por eso, en esta invitación a reflexionar sobre cómo estos elementos moldean nuestra percepción del entorno, que al mismo tiempo es nuestra vida, Cristhian parte del ruido y del silencio como metáforas de lo que se visibiliza y lo que no, de las formas y los límites de lo real.
Sus obras digitales en 3D no dejan de cuestionarse la vigilancia y el control en la sociedad moderna (y al mismo tiempo, el poder y el consumo). Las fotografías de Cristhian Escalona Herrera son una invitación a reflexionar sobre el equilibrio entre la seguridad y la privacidad, y cómo nuestra libertad individual puede verse afectada por esa vigilancia (como pantallas orwellianas intentando transformar, cual distopía, la forma en que entendemos la realidad). Así utiliza elementos que coexisten, se funden y dialogan para establecer vínculos con una sociedad que cree hipertecnológica y sobresaturada. Más que respuestas, Cristhian nos invita a participar en sus cuestionamientos; por eso muestra el ruido y el silencio, lo visible y lo que no: él sabe que el control es una ilusión peligrosa y que la seguridad no es un fin, sino un medio.
Palabras de inauguración de la muestra personal «El ruido, el silencio», de Cristhian A. Escalona Herrera, inaugurada en el Hotel Arsenita, durante el XVIII Festival Internacional de Cine de Gibara, Holguín, del 6 al 10 de agosto de 2024.
Quisicuaba más allá de Los Sitios
Hasta varias de las instituciones que conforman el proyecto sociocultural comunitario Quisicuaba llegaron
reconocidos escritores, artistas, premios nacionales, así como representantes de los institutos, centros y consejos del Ministerio de Cultura, la Asociación Hermanos Saíz y la UNEAC, acompañados por el Ministro de Cultura Alpidio Alonso.
En la sede ubicada en el Consejo Popular Los Sitios de Centro Habana, el líder del proyecto Doctor en Ciencias Enrique Alemán explicó sus características y proyecciones y sobre cómo el arte y la cultura constituyen componente esencial para la atención a las más de 4 mil personas que reciben asistencia integral.
El líder del proyecto Doctor en Ciencias Enrique Alemán explicó acerca de sus características y proyecciones y sobre cómo el arte y la cultura constituyen componente esencial para la atención a las más de 4 mil personas que reciben asistencia integral.
En el recorrido se enfatizó que dentro de sus proyectos destacan el comedor social y el centro de vida asistida en San Antonio de los Baños en la provincia de Artemisa.
Quisicuaba, coloca a los seres humanos en el centro de sus objetivos, por ello se extiende su alcance a la ejecución de más de una treintena de obras sociales, con énfasis en familias con determinantes sociales específicas.
Así lo conocieron durante el periplo por su comedor social y el museo de la institución religiosa y cultural.
La joven escritora Dazra Novak resaltó que, por supuesto, la cultura aporta en ese sentido muchísimo porque es el alimento espiritual para esas personas que lo mismo pueden incorporarse como creadores de cultura como puede ser receptores de esa cultura. En esta experiencia que hemos tenido hoy, por ejemplo.
- Consulte además: Luz y amor desde el Proyecto Sociocultural Quisicuaba
«Ha sido hermoso en el sentido más amplio de la palabra. La capacidad humana que tiene esto solamente se puede valorar in situ, uno con referencias o con spot no tiene idea de cuanto puede significar esto para para el país y la sociedad en general», significó el destacado actor Fernando Hechavarría.
Por su parte, la Premio Nacional de Música, Digna Guerra expresó: «Yo creo que es tan importante, tan importante y que la gente se sensibilice con todo el que anda por la calle, que lo ve, gente que a veces no tiene familia. Yo creo que es muy importante. Esto es una obra de amor».
También las personalidades de la cultura cubana intercambiaron con sus beneficiarios en un momento muy emotivo en el que ofrecieron su arte, en esta institución que es una organización de la sociedad civil cubana que ostenta numerosos premios y reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Cultura Comunitaria 2022.
El cantante Héctor Téllez, quien ofreció un momento de música a los beneficiarios del proyecto dijo estar muy feliz de haber conocido esto y ya lo planteé que quisiera colaborar con mis canciones y con otras cosas y reunir a otros compañeros.
«Más pintores que vean esto y además que se pueden vincular. Yo creo que se pueden vincular trayendo hasta exposiciones momentáneas», comentó Rafael Zarza, Premio Nacional de Artes Plásticas.
El Centro de Vida Asistida Quisicuaba inaugurado en noviembre del año anterior fue además otro de los lugares recorridos por escritores y artistas, aquí se acogen a cerca de 170 personas convivientes como residencia protegida y funciona la finca integral. En este lugar, recibieron con beneplácito la actuación de Osdalgia y los Clásicos del Son.
En este sitio, su directora Yadelkis Hernández resaltó que «Sin arte, sin cultura, no pudiéramos ayudar a la mejora de la calidad de vida de los convivientes que están aquí en este lugar. De hecho, nosotros tenemos programas vinculados al arte, a la cultura, al deporte».
El proyecto socio cultural comunitario Quisicuaba es una iniciativa única de gran sensibilidad que crece con la contribución de sus protagonistas para beneficio de miles de personas y que se engrandece también con el aporte de la cultura cubana.
Creadores realizan jornada de homenaje a Fidel y a los hermanos Saíz
Jóvenes creadores de la Asociación Hermanos Saiz (AHS) realizan hasta el 13 de agosto una jornada amplia de homenaje al 98 aniversario del natalicio del líder histórico de la Revolución, Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, y a los 67 años del vil asesinato de los poetas Luis y Sergio Saiz Montes de Oca.
Sobresalen las visitas a sitios históricos, entre ellos Guáimaro, en Camagüey, donde sesionó una asamblea legendaria en abril de 1869 informó a esta periodista, el Presidente de la AHS, Yasel Toledo.
Yasel Toledo
Otras de las actividades tendrán lugar en Bayamo, en el Museo Casa Natal de Carlos Manuel de Céspedes, donde se estrenaron las notas de nuestro Himno Nacional, así como en el Museo de Cera, único de su tipo en Cuba.
Llegarán hasta el Monumento Nacional en Dos Ríos, que rememora la caída en combate de José Martí, el Apóstol de la Independencia, el 19 de mayo de 1895 y al de La Damajagua en Manzanillo, testigo del inicio de las guerras por la independencia en octubre de 1869
“También realizaremos presentaciones artísticas en diferentes comunidades, agrega, como la de Santo Domingo, en la Sierra Maestra. Uno de los mayores retos será ascender al Pico Turquino, el punto más alto de nuestro país.
“Después seguiremos hasta Pinar del Rio específicamente en el municipio de San Juan y Martínez, la tierra natal de Luis y Sergio allí estaremos en la casa donde ellos vivieron ahora convertida en un museo. Haremos presentaciones en diferentes barrios”.
Incluyen cruzadas artísticas en varias provincias, por ejemplo, en Camagüey, Sancti Spìritus, Cienfuegos y Villa clara, en zonas del Escambray.
Respirar con el arte
Pleno verano en Cuba. Se han registrado las temperaturas más altas de la historia. Son las dos de la tarde y el sol está, como refiere cierto dicho, “que raja las piedras”. A simple vista es difícil contar, pero probablemente haya más de medio centenar de personas repartidas entre la sombra de un árbol, la entrada del Teatro Trianón y sus laterales. A algunos les toca aguardar al sol. Este fin de semana serán las últimas presentaciones de la temporada de la obra dirigida por Carlos Díaz, “Réquiem por Yarini”.
Alguien dice que comenzó desde las nueve de la mañana, y quizás no especule, al ver la fila para comprar entradas. La venta inicia a las dos de la tarde. Hay personas sin almorzar, unos que salieron del trabajo y deben regresar, otros que a simple vista parece que vienen directo de la escuela, algunos que organizaron las tareas de la casa para dedicar un par de horas –o más- a comprar sus entradas.
En momentos tan complejos donde la comida o el transporte ocupan gran parte de la cotidianidad y la mente de muchos cubanos, produce satisfacción cómo las personas quieren ir al teatro e invierten su tiempo en comprar los boletos para, durante aproximadamente dos horas, dejar de lado las preocupaciones de la vida y sumergirse en la historia del célebre proxeneta que habitó el país a finales de los ochenta del siglo pasado, Alberto Yarini.
Lo que sucede con la obra del grupo de teatro El Público pudiera ocurrir con una de La Nave Oficio de Isla o la Franja Teatral. La cuestión es que las personas siguen buscando en el arte una escapatoria momentánea de esta rutina acelerada, donde en ocasiones el instinto de supervivencia supera los modales y, otras veces, asisten porque en esa obra se dice lo que ellos sienten; hay actores que escupen eso que a veces se nos atora en la garganta.
En Cuba, el arte se erige como una necesidad vital, un refugio donde la creatividad y la expresión se entrelazan para ofrecer esperanza y superación. Las instituciones y asociaciones que fomentan la creación artística juegan un papel fundamental al organizar talleres y actividades accesibles para todos los jóvenes y aquellos que deseen explorar su potencial. Estas iniciativas permiten que personas de diferentes condiciones económicas disfruten de conciertos y eventos culturales.
De ahí que el agradecimiento sea profundo para todos los que se dedican al quehacer artístico. Cada nota de música que nos envuelve, cada película que toca nuestro corazón y cada obra de teatro que nos hace reflexionar, representan regalos que conectan con la realidad de quienes vivieron en épocas pasadas o que, en nuestros tiempos, han enfrentado adversidades inimaginables.
A través de estas expresiones, encontramos historias que nos permite sentir un poco menos solos en el vasto universo de emociones humanas.
Agradecemos también a quienes eligen quedarse y luchar, y a aquellos que, a pesar de los obstáculos, siguen dedicando su energía a hacer que otros sean un poco más felices, aunque sea por un instante. En palabras de Nietzsche, “el arte existe para que la realidad no nos destruya”, y el eco de esa idea se manifiesta en la Asociación Hermanos Saíz, donde se afirma que “el arte salva”.
Encuentro con Manuel Herrera, Premio Nacional de Cine
El director de cine, documentalista y guionista Manuel Herrera, quien dirigió Zafiros, locura azul, uno de los mayores éxitos en taquilla del cine cubano, fue protagonista del Encuentro con en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba.
El espacio regresó como parte de la programación de la feria Arte en la Rampa con su conductora, la periodista Magda Resik,
Manuel Herrera, considerado se un testimoniante del arte cinematográfico y la cultura en Revolución, expuso cómo el escritor debe entrar por las vetas y silencios que deja la historia.
Herrera definió el cine como una posibilidad muy necesaria para la cultura, pues tiene la extraordinaria capacidad de llegar al espectador, de contar historias y de seducirlo.
Igualmente, lamentó la decandencia de la asistencia del público a las salas de cine, esencialmente porque es “un acto social que debe recuperarse para compartir en familia”, señaló.
El cineasta confesó sentir un gran orgullo por ser cubano y cómo le duelen las apatías. También ahondó en la necesidad de no perder la Revolución y adecuarse a los tiempos.
“Hace falta ser intrépito y enamorarse de la obra, vivir y pensar todo el tiempo en ella para que se abran los caminos y queden claras las posibilidades de por dónde andar”, aseveró el director de cine, quien además exhortó a los jóvenes a crear, porque “sin riesgo no hay arte”.
El arte, para cambiar circunstancias
Viste el color de la pureza. Lleva su cabello corto resguardado bajo un pañuelo de encaje. Tiene otra manta de la misma tela cubriendo sus hombros. Aunque el verano se adelantó, lleva una camisa de mangas largas, igual que su falda. Su blanca tez hace resaltar los tatuajes de sus brazos. Llama la atención un mangle rojo en el antebrazo que comparte con la persona que escogió para compartir su vida.
Está en casa, sentada junto a sus flores favoritas, unos girasoles tan vivos que contrastan con el frasco de pierdas que tienen a su lado. Colgados en la pared azul cielo hay pinturas y dibujos, unas de muchos colores, otras a blanco y negro, unas con guitarras, otras que parece que hablan de luz en la oscuridad.
Pareciera que todo eso es Yeni Turiño, la muchacha que describen intranquila, la “hormiga loca de El Mejunje”, la trovadora, y más que eso, porque no solo melodías y acordes habitan en ese ser, sino las artes, diversas.
Es una mujer que ríe mientras dice lo que piensa y se nota la sinceridad cuando suelta a bocajarro los pensamientos que le vinieron de pronto.
La primera guitarra que tuvo Yeni se la compraron sus padres a los nueve años después de demostrarles que había aprendido a tocar La Guantanamera. El interés por conocer y aprender del instrumento la llevaron a la casa de cultura y luego a estudiar guitarra clásica con un profesor particular de Santa Clara.
“A lo mejor no estudié todo lo que debía. Cuando hago una canción, el resultado no es lo que tenía en mi cabeza y eso pasa cuando no se estudia música. Aprender guitarra clásica me permitió ganar en cuanto a técnica, formación de acordes y otros elementos que necesito para tener más libertad a la hora de crear. Fue mi primo quien me impulsó siempre a estudiar, quien me la sugirió a pesar de que me parecía un poco aburrido”.
Graduada de Gestión sociocultural para el desarrollo, en duodécimo grado prefería estudiar Filosofía, aunque en el año que se presentó a las pruebas de ingreso no se incluyó en el programa universitario.
“Es una carrera que me ayudó muchísimo porque tiene un espectro tan amplio, que es también lo que quería hacer. A mí me cuesta estar en un solo lugar. Un error mío, pero necesito estar en varias cosas a la vez porque eso es lo que me alimenta”.
El rock fue lo primero que la atrapó: “Yo era una friki; iba todos los martes a El Mejunje a ver a Adictos, hasta que descubrí la trova, que era realmente a lo que estaba destinada”.
Su primo, Yatsel Rodríguez, fue el puente hacia el mundo de esta música de autor, el que la llevó por primera vez a peñas y luego al mayor festival de trovadores que se desarrolla en el país, el Longina. Para ese entonces aún no tenía sus propias canciones.
“Cuando llegué al Longina y vi que no hacía falta que cantara las canciones de los demás trovadores porque ellos estaban ahí para defenderlas, me di cuenta que necesitaba las mías”. De allí nacería su primer tema, “Espejismo”.
Cuando una persona emprende un nuevo rumbo tiene referentes que lo guían. Yeni tiene muchos. Habla de los trovadores de Santa Clara, de La Trovuntivitis, de su primo Yatsel, y se detiene en la única mujer que conocía implicada en el universo de este estilo musical.
“Cuando la vi con esa forma de cantar, con ese ímpetu; cuando vi ese respeto que se le tiene a Yaíma Orozco, supe que quería ser así. Es mi referente musical más cercano, a pesar de que todos los trovadores que he conocido para mí son especiales, porque cada uno me ha ayudado a su manera con acordes o consejos.
La autora de “Volar” encuentra la inspiración fuera de ese espacio, que es su casa, en festivales, lugares nuevos, con nuevas experiencias; quizás porque necesita la libertad de quien sale de su entorno para crear.
Sus canciones las escribe para ella, el público, sus amigos. Siempre que haya una persona que quiera escucharlas, a esa persona está dedicada la canción: “A veces soy un poco egoísta y la escribo para mí porque lo necesito, como terapia personal. Evidentemente desde el punto en que uno decide ser artista sabe que está trabajando para mostrar algo; tiene esa necesidad.
“Hacer música siempre es un reto porque es hacer arte. No me veo como trovadora, sino como artista. Sé que en esta ciudad lo que decida hacer lo voy a lograr. Si decido montar un caballo, lo haré, si decido montarme en un cohete, lo voy a hacer aquí, porque he logrado cosas que nunca en mi vida pensé y han salido súper naturales”.
La música también es un refugio y un camino para llegar a otras manifestaciones del arte. Y es que, definitivamente, los encierros no aportan partituras o letras, tanto que durante los dos años de pandemia le fue imposible componer algún tema musical. Sin embargo, buscó espacios en los que, con la música que tenía, pudiera acompañar a las personas en los momentos tan complejos que se vivieron.
Los conciertos de Telegram fueron uno de estos caminos que la enlazaron con su público a la distancia. “Fue muy bueno para los que decidimos hacerlo. Entre tanta desesperación e incertidumbre, los conciertos virtuales resultaban sanadores; eran la escapatoria -por un rato- de tanto dolor y hastío.
“Jesús Pérez, de Las Tunas, y yo, decidimos hacer una peña virtual, y eso nos salvó de volvernos locos, al no poder presentarnos. Me di cuenta en ese tiempo que necesito la calle”.
Ramón Silverio, el fundador de El Mejunje, la invitó –cuando estaba despuntando en la mayoría de edad– a organizar y conducir una peña en ese sitio que tanto valor guarda para el arte villaclareño. El encuentro, que ya tiene ocho años, se llama Peña de la hormiga loca, precisamente, porque eso mismo parece Yeni; incansable va de un lugar a otro, haciendo varias cosas a la vez.
“Cada vez que pasa un año más me doy cuenta de lo difícil que es mantener un espacio porque las circunstancias son muy complicadas. A pesar de que sea una vez al mes resulta complicado ser quien canta y, además, quien debe encargarse de la producción, el sonido…
“Cuando empecé mi relación amorosa con Yasmani, ya tenía su ayuda. Hacerlo sola no es una opción, porque tengo dos que organizo. En la galería de arte tengo otra que se llama Peña sin nombre. Cada una tiene su dinámica; tienes que estar el mes entero trabajando en eso para mantener el público. No es simple.
“El Mejunje es una casa dentro de otra casa. Esa peña ha sido como mi laboratorio. Lo que se me ocurra lo hago ahí porque también es el lugar para soñar”.
Gracias a Silverio, a este refugio de todos, llegó Yeni Turiño a la actuación: “El Mejunje te lleva a hacer cosas que no te imaginas”. Es así que incursionó en el arte de las tablas. Allí se llenaba de brillos para interpretar “Cabaret”, de Liza Minnelli, y acompañar con la música el show de transformistas.
En este tipo de espectáculo Yeni es lo más parecida a ella fuera del escenario porque, paradójicamente, cuando canta y toca su guitarra suele ser su versión más tranquila.
“Luego de eso, Silverio nos invitó a Yasmani y a mí para una nueva obra titulada El Retorno del maestro, basada en la vida y obra de Raúl Ferrer, con música de Miguel Ángel de la Rosa, la cual heredé cuando él se fue para España. Así que en la obra, mientras canto, también soy la niña mala. De ahí mi interpretación en el Teatro Guiñol de Santa Clara”.
***
“El sistema de becas y premios de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) son muy necesarios porque, si bien en otros países más desarrollados es complicada la grabación de un disco o una canción, aquí encontramos más dificultades. Llegar a un estudio es costoso y también lo es hacerte de los equipos necesarios para grabarte tú mismo.
“La AHS ayuda a que los jóvenes creadores tengan la posibilidad de tener sus discos, sus videoclips. Si no fuera por la Asociación, evidentemente no iba a tener ninguno. Mi primera experiencia grabando uno fue con el proyecto Tocadiscos. Tengo la dicha de que lleve el nombre de una canción mía porque fui la primera beneficiada con ese proyecto”.
Tocadiscos ha significado mucho para la joven cantautora. A partir de entonces comenzó en el mundo audiovisual. Su primera vez en un estudio de grabación fue gracias a este proyecto, en el Guaycán de Pepe Ordaz. Ahí aprendió, con el asombro de una niña, las mañas que hay detrás de la filmación.
“Fue una experiencia lindísima de la que han surgido otros proyectos. Agradezco muchísimo todo lo que se hace en la Asociación.
“Creo que son necesarias las becas y premios. Ojalá duren mucho tiempo por el bien de los jóvenes artistas cubanos.
“En la AHS de Villa Clara aprendí lo necesario que es el arte en tiempos difíciles. Yo misma me he cuestionado si sea prudente llegar a comunidades que han sufrido desastres naturales, como el paso de un ciclón, a cantarles a personas que han perdido mucho. Así fue en Isabela de Sagua, a donde no fui, pero tengo amigos que me contaron que cuando la brigada artística llegó, los pobladores dijeron que no necesitaban artistas, sino personal para trabajar porque había muchas casas destruidas.
“Los artistas fueron por su cuenta, no porque alguien los mandó. Llevaron martillos, herramientas… Durante el día se doblaban el lomo junto a los demás y, durante la noche, actuaban. Mientras pasaron los días los miembros de la brigada se convirtieron en parte de la comunidad.
“A veces nosotros vamos para las lomas. Allá la situación está muy dura, ya sea en El Escambray o en Oriente. Hemos ido como parte de las cruzadas. Son de las cosas que he aprendido con la AHS, de la realidad en distintas geografías del país y cuán necesario resulta el arte para cambiar circunstancias o, al menos, la espiritualidad de las personas”.
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Todos los caminos conducen al arte
En Holguín como cada año, la esperada Romerías de Mayo ha demando de una activa participación de creadores desde las distintas manifestaciones artísticas a nivel nacional. De los proyectos habituales al evento se encuentra Babel, iniciativa que desarrolla el Consejo Provincial de las Artes Plásticas, en conjunto con el Centro de arte.
Para esta edición, la fotografía fue la más representativa, producto al interés por dedicarle un espacio a su desarrollo y exhibición, así como el intercambio entre fotógrafos de diversas partes de la isla. A esto podríamos sumarle los festejos de los aniversarios 65 de la creación de Casa de las Américas y el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), en el cual esta manifestación tiene líneas de conexión.
Precisamente una de las exposiciones que causó impacto fue Ofrendas, de los destacados fotógrafos Roberto Chile y Julio Larramendi, expuesta en la Sala Principal en el Centro de Arte, con más de una veintena de instantáneas y tres instalaciones.
Rituales, collares, sacrificios, procesos de adivinación, deidades. Es aquí donde surge la unión de estos dos creadores, en la cual Larramendi se inclina hacia lo antropológico de los procesos, principalmente en las religiones vudú y mayombe (Palo Monte), que tipifican el Oriente de Cuba.
Como buen terruño de su ciudad natal, Santiago de Cuba, se place en retratar escenas del Festival del Caribe o Fiesta del Fuego, donde se aúna los países que integran el espacio geográfico para seguir fortaleciendo las tradiciones y costumbres que confluyen y se entrelazan. Testigo de ello fue el pasado año dedicado a México donde se mostraron las similitudes que existen sobre el culto a los muertos a través de los altares. Se puede expresar que, el artista muestra un interés en particular en la preservación de la memoria histórica y cultural sobre fenómenos que muchas veces suele ser privativos para los saberes de la sociedad, pues sus códigos en diversas ocasiones deben permanecer entre los practicantes.
Por su parte, Roberto Chile se inclinó hacia la fotografía conceptual, con un enfoque más artístico. En las gamas claroscuro se presentan las imágenes, acompañadas de tres instalaciones que le dan una carga significativa sobre los rituales de santería. Su mirada está enfocada en dos elementos: el hombre como practicante y su sentido de identidad religiosa y cultural y, por otro lado, la significación que tiene la religión desde la fe y devoción. Lo sagrado se vuelve arte como la adivinación con los cocos, Eyeife; estos cocos que te indican un camino. Aquí está presente la fe puesta en función de un mejor porvenir. Por lo tanto Eyeife estará acompañado de Elegguá, deidad yoruba que se encarga de los destinos a través de sus veintitrés caminos. Frente a la gran cruz latina se muestra el carácter sincrético del pueblo cubano.
Ofrenda ya tuvo su primera luz frente al público el pasado 6 de enero de este mismo año, en el Museo Casa de África en La Habana. Hoy se exhiben como parte de ese evento que le ha dado la oportunidad de seguir mostrando nuestras raíces. La cubanía se hace presente mediante la cultura religiosa que moldea nuestras costumbres. La misma que es un referente a nivel internacional para consolidar los conocimientos y saberes tradicionales, convirtiéndose en referentes dentro del patrimonio inmaterial africano y su diáspora africana.
Transitando por la ciudad holguinera, Desajustes del alma es la muestra del fotógrafo santiaguero Renato Arza Planas, expuesta en el insigne Hotel Pernik. Desajustes… alberga en sí misterios insondables que afloran en lo más recóndito de nuestro sentir. Es el instante de la transformación o el despertar de la conciencia humana. Por lo tanto, las fotografías de Arza proponen abordar sobre tópicos visto desde el universo femenino: la maternidad, la religiosidad, lo cotidiano, anhelos y frustraciones, la inocencia y la lujuria. Además, se arriesga a sobredimensionar su espectro, con la inserción de cuestiones relacionadas a la orientación de género a través de la obra Negro (2022), donde discursa sobre las contradicciones físicas y espirituales, como proceso final de la emancipación del ser.
En el juego de roles, las ambientaciones teatrales en la cual se disponen las modelos para ser captadas, forma parte de una las características más imprescindibles dentro de esta etapa en su producción. En algunas se aprecia un barroquismo que no disgusta, donde los colores permiten escudriñar sobre las pistas que te va mostrando la pieza.
Esta muestra fue inaugurada por primera vez en el Centro Provincial de las Artes Plásticas y Diseño de su provincia natal, que ha contado con la aceptación del público asiduo a estos espacios culturales. Llegar a Babel ha sido crucial para la confrontación con otros espectadores y su exhibición en otras ciudades.
La fértil imaginación de Renato Arza le ha permitido establecerse dentro de los jóvenes fotógrafos más importante de la urbe, marcando una pauta artística mediante la idealización y buena elaboración de cada una de las instantáneas. Los detalles están pensados; cada imagen es una historia diferente. Las fotografías develan las jornadas largas de análisis y rectificación para su perfecta exposición.
Y cuando parece que todo estaba por terminar, desde las puertas de la galería de la UNEAC se escuchan voces. Son gritos que indican no pisar la delgada línea invisible. Los espectadores entre sonrisas, asombros, ansiedad; otros, soberbios, burlones, casi agresivos… pocos pudieron introducirse en el interior del lugar. El resto aún sigue esperando la próxima oportunidad.
Absurdo Existencialista es la última propuesta inaugurada por el proyecto Babel del joven Reydi Zamora Rodríguez, natural de Camagüey, residente en Santiago de Cuba.
Como ente social, el creador se cuestiona ciertos sucesos que se van originando y que no tienen ninguna coherencia. Además, discute con su interlocutor interno actitudes que inciden en el desarrollo y hasta en la buena convivencia entre sus semejantes. Por estas razones, la muestra es más que una preocupación hecho arte.
Absurdo… nace desde una experiencia vivida por el artista al romper en su descuido un libro de anatomía humana. A partir de ahí, lo que podemos apreciar son obras bidimensionales que forman una serie de dibujos, al estilo Goya en su serie de grabado con hombres mutilados y el carnavalismo, aspectos que van a tipificar las escenas, que en ocasiones sufren de barroquismo. Pintados sobre papeles rasgados, Zamora parte desde sus conocimientos sobre la historia del arte para emplear referentes universales, ejemplo, el David de Miguel Ángel, descontextualizando cualquier significado primario de los mismos, incluyendo escenas religiosas como El juicio final.
Sin embargo, no se complace con exponer estas series de dibujos, para exaltar las cuestiones analizadas decide recurrir a algunas tendencias del arte contemporáneo como happening y performance. Al dialogar sobre la naturaleza humana utiliza actores para crear el ambiente dentro de la sala. Esto ha resultado un verdadero acierto en la propuesta curatorial.
Para esta apertura se emplearon dos acciones. El primero titulado Obra en proceso, la finalidad del ser, es un happening que consiste en un grupo de cuatro personas debían de bloquear el acceso al interior de la galería. Dos jóvenes a gritos y gestos corporales en estado de esquizofrenia señalaban que no podían pisar una raya. La tercera obligaba a coger tierra de un recipiente, y la cuarta persona con mucha gentileza le indicaba dónde debía de poner la tierra recogida con anterioridad. Libre albedrío es la segunda acción era una muchacha sentada, donde tenía una mesa que se disponía una botella de vino y libros de diversas ciencias. Su trabajo estaba en rasgar las hojas y luego comérselas, acompañado de un trago de vino. Lo interesante se encuentra en que los espectadores queriendo tomar vino, comieron papel.
Ahora te preguntas, ¿qué sentido tiene todo esto? En realidad, esto no es un desatino. Las personas tenían la opción de elegir si querían entrar y pasar por esta experiencia que trae consigo la obligación de hacer cosas que no tienen ningún tipo de lógica, por el mero hecho de ver lo que acontecía en el interior, y continuar la visita; o simplemente quedarse afuera y retirarse.
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Lo impresionante ha sido la reacción del público, siendo pocas las personas que pudieron adentrarse. En algunas ocasiones, el público retaba a los actores, se imponían a sus exigencias, pero nunca escaparon de su destino final. Es aquí donde se puede observar cómo el ser humano es capaz tomar decisiones sin analizar, los riesgos, oportunidades y consecuencias que puede traer consigo una acción determinada. A esto se refiere Zamora a que debemos de ser prudentes y sensatos frente a la toma de decisiones que pueda afectarnos física y espiritualmente.
Absurdo… ya ha transitado por varias presentaciones, en Santiago de Cuba, el Salón Fideo Ponce de León, obteniendo el Premio al Mejor Proyecto Curatorial en 2023 en Camagüey; llegando a Guantánamo, y ahora estará una temporada por Holguín, como secuela de las Romerías de Mayo. Cada puesta en escena ha sido diferente y retadora porque la exposición nunca es igual, siempre está en constante transformación, y eso la hace más atractiva.
Por supuesto, estas no fueron las únicas propuestas inauguradas para el público en general, Babel ha dejado buenas impresiones en cuanto a la selección de artistas y las exposiciones. En este caso, Santiago de Cuba tuvo una representación notable con artistas de varias generaciones y con excelentes atractivos artísticos.
Considero que esta iniciativa dentro de las Romerías se ha convertido en el punto de conexión de lo último que está aconteciendo en el arte joven en Cuba en cuanto a artes visuales, brindándoles la oportunidad de crecerse profesionalmente, a cada uno de las personas que lo integran y que participan, desde el espectador hasta los especialistas y artistas. Es la fuente de retroalimentación artística que tiene más fuerza en todo el Oriente de Cuba y se puede expresar de mayor impacto en el país.
AHS, donde las utopías son posibles
El primero de los dos procesos de crecimiento (al año, en abril y octubre) está en marcha. A lo largo y ancho del país se recoge la documentación de los aspirantes, que deben tener entre 16 y 35 años de edad. Y uno, que forma parte de la divulgación, aseguramiento y confección de los expedientes, se adentra con curiosidad en las cartas de “Solicitud personal”, en la que el firmante explica el porqué de su pretensión de ingresar a la Asociación Hermanos Saíz y su conformidad con los Estatutos y Reglamento.
Pero, ¿qué tienen en común esas expresiones? “La AHS es el lugar perfecto para seguir desarrollándome como actriz y brindar mis conocimientos a todo joven que le interese la actuación”, así resume una de las candidatas a las que atendí. Otro muchacho, defensor de los espacios audiovisuales, explica: “Ser parte de la organización podría ayudar mucho con mi formación personal”.
Copio y pego de otro documento: “Debido a que promueve, estimula y enriquece las aspiraciones del joven artista, sería favorable para mí el recorrido por la AHS”. Y cierro: “Reconozco la organización como formadora, forjadora e impulsora. Desde sus espacios, ofrece a los jóvenes la oportunidad de soñar y sentir el arte. Sé que en ella se puede dar y recibir al mismo tiempo”.
Muchos no poseen un currículum artístico amplio, porque ciertamente la obra está por construirse. Basta con dejar ver las cualidades artísticas o literarias para convertirte en familia. Formidable es, entonces, esa satisfacción porque exista una asociación de carácter nacional, no lucrativa, con fines culturales y artísticos, que agrupe de forma voluntaria a los jóvenes escritores, artistas y promotores. Y, por supuesto, toca a esa organización estimular la creación, defender la libertad creadora y la obra artística y literaria de sus miembros.
Los aspirantes nunca antes han estado tan cerca de lo que buscan. Saben, incluso, que la Casa de Joven Creador se encuentra abierta para todos los interesados en vincularse a esta institución, sin la obligación de ser miembros. Hasta pudiera decirse, a partir de su rica programación, que es un centro de formación y superación profesional.
Tanto así que no pocos jóvenes se han profesionalizado a través de la AHS. Tienen los asociados, además, la posibilidad de integrarse a nuevos proyectos y disponer de los medios y espacios de la organización, los cuales proporcionan un mayor grado de madurez en sus trabajos. Al mismo tiempo, podrán optar por las diferentes becas y premios que se ofrecen, como sustento financiero para el provechoso desarrollo artístico.
Son esos interesados de hoy, quizás, los que en unos meses o años convoquen a una exposición para hacer la curaduría, los especialistas de la Asociación, los creadores o presentadores de un libro, los realizadores audiovisuales… Mucho potencial sabemos que queda fuera del proceso, ya sea por desconocimiento o incertidumbres ante sus muestras, pero hay que enamorarlos e informarlos de las bondades de la Asociación.
En esa renovación y estabilidad de la membresía, está no solo el resultado futuro de manera individual, sino de la creación colectiva. Todo lo que hagan los jóvenes se vincula y tiene el respaldo de la AHS, ya sea como profesores de una Universidad o en algún puesto en otros centros laborales. De cualquier inquietud puede surgir un proyecto.
Esta juventud artística cubana agrupada reconoce que la organización es un sitio para mostrarse y mostrar, intercambiar con otros creadores y crecer. Y lo más reconfortante, expresado en tantos eventos y jornadas de programación, está en esa búsqueda constante de cómo se puede servir más a la Asociación. Es bueno insistir también en esa reciprocidad.
La AHS es inclusiva y esos creadores noveles la consideran así. Y si escogiste integrarla sabes que tienes que aprovechar el tiempo, sus posibilidades y evadir estados no tan fieles a la creación. Existirán siempre nuevos talentos, porque Cuba es nicho de creadores autodidactas. Luis Saíz Montes de Oca lo apuntaría para la eternidad: “No tenemos más que nuestra vida y una obra inmensa que realizar”.
También Yasel Toledo Garnache, actual presidente de la organización, describiría el futuro: “AHS para ser jóvenes todo el tiempo, para unirnos con toda nuestra diversidad, para ir siempre hacia adelante y vencer cualquier obstáculo. Un grupo de amigos para reír y soñar, para experimentar y ser más fuertes. Una familia para nunca estar solos, para polemizar y, a pesar de todo, amarnos. Una vanguardia para demostrar que las utopías son posibles, para tratar que nuestra obra sea cada vez mejor, para sabernos todo lo importante que somos, para transformar nuestras realidades a favor de nosotros y, en especial, de los demás”.
“Uno de los desafíos es hacer más grande esta organización, y crecer también junto a ella. Ojalá quienes nos acerquemos lo hagamos con el afán de encontrar un impulso para nuestras obras individuales, pero, esencialmente, nos sintamos seducidos por la posibilidad de compartir con algunas de las personas más talentosas de nuestra generación, con escritores, actores, dramaturgos, investigadores, realizadores radiales y televisivos, artistas visuales…, todos unidos por la pasión del arte y su espíritu indescriptible, gente que hablamos mucho o no, pero que sobre todo hacemos”.
La AHS en movimiento (resumen Oriente)
Guantánamo fue el punto de partida del recorrido de la presidencia nacional de la Asociación Hermanos Saíz, liderada por Yasel Toledo Garnache, presidente de esta organización que agrupa a la vanguardia artística joven de Cuba. Este periplo, que durará hasta el 9 de febrero, es el primero de su tipo después del 4to. Congreso celebrado en noviembre pasado, y tiene como objetivo profundizar en el funcionamiento, preocupaciones y proyectos de los miembros de la AHS en toda la isla.
Artes visuales: Entre ciertas manzanas de discordia
En ese complejo laberinto de significados, cosmovisiones, estilos y técnicas que distinguen a las artes visuales y que, a su vez, reflejan en gran medida elementos de la realidad, opinar puede volverse terreno escabroso si los receptores no entienden que la crítica, siempre que sea bien intencionada y se realice desde la ética y los argumentos, puede aportar cambios transformadores para una persona, gremio, institución o sociedad en general.
Como manifestaciones que se expresan a través de imágenes que percibimos, siempre entrará en juego la subjetividad. Pero, partiendo del respeto que debe sentirse por los artistas, capaces de hacer algo que nosotros no, hablemos de algunos derroteros por tener en cuenta para que el resultado sea mejor.
Desde hace meses he apreciado un renacer de la opinión especializada en torno a las artes plásticas en esta ciudad. Eso ha traído consigo una inyección en la creación y, como expresó la crítica de arte Iris Cruz en la peña La Última Palabra (de la Asociación Hermanos Saíz, AHS), “los artistas se preocupan más por presentar una obra mejor elaborada. Eso lo hemos visto en las últimas exposiciones”.
Sin embargo, no basta con que una pieza sea digna cualitativamente hablando, también son importantes los parámetros para su presentación y socialización. ¿Cuántas veces hemos observado propuestas meritorias en áreas poco favorecidas desde su ubicación e iluminación? Eso atenta contra los productos artísticos, pues pudieran pasar inadvertidos (y lo hacen), y -como es sabido- es el espectador quien -a través de su interpretación- culmina el proceso.
Es cierto que Las Tunas no posee suficientes galerías con condiciones técnicas necesarias, dígase espacio apropiado, buena iluminación, elementos de marquetería… La más completa es la “Fayad Jamís”, en la calle Francisco Varona, número 194, esquina Ángel Guardia, reabierta en octubre pasado, luego de dos años cerrada por restauración. Pero otras, como la galería taller de escultura Rita Longa, única de su tipo en Cuba, que atesora una colección en pequeño formato de prestigiosos artistas cubanos, no dispone de luces, el local destinado a las exposiciones es reducido y ya amerita de mejoras constructivas que permitan al público disfrutar de más de un centenar de piezas de alto valor.
Exposiciones exhibidas actualmente en instituciones como el Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), la AHS, la Casa de la Décima, el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales y la Fundación Nicolás Guillén demuestran que la creación aquí sigue viva, solo hay que motivarla más y mejor desde el apoyo, la promoción, la sumatoria de talentos y otras cuestiones, que competen en gran medida a instituciones y autoridades culturales.
Debería repensarse lo provechoso que sería rescatar ciertos concursos que estimulaban a la creación artística y devenían garantes de calidad y sana competencia. Además, porque estaban respaldados por un premio en metálico. Esto caracterizaba, por ejemplo, al Salón Uneac, pero -luego- se perdió.
Hablamos de una provincia con tradición en el cultivo de las artes visuales, cuna de grandes maestros de la manifestación, donde existió un movimiento que nos permitió ostentar el epíteto de Capital de la Escultura Cubana; donde tristemente perdimos una Academia Profesional de Artes Plásticas, más una larga lista de razones dignas de valorarse.
Por eso, y por respeto al público, debemos cuidar cada parte del proceso entre el nacimiento de una obra y su visualización. Salvo que haya una intencionalidad o se trate de una cita itinerante, no debería exhibirse en una institución algún cuadro o escultura recientemente compartida en otra entidad. Es imprescindible la limpieza en las curadurías, para que la presentación final de los productos artísticos se realice sobre la base del equilibrio y la calidad.
Me refiero a cuidar que las creaciones no se apilen unas con otras, que haya variedad sin perder el leitmotiv del conjunto, que sean ubicadas en sitios idóneos para su visualización…, o sea, pensar el montaje.
Un modelo bien logrado, desde su concepción hasta su presentación, es Aquí estamos, que acoge la galería Fayad Jamís. Allí se tuvo en cuenta el necesario intercambio previo con los creadores, el impecable diseño del cartel, la correcta ubicación de las piezas, la variedad en nombres y estilos, la simbiosis entre experiencia y juventud, además de todos los parámetros que garantizaron una agradable velada durante la inauguración.
Los autores, buscando alternativas ante la escasez de materiales, insuficientes mecanismos de comercialización y otros escollos, muestran una efervescencia que debemos alentar, pero no mecánicamente, sino desde el sentimiento real y las alianzas. Ese es el camino. Así lo demuestran las últimas exposiciones, pero también la calidad de varias obras y la reaparición de expresiones como la instalación, un tanto desaparecida aquí en los últimos tiempos. Como dijo el cineasta francés Robert Bresson: “No hay arte sin transformación”.