Alejandro Almenares
Culmina Festival de la Trova Pepe Sánchez entre bardos y arpegios
La edición 58 del Festival de la Trova Pepe Sánchez, que comenzó el miércoles último de manera online, conectando el mejor quehacer trovadoresco de su sede habitual, Santiago de Cuba, culmina este viernes con los bardos del resto del paÃs y más allá de fronteras.
Lo más genuino de nuestra trova
Desde 1964, ha sido siempre el mes de marzo la fecha escogida para la realización, en Santiago de Cuba, del Festival Internacional de la Trova Pepe Sánchez, considerado el más antiguo de Cuba. Siempre en celebración del DÃa de la Trova y los Trovadores, 19 de marzo, fecha de nacimiento de José Sánchez (Pepe Sánchez), maestro de la trova y creador del primer bolero grabado en 1883 “Tristezaâ€, en esta edición el Festival está dedicado al aniversario 35 de la Asociación Hermanos SaÃz y al destacado músico Alejandro Almenares.
Decir Alejandro Almenares trae a mà recuerdos muy lindos de una infancia feliz. El acercamiento a la buena música, mi primer pentagrama, la emoción de mis acordes en una guitarra hecha con sus propias manos, las improvisaciones en las descargas familiares. Y aunque después de los estudios musicales el periodismo me atrapó, agradeceré siempre su guÃa y paciencia. Es un enorme placer conocerle, asà que le propongo acercarnos a sus orÃgenes.
Músico “santiaguerÃsimoâ€, portador de un estilo peculiar de interpretación en la guitarra, el tres y el requinto, Alejandro Almenares siempre afirma que de su padre lo aprendió todo, del gran músico Ãngel Almenares Guirola –importante guitarrista y compositor santiaguero de mediados del siglo XX–. Cuenta con orgullo que a menudo su casa se llenaba de músicos que iban a compartir con su padre: Sindo Garay, Miguel Matamoros, Ñico Saquito; “crecà en ese mundo, donde se hablaba todo el tiempo de músicaâ€.
Varias veces escuché las anécdotas de los 13 de marzo de cada año, cuando le hacÃan serenatas a su padre para esperar el cumpleaños: “casi siempre se amanecÃa, y yo sin pegar un ojo, con miedo a perderme algo, escuchando atento a esos inmortalesâ€. Crecà en ese mundo, en mi hogar conocà a otros grandesâ€.
Jocosamente dice que cree haber nacido con una guitarra debajo del brazo, y es que a los siete años fabricó su primera guitarrita con caja de tabaco: “me llamaba la atención un poco la carpinterÃa, asà que agarré un buen dÃa un cuchillo, una segueta, reutilicé los pedazos que quedaban de las cuerdas que se le reventaban a mi padre, y con mucha paciencia y dedicación la arméâ€. A partir de ese momento sus dotes como diestro lutier crecieron, al igual que la fama que lo persigue hasta hoy.
Hace mucho tiempo que perdió la cuenta de los instrumentos que ha fabricado, ajustado o reparado. Confiesa que su secreto está en la utilidad y no en la belleza: “quienes los han tocado, siempre opinan que no saben cómo me las arreglo para que mis instrumentos estén al quiloâ€. Hace aproximadamente 50 años lo acompaña su requinto, y sigue intacto, como el primer dÃa: “sabes que ni lo pulimento ni nada, pero ha caminado el mundo y no se desafinaâ€
Con mucho cariño recuerdo su insistencia porque estudiara, solÃa decirme que no se habÃa graduado de nada por falta de tiempo, que “aquella etapa estaba dura y habÃa que lucharse los quilosâ€.
En el tiempo que su padre trabajaba la barberÃa, él aprovechaba su instrumento para acercarse y aprender. Eso lo fue entrenando, además, gustaba de escuchar radio y estar muy pendiente de los arreglos musicales de su padre y las consultas de sus amigos.
Ya con 13 años se hizo un guitarrita de cuatro cuerdas, y un dÃa sorprendió a su padre pidiéndole que lo acompañara con la suya: “toca cualquiera de tus canciones, papáâ€. Emocionado, siempre cuenta, que en aquel momento su madre se echó a reÃr primero y luego rompió a llorar cuando descubrió su talento para tocar la guitarra prima. A partir de ahà despegó su carrera musical, acompañando a su padre o en sus propios grupos.
Ha recorrido muchos paÃses defendiendo la música tradicional cubana e incentivando a la nueva generación a acercarse, escuchar y aprender. Músico inigualable, de fama internacional, sin perder la simpleza de su andar y lo peculiar de su sonrisa, sin verle diferente atravesar las calles de su Tivolà querido.
Hoy asegura que su segundo hogar sigue siendo La Casa de la Trova y agradece a Santiago de Cuba por el amor que desde siempre le ha profesado su gente. Gracias a ti, Alejandro Almenares, por ser lo más genuino de nuestra trova.