Alas Teatro


Un “No” lleno de muchas aceptaciones

Presenciar No, del grupo Alas Teatro, es llenar una hora de risas y sonrisas con un espectáculo donde el arte de los títeres alcanza un máximo virtuosismo técnico en la conjugación muñeco–actor y muñeca-actriz, títeres que se conjugan no solo con manos sino también con piernas y, consistentemente con todo el cuerpo, para ser mucho más que “títeres de manos” o “muñecos cargados”.

No cabe dudar de la capacidad de Arasay Suárez Padrón y Marcos Salvador Rosales para lograr una máxima interpenetración cuerpo-muñeco, donde quienes manejan los títeres no necesitan ocultarse tras bambalinas para dar protagonismo audiovisual a los muñecos, y donde la fijación de la mirada permanece enclavada en los muñecos, debido tanto a la fuerza atractiva de gestos, acciones y “dichos” de los propios muñecos, como de la acertada iluminación de José Alberto Ribera, la sonorización de Pedro Enrique Delgado y el diseño de objetos escénicos, todo bajo la dirección general de Doris Méndez Lanza.

Fotos Robert Rodríguez

Incluso cuando los actores se hacen presentes, cuando se evidencian ellos mismos en los momentos de interacción directa con el público, seguimos inmersos en la fábula y atendiendo a los muñecos.

Vale haber comenzado por este aspecto, porque en tales habilidades y logros se sustenta lo que la pieza busca, hacernos reír, divertirnos de principio a fin con una comicidad total que abarca, desde la sutil y refinada ironía hasta la carcajada grotesca, todos los matices de lo cómico.

Fotos Robert Rodríguez

Reímos con una fábula de amorío casi casual pero, hurgando el fondo, nada casual sino anhelado y a la expectativa de su encuentro por parte de dos personajes llenos de gracia en sus modos de presentarse, sin faltar el dramatismo transmutado en comicidad de sus necesidades sentimentales y de realización física y espiritual; una fábula sin mojigaterías ni temor a la sexualidad y salpicada con buenos momentos de ironía crítica, como el de la cacerola y el del fósforo.

Reímos con los diseños, los gestos, las ocurrencias generales de cada uno de los dos personajes desde que se presentan individualmente, en la primera parte de la obra, con sus deseos, quehacer y circunstancias.

Esta primera parte, casi perfecta por no decir perfecta, es muy superior a la segunda. Los sucesos entre los personajes que conocimos en la primera sección no gozan, sobre todo hacia el final, del mismo perfilamiento de detalles, de su economía del tiempo y del dominio de las insinuaciones y el fino gesto mucho más que lo evidenciado.

Fotos Robert Rodríguez

Es verdad que lo grotesco, como tipo y gradación de lo cómico, se justifica y hace válido, pero es, asimismo, excesivo. Pueden incluso conservarse todos los elementos e ideas –desde lo romántico sublime hasta lo fálico–, pero con mejor medida, con la mesura postulada desde Aristóteles y luego con mayor detenimiento por Hegel.

Si la primera parte hace de No una obra magnífica, más que sobresaliente, la segunda le acarrea el peligro de rebajarla a simplemente buena.

Pero, bien, no cabe duda, está muy bien y, sobre todo, hace reír, divierte y no deja, como toda buena comedia al fijarse en nuestras debilidades, de hacernos pensar en estas.