El trabajo de los jóvenes en el teatro cubano de hoy. Frank Armando Pérez Aguayo

Abrimos Paréntesis para volver sobre las artes escénicas cubana y especialmente sobre el universo del teatro guiñol, a partir de las experiencias y criterios del joven actor y director teatral cienfueguero Frank Armando Pérez Aguayo. Licenciado en Educación e Instructor de Arte en la especialidad de Teatro, desde hace un tiempo se preside la filial cienfueguera de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y desarrolla desde ella una labor de promoción cultural por la que es reconocido dentro y fuera de su provincia natal. Sin embargo, su satisfacción mayor es cuando se enfrenta al público, principalmente al infantil, ya sea como actor o como director de uno de los tantos proyectos escénicos en los que hace una década participa.

Cuéntame de qué modo y cuándo consideras experimentaste la vocación por las artes en general.

Desde bien chico, mis padres me llevaban al teatro y fue despertando algo en mí el hecho de poder ver sobre todo las obras, los títeres; pero pienso que lo que me decidió fue una captación que se hizo en la escuela primaria donde estudiaba para una agrupación teatral, cuyo nombre es Arlequín, que hoy desafortunadamente ya no existe, pero fue donde me inicié con nueve años.

En el 2006 ya egresado, junto a un grupo de profesionales formas el proyecto Faros Teatro, ¿en qué consistió esta propuesta y en qué se diferenciaba de lo que hacías en Arlequín?

Arlequín era una agrupación de teatro infantil, donde primero actué como niño y luego fui director artístico de esta propia compañía; por supuesto, tenía otras aspiraciones, deseos de hacer otro tipo de teatro y por eso, Rafael González Muñoz —quien hoy es dramaturgo y Vicepresidente Nacional de la AHS—, decidimos encontrar la fórmula de lo que queríamos expresar en aquel momento y cuáles serían las propuestas que podríamos asumir; nuestra inclinación siempre fue el teatro para niños pero no queríamos quedarnos solo ahí sino ampliar nuestro espectro actoral y que nos sirviera también para la superación como actores. Yo me especialicé en una técnica, que a veces se menosprecia mucho, pero a nosotros nos encanta y es la técnica del clown…

Precisamente, con Faros Teatro has incursionado en la dirección y en la actuación empleando esta técnica, ¿cuánto ha significado para ti y por qué el clown cuando tú mismo reconoces que no es considerada menor?

Cuando fundamos Faros Teatro, participábamos al unísono de una agrupación profesional de Cienfuegos, My Clown, que hoy no existe, pero que sus integrantes eran los profesores de la Escuela de Instructores; empleaban la técnica en todos sus montajes y nos enseñaron muchísimas herramientas para la impro

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