La abstracción me brinda opciones que no tengo en otros estilos

Friman es un asceta. Es un pintor abstracto de provincia oriental que no vive farándula de ningún tipo. Tiene esa desconfianza de guajiro hacia lo que no conoce. Es de los que no le gustan que le regalen nada, pero que espera lo que se merece. Un ser humano que comparte con ruda sinceridad y le cuesta expresarse en palabras porque su lenguaje está en la pintura. La pintura lo llena, se le nota en la mirada.

Es del tipo que te observa y puedes leer su rostro como un libro abierto. A veces durante la entrevista no encuentra las palabras para expresar una idea y entonces me mira, casi con rabia, y después a los cuadros que están en el piso o a los reclinados a las paredes de su taller, primero a mí y después a los otros, y baja la cabeza como si quisiera reclamar: ¿No lo ves? Eso es todo lo que tengo que decir ¿Para qué hablar de más? Pero no se atreve. Es muy respetuoso. Y para mí no es suficiente. A mí me interesa exprimirlo, me interesa que se explique en castellano para conocer cómo hace un pintor de sus características para crear en Bayamo. Porque tengo la impresión, casi la certeza, de que no es nada fácil.

7 y 10 pm. Calor. Taller del artista. Su casa.

¿Friman cuál es tu formación? ¿Cómo llegó el momento que supiste que querías pintar?

A ver mira, yo soy el menor de tres hermanos por parte de madre y uno de parte de madre. Somos cuatro hermanos. Mi hermano mayor estudió diseño… Yo me crié alejado de la ciudad, me crié en un monte, en el campo, en Corojito se llama el pueblo, pertenece a Buey Arriba. En ese lugar había muy poco acceso a las artes plásticas, teatro, música; estamos hablando de un lugar casi desierto para este tipo de actividad y para muchas otras cosas. Y sucedió que mi hermano mayor se inclinó un poco por el tema de pintar y luego cogió la carrera y se hizo diseñador industrial. Y a mí siempre me preocupó, como a todos los niños, cuando uno es niño siempre pinta, siempre hace cosas y yo veía las carpetas de mi hermano, tenía doce o trece años y él estaba en el Instituto Superior de Diseño Industrial y me mostraba sus carpetas y él mismo comentaba los errores que había tenido. Creo que eso me educó visualmente, cómo dibujar, cómo concebir el dibujo, porque era muy atento a ese tipo de explicaciones. Por otra parte, a mi abuela le gustaba mucho bordar, es decir, todo ese tiempo de ocio, después del mediodía ella empezaba a tejer y a bordar cosas para la casa, cubrecamas, manteles, ese tipo de cosas. Creo que esa es la parte de la creación que más cerca tuve en la infancia.

Ya después comencé a estudiar en el Pedagógico Blas Roca Calderío. Esa fue mi primera escuela de formación en las artes plásticas y estuve tres años, ahí mismo averigüé cómo se estudiaba artes pláticas académicamente y fui a una escuela que era plan doce grado; o sea, daban el nivel medio. En el pedagógico empecé a ver la formación académica de determinados artistas y vi cómo era que uno se formaba académicamente, por dónde era que estaba el camino. Ya estaba viviendo en Bayamo, habían más cosas que me llegaban culturalmente y tenía dieciocho, diecinueve años, llegó un momento que la escuela pedagógica no satisfacía mis necesidades técnicas y me fui a estudiar a la escuela de artes plásticas tres años y ahí estuve hasta el 2006 que me gradué.

¿Qué pintores te llamaron la atención cuando estudiaste? ¿Cuáles fueron los que más te influyeron?

En realidad a mí me gustaba mucho —en Bayamo se vivía con mucha fuerza— Cosme Proenza, por su estilo académico y todo el mundo empieza trabajando por cosas muy académicas. Tiene la fuerza aquella de buscar la realidad y de transportar eso. Ya después que empecé a meterme en el problema… me llamaban mucho los pintores plásticos, los Rubens, no sé, todavía del post impresionismo para acá no me atraían mucho la atención. Después llegaron los Jackson Pollock y el resto, ya te hablo en este término de la pintura abstracta.

¿Cuándo decidiste que avanzarías por ahí? Porque conozco muchos casos que han estudiado pintura y se han quedado en la artesanía…

Yo siempre he apostado por la pintura abstracta pero te puedo decir que antes de discutir mi tesis ya yo estaba claro de por dónde quería caminar; imagínate que para la tesis te pedían cinco o seis piezas y yo hice cuarenta y cinco. Quería hacer una exposición personal, tener el reto de saber cómo un artista llegaba a completar una exposición personal y lo hice. Creo que me ayudó mucho haber empezado a estudiar con determinada edad, ya tenía la formación pedagógica y también la parte técnica y creo que se definió ahí porque empecé a trabajar, a cambiar cosas, a investigar, a buscar regocijo con el trabajo; en fin, la pintura se convirtió en una necesidad para producir, desarrollar lo que hago. Creo que el respeto por el trabajo empieza por uno mismo. Esa es mi forma de vida. Es parte de mí. Cuando me paso algunos días sin pintar necesito descargar, hacer cosas. La dedicación nace de uno mismo.

¿Cuéntame de tu primera exposición? ¿Te pusiste nervioso?

Nervioso siempre se pone uno. Mi primera exposición fue la tesis de grado. Me pasaron cosas fuertes con la tesis porque yo venía de Las Tunas a estudiar aquí y no querían que la exposición se mostrara. Recuerdo que el día que estaba montando se discutían tesis de la escuela de Bayamo y entonces supuestamente el Centro de Arte era un espacio legitimador para artistas de mayor nivel y yo era estudiante. Todo esto sin revisarme el proyecto. Cuando estaba montando se acercaban algunos artistas y me preguntaba de quién era la exposición porque les parecía buena. La exposición se desmontó al otro día porque venían otras tesis de grado y era una sola semana para discutir todas las tesis, era monta y desmonta. Pero resulta que la exposición mía gustó mucho y una vez que se discutieron todas las tesis quisieron que expusiera de nuevo pero yo no quise, ya era tarde. Las exposiciones son muy difíciles para mí porque cuando no conoces el espacio no sabes lo que quieres hacer o puedes hacer. A mí me gusta no repetir obras que hayan sido expuestas antes, que el público se sienta bien con lo que está viendo

¿Cómo te llevas con la crítica?

¿Con la crítica? ¿Qué crítica? No creo haber tenido la oportunidad de haber chocado con una crítica fuerte o a una escala muy alta. La crítica por el Consejo de las Artes Plásticas, que es el que siempre me ha asesorado, siempre me ha sido bastante favorable. Los peores críticos han sido mi familia. Me ha sido más difícil porque no me gusta trabajar cuando estoy delante de la familia, creo que es un error, porque hay una influencia que se vuelve sentimental sobre lo que estás haciendo y entonces hacen que no me sienta yo frente a la obra. Lo más sincero es hacer lo que tú quieres y tener mucho respeto por lo que haces.

¿Cuánto te afecta el fatalismo geográfico en tu trabajo como artista?

Es complicado cuando intentas acceder a determinados espacios y no puedes porque no se valora el trabajo y más si eres una persona joven. Sobre todo con las instituciones, lo cierto es que se vuelve todo muy esquemático cuando tienes que lidiar con ellas.

¿Crees que hubieras sido el mismo pintor en otro lugar?

Yo creo que sí, hubiera sido el mismo en cualquier lugar. La pintura es el reflejo de lo que soy como persona, ahí está todo lo que vivo, lo que absorbo de la realidad y de cómo lo llevo a la tela.

¿Cómo funciona tu proceso creativo? ¿Cómo sabes si terminaste una serie o todavía le falta?

Es un proceso difícil porque yo trabajo para mí. No me dejo llevar por nadie que me diga lo que tengo que hacer o por alguna influencia de un mercado determinado. Me gustan mucho las series y siempre estoy calculando los conceptos que quiero llevar y recordando lo que he hecho antes para no perder mi identidad pero intentando siempre hacer algo nuevo. Eso pensando en mí y también en el mismo proceso evolutivo de la obra. Hay un proceso en el que ella me va diciendo por dónde va y cuándo ya está lista. Es un diálogo. Se sufre y se divierte uno en este proceso. No siempre sale todo perfecto, a veces no logras lo que querías y tienes que dejarlo hasta que tengas una solución que te satisfaga. Es un momento muy fuerte pero es placentero cuando lo logras.

¿Cuál escoges: oficio o inspiración?

El oficio se va logrando con el trabajo, creo en eso, en la medida que uno trabaja, trabaja y trabaja va creando el oficio y la inspiración nace de esa ansiedad y la necesidad de crear. Mientras más oficio tengas mejor preparado estás para cuando llegue la inspiración.

¿Cómo te llevas con el mercado del arte?

El mercado realmente para mí no existe. El mercado del arte para con mi trabajo todavía no lo he conocido.

¿Lo quisieras?

Hace falta. Claro que hace falta, pero pintar cien cuadros y vender uno no creo que eso sea mercado. Los trabajos que hago de ambientación con instituciones como el Fondo de Bienes Culturales u otras instituciones tampoco pueden considerarse mercado.

¿Por qué la abstracción?

Te decía al principio que yo empecé pintando mucho clásico, mucho academicismo, pero en algún punto me sentí limitado, la abstracción es más libre aunque para mí es difícil. Me atrae mucho el riesgo de investigar y experimentar sobre una idea. Yo pinto en serie y me divierto más cuando trabajo dos series en diferentes gamas, porque a veces me saturo de una obra. La composición es muy importante para mí y la abstracción me brinda opciones que no siento en otros estilos.

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