Caimán Barbudo
Convocatoria al Premio de PoesÃa Bladimir Zamora in Memoriam
Con el objetivo de rendir homenaje a Bladimir Zamora, destacado periodista y poeta, la revista El Caimán Barbudo, la Asociación Hermanos SaÃz y la Casa Editora Abril convocan al Premio de PoesÃa Bladimir Zamora In Memoriam. Se concursará con un puñado de poemas inéditos y escritos en español sobre tema libre y dentro de cualquier estructura poética. Podrá competir cualquier escritor interesado, residente en Cuba y sin restricción de edad.
Cada autor podrá enviar solamente un cuaderno de hasta diez cuartillas. Los trabajos deberán ser presentados bajo seudónimo y exclusivamente por vÃa electrónica bajo el asunto Premio Bladimir Zamora, a través del correo electrónico: caimanbarbudomagazine@gmail.com
De modo adjunto, se enviarán dos documentos Word. Uno titulado: ficha_seudónimo, que deberá contener Seudónimo, TÃtulo del conjunto de poemas y una ficha con los siguientes datos personales: nombre completo, carné o documento de identidad, correo electrónico, nacionalidad, dirección donde reside, teléfono fijo y/o móvil y un breve resumen curricular (con no más de cinco lÃneas).
El segundo documento se denominará: tÃtulo del conjunto de poemas_seudónimo y contendrá el texto presentado en fuente Arial, a 12 puntos y 1.5 de interlineado. La extensión de los cuadernos puede ser de hasta diez cuartillas. La convocatoria queda abierta desde que estas bases se den a conocer en las redes sociales y página web de la revista hasta la fecha de cierre estipulada: 31 de octubre de 2022 a las 12 M.
Se premiará la calidad poética y la originalidad de la propuesta. A dicho efecto, se conformará un Jurado con tres prestigiosas figuras del mundo de la poesÃa para evaluar las obras concursantes. Se otorgará un Premio Único consistente en 3000 CUP y publicación en la revista El Caimán Barbudo.
El Jurado podrá decidir una Mención y hasta 5 Finalistas, que no obtendrán premios en metálico, pero sà quedarán sujetos para su publicación exclusiva en la revista.
El cierre de la presente convocatoria será el 31 de octubre de 2022 y el fallo del jurado se hará público en el acto de premiación a realizarse en la segunda quincena de noviembre de 2022. No se considerarán recibidos aquellos cuadernos que no estén acompañados de la ficha con los datos personales. Se descalificarán los trabajos que no cumplan con las normas estipuladas en las bases, o porque se detecte su publicación en fecha anterior o mientras esté vigente la presente convocatoria.
No pueden participar los miembros en plantilla de la revista El Caimán Barbudo ni de otro plantel de la Casa Editora Abril. Todas las situaciones que no estén consideradas en la presente convocatoria serán resueltas por el jurado, cuyo fallo será inapelable.
AHS no es una sigla tranquila
«Será indispensable el complemento de la labor apasionada de todos los miembros, quienes no pocas veces, en mi opinión, todavÃa no claman con igual fuerza por sus deberes, como lo hacen por sus derechosâ€
Preguntarse qué es la Asociación Hermanos SaÃz, a poco más de tres años de fundada, puede parecer, cuando menos, una broma pesada, si sale de boca de un joven creador cubano. Sin embargo, todavÃa en el plenario del Consejo Nacional de la agrupación a finales de 1989, alguien se alzó con la interrogante. Vale la pena, entonces, reflexionar sobre la intención y la extensión del trabajo desempeñado por ella en los últimos tiempos, para aproximarse a una idea de su peso dentro de nuestro contexto cultural.
Quienes tengan la posibilidad de transitar con frecuencia por las múltiples ciudades del paÃs — si se interesan por ello — habrán podido comprobar que en proporción directa con su potencialidad artÃstica, la AHS es una fuerza visible, aunque no siempre libre de dificultades para proyectar su labor. Las dificultades pueden ser idénticas a las del resto de los creadores y también generadas por las caracterÃsticas particulares de la obra de los jóvenes.
En cualquier caso, aunque todavÃa la Asociación está lejos de una perfecta intercomunicación entre sus miembros, cada vez que la instancia nacional ha tenido noticias de estas situaciones en algún punto del paÃs, ha tratado de contribuir a la solución, por las vÃas y medios a su alcance, los cuales no en todos los caso han resultado suficientes.
Aun cuando la atención a los asuntos capitalinos de la AHS absorbe gran tiempo a su Ejecutivo Nacional, se ha observado en él un creciente acercamiento a las demás provincias, motivado no sólo por la obligación de acudir en momentos crÃticos, sino por la dinámica cotidiana del plan de trabajo emprendido por esta agrupación, en el que se contemplan, en general, a todos los territorios del paÃs, para la realización de festivales y encuentros. Distribuidos en cada sitio, casi siempre a partir del probado desarrollo de alguna especialidad artÃstica en el lugar; y algunas otras veces en ciudades en las cuales el solo hecho de convocar una cita de creadores de todo el paÃs, ayuda a incentivar el trabajo futuro.
Otra preocupación muy laudable de la dirección nacional de la AHS, a mi juicio, es su preocupación por trazar sus lÃneas de trabajo futuro a partir del conocimiento de las aspiraciones que los asociados tienen.
Se trata de erradicar asà la tendencia de imponer o sugerir lo que estos deben hacer e implantar la norma de servir como polea de transmisión y apoyo de los proyectos surgidos en la base (léase los asociados, con iniciativas de una o varias personas, para ser acometidas de la manera que estos estimen).
Naturalmente, para que este empeño fructifique de modo cabal deben perfeccionarse los mecanismos de intercomunicación entre las diferentes instancias de la Asociación. Lo cual no se verificará sólo con la gestión itinerante del Ejecutivo Nacional, sino con la sostenida trasmisión de abajo hacia arriba iniciada en los municipios, seguida en las provincias, para culminar en un alto flujo de iniciativas que le llegue a la instancia superior, como la mayor evidencia de que la AHS cobra su amplia y sintética imagen, a partir de innumerables motivaciones particulares.
En sus inicios, el intercambio con otras instituciones culturales no pasaba, creo yo, del gentil protocolo; pero en la medida en que la AHS ha probado su responsabilidad para enarbolar sus propios puntos de vista, estos han sido cada vez más tomados en cuenta. En ello ha tenido que ver la amplia perspectiva de la Asociación frente a la realidad cultural cubana en general. Sea en sus reuniones de trabajo o en las actividades propiamente artÃsticas que organiza, el empeño esencial no se restringe a la parcela de los jóvenes, ni se gastan en la discusión bizantina de si los viejos no y nosotros sÃ, sino que la resultante fundamental es la búsqueda del cómo actuar dentro del universo de creadores del paÃs, con el cual se siente la AHS responsabilizada, en calidad de continuadora de un largo proceso que tiene sus raÃces en el perÃodo de génesis de la nacionalidad cubana.
Esta reflexión comenzó con una interrogante, con un tufo a broma pesada, dije, y se me ocurre continuar con otra mucho más seria, reiterada con no poca frecuencia entre los asociados: ¿Qué le da la AHS a sus miembros? Supongo que cuando esta surge es porque muchos de quienes la integran, sienten la carencia de muchas cosas, cuya obtención, a su juicio, debe venir por los cauces de la Asociación. SerÃa improbable saber de momento cuántas y cuáles son estas cosas, pero una de las más socorridas es la petición de que la AHS los represente debidamente ante el resto de las instituciones culturales y de la sociedad. En mi opinión, pecarÃa de injusto quien negara que ella los representa ya en varias circunstancias, en las cuales, sin participación de la AHS, serÃa muy difÃcil que los jóvenes artistas pudieran ocupar determinados espacios. Pero también es cierto que, con independencia del interés sostenido por la Asociación por lograr para sus miembros el más justo reconocimiento social e institucional, esto varias veces no puede acometerse hasta las últimas consecuencias, porque la AHS opera mayormente con su autoridad moral — en virtud del prestigio de gran parte de sus miembros — , pero no puede enfrentar su trabajo con plena autoridad legal, porque actualmente no está reconocida jurÃdicamente como muchas otras asociaciones. Por tanto, para proyectar sus intereses tiene que recurrir, en última instancia, a la UJC y al Ministerio de Cultura, quienes incluso le asignan anualmente, de sus respectivos presupuestos, determinada cuota para el desempeño de su trabajo.
El pleno status legal de la Asociación Hermanos SaÃz es lógico, a mi juicio, y ha de entenderse como una consecuencia coherente con el desarrollo que ella ha evidenciado hasta este momento, el cual se podrÃa superar positivamente con más rapidez, si pudiera contar en un futuro breve con efectiva operatividad autónoma. Es previsible el logro de tal condición, porque la madurez de la labor de la AHS, traducida en expresiones artÃsticas concretas, ha sido observada con beneplácito por la dirección de la Unión de Jóvenes Comunistas, quien ha expresado su voluntad de ayudar a que la AHS obtenga su personalidad legal como asociación, en consecuencia con la manifiesta disposición de sus miembros de responder a la polÃtica cultural de nuestro Partido, asà como por su natural complacencia por ser uno de los sectores de la juventud cubana al amparo de la tutela ideológica de la UJC.
Para cuando ocurra la óptima categorización legal de la AHS, muchos de sus miembros tendrán que acentuar su sentido de pertenencia de la Asociación, porque si bien es elocuente la incomodidad por tener que resolver nuestros asuntos mediante intermediarios, también es cierta la costumbre en muchos de nosotros, de pedir a otros la viabilización de las inquietudes propias. Entonces tendrÃamos la necesidad de enfrentarnos a plena capacidad a nuestros asuntos, para lo cual no bastarÃa el trabajo de los mejores ejecutivos a los diferentes niveles. Será indispensable el complemento de la labor apasionada de todos los miembros, quienes no pocas veces, en mi opinión, todavÃa no claman con igual fuerza por sus deberes, como lo hacen por sus derechos.
*Texto publicado originalmente en la edición 266 de El Caimán Barbudo, 20 de enero de 1990.