Maria del Carmen Tamayo Asef
Convergencia no casual, concomitancia memorable: José Villa Soberón y Gabriel Cisneros
A propósito de la recién inaugurada exposición Convergencia, en la GalerÃa René Valdés Cedeño del Sistema Caguayo en Santiago de Cuba, se han querido comentar algunos elementos puntuales de sus protagonistas: José Villa Soberón, Premio Nacional de Artes Plásticas 2008, y el joven escultor Gabriel Cisneros Báez, además de los detalles concernientes a la muestra que será exhibida hasta el venidero mes de marzo y que forma parte de las acciones de la 34 Bienal de Artes Plásticas que este año tiene como sede a la caribeña provincia.
Al hablar de convergencias podrÃa parecer que el tema principal está dictado por la casualidad. Ciertamente, en la vida lo imprevisto a menudo resulta en afortunados efectos. No obstante, para esta circunstancia poco ha tenido que ver el azar. La ocasión a la cual se hace referencia es una concomitancia memorable. Dos grandes artistas han sido convidados para, en semejante despliegue hacia Santiago de Cuba, permitir el deleite de una expresión artÃstica que ha padecido mucho, pero sobrevive y con nutrida salud: la escultura.
Los artistas José Ramón Villa Soberón y Gabriel Cisneros Báez concurren a este encuentro para compartir sus creaciones de los últimos años de trabajo. En ellos el medio ha encontrado fieles defensores. Constituyen dos escultores natos, que aún siendo de distintas generaciones persiguen el mismo objetivo: enaltecer la manifestación.
Son dos apasionados de esta arista que durante un largo perÃodo los especialistas llamaron la “Cenicienta de las artes cubanasâ€. De este debate me atrevo a agregar, aún le queda mucho camino por recorrer a la expresión en la consecución de un momento de esplendor, sin embargo, el crecimiento es innegable. Sobresale el hecho de que en las últimas décadas se ha expandido a diversos soportes, variantes y posee mayores espacios de visibilización, no como objeto agregado a otras manifestaciones, sino como entidad viva.
De la unión de Villa y Cisneros muchos subtemas pudieran desmontarse. Entre ellos emerge el diálogo constante entre el maestro y el alumno, el mentor y su discÃpulo, una trama recurrente en el ámbito de las artes.
Se habla de Villa Soberón, uno de los escultores más importantes del arte cubano, sin temor a espesar demasiado las palabras. Por alrededor de cincuenta años ha creado obras para comunidades de todo el mundo. A través de sus piezas, el artista vuelve a concebir la escultura cÃvica y ambiental plasmando formas abstractas que realiza paralelamente a sus creaciones figurativas de carácter más histórico y conmemorativo.
Por otro lado, se encuentra Cisneros, un joven con una carrera en ascenso. Con mucho empeño se ha colocado en espacios certeros de la promoción de las artes de la isla y goza de no poco reconocimiento nacional e internacional. Su inquietante búsqueda le ha permitido hallar una fórmula exitosa para que convivan en sus piezas la figuración más academicista con una incisiva reflexión que le hace afianzar sus basamentos y significados conceptuales.
En esta muestra las obras de ambos artÃfices distan en semejanzas formales y estilÃsticas. Representan la otredad que les caracteriza. No obstante, en ella se adhieren imágenes de algunas de sus piezas figurativas que han realizado conjuntamente en los últimos años, entre las que se encuentran la escultura a Alicia Alonso, Enriqueta Favez, Dante Alighieri y Eusebio Leal, recientemente develado.
Es importante resaltar que esta exposición tuvo su antecedente en el ámbito capitalino donde bajo el tÃtulo de En la misma cuerda, ambos artistas establecieron una retroalimentación armónica. En Convergencia, una vez más, Villa seduce con sus volúmenes. Las texturas, las soluciones estéticas son extraordinarias. Sus obras Arpa, CÃclope, Rueda y Pensador del 2020 son alusiones corpóreas de elementos reales tratados como metáforas. Vigor, vivacidad, excelencia, belleza y gracia son algunos de los calificativos que pudieran describir las mismas.
Por otro lado, Cisneros acude con la reflexión. Las piezas El Salto, Zib y Cabezas de esfinge I y II subrayan que con recto juicio ejecuta la escultura. La gracia del artista es palpable. De Cisneros se puede decir como Vasari de Miguel Ãngel, “Por arte de mano y de ingenio hace disfrutar de soberbias representacionesâ€.
 Esta ocasión remarca una vez más la intención del Sistema Caguayo de contribuir al desarrollo de la escultura cubana y el impulso de sus quijotes. La GalerÃa René Valdés acoge este proyecto que hoy finalmente se concreta y será posesión del público cubano. Convergencia de Villa y Cisneros, dos grandes del arte de estos tiempos.
Adalberto en la memoria de Lescay: «Llevó siempre en sà la esencia del son y vivió para defenderlo»
«Otra triste pérdida para la nación cubana. Un hijo ilustre parte. Ese hombre que ha sido pieza elemental en la configuración del ser cubano dice adiós a su pueblo: El maestro Adalberto Ãlvarez Zayas, compositor, arreglista, pianista y director de orquesta, ganador del Premio Nacional de Música en 2008, ha fallecido.
«La isla pierde a uno de sus más grandes músicos: El Caballero del son. El dolor es muy grande, la música popular cubana se despide de uno de sus más genuinos exponentes y el pueblo a uno de los artistas más queridos y respetados.
«Tras conocer la noticia, muy grande ha sido el dolor de Alberto Lescay Merencio, quien lo conoció desde edades tempranas en la Escuela Nacional de Arte (ENA). Lescay ha dedicado estas palabras para rememorar importantes momentos de la amistad que compartiera con el querido artista.»
La Escuela Nacional de Arte (ENA) es un hecho que está en el centro de la cultura cubana revolucionaria. Posibilitó la inserción, por su concepción, de talentos de todas partes del paÃs muy bien seleccionados, durante un proceso muy profesional y de mucha exigencia.
Fue definitorio para dotar a los jóvenes de herramientas que hicieran afianzar sus habilidades. Eso funcionó muy bien tanto para la música como para las artes visuales, como para las artes escénicas. Yo tuve la suerte y el honor de haber vivido parte de esa experiencia.
«Una de las cosas más interesantes que se vivÃan y se aprendÃan allà fue que la cultura era algo muy grande y que el artista también era algo muy grande. El hecho de interactuar con diferentes especialidades, un escultor con un violinista, o con un fagotista, que era la especialidad de Adalberto, tener la posibilidad de convivir en diferentes espacios, fue algo especial.
«Compartimos mucho tiempo. Allà nos hicimos amigos. Recuerdo nuestro uniforme carmelita, que Adalberto siempre llevaba muy bien planchado. Fue un hombre impecable y muy conversador. Coincidimos en el aula con Alina Neira, la magnÃfica chelista cubana que era muy bella y era imaginariamente como la novia de todos, la reina del aula, hasta que apareció Frank Fernández y nos la robó. Se enamoró de ella y se convirtió en su esposo. Hasta el amor se cultivaba en un lugar como ese. Allà también, en esa aula, tenÃamos a Ele Valdés, nuestra genial vocalista, asà como otras figuras como JoaquÃn Betancourt.
«Recuerdo a Adalberto como un innovador, un transgresor. Fue un hombre que logró con su talento y su inteligencia insertar al son en ese espacio, en un momento en que no se podÃa hablar de eso. El criterio era que la música popular era otra cosa. El concibió que la música cubana tenÃa que estar también dentro de los estudios de la ENA y no solo con palabras sino con hechos.
«Organizó grandes eventos con sus amigos, entre los que se encontraban José Luis Cortés (El Tosco) y JoaquÃn Betancourt. Introdujeron una orquesta tÃpica. Adalberto fue capaz de llevar a las grandes orquestas soneras a la ENA y nos hizo bailar a todos en los diversos salones. O sea, que la vocación de Adalberto hacia el son siempre estuvo presente. Su entrega absoluta a lo que él consideraba uno de los horcones
fundamentales de la cultura cubana, que era la música y, especÃficamente, el son, lo acompañó perennemente y lo defendió hasta sus últimos momentos. Luego el vino para Santiago de Cuba, porque él sabÃa que aquà habÃa un ambiente esencial para cultivar el verdadero son y es cuando se funda Son 14, la legendaria orquesta. Allà tuvo su punto de partida.«Por alguna razón hubo un grupo de amigos que tenÃamos una gran empatÃa. Éramos una especie de clan y ambos formábamos parte de ese grupo. TenÃamos un juego entre nosotros donde nos disputábamos el saludo. Era algo muy simpático, a veces uno se escondÃa para sorprender al otro y decirle no me saludaste hoy, de ahà surgió una frase “estás cogidoâ€. Eso empezó muy sencillo y terminó siendo una cacerÃa entre los amigos casi diariamente. Era un juego muy lindo.
«Adalberto me hizo bailar la última vez que vino a Santiago de Cuba en el anfiteatro Mariana Grajales. Allà me volvió a sorprender, cuando me vio me dijo «¡Estás cogido!», cómo me decÃa siempre cuando éramos estudiantes y luego cuando él estaba en el escenario cantando yo también lo sorprendà a él, lo hice reÃr. No olvidaré nunca su sonrisa aquel dÃa. Como tampoco olvidaré el dolor en las rodillas que me provocó estar toda la noche bailando y que me duró mucho tiempo.
«A Adalberto la única vez que lo vi verdaderamente incómodo fue cuando de una manera abrupta se decidió que se suspendieran los Festivales del Son. Hasta lloró, sufrió mucho aquello. CreÃa, como muchos, pero él sobre todo, que el son es esencia de lo cubano. Él estaba convencido de que uno de los pocos pueblos del mundo que baila y canta su música es Cuba y que el eje estructurado de esa necesidad de cantar y bailar nuestra música es garantizado por el son que ha dado lugar a otros subgéneros. Por eso, alguien le llamó “El Caballero del sonâ€, porque era su vida .
«La última vez que hablé con Adalberto fue por teléfono, el dÃa del cumpleaños de Frank Fernández. Frank me dijo: «Espérate que hay alguien que te quiere saludar», y cuando me lo puso al teléfono me dijo: «¡Estás cogido!» Era una amistad muy linda. Ahora sà estoy cogido de verdad, porque se me fue un hermano. Adalberto era el son. Era muy noble y consagrado.
«Dedicó toda su vida a defender ese pedazo tan importante de nuestra identidad. No podrá olvidarse nunca su música y su trabajo. Y tenemos que trabajar mucho para que nunca se olvide».
Fractura contra los espejismos del arte (+Obras y tuits)
Hace alrededor de medio milenio el arte adquirió un carácter comercializable. La idea de tener un “objeto†con caracterÃsticas especiales seducÃa a muchos en el afán de alcanzar determinado poder. Resulta aún, hoy dÃa, usual dilema el hecho de que algo que no posee valor de uso constituya una pieza fundamental del canjeo y las relaciones comerciales.
Indiscutiblemente, con el paso del tiempo los procesos inherentes al mundo del arte se han visto permeados de una mayor complejidad. Para el teórico estadounidense Arthur Danto, “estamos en una etapa prehistórica, en la que todo es susceptible de ser arteâ€, aseveración que se ve sustentada en “la teorÃa del problema de los Indiscerniblesâ€.
El mercado del arte es un ámbito esencial a explorar a la hora de abordar el desarrollo del hecho artÃstico. Su análisis se ha convertido en una necesidad imperante para contribuir a dilucidar una parte importante del entramado que compone lo que se ha catalogado como “el mundo del arteâ€. Este último constituye un elemento fundamental dentro de lo que el filósofo George Dickie ha calificado como la TeorÃa Institucional del Arte. En esta ocasión resulta fundamental reconocer esas estructuras que forman parte de la teorÃa, debido a la incursión del Proyecto Fractura en un centro donde una de las premisas esenciales es realizar la comercialización del producto artÃstico.
Fractura nos presenta su visión acerca del “conflicto†y nos vuelca en determinados cuestionamientos: ¿Qué es el mercado?, ¿qué representa para el ámbito cubano y santiaguero en particular?, ¿qué representa para ellos como creadores? y ¿qué tipo de mercado o comercialización se lleva a cabo en este contexto? Realmente son muchas las interrogantes que pueden asistir a esta muestra. Â
Con todo, resulta difÃcil desentrañar la delgada pared que separa lo que se debe hacer de lo que se hace realmente. Parece que todo está escrito sobre determinado proceso o fenómeno, pero continuamente queda lugar para la incertidumbre, para las brechas donde suceden cosas inusuales y opuestas a las que están preestablecidas, lo cual nos acerca a la idea de que no todo funciona como se enuncia. Cabe decir que “el mercado del arte†o las relaciones comerciales que se establecen en Santiago de Cuba, que no constituye un escenario diferente al del resto de las provincias –fuera de la capital–, deja mucho que decir en cuanto a las maneras de llevar a cabo este complejo proceso. Más, no es intención primada de esta exposición debatir los desempeños de instituciones culturales y sà en llegar a puntos más incisivos que afectan la matriz de todo hecho artÃstico, desde la esencia del propio arte que inicia en el creador y su tiempo.
Entonces, resulta evidente que la cuestión primordial que da luz a esta muestra es ¿qué representa el mercado para los creadores y cómo los influye en el proceso creativo? Frank Lahera, Carlos Gil y Yuri Seoane han tejido una red de significados. Construyen su universo simbólico aludiendo a las prácticas que se suscitan alrededor de este tema. Es una muestra plural como ya acostumbran a legar los jóvenes artÃfices. La preocupación de los autores acerca de la frialdad con que puede ser visto este tópico los induce hacia un viaje convulso en aguas turbulentas.
Esta exhibición, que no es para nada frÃvola o alejada de la realidad, es un espacio vivo; Las raÃces de un árbol no proyectan sombras, un tÃtulo que demarca lo que acontece desde lo más profundo hasta su calada en el hoy y el ahora. Incluso se lanza más allá pues traspasa los lÃmites de la galerÃa para representar la inquietante situación que identifica las actuales circunstancias y que los afecta directamente porque son entes sociales.
Como enlace de lo múltiple, el grupo ha mezclado diversos soportes. Es una especie de juego para invitar a repensar la idea que permea y afecta al mundo del arte y a sus creadores. Lahera resulta bastante explÃcito en sus producciones audiovisuales y las calza coherentemente con fotografÃas de la serie “Tin marÃnâ€. El contraste soberbio de fondos muy oscuros con las figuras humanas desbordadas por sÃmbolos materiales predispone al espectador a la hora de abordar la trama. Al plasmar detalles del cuerpo construye una atmósfera que exige sumergirse y empaparse con el entorno, cuestión que enriquece además con instalaciones un tanto atrevidas que sugieren sÃmbolos más globales del ámbito artÃstico. Â
Por su parte, Seoane nos vuelca hacia lo más Ãntimo. Pondera lo individual sin abandonar ese mensaje de calado universal. Con su serie instalativa “Confort†cuestiona la falta de valentÃa del ser humano que se construye sus propias jaulas, que no permiten la evolución del pensamiento. Hace un llamado a no conformarse, a lanzarse y correr riesgos que valen la pena para descubrir la verdadera esencia de cada uno. Es una ramificación de la metáfora que se deslinda del mercado. Es luchar contra lo convencional. Ratifica una y otra vez que lo habitual no es sinónimo de propicio. El mercado es una burbuja, una construcción mundana que puede traer beneficios aparentes y al mismo tiempo significar el fin de la creación.
Asimismo, Carlos Gil, en este caso, da la nota de conexión con el pasado, que se transfiere en determinados elementos alegóricos que más que sustantivos u objetos son acciones verbales en función. Concreta la representación del vestigio de las consecuencias, es la paráfrasis del desgaste vaticinado por los ancestros que conviven con él en sus ideales y que ha querido incorporar a través del pelo. El cabello humano es una especie de documentación simbólica que consolida la premisa de la impermanencia y es plasmada en la serie “Arrastreâ€, aunque debe aclararse que también es análogo a las actividades que acontecen en el presente.
No obstante, también utiliza otros medios para lograr meditar acerca de esos conflictos internos que afectan la evolución del ser. Es una mirada más que reflexiva, que se consuma como abordaje de fenómenos vigentes. Las imágenes que registra van hilando dimensiones de la diversidad de forma orgánica. Gil es un provocador nato. Sintetiza lo antropológico y las instalaciones y videos performances que vigorizan la muestra con un matiz corrosivo que ha caracterizado siempre su trayectoria y que hoy resume con naturalidad.
El Proyecto Fractura una vez más se encuentra de pie ante la avalancha de la apariencia. Este grupo no promueve espejismos absurdos, sino que lucha contra ellos. Recordemos que como dicta su manifiesto, Fractura “es hacer arte, vivir para el arte y no vivir del arteâ€.  Â
Un santiaguero en el Salón de Arte Contemporáneo Post-it
Con regocijo para los santiagueros llegó la noticia de que Alejandro Lescay Hierrezuelo ha sido seleccionado en el Salón Post-it 7. Arte Cubano Contemporáneo. Este evento tiene como principal fin otorgar protagonismo a los artistas que, con corta edad, sobresalen por su creatividad y talento. De manera que, se ha convertido en una plataforma para lo múltiple y lo heterogéneo dentro del panorama de las artes visuales contemporáneas cubanas.
Este suceso promulga una ganancia por partida doble para la ciudad. Primeramente, el satisfactorio resultado personal de quién ha sido formado en el seno de esta urbe. Alejandro Lescay, graduado de la Academia Profesional de Arte José JoaquÃn Tejada, ya posee numerosos reconocimientos tanto en su provincia como en la esfera cultural nacional. Con una activa labor creativa también se ha insertado en el circuito internacional del arte contemporáneo. Su participación en exposiciones como «Identity & difference. Utopia Horizons. Contemporary Cuban Art In Venice» (2019), demuestran que su trabajo transita por un camino ascendente lo cual es fruto de su incansable empeño y talento.
Por otra parte, esta novedad tributa directamente al sistema de experiencias artÃsticas que componen la “institución arte†en la ciudad. Los salones, desde su surgimiento en el siglo XVIII, han contribuido a enaltecer el trabajo de los artistas. La dramaturgia ejercida en tales ambientes ha sido crÃtica en la valorización de los creadores y su establecimiento en el mercado. Además, han asistido a una construcción diacrónica de una tradición visual propia de la cultura occidental. Hablar de los salones es intervenir en el núcleo mismo de la historia del arte.
En Cuba, la realización de estos concursos ha contribuido al desarrollo de la esfera cultural en sus diversas etapas. Poseen la función de aquilatadores del buen arte. En esta lÃnea, el Salón Post-it desde el año 2014 se ha presentado como una iniciativa que el sistema de galerÃas del Fondo Cubano de Bienes Culturales, particularmente la galerÃa Galiano, ha expandido a un nuevo horizonte dentro del conjunto de acciones para promocionar la actividad cultural en el paÃs.
Este es un proyecto que sugiere impulsar lo más actual de la creación artÃstica cubana sin exclusión de tipologÃas discursivas. Tras seis entregas ha logrado legitimarse a nivel de paÃs. Se coloca en una posición de avanzada y la experiencia demuestra que como todo evento institucional de elevada calidad, el haber sido seleccionado para la muestra final de este concurso, se convierte en carta de presentación para los noveles artistas.
No obstante, estas cualidades, que solo suman garantÃas para los creadores, no han sido tan bien aprovechadas por los naturales de Santiago de Cuba. En las pasadas entregas solo se ha contado con la participación del artista Juan Salazar Salas, joven promesa, tristemente abrazada por una muerte precoz, quien participara en la primera entrega del Salón en 2014. Con una obra prominente de la serie «Contracorriente S/T» (2014) colocó bien en alto al grabado santiaguero.              Â
Esta vez, Alejandro Lescay, inconforme ante la pasividad y ávido de explorar nuevos espacios ha hecho posible que hoy su ciudad natal cuente con la representación certera en un concurso que crece constantemente. Con su obra «La espera» (2020) propugna nuevos códigos para la visualidad contemporánea cubana.
Solo queda esperar con ansias la muestra final y por supuesto los resultados del evento que ya llena de regocijo a Santiago de Cuba en el 505 aniversario de su fundación. El joven creador evidencia que la ciudad cuenta con buen arte y jóvenes artÃfices dispuestos a defenderlo.