Arturo Delgado Pruna


El temor a la muerte justifica la literatura de terror

Él podría estar cursando el doctorado en Monstruología en la Universidad de Miskatonic, pero ese tiempo lo ha empleado en escribir novelas, bestiarios, cuentos, crítica de arte…

Sin embargo, Maikel José Rodríguez Calviño nunca pensó en dedicarse a tal oficio hasta que, leyendo la novela Alexandra Alpha, decidió encontrar su propia solución al enigma que planteaba la existencia de una caja con huecos de cristal para ver lo que había dentro, pero no se explicaba qué. “Me hice la pregunta y escribí mi primer cuento, La ventana de cristal”, dice con una sonrisa de chiquillo.

Muchas otras historias de terror y misterio han llegado después en los volúmenes Puertas de papel, Los enigmas de la rosa de marfil, Fantasmacromía, El extraño crujir de las cosas mal dormidas, Monstruos. Pequeño inventario, Días de ángel y Laberinto de papel.

No hay duda de la calidad de los textos de Maikel, pero sus múltiples premios se deben, más que todo, al temor de los jurados a ser perseguidos por los seres truculentos que el escritor manipula a su antojo.  Del terror y otros demonios hablaremos a continuación.

¿La literatura de terror es atrayente?

Como el ser humano posiblemente no responda nunca esa gran interrogante, ¿qué es la muerte?, le va a temer siempre y una forma de reflejar esos miedos, de reflexionar sobre esos miedos es a través de la literatura de terror, porque no conocemos la esencia de la muerte. Eso es lo que justifica la literatura de terror. Nos atrae porque necesitamos el miedo para sobrevivir, porque tampoco conocemos la esencia de la vida.

¿Sobrevivimos mejor si leemos libros de terror?

Lo mejor que tiene la literatura de terror no es que nos dice que los monstruos existen, es que nos dice que existen y pueden ser superados, pueden ser combatidos. Uno busca soluciones en la literatura y yo creo que la literatura de terror ayuda a superar problemas, dudas, miedos y a aprender a lidiar con ellos. Entonces, esa literatura nos ayuda a vencer el miedo. Son los padres quienes creen que sus hijos viven en burbujas de cristal y les agencian literatura centrada en la infancia que creen que tienen.

Una cosa es lidiar con el miedo literario y otra, combatir el real.

En Colombia estuve en un colegio donde los profesores se asombraban de que yo escribiera literatura de terror. Y yo le decía al director, ¿cómo usted se asombra de que yo escriba literatura de terror si aquí se acaba de suicidar un alumno porque otros niños se estaban burlando de él? ¿Qué puede ser más horrible que un niño se quite la vida? ¿Cómo ustedes se asombran del impacto que provoca mi literatura si ustedes tienen el horror aquí?

¿Qué libros y autores cubanos relacionados con el tema recomiendas?

En Cuba no hay una tradición, pero sí hay determinados autores. Cuando escarbas por aquí y por allá, encuentras a Eliseo Diego, que tiene cuentos que son góticos, como el de un hombre que tiene un patio lleno de escaleras que no conducen a ninguna parte y un día baja una persona.

En Mitología cubana, de Samuel Feijóo, hay un capítulo que él llama “Mitología cubana del misterio y del horror”. Feijóo recopila un conjunto de mitos, de leyendas asociados con lo terrorífico. La mitología cubana es muy terrorífica: el güije, la madre de agua, la gritona, que es nuestra versión de la llorona.

Oscar Hurtado, del cual casi no se habla, escribió poesía de terror, de ciencia ficción. Daína Chaviano le hizo una compilación que se titula Los papeles de Valencia el mudo; es un gran antecedente de la literatura de terror, totalmente desconocido. Allí hay un relato sobre el vampirismo que es magistral.

Cuentos de guajiros para pasar la noche, de René Batista Moreno; Leyendas cubanas, una selección de Salvador Bueno; el Catauro de seres míticos y legendarios en Cuba; el Nuevo diccionario de mitología cubana.

Hay otros autores contemporáneos que se han ido acercando al género, como Yoss, con La voz del abismo. Hay autores más para niños que abordan lo terrorífico, lo fantástico en gran parte de su literatura, como Enrique Pérez Díaz con Monstruosi, Escuelita de los horrores… Malena Salazar Maciá tiene un conjunto de novelas para niños de las cuales se va a publicar una que tiene que ver con la mitología cubana del misterio y del horror. Habría que hacer una antología del cuento de terror.

Hay para escoger, pero los jóvenes prefieren una celebración foránea para festejar con el miedo.  

Siempre se arma chanchullo con Halloween, que si es una penetración. Mientras los jóvenes vean algo con lo que identificarse, cualquier cosa que a ellos les resulte atractivo, lo van a abrazar e incorporar. La cuestión está en por qué se identifican con eso y no con la mitología cubana. No lo hacen porque no les presentamos ese acervo cultural de la forma más atractiva e interesante posible.

Es seguro que tienes libros inéditos.

Gente Nueva publicará 100 preguntas sobre arte. La idea es presentar el arte a los jóvenes de la manera más divertida: ¿por qué en el arte griego los penes son tan pequeños? ¿Por qué Goya pintó dos majas? También hay cuadros terroríficos: La pesadilla, de Johann Heinrich Füssli; La isla de los muertos, de Bocklin…

Terminé una novela sobre vampiros, estilo europeo, que ocurre en Silvantrania, un país que ubico más allá de Transilvania. Cuentos de Boronilla está en proceso por la Editorial Oriente y la edición colombiana ya está lista.

Ediciones La Luz publicará un Bestiario cubano que tiene 75 monstruos mitológicos. Y dejé fuera. Nadie conoce a Opiyelguobirán, un perro con cabeza humana, era un cemí taíno; a Iguanaboína; a Caracaracol… Tal pareciera que Cuba no tiene prehistoria. Allí están las bases de la identidad nacional.

¿Eres un tipo divertido al que le encanta asustar?

Divertido, sí, pero respeto mucho los miedos ajenos. Lo terrorífico estimula la imaginación. Me gusta escribir libros que nos hagan pensar y que nos dejen llenos de preguntas y de dudas. Los mejores libros dejan más preguntas que respuestas.



Dos premios internacionales para estudiante del ISA

Cuando se dispuso a crear la pieza, buscaba ante todo experimentar con estructuras formales que había venido estudiando. Y lo hizo bien el espirituano Joel de Jesús Díaz Rodríguez, porque su Escena nocturna ha merecido par de premios internacionales: el tercer puesto en el certamen que convocó la Fundación Mons. Sante Montanaro, en la ciudad italiana de Bari; e igual posición en la competición organizada por la World Piano Teachers Association Argentina.

El joven cursa la carrera de Composición en la Universidad de las Artes (ISA). Con la misma fluidez con que pulsa las teclas del piano, describe brevemente la obra: “El comienzo es meditativo, luego se va animando hasta llegar a ser un tanto agresiva; después, de repente, vuelve a la calma inicial, con la cual concluye”. El jurado italiano supo captar la esencia cuando la eligió entre las casi treinta piezas que competían de cinco países.

Joel recuerda que en su hogar siempre había música clásica sonando en algún momento del día. A los 10 años se mudó con sus padres a una casa más grande, donde pasaba mucho tiempo solo con sus libros de música y el piano. “Fue ahí donde descubrí al compositor”, asegura.

¿Con tan poca edad pretendías componer?

Siempre quería encontrar cosas nuevas. Cuando estaba en nivel elemental, estudiaba piano en un aula donde había un estante lleno de libros de música. Me ponía a leer piezas de Shostakovich, Grechaninov, Aliabeiev, Kabalevski, Stravinski, Tchaikovsky… en vez de estudiar lo que me asignaban, que una vez que lo podía tocar me parecía aburridísimo.

Uno imita en primer lugar, luego se abre su propio camino. La curiosidad es lo más importante. En todo el transcurso de un estudiante de música desde el nivel elemental hasta el nivel superior, donde ya tiene la opción de elegir la Composición como especialidad, las veces que se le pide que haga una pieza de música son escasísimas. Esto es escandalosamente erróneo. ¿Qué mejor forma hay de desarrollarte como intérprete que creando para tu instrumento?

 Si no abundan en el nivel elemental estudiantes que muestren interés por la composición, ¿qué se puede hacer para encontrar talentos?

Lo que se debería hacer es instar a los estudiantes a que hagan su propia música desde edades tempranas, y no solo para descubrir estos talentos que mencionas, sino también como un mero ejercicio, como una tarea más de cualquier clase, sobre todo de las clases del instrumento. Hay niños que son más imaginativos que otros, pero todos son creativos en esencia. También hay algunos que tienen la necesidad de crear y de exteriorizar su creatividad a toda costa. Estos últimos son los compositores que no necesitan ser descubiertos.

¿Se le da más importancia a la interpretación que a la composición?

La realidad es que en las escuelas se nos muestra la interpretación como una cosa predefinida o estandarizada y completamente ajena a la composición-creación. No hay una verdadera búsqueda de la creatividad del estudiante-intérprete. Y si a eso se le suma que no te enseñan a que la música clásica forme parte de tu vida, y a amarla, y que en la gran mayoría de los casos esta nunca pasa de ser “la audición de la clase de Historia de la Música”, estamos ante un terrible escenario.

¿De qué manera se puede despertar la creatividad?

En el breve período en que trabajé en la escuela Ernesto Lecuona de Sancti Spíritus, a veces pedía a mis alumnos más pequeños, porque los más grandes ya tenían la creatividad atrofiada irremediablemente, que improvisaran algo al piano, que tocaran lo que quisieran, lo que primero les viniera a la mente. Era un experimento que me gustaba hacer. Algunos eran tímidos y tocaban par de teclas con el dedo índice para luego quedarse mirándome; otros más aventurados comenzaban a dar palmadas en el teclado (clusters) o tocaban sucesiones rápidas de notas, o glissandi, o utilizaban los pedales ruidosamente… Incluso a veces comenzaban a canturrear a la vez que tocaban. ¡Todo esto era tan interesante!

Es una pena que en las escuelas no se les diga: Eso que acabas de inventar puedes hacerlo tuyo, y escribirlo, y puedes hablar a través de lo que sea que inventes. En ese momento entenderían lo que la música puede significar para ellos.

Con un profesor así se aprende divirtiéndose.

A algunos, estos momentos de creación que yo les pedía los emocionaba y los divertía en gran manera. ¿Cuán interesante no sería que pudieran tocar sus propias creaciones en los exámenes? ¿Cuánto tiempo más no pasarían con el instrumento si la composición se volviera parte del estudio? En vez de que el profesor se vea forzado a decir: ¡Estudia 2, 4, 8 horas!

Por el divorcio entre creación e interpretación se forma en las mentes de los estudiantes esa imagen de la obra que estudian como un fósil y del compositor como un semidiós de dotes inalcanzables que existió en algún tiempo remoto. La falta de dinamismo aburre, cansa, desencanta, entorpece y frena el estudio de un instrumento y de la música.



La historieta se viste de verano

Con la muestra No tengo a Supermán, tengo a Elpidio Valdés surgió en Camagüey en 2010 el embrión de lo que hoy se conoce como Jornadas ArteCómic. Aquella exhibición buscaba traducir desde la apropiación de los recursos gráfico-narrativos de la historieta las interesantes complejidades estéticas y estilísticas que ese medio proporciona. No fue hasta 2014 que adquirió el formato que aún hoy conserva mediante la participación competitiva a través de una convocatoria para quienes residen en Cuba.

Las Jornadas ArteCómic se realizan en el mes de julio bajo el auspicio del Consejo de las Artes Plásticas de Camagüey. Este año se efectúan del 6 al 9 y, como es habitual, las actividades van más allá del salón porque incluyen además la exhibición de animados, películas, documentales, cosplay, torneos de videojuegos; así como talleres de creación, conferencias y charlas.

Alfredo Fuentes Fernández, principal organizador del certamen, aclara que aunque el evento siempre se ha dedicado a un país o zona cultural extranjera, esta vez no será así. En ediciones anteriores países como Japón, España, Bélgica, Francia, Italia y la región de Quebec ocuparon la atención; pero en igual medida, los dibujantes Juan Padrón y Orestes Suárez fueron homenajeados.

ArteCómic propicia el encuentro entre jóvenes creadores, por lo que puede afirmarse que es hoy el único evento de este tipo que los hace verse cara a cara para intercambiar experiencias en medio de disímiles actividades relacionadas con el noveno arte. Las provincias de La Habana, Sancti Spíritus, Pinar del Río, Matanzas, Villa Clara y Holguín son las que habitualmente están más representadas en cada encuentro.

Artistas consagrados como Ivette Ávila, Héctor Saroal, Arturo Palacios, Osvaldo Pestana (Montos), Alexander Izquierdo, Noel Cabrera, Irán Hernández Castillo, Ángel Velazco, entre otros, han impartido talleres de stop motion, guion, ilustración digital, diseño de arte…

Lo lógico sería que las presentaciones de libros fueran un momento distintivo de las Jornadas, pero la pobre producción editorial de historietas nacionales y el insuficiente interés de las editoriales —pese a las gestiones personales por tratar de comprometerlas— ensombrecen esa zona del evento.

ArteCómic propicia el intercambio creativo entre jóvenes de varias provincias. Foto Arturo Delgado Pruna/archivo

Entre las instituciones que acuden regularmente están la Vitrina de Valonia (que alberga en La Habana una variada muestra de cómics y revistas, tanto cubanas como extranjeras), los Estudios de animación Anima, de Holguín y Ediciones Luminaria (casa editorial de Sancti Spíritus que tiene una colección dedicada a la historieta).

Momentos de significación nostálgica para los veteranos y de curiosidad para los adolescentes son las exposiciones que muestran la envidiable colección de revistas Pionero, Muñequitos, ¡Aventuras!, Din Don, Historietas MC, Fantásticos de David Jaime Saladrigas Viamonte. Es todo un banquete visual que puede resultar la envidia de cualquier fanático de la historieta cubana.

Esperamos que dentro de unos días se puedan conocer en esta misma página los ganadores de la duodécima jornada de la joven narrativa gráfica.



Kpop a lo cubano

Como a menudo cantaba en la casa o en el coro de la escuela, sus padres estuvieron seguros de que esa era su vocación y la inscribieron en el Conservatorio de Guanabacoa Guillermo Tomás. “Siempre he sido una fanática de la música —confiesa Leyda de las Mercedes Bravo Benavides—; pero cerca de los 15 años fui completamente consciente de que quería especializarme en ella”.

Sin embargo, hubo un obstáculo. “En tercer año de nivel medio del Conservatorio se me ocurrió estudiar Musicología. Sin preparación ni nada me presenté al Instituto Superior de Arte por fagot, mi instrumento, que era lo que correspondía, y también por Musicología. El instrumento lo aprobé, pero no alcancé plazas; y en la Musicología ni siquiera pasé los primeros exámenes de Historia de la Música”.

Le tomó todo un año volver a presentarse. Durante el tiempo que estuvo preparándose para los exámenes hizo el servicio social como instrumentista en una banda. “No me gustó ese tipo de trabajo —dice con sinceridad Leyda—, me sentía estancada; todos los días, tocar lo mismo, estudiar lo mismo. Una rutina total y yo no soy nada rutinaria. Me gusta experimentar nuevas cosas”.

El ímpetu de sus 24 años le permitió conseguir la carrera, graduarse y alcanzar además el Premio Danilo Orozco al Mejor Trabajo Investigativo para los estudiantes de Musicología del ISA, titulado “Aproximación al consumo del Kpop por sectores de la juventud habanera (2018-2020)”.

Bastaría con buscarlo en Wikipedia, pero mejor explícales a los desconocedores qué es el Kpop.

Yo no estoy de acuerdo con la definición de Wikipedia sobre el Kpop. En mi opinión, el Kpop no es un género musical en sí, es una etiqueta que utiliza la industria de música popular surcoreana con el fin de recoger y agrupar a una serie de géneros musicales (pop, rock, R&B, dance, hip hop, trap, música electrónica, géneros latinos, entre otros) provenientes de influencias extranjeras.

No es un género musical, debido a que solamente el resultado musical no es suficiente para caracterizar y explicar el Kpop. Es necesario también tener en cuenta todos los elementos de vestuario, escenografía, marketing, coreografía, y otros, así como el manejo de la industria, de sus artistas y la cultura fan. Lo que vemos en pantalla, lo que llamamos Kpop, no es más que el resultado de la implementación de todos esos factores juntos.

Aseveras en tu investigación que en Latinoamérica el Kpop se asimiló en muchísimo menor tiempo que en el resto del mundo. ¿A qué se debe esto?

Es más una teoría que una razón verificada. Pero creo que tiene que ver con las sociedades latinoamericanas; todas tienen la capacidad de adaptase fácilmente a una nueva cultura. Son capaces de aceptarla y apropiarse de ella, no solo de lo bueno, también de lo malo. Somos una sociedad formada por la migración. Nuestro trasfondo histórico, el de la asimilación cultural, la transculturación y demás procesos que han sido explicados por personas mucho más sabias que yo, nos ha permitido poner a la cultura surcoreana dentro del grupo de culturas que conforman nuestras naciones.

Otra teoría también se basa en las migraciones coreanas que hubo hacia Latinoamérica después de que culminara la guerra de Corea en 1953. Existen asociaciones no gubernamentales de Corea del Sur que se encargan de los descendientes coreanos en los países latinoamericanos, incluida Cuba.

¿Qué hace tan popular al Kpop en Cuba?

Más que nada es una situación espiritual. Los jóvenes que participaron en las encuestas mencionaron su identificación con los jóvenes artistas del Kpop, en cuanto a las metas y sueños en su vida. Dejaron claro que gracias a la música tuvieron valor para explorar cosas nuevas, para seguir sus sueños. Muchos afirmaban que eran introvertidos antes de conocer el Kpop, y aunque no dejan de serlo, sienten que pertenecen a un grupo y van a ser aceptados. Creo que se pueden lograr muchas cosas cuando a un adolescente le das libertad para expresarse tal como es y lo escuchas.

¿Qué sueños tienen aquí sus seguidores?

Estos jóvenes, que son estudiantes y trabajadores, tienen sueños bastantes sencillos: graduarse, conocer más amigos, enamorarse, tener una carrera profesional exitosa, viajar a Corea, algunos para vivir, otros solamente quieren conocerla.

La industria musical surcoreana nos vende a sus artistas con una doble intención: los hace ver inalcanzables y perfectos; pero a la vez los hace ver como jóvenes normales con sueños de desarrollarse en la música y ser famosos. “Si él fue capaz de cumplir sus sueños, los fans también pueden”, ese es el mensaje subliminal que hace que no solamente se ame su música, sino también sus historias de vida, de superación, sus sueños cumplidos; que los admiren y los quieran imitar.

Dos grupos nacionales, Limitless y LTX, han participado en el Kpop World Festival. ¿Hay que ser agraciado físicamente para lograrlo o priman las aptitudes?

Según los requisitos que se piden para el concurso, los elementos físicos no son tan importantes. Creo que los anunciantes y patrocinadores del Kpop World Festival solo intentan comprobar cómo se ve el Kpop en el mundo a partir de estas actuaciones. Para participar hay dos categorías: la de canto y baile, y la de canto. Entonces, en dependencia de la categoría a la que se presenten, deben mostrar las aptitudes necesarias para ello.

¿Por qué hiciste la investigación sobre el Kpop?

Soy una fiel consumidora del género, aunque soy consciente del trabajo que realizan con nosotros las grandes industrias de la música. Para ellos la música es un producto; nosotros, los compradores y tienen que hacer que nos guste a toda costa. La carrera, aunque muy difícil, me dio pie a resolver curiosidades que tenía en cuanto a música, y, más que nada, a buscar los métodos investigativos necesarios para satisfacerlas.

¿Esperabas que tu investigación llegara tan lejos?

Mi mayor sorpresa no fue siquiera que el tema se haya convertido en una tesis. Cuando comencé el estudio, obviamente de una forma ingenua, no entendía las connotaciones políticas y culturales que tenía mi tema de investigación. Me faltaba aún mucho por leer y por estudiar. Lo entendí cuando en segundo año de la carrera, la Dra. María de los Ángeles Córdoba escogió tutorar mi tesis, para mi sorpresa. Ella fue quien me explicó y me adentró en el mundo de las industrias, las políticas y las guerras culturales.

Luego se realizó la convocatoria para el Premio Danilo Orozco a todos los estudiantes de Musicología y le pregunté a mi tutora si la tesis estaba preparada para participar. Ella me ayudó a convertir la investigación en un ensayo y así fue como la entregué.

Entonces te tomó por sorpresa el premio…

Sí, fue una sorpresa la premiación, sí lo fue, una grande y maravillosa. Fue el final perfecto para un año con muchos altibajos y muchos sueños cumplidos. Además, es la primera premiación que recibo por mi carrera, a solo pocos días de graduarme. Es un honor enorme abrir mi estante de premios con el Danilo Orozco.

¿Das por sentado que sumarás más galardones?

Espero que sí. Creo que mi carrera acaba de comenzar y tengo miles de proyectos y sueños que cumplir, así que sí, afirmo que obtendré más premios en su momento. Además, que se reconozca mi trabajo con esta entrevista, también es un premio.



Hablando con Gato… ¡perdón!, con Irán

Sí, dibujaba mucho cuando niño; pero las suyas eran composiciones diferentes porque incluía sets donde estaban cámaras filmando una escena de Parque Jurásico o de Tiburón. En esa etapa, a Irán Hernández Castillo lo apasionaba la historieta y la animación, mas su interés pareció cambiar una vez que ingresó en la Universidad de las Artes de La Habana para estudiar Dirección. El corto Molotov (2013) —con el que obtuvo Premio especial de la Escuela Internacional de Cine y TV, y Premio Caracol de la Uneac— es irreverente, como lo es hoy su historieta Hablando con Gato. Y volvemos al comienzo: el dibujo.

¿Influyeron las historietas en tus estudios profesionales?

Leía todo el cómic que podía conseguir, tanto los nacionales como extranjeros, ya fueran de Mickey Mouse, Spiderman, Mortadelo y Filemón o Elpidio Valdés. Fue bien temprano, en mi infancia, cuando descubrí que me podía dedicar profesionalmente a las artes visuales.

Tenía la influencia de mi papá, que es artista de la plástica, así que la referencia era muy cercana. Luego se abrieron varios caminos y tuve la posibilidad de tomar mi propia decisión. Después de San Alejandro, donde me gradué en la especialidad de Arte Digital, entré en la Facultad Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA), pues ya en ese punto sabía que me gustaba contar historias y se me daba bien.

Son tuyos los cortos Voluntad, Carne, El mar cambia, Un huevo de elefante, Molotov y Nosotros, la banda. ¿Por qué desde 2015 no has vuelto a dirigir?

En breve voy a dirigir un telefilme. Es un guion en el que estoy trabajando desde 2017, destinado a jóvenes y adolescentes. Estuve una temporada actuando en teatro para aprender a dirigir actores, pues la preparación de la FAMCA no me era suficiente y no quería volver a enfrentarme a la dirección de ficción sin saber comunicarme con los actores. Trabajé en tres obras, eso incluye trabajos de mesa, procesos de ensayos, intercambio con profesionales de mucha más experiencia que yo; tengo nuevas herramientas que deseo poner en práctica.

Página de Feedback

Antes de Hablando con Gato hiciste Feedback. ¿Qué sucedió que apenas se conoce?

Si tenemos en cuenta lo que se tiende a publicar por las editoriales, entonces Feedback es en extremo subversiva, pues hay violencia, sexo y drogas. Este proyecto de cómic tiene como protagonistas a jóvenes friquis de un universo delirante que conviven con animales antropomórficos, seres de otras dimensiones, extraterrestres; todo en tono de sátira, parodia y humor extravagante. Nada que me permitieran publicar las editoriales nacionales… y lo intenté. También busqué vías para publicarlo de manera independiente, pero entonces el acceso a Internet en Cuba era más difícil que ahora. 

De Feedback tengo montañas de bocetos entre diseño de personajes, búsqueda de expresiones faciales, diseño de utilería, pruebas de color, story boards de la historia completa, versiones del guion (versión seriada, versión de un solo libro); además de que llegué a terminar casi una veintena de páginas. Todo eso está engavetado.

Hablando con Gato es muy seguido en Facebook y también se puede encontrar en Instagram. ¿No retomas allí Feedback porque te has acomodado con el felino?

Desde los primeros cómics de Hablando con Gato supe que iba a funcionar, llámale corazonada si quieres, para tener un término en común. Aunque no me imaginé la respuesta de las personas que siguen el cómic, ni las posibilidades que a cada rato descubro tiene esa obra. Lo que estoy haciendo es sacar provecho a ese personaje que llegó de manera espontánea, sin forzarlo y desarrollar todas sus posibilidades, enfocarme en ese Gato y todo lo que puede ofrecer. Intento fluir con los hechos, no forzar nada. No es comodidad, es ser práctico. Ya Feedback tendrá su oportunidad. Pero todo en el momento justo.

¿Los editores de historietas en Cuba salen a buscar las obras o deben llevárselas los autores en bandeja?

Me han contactado cuatro editores para incluir al felino en varios proyectos. Por otro lado, he incursionado en el periodismo en cómic; la propuesta vino del editor Rafael Grillo, de El Caimán Barbudo. También he recibido propuestas de publicaciones independientes como la revista AMPM, donde hice un cómic sobre un breve pasaje de la vida de Benny Moré. Al parecer la Editorial Oriente va a imprimir este año Hablando con Gato. He recibido propuestas de editores como mismo he ido yo a tocar sus puertas porque creo que como profesional debes saber venderte.



«Las revistas académicas le han dado el golpe de gracia al ensayo»

Creció en Cabaiguán, entre los libros de sus padres y la finca del abuelo, donde le fascinaba montar a caballo. En el preuniversitario comenzó a leer en serio; allí se inscribió con un amigo en un programa de investigación. Aunque «el incentivo verdadero era tener autorización para salir de la escuela», se plantaron en la biblioteca provincial de Sancti Spíritus y como resultado obtuvieron el primer lugar en un evento científico del IPVC. «Esa fue mi primera rudimentaria investigación», recuerda Hamlet Fernández Díaz, con quien converso para conocer detalles sobre su libro inédito La acera del sol… Impactos de la política cultural socialista en el arte cubano (1961-1981), que mereció el Premio de Ensayo Alejo Carpentier (2019).

¿Cuál fue la génesis del libro?

No lo hubiera escrito si Desiderio Navarro no me hubiera pedido un ensayo sobre el quinquenio gris en las artes visuales. Me encontraba en el proceso de defensa de mi tesis de doctorado. Se lo hice saber, pero él insistió. El ensayo, que debió haber sido de unas cuarenta o cincuenta páginas, se convirtió en un libro de más de doscientas. Desiderio pudo leer más o menos la mitad. Cuando terminé de escribir y estuve listo para enviarle el manuscrito, justo en esos días, sobrevino su muerte.

El volumen cubre el periodo 1961-1981, el cual incluye el quinquenio gris. ¿No corrías el riesgo de que el peso del ensayo se inclinara hacia esa etapa?

Me di cuenta de que no podía limitar el análisis al periodo 1971-1976, flanqueado en ambos extremos por el Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura y por la creación del Ministerio de Cultura, respectivamente. Varios autores, empezando por Desiderio, ya habían cuestionado esa periodización, por ser más que gris y más que un quinquenio.

El pensamiento que se hace dominante en la política cultural en términos de institucionalización oficial a partir de 1971, ni siquiera tiene su origen en la propia Revolución, sino que viene de mucho más atrás, del seno del Partido Socialista Popular. A partir de 1976 ese pensamiento y sus políticas no desaparecen. Necesitaba mirar hacia atrás y hacia adelante, para que ese momento crítico que se enmarca entre 1971 y 1976 pudiera ser comprendido como parte de un proceso mucho más englobante y complejo: la lucha al interior del proceso revolucionario entre varias perspectivas intelectuales y políticas, para imponer un canon desde el cual trazar la política cultural.

En el caso de la plástica, existía el lugar común de que como los artistas que adquieren protagonismo en los años 70 son los de la primera generación formada por el sistema de enseñanza artística creado por la Revolución —que en su mayoría hicieron en ese momento un arte bastante tradicional, figurativo, complaciente con los temas sociales, comprometidos con el proceso—, entonces el efecto del quinquenio gris en las artes visuales nunca se percibió tan dramático como en el caso del teatro, la narrativa, la poesía, las ciencias sociales, etc. Da la impresión de haber sido la manifestación más alineada con la política oficial. 

El problema consiste en que las víctimas, en la plástica, habían quedado atrás, en los años 60. El primer género artístico fuertemente cuestionado desde el inicio de la Revolución fue la abstracción. La primera discusión estética permeada por lo político-ideológico que acontece en la Revolución, pero que venía de atrás, tuvo como objeto una manifestación visual: el arte abstracto.

En la medida en que avanzaron los 60, los artistas más significativos, los que desarrollaron el lenguaje más singular y revolucionario en términos estéticos, fueron incomprendidos, marginados y excluidos. Cuando se aprueba la nefasta Declaración del Congreso de Educación y Cultura, ya esos artistas estaban fuera de circulación. En los casos más dramáticos habían dejado de crear; abandonaron su oficio más visceral, sobre todo porque tuvieron la grandeza moral de sacrificar su talento y su obra en pos del ideal, de la utopía revolucionaria, y se hicieron a un lado ante la incomprensión y la hostilidad de algunos que ostentaron poder para vetar.        

Por eso, para que la historia estuviera completa, había que comenzar desde el origen mismo de las polémicas, para así hacer emerger las contradicciones, las relaciones de poder que subyacen en los procesos culturales, los aspectos progresistas y los retardatarios, que se expresan en un experimento social tan singular como el cubano. Por supuesto, para la plástica los conflictos no desaparecieron a partir de 1981, pero sí se comienza a configurar un contexto diferente, de otra complejidad, que ha sido hasta el momento bastante bien estudiado por la crítica y la historiografía.

¿En Cuba hay suficientes ensayistas jóvenes dedicados a las artes visuales?

Hay suficientes jóvenes muy bien formados para dedicarse al ensayo, pero existen problemas que no favorecen que se desarrollen. El primero es el medio editorial. Resulta difícil publicar un ensayo con una extensión que exceda los estándares de las revistas culturales del país. Por ejemplo, Artecubano y Cine Cubano tienen una sección de ensayo, sin embargo, un texto de apenas 20 cuartillas no es publicable en ellas porque excede sus normas; uno termina escribiendo textos más breves, con menos fondo investigativo, con menos referencial teórico, menos densos.

Por otra parte, tenemos pocas revistas académicas y su fuerte es el artículo, que exige rigor investigativo y teórico; manejar bibliografía abundante y actualizada; profundidad en el análisis… Por ello, es mucho más rígido que el ensayo, no deja mucho espacio para la creatividad, la experimentación, el uso estético del lenguaje, la especulación arriesgada. Creo que se trata de un fenómeno global: el ensayo agoniza. Las revistas académicas le han dado el golpe de gracia al ensayo como género.





Dibujar manga no está mal: estancarse, sí

Poco ruido y muchas nueces es la máxima del Taller de historieta Éramos 13. Desde su fundación en Sancti Spíritus en el 2015 hasta ahora, varios de sus integrantes han alcanzado premios y menciones en las Jornadas ArteCómic de Camagüey, el más completo evento que en Cuba se dedica al noveno arte. Esta vez Beatriz Valdés Gómez, de 15 años de edad, fue reconocida «por oxigenar con su calidad gráfica las posibilidades de la historieta cubana, especialmente viniendo de una muy joven representante», según consignó el jurado. Aunque el futuro es impredecible, ella supone cuál es el suyo.

Beatriz Valdés Gómez/ Perfil de Facebook

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