Barbarella D´Acevedo
La Plaza de la Catedral: Un escenario teatral
Nadie dirÃa, al contemplarla hoy, que la plaza de la Catedral en el siglo XVI no era más que un terreno anegadizo y pantanoso —debido a que existÃan en ella unos manantiales— al punto de ser conocida como Plaza de la Ciénaga. Ya a «inicios del siglo XVIII se comenzó a rodear la plaza de algunas grandes residencias: la que sin portales construyó el Capitán General Luis Chacón (frente a la Catedral), la del Marqués de Aguas Claras (Restaurante El Patio) y frente a esta, una a continuación de la otra, las del Conde de Lombillo y la del Marqués de Arcos, a esta última se trasladó en 1825 la Casa de Correos».[1]
Solo a fines del siglo XVIII, para mayor exactitud en 1793, alcanzarÃa la Plaza su actual nombre al convertirse: «la antigua iglesia de los de los Jesuitas, entonces Parroquial Mayor, en Catedral».
La Plaza de la Catedral no solo es un espacio bellÃsimo por la arquitectura colonial de que da muestra, sino también, lugar esencial en la vida del Centro Histórico, sitio turÃstico por excelencia. Por aparecer en innumerables imágenes, es sÃmbolo, en buena medida, de la Habana toda y —¿por qué no?— también de Cuba como nación. Ha tenido otras funciones, además, que trascienden aquellas que motivaran su concepción. Esencialmente en el siglo XX, ha devenido escenario por excelencia de múltiples representaciones teatrales.
Luis Alejandro Baralt presentó Fuenteovejuna de Lope de Vega en la otrora Plazuela de la Ciénaga, en el mes de agosto del año 1935, en conmemoración con el tricentenario de la muerte del dramaturgo español. La experiencia —que se sitúa como antecedente de la fundación de Teatro La Cueva— constituyó un impulso a la indagación de nuevos modos de entender la praxis escénica. Baralt en un intento de asumir la experiencia de un teatro de masas, concibió un escenario tripartito y un diseño de iluminación basado en juegos de luces con spotlights: “Las nuevas técnicas implicaron el enriquecimiento de las posibilidades para los escenógrafos que se incorporan vitalmente al hecho artÃstico (…). el concepto de escenario da paso al de espacio escénico, (y) fin de la dictadura de la caja ópticaâ€.[iii]
Luego de esta presentación, que darÃa inicio a serias modificaciones en el teatro cubano, la otrora Plazuela de la Ciénaga, se convertirÃa en escenario de múltiples puestas en escena[iv], muchas de las cuales han sido televisadas: por solo citar alguna, es posible mencionar la de la zarzuela Cecilia Valdés.
En la intervención de la Plaza de la Catedral como escenario, que es evidentemente un espacio no habitual de representación[v], se ha querido repetir muchas veces el esquema del teatro convencional, trasladándose los espectáculos más bien Ãntegramente de la sala teatral al espacio público —con buena parte de la parafernalia concerniente al edificio escénico, incluidos equipos de sonido, y luces—. Se han situado sillas en el espacio de la Plaza, de frente, a la Catedral barroca que se ha usado como suerte de macroescenografÃa o “telón de fondoâ€. Ante al atrio de la iglesia se ha construido asimismo las más veces un tablado destinado a hacer de escenario.
También ha sido testigo de acontecimientos importantes para la Iglesia Católica cubana, que ha querido salir del recinto sagrado para celebraciones del oficio religioso en festividades por Años Jubilares, navidad y año nuevo, entre otras muchas —incluida la misa de despedida de la Virgen de la Caridad tras su peregrinación en 2011—. El atrio del templo barroco ha devenido altar, de un modo similar a como sucedió a fines de la Edad Media Europea, donde este desplazamiento del culto, trajo consigo el resurgir del teatro como manifestación[vi].
El grupo de teatro de calle, GiganterÃa, que desde su fundación[vii] ha realizado su labor en el área del Centro Histórico, ha tomado por años, la Plaza de la Catedral como lugar de tránsito en sus Pasacalles. logrando convertir a innumerables transeúntes en espectadores-participantes del jolgorio teatral.
Otros tantos personajes han contribuido a hacer más pintoresco su entorno: Floristas o vendedoras de futas, damas que echan la suerte y señores de largos tabacos, pueblan esta plaza que deviene una especie de pintoresco escenario donde el espacio de actores y público es el mismo —se funde en uno solo—. Estos caracteres tipificados logran brindarle —desde la peculiar forma de teatralidad callejera que articulan—, un cariz singular a la Plaza de la Catedral que se plantea asÃ, viva cada vez, al superar los destinos, para los que antaño, fuera concebida.
Notas:
[1] Juan de las Cuevas Toraya (2001). 500 años de construcciones en Cuba. La Habana: D.V. ChavÃn, Servicios Gráficos y Editoriales, S.L. p. 32
[ii] IbÃdem, p. 46.
[iii] Liliam Vázquez: “El viraje de la Cuevaâ€. En Revista Tablas no. Extraordinario, 2002, p. 17.
[iv] También ha aparecido esta Plaza en algunas obras de la cinematografÃa nacional. Digna de recordarse es su presencia como escenario en la pelÃcula Cecilia Valdés de Humberto Solás.
[v] “El teatro para espacios no convencionales: (se constituye por) espectáculos de carácter flexible que pueden ser representados en el patio de una escuela, de un museo, de una biblioteca, en una fábrica, en campamentos agrÃcolas, en determinadas áreas, de otras instituciones y también en calles y plazasâ€. Morales, Pedro: “Una ciudad y una jornada para el teatro callejeroâ€. En Tablas No. 2, abril- junio de 2002, p. 70-73.
[vi] “(…) la representación se decide, con alguna timidez, a salir del templo; avanza hasta el pórtico; se arriesga hasta el atrio; finalmente sale a la plaza. Es el teatro de masas de la Edad media, y es el principio del Drama modernoâ€. D´ Amico, Silvio (1971): Historia del teatro dramático. La Habana: Instituto Cubano del Libro, p. 139.
[vii] GiganterÃa surge en Cuba durante el mes de abril del año 2000.
Guanabacoa, historia y religión
Se dice que el poblado de Guanabacoa fue fundado el 12 de junio del año 1554, para establecer indios naturales “que vagaban sin vecindad fija por los montes y haciendas de la jurisdicción†[1]. Se levantó en 1576 una Iglesia muy pobre, más bien una capilla de la Asunción de MarÃa a los Cielos que fue servida por padres franciscanos, donde “pasaron algunos sacerdotes de esa orden a sacar de la idolatrÃa e iluminar las mentes de aquellos infelices†[2]. No serÃa hasta agosto de 1743, a dos siglos del asentamiento inicial, que se otorgarÃa al pueblo el tÃtulo de Villa de la Asunción de Guanabacoa a la par de su escudo de armas.
La presencia católica en Guanabacoa durante el perÃodo colonial cubano, conllevarÃa a la presencia de una fuerte religiosidad en este poblado, asà como a la creación de varios templos.
En 1607 se crea la Parroquial Mayor de Guanabacoa y, en 1721, se termina de construir el actual templo en sitio cercano al primero con que contara el poblado, obra del arquitecto Alejandro Hernández: “(…) edificio (…) de forma cúbica y muros lisos, que ofrecen interesante perspectiva (…). El altar mayor de madera tallada y dorada, es de puro carácter churrigueresco y figura destacadamente entre un corto número de este género que nos legó el siglo XVIII.â€[3]
Por otra parte, la que hoy se conoce como Ermita de la Inmaculada Concepción de Guanabacoa, capilla del Cementerio Viejo del poblado[4], fue construida de tabla y guano en 1644 y en 1660, reconstruida de sillerÃa y mampuesto, con techo de alfarje mudéjar, cubierto de tejas de barro. La parroquia es de una sola nave, y está situada en la calle Potosà esquina a la Calzada de Guanabacoa. En su interior, se halla un sepulcro, datado en 1747, que tiene uno de los más sugestivos epitafios nacionales:
“Pasajero que hoy me pisas
párate a considerar
que has de venir a parar
en ser como yo, cenizas.â€
Otras de las parroquias que todavÃa hoy se pueden encontrar en Guanabacoa son: La Iglesia de Santo Domingo, y la Iglesia y convento de San Francisco, obras estas del siglo XIII.
En el pueblo de Guanabacoa, que surgiera para albergar aborÃgenes y procurar su evangelización, la presencia negra ganarÃa fuerza en breve, al punto de que quizá por ello fuera uno de los primeros lugares de la nación cubana, donde ocurrirÃa un pronunciamiento antiesclavista. Justamente en la Ermita de la Inmaculada Concepción los sacerdotes capuchinos, Francisco José de Jaca (1645-1686) y Epifanio Morains (1644-1686), se pronunciaron contra la esclavitud en 1681 como especifica una Tarja del Comité Cubano Ruta del Esclavo (Delegación Monumentos de Guanabacoa) que en esta aparece.
La presencia negra en el pueblo de Guanabacoa ha dado lugar a un intenso proceso de mestizaje cultural con predominio de asimilaciones religiosas africanas. Este asunto darÃa lugar a la creación del Museo Histórico de Guanabacoa, por parte de José Luis Llerena en una antigua casa colonial. Las distintas salas del museo presentan a neófitos e iniciados las disÃmiles reglas[5] o cultos africanos. La dedicada a la SanterÃa o Regla de Ocha permite el estudio de la conjunción que se estableció entre las creencias traÃdas por los africanos que pertenecÃan a la región Yoruba con sus divinidades, u orishas y el culto católico impuesto por los españoles, primero a los indios, y más tarde a los negros. En esta sala es posible encontrar distintos altares de santo, minuciosos en su reproducción, con ofrendas y sÃmbolos, además permite presenciar los vestuarios, atributos y colores de cada deidad —Oshún, Obatalá, Yemayá, Shangó, Ogún, Ochosi, Oyá—. Se ubica también en el museo una sala destinada a la Sociedad Abakuá, de la cual existen en el presente 14 templos y 23 juegos o potencias en Guanabacoa. Otra pieza ilustra las caracterÃsticas de cultos vinculados a la naturaleza, Las Reglas Congas o Cultos de Palo Monte de procedencia Bantú, todos los elementos de esta religión están concentrados como sÃmbolos en recipientes de hierro, o barro, de ella derivan las prendas o fundamentos, resguardos o makutos que trascienden el culto y son incluso hoy conocidas “protecciones†de uso popular.
El Museo de Guanabacoa permite sin lugar a dudas el conocimiento y estudio de buena parte de la cultura de la Villa, esencialmente de tipo religioso, tanto como los diversos templos erigidos otrora por la Iglesia Católica. La Villa toda rezuma historia y cultura, no local, sino de toda la nación cubana.
Notas:
[1] José MartÃn Félix de Arrate en Juan de las Cuevas Toraya: 500 años de Construcciones en Cuba. .V. ChavÃn, Servicios Gráficos y Editoriales D S.L, Madrid, 2001.
[2] Ãdem.
[3] Juan de las Cuevas Toraya: 500 años de Construcciones en Cuba. .V. ChavÃn, Servicios Gráficos y Editoriales D S.L, Madrid, 2001.
[4] El Cementerio no serÃa construido sino hasta mediados del siglo XVIII en terreno cercano a la Iglesia.
[5] La palabra regla en Cuba se aplica a diversos cultos o religiones sincréticas. Existen dos: la Regla de Ocha o Regla Lucumà y Regla Mayombe (palo Monte) o Regla Conga.
Alejo Carpentier y la representación de un mito americano
Alejo Carpentier resulta ampliamente conocido por su labor como narrador y novelista. Al nombrarlo inmediatamente acuden a la mente varias de sus obras Ecué Yamba-Ó (1927), El reino de este mundo, (1949), Los pasos perdidos (1953), Concierto barroco (1974), El arpa y la sombra (1979). Sin embargo, quizá sea menos conocida su afición también hacia el teatro.
En el ejercicio crÃtico que cultivó en varias etapas de su vida Carpentier dedicó un espacio a la temática concerniente al arte teatral. Incluso en sus novelas es posible entrever un halo de teatralidad que envuelve ciertos personajes y situaciones. CabrÃa mencionar la presentación que hace de Antonia Mercé en La consagración de la primavera (1978), o bien la anagnórisis a la usanza de los trágicos griegos, de SofÃa y Victor Hugues, tras la ceguera fÃsica del héroe en El siglo de las luces (1962), ceguera que es además indudablemente edÃpica, en tanto el protagonista permanece “ciego†al mal que porta en su propio ser. Más allá de esto, varios serÃan los textos de Carpentier dedicados a la representación escénica propiamente dicha. Durante 1928 presenta en el Theatre Benza en ParÃs la tragedia burlesca Yamba-Ó acompañada de la música del compositor Marious Gaillard. En ese mismo año concibe Manita en el suelo pieza que serÃa musicalizada por Alejandro GarcÃa Caturla. Posteriormente en 1929 elabora los poemas coreográficos Mata cangrejos y Azúcar, mientras que en 1932 estrena la cantata Pasión negra también con música de Gaillard.
SerÃa en 1956 a petición de su amigo Jean Louis Barrault que el autor de Los pasos perdidos escribirÃa su texto dramático —concebido originalmente en francés— La aprendiz de bruja. Su traducción serÃa publicada posteriormente en la revista Tablas (Número 4 del año 1985) en un número especialmente dedicado al escritor. En esa fecha Berta MartÃnez al frente de Teatro Estudio asumirÃa la puesta del libreto.
La aprendiz de bruja refiere la historia de la Malinche, figura cuasi mÃtica que pervive hasta el presente en la memoria de las tierras americanas. Una de las primeras referencias que se tiene de esta corresponde a Bernal DÃaz del Castillo, quien alude a ella en varios capÃtulos de su Verdadera historia de la conquista de la nueva España: MatlizÃn, hija de nobles caciques de Tenepal, fue vendida como esclava a unos mercaderes. Posteriormente quedó convertida por azar del destino en aliada de los españoles. Junto a Sor Juana Inés de la Cruz y Frida Kahlo, integra la trÃada de personalidades femeninas más conocidos de la nación mexicana.
La aprendiz de bruja de Alejo Carpentier opera siguiendo la norma dictada por el modelo dramatúrgico clásico —introducción, desarrollo y desenlace—. El drama ha sido dividido estructuralmente en un prólogo al que siguen luego tres actos. Se cuenta la historia de la Malinche a partir de distintos acontecimientos que tuvieron lugar durante la conquista de México: la llegada de Hernán Cortés al frente de los colonizadores, la conversión de MatlizÃn en Doña Marina, y la caÃda de Moctezuma y el imperio azteca.
La aprendiz de bruja es un texto que se comporta según las reglas heredadas de la tragedia. Malinche comete su falta trágica —hamartia—, al confiar en los españoles y traicionar a su propio pueblo. Hacia el tercer acto se percata de su error. Ocurre la escena de anagnórisis o descubrimiento cuando al hablar con Hernán Cortés, este le regala las tierras de Oluta, con la condición de que contraiga nupcias con un capitán español; se ve entonces rechazada por aquel que hasta el momento fuera su amante, ahora convertido en gobernador de Coyoacán.
El autor dedica un espacio importante en su obra a didascalias que ofrecen información acerca de los recursos de construcción escénica, que él imagina, lo cual permite al lector hacerse una idea global del espectáculo que el texto insinúa. Los escenarios propuestos pretenden por su parte una representación un tanto espectacular. Carpentier describe a detalle por ejemplo el vestuario de cada personaje. La representación sugerida pretende reproducir los tintes de la época en que acaecieran los sucesos históricos. Hernán Cortés viste tal y como lo describe Bernal DÃaz en su crónica. En la Malinche vemos producirse una transformación espiritual, que ha sido teatralizada a nivel de vestuario. Si bien en el primer acto lleva una sencilla túnica blanca indÃgena, luego adopta la Moda española, pero al final tras su decepción vuelve a usar los mismos atuendos que al comienzo. Â
Ciertas escenas resultan de una amplia sugestividad. Casi al final de la obra, un escenario abre paso a otro, a través de la magia de la escena se concibe el traslado de los acontecimientos a otra latitud y fecha. Cuando Marina se encuentra en su lecho de enferma El Adivino se acerca a ella y al colocarle un espejo antes los ojos, le permite ver acontecimientos que sucederán después de su muerte: “Se descubre parte de una pared. En una claridad irreal se ve la gran puerta claveteada del palacio imperial, (…) frente a portones cerrados Cortés envejecido casi miserable (…).â€[1]
En la obra de Carpentier se torna constante la alusión a la figura bÃblica de Rahab, rejuego intertextual que sitúa al mito americano en un paralelismo con respecto a la teologÃa y el pensamiento occidental. Cabe distinguir el interés del autor por la mitologÃa comparada, manifiesto en un texto como Los advertidos  que tiene como centro el tema del Diluvio Universal, pero a partir de figuras mÃticas de varias culturas: Amaliwak (amazona), Noé (hebrea), Ut-Napishtim (Mesopotamia), el Hombre de Sin (China), Deucalión (Grecia). La Biblia refiere como Rahab, una prostituta recibe a los espÃas de Josué en Jericó[2]. Le miente a su Rey al esconder a estos hombres en su casa. Al igual que Malinche, Rahab serÃa considerada por muchos una suerte de prostituta. Sin embargo su acción resultarÃa determinante en los planes de los conquistadores. Carpentier indaga acerca de la santidad oculta en la Malinche y en su papel histórico. Rahab, cuyo comportamiento resultara incomprensible para su pueblo, llegó a ser considerada un pilar imprescindible para los judÃos quienes llegaron a reconocerla como antepasada de David y por tanto de Cristo. Por esa razón Marina hacia el final de la obra interroga a los españoles “¿Queréis hacer de mà una santa? (…). ¿Cómo queréis verme? ¿Como heroÃna (…)? Miradme con los ojos de vuestros soldados (…) ¿Como traidora detestable? (…) preguntádselo a las gentes de la costa. ¿Como puta entregada al enemigo (…)? ¿Santa además? (…) ¿Por qué no?â€[3]
Alejo Carpentier inspirado en un sentimiento de identidad americana retoma un cruento momento histórico y a uno de sus personajes más controvertidos. Amante de Hernán Cortés, intérprete y mediadora entre indios y europeos, convertida a la fe católica, traidora entre comillas pues los suyos ya le habÃan hecho traición al venderla como esclava, siempre movida por oscuros designios: ¿Qué motivó sus actos? ¿Amor hacia Hernán Cortés a quien en un primer momento consideró un Dios?, ¿Fe verdadera, o bien venganza y odio inquebrantable hacia quienes la humillaran sometiéndola luego de haber sido noble? Malinche-Marina deviene, a través de La aprendiz de bruja, en un sÃmbolo de los misterios del alma americana…
Notas:
[1] Carpentier, Alejo (1985). “La aprendiz de brujaâ€. Revista Tablas, no. 4.
[2] Biblia con deuterocanónicos (1987). Versión popular- Segunda Edición. Josué, 2.
[3] Carpentier, Alejo (1985). “La aprendiz de brujaâ€. Revista Tablas, no. 4.
Da Vinci y el teatro
Cada 15 de abril se conmemora otro aniversario del nacimiento en 1452 de Leonardo Da Vinci, aquel que ha sido considerado el arquetipo del “ser renacentista†debido a que llegó a manifestar su virtuosismo en disÃmiles esferas.
Desde su infancia y juventud temprana Da Vinci reveló su talento creativo, primero como aprendiz de Verrocchio y luego como pintor independiente. En 1482 se traslada de Florencia a Milán y con la recomendación de Lorenzo de Médici, ofrece sus servicios en la corte del duque Ludovico Sforza —conocido como El Moro—. Entre 1489 y 1499 trabaja como ingeniero ducal y pintor de cámara de los Sforza. En esa etapa intenta llevar adelante la realización de un monumento al padre del duque, constituido por un caballo de dimensiones titánicas, a ser fundido en bronce. Tristemente a pesar de que Leonardo trabajó arduamente en el diseño de la estatua y de que llegó a realizar un modelo de arcilla de ésta, no consigue culminarla a causa de que el bronce destinado a su fundición fue enviado al Duque de Ferrara para la creación de varios cañones.
Contratado para una gran obra en la que se enfrasca por una década y que nunca llega a concretar, Leonardo asume diversas labores en la corte, quizás para preservarse la gracia ducal… Desarrolla sus habilidades en esferas otras. Manifiesta por primera vez su capacidad de organizador de espectáculos, o como podrÃa decirse usando la terminologÃa moderna, de director de escena. Organiza asà la Fiesta del paraÃso con motivo de festejar el matrimonio de Juan Galeazzo Sforza con Isabel de Aragón, princesa de Nápoles. En esta surgÃa el carro del sol tirado por caballos humeantes, en medio de un cielo estrellado en el que podÃan verse siete planetas. También realizó Da Vinci la Justa para las bodas de Ludovico el Moro con Isabel del Este y las de Ana Sforza y Alfonso I, —celebradas a la par en enero de 1491—. En la Justa aparecÃa un fabuloso animal con cuerpo de caballo escamado en oro, cabeza de carnero y cola de serpiente.
Tales espectáculos cortesanos acontecÃan en medio de música y canciones. Para ellos Da Vinci diseñaba tanto los vestuarios como los mecanismos de tramoya que permitÃan los cambios de decorados y la aparición de efectos espectaculares. Lograba el célebre artista combinar su sentido plástico con su inventiva y capacidades como ingeniero para crear obras de naturaleza escénica. Es de notar que dominaba a cabalidad la técnica para la creación de autómatas, que si bien surgirÃa en la antigüedad llegarÃa en el renacimiento a alcanzar gran perfección. Los caballos de una y otra representación eran justamente máquinas de uso titeril, en tanto eran figuras que aparecÃan en función dramática, en medio de la magia espectacular, ante un público.
En la corte de Ludovico el Moro, llegarÃa a manifestar también dotes de histrión-trovador, capaz de tañer instrumentos y entretener a un auditorio. Describe Giorgio Vasari (1511-1574) en su libro Vida de los mejores arquitectos, pintores y escultores italianos que el pintor de la Gioconda se presenta a Ludovico llevando una suerte de lira confeccionada en plata por él mismo con forma de calavera de caballo —diseñada de tal modo con el fin de lograr una mayor armonÃa— y que llega a superar a todos los intérpretes que se habÃan citado ante el duque, al combinar su virtuosismo como músico con su capacidad para improvisar rimas.
En algunas de las obras plásticas del perÃodo que Leonardo pasa en la corte de Ludovico es posible apreciar una dimensión espectacular. Entre 1495 y 1498 pinta Da Vinci el famoso mural de La última cena para el cenáculo de la pared del refrectorio del convento de Santa MarÃa delle Grazie, una de su obras más teatrales desde el punto de vista estilÃstico. Leonardo utiliza como motivo de su obra el dilema humano desatado por las palabras de Jesús, “uno de vosotros me ha de entregarâ€. Los personajes participantes en la cena muestran distintas reacciones a la frase y esto confiere gran vida a la pintura. El elemento conflictual motiva el drama en esta pieza plástica al modo en que puede ocurrir en una obra de naturaleza escénica.
Da Vinci no abandona su pasión por el teatro cuando se separa de la corte de Ludovico. A partir de 1516 vive en la corte del rey Francisco I en Amboise. Allà concibe otro gran espectáculo para agradar al monarca y para propiciar las conversaciones de paz entre este y el Papa León X. Concibe, a partir de la técnica del autómata un león mecánico, que era capaz de trasladarse rugiendo y que al pronunciarse el nombre del soberano se abrÃa el pecho con las garras para dejar salir un torrente de lirios.
El ingenio de Leonardo en materia teatral lo llevarÃa a diseñar un teatro con una concepción arquitectónica de tipo circular que respondÃa a sus intereses como director de escena y donde manifestaba además sus conocimientos de ingenierÃa. En pleno siglo XX se encontrarÃa el esbozo de este teatro en los códices de Madrid I y II integrados por dos gruesos manuscritos con dibujos y textos de Da Vinci que fueran descubiertos en la Biblioteca de Madrid, tras considerarse perdidos. Según el diseño de Leonardo, al momento de abrirse el teatro, tendrÃa la forma de dos semicÃrculos unidos entre sÃ, de modo que semejaran una “X†con brazos curvos. Tras la entrada del público un sistema de cadenas se pondrÃa en marcha hasta lograr unir los bordes exteriores en un cÃrculo. La idea del teatro circular le fue inspirada a Leonardo al consultar la historia natural de Plinio donde aparece mencionado un espacio escénico de tal naturaleza aunque no se describe cómo funciona.
Las creaciones escénicas de Da Vinci son tan dignas de ser tenidas en cuenta como su pintura o sus invenciones en materia de ingenierÃa. En ellas es posible vislumbrar su complejidad como creador. Ya fuera que realizara un trabajo en el campo que podrÃa considerarse meramente artÃstico, de la escena, Leonardo lograba hacer confluir todos los conocimientos que poseÃa en diversas materias y áreas de saber. Como artista creador hacÃa ciencia, y como cientÃfico creaba. Era un perenne investigador en busca de la fórmula precisa que le permitiera llevar adelante sus planes y era también un constante inventor —no debe olvidarse que su ingenio extremo lo llevó alguna vez por caminos no siempre fructÃferos; La última cena comenzó su deterioro nada más terminarse debido a su novedosa técnica de ejecución—. Lo interesante de todo lo creado por Leonardo es que parte de un mismo principio de energÃa vital y también propende hacia un mismo fin: la manifestación del ser en su esencia inventiva.
El traje de los cristianos en el Imperio Romano
El traje, también llamado vestimenta, indumentaria o ropa, ha sido el elemento utilizado por el hombre desde la antigüedad con el objetivo de cubrirse, adornarse o decorarse. Constituye una fuente de información sobre la historia, la sociedad y la cultura asà como acerca del desarrollo alcanzado en el arte y la economÃa de los distintos perÃodos históricos. Puede ser atendido y estudiado a partir de tres aspectos conceptuales y de significación: psicológico, sociológico, y semiológico.
Según los estudios, sobre el traje son varias las razones que impulsan al hombre a vestirse. En primer lugar se encuentra la necesidad. El hombre se viste para proteger su cuerpo, principalmente de las inclemencias atmosféricas, aunque también acude al traje con una finalidad decorativa o bien por un sentido de pudor y porque a lo largo de la historia existen tabúes en relación a la desnudez del cuerpo. El ser humano es capaz de develar en el acto de vestirse un impulso ambivalente de aceptación o rechazo ante determinado grupo social y es asà que en el desarrollo de la historia del traje se encuentra presente esta constante de conflicto.
Umberto Eco en su ensayo El hábito hace al monje ha enfatizado el valor semiológico de la vestimenta. El vestido es comunicación o sea tiene un valor sÃgnico dada su cualidad de significar. Puede ser entendido como lenguaje en tanto transmite, a través de su forma, color, y materiales determinados contenidos.
El traje de los primeros cristianos en Roma empieza a comunicar, a partir de modificaciones leves en la lÃnea del traje del Imperio, determinados contenidos relacionados con la nueva fe. Buscan identificarse como grupo y distinguirse del resto de los habitantes del Imperio mediante el uso del traje al preferir unas prendas por encima de otras, o unos materiales de confección antes que otros. Entre las caracterÃsticas que comienzan a diferenciarse de la antigüedad se encuentran los tipos de ornamentos, la preferencia por tejidos más pesados. Casi desaparece el pliegue que habÃa llegado a altos niveles de profusión entre los romanos convirtiéndose en señal de poderÃo y ostentación. Cabe señalar que el traje romano parte del griego pero utiliza una mayor cantidad de pliegues, lo que genera complejidad en su lÃnea y el uso de grandes dimensiones de tela. El traje cristiano, por el contrario, se simplifica.
Entre las principales prendas de uso de los cristianos primitivos se encontró la dalmática, una túnica, de lino en su origen, con grandes mangas que se extendÃa hasta los pies. Esta, devendrÃa prenda usual de los cristianos asà como de los diáconos de la Iglesia Primitiva, hasta adoptarse como indumentaria litúrgica de forma permanente. Se adornaba por lo general con una cinta, llamada clavus, que antes estaba reservada a altos personajes romanos. Como otra señal distintiva los grupos de cristianos utilizan monogramas frecuentemente, las letras griegas, X y P (Ch y R), primeras letras del nombre de Cristo, o la cruz, en diversos tamaños y formas.
Para los cristianos de los primeros siglos fueron además de uso general las túnicas talares de forma recta: En sus viajes y peregrinaciones usaron diversas prendas de abrigo o cobertura para protegerse del frÃo y de la lluvia entre ellas la paénula, que era empleada por los senadores romanos a inicios del siglo IV. La paénula no era más que una especie de manto, tipo poncho con capucha, confeccionado en tela gruesa o cuero. Además emplearon la caracalla, una especie de túnica larga o capa estrecha de mangas largas, que tuviera origen galo y fuera introducida en Roma por Marco Aurelio Antonino Caracalla (188-217), uno de los emperadores romanos (211-217).
También se utiliza en esta etapa la casulla, que fue en su origen una prenda de abrigo, por lo general de lana. TenÃa forma circular o cónica y una abertura al centro para pasar la cabeza. Generalmente contaba con una capucha. Algunos autores afirman que esta prenda provenÃa de la paénula, antes mencionada Hacia el siglo VI, la casulla se abandona como prenda civil, pierde la capucha y se convierte en ropa litúrgica. Hasta el siglo IX serÃa la vestidura litúrgica común de los clérigos, época en la que comienza a prevalecer el uso de la dalmática para los diáconos y la tunicela para los subdiáconos. Hoy la casulla colocada sobre el alba y la estola, constituye la vestidura propia del sacerdote para la celebración de la misa y los ritos directamente relacionados con ella. Llama la atención que muchas de las prendas que actualmente conforman la vestimenta litúrgica se usaban, entre los cristianos primitivos, de modo común.
Con respecto a las primeras mujeres cristianas que emplearon el velo para cubrir sus cabezas y a veces sus rostros, con una finalidad ritual. Este especial uso del velo serÃa preservado hasta la década del 60 del siglo XX.
En el uso del traje por los cristianos primitivos prima un sentido mÃstico religioso. Los primeros creyentes de la fe en Cristo optan por la sencillez extrema en el vestir debido al carácter de su religión, con su predica de austeridad, humildad, y desprecio de la riqueza, precisamente comunican estos contenidos a través del uso de la vestimenta.
A diferencia de los romanos, hombres y mujeres, que usaban gran cantidad de joyerÃa, collares, dijes, brazaletes, pendientes, anillos, cinturones, los adornos eran de poco uso entre los primeros cristianos, quienes solo usaban eventualmente cintillos de tela o metal, sencillos brazaletes o pendientes discretos. Algo similar ocurrÃa con los peinados y maquillajes. Si bien los romanos de ambos sexos fueron complicando sus peinados en la medida en que avanzó su civilización llegando a necesitar la ayuda de peluqueros, y las mujeres romanas no solo usaban maquillaje sino que contaban con esclavas especializadas en la aplicación, las cosmetae, los cristianos optan por la sencillez en tales aspectos. Las primeras cristianas tendieron a evitar los cosméticos en la creencia de que Dios pudiera alabarlas por esto y llevaron, por lo general, el pelo suelto o recogido en un simple moño, mientras que el hombre dejó crecer su barba, bigote y pelo.
Además de buscar distinguirse de los romanos y de intentar identificarse unos a otros, en tiempos en que todavÃa eran ampliamente perseguidos, los primeros cristianos en Roma buscaron reproducir el modelo de vida que Cristo les transmitió, también a través de las formas de la vestimenta. De ahà cabe señalar que el traje paleocristiano, en verdad una modificación del traje romano, fuera un modo de manifestar una manera de pensar y de sentir la nueva fe, y en definitiva el reflejo de una espiritualidad naciente.
Sangre en las manos… de Guillermo Betancourt DÃaz
Sangre en las manos de Abraham de Guillermo Betancourt DÃaz, es un libro de poemas, construido en un estilo de apariencia ascética, lacónico, pero cargado de metáforas e imágenes precisas. Fue publicado por Editorial Ãcana, de Camagüey, como parte de su colección Surtidor, en el año 2021, y se presentó en el marco de la Feria Internacional del Libro de La Habana en la Sala Lezama Lima del Colegio San Gerónimo.
El verso libre permite en el poemario el despliegue efectivo de una primera persona que a veces se desdobla en segunda, en un “túâ€, fuera del poema, con el que se pretende dialogar. Los versos pasan asà del monólogo, casi que al parlamento dramático y tienen la marca de la oralidad.
Este cuaderno que se divide en cinco partes, AMÉN, JUSTICIA PARA LOS TRAIDORES, HORROR VACUI, POEMAS DEL SILENCIO, y PARA BELLUM, conjuga poesÃa religiosa y tema grecolatino o clásico, dos afluentes asumidos por voces precedentes de nuestra nación y que forman parte por derecho propio de la tradición poética cubana. Es también, por la universalidad de sus temas, certeramente actual.
El rejuego intertextual, fruto de múltiples lecturas y un conocimiento minucioso de los entresijos de la cultura universal, deviene esencial a la hora de exponer las ideas que se entrelazan en la obra y se intuye que encuentran resonancias en las experiencias y preocupaciones del poeta, hasta que acaban por brotar en sus textos. Se introduce una galerÃa de personajes diversos, algunos de ascendencia cuasi mÃtica, o literaria, y otros de procedencia histórica, como Ifigenia, Judas, Juan el Bautista, los hermanos Karamazov, Diógenes El CÃnico, Guillermo Tell, El general Lee… Unos y otros, tienen en común su estirpe épica, pero también la queja continua ante un sino que a menudo deja a su paso un rastro de sangre. En sus versos de cariz religioso, alterna el dolor de la vÃctima afligida ante su humanidad, con la ironÃa, que a ratos se vale de frases de reminiscencia bÃblica, e incluso se atreve a cuestionar a Dios y sus designios. Â
El cuaderno logra expresar la dicotomÃa existente entre figuras contrapuestas: héroe-inocente-condenado-vÃctima-traidor. Un poema corto y contundente, titulado Amén, da inicio al libro. Amén, que se traduce como “Asà sea†—nombre además de toda la primera parte del poemario—, suena a condena irrevocable, irremediable. La sentencia está a punto de cumplirse y el condenado espera frente a las puertas de la muerte, habla desde las puertas de la muerte, se sitúa en esos minutos antes de que se cumpla lo terrible, vÃctima de la tortura y el dolor. En otros textos el traidor es sobre todo el cobarde, que se asume cobarde, en lugar de esconder su condición. La justicia y su puesta en marcha, devienen leitmotiv de estos poemas, por momentos sombrÃos, que reconocen la vacuidad de la guerra, la hecatombe, e incluso de una heroicidad que deja un rastro de muerte, o se mata a sà misma. Versos de tono ucrónico, casi hacia el final del libro afirman y cuestionan:
“Ahora odio a los que no piensan
que hubo un dÃa en que a Dios se le hizo tarde,
y ninguna lluvia pudo lavar la sangre inocente
en las manos de Abrahamâ€.
Guillermo Betancourt DÃaz es un poeta que se afirma en cada uno de los planteamientos que expone; por momentos, su voz pareciera confundirse en la certeza del hablante lÃrico. Ninguna lluvia puede lavar la sangre inocente. Solo quien entiende esto, solo quien conoce la sangre, puede hablar de ella…
Un acercamiento al teatro medieval
La Edad Media constituye para la Historia del Teatro Occidental una etapa complicada pues en ella se da en un primer momento la muerte del teatro que hasta entonces habÃa sido, y más adelante, el renacer de nuevas formas teatrales asociadas al ritual religioso cristiano.
El teatro occidental habÃa tenido su nacimiento en Grecia y originariamente habÃa estado asociado a los rituales agrarios y las festividades en torno al dios Dionisio. El Teatro Romano es continuador de la herencia griega, sin embargo, no solo no logra superar el modelo que le precede, sino que llega a decaer debido a cuestiones tanto económicas como socioculturales cuando lo espectacular gana la partida a lo literario y lo dramático. Con frecuencia, los romanos empleaban para los finales de las tragedias a condenados a muerte, a los que asesinaban a la vista del público. Muchos cristianos fueron vÃctimas en tales espectáculos; por ello se entiende que al establecerse la nueva religión se opusiera a las manifestaciones escénicas. El cristianismo no tolera ninguna otra forma de culto, aunque reasimila en sus propios ceremoniales todo aquello que no pudo sustraer de la religiosidad idólatra.
Por un afán de lograr la unidad, particularmente en los ritos y evitar interpretaciones regionales de los mismos, el cristianismo adopta el latÃn como lengua oficial. El nuevo teatro, Drama Litúrgico u Oficio Dramático, nace justo a la par que lo hacen las lenguas nacionales, cuando el sacerdote, frenado por el latÃn, se ve en la necesidad de ofrecer al menos una breve interpretación del evangelio para hacerse comprender por el pueblo, fundamentalmente en los oficios de Pascua de Resurrección y Navidad. Alrededor del siglo X se perciben las primeras manifestaciones de Teatro Religioso. Se trata de un teatro que es común para toda la Europa aunque algunas de sus manifestaciones reciban nombres diferentes según la región en donde se desarrolle.
Entre los siglos X y XIII aumenta el diálogo y la complejidad de los contenidos en las dramatizaciones. Ya en el siglo XVI la representación sale del templo al pórtico y luego al atrio, hasta llegar a la plaza. “Es el teatro de masas de la Edad Media, y es el principio del drama modernoâ€[1].Es este el perÃodo de los dramas mixtos o semilitúrgicos, donde el latÃn comienza a convivir con las lenguas nacionales y los elementos propios de la cotidianidad comienzan a imbricarse en el nuevo teatro naciente.
Pronto se amplÃan los temas y surgen los Milagros. En ellos se acude al relato de las vidas de los santos y se introducen elementos profanos y de naturaleza cómica. Al convertirse la representación en un asunto ya no de la Iglesia, sino propio de la ciudad, distintos gremios la asumen. Las representaciones pierden solemnidad y hieratismo, aun cuando se realizan siempre en el contexto de festejos religiosos.
Las acciones a representarse en el teatro medieval son múltiples. Se realizan grandes saltos temporales en el relato y varÃan radicalmente los lugares de representación de una escena a la otra. Aparece el demonio, como personaje popular en escena; encarnación del mal en principio, fue una figura capaz de aterrorizar a todos, aunque, rápidamente se convierte en portador de un sentido ridÃculo, y burlesco.
Como otra modalidad dentro del teatro medieval, los Misterios llegan a su esplendor en el siglo XV. La palabra Misterio procede del latÃn ministerium que significa oficio. Los Misterios constituyen extensas representaciones, de temática religiosa, en las cuales la pretensión consistÃa en abarcar toda la historia sacra relatada en la biblia. Se encuentran constituidos por escenas independientes, cada una de las cuales era representada por un gremio diferente y tienen un marcado carácter espectacular.
Es caracterÃstico de la Edad Media la constante alusión a espectáculos itinerantes. Existen dos categorÃas fundamentales de espectáculos móviles: una de ellas, la de espectáculos de carácter procesional, donde los carros, o peageants, se desplazan, representando escenas de manera itinerante, y el público conserva un sitio estable —gradas, casi siempre—. Esta forma de representación es un antecedente de los Autos Sacramentales que surgirÃan a partir del siglo XVI, durante la fiesta del Corpus.
Existió también el principio opuesto, con una sede fija de construcción inmóvil, por lo general un largo tablado que delimita el espacio, y se subdivide en pequeños locales, también llamados Mansions. Los actores se mueven de una Mansion a otra, ante los espectadores, que se veÃan obligados a seguirles.
Las técnicas de representación se enriquecen en pos de la espectacularidad. Surgen asà maquinarias encaminadas a lograr efectos teatrales tales como vuelos y elevaciones de personajes. Antecediendo la representación de los misterios se realiza una suerte de convocatoria. Los actores vestidos con vistosos trajes recorren la ciudad. Esto anticipa al público lo que luego va a ver.
La Moralidad es otra de las formas que adopta el Teatro Medieval de carácter religioso. Pese a tener un marcado carácter didáctico, llega a admitir un sinnúmero de elementos profanos y cómicos seculares. Se escribÃan en la lengua de cada paÃs y eran de una duración más o menos breve. Tiene, un cariz alegórico y en ella se logra la sÃntesis de la representación tanto de virtudes como de vicios abstracto. Su protagonista esencial, es el pecado, en torno al cual se mueve el hombre con sus pasiones.
En determinado momento de la Edad Media y pese a las restricciones que pesan sobre él es posible hablar también de la existencia de un Teatro Profano. Ya en el siglo XIII existen como parte de este, autores reconocidos, como es el caso de Adam de la Halle con el Jeu de la Feuillée y diversas agrupaciones, incluidas en estas la Basoche, o Los Clérigos del Chatelet, que en procesión colorida alborotan las ciudades y guÃan hacia la representación profana, en la cual predominan las farsas, los juegos, e interludios.
Los dos grandes Teatros del Renacimiento, tanto el inglés como el español, demuestran luego que es posible desarrollar el Teatro Medieval sin abandonarlo por completo.
Paradójicamente, como hasta aquà se aprecia, las formas más espectaculares de teatro en la Edad Media surgen en el altar mismo, a partir del ritual, no ya dionisiaco, sino cristiano. Aquello que se habÃa querido exterminar renace justamente dónde menos se le espera. Como antaño, el oficiante o sacerdote, termina convertido en primer actor de la nueva forma de representación. El teatro demuestra ser inherente a la vida misma del hombre y sus ritos, como acto necesario de mÃmesis y reproducción. Acaba por repetirse, en pleno fragor cristiano, el mismo ciclo que siglos atrás se hubiera desarrollado en la Grecia politeÃsta y clásica…
Nota:
[1] D´ Amico, Silvio (1971). Historia del teatro dramático. La Habana: Instituto cubano del libro. P. 139.
Quentin Tarantino, el director de La Venganza o La catarsis a través de la violencia
“La venganza jamás es una lÃnea recta. Es un intrincamiento y en un intrincamiento es fácil perderse.â€
Kill Bill. Volumen 1.
 La palabra catarsis proviene del término griego katharsis, que significa purga o purificación. Si buscamos el significado de esta palabra en cualquier diccionario encontramos por lo general que significa: “Entre los antiguos griegos, purificación ritual de personas o cosas afectadas de alguna impureza. || 2. Efecto que causa la tragedia en el espectador al suscitar y purificar la compasión, el temor u horror y otras emociones. || 3. Purificación, liberación o transformación interior suscitados por una experiencia vital profunda. || 4. Eliminación de recuerdos que perturban la conciencia o el equilibrio nervioso. || 5. Biol. Expulsión espontánea o provocada de sustancias nocivas al organismo.â€[1]
En el desarrollo del psicoanálisis también se ha empleado el término catarsis. En sus Estudios sobre la histeria (1893), Sigmund Freud[2], propone como procedimiento terapéutico para el tratamiento de la enfermedad, sumir al paciente en un estado hipnótico, para forzarle a revivir la experiencia origen del trastorno, le hace asà llevar del nivel inconsciente al consciente, emociones reprimidas. A este método Freud lo llamarÃa “terapia catárticaâ€.[3]
En el siglo IV a. C. Aristóteles en su Poética[4] define la tragedia como “la imitación de una acción, elevada, y completa, de cierta magnitud, en un lenguaje distintamente matizado según las distintas partes, efectuada por personajes en acción y no por medio de un relato y que suscitando compasión y temor lleva a cabo la purgación de tales emociones.†Hacia el final de este concepto encontramos precisamente la enunciación de la catarsis (katharsis), como la purificación del temor y la piedad en el espectador.
La catarsis no es privativa de la tragedia sino que también existe en la comedia, donde debe producirse la purgación a través de la risa y el placer. Si según hemos entendido a partir del análisis de los conceptos de tragedia y comedia, la catarsis permite la purgación de emociones. ¿Serán entonces el temor y la piedad por una parte, y por otra la risa y el placer los únicos medios para lograrla? ¿Son estas las únicas emociones que necesitan ser purificadas en el espectador? Veamos:
Existen cientos de pasiones, de carácter negativo, que han acompañado, y acompañan, al hombre en su paso sobre la Tierra. Tal es el caso de la violencia y también de la venganza. Ya en el Génesis bÃblico se reconoce el nacimiento del crimen en el fratricidio, perpetrado por CaÃn contra Abel. Más adelante, en la propia Biblia, incluso se enuncia la que ha sido llamada Ley del Talión “ojo por ojo diente por dienteâ€. El desarrollo cientÃfico técnico lamentablemente no ha marchado a la par del desarrollo de la humanidad en el hombre. El mundo contemporáneo es eminentemente violento. A nivel global diversos paÃses se complacen en conflictos bélicos mientras que en miles de hogares la violencia tiene manifestaciones aterradoras. Muchas situaciones violentas dejan impotentes y anhelantes de justicia a sus vÃctimas, incluidos familiares y amigos, e incluso en el caso de las que presenciamos a través de los medios, a los espectadores. El deseo de venganza se hace entonces latente. PodrÃa la venganza justificarse de algún modo ya que presupone una injuria previa, una “satisfacción que se toma del agravio o daño recibidos.†Sin embargo esta, aún en su forma más pasiva, suele ser una cara más de la violencia. Incluso cuando la moral actúa como dique conteniendo el instinto, tanto la violencia como el deseo de venganza en el mejor de los casos, cuando no se manifiestan abiertamente, subyacen en cada ser.
Sin embargo, ¿este dique no podrá romperse en algún momento por exceso de emociones? ¿No será posible (y necesario) entonces, a partir de la representación de la violencia y la venganza facilitar una limpieza de estas pasiones en el ser humano? ¿Acaso no podrá el yo receptor identificarse con el objeto representado y realizar sus deseos a través de este sin necesidad de manchar sus manos?
Las manifestaciones artÃsticas de cada etapa, incluidas la literatura, el teatro y las artes plásticas, han sido registros de la violencia como terrible manifestación del ser, sublimándola en muchos casos. El cine, en el siglo XX, se suma a las manifestaciones artÃsticas que tratan el tópico de la violencia por su universalidad, ya fuera desde los mecanismos del terror, lo fantástico, la acción o la mÃmesis de la realidad, que han sido muy gustadas por los espectadores. ¿No responderá esta predilección a una necesidad inconsciente del público por ver la violencia representada?
Quentin Tarantino (1963- ) es un director, actor y guionista de cine estadounidense que ha hecho de la violencia y de la venganza recursos expresivos fundamentales para la composición de sus filmes. La crÃtica lo ha acusado una y otra vez por el uso en demasÃa de tales temas, pero ¿cómo es posible usar en exceso algo que está presente abundantemente en la vida tal cual es? La violencia está en todas partes y yo sólo me limito a reflejarla en mis filmes, ha expresado Tarantino en defensa propia.
Antes de analizar algunos filmes de este creador es necesario hacer un poco de historia. Con solo 22 años realiza su primera pelÃcula My best friend´s Birthday en blanco y negro. Intenta dirigir su siguiente guion, pero como no consigue financiamiento para la producción termina vendiéndolo. Paradójicamente, una vez que su nombre cobra fuerza, la productora propietaria de los derechos del libreto lo divide en dos. De la primera parte surge Amor a quemarropa o True romance dirigida por Tony Scott, mientras que la segunda da origen a Asesinos natos o Natural born killers (1994) a cargo de Oliver Stones. Pronto abandona la escritura de guiones que exigen alto presupuesto y se decide a realizar pelÃculas de bajo costo. Es entonces que nace su siguiente pelÃcula, Reservoir Dogs (1992), que se convertirÃa en su primer éxito. Ya esta pelÃcula toca con cierto humor el tema de la violencia, que desde entonces se volverÃa parte esencial de su poética.
En 1994 Quentin Tarantino gana la Palma de Oro del Festival de Cannes por Tiempos Violentos o Pulp Fiction. Esta pelÃcula se vale de una dramaturgia fragmentada, donde se pierde la linealidad espacio-temporal para narrar varias historias interconectadas. En ella Tarantino exalta lo kitsch de la cultura pop, y construye diálogos ligeros e ingeniosos, que se convierten en otro sello de su forma de hacer. En la década del 90 asume una de las cuatro partes de la pelÃcula coral Four Rooms (1995) y luego Jackie Brown (1997).
Luego de seis años de silencio, el creador vuelve a la dirección con Kill Bill (volúmenes 1 y 2), un filme que estrena entre 2003 y 2004, dividido en diez capÃtulos, cuyo tema central es precisamente la venganza y que combina los recursos del spaghetti western, las artes marciales, el anime, el video clip, asà como de las pelÃculas de serie b y serie z. Asimismo, esta pelÃcula se vale de ciertas licencias propias del cine del género acción como por ejemplo, la capacidad de la heroÃna para sobrevivir a cualquier circunstancia (incluso tras ser enterrada viva) y su victoria final sobre sus enemigos.
“La venganza es un plato que sabe mejor si se sirve frÃo†es el proverbio que sirve de exergo a la pelÃcula. En la primera secuencia, realizada en blanco y negro, una mujer, evidentemente golpeada, le dice a Bill, el hombre que a continuación habrá de dispararle, que espera un hijo de él. La escena aunque nos presenta a los protagonistas, no nos hace conocer sus motivos ni sus circunstancias. Esta, que constituye la acción originaria del film, se nos muestra asà como una situación “x†de violencia entre un hombre y una mujer, mujer que se nos presenta además desde una dimensión podrÃa decirse sacra, en estado de “graciaâ€, lo cual deviene agravante para el crimen.
En el primer capÃtulo de la pelÃcula, a todo color, la golpeada protagonista de la anterior secuencia, llega a una pacÃfica casa familiar, con parquecito infantil incluido, en Pasadena, California. A través de un flash back nos percatamos de que la dueña de la casa, Vernita (alias Cabeza de Cobre) tuvo algo que ver en la golpiza del comienzo. La heroÃna de la cual solo se conocerá su nombre en clave, Cobra africana, pelea con su enemiga hasta que la entrada de la hija de esta última, una niñita de cuatro años, Nikki, lleva a ambas a detenerse y disimular. Finalmente se hace inevitable que la niña presencie el asesinato de su madre: “Cuando crezcas, si aún lo sientes en carne viva, te estaré esperandoâ€, le dice Cobra africana con lo cual se establece el carácter cÃclico de la venganza, rueda macabra que una vez que comienza a girar es casi imposible que se detenga. Esta se podrÃa decir que es la premisa fundamental del volumen 1.
El capÃtulo 2 con el tÃtulo “La novia salpicada de sangre†nos lleva cuatro años y seis meses antes a la ciudad de El Paso, Texas. El sheriff y su hijo número 1, personajes que luego aparecerÃan de nuevo en el proyecto Grindhouse, hablan sobre los hechos: Una boda ha terminado con un final fatÃdico, con la novia embarazada y en estado de coma como única sobreviviente; en ella reconocemos a la protagonista del filme. A continuación se muestra su despertar, escape del hospital y el comienzo de su venganza contra los miembros de la Escuadra Mortal VÃbora Letal: “Cuando la fortuna le sonrÃe a alguien tan violento y feo como es la venganza parece probar no solo que Dios existe sino que uno hace su voluntad.â€[5] Empieza con el revivir de la protagonista la liberación en el espectador de los anhelos de venganza y violencia, pasiones motrices que impulsan el desarrollo del film.
En el capÃtulo 3 El origen de O-Ren, a través de los recursos del dibujo animado japonés, se cuenta la historia de la reina del hampa de Tokio, O-Ren Ishii (Boca de Algodón). O-Ren Ishii es también un personaje marcado por la necesidad de venganza. Mató, con solo 11 años, al asesino de sus padres, cuya muerte presenciara a los nueve. A los 20 era ya una asesina profesional, participando a los 25 en el incidente de la boda. Esta situación funciona a nivel dramatúrgico en sà misma separada de la principal y reafirma el carácter cÃclico de la venganza. Exhibe a un personaje que se desarrolla como terrible debido al dolor por ver asesinar a los suyos. Tiene asà esta historia vasos comunicantes con la de la pequeña Nikki, un cabo suelto, que tal vez Tarantino trate en un futuro.
A continuación se desarrollan una serie de capÃtulos en los cuales la protagonista se libra de la mayorÃa de sus enemigos, no sin cometer de camino algunos errores. Se va acercando a la última persona de la lista: Bill. El rostro de este se ve por primera vez en el Volumen 2, donde por fin se materializa como objetivo.
Asimismo, por fin se conoce el nombre de la protagonista, la cual deja de ser asÃ, cualquier mujer posible en el mundo, para ser Beatriz Kiddo, ex socia de la Escuadra Mortal VÃbora Letal y ex mujer de Bill de quien quiso librarse al saber que estaba embarazada, lo que dio como resultado el incidente de la boda fatÃdica. Después de todo, la vÃctima aquà tal vez mereciera un poco de castigo, por toda la sangre que derramara antes, pero también una segunda oportunidad en el mundo, que logra al librar a este “de los malos†al tomar en su mano el hacer justicia.
Posteriormente Tarantino se enfrasca junto a Robert RodrÃguez en el proyecto Grindhouse, homenaje a las pelÃculas de serie b y z, el cual se dividió en dos filmes Planet terror (2007), dirigida por RodrÃguez, y la segunda Death Proof (2007), responsabilidad de Tarantino.
En Planet terror la violencia se plantea crudamente. No parte de una ley de necesidad ya que no es resultado de una venganza, ni, por ende, un medio para lograr la justicia. Todos los personajes tienen su parte en ella, tanto los zombies infectados por el virus quÃmico, vÃctimas también, como aquellos a quienes estos atacan. Aunque habla de un retorno al pasado y de lo dañino de un desarrollo que puede acabar en destrucción de la especie humana, estos sentidos se pierden en los vericuetos de la trama.
A cargo de Tarantino, Death Proof desde el punto de vista dramatúrgico, se divide en dos partes: en la primera acontece un crimen, y en la segunda su venganza. En ambas un conductor demente, de rostro surcado por una cicatriz, vigila a mujeres jóvenes en lugares de carretera. Los créditos se inician con la imagen de unos pies femeninos, fetiches del director, sobre la parte delantera de un auto. Esto funciona como planting o antecedente de sucesos posteriores. Con una técnica similar a la de Hitchcock al comienzo de Psicosis, Tarantino confunde al espectador y le presenta unas protagonistas que habrán de morir en la primera mitad del film. La historia se cuenta desde el punto de vista de las muchachas acechadas. La cámara sigue a las vÃctimas, una chicas parecidas a tantas otras, lo cual hace que el espectador se identifique con ellas y se sienta desprotegido e indignado por cuanto les sucede: Arleene ha llegado a la ciudad de Austin, Texas, para pasar un fin de semana con sus Ãntimas Shanna y Julia Jungle, estrella local que aparece en todas las vallas del lugar y tiene un programa de radio. Julia ha querido gastarle una broma a Arleene y ha dicho al aire que esa noche saldrán de copas, asà le dice a su amiga: “Si un muchacho lindo, o sensual, o ardiente, o gracioso, pero no de de aspecto gracioso, con el que aceptarÃas acostarte (…) te llama Mariposa, te invita a un trago y repite un poema, tienes que hacerle un baile eróticoâ€. Al final de la noche sin embargo Arleene se encuentra herida en su amor propio porque nadie se le ha acercado. Acepta asà bailar para el psicópata que las ha seguido en su recorrido por distintos bares. Finalmente, el homicida asesina en un simulado accidente de tráfico, a las tres chicas, a una cuarta que les conduce el auto, y a otra a la que llevara en el suyo “de favorâ€.
La segunda mitad del filme se desarrolla en la ciudad del LÃbano, Tenesee, 14 meses después. Tres jóvenes, similares a las anteriores, en una pausa de filmación de la pelÃcula en que trabajan, se reúnen para recoger en el aeropuerto a una cuarta amiga llegada de Nueva Zelanda. Si la primera parte acontecÃa en la noche, aquà es de dÃa, sin embargo, la circunstancia dramática es afÃn. Tanto las primeras muchachas como las segundas tienen relaciones y temas de conversación relacionados. El psicópata, al que ya conocemos de antes, las persigue. Ellas logran sobrevivir. Le disparan en un brazo, lo persiguen por la carretera y lo golpean mientras él pide perdón y ayuda a gritos. Asà las amigas toman venganza por su propia circunstancia, por las chicas que antes vimos morir, y lo que es más importante por los espectadores, que se llenan de satisfacción al presenciar, que en el mundo que propone Tarantino, si bien no es posible para todos escapar de la fatalidad, al menos existe justicia. Este final es catártico pues libera el deseo de revancha que se instala en cada uno de nosotros al constatar el sadismo del asesino. Después de todo, no haay más satisfacción que ver a un “malo†llorar de dolor y miedo.
Inglourious Basterds (Bastardos sin gloria), de 2009, es uno de los últimos filmes del director y también una de sus obras más depuradas; trata el tema bélico y se ambienta en la segunda guerra mundial. Se divide en capÃtulos, lo que recuerda la estructura de Kill Bill. (1.HabÃa una vez… en Francia ocupada por los nazis. /2.Bastardos sin gloria. / 3.Noche alemana en ParÃs. / 4.Operación Kino. /5.La venganza de la cara gigante.)
La pelÃcula comienza con la presentación del Coronel de las SS Hans Landa, “el cazador de judÃosâ€, quien asesina a cinco miembros de una familia judÃa escondida bajo el suelo de una casa en una granja de Francia. Shoshanna, una joven de 18 años, es la única sobreviviente de la masacre. La pelÃcula, de tono ucrónico –reconstrucción alternativa de la historia– cuenta la historia de la joven asà como la del coronel asesino, y además la de un grupo conocido como los Bastardos sin Gloria.
Shoshanna Dreyffus, cuatro años después de la masacre de su familia, se nos presenta bajo el nombre de Emmanuelle Mimieux, como propietaria de un cine y novia del proyeccionista negro Marcel. Por aza, se le acerca un joven soldado alemán Fredrick Zoller, protagonista por sus méritos militares de la pelÃcula Nation´s pride a cargo de Joseph Goebbels[6], segundo hombre más importante del Tercer Reich, ministro de propaganda y lÃder de la industria cinematográfica alemana. Fredrick propone el cine de Shoshanna para la gala de estreno del nuevo filme en ParÃs, a la cual deberán asistir todas las autoridades del poder fascista. La joven vuelve a encontrarse asà con el asesino de los suyos, Hans Landa, encargado de seguridad del evento. La muchacha planea quemar el cine utilizando los rollos de su colección de pelÃculas de nitrato inflamable. Realiza una filmación en que explica sus motivos y reedita la pelÃcula a proyectarse.
Por otro lado, los Bastardos sin Gloria, un grupo especial de ocho agentes del servicio secreto estadounidense en Francia integran una guerrilla de emboscadas que tiene como misión principal “matar nazisâ€: “Los nazis no tienen humanidad. Son los soldados de un maniático asesino en masa que odia a los judÃos y deben ser destruidos. Seremos crueles con los alemanes.†Les dice su jefe el Teniente Aldo Raine, más conocido como Aldo “El Apacheâ€, y le exige a cada soldado abonar durante su servicio 100 cabelleras nazis. A este grupo se suma el Sargento Hugo Stiglitz, soldado alemán que matará a 13 oficiales de la Gestapo. No todos los alemanes eran nazis ni comulgaban con Hitler, pareciera querer decir Tarantino.
Enterados de que a la premier de Nation´s Pride asistirán los integrantes del alto mando alemán, los bastardos, tienen la misión de entrar al cine y volarlo. En eso consiste la llamada Operación Kino. Una actriz alemana Bridget von Hammersmark es la encargada de hacerlos entrar al estreno como sus acompañantes.
Burlándose de lo que puedan decir los libros de historia, el filme revive para el espectador un perÃodo terrible de la humanidad y lo cuenta a su manera, ficcionando los hechos y alterándolos de un modo que es ante todo desacralizador. Asà cambia la circunstancia de la muerte de Hitler y toda la primera plana alemana. Convierte este falso magnicidio en un suceso frÃvolo, ridÃculo, que no está a la altura de un conflicto bélico. Lo más importante es que hace tomar parte a una judÃa en la muerte del Führer. Si bien aquà la protagonista no se salva, consigue concretar su venganza antes de morir. Aunque no es asà como fue, tal vez asà deberÃa haber sido. La situación general tal y como se plantea es catártica pues purga y sacia un deseo de justicia, que ya viene a ser histórico, y por eso la pone en manos de una joven de la raza más apaleada por los nazis: “Yo tengo un mensaje para Alemania. Que todos van a morir. Quiero que miren la cara de la judÃa que lo hará. (…) Mi nombre es Shoshanna Dreyfus y esta es la cara de la venganza judÃa.â€
Como en la vida real no todos los buenos se salvan ni todos los malos perecen. Shoshanna muere mientras el cazador de judÃos logra sobrevivir al hacer un pacto con el enemigo. Sin embargo no escapa al cuchillo de Aldo quien sigue la costumbre de los bastardos para con los alemanes y le deja tatuada en la frente una svástica:
“Cuando llegue a su casa en Nantucket imagino que se quitará ese bonito uniforme de las SS. No puedo aprobar eso. Si por mà fuera usarÃa ese uniforme el resto de su maldita vida, pero sé que no es práctico. En algún punto tendrá que quitárselo. Entonces le daré algo que no se pueda quitar.â€
¿Cuántos lÃderes fascistas no lograron escapar refugiándose en otros paÃses y convirtiéndose en viejecitos aparentemente buenos? Algo diferente habrÃa sido si hubiese existido un Aldo en sus caminos. La marca terrible no es posible de esconder y es, sin lugar a dudas, una marca de muerte.
En cada una de las pelÃculas que hemos analizado, Tarantino logra el empleo de la violencia y el desagravio como recursos dramáticos y a la vez estilÃsticos. Estas pasiones que forman parte de la poética del director son presentadas una y otra vez a los espectadores y pese a que no podemos afirmar ciegamente que es su objetivo provocar la catarsis en el público, esta acontece ya sea por identificación con las vÃctimas o sus situaciones. De Kill Bill a Bastardos sin gloria es posible notar un desarrollo evolutivo en el modo de presentar los mismos tópicos, ya que la venganza en esta última, más que personal, es histórica. Hay aquà menos sangre y más fuerza poética. Se purga asà el resentimiento ligado a uno de los momentos menos humanos de la historia. Por esa razón tal vez Tarantino hace a los espectadores una personalÃsima broma, un guiño, al cierre de este último filme cuando pone en boca de Aldo “El Apache†la frase: “¿Sabes algo (…)? Creo que esta es mi obra maestraâ€.
Notas:
[1] Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, 2008.
[2] Junto a su colaborador el fisiólogo austriaco Josef Breuer.
[3] A posteriori buscarÃa el mismo efecto, mediante la asociación libre y la interpretación de los sueños.
[4] Ver concepto de tragedia en Aristóteles: Arte poética. Espasa- Calpe, 1979.
[5] Kill Bill. Volumen 1.
[6] En la realidad era Ministro de propaganda, y tenÃa por ello control de la industria cinematográfica y el teatro.
Asesinos, psicoanálisis y arte
Sigmund Freud (1856-1939), médico y neurólogo austriaco, fundador del psicoanálisis, aportó a la historia de la humanidad la creación de un enfoque nuevo para la comprensión de la personalidad, que de cierta manera rompió con la explicación precedente del mundo y el ser humano. Aunque en buena medida sus teorÃas no hayan sido muy apreciadas en el momento que emergieron debido al valor que en ellas otorgaba a la sexualidad, y aún hoy sean vistas con rechazo por algunos, no se puede negar que forman parte del sustrato de la cultura occidental que los hombres, por decirlo de algún modo, “llevan en sangreâ€:
“Una gran cantidad de conceptos psicoanalÃticos han pasado a formar parte de nuestra cultura corriente: “actos fallidosâ€, “cumplimiento de deseoâ€,â€complejo de Edipoâ€, “libidoâ€, “simbolismo onÃricoâ€, etapas de vida sexualâ€, “personalidad oral y analâ€, “yo, ello, superyoâ€, “represiónâ€, “inconscienteâ€. “[1]
El tema de la comprensión de la personalidad de los asesinos también suele ser asociado, de una forma u otra, por el imaginario popular, a las teorÃas freudianas. En buena medida esto se debe a que existen testimonios reales que encajan a la perfección en las conceptualizaciones de Sigmund Freud. En el siguiente ejemplo del asesino serial Ed Gein –que sirvió de inspiración al filme de Alfred Hitchcock, Psicosis (1960)– notamos a simple vista, en un individuo capaz de cometer terribles asesinatos, lo que podrÃamos definir como complejo de Edipo, además de una suerte de transferencia –asesina a personas porque le recuerdan, de modo inconsciente las más veces, a alguien de su pasado– e incluso una macabra identificación –el sujeto asume un rol otro por identificación–:
“Ed Gein alegó que al comer los cadáveres de mujeres que se asemejaban a su madre difunta, él podÃa preservar el alma de su madre en su propio cuerpo. Mató dos mujeres que le recordaban a su madre (…). También usó la carne de cadáveres exhumados para dar forma, a un «traje de mujer» para sà mismo y de esta manera poder «convertirse» en su madre, a la vez que no dejaba de tener pláticas consigo mismo en una voz en falsete.â€[2]
En ciertos y determinados productos artÃsticos que tratan el tema del asesinato y que constituyen en definitiva una respuesta, en primer lugar, a la realidad, y en segundo, a conceptos y figuraciones que se encuentran enraizados en el imaginario popular, es posible hallar personajes o situaciones construidos siguiendo un “modelo†que parte de las estructuras psicoanalÃticas de comprensión de la personalidad. Asà dos productos artÃsticos como son la obra literaria A sangre frÃa, del escritor Truman Capote, y el filme El silencio de los corderos –The silence of lambs– y asumen, cada uno a su modo, el tratamiento de tales presupuestos.
En el caso de la obra literaria A Sangre FrÃa cabe reseñar que según el propósito de su autor Truman Capote se inscribe como un género nuevo, la Novela-sin-ficción, una obra que si bien por sus caracterÃsticas literarias se inserta en el canon de la novela, no parte de la ficción, sino de la realidad. La obra fue concebida a partir del conocimiento que el escritor tuviera del asesinato de Mister Herbert W. Vlutter, su esposa y dos hijos menores, en una granja solitaria dedicada al cultivo de trigo y la crÃa de ganado en una zona apartada de Kansas. El autor utiliza las técnicas de investigación propias del periodismo –entrevistas, informes policiales, investigaciones temáticas– para componer su historia novelada. Indaga a partir del testimonio de los conocidos de la familia, las autoridades locales y, lo que resulta fundamental, de lo que tuvieron para decir los propios asesinos.
Por una parte, Truman Capote ha señalado refiriéndose al proceso de escritura de A sangre frÃa:
“Creo que para que la novela sin ficción sea un éxito completo, el autor no debe aparecer en la obra. Una vez que lo hace, (…) el yo-yo-yo interfiere cuando no debe (…) creo que lo más difÃcil de mi libro técnicamente hablando, es haberlo escrito sin que yo aparezca en ningún momento (…).â€[3]
Si bien el autor niega la presencia de su voz desde el punto de vista narrativo en el relato no es menos cierto que la novela cuenta “la verdad†desde su propia perspectiva. A la pregunta de un entrevistador de si le resultó difÃcil presentar su punto de vista permaneciendo fuera del libro, Capote responde:
“(…) esto se logra a través de la selección de lo que decidà contar. (…) Pude haber presentado otros puntos de vista. Pero solo oscurecerÃan el asunto y el libro. (…) Puede alegarse que el reportaje es incompleto. Pero asà tenÃa que ser. (…) Mi comentario está en lo que decido contarle al lector y en la manera como decido contárselo. Es cierto que un escritor tiene más control sobre los personajes de ficción porque puede hacer con ellos lo que se le antoje mientras sean verosÃmiles. Pero en la novela sin ficción también podemos manipular las cosas: si pongo en mi libro algo con lo que no estoy de acuerdo siempre puedo colocarlo en un contexto que lo condicione sin tener que entrar en la narración para aclararle las cosas al lector.â€[4]
Truman Capote por una parte edita testimonios que difieren de lo que quiere contar, o los sitúa en contextos donde obliga a una interpretación. Asimismo, podemos decir que compone los disÃmiles personajes, incluidos los de los asesinos –Perry Smith y Richard Eugene Hickock, conocido por Dick–, en buena medida como él los ve, independientemente de que los seres que concibiera fueran probablemente muy parecidos a los reales. La realidad, en tanto parte del enfoque subjetivo particular del escritor, es manipulada deliberadamente en aras de lo que él piensa o quiere decir. Aclarados estos aspectos, podemos detenernos en el carácter de Perry Smith, no en el real que no conocimos, sino en el ser novelado tal cual lo deja ver Truman Capote. Innegablemente notamos en la concepción de este personaje y en especial en su biografÃa, hechos que parten de la interpretación psicoanalÃtica. Truman Capote asà como da testimonios múltiples de la “rara†sensibilidad del casi lisiado Perry elige incluir en el relato, por ejemplo, sus traumas de la niñez.
PodrÃa decirse que el autor llega a simpatizar con el Perry real y por esa razón, al contar su historia de vida, lo que en definitiva hace es –de un modo tal vez incluso inconsciente–, intentar justificar al asesino a partir de la teorÃa del psicoanálisis. Esta simpatÃa de Capote es hacia Perry y no hacia Dick, que tuvo una niñez aparentemente perfecta, al menos hasta donde indaga el escritor y nos deja saber. Con respecto a Perry parece decirnos “Véanlo. Con ese pasado él no podÃa haber actuado de otro modoâ€:
Con respecto al complejo de Edipo tenemos que si bien Perry sitúa como uno de sus primeros recuerdos la imagen de su madre como una bella amazona cherokee, pronto llega a odiarla por alcohólica y prostituta, y desplaza su amor hacia el padre de forma extrema, sin embargo, más adelante la sensibilidad del personaje lo lleva a odiar también a su progenitor:
“(…) Esa gran facilidad musical innata que yo tenÃa, papá no podÃa reconocerla. Ni le importaba. Me gustaba también leer. Mejorar mi vocabulario. QuerÃa componer canciones. Dibujar. Pero nunca tuve ningún aliento de él ni de nadie.â€[5]
En esta relación de amor-odio, Perry quiere dañarse para dañar a otros: “De niño habÃa pensado con mucha frecuencia en suicidarse, pero entonces no se trataba más que de fantasÃas sentimentales, nacidas del deseo de castigar de su padre, a su madre y a otros enemigos más.â€[6] Cabe recordar que dos de sus hermanos llegan a concretar este sentimiento, y él a su modo también. Su odio es en buena medida amor, o como dirÃa Freud, libido[7]. Pero la suya es en todo caso libido mal encausada que deviene instinto de muerte, Tánatos.
El tema de la sexualidad de Perry recibe también en buena parte un tratamiento psicoanalÃtico. Se enamora de mujeres a las que idealiza y cree intelectuales y educadas. Sin embargo, es capaz de concretar una relación sexual con alguien con muy poco encanto.
Con respecto a comportamientos disfuncionales en cuanto al tema de la sexualidad se refiere, similares a estos de Perry, encontramos una explicación en Freud:
“El hombre muestra apasionada inclinación hacia mujeres que le inspiran un alto respeto, pero que no le incitan al comercio amoroso, y en cambio, solo es potente con otras mujeres a las que no «ama», estima en poco o incluso desprecia.â€[8]
También Truman Capote hace alusión al motivo del sueño recurrente de Perry en el cual se ve a sà mismo intentando alcanzar un árbol que pese a apestar es hermoso y está lleno de diamantes –quizá se trate de la Madre– para lo cual tiene que luchar con una serpiente –sÃmbolo fálico según Freud y tal vez representación del Padre o de otras figuras de autoridad– y cuando esta se encuentra a punto de vencerlo aparece una especie de papagayo amarillo –?– y lo salva destruyendo a su enemigo y llevándolo luego al ParaÃso.
Ambos asesinos, Perry Smith y Richard Eugene Hickock, serÃan analizados por psiquiatras. El doctor Jones dirÃa con respecto a Perry:
“Perry Smith presenta sÃntomas indiscutibles de una grave enfermedad mental. Su infancia, (…) se caracterizó por la brutalidad e indiferencia de ambos progenitores (…) ha crecido sin orientación, sin amor (…) De inteligencia superior a la media (…), los accesos de ira de su pasado se dirigieron contra sÃmbolos de la autoridad: padre, hermano mayor, sargento, funcionario que le concedió libertad bajo palabra; y en varias ocasiones lo impulsaron a una conducta violentamente agresiva (…).â€Â [9]
Más adelante Perry serÃa analizado también por un prestigioso psiquiatra legal llamado Joseph Satten, quien confirmarÃa el diagnóstico del doctor Jones. “El doctor Satten, (…) sugirió que si bien el crimen no hubiera ocurrido de no producirse una fricción entre los perpetradores, fue esencialmente obra de Perry Smith.†Perry en su opinión, representaba un tipo de asesino que él habÃa descrito en un artÃculo aparecido en The American Journal of Psychiatry –julio 1960–: “Asesinato sin motivo aparente. Estudio sobre la desorganización de la personalidad†en que habÃa colaborado con tres colegas.
Satten llega a interesantes concepciones con respecto a “(…) asesinos que parecen racionales, coherentes y controlados pero cuyas acciones homicidas presentan caracterÃsticas extravagantes, aparentemente absurdas (…)â€[10]. Hace alusión a lo largo de su análisis a la teorÃa de la transferencia, es decir, al proceso por el que las actitudes emocionales, establecidas originalmente hacia las figuras de la infancia –en especial los padres–, son transferidas en la vida adulta a otros personajes, cuando dice:
“El potencial homicida puede verse activado, especialmente si se ha presentado ya cierto desequilibrio, cuando la futura vÃctima es inconscientemente percibida como figura clave de cierta configuración traumática del pasado. (…) La hipótesis de un motivo inconsciente explica por qué el asesino percibe a vÃctimas inocuas y relativamente desconocidas como elementos provocadores y por consiguiente satisfactorios blancos de agresión.â€[11]
Esta teorÃa de la transferencia podrÃa explicar los impulsos que llevaron a Perry a cometer los asesinatos. El motivo por el cual mata Perry al señor Clutter, el por qué de este acto, es algo que permanece en verdad en el dominio de lo inconsciente ya que, según el mismo Perry expresara, su vÃctima le cayó bien y solo logra explicarse a través del uso de las herramientas que brinda el psicoanálisis.
“En su confesión Smith declaró: «No tenÃa intención de hacerle daño a aquel hombre.
Pensé que era un hombre muy amable. De voz suave. Asà lo creà hasta el momento en que le corté el cuello.» Hablando con Donald Cullivan, Smith dijo: «No me habÃan hecho ningún daño (los Clutter). Como otras personas. Como tantas personas en mi vida. Quizá los Clutter tuvieron que pagar por todos.â€[12]
Nótese que hasta aquà no hemos querido de ningún modo negar los traumas múltiples que configuraron la personalidad homicida de Perry. Lo que hemos deseado resaltar con esta multiplicidad de ejemplos es que el autor, identificado de algún modo con los tormentos de este ser, eligió contar esta parte de la historia y no omitirla, como sà hizo con otros sucesos. Truman Capote induce a sus lectores a sentir compasión hacia un hombre que sufrió una infancia desventurada, y fue destrozado por un accidente, un hombre contrastantemente capaz por una parte de llorar con una puesta de sol y por otra de asesinar, llegado el momento, a sangre frÃa, a cuatro miembros de una familia.
El silencio de los corderos filme dirigido por Jonathan Demme y que constituye la primera parte de la saga de Hannibal Lecter –encarnado por Anthony Hopkins– que luego serÃa continuada por Hannibal y El dragón rojo, es interesante también desde el punto de vista del uso de las teorÃas psicoanalÃticas para la composición dramática. Este y todos los filmes relacionados a la figura de Hannibal Lecter –el CanÃbal–, parten de las novelas del autor Thomas Harris: El dragón rojo (1981), El silencio de los corderos (1988), y Hannibal (1999).
En la primera parte de la saga cinematográfica se establece una especie de trÃada entre los personajes de Clarice Starling una joven detective –que interpreta la actriz Jodie Foster–, el reo Hannibal Lecter y el asesino serial Bufalo Bill –interpretado por Ted Levine–, cuyos crÃmenes parecieran estar inspirados en los del real Ed Gein, de quien hablábamos al inicio de este texto.
De hecho, en las concepciones de los caracteres de Clarice Starling y Bufalo Bill se utilizan las herramientas conceptuales del psicoanálisis con el fin de crear un contraste entre ambos desde el punto de vista dramático. De quien no llegamos a conocer motivos ni antecedentes es de Hannibal Lecter, y esto le añade un halo de misterio en tanto nos hace querer saber más de su carácter. Conocemos no obstante que es un ser de inteligencia superior, un intelectual, y además un psiquiatra que de algún modo psicoanalizará tanto a Clarice como a Bill.
Es Bufalo Bill un homosexual lleno de rencores tanto por su pasado como por no haber podido hacerse la operación de cambio de sexo. En él notamos un singular comportamiento, escoge muchachas jóvenes, las mantiene varios dÃas en cautiverio y luego las asesina y les arranca la piel. Además les coloca en la garganta unas orugas que crÃa y que simbolizan la metamorfosis de larva a mariposa. No mata a sus vÃctimas de forma inmediata sino que espera varias dÃas para que enflaquezcan y asà les “sobre†piel, la cual utiliza para ir componiendo una suerte de vestido. En el proceso de rechazo hacia sus vÃctimas llega a una identificación, a un “querer ser†aquellas que mata: “Amamos al objeto a causa de las perfecciones a las que hemos aspirado para nuestro propio Yo y que quisiéramos ahora procurarnos por este rodeo, para satisfacción de nuestro narcisismo.â€[13]
Lecter afirma que Bill no nació homicida sino que lo volvieron asesino a golpe de traumas, violaciones y vejaciones fÃsicas y morales:
“Una perturbación severa de la niñez asociada con violencia puesto que Bill no nació criminal Clarice lo convirtieron en uno a través de años de abuso sistemático. Odia su propia identidad y creen que eso lo convierte en transexual pero su patologÃa es más salvaje más aterradora.[14]
En El dragón rojo, –filme posterior a El silencio de los corderos y sin embargo su antecedente en la secuencia dramática de la historia–, el agente protagonista repite un parlamento casi idéntico para referirse al asesino serial conocido precisamente por el sobrenombre de Dragón rojo, quien fuera maltratado y abusado fÃsica y mentalmente en la niñez, por su abuela.
El psiquiatra Joseph Satten, de quien hiciéramos antes mención, al hacer énfasis en la teorÃa psicoanalista freudiana, harÃa hincapié en el valor de la infancia como momento de formación del individuo:
“Un pasado que refleja una extrema violencia bien imaginaria, bien observada en la realidad o verdaderamente experimentada por el niño, encaja en la hipótesis psicoanalÃtica según la cual exponer al niño a estÃmulos abrumadores antes de que sea capaz de dominarlos está estrechamente ligado a defectos prematuros en la formación del yo, y posteriormente, a serios trastornos del dominio de los impulsos.â€[15]
Clarice Starling en El silencio de los corderos es, por su parte, una joven que intenta también con su proceder, aquietar su pasado. Si bien al inicio del filme no sabemos nada de ella pronto notamos gracias a flash backs bien colocados en la historia, que existen recuerdos del pasado relacionados con la pérdida de un ser querido que la atormentan. Lecter, experto conocedor de las personalidades humanas, se percata de sus puntos débiles y la obliga a hablar de sà misma a cambio de información sobre el carácter de Bufalo Bill, asà mediante una técnica conductista donde cada respuesta recibe un premio, sale a la luz la historia de vida de la agente. Su madre murió cuando ella era pequeña. Fue criada por su padre, un comisario que fuera asesinado en servicio. Posteriormente vivió con unos tÃos en un rancho. “¿Cuál es tu peor memoria de la niñez?†Indaga Hannibal. Clarice una noche en el rancho vio como mataban a unos corderos pequeños masivamente. El cordero es un recurso alegórico que proviene de las religiones hebreas y cristiana que se asocia a la inocencia y a la pureza que se sacrifica, –precisamente por la asociación entre los términos cordero e inocente, al filme se le da en español como tÃtulo El silencio de los inocentes–. Clarice lucha en la edad adulta por acallar los corderos que viera llorar en su infancia. Es decir, este evento ciertamente traumático de la niñez para una personalidad que habÃa sufrido ya varias pérdidas, condiciona la misión de vida de la protagonista.
Cabe señalar que en el año 2006, el creador de Lecter, Thomas Harris, entregarÃa su novela Hannibal el origen del mal, donde narrarÃa el perÃodo de la vida del célebre asesino que va de los seis años a los 20 –también desde la dimensión del trauma de la infancia derivada de la teorÃa psicoanalÃtica–. Esta novela serÃa llevada al cine por el director Peter Webber.
Hasta aquà hemos podido ver cómo se pueden aplicar los planteamientos psicoanalÃticos al comportamiento de los asesinos y cómo este modo de pensar con respecto a la personalidad se encuentra ya tan apegado a la cultura popular que es utilizado para crear personajes con tales caracterÃsticas, ya sea en una obra literaria que supuestamente no parte de la ficción, sino de la realidad, y donde tal propósito se logra por el modo en que el autor cuenta la historia, como en la creación de caracteres opuestos en una obra fÃlmica –la buena Starling y el malo Buffalo Bill–. El pasado tremebundo de los personajes analizados si bien no justifica sus acciones, las hace verosÃmiles, dramáticamente creÃbles. Los planteamientos freudianos pese a haber sido negados por muchos, hasta hoy forman parte del imaginario de los seres humanos, pues promueven una relación ordenada del mundo que tiene sus raÃces en la causalidad de los eventos.
Notas:
[1] Wars, Ivan y Zarate, Oscar (s.f.). Psicoanálisis para principiantes. Buenos Aires: Colección de libros Era Naciente. SRL. Director de la serie Juan Carlos Kreimer.
[2] Wikipedia. Asesinos en serie. D:\ \Asesino en serie – Wikipedia, la enciclopedia libre.htm
[3] Plimton, George (1967). “La historia detrás de una novela sin ficción.†(Entrevista de George Plimton a Truman Capote). En A sangre frÃa. La Habana: Instituto del libro. p. 420.
[4] El subrayado es nuestro. Plimton, George (1967). “La historia detrás de una novela sin ficción.†(Entrevista de George Plimton a Truman Capote). En A sangre frÃa. La Habana: Instituto del libro. p. 420.
[5] Capote, Truman (1991). A sangre frÃa. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, S.A. p.96.
[6] Capote, Truman (1991). A sangre frÃa. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, S.A. p.163.
[7] “Término perteneciente a la teorÃa de la afectividad. Designamos con él la energÃa (…) de los instintos relacionados con todo aquello susceptible de ser comprendido, bajo el concepto de amorâ€. Freud, Sigmund (s.f). PsicologÃa de las masas y análisis del yo. Libro dot. com. p. 16.
[8] Freud, Sigmund (s.f). PsicologÃa de las masas y análisis del yo. Libro dot. com. p.30.
[9] Capote, Truman (1991). A sangre frÃa. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, S.A. p 209.
[10] Capote, Truman (1991). A sangre frÃa. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, S.A. p. 209.
[11] Capote, Truman (1991). A sangre frÃa. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, S.A. p. 211.
[12] Capote, Truman (1991). A sangre frÃa. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, S.A.p. 211.
[13] Freud, Sigmund (s.f). PsicologÃa de las masas y análisis del yo. Libro dot. com. p.31.
[14] Hannibal Lecter en El silencio de los corderos.
[15]El subrayado es nuestro. Capote, Truman (1991). A sangre frÃa. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, S.A. p. 209.
Arquitectura teatral (II): Teatros viejos en el Centro Histórico
En nuestro paÃs son muchos y variados los ejemplos de teatros y escenarios desde el siglo XVIII. En sus estudios sobre el teatro cubano, Rine Leal[1] menciona muchos de ellos. El actual Centro Histórico, antes núcleo central de la urbe capitalina, es uno de los primeros lugares en alzarse con edificios para las representaciones teatrales, espacio que atenderemos —junto al de centro Habana— con especial interés, pues continúa aún en el presente una viva tradición de hacer teatro.
Como una de las primeras referencias tenemos que en una casa del callejón de Jústiz —situada entre las calles de Oficios y Baratillo—, hoy desaparecida, se representaban allá por 1773 comedias a tono con la lÃnea del teatro español de los Siglos de Oro, Lope de Vega y Calderón de la Barca.
En ese mismo año, el emperador Marqués de la Torre en su interés de que la ciudad contase con un buen teatro, convocarÃa el 2 de julio de 1773 la contribución de los principales comerciantes de La Habana para la construcción de un teatro, que serÃa inaugurado —en lo que antes fuera un solar, situado en Oficios y Luz, el Coliseo—, el 20 de enero de 1775. Este se convertirÃa ya en 1803 en El Principal luego de una reparación, y desafortunadamente desaparecerÃa tras el ciclón de 1846.
En 1800, el empresario Eustaquio (o Eustoquio) de la Fuente aprovecha una otrora arena destinada a la equitación para construir un escenario circular. Asà surge el teatro El Circo, situado en el campo de Marte cerca de los actuales jardines del Capitolio. El local estaba muy mal construido ya que sus paredes y graderÃas eran de madera podridas y un toldo evitaba inútilmente las lluvias veraniegas que hacÃan imposible acudir al público.
AparecerÃan en estas fechas otros escenarios pobres, carentes de comodidades y situados en la periferia de la ciudad y con un público esencialmente mestizo, lo que lleva a la preocupación de dotar a La Habana de un teatro elegante.
El pintor francés Juan Bautista Vermay construye el Diorama en la actual Manzana de Industria —San José, San Rafael y Amistad—, en 1829, un teatro destinado a 700 espectadores, que al igual que el Principal desaparece debido al ciclón de 1846.
Por esos años, Pancho Marty [2] construye el Teatro Tacón —frente a la puerta de Monserrate en el Paseo Isabel II, actuales Prado y San Rafael—. TenÃa cinco pisos de palcos, lunetas, butacas, tertulia y cazuela. Una capacidad total que pasaba de 2000 personas sentadas y unas 750 de pie, y estructura a la italiana, de tÃpica herradura. Tal vez por su forma y proporciones fue desde sus inicios espacio privilegiado para la ópera y el drama culto. Se inaugura el domingo 28 de febrero de 1838 con un baile de máscaras, y el 15 de abril abre su temporada con óperas, zarzuelas y un teatro dramático con grandes compañÃas españolas.
Restaurado y reformado con frecuencia, el Tacón alcanza la neocolonia. Con el tiempo llegarÃa a pertenecer a la Sociedad Anónima el Liceo de La Habana siendo por breve tiempo el Teatro de la Estrella, hasta quedar convertido en Teatro Nacional propiedad del Centro Gallego de La Habana en 1905, tras el rechazo de su compra por parte de gobierno; el 22 de abril de 1915 se reinaugura como Gran Teatro Nacional; en los años 50 se transforma en cine y sufre nuevos arreglos que reducen notablemente su acústica. En 1959 es bautizado con el nombre de Estrada Palma, hasta que en 1961 tras su nacionalización recibe el nombre de GarcÃa Lorca.
En La Habana, al igual que en otras ciudades de la Isla, crece la lista de teatros, especialmente entre 1838 y 1868. En 1847 abre sus puertas un Circo —en Zulueta y Morro—, que seis años después llegarÃa a nombrarse Villanueva y estarÃa vinculado a los sucesos conocidos bajo ese nombre. Fue clausurado precisamente tras los acontecimientos acaecidos en enero de 1869, siendo demolido en 1887.
En 1860 se inaugura el Variedades, ubicado en los altos del café El Louvre, del hotel Inglaterra. Concebido como un teatro de cámara, con 600 asientos, dio entrada a mujeres, las cuales se podÃan sentar solas en luneta.
El circo Albisu —situado al final de la calle Obispo, a un costado del Centro Asturiano, frente a la actual manzana de Mella, antes de Gómez— pasa en 1866 a convertirse en teatro. En 1870 recibe el nombre de Lersundi y se reconstruye hasta alcanzar 2000 localidades. Este espacio, apoyado por sus caracterÃsticas, alternarÃa espectáculos dramáticos y circenses. Luego, en el periodo neocolonial, el centro Asturiano lo compra y adopta el nombre de Campoamor —no el cine Teatro—, hasta que es demolido. Durante 1860 se inaugura el Ariosa —en Consulado 142 altos, entre San José y San Rafael—, clausurado tras el comienzo de la guerra y reabierto en 1874 con el nombre de Cervantes, luego serÃa llamado Lara en 1897.
Los años de guerra traerÃan un impasse, en el cual se reducen las inversiones en materia de construcción de teatros, hasta los fines de esta. No obstante, en 1877, José Payret edifica el teatro que hoy funge como cine llevando su nombre. En su época de esplendor logra rivalizar con el Tacón. Tuvo una capacidad para acoger a 2500 espectadores y tres pisos para palcos. No obstante, estuvo marcado desde sus comienzos por una mala fortuna y en él acontecieron desde derrumbes hasta asesinatos.
En 1887 se abre el Torrecillas —Neptuno 6, en los altos de una casa particular— que prosigue con la lÃnea de las salitas pequeñas. Ya para 1881 abre el circo teatro Jané —Dragones esquina a Zulueta— y en 1884, la Risa —Estévez 4 esquina a Monte—. También en 1884 se inaugura el Irijoa —actual Mart× con cien puertas, grandes jardines y vestÃbulo exterior acorde con el clima. El Alhambra —Consulado esquina a Virtudes— inicia el 13 de septiembre de 1890.
Durante el perÃodo neocolonial se crean pocos escenarios nuevos. Los Politeama se ubican en la azotea de la Manzana de Gómez entre 1909 y 1910. El Cuba cambia continuamente su nombre y se llamará Molino Rojo, Cubano, y Regina, hasta convertirse en el Radiocine. El Principal de la Comedia se crea en 1921 —Ãnimas entre paseo de Martà y Zulueta— y dura hasta 1957, fecha en que queda reducido a parqueo.
Ante la ausencia de teatros los grupos en estos años alquilan locales pequeños para mantener una cartelera fija. En La Habana Vieja y Centro Habana surgen, el Capitolio, el Actualidades, o el Campoamor. Prometeo, La Comedia, y Prado 260.
Hoy, en esta área de la ciudad, a esos antiguos espacios que han logrado sobrevivir al paso del tiempo, se añaden otros acondicionados para acoger el quehacer de diversas compañÃas y mantener viva la tradición teatral.
Notas.
[1] Leal, Rine: Breve historia del teatro cubano. Editorial. Letras cubanas La Habana, 1980.
[2] Este hombre tiene una muy especial historia. HabÃa llegado a Cuba sin dinero por lo que se hizo cazador de piratas. Ingresó en la administración pública poniéndose al servicio de Tacón. Formó parte de la camarilla de palacio realizó las contratas de las grandes obras públicas robando siempre. Traficó negros e indios de Yucatán. Muere a los 80 años.