Milho Montenegro


La inconformidad, brújula de la creación

Para muchos la inconformidad podría ser una cruz, una especie de piedra de sísifo que solo provocaría incertidumbre y agobio. En cambio, para el poeta que va tejiendo en su creación los significados de la realidad, y en esa tentativa aprende a trastocar lo adverso en pábulo para su acto creativo, esa inconformidad muta de lastre a pavesa, a cinética, a ignición.

Para Yainier Salazar (Manzanillo, 1987) el sentirse inconforme es solo una manera de desamarrarse de la estática y del tedio, quebrar límites y no acomodarse a la sombra de la comodidad. Este autor afirma que adscribirse a las fórmulas de la escritura podría aniquilarlo como escritor, es por eso que, evitando extraviarse, lleva siempre consigo la inconformidad como una brújula en su andar.

Tu obra aparece publicada en diversas revistas y antologías, aunque Geometría interior (Ediciones Sed de belleza, 2018) es tu primer libro publicado…

Sí, cuando uno empieza a interesarse en publicar lo que escribe siempre se encuentra con gente que ayuda: amigos, amigos de amigos, a veces desconocidos. Ese fue mi caso. La mayoría de los textos sueltos que publiqué fue gracias a personas que casi me exigieron enviarlos a revistas como el Caimán Barbudo, por ejemplo, la cual respeto mucho. En cuanto a Geometría interior fue lo primero que logré pensar y escribir como volumen y, al igual que con los poemas sueltos, fueron algunos amigos quienes me sugirieron enviarlo a Sed de Belleza, con la facilidad de que esta editorial recibe libros por correo electrónico. Así que tuve la suerte y la oportunidad de que inmediatamente el sello se interesara en su publicación.

Desde el título de tu cuaderno estableces una evidente imbricación entre las ciencias exactas y las emociones…

No es tanta la distancia que hay entre una y otra. Para mí hay pocas cosas tan emocionantes y poéticas como la Sucesión de Fibonacci o la Teoría de cuerdas, por ejemplo. Quizás todo esto esté relacionado con mis desaciertos de adolescente al no estudiar una carrera de ciencias, que siempre fue una idea que estuvo en mí; y ahora esa frustración trabaja desde los envites poéticos.

Al final, uno escribe desde la experiencia: primero desde la experiencia vital y luego desde la experiencia como lector. En ambos casos mis intereses han girado mucho entre la ciencia y la literatura. Sin embargo, aunque en Geometría… es evidente el manejo de elementos de las ciencias exactas, como señalas, la mayoría de los textos partieron de puntos de vista de las artes visuales, una especie de extensión de la obra de varios amigos artistas en el lenguaje de las palabras. Así trabaja el misterio de la creación.

En la lectura de tus versos descubro la mirada de quien observa —tras una lupa, con minucia— ciertos procesos (naturaleza, filosofía, colores, etc…) que muchas veces pasan inadvertidos ante los ojos. Más allá de eso, ¿qué despierta el acto escritural en Yainier Salazar?

Es muy acertada tu observación. Son ese tipo de minucias, precisamente, lo que echa a andar mi escritura. Un insecto, una viruta, una fuerza oculta al entendimiento. Los sentidos son los mecanismos fisiológicos que nos conectan con el mundo, son la posibilidad de entender o al menos percibir todo lo que tenemos alrededor; pero me gusta pensar en los sentidos también como límites.

Existen sonidos que no escuchamos, colores que no vemos, texturas que nunca llegaremos a sentir. A partir de ahí, intento traducir en poemas ese universo negado a los sentidos. Quizás por eso la mayor parte de lo que escribo son textos cortos, aunque prefiero decirles pequeños. Escribo desde la observación y la intuición. Sospecho de lo que llaman inspiración, pero entiendo que cada cual define su universo creativo de disímiles maneras. Y me alegra que así sea.

Uno de los temas más frecuentes en las reuniones de poetas jóvenes es la búsqueda de nuevas formas y estilos en la escritura que permitan trasgredir, renovar o al menos enriquecer el canon que ha venido pautando la tradición literaria. Al margen de esto, ¿asumes —como poeta— alguna de estas posturas en tu creación?

Definitivamente. No puedo evitarlo. Creo que nadie puede. Aunque aclaro que cualquier postura no rebasa más que preferencia estética y especulaciones de lenguaje. No veo nada de malo en ello. Ni de bueno. Lo tribal es una condición humana tan natural como respirar. Todo está en permitir que sea un estado tácito y orgánico; ser consecuente con lo que se hace y al mismo tiempo negarlo, reinventarlo. Algo paradójico, pero poderoso.

Acomodarme en fórmulas que funcionan podría aniquilarme como poeta, como manipulador del lenguaje. En el fondo, creo que cualquier postura que asuma en mi escritura tiene tantas ventajas como desventajas. E insisto en las últimas: autocensura de lenguaje, prejuicios de composición, callejones sin salida. Son riesgos que he aprendido a aceptar.

No obstante, cruzando el margen, hablas aquí de forma y estilo; personalmente prefiero lo primero, aunque lo llamaría tono; lo segundo me suena a una comodidad que sospecho peligrosa en el arte. De cualquier forma, lo que hoy se señala renovador será canon en 50 años. Por otra parte, se puede ser transgresor de muchas y diferentes maneras.

¿Ha sido el trabajo editorial —en relación a tu cuaderno— lo que esperabas?

Considero que Sed de Belleza tiene una propuesta interesante en cuanto a diseño y factura, de lo más digno que tenemos ahora mismo en Cuba. Igual en contenido. Publican literatura universal difícil de encontrar en papel, sobre todo algunas zonas de literatura actual convenientes para quienes se dedican a escribir.

Por mi parte, con Geometría interior puedo decir que superó mis expectativas, que tampoco eran muy altas, pero mi punto de vista ha sido confirmado por mucha gente que respeto. Creo que en general hicieron un trabajo excelente. Quedé satisfecho con el trabajo —sobre todo— del editor y el diseñador de cubierta.

También eres realizador audiovisual…

En realidad no creo que merezca el apelativo, sobre todo por el respeto que les tengo a quienes sí lo son y trabajan en condiciones minúsculas. Que aparezca así en la nota biográfica de Geometría interiores un descuido por el cual me culpo. Quizás lo fui en algún momento cuando realicé varios trabajos audiovisuales con amigos y quizás lo sea cuando me dedique a ello en el futuro. Aunque sigo haciendo algunas cosas, igual de pequeñas a lo que escribo, de momento lo dejamos en poeta.

En su ensayo ¿Qué pasa con la crítica literaria sobre poesía?[1], Virgilio López Lemus expresó: “Pues a mi juicio goza de buena salud… parcialâ€. Desde tu condición de autor, ¿cómo recibes esta afirmación?

No puedo responder esta pregunta con el rigor que demanda, pues de crítica literaria no leo más que reseñas y artículos sueltos, nada de mucho volumen. En lo particular sospecho de toda crítica sobre arte: oficialista, sensacionalista o seria. Sin embargo, creo que hay buenos ejemplos por ahí, quizás más ensayistas que críticos, pero leo de buena gana un ensayo sobre poesía, siempre y cuando sea buena literatura.

La afirmación a la que haces referencia me resulta un tanto suspicaz, quizás por la misma ironía que utiliza el autor. ¿Qué es salud parcial? ¿Está muy enferma pero tiene cura? ¿Es solo una gripe de temporada? No sé, pero creo que la crítica literaria sobre poesía necesita algo más que vitamina C y abundantes líquidos.

¿El hecho de radicar lejos de la capital es, en algún sentido, causa de desventaja (o no) en cuanto a visibilidad para tu obra?

Es algo muy natural que en La Habana estén las principales plataformas de participación, promoción y superación para cualquiera que pretenda desarrollar una obra literaria. Creo que esta circunstancia es una desventaja para quien se dedique solo a quejarse de tal desventaja.

Si me disculpas la tautología anterior, puedo agregar que conozco mucha gente que ha logrado visibilizar su obra desde varias provincias; y conozco otra —no poca— que ha emigrado hacia la capital en busca de esa visibilidad y han tenido que volver porque dejan de escribir: pierden el objetivo del cambio.

Por otro lado está el papel de las instituciones y me detengo en la AHS porque soy asociado y porque, en mayor o menor medida, la Asociación intenta equiparar las ventajas de visibilidad para todas partes de Cuba. Al menos en mi caso puedo decir que me ha sido muy útil para este propósito.

Y por último, están las redes sociales, que han venido a democratizar —por decirlo de alguna manera— las jerarquías de promoción. Sin ir más lejos, esta entrevista no habría sido posible sin las redes sociales. Entonces, resumiendo, radicar lejos de la capital no significa una desventaja para visibilizar mi obra. Al menos, no según mis intereses.

¿Algún proyecto ocupa tu imaginario creativo por estos días?

Siempre ando en algo creativo. Ahora mismo intento dar forma a otro volumen de poemas, mientras un tercero se mueve por alguna editorial o concurso. Trabajo en las ideas iniciales para un documental sobre la AHS en Manzanillo; a la vez que me sumerjo en varios proyectos con amigos, que van desde la investigación y el audiovisual, pasando por el diseño multimedia y un taller de literatura creativa.

¿Cuáles esencias debe guardar un libro, quizás los tuyos propios, para que llegues a sentirte —digamos— conforme con ellos?

Deben ser auténticos, congruentes con lo que uno mismo es. Deben decirme algo nuevo, o decirme algo conocido de una manera diferente. Deben tener tono y textura. Y deben ser libros un poco arrogantes: seguros de sí mismos. Todo esto para los libros que leo. Con los míos nunca voy a sentirme conforme; o al menos espero no hacerlo nunca.

[1] Cfr: López Lemus, Virgilio: Oro de la crítica, Editorial Oriente, 2013, p. 307.

 



El poeta es un sobreviviente (+ video)

País mental es su primer poemario. Acogido por la casa editora La Luz en 2017, este libro proyecta una búsqueda —quizás introspección— que pretende hurgar/deponer/develar esas muchas capas de vivencias, temores y realidades que nutren y componen un país (su país).

Alexander Jiménez (Las Tunas, 1987) es un joven escritor que ahora se atreve a poner sobre la mesa diversos matices e imaginarios acerca de una temática, que bien podría considerarse inherente a la poesía. Al margen de esto, él no teme traspasar los lindes de lo íntimo/mental hacia lo público/real, pues sabe —está convencido— de que el poeta es un sobreviviente, y desde este precepto ofrece su discurso como un gesto libertario y de rebeldía.

El reciente lanzamiento de tu poemario País mental te ha permitido insertarte dentro de la efervescencia de poetas emergentes cubanos…

Es el primer libro que escribí y que se publique ya tiene su mérito. Con él obtuve el Premio Bustos Domecq que convoca la Asociación Hermanos Saíz de Camagüey. Me interesa que mi obra llegue a la gente, tanto al intelectual como al lector común. Lo demás lo dejo al tiempo, aunque no me preocupa demasiado la trascendencia. He recibido buenas críticas de mi libro y ya he ganado algunos lectores. Estoy muy satisfecho.

Advierto en tus versos un acercamiento a temáticas que sondean lo cívico/social, lo íntimo/amoroso, también el sentimiento de arraigo, confiriéndoles al libro una esencia —digamos— telúrica…

En mi libro hay una búsqueda hacia dentro, una aproximación a las circunstancias que me (nos) afectan o condicionan desde el punto de vista existencial. No todos vemos o asimilamos el país de la misma forma. El país del anciano que recoge latas en la arena de una playa no es el mismo país que mira el turista a través de sus gafas de sol y el trago de mojito. Mis versos son las piezas de ese (este) país que voy recomponiendo como un puzle sobre la hoja en blanco.

El arte ha acompañado al hombre desde siempre y le ha permitido comprender o interrogar su universo. Más allá de eso, ¿cuál rol juega la poesía en la realidad objetiva/subjetiva de Alexander Jiménez?

Asumo la poesía como una forma de exorcismo, de rebeldía. Es el instrumento que poseo para saltar a un paisaje divergente. Creo comunicar algo y si ese algo toca algún chacra emocional y cognoscente en el lector, quedo satisfecho. Escribir es un gesto libertario, un ritual que a veces (solo a veces) funciona. 

cortesía del entrevistado

¿Y en la Cuba de hoy?

En Cuba casi no se lee poesía. Creo que se debe principalmente a la escasa promoción y el poco valor que se le otorga a los libros, especialmente a los de poesía. Hay una creciente banalización de la sociedad, una tendencia a ver el mundo de una manera práctica. La poesía no es práctica, no se come. Muchos todavía no entienden que no solo de pan vive el hombre.

¿Cómo valoras el trabajo editorial en relación a tu cuaderno?

Publicar mi primer libro con Ediciones La Luz fue entrar con el pie derecho en el mapa literario cubano (no todo el mundo publica allí). Es una editorial que, aunque apuesta por autores noveles, le confiere mucha importancia a la calidad de las obras literarias y a su promoción. Es una de las mejores editoriales que tiene actualmente nuestro país.

Siendo que eres un autor joven, pregunto, ¿consideras necesario, importante, o válido asumir determinados temas o estilos escriturales para lograr una mayor inserción/aceptación como autor?

No creo que exista un condicionamiento en cuanto a temas o estilos, hay bastante diversidad y esto se evidencia en las diferentes antologías que recogen la obra de los jóvenes escritores cubanos. Aunque es cierto que hay concursos, editoriales y revistas literarias que validan más determinadas estéticas y temas. Yo soy de la opinión de que se debe escribir sin ataduras o censuras. Tampoco se debe separar el ADN insular de nuestra poesía, es lo que nos hace únicos, originales.

cortesía del entrevistado

Se conjetura que todo poeta es también un crítico. Desde esta presunción, si tuvieras que señalar algunas carencias o zonas de mayor logro en la poética de tu promoción, ¿cuáles serían?

Me siento afortunado de formar parte de esta promoción de escritores. A muchos los conozco, son colegas y amigos, jóvenes como yo que aman la literatura, el peligro y el placer de la palabra escrita. Todavía estamos filtrando, asimilando, creando nuestra propia cosmovisión literaria. Es muy pronto aún para definirnos como la nueva generación de escritores cubanos, aunque ya somos un grupo bastante reconocible y estamos dando de qué hablar.

¿Nuevos proyectos o libros que estés gestando?

En breve se publicará mi primer libro para niños El país de los enanos, por la Editorial Sanlope. Escribí dos libros más, uno de cuentos y otro de poesía (verso libre). Con el primero gané la Beca Literaria El caballo de coral y con el otro obtuve mención en el Premio Pinos Nuevos, los dos están inéditos. Trabajo en la escritura de una novela, un libro de décimas y una noveleta para niños. 

“Es tiempo de nombrar las cosas/ somos los últimos herederos/ de una estirpe que nadie recuerda/ el tiempo es hábil y lo borra todo/ incluso ese miedo irracional/ a decir lo que pensamosâ€, desde la introspección que me generan estos versos, me atrevo a provocarte: ¿es el poeta una criatura condenada al olvido, o acaso podrá sobrevivir(se) en este tiempo nuestro tan fugaz y viciado de proclamas y discursos fútiles?

Creo en la poesía y en su capacidad de evitar el colapso de la humanidad, hablo de la poesía primigenia, la que está en todas las cosas, en la esencia de las cosas. Creo en el poeta y en su capacidad de ver el mundo de una manera diferente. El poeta hunde su escalpelo en esa materia inasible que es la poesía y trata de revelar sus secretos. El desarrollo del hombre ha sido demencial, se han logrado cosas increíbles. Hoy es el futuro, vivimos en un mundo futurista y caótico, el poeta ha conseguido instalarse en él. El poeta es un sobreviviente.



La poesía como ruptura de los paradigmas

La cantidad rosada es el título de su cuaderno unigénito. Libro portador de textos que dialogan con lo experimental, desde zonas donde se enuncian —con tino— fragmentación, reiteración y (auto)referencia. El cuerpo deviene estrado, incentivo en pos de la búsqueda y la afirmación. Lo sexual carece de lindes y vanos estereotipos que anclan/oprimen/mutilan la identidad —entiéndase autopercepción del Yo erógeno y también existencial— aunque lo cardinal acá no es la mera exteriorización, sino el impulso de representar/definir ante sí mismo y la sociedad. [+]



Devenir isla: la poesía sí sirve de algo

Quiero la palabra
deslizándose por cavernas terrenales
hacia el latido.
Carmen Yáñez

 

Adentrarse en la psicología de un escritor viene a ser acto que lleva en sí cierta propensión al peligro: la personalidad del hombre es única e irrepetible y, por ende, éste asume y proyecta de manera particular sus experiencias, maneras de hacer, decir, definiendo/construyendo su propia percepción de la realidad.

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Definir es cenizar. La fe poética de Roly Ãvalos Díaz

Acaba de publicar su poemario unigénito Mundo Pañuelo. La escritura no es, sin embargo, la única vertiente de su creación. Como joven artista, trae una efervescencia que es estribo de su universo innovador. Rolando (Roly) Ãvalos Díaz (La Habana, 1988) es también narrador, repentista, corrector, editor y uno de los directores del grupo poético-musical RolleX, por todas estas destrezas es conocido en el pathos literario y del espectáculo en la Isla.

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“Creo que lo único positivo de habitar las dos orillas es la nostalgiaâ€

Tomado de: El Caimán Barbudo

Sussette Cordero Sotero (Artemisa, 1982) es una poetisa cubana que reside en Panamá. Desde la distancia escribe y aguarda —con fe inquebrantable— ser publicada y leída en su país natal. Poseedora de una voz poética intensa, que apuesta —en general— por el verso libre y los rasgos vanguardistas, esta autora muestra en sus dos cuadernos hasta ahora publicados, una propensión hacia la poesía social, aunque pueden hallarse temas de esencia más íntima. [+]



La grave luz del pozo. El cuerpo poético de Yessica Arteaga Ibal

Algunos articulan que el tema amoroso está desfasado, por demás trillado y apenas cautivador. Escribir poesía amorosa en los días que corren,en un mundo que gira alrededor de las redes sociales, la propaganda sin sentido y campañas que promueven el caos, apenas lograría —según aquellos— hacerte ver como rara avis dentro de un mercado que busca desesperadamente —con temas cada vez más estrambóticos, aunque esto no sea un hecho generalizado— hallar sitio dentro de un canon literario.

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La complicidad del hormiguero. Poética de Martha Luisa Hernández

Cada texto provoca erizamiento, la piel se encrespa al tiempo que una tromba, una onda expansiva de cosquilleo —como si el hormiguero (hormigas locas, invasoras, rebeldes, porfiadas, pero vivas)— desandara el cuerpo sin anuencia ni pudor.Esta es la sensación que queda tras la lectura del poemario Días de hormigas. Puesta en escena, de Martha Luisa Hernández (Guantánamo, 1991).

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Me considero un escritor para todas las edades. Acercamiento a Alejandro Huerta Sánchez

Con apenas 19 años, Alejandro Huerta Sánchez (Pinar del río, 1998) lanza su primer libro de cuentos para niños y jóvenes. Fantasmas en el bolsillo es el nombre de este cuaderno que acaba de ser publicado por la Editorial Guantanamera, en España. Escritas en capítulos cortos —muy sintéticos—, estas historias revelan la capacidad de su autor a la hora de captar la esencia de ciertos conflictos y tribulaciones, que ocurren al interior de la familia y que muchas veces pasan inadvertidos, o son silenciados por sus víctimas por temor o vergüenza. Escritura que logra conmover y que se vale de un lenguaje diáfano, aunque intencionado,para narrar lo tremebundo y lo afable.

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La familia que duele

Conversación con Elaine Vilar Madruga sobre El framboyán de las despedidas.

La joven escritora Elaine Vilar Madruga (La Habana, 1989) vuelve a sorprender. Se trata de su nueva novela El framboyán de las despedidas, proyecto de libro que fue financiado por La Real Embajada de Noruega en Cuba. Aunque dirigida al público más joven, la obra ofrece un panorama de personajes, realidades y conflictos que atañen a cualquier lector. La autora ahonda, a través de sus tramas y protagonistas, una de las problemáticas vigentes en la Cuba de hoy: la familia y la emigración. Los fenómenos —tan complejos y dolorosos— que subyacen tras estos escenarios, son los pilares que sostienen esta historia de rupturas y regresos. Novela de extrema sensibilidad, que puede vivenciarse a través de una niña —personaje principal—, la cual no dejará de asombrar por sus análisis, cuestionamientos y conducta a ratos irreverente, otros perspicaz y tierna.

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